Professional Documents
Culture Documents
Ese diálogo está condenado al monólogo. Será un regaño para quienes se atrevan
a acudir a escucharlo. Habrá insultos, imposiciones; tal vez hasta vejaciones, para
luego, sin ceder un ápice en la postura tozuda de estos saqueadores,
responsabilizar a los sectores opositores y condenarlos con el dedo acusador
como los únicos responsables de la penosa situación que vivimos.
Es decir, un diálogo unilateral para aclarar a quienes aún lo pongan en duda que
el que manda e impone las reglas del juego es el régimen. Esta plática que, en
cualquier país civilizado y democrático, se traduciría como tender puentes, en
nuestra Venezuela actual se puede interpretar como tender trampas en la que el
debate productivo puede terminar transformándose en una querella.
De siempre, pareciera, que las diferencias entre bancadas han sido una condición
obligatoria para ocupar un curul. Solo que ahora vemos los golpes, la sangre, las
peleas y los insultos que quizá antes, si ocurrían, no éramos testigos.
¿Se acuerdan de los golpes que recibió María Corina, con fractura de nariz
incluida, y de los célebres zarpazos de gata arisca que propinaba la Fosforito?
Una Asamblea legítimamente electa, por mandato popular. ¿Si esto no es una
tiranía, qué otro nombre recibe? No tenemos derecho de protestar en las
inmediaciones del CNE; como si el centro de la ciudad capital fuera la isla privada
de algún magnate o narcotraficante a la que solo se accede al obtener la venia del
propietario absoluto de esos espacios. Nicolás lo advirtió: “La oposición solo
puede marchar de Chacaíto hasta Altamira. No se diga más”. ¿Y así promueve el
diálogo? ¿Imponiendo sus condiciones y sus criterios?
Veo a mis amigos, los super optimistas, como me gusta decirles, con cara de
tristeza y desesperanza, al conocer la noticia de que antes del 30 de abril e 2018,
se realizarán las elecciones para presidente de Venezuela, diciéndome a pesar
de que las groserías y el pesimismo estaban excluidos de su vocabulario: “Ramón
amigo mío, ahora sí: ¡estamos jodidos! ¡Muy, muy, muy jodidos!!!.
¡VENEZUELA SOLA Y SIN DOLIENTES!
Aunque duela decirlo, Venezuela agoniza bajo la indiferente mirada de sus hijos. Es posible
que mis palabras sea motivo de diversos calificativos hacia mi persona; pero, los asumiré,
pues, no soy yo quien las inventa, es la realidad la que lo grita.
Lo increíble. pero cierto, es que todo cuanto se lance al ruedo tiene sus copartidarios,
defensores y hasta creyentes. Todos menos, Venezuela. ¡Total! ¿Qué podemos hacer? Ver y
sentir su interioridad, es percibirla ultrajada, violada, saqueada, triste y sujeta a la voluntad de
un chulo quien, ante la mirada indiferente de sus hijos, la oferta al mejor postor, para saciar
sus odios proyectado en un amor, donde predomina el eterno ideal de quien una vez comandó
sus predios, asumió el cuido y defensa de sus hijos, sobre todo de los más débiles y que,
irónicamente, la legó a un extranjero para que, junto sus camaradas, dieran riendas sueltas a
sus bajos instintos y profundizaran su obra.
Venezuela está casi inerte y cual loca Luz Caraballo, que una vez recitara su hijo poeta,
también va contando, pero, esta vez, los hijos que caen, los hijos que huyen, los hijos que
comparten su miseria y los hijos cuya indiferencia se debate entre el miedo, el conformismo, la
resignación y el silencio...