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JACQUES RANCIÈRE
Prólogo:
Domin Choi
Traducción:
M. Gajdowski
Supervisión:
L. Vogelfang
Prólogo
Rancière, para una filosofía de la emancipación estética
por Domin Choi 9
Domili Choi
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Nueva visión.
4 La apariencia, para Rancière, no es la ilusión que se opone a lo real: "es
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París: La fabrique.
6ibid.
7 Como sabemos, el epílogo del famoso ensayo de Benjamín sobre la obra de
arte termina sobre la cuestión del vínculo entre arte y política, y allí se afirma
que la autodestrucción propugnada por el fascismo puede ser experimentada
como goce estético por la alienación sensorial. La alienación en el sensoríum
significa aquí que lo percibido domina sobre la percepción, así, el deber del
arte revolucionario residiría para Benjamin en disolver la alienación sensorial.
Por el contrario, el proyecto rancièriano, que parte de un vínculo necesario en-
tre política y estética, parece consistir en cómo transformar en emancipación
la alienación en el sensoríum, en cuanto que el campo de su dominio, necesa-
rio para toda política, es también el lugar mismo del conflicto que puede llevar
a la igualdad. Sobre las consideraciones en Benjamin entre política y estética
véase el trabajo clave de Buck-Morss, Susan (2005) "Estética y anestésica: una
reconsideración del ensayo sobre la obra de arte" en Walter Benjamin, escritor
revolucionario. Buenos Aires: Interzona.
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du peuple), p. 7-14.
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12 Ibid.
13Ibid.
14 Como vemos, de la división en tres regímenes no podemos extraer una pe-
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Manantial.
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luz dice que estas dos instancias se relacionan en la no relación, una relación
aún más profunda. Véase sobre todo Deleuze, Gilles (1987) "Los estratos o
formaciones históricas: lo visible y lo enunciable (saber)" en Foucault. Buenos
Aires: Paidós. El breve texto influyente de Blanchot, Maurice (1970) es "Hablar
no es ver", en El diálogo inconcluso. Caracas: Monte Ávila.
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El destino de las imágenes .
El destino de las imágenes 1
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2Régis Debray, Vie et mort de l'image, Paris, Gallimard, 1992, p. 382. [Hay tra-
ducción al español: Régis Debray, Vida y muerte de la imagen. Historia de la
mirada en Occidente, Buenos Aires, Paidós, 1994. N. de T.]
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puede ser") sin que veamos jamás la boca que pronuncia estas
palabras: los niños se dirigen a su padre dándonos la espalda, sus
cuerpos tapan su rostro mientras éste responde. Un fundido enca-
denado introduce entonces un plano que nos muestra lo opuesto
de lo que anunciaban las palabras: de espaldas, en plano panorá-
mico, el padre y los niños regresan, llevando al burro. Otro fundido
se enlaza con el bautismo del burro, otro plano corto que sólo nos
deja ver la cabeza del animal, el brazo del muchacho que vierte el
agua y el busto de la muchacha con un cirio en la mano.
Entre los créditos y tres planos tenemos un régimen completo
de la imageneidad, es decir, un régimen de relaciones entre ele-
mentos y entre funciones. Es la oposición entre la neutralidad de
la pantalla oscura o gris y el contraste sonoro. La melodía que
sigue su camino de notas sueltas y el rebuzno que la interrumpe
transmiten desde un principio toda la tensión de la fábula que
vendrá. La oposición visual de una mano blanca sobre un pelaje
negro y la separación entre las voces y los rostros toman la posta
y continúan, a su vez, trasmitiendo este contraste. Esta separa-
ción, por su parte, se prolonga en el encadenamiento entre una
decisión verbal y su contradicción visual, entre el procedimiento
técnico del fundido encadenado que intensifica la continuidad y
el contra-efecto que nos muestra.
Las "imágenes" de Bresson no son un burro, dos niños y un adul-
to; tampoco se limitan a la técnica del encuadre corto y los movi-
mientos de cámara o fundidos encadenados que lo complementan.
Son operaciones que enlazan y desvinculan lo visible y su significa-
ción o la palabra y su efecto, que producen y desvían las expectati-
vas. Estas operaciones no se derivan de las propiedades del medio
cinematográfico. Implican incluso una separación sistemática con
respecto a su uso habitual. Un cineasta "normal" nos daría un in-
dicio, por más mínimo que sea, del cambio de decisión del padre.
Usaría un encuadre más amplio para la escena del bautismo, haría
subir la cámara o introduciría un plano suplementario para mostrar-
nos la expresión del rostro de los niños durante la ceremonia.
¿Podremos decir que la fragmentación bressoniana nos brin-
da, en lugar de la secuencia narrativa de aquellos que alinean el
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4Diderot, Œuvres completes, Paris, Le Club français du livre, 1969, t. II, pp.
554-555 y 590-601. [Hay traducción al español: Diderot, Carta sobre los cie-
gos, seguido de Carta sobre los sordomudos, trad. de J. Escobar, Valencia,
Pre-textos, 2002. N. de T.]
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2000, p. 13-21.
11 Véase Jacques Rancière, La Fable cinématographique, Paris, Le Seuil, 2001,
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