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Universidad Nacional Autónoma de México

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Políticas económicas mexicanas de 1982 al 2000


Construcción Histórica de México en el Mundo II
Blanco Salazar Fátima
Olea Corral Dafne Leticia
Flores Sánchez Daniela Estefany
Muñoz Gutiérrez Erika

Introducción

A lo largo del tiempo México ha pasado por múltiples modelos económicos que junto
con filosofías políticas, derivadas de acontecimientos históricos internacionales,
determinan el rumbo que toma el país, afectando directamente el nivel de desarrollo
y producción de bienes materiales o de servicio. Y con ello, claro está, el tipo de
vida que cada uno de los habitantes de la nación posee.

Por lo tanto, es sustancial hacer un breve análisis de los hechos ocurridos durante la
época de los 80’s y 90’s, en materia de economía política, abarcando así tres
períodos presidenciales: Miguel de la Madrid, Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo.
De este modo se logrará esclarecer el origen del sistema monetario y político que
rige actualmente, dando pie al entendimiento de acontecimientos sociales
directamente relacionados con la situación socioeconómica de México.

No obstante, y antes de poder iniciar con el análisis, es importante retomar


brevemente algunos sucesos que tuvieron lugar durante el periodo presidencial de
José López Portillo, ya que, aun tras la petrolización de la economía mexicana, para
1980 esta misma se mostraba relativamente estable; sin embargo, pese a que el
gasto público había aumentado de manera acelerada, nadie tomaba conciencia de
la fragilidad de la estructura económica del país.
El inicio del fin se puede situar a finales de mayo de 1981, cuando el precio
internacional del petróleo se redujo ligeramente, dando pistas de que el apogeo de
la mezcla estaba próximo a terminar. Anudado a esto, el secretario de Programación
y Presupuesto, Miguel de la Madrid, en su búsqueda por la presidencia, relajó los
controles del gasto público, alimentando el déficit fiscal a niveles nunca antes vistos.
En consecuencia, estos serán tan solo algunos de los factores que provocaron la
crisis de 1982, la cual se abordará a continuación.

Origen de la crisis de 1982

1981 fue un año crucial para la economía mexicana. La recesión de EEUU y su


lucha contra la inflación había elevado la tasa de interés en un 20% en su territorio.
Esto afectó las tasas de interés internacionales. Las tasas de interés internas
resultaban ser inferiores a las que se ofrecían en el exterior, por lo que los
ahorradores trasladaban sus recursos al extranjero o hacían sus depósitos en
dólares.

El crédito a nivel internacional se redujo y la banca internacional comenzó a


restringir sus créditos y volverlos de más corto plazo. Por tanto, la revolvencia de los
créditos se volvió más incierta mientras que el pago de intereses y capital se volvió
mucho más pesado para los países deudores.

El gasto público creció, sin embargo, los ingresos públicos se mantuvieron


prácticamente constantes, así, el déficit fiscal creció. La presidencia tomó una
decisión: mantener fijo el tipo de cambio y enfrentar el deterioro de la balanza de
pagos a través de reforzar las restricciones a las importaciones de bienes de
consumo.

El mundo vivió un debilitamiento del mercado petrolero. Paso de ser un mercado de


vendedores a un mercado de compradores, así, se redujo la tendencia de los
precios y estos disminuyeron un 10%. Se bajó el precio del petróleo mexicano de
38 a 34 dólares el barril. Posteriormente, PEMEX volvió a aumentar los precios del
crudo de 34 a 36 dólares, lo cual significó una baja de compradores y al menos
1000 mdd en ventas petroleras perdidos.
Los intentos por reducir las importaciones de los bienes de consumo resultaron
inútiles, México se endeudaba cada vez más para para pagar el exceso de
importaciones y cubrir la fuga de capitales, para 1981 la deuda llegó a 10 800 mdd.
Tras el discurso de López Portillo el día de la Reunión de la República, se aumentó
la fuga de divisas y se agotaron las reservas internacionales. Esto provocó una
devaluación del tipo de cambio de alrededor de 80%, sucediendo esto, los
sindicatos exigieron aumentos salariales de alrededor del 30%, a lo cual, el
presidente falló favorablemente. Por tanto, el propósito de la depreciación, fue
nulificado por el aumento salarial.

Los nuevos intentos de frenar el gasto público resultaron inútiles, pues el gobierno
mantuvo sus programas y planes de gasto. La presión continuó y las reservas
internacionales en el Banco de México, llegaron a un nivel en el que fue imposible
cubrir la demanda de dólares, por lo que el 18 de abril de 1982, el gobierno se vio
obligado a devaluar el peso de 26.91 a 47 pesos por dólar. El gobierno tuvo que
seguir endeudándose para financiar las importaciones y los gastos por el servicio de
la deuda. Para contrarrestar estos problemas, se tomaron medidas de emergencia;
establecer un control de cambio y nacionalizar la banca.

La nacionalización de la banca

El 1 de Septiembre de 1982, durante su último informe de gobierno el presidente


José López Portillo tomó una decisión que cambiaría el rumbo del país
definitivamente, dijo -“He expedido en consecuencia dos decretos, uno que
nacionaliza los bancos privados del país y otro que establece el control generalizado
de cambios… Es ahora o nunca, ya nos saquearon. México no se ha acabado. No
nos volverán a saquear”, y fue así como decidió expropiar todos los muebles e
inmuebles de los bancos privados que, según él eran los culpables de la crisis.

Esta inesperada noticia, trajo una mayor desconfianza a la gente dejando así al
siguiente presidente que entraba, Miguel de la Madrid en una difícil situación. En el
mismo año de la nacionalización (1982), el director general del Banco de México
decidió que los depósitos en dólares en los bancos mexicanos se pagarían a $70
por dólar, mientras los deudores los tendrían que cubrir a solo $50. Este subsidio a
las empresas deudoras equivalió a 4% del PIB e impidió el cierre masivo de
empresas.

El resultado de todo esto fue un recrudecimiento de la situación de desconfianza,


una retracción aún mayor del gasto privado y, por tanto, una fuerte expansión de la
oferta monetaria para financiar una parte del gasto deficitario del sector público.
Hacia fin de año, la inflación llegó a cerca de 100% con una tendencia creciente y el
déficit público a 16.9% del PIB, más del doble de la enorme cifra de 1980. El
desempleo abierto se duplicó en 1982, de 4 a 8%, mientras que la actividad
económica se contrajo -0.5%. Es por esto que desde la explosión de la crisis de la
deuda en 1982, la economía mexicana no ha logrado recuperar una senda de
crecimiento económico como el experimentado en los 50 años previos.
En términos políticos, la nacionalización de la banca también fue crucial, pues con
ella comenzó el cambio de régimen político. Entonces, llegó a su culminación el
sistema presidencialista, que quizás había tenido muchas facetas positivas durante
decenios enteros pero que en los últimos años se había excedido.

La nacionalización de la banca desembocó en un proceso gradual de confrontación


con el sector privado. Se desató una pérdida de confianza que no pudo
restablecerse sino hasta el sexenio de Carlos Salinas de manera efímera. También
esta nacionalización rompió los lazos entre el gobierno y los empresarios, al cambiar
esto, los empresarios decidieron entrar en la política y fueron acogidos por el PAN
(Partido Acción Nacional). Con el tiempo, la nacionalización cambiaría el régimen
político, pues gracias a ella se dio una alternancia en el poder, es por eso que es un
parteaguas en la historia contemporánea de México, pues dio lugar a un cambio que
ha tenido repercusiones económicas, políticas y sociales.

El estancamiento económico

Los efectos de la crisis de 1982 apenas se empezaban a vislumbrar aquel año. Las
repercusiones económicas, sociales y políticas de ésta se manifestaron progresiva y
exponencialmente durante el mandato de Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1987)
afectando tanto la actividad económica, como la industrial.
El panorama era desalentador debido a la huida de capital al extranjero, producto de
la desconfianza y descontento -expresado en movimientos como “México en libertad
“- del sector privado ante la nacionalización de la banca y el ataque a los derechos
de propiedad privada. Ante dicha situación, De la Madrid cambió el Artículo 25
constitucional estableciendo la “Rectoría del Estado” permitiendo así que las
empresas participaran, bajo ciertas condiciones, hasta 33.3% en las acciones de la
banca. No obstante, esta medida no satisfizo a dicho grupo quien consideró que se
estaba institucionalizando la intervención estatal, mientras que la izquierda lo
percibió como un retroceso.
Aunado a esto, se realizaron acciones inmediatas para sanear la macroeconomía,
las cuales en un principio resultaron eficaces, pero para fines de 1893 recrudecieron
las circunstancias. Entre las decisiones tomadas por el gobierno, se subieron los
impuestos, se negoció el plazo de pago de la deuda externa y se facilitó el diálogo
de la deuda privada. Si bien, por ejemplo, en el caso de la deuda externa, se llegó a
un acuerdo que prolongó el término de ésta, dicho beneficio fue relativo puesto que
no estaba exento de impuestos.
En cuanto a la deuda privada, el Fideicomiso de Cobertura de Riesgo Cambiario
(Ficosa) salvó a varias empresas de la bancarrota fomentando la negociación con
sus acreedores con el apoyo del Banco de México; sin embargo, esto no fue
suficiente para remediar la tensión con el gobierno.
Pese a las políticas asumidas por la administración, la recuperación fue
momentánea y limitada particularmente en 1982. La devaluación de la moneda,
junto con la alza de precios favorecieron la inflación.
Sumado a esto, el control del gasto público perjudicó directamente el gasto social
estancando la educación y la pobreza e, incluso, acentuando esta última luego de
haber avanzado durante treinta años. El desempleo, el deterioro de los salarios, la
disminución en la producción y la creciente desigualdad, junto con una inflación de
132% en 1987 en contraste con 1982 crearon un ambiente social precario
gravemente golpeado por los sismos del 85 y el desplome del petróleo.
Estabilización, cambio estructural y lento crecimiento en la era de la
globalización (1988-2009)

Las dificultades de los años 80 evidenciaron la necesidad de reformas estructurales,


las cuales fueron influidas por la Post-Guerra Fría. Éstas fueron establecidas a partir
del gobierno de Salinas de Gortari luego de estabilizar la economía teniendo
resultados variados que demostraron la debilidad institucional. Asimismo, durante
esta época aumentó nuestra dependencia hacia Estados Unidos.

Estabilización exitosa

El 15 de Diciembre de 1987 se lanzó el Pacto de Solidaridad Económica (PSE),


para disminuir la inflación y recuperar el crecimiento económico. El programa
buscaba eliminar el componente de la inflación, usar el tipo de cambio como ancla
nominal e inducir un cambio en las expectativas de la gente que reflejara la
credibilidad de que el programa se podría sostener en un largo plazo.
Los primeros resultados del Pacto (PSE) fueron extraordinarios, la inflación anual,
diciembre-diciembre, disminuyó de 159.2% en 1987 a 51.2% un año más tarde, con
tendencia a la baja, y el PIB real aumentó 1.4% en 1988, que aún era demasiado
bajo.

Para lograr un crecimiento más alto, se requería de recursos adicionales del exterior
y una reducción de la carga de la deuda. Era esencial disminuir las transferencias al
exterior, generar la repatriación de capitales y estimular las entradas de capital en
forma de inversión extranjera. En julio de 1989, con el “Plan Brady”, el gobierno de
Salinas redujo el peso de la deuda y mandó una señal a los mercados de que ese
problema estaba en vías de solución. Inmediatamente las tasas de interés internas
disminuyeron casi 20 puntos.
En 1989, el PIB creció 3.3%, cifra superior al crecimiento de la población, y
disminuyó el déficit público de 12.5% del PIB a sólo 5.6% en un año,
fundamentalmente por la reducción del pago de intereses. La inversión privada,
nacional y extranjera se reactivó.
El anuncio de la reprivatización de la banca nacionalizada en mayo de 1990, y la
decisión de negociar un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, anunciada
en agosto, terminaron por convencer a los inversionistas nacionales y extranjeros de
que las medidas para contener la inflación, así como los diversos cambios
estructurales, reprivatizaciones, desregulación, etc, eran permanentes. El
crecimiento del PIB fue de 4.5%, el más alto desde el inicio de la crisis de la deuda,
estimulando el consumo privado que había caído tanto en los años 80.

Sin embargo, el exceso de gasto interno aumentó la inflación y deterioró la balanza


de pagos, en parte también por la sobrevaluación del peso, al tiempo que el
gobierno continuó reduciendo su déficit fiscal para llegar a sólo el 3.9% del PIB en
1990. Es decir, ahora el exceso de gasto comenzaba a ser del sector privado y no
del público, por primera vez en la historia del país.

Proceso de reformas estructurales

Era más que claro que el país necesitaba una reestructuración al modelo económico
vigente, y pese a que este proceso comenzó durante el periodo de Miguel de la
Madrid en 1983 con la “reducción del tamaño y complejidad del sector público” (p.
534), la expansión de la economía a la competencia exterior gracias a la eliminación
de permisos previos a la importancia y reducción de aranceles, el presidente que
verdaderamente logró un sólido cambio dentro del país, fue Salinas de Gortari.

Una de las razones principales que influyeron en la toma de decisiones del


presidente en turno fue el contexto histórico y político que había transformado al
resto del mundo. En primer lugar, el reformismo había tomado forma con la llegada
de las ideas neoliberales de Margaret Thatcher, así como el regreso de la derecha a
EUA con la bandera de Ronald Reagan. En segundo, la liberación del mercado
había ganado territorio tras la disolución del bloque soviético y la caída del muro de
Berlín.
Consecuencia de lo anterior fue la conformación del Consenso de Washington, un
tratado acuñado en 1989 por el economista John Williamson, el cual establecía una
serie de reformas económicas y políticas hacia los países en vía de desarrollo que
habían entrado en crisis recientemente. En términos generales, el Consenso
“llamaba a la liberación de los mercados, la reducción del tamaño del Estado a
niveles mínimos, el libre comercio de bienes y capitales, la eliminación del déficit
público y de los subsidios (...)” (p. 535).

Por lo tanto, las reformas en México se orientaron a eliminar las barreras que
impidieran la competencia economía del país, disminuyendo el papel del Estado en
la producción y la construcción de infraestructura, dejándolas en manos de los
privados. Como resultado la económica se abrió a los mercados internacionales,
modificando los derechos de propiedad privada, de manera singular la del sector
rural.

En consonancia con lo anterior, la reforma de mayor trascendencia fue sin duda la


del Tratado de Libre Comercio de América del Norte,la cual entró en vigor en enero
de 1994, de manera que se dio una mayor disponibilidad de productos de todo el
mundo e integrando la economía mexicana a la estadounidense. Así mismo, la
emisión de la Ley de Inversión Extranjera amplió significativamente el acceso a las
diversas actividades económicas extranjeras. Introduciendo a partir de 1984 la plena
economía de México a la internacional.

Es así que, como parte de otra reforma, Salinas decidió privatizar entidades y
empresas estatales. Primero, a mediados de 1989, se decretó la privatización de
Aeronaves de México, de Mexicana de Aviación y Grupo Dina. Después, durante
1990, Teléfonos de México, la Minera Cananea y algunas plantas de Conasupo
pasaron a manos de privados, del mismo modo que lo hicieron algunas compañías
de seguros, fábricas de ferrocarriles, etc. Además, cabe rescatar, se anunció y
ejecutó la reprivatización de la banca.

Por obvias razones, las medidas tomadas por el presidente Salinas fueron
duramente criticadas, ya que, aun que algunas privatizaciones resultaron exitosas,
otras, como la de Telmex, resultaron en la conversión únicamente de un monopolio
estatal a uno privado.
Más aún, la reprivatización de la banca desató polémica debido a la alta
discrecionalidad con la que se llevó a cabo, así como el financiamiento endeble y los
precios excesivamente caros, razones por las que se presume llevaron a la crisis de
1994-1995.
Así mismo, debido a la debilidad del Estado mexicano y su insuficiencia institucional,
no se pudieron evitar “los abusos, extranjerización de empresas y actos de
corrupción” (p. 537) que colocaron los intereses personales sobre el de la mayoría.

La crisis de y sus secuelas 1994-1995

El movimiento zapatista se levantó el mismo día que entró en vigor el TLCAN (1 de


enero de 1994) La felicidad generada por la introducción de México al mundo
desarrollado se contrastaba con la realidad chiapaneca. El movimiento chocaba con
los cambios que México había realizado en su estructura económica.

Los orígenes de la crisis se remontan a años atrás y tuvo varias causas, pero las
dos fundamentales fueron la debilidad del sistema bancario tras su reprivatización y
la política macroeconómica. Como en crisis previas, cuando la economía ejerció un
gasto mayor que los ingresos y requirió un enorme ahorro externo, no fue
sostenible.

El crédito bancario se aceleró, otorgando así, préstamos a la población para


adquirir bienes durables. Como los préstamos excedieron a los depósitos, el faltante
fue cubierto por préstamos interbancarios, lo cual dejó muy expuesto al sistema
bancario a nuevos tipos de cambio y tasas de interés.

La política antiinflacionaria también fue causa importante de la crisis, los


inversionistas pensaban en un nuevo milagro mexicano, mientras los especialistas
alertaban una sobrevaluación. Se siguió el programa de freno a la inflación, pero
este, debilitaba la productividad nacional. Las exportaciones crecieron, alcanzando
un 17% en 1994, no obstante, el déficit se situó en 29 000 mdd. El déficit superaba
las reservas internacionales, el flujo de inversión extranjera directa compuesto en un
80% por capital extranjero y el peso sobrevaluado.

Las reservas internacionales sufrieron el primer golpe tras el asesinato de Luis


Donaldo Colosio el 23 de marzo de 1994, se desencadenó una lucha por defender
el peso, se recurrió a la emisión de Tesobonos. Esto evitó que las reservas
internacionales cayeran.Zedillo ganó las elecciones, en una época donde el
deterioro macroeconómico continuaba y el déficit de las transacciones con el
exterior, se acentuaba.

Para ese entonces, la Reserva Federal de EEUU aumentó la tasa de interés, y el


asesinato del Secretario Ejecutivo del PRI José Francisco Massieu, agravaron la
situación. Esto se reflejó en la contracción de las Reservas Internacionales,
debilitando al peso. El poder ejecutivo envió al Congreso un documento llamado
“Criterios generales de política económica”, en el cual, se plasmaba que no habría
cambios en materia económica para 1995. Tras esto, los inversionistas prefirieron
esperar la entrada del nuevo gobierno, el cual, aceptó las proyecciones del
documento.

Comenzó una aglomeración contra el peso, las reservas disminuyeron y la emisión


de Tesobonos creció. La falta de divisas obligó al gobierno a depreciar el peso, con
un tipo de cambio de 5.10 pesos por dólar, un 48% más que el anterior mes. Así, las
reservas internacionales quedaron en 6 200 mdd. El gobierno de Zedillo respondió
reduciendo el gasto público y elevando las tasas de interés.

Fue una crisis corta, pero con secuelas profundas, se dio un rescate bancario
exitoso, fue aliviada por el paquete de líneas de crédito externo de W.Clinton de
caso 50 000 mdd, México llevó un sistema de pagos continuos, los deudores
perdieron sus activos y otros más se declararon en moratoria. Muchos negocios
locales se declararon en quiebra. Fue un proceso discreto y falto de transparencia.

Referencias
Cárdenas S, Enrique. (2015). El largo curso de la economía mexicana. De 1780 a
nuestros días. México: Fondo de Cultura económica.

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