You are on page 1of 4

La revoluciona Cubana

por Administrador | Feb 27, 2010 | Historia latinoamericana (cs politica) | 0 Comentarios
Perez-Stable, Mabel: “La revoluciona Cubana”.

 La revolución y el nacionalismo 1959-1962.

El 31 de diciembre de 1959 Batista es derrocado y asume un nuevo gobierno, el cual según la autora no tenían
un plan de acción definido para el futuro. La autora plantea que seis décadas de soberanía mediatizada y una
crisis política cada vez mas pronunciada habían debilitado las posiciones de las clases económicas y de los
EEUU dentro de Cuba, por lo que ninguno fue capaz de contener la avalancha revolucionaria.
Los cambios que implementaría el gobierno rebelde en la nueva Cuba estaban lejos, plantea la autora de ser
radicales: Abogaban por una reforma agraria basada en la Constitución de 1940 (articulo 90); la modernización
de la industria azucarera, la industrialización por sustitución de importaciones y las inversiones de capital
nacional y estatal. Sus objetivos era promover el pleno empleo, el crecimiento económico y la distribución
equitativa del ingreso nacional. Que el control de la economía este en manos de Cuba. Planteaban además la
instauración de un gobierno honesto, de un Estado de derecho y la defensa de los intereses nacionales. Según
la autora este programa inicial del gobierno revolucionario era parecido a los reformistas de los años `20. Por
ejemplo plantea la autora que el impuesto fijo sobre las importaciones y los controles de divisas que se
implementaron no eran más radicales que las medidas que reclamaba Prebisch para America Latina.
La fuente de legitimidad del gobierno revolucionario, plantea la autora no era la política o la “politiquería”
(Tratar de política con superficialidad o ligereza), si no que la fuente de legitimidad era el pueblo, era el ideal
de una “Cuba libre” y la memoria de los que habían muerto en la lucha contra Batista.
Plantea la autora que los reformista del `569 no contaban con otro líder que Fidel Castro, con otro movimiento
que no fuera el Movimiento 26 de Julio, ni con otro cuerpo armado que no sea el Ejercito Rebelde, por tanto
carecían de recursos propios para encauzar el fervor popular con que se había acogido la revolución hacia una
transformación de carácter reformista, y no revolucionaria.
Plantea la autora que la revolución había agudizado las diferencias que siempre habían existido en las clases
económicas y que sectores de esta celebraron el triunfo de la revolución, pero no todos con el mismo
entusiasmo, ni que respaldaban el programa completo: los hacendados y los ganaderos no apoyaban la reforma
agraria; el sector importador se oponía al proteccionismo; los empresarios apoyaban la política de
industrialización, reforma agraria y fiscal, pero no aceptaban el incremento de los salarios; los colonos que
estaban de acuerdo con la reforma agraria no aceptaban el incremento de los salarios de los trabajadores
agrícolas. Plantea la autora que las clase económicas demostraron ser incapaces de controlar la revolución como
cuando intentaron defender los intereses nacionales antes del `59.
El gobierno revolucionario comenzó en el `59 a implementar el poder regulador del Estado para favorecer a los
pequeños productores. Se identificaba al campesinado, la clase obrera y la burguesía progresista como los tres
pilares de la revolución. Se hacia una distinción entre los empresarios que habían invertido en la industria y la
diversificación de la agricultura, y se los incluía en la llamada “Unidad Nacional” para la defensa de los intereses
nacionales, y se demonizaba fuertemente a aquellos empresarios que habían apoyado la Enmienda Platt y la
reciprocidad comercial renunciando al control nacional de la economía.
Sin embargo, plantea la autora, las consecuencias del programa revolucionario fueron profundamente radicales,
ya que, entre otras cosas, la sociedad carecía de los medios para contener el desenvolvimiento del nacionalismo
radical. La promulgación de la reforma agraria renovaba el fervor popular que conmovía al país, mientras que
Fidel y el Ejercito Rebelde se ponían al frente de esa oleada revolucionaria, por eso, plantea la autora, cuando
la nueva dirigencia rechaza la celebración inmediata de elecciones, para evitar que este frene el procesos
revolucionario, pocos cubanos se preocuparon, ya el pasado había dejado en claro que la politiquería en Cuba
podía sabotear procesos electorales y sacrificar así los intereses de las clases populares, por lo cual la mejor
garantía para la democracia era generar una nueva conciencia popular basada en la conquista de la justicia social
y la soberanía nacional.
Los defensores del reformismo nacionalista apoyaron la revolución y cooperaron con sus primeras medidas,
incluso la de postergar las elecciones, ya que estos encontraban parte de su programa en el programa del nuevo
gobierno y por que además carecían de sus propios lideres, organizaciones e instituciones que les hubieran
podido permitir la implementación de sus reformas. Pero, plantea la autora, que a medida que se definía el
carácter del nuevo gobierno, la oposición a la revolución comenzaba a despertarse tanto en círculos nacionales
como extranjeros. Los EEUU condenan los juicios revolucionarios; la reforma agraria había alineado al sector
azucarero con el capital norteamericano por lo que los hacendados y los ganaderos comenzaron a oponerse al
gobierno revolucionario y las clases económicos comenzaron a retirar sus inversiones.
En este contexto la restructuración de la Central de Trabajadores de Cuba se convirtió en el objetivo clave de
la política revolucionaria, así es que asume la dirección de esta el Movimiento 26 de Julio. El gobierno
revolucionario establece que todo lo que significara un obstáculo al desenvolvimiento de la economía seria
tachado de antipatriótico, y solía así intervenir, por medio del Ministerio de Trabajo, en los conflictos para
evitar las huelgas o cierres de empresas.
Desde el principio el Ejercito Rebelde apoyó fuertemente a las clases populares en los conflictos laborales a
favor de los trabajadores, se marcaba que “por primera vez el ejército no usaba las armas contra el pueblo”. Por
primera vez en la historia de Cuba, plantea la autora, las clases económicas carecían de un cuerpo armado que
defendiera sus intereses. Sin embargo, plantea, se necesitaba de algo mas que el Ejército Rebelde para dirigir
la combatividad entusiasta de las masas, por esto era imprescindible el control y la unidad obrera dentro de la
CTC, ante el enfrentamiento con las clases económicas y con los EEUU que cada vez se tornaba más violento.
En este intento de controlar la CTC comenzaron a salir a la superficie, plantea la autora, una serie de tensiones
entre el Movimiento 26 de Julio y los comunistas (Partido Socialista Popular o PSP). La dirigencia del
Movimiento 26 e Julio tenis un perfil altamente anticomunista. El PSP no había desempeñado un papel relevante
en la lucha contra Batista, habían calificado al ataque al Cuartel Moncada como “puchista” “aventurero” y que
iba contra los intereses del pueblo, los comunistas solo alentaron la rebelión armada cuando ya prácticamente
no existía otra forma de enfrentarse a Batista. Pero el PSP era crucial a la hora de formar una coalición de
gobierno, ya que contaban con una gran organización, un gran número de líderes capacitados, cuadros
experimentados y por sobre todo aliados internacionales. El PSP comienza a ganar cada vez mas influencia
dentro de los órganos de gobierno y la CTC y esto cada vez generaba más tensiones con el Movimiento 26 de
Julio.
Ante este clima de tensiones Fidel Castro pide por la unidad de los líderes de la CTC y declara que más
importante que las demandas “economicistas” de la clase obrera es el compromiso con los objetivos del
desarrollo económico del país, así el Estado comienza a ejercer un mayor control sobre el movimiento obrero.
Los sindicatos se someten ahora a la lógica de la política revolucionaria del gobierno y rápidamente, plantea la
autora, se fue eliminando toda actividad política autónoma.
Plantea la autora que ni Fidel Castro ni el nuevo liderazgo Cubano dependían su legitimidad de la restauración
de la Constitución de 1940, ni de la celebración de elecciones, que el hecho de redimir (salvar) a Cuba de un
pasado indigno y alcanzar el bienestar de las clases populares hacia merecedor al gobierno revolucionario de
una incuestionable autoridad. Se estaba creando una Cuba con igualdad, pleno empleo, reforma agraria, salud
y educación pública para todos, el pueblo tenia todas sus esperanzas puestas en el futuro y hasta tanto no se cree
una nueva conciencia entre las clases populares la elecciones solo frenarían la transformación radical.
La dinámica de la revolución dio lugar a un nuevo orden institucional, por un lado el Ejercito Rebelde y las
asociaciones agrarias supervisaban la transformación en el campo, y por otro lado el Ministerio de Trabajo y la
CTC lo hacían en la cuidad. Plantea además la autora que nace el concepto de trabajo voluntario, se crea la
Asociación de Jóvenes Rebeldes, los Comités de defensa de la Revolución (CDR) y la Federación de Mujeres
Cubanas.
Plantea la autora que la revolución polarizo ideológicamente al país, y no permitió la neutralidad, bajo el grito
de batalla de “Con Cuba o contra Cuba”. La ideología humanista contra el capitalismo y el comunismo que
tenían en un principio los líderes de la revolución, plantea la autora, se fue desvaneciendo como resultado del
enfrentamiento con los opositores de la revolución. Al respecto plantea la autora que tal vez si Cuba no se
encontrase tan cerca de EEUU el gobierno revolucionario podía haber seguido la línea de la “tercera vía”
humanista, pero la intimidad histórica entre los dos países había configurado al nacionalismo radical que ahora
obligaba a la revolución a adoptar una posición cada vez mas intransigente.
La centralización del poder, plantea la autora se convirtió rápidamente en un fenómeno concomitante (conexo,
correspondiente, análogo, coherente, relacionado) de la revolución. El fantasma del fracaso del intento de
reforma en el `33 y los ejemplos cercanos de Guatemala y Bolivia hicieron que para que la revolución de Cuba
no se viera en peligro sea imprescindible una autoridad central, decisiva y eficiente que Fidel Castro nunca
dudo en ejercer, según la autora. Tratando de evitar la discordia y la falta de resolución que había caracterizado
a las anteriores experiencias el gobierno lleva a cabo una gran centralización del poder, por ejemplo le quita las
armas a los estudiantes, no de podría permitir que se creen grupos de acción como en la década del `40. Así,
plantea la autora, el primer gobierno de Cuba formado por ciudadanos liberales descubrió inmediatamente que
el verdadero poder en Cuba lo ejercía Fidel y el Ejercito Rebelde y así los liberales y reformistas fueron
desapareciendo del seno del gobierno revolucionario. Así plantea la autora que sin paciencia ni tolerancia se
arrasaba con la disidencia y las vacilaciones a medida que se iba radicalizando la revolución.
A medida que el recelo de los EEUU crecía y aumentaba su desconfianza hacia el gobierno, Cuba después de
una serie de medidas económicas que EEUU efectúa contra Cuba, nacionaliza las propiedades norteamericanas
y se lanza la búsqueda de nuevos aliados fortaleciendo así sus lazos con la Unión Soviética y Europa del Este,
afianzándose también la posición del PSP dentro de la coalición del gobierno. Plantea l autora que a pesar que
no se clamaba explícitamente por el socialismo, el contexto histórico de la Guerra Fría, la “opción socialista”
de la revolución social cubana se hacia cada vez mas imperiosa para que esta perdure. La necesidad de
consolidad la revolución nacionalista llevo a Cuba, plantea la autora, a su radicalización, a adoptar el socialismo,
a una alianza con la Unión Soviética y a una permanente hostilidad por parte de EEUU. Así es que la autora
plantea que entre 1959/60 los procesos de radicalización, dolarización y centralización, y la eliminación de la
autonomía fue el precio que exigió la supervivencia de la revolución cubana. La política adquiría un sentido de
disciplina militar que impedía la aceptación de la diversidad y la independencia de las organizaciones.
Plantea la autora que la revolución doto a la sociedad cubana de una nueva lógica: ahora el desarrollo nacional
giraba alrededor de los intereses de las clases populares. Sin embargo, la satisfacción de sus necesidades básicas
generó expectativas entre as clases populares que la vida cotidiana habría de defraudar; el socialismo no había
logrado desarrollar la economía en la mediad necesaria para asegurar la independencia nacional.
El logro socioeconómico de la revolución para la autora fue: la relativa igualdad que se había alcanzado en una
situación de austeridad, pero plantea la autora la isla seguía dependiendo de la exportación de azúcar y de un
solo mercado para la obtención de divisas, reitera que el socialismo no había logrado desarrollar la economía
en la mediad necesaria para asegurar la independencia nacional.
La diversificación era la clave para el crecimiento económico, el crecimiento del empleo y para la distribución
de la riqueza, sin embrago el pasado, con el monocultivo de azúcar y la dependencia de los EEUU representaba
una carga para el Estado mucho mas pesada de lo que se había pensado. El sistema socialista basado en el
desarrollo inclusivo y en sus estrechos lazos con la Unión Soviética no beneficiaba a la economía cubana como
se esperaba.
Refiere la autora que durante los años 59/60 la economía cubana funcionaba bien debido al fin de la lucha
ramada y la madurez de la inversiones realizadas durante las décadas anteriores, así el gobierno revolucionario
contó inicialmente con los recursos para ofrecer beneficios inmediatos a las clases populares, pero la estrategia
de industrialización rápida fracaso al no considerar plenamente los costos y los niveles de las importaciones
necesarias para llevar acabo la industrialización por sustitución de importaciones. Además, la diversificación
agrícola no satisfizo la demanda de productos alimentarios, no genero las exportaciones necesarias para cubrir
las perdidas provocadas por la caída de la zafra debido a la reducción de los campos empleados en el cultivo de
la caña, así es que el déficit comercial se vio seriamente deteriorado.
Cuenta la autora que la planificación central resulto ser improvisada y caótica y que no logro resolver los
problemas económicos. Además el embargo norteamericano había obstaculizado la estrategia inicial. La
emigración de profesionales y trabajadores cualificados agravo además la escasez de personal técnico y
administrativo
El fracaso de industrialización acelerada puso de relieve las dificultades que impedían la eliminación del
monocultivo y la dependencia externa, así para 1964 el gobierno revolucionario abandona la estrategia de
industrialización y adopta una estrategia “autopista” cuyos ejes eran el azúcar y la agricultura, el complejo
agroindustrial azucarero había de ser ahora la maquinaria fundamental del crecimiento. Se hacia hincapié en el
sector azucarera como el principal generador de divisas y con su modernización se convertiría en el motor del
desarrollo económico. En 1972 Cuba se hace miembro de pleno derecho del bloque comercial socialista y
obtiene condiciones favorables para sus exportaciones de azúcar, precios preferenciales de níquel, préstamos
con bajas tasas de intereses e importaciones de petróleo a muy bajo precio. Pero plantea la autora la exportación
de azúcar nunca lograría sostener el crecimiento económico por si sola y la pérdida de condiciones
preferenciales con la desintegración de la URSS puso al desnudo la cruda realidad: el proyecto del azúcar como
promotor del desarrollo estaba condenada al fracaso. Así con el colapso del socialismo en la URSS y en Europa
del Este la economía se contrajo bruscamente y el nivel de vida cayo en picada, según la autora sin la URSS el
socialismo en Cuba se hacia cada vez mas insostenible.
Describe la autora que en los `60 casi todo los cubanos en edad de trabajar contaban con un empleo estable. La
revolución había logrado un proceso de urbanización balanceado, los niveles de escolaridad mejoraron
notablemente, en los `80 la alfabetización era casi universal y uniforme en toda la isla. Se mejoró también los
niveles de la salud pública, se elevo la esperanza de vida, la distribución del salario fue más equitativa y se
redujeron las diferencias regionales. Pero, plantea la autora, con la crisis de los `90 comenzaron a haber
problemas de salud en la población debido a las deficiencias nutricionales. Para los años `90, plantea la autora
Cuba contaba con una fuerza laboral que se encontraba entre las mas preparadas de America Latina, por lo cual
los problemas de subutilización de estas capacidades se hacían mucho mas evidentes, el gobierno cubano no
había podido vencer el desafío que implicaba trasformar estas impresionantes inversiones en capital humano en
un avance sostenido de la productividad laboral y el crecimiento económico.
La dirigencia había prestado mas atención al papel de los factores subjetivos en la construcción del modelo
socialista, poniendo énfasis en la voluntad humana “la conciencia revolucionaria era más poderosa que el oro”,
plantea la autora que la intransigencia del nacionalismo radical con respecto a la soberanía nacional y la justicia
social demostró ser la brújula del socialismo cubano. Sin embargo, agrega la autora, el fracaso que significó no
poder alcanzar altas tasas de crecimiento, ni la diversificación económica, desterró para siempre la noción de
que el socialismo seria una panacea de efectos inmediatos.
La revolución había ampliado la capacidad de consumo de todos los sectores de la sociedad, pero la demanda
había dejado atrás la capacidad. En los primeros tiempos de la revolución se debatió acerca del mejor camino
para alcanzar los objetivos socialistas en Cuba; hubo dos puntos de vista:
1. Planificación autofinanciada. La interpretación ortodoxa de la relación entre desarrollo
material y la conciencia social. Se subrayaba la importancia de la ley del valor.
2. Planificación centralizada. El Estado debía aprovechar su recurso más abundante: la
voluntad, la energía y la pasión del pueblo cubano.
En los años `60 se puso en práctica la planificación presupuestaria en la industria y la autofinanciación en la
agricultura. Después de los `80 se intento renovar la dimensión moral del socialismo, promoviendo los
incentivos morales como una palanca económica originando el surgimiento del “hombre nuevo”.
Plantea por ultimo la autora que las condiciones nacionales e internacionales minaron la viabilidad del
socialismo cubano y , ya en los noventa, la brecha existente entre el discurso oficial, la política económica y las
expectativas de la ciudadanía se ampliaban aceleradamente.

You might also like