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LA MATERIALIZACIÓN EN EL SENTIDO DEL SIGNIFICADO

POR MARTÍN CLETO GUTIÉRREZ

La materialización del significante es un fenómeno trimembre. El significado


en su trascendencia se materializa en el significante conservando el mismo
sentido. En consecuencia, la materialización es efecto de la trascendencia del
significado. Está conformada por medio del significado y existe en el
significado esta intencionalidad. En la materialización, se percibe al significado
como el fundamento que remite al significante trascendental como el origen, y
al sentido como fin, de forma que, tanto el significante trascendental como el
sentido, tienen su comienzo en la propiedad trascendental significado. Los
significantes tienen su origen gracias a la actividad formal del significante
trascendental y alcanzaran la plenificación en la reintelección del signo por
medio del sentido.

A lo largo del tiempo se acentúo la reflexión en la búsqueda del significado


originario, posteriormente en la búsqueda de significante trascendental
irreductible a toda determinación espacio-temporal, otros se han inclinado en la
búsqueda del sentido del ser. Todos estos elementos fueron entendidos como la
causa o el origen de la verdad en el lenguaje. Al parecer, toda actividad
lingüística es intencional en su efecto. El sentido se encarga siempre de llevar
al culmen la intención del significado y del significante. Por consiguiente, el
significado direcciona la materia sin interrupción. Todo lenguaje es, existe y se
determina por el permanente flujo intencional del sentido lingüístico-armónico.
Se tiene, pues, que entender todo lenguaje artificial en clave intencional. Y se
debe considerar como una posibilidad efectuada por el sentido. El significado
en cuanto origen originante se desenvuelve en la materialización del
significante mediante la fuerza y posibilidad del sentido. No se limita a ocupar
una posición trascendente de cara a la materia, sino que desde fuera reside en
ella y, al mismo tiempo, desde dentro, es inmanente a ella. Se puede afirmar que
la materia es re-formada con el flujo constante del sentido inteligible, porque
son interpretadas en el sentido y son reinterpretadas mediante el sentido. Esto
deja ver que el significado trasciende siempre a través de la fuerza del sentido
y que; por consiguiente, la presencia del sentido es la condición de posibilidad
y la realidad de la materialización del significante. Se presupone que también el
sentido es impregnado sobre todo significante y el sentido lo conserva, lo
reanima y le reforma.
El sentido del significante tiene su origen en el significado. Desde la
inteligibilidad fue originado antes de ser materializado. Sin embargo, aún no se
ha desarrollado filosóficamente este elemento en el significante ni el concepto
de la materialización en el sentido. El sentido es, en efecto, desde donde se
difunde el fundamento del lenguaje. Es el sentido el que armoniza el texto, es
la fuente de la reinteligibilización. Si el sentido inteligible deja su huella sobre
la materialidad, entonces es la fuente de la inteligibilidad presente en toda la
existencia significante. Todo significante es presencia de esta fuente de
inteligibilidad. Si el sentido deja su impronta en lo sensible, ese sentido da
origen la armonía entre sí con todo significante y con el significado mismo. La
convierte en una ‘afinidad material’ en la que todo significante respecta al
significado y entre sí cada uno a su modo.
La presencia, el horizonte de sentido y la fusión de horizontes tienen su
subsistencia en el sentido: sólo por él se da el movimiento respectivo del
lenguaje. Así que no es la ‘materialidad’ en sí misma ni los ‘elementos binarios’
la fuente de la respectividad. Se ha entendido que primero es la materia y luego
a lo que respecta. En realidad ‘lo que respecta’ es tan fundamental como la cosa
misma. Cosa y relación se complementan. Nada en el mundo es inmanente de
modo absoluto.
El sentido no deja de ser inteligible, puede estar presente en el significante y,
en virtud de tal presencia, existe la respectividad entre él y el significante.
Además, gracias a tal respectividad con él mismo se da una intención a la
materia del significante. Efectivamente, el significante necesita el significado
para ser comprendido. Necesita de su respectividad con él para ser interpretado.
Pero la pura materia del significante no puede en sí realizar tal respectividad.
Sería letra muerta. Por ello, el significado trasciende su presencia en el
significante como una relación consigo. El significado en su afán de trascender
en el significante, sale fuera de sí. Por consiguiente, tal respectividad y esencia
del significante es el sentido.
Lo que propicia el movimiento, dirección y armonía en el significante, con el
significante y para el significante es la respectividad del sentido inteligible. Por
consiguiente, sólo se puede llamar ‘fundamento lingüístico’ a la afinidad de los
significante en el sentido mismo. Porque el sólo el sentido parece tener una
presencia desde fuera-hacia dentro. Por ello deber ser considerado como el
fundamento que sostiene todo lo que no tiene una presencia desde fuera-hacia
dentro, sino una presencia sobre en sí y para sí. De la respectividad del sentido
y en ella se origina las semejanza e identidad, el movimiento, el antes y después,
los horizontes y los diferentes tipos de significantes de la direccionalidad del
sentido. La materialidad del significante en el sentido es, pues, la reciprocidad,
y esta revela la presencia del sentido en la medida que permite comprender el
sentido general del texto.
El significado es desde el origen respectividad. En la inmanencia de la
conciencia el significado y en el sentido desde la materia, se percibe la presencia
de un orden inteligible. El sentido del significado actúa materializándose en el
significante, produciendo una conexión con el significante sin confundirse con
él. El sentido continúa siendo sentido del significado y se convierte en sentido
del significante en la medida que actúa en tal materia como una fuerza que le
da una nueva forma e intención.

Esta diferencia permite, mediante la comprensión de la inmanencia inteligible


en el significante, conocer al mismo tiempo la autotrascendencia del
significante vinculado a su futura inteligibilidad. ¿Cómo se debe entender esta
autotrascendencia del significante? La presencia del sentido inteligible en el
significante convierte a la materia en una doble realidad de espíritu y materia
que se trasciende a sí misma. Esta realidad está abierta al futuro de la realidad
inteligible que interpretará, conectará y plenificará lo inteligible con lo material.
La presencia del sentido inteligible en el significante tendrá que diferenciarse
más desde un punto de vista filosófico en hospitalidad significada, mediática y
reinterpretada. Se habrá de hacer la distinción del sentido como presencia
fundante, como dirección y posibilidad. Se podrá distinguir el efecto del sentido
presente en la actividad del significante, permanente, reinterpretado y
reinteligido. Una nueva visión del lenguaje contempla el texto como un
horizonte dinámico de significantes interdependientes. Ninguna cualidad de
cualquier parte de este horizonte es fundamental. Todas ellas derivan de las
cualidades de otras y el orden general de las respectivas reciprocidades
determina la estructura de todo el horizonte.

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