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MARIANO PENALVER SIMÓ

LA LINGÜISTICA ESTRUCTURAL Y LAS


CIENCIAS DEL HOMBRE
LA LINGÜISTICA ESTRUCTURAL Y LAS CIENCIAS
DEL HOMBRE

PRESUPUESTOS EPISTEMOLÓGICOS DEL ANÁLISIS ESTRUCTURAL

1.1. Aclaraciones preliminares

Para evitar todo posible malentendido sobre la verda-


dera pretensión de este trabajo, nos permitimos las siguien-
tes aclaraciones:
1.° El objeto de nuestra reflexión no es el estructura-
lismo entendido como una nueva filosofía. Hablar de filo-
sofía estructuralista sería reducir el saber filosófico a una
pura teoría del conocimiento. En efecto, el estructuralismo
representa en realidad una epistemología cuya aplicación
se limita, hasta hoy, al dominio de la investigación cien-
tífica. Naturalmente la epistemología estructural implica
en último término una cierta concepción metafísica. Pero
su falta actual de elaboración nos inclina a la prudencia
en cuanto a su tratamiento como sistema filosófico cons-
tituido.
Nuestro estudio no es, pues, del llamado estructuralis-
mo, término que, como decimos, nos parece demasiado
ambiguo y objeto hoy de solicitaciones diversas y contra-
dictorias. El método estructural perdería todo su valor
operativo si intentáramos encerrarlo, apenas nacido, bajo
una cierta etiqueta que lo condenaría a no ser más de lo

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MARIANO PEÑALVER SIMO

que aparenta ser. No lo repetiremos bastante: el método


estructural es un método científico nacido en el campo
de la ciencia y para sus propias necesidades.
Por eso, en el curso de este trabajo, denominaremos
análisis o método estructural a esta forma de reflexión
científica cuya aplicación en el campo de la lingüística
nos parece merecer una exposición detallada, por los re-
sultados ejemplares obtenidos en esta disciplina y por las
posibilidades de aplicación a otros campos.
2.° Sería posible elaborar con los presupuestos epis-
temológicos del análisis estructural, debidamente ordena-
dos y articulados, un cierto cuerpo de doctrina que, vertido
al lenguaje filosófico, podría ser objeto de compara-
ciones y de referencias con respecto a otros sistemas fi-
losóficos ya constituidos. Nosotros pretendemos negar toda
validez científica a esa especie de "comparatismo genera-
cionista identificador" que sostiene que toda nueva crea-
ción del espíritu del hombre no es más que la afirmación
o la negación de un estado anterior. De la misma manera
que "la geometría no-euclidiana no está hecha para con-
tradecir la geometría euclidiana" (BACHELARD, 1934, p. 8),
los presupuestos epistemológicos del análisis estructural
que vamos a tratar de formular, no funcionan tampoco,
por ejemplo, ni como un nuevo positivismo ni como un
anti-historicismo. Uno de los objetivos del análisis estruc-
tural es, precisamente, permitir, según un proceso abso-
lutamente nuevo, la única forma posible de comparación
entre objetos científicos, esto es: la comparación estruc-
tural. Como veremos más adelante, sólo la reducción es-
tructural de los fenómenos en presencia fundamenta y
posibilita el estudio de sus inter-relaciones. Ignorar esa
condición equivaldría, por ejemplo, a querer adicionar dó-
lares y pesetas antes de convertir una moneda en la otra,
operación que exige la reducción de ambas a su única pro-
piedad comparable, esto es: el valor oro de cada una de
ellas.
Por otra parte ese "comparatismo" se nos aparece co-
mo demasiado fácil. Y estimamos pertinente para nuestro

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LA LINGÜISTICA ESTRUCTURAL

razonamiento este argumento de orden psicológico o mo-


ral, porque la facilidad del "comparatismo" es un nuevo
signo de su fragilidad epistemológica; es pensar que lo
más característico, lo más esencial es siempre lo más
aparente, es decir, lo más fácil de descubrir; es olvidar,
por otra parte, que la más profunda tendencia de la ciencia
contemporánea es, precisamente, la de buscar lo plural
bajo la apariencia de lo idéntico (BACHELARD, 1934, p. 139).
Por último añadamos que la pretendida similitud en-
tre sistemas, antes de efectuar la reducción estructural, es
sólo similitud de formas, similitud de términos significan-
tes y no de significaciones. El discurso científico o filosó-
fico es, como todo lenguaje, como todo sistema convencio-
nal de signos, la expresión de un cierto contenido que
habrá que determinar en función del estado lingüístico y
cultural del momento histórico en que aquel discurso fue
formulado. Pretender que ese discurso de otra época es
"mensaje para nosotros" sería practicar una especie de
hermenéutica científica. Ese discurso, ese objeto signifi-
cante, no puede sernos útil más que como posible ele-
mento de construcción de nuestro propio discurso,, de la
misma manera que un mazo que hubiera sido concebido
como arma de combate puede sin cambiar de forma servir
como herramienta de carpintero, sin que por eso se pue-
dan identificar la guerra y la artesanía.
3.° La última aclaración previa atañe al método ex-
positivo que hemos utilizado en este trabajo. En el curso
dé su elaboración nos hemos percatado de que el razona-
miento analítico cartesiano, que todos aplicamos por ins-
tinto como método de exposición, daba cuenta de una for-
ma imperfecta del objeto que nos habíamos propuesto
presentar. Nos referimos a esa regla de DESCARTES que
aconseja "conducir en orden [nuestros] pensamientos, co-
menzando por los objetos más simples y más fáciles de
conocer, para elevarnos poco a poco, como por grados,
hasta el conocimiento de los más compuestos; y suponien-
do un orden entre los que naturalmente no se preceden
unos a otros". Esta regla que epistemológicamente repre-

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MARIANO P E Ñ A L V E R S I M O

senta, como, ya veremos, la más pura contradicción del


análisis estructural, nos parece ineficaz incluso para la ex-
posición de éste. Es difícil en efecto hablar de términos
o de relaciones estructurales antes de comprender la no-
ción de estructura en virtud de la cual aquéllos se defi-
nen. Pero analizar la estructura sin definir el sistema
plantea los mismos problemas. Y, en fin, ¿cómo definir
el sistema sin hacer intervenir los elementos, los términos
y las relaciones? Porque lo simple no puede ser aprehen-
dido como simple, sino como función de lo complejo. Y
lo complejo es, en fin de cuentas, una simplificación dife-
rida, componente de un complejo superior. Se diría que
nos encontramos aquí ante una nueva aplicación de la
tesis de Kurt GOEDEL que afirmaba que "para acabar una
teoría, en el sentido de la demostración de su no-contra-
dicción, no basta con analizar sus presupuestos sino que
es necesario construir la siguiente" (PIAGET, 1968, p. 30).
Sin embargo, en el estado actual de nuestro instrumen-
tal epistemológico tenemos que aceptar con LADRIÉRE la
imposibilidad de "abarcar con una sola mirada todas las
operaciones posibles del pensamiento" (PIAGET, 1968, p. 31).
Por eso nuestro método expositivo será al mismo tiempo
analítico y sintético siguiendo una articulación sucesiva-
mente progresiva y regresiva. La intención que nos ha
guiado en fin de cuentas es la de moldear en lo posible
nuestra reflexión al objeto considerado.

1. 2. Los principios fundamentales del análisis

El método estructural en lingüística ha recibido su


consagración oficial hacia 1930 gracias, sobre todo, a los
trabajos de N. TROUBETZKOY, considerado como el fundador
de la fonología estructural. En un artículo-programa pu-
blicado en 1933, TROUBETZKOY formulaba los principios fun-
damentales del método fonológico. Estos principios van a
servirnos de punto de partida para el examen epistemoló-
gico del análisis estructural.

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LA LINGÜISTICA ESTRUCTURAL

LÉVI-STRAUSS en su Anthropologie structurale (1958,


p. 40), después de haber rendido homenaje al ilustre maes-
tro de la Escuela de Praga, presenta así las cuatro opera-
ciones fundamentales del método fonológico:
«En primer lugar, la fonología pasa del estudio de los fenóme-
nos lingüísticos conscientes al de su infraestructura inconsciente;
se niega a tratar los términos como entidades independientes, to-
mando por el contrario como base de su análisis las relaciones
entre los términos; ella introduce la noción de sistema: «La fo-
nología actual no se reduce a declarar que los fonemas son siempre
miembros de un sistema, ella muestra sistemas fonológicos concre-
tos y pone en evidencia su estructura» (TROUBETZKOY, 1933, p. 243);
en fin la fonología persigue el descubrimiento de leyes generales,
sea encontradas por inducción, sea... deducidas lógicamente, lo que
les imprime un carácter absoluto» {ibid., p. 243).

Analicemos ahora las cuatro operaciones metodológi-


cas enunciadas por TROUBETZKOY y tratemos de deducir
los presupuestos que ellas indican:

1) De lo consciente a lo inconsciente.

"La fonología pasa del estudio de los fenómenos lin-


güísticos conscientes al de su infraestructura incons-
ciente".
La noción de inconsciente que procede evidentemente
de la terminología freudiana, hay que entenderla en un
doble sentido psicológico y epistemológico. En el primer
sentido, la estructura de un sistema es inconsciente res-
pecto al sujeto que lo ejerce. Así, por ejemplo, el sujeto
lingüístico no es consciente de la estructura de la lengua
que habla. De la misma forma, la estructura elemental
del parentesco escapa a la conciencia de los sujetos que la
realizan {. En el segundo sentido, "inconsciente" significa
que esa red de relaciones, esa infra-estructura como la

1. En la II Parte analizaremos la diferencia entre estructura in-


consciente de un sistema y norma, que podría definirse como "estruc-
tura" explicativa consciente.

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MARIANO PEÑALVER SIMO

llama TROUBETZKOY, no se presenta simplemente al ob-


servador. La estructura no es aparente; no es una enti-
dad percibida inmediatamente por los sentidos. La razón
la concibe a partir de la experiencia sensible. La razón
no la inventa ni la imagina. La infraestructura explica-
tiva de lo real está inscrita en un nivel de inteligibilidad
que sólo puede ser alcanzado a través de lo fenomenal.
Así se realiza la exigencia del principio enunciado: pasar
de los fenómenos a la entidad relacional implícita en ellos.
Esta concepción del nivel inconsciente de la estruc-
tura explicativa de lo real implica un principio metodo-
lógico esencial. Si es cierto que ese orden de relaciones
escapa a la conciencia del sujeto que la ejerce, a fortiori
ese orden no puede ser captado más que por una obser-
vación practicada "desde fuera" (LÉVI-STRAUSS). La in-
trospección fenomenológica es, pues, aquí, inoperante en
cuanto no permite cumplir una condición esencial a todo
razonamiento científico: la distancia sujeto-objeto. Que-
rer explicar las cosas "desde dentro" es querer "apro-
piarnos" el sentido de lo real. Pero esta empresa rebasa
los límites de lo puramente científico, cuyo único domi-
nio pertinente de referencia es lo racional. Esa apropia-
ción del discurso racional, esa búsqueda última del "sen-
tido del sentido" de las cosas (LÉVI-STRAUSS, 1963, p. 637),
es la tarea del saber filosófico, un metalenguaie cuyo
objeto es, precisamente, el "contorno irracional" de los
fenómenos.
Este principio del "inconsciente" o si se quiere, este
"principio de la no-conciencia" 2 , realiza, por otra parte,
la primera operación de todo razonamiento científico. Es
decir, lo que BACHELARD denominaba la ruptura epistemo-
lógica: "ruptura con todas las imágenes primeras per-

2. "Decimos no-conciencia mejor que inconsciente, porque esta


palabra conlleva significaciones mal controladas y transforma lo que
no debe ser más que un principio metodológico (prohibirse las
facilidades y las ilusiones de la conciencia de sí) en una tesis antro-
pológica (existe algo como un inconsciente)" (BOURDIEU y PASSERON,
1967, p. 54).

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LA LINGÜISTICA ESTRUCTURAL

ceptivas" (BOURDIEU y PASSERON, 1967, p. 58), en virtud


de la cual el fenómeno dado se "objetiviza" científicamen-
te, se transforma en hecho científico. Esta "objetivación"
del fenómeno es, pues, la primera operación del análisis
estructural. Su objeto se sitúa en un nivel que escapa a la
percepción sensible, pero esos objetos concebidos y no per-
cibidos no son, sin embargo, una ficción: son entidades
deducidas o inducidas 3 a partir de la experiencia. La ex-
plicación de lo real será el resultado del tratamiento ra-
cional de esos objetos.

2) Las relaciones entre los términos.

El método estructural, según TROUBETZKOY, "se niega


a tratar los términos como entidades independientes, to-
mando por el contrario como base de su análisis las re-
laciones entre los términos".
Según este principio metodológico, el análisis estruc-
tural "se desentiende" de la noción de substancia. Es de-
cir, de ese algo permanente, simple e invariable, al que
una razón descriptiva y atomista pretende asignar ciertos
atributos y propiedades. En efecto, en una epistemología
no-cartesiana, como dice BACHELARD, "no hay naturaleza
simple, no hay substancia simple; la substancia es una
contextura de atributos" (BACHELARD, 1934, p. 148). Es de-
cir, una estructura de relaciones, diría el análisis estruc-
tural, que patentiza el objeto y que posibilita su relación
con los otros objetos, fundados en estas operaciones no
sólo la explicación y la comprensión del fenómeno sino
también su propio dinamismo.
Si el análisis estructural pretende explicar los objetos
científicos por la red de relaciones en ellos inscritos y que
los constituyen como tales, los elementos que se relacio-
nan y que componen esas organizaciones "funcionan" real-
mente como los de una comparación. En ellos sólo lo com-

3. Más adelante analizaremos el papel de la deducción y de la


inducción en el análisis estructural.

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M A R I A N O PEÑALVER SIMO

parable es pertinente. Esto es afirmar que sólo lo


relacional es explicativo. Es decir, que la explicación no
está en los términos sino en sus relaciones.
Pero la contemplación de las relaciones entre los tér-
minos no procura por sí misma la explicación. El método
estructural no se contenta con estudiar las relaciones.
Como afirma TROUBETZKOY, las relaciones son sólo la "ba-
se de su análisis". Un análisis, cuya primera operación
intelectual es la "abstracción reflexionante" (ábstraction
réfléchissante) que caracteriza por otra parte el pensa-
miento lógico-matemático y que no deriva de los objetos
"sino de las acciones que se pueden ejercer sobre ellos y
esencialmente de las coordinaciones más generales de esas
acciones, tales como la de reunir, ordenar, poner en corres-
pondencia, etc." (PIAGET, 1968, p. 18).
El razonamiento estructural buscará el principio ex-
plicativo último estructurando esas relaciones, es decir,
haciéndolas funcionar en una estructura. Pero la estruc-
tura es una noción última que supone un principio epis-
temológico anterior: el principio de la sistematicidad de
lo real. Veamos cómo este principio está implicado en
la tercera operación del método fonológico.

3) Sistema y estructura.
El método fonológico "introduce la noción de siste-
ma". Y LÉVI-STRAUSS añadía, transcribiendo textualmente
una frase de TROUBETZKOY: "La fonología actual no se
reduce a declarar que los fonemas son siempre miembros
de un sistema; la fonología muestra sistemas fonológicos
concretos y pone en evidencia su estructura".
Este principio aparece formulado en tercer lugar en el
texto que comentamos. En realidad ninguna operación
estructural sería posible si no se partiera de la presunción
de sistematicidad del objeto científico 4 .

4. Decimos objeto científico, es decir, fenómeno o conjunto de


fenómenos delimitados y definidos por la razón científica. Lo perci-

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LA LINGÜISTICA ESTRUCTURAL

Tratemos de descubrir las implicaciones que contiene:


1.° Sólo lo sistemático es inteligible científicamente. Identifi-
car inteligibilidad y sistematicidad es una reducción epistemológica
que manifiesta una vez más el verdadero proyecto del análisis es-
tructural: la búsqueda de la exactitud y del rigor en el razonamien-
to. Pero si es cierto que el analista sólo considera lo sistemático,
no es para concluir que lo real se agiota en el sistema. Se trata de
reducir y no de empobrecer. Se trata de descubrir en lo percibido
las organizaciones, las correlaciones, las correspondencias; todo
lo que puede ser enunciado bajo el término genérico de relación.
La reducción estructural no implica la negación de lo asistemático,
sino la declaración de su no-pertinencia. La sistematicidad no
puede ser ni buscada ni obtenida más que a un cierto nivel: el ni-
vel relacional. Los otros niveles, los otros estratos no son consi-
derados como inexistentes. Ellos forman lo que llamaríamos «lo
obscuro asistemático» de las cosas, que sólo se ofrece a una apre-
hensión no científica. Afirmar que un objeto es sistemático no es,
pues, empobrecer la concepción de lo real. Es, eso sí, sostener que
la inteligibilidad de la ciencia no puede ejercerse más que a partir
del orden de relaciones inscrito en las cosas.
2.0 Pero esta presunción de sistematicidad supone además que
el objeto considerado puede y debe ser analizado en sí mismo. Es
lo que HJELMSLEV llamaba el estudio inmanente del objeto (HJELMS-
LEV, 1953). «Antes de hacer la historia de un objeto determinado,
antes de plantearse las cuestiones de origen, evolución, difusión,
antes de explicar los caracteres de un objeto por las influencias
externas (...), conviene circunscribir, definir y describir este objeto»
(RUWET, 1963, p. 566). Descubrir lo que hay de específico en un
objeto, lo que lo constituye como tal, es buscar lo sistemático, lo
que hay de constante en todo proceso. El proceso es el conjunto de
acontecimientos, fluctuaciones y cambios dados a la experiencia
vivida y sólo a ella accesible. El análisis estructural postula en
todo proceso la existencia de «un sistema correspondiente, gracias
al cual el proceso puede ser analizado en un número limitado de
elementos, recurrentes a un número limitado de combinaciones»
(HJELMSLEV, 1953, p. 9).

Esta distinción entre proceso y sistema que desarro-


llaremos en la segunda parte en su aplicación lingüística

bido es preparado científicamente gracias a esa operación de ruptura


epistemológica de la que hablaba Bachelard, que permite fundar un
discurso objetivo sin caer en la "ilusión de la transparencia" (BOUR-
DIEU y PASSERON, 1967, p. 53).

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MARIANO P E Ñ A LV E R SIMO

(habla y lengua), corresponde a lo que LÉVI-STRAUSS lla-


ma orden de los acontecimientos y orden de la estructura.
Esta dualidad de perspectiva rompe con toda una menta-
lidad historicista, genética y causalista que está en el fon-
do del "comparativismo identificador".
No se trata de negar la temporalidad y con ella la his-
toricidad. Las cosas se nos aparecen inteligibles según dos
coordenadas: la temporalidad y la espacialidad. El ejer-
cicio exclusivo de una de las inteligibilidades implicando
la negación de la otra, significaría ciertamente, como
dice LEFÉBVRE, la práctica de un heraclitismo dialéctico y
dinámico o de un eleatismo, negador del movimiento (se-
gún DOMENACH, 1967, p. 772, nota).
El análisis estructural no niega el movimiento ni el
cambio. El pretende distinguir (para poder sintetizar más
tarde) el estudio de las dos coordenadas 5 . Y no sólo por
prudencia metodológica sino guiado por una especie de
"instinto epistemológico" cuya formulación más aproxi-
mada puede hallarse en el campo de la física. Nos refe-
rimos al principio de la incertidumbre de HEISENBERG 6 .
No pretendemos transponer simplemente este principio
de la incertidumbre al campo de las ciencias humanas.
Ni afirmamos tampoco su aplicación consciente por el
análisis estructural. En el estado actual de la investiga-
ción sólo podemos proponerlo como contenido probable
de ese "instinto epistemológico" estructural que niega que
las nociones cartesianas simples de tiempo y de espacio,
de movimiento y de inmovilidad, puedan ser simplemente
resumidas en una idea que se pretende sintética pero que
es en el fondo analítica. En efecto, el análisis cartesiano
no ve en lo complejo más que una adición de lo simple,
de lo indivisible, de lo absoluto. "Nunca una idea com-
puesta será aprehendida en su valor de síntesis" (BACHE-

5. Ya veremos más adelante cómo se realiza metodológicamente


esta distinción gracias a las nociones de sincronía y diacronía.
6. HEISENBERG, Principes physiques de la théorie des quanta.

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LA LINGÜISTICA ESTRUCTURAL

LARD, 1963, p. 143)7. De igual forma, las doctrinas "meca-


nicistas , ' J queriendo reducir lo vital a la físico-químico,
pretenden que basta conocer en el mundo inorgánico los
fenómenos A, B, C, etc. para comprender el organismo
vivo como suma o producto de aquellos elementos (PIA-
GET, 1968, p. 40).
El análisis estructural trata de fundar la operación
cognoscitiva en nociones que permitan la aprehensión
de lo complejo en sí, independientemente de los objetos-
térmicos combinados. Aquí reaparece la noción de siste-
ma que postula precisamente la inteligibilidad de lo reía-
cional independientemente de toda idea de espacio o de
tiempo. La estructura del sistema, cuya formulación es
el objeto esencial del análisis, dará cuenta de la manera
más económica de las leyes de combinación relaciónales
que definen el sistema como totalidad estructurada y co-
mo actividad estructurante. Las leyes estructurales, su-
perando eleatismo y heraclitismo, serán al mismo tiempo
totalizadoras y transformacionales.

4) El razonamiento estructural.

Aquí reaparece la última operación enunciada por


TROUBETZKOY: el método estructural fonológico persigue
el descubrimiento de leyes generales "sea encontradas
por inducción, sea... deducidas lógicamente, lo que les
imprime un carácter absoluto".
Esta aparente alternativa formulada por TROUBETZKOY
que considera la inducción y la deducción como razona-
mientos válidos y posibles para el descubrimiento de las
leyes, hay que entenderla hoy en un sentido diferente.
El método estructural implica en realidad una serie de

7. La claridad, el orden y la precisión en el razonamiento, como


tantos otros consejos cartesianos que conservan una innegable vigen-
cia, no valorizan por sí solos la reflexión científica. Son reglas dis-
cursivas y no principios epistemológicos.

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MARIANO P E Ñ A LV E R SIMO

operaciones intelectuales en la que se ejerce no sólo la


inducción y la deducción sino también la analogía. Estas
tres formas de razonamiento se realizan en diferentes mo-
mentos del análisis, según un proceso cognoscitivo que,
considerado como un todo, constituye lo que podríamos
llamar el razonamiento estructural.
Dados los límites de este trabajo, no podemos hacer
aquí un análisis exhaustivo de este razonamiento. Nos
contentaremos con pretender sus etapas esenciales, sub-
rayando en cada una de ellas la operación intelectual
ejercida y el nivel de conocimiento alcanzado; y esto,
desde la percepción del fenómeno hasta la formulación
de las leyes generales.

El proyecto inicial: La sorpresa, la perplejidad ante


un fenómeno dado a nuestra experiencia, suscita la aten-
ción que a su vez provoca el proyecto epistemológico.
Querer conocer es querer comprender: conquistar una
parcela de lo "irracional aparente". Pero este "irracional
aparente" pertenece al mundo de lo dado. Es pues un
irracional sensible. Ninguna confusión hasta aquí con la
operación matemática. El proyecto epistemológico, reposa
sobre la hipótesis (en sí misma inductiva) del razona-
miento propio de las ciencias experimentales, esto es:
"hay un orden en la naturaleza". La perplejidad es la
actitud suscitada por un fenómeno percibido como pro-
blema; es decir, ante un obstáculo que la razón no sabe
franquear. Las teorías explicativas, ya formuladas, sobre
el campo fenoménico considerado, aparecen como insu-
ficientes en extensión o en comprensión.

Primera etapa: Los fenómenos dados a la experiencia


son propuestos a la reflexión como elementos de un sis-
tema, es decir, como componentes de un cierto orden, de
una cierta organización. La pretensión de sistematicidad
es en sí una operación inductiva ("todo lo conocido hasta
ahora se nos aparece como ordenado"). Pero la noción

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LA LINGÜISTICA ESTRUCTURAL

estructural de sistema se distingue de otros órdenes por


los siguientes rasgos:
A ) U n sistema e s t r u c t u r a l es concebido como un orden inma-
nente (en el sentido de H J E L M S L E V ) . L a inmanencia del sistema
responde a u n a exigencia metodológica (describir y circunscribir
el objeto antes de considerar su génesis y su historia) 8, y a u n prin-
cipio epistemológico: el sistema implica la totalidad; es decir, el
principio que sostiene que los fenómenos observados constituyen
un conjunto significativo y que es imposible comprenderlos fuera
de este orden. Como dice LÉVI-STRAUSS, h a y que operar «desde
el todo hacia las partes» (1958, p. 391), lo que constituye en sí u n a
operación deductiva.
B ) E n segundo lugar, el sistema e s t r u c t u r a l no es u n a clasi-
ficación de elementos ordenados según u n código de valores p r o -
pios al observador. N i u n orden resultante de la cuantificación de
los fenómenos, que pretendiera, según el modelo m a t e m á t i c o car-
tesiano, «establecer entre todos los pensamientos que pueden en-
t r a r en el espíritu h u m a n o u n orden como el que existe n a t u r a l -
m e n t e entre los números» 9. N i tampoco u n orden donde los ele-
mentos, según u n modelo naturalista, funcionarían como en un
organismo vivo. E l sistema que aquí consideramos no es un «sis-
tema» de elementos sino un sistema de relaciones entre elementos,
relaciones encaminadas a producir un determinado efecto, esto e s :
la función del sistema. Definir un sistema consiste, pues, en des-
cubrir su función y en inventariar los elementos cuyas relaciones
parecen pertinentes p a r a la realización de esa función. P o r ejemplo,
e) sistema del parentesco funciona como principio activo que re-
g u l a todas las relaciones sociales en g r a n n ú m e r o de culturas pri-
mitivas io. Los elementos pertinentes serán sólo los fenómenos sig-
nificativos interiores al sistema. P a r a establecer la pertinencia, el
análisis de todos los hechos deberá ser exhaustivo y según una

8. Ver más adelante lo que decimos sobre las perspectivas diacró-


nica y sincrónica.
9. DESCARTES, Carta a Mersenne del 20 de noviembre de 1629.
10. En un momento ulterior de su investigación, el antropólogo
descubrirá que este principio regulador es en realidad un lenguaje
social, un sistema de comunicación y de intercambio, cuya función
última es, en definitiva —gracias a la práctica de la exogamia y a
la prohibición del incesto—, la de "establecer entre los hombres un
vínculo sin el cual no podrían elevarse por encima de una organiza-
ción biológica para alcanzar una organización social" (LÉVI-STRAUSS,
1949, p. 612).

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MARIANO P E Ñ A LV E R S I M O

doble perspectiva: estudiados en sí mismos y en relación con el


conjunto (LÉVI-STRAUSS, 1958, p. 37). En lingüística, la lengua será
definida como un sistema cuya función es la comunicación, y en
el que los elementos pertinentes son aquellos gracias a cuyas rela-
ciones el sistema de comunicación se constituye como tal.
C) En tercer lugar, el sistema propuesto por el análisis es-
tructural es estudiado según una doble perspectiva: la perspectiva
sincrónica y la perspectiva diacrónica. Lo sincrónico evoca lo es-
tático, el eje de simultaneidades del sistema. Lo diacrónico, el eje
de sucesiones, la evolución, la historia (SAUSSURE, 1968, pp. 115-117).
Si hasta ahora no hemos hecho mención de esta doble perspectiva
saussureana —uno de los temas preferidos de la «exégesis estruc-
turológica»—, es porque el presente trabajo pretende el análisis
estructural como método de investigación cuya validez científica
depende sobre todo del grado de «clarificación» de sus nociones.
Considerar la sincronía y la diacronía como nociones epistemoló-
gicas esenciales es el fruto de una confusión entre el análisis es-
tructural metódico y esa especie de estructuralismo difuso que lejos
de constituir una filosofía, como algunos pretenden, no es más que
una mentalidad de moda. En efecto: la distinción que nos ocupa
no es, en realidad, como dice JAKOBSON «más que un procedimiento
científico, no un modo particular del ser» (JAKOBSON y HALLE,
1956, pp. 333-334). Por eso, en tanto que distinción metodológica,
la estudiaremos en la II Parte.

Segunda etapa: No basta con mostrar que hay u n sis-


tema de relaciones observables, cuyo principio explicati-
vo, la totalidad, surgiría por emergencia de la reunión de
sus componentes (PIAGET, 1968, p. 82). La diferencia entre
el estructuralismo global y el análisis estructural metó-
dico consiste en que el primero se contenta con descubrir
la organización del sistema, buscando (en oposición, eso
sí, con el atomismo "que aisla los términos cuyo sistema
es simplemente su yuxtaposición") "las relaciones que dan
a los términos que ellas unen un valor de posición en un
conjunto organizado" (POUILLON, 1966, p. 772).
El método estructural propiamente dicho no define
simplemente un orden, considerado como suficiente en sí
mismo. El busca la explicación del sistema (su singulari-
dad y su comparabilidad y por tanto su dinamismo) en
una configuración subyacente de elementos que permite

200
LA LINGÜISTICA ESTRUCTURAL

su "interpretación en cierta forma deductiva" (PIAGET,


1968, p. 83). Esta configuración, al mismo tiempo "empí-
rica e inteligible", como la define LÉVI-STRAUSS (1962,
p. 173), no pertenece al campo de los hechos constatables
por el observador (que la concibe, sin embargo, a partir
de ellos) y escapa a la conciencia del sujeto del sistema
(que la "realiza", por otra parte, en su comportamiento).
Esta configuración implícita es la estructura del sistema n .

El descubrimiento de la estructura es, después de la definición


del sistema y de sus elementos pertinentes^ el segundo momento
del análisis estructural. Pero ¿cómo se opera el descubrimiento,
la explicitación de la estructura? La respuesta a esta pregunta
la esbozaremos en la II Parte. Queremos evitar una vez más toda
ambigüedad entre principios (de los que nos ocupamos ahora) y
métodos. Sobre todo no quisiéramos alimentar la confusión mu-
chas veces verificada entre las nociones de estructura, modelo y
diagrama. Digamos con POUILLON que «el modelo no es una es-
tructura, es una simplificación de lo real» en la que se lee más fá-
cilmente la estructura. Y que «el diagrama, gracias al cual se
representa el modelo, atañe al análisis, a su método, no a una
realidad particular de la cual él fuera la reproducción» (POUILLON,
1966, p. 781).
La utilización de modelos plantea, por otra parte, un doble
problema práctico y teórico que merece una atención particular y
que podría formularse así: ¿En virtud de qué operaciones intelec-
tuales se realiza la construcción de modelos y se ejerce su expe-
rimentación? Como ya veremos, no se trata propiamente de de-
ducción ni de inducción. Aquí, el análisis estructural practica un
razonamiento analógico, en virtud del cual se postula la identidad
de relaciones entre el modelo construido y la estructura del sistema
considerado.

Tercera etapa: En este nivel del análisis, la tarea es-


tructural alcanza su objetivo último. Se trata de "hacer

11. El estudio "in extenso" de la noción de estructura merece un


capítulo especial. Si sólo nos contentamos por ahora con enunciar sus
rasgos principales, es porque estimamos que el análisis de la estruc-
tura, como noción epistemológica utilizable por las ciencias humanas,
exige el conocimiento previo de su aplicación en el campo de la lin-
güística estructural.

201
MARIANO P E Ñ A LV E R SIMO

hablar" la estructura; es decir, de extraer de ella las


leyes relaciónales que definen el sistema como totalidad
estructurada y como actividad estructurante. Las leyes
estructurales, como apuntábamos más arriba, son al mis-
mo tiempo, totalizadoras y transformacionales. Recorde-
mos que el análisis se ejerce sobre las relaciones y no
sobre los objetos relacionados. Que lo pertinente es lo
relacionable y no lo aislable de los fenómenos. Que la in-
teligibilidad de un sistema no se alcanza más que a través
de su significación funcional. Y que ésta es aprehendida
gracias a una configuración subyacente, la estructura del
sistema. La estructura define el sistema en su singulari-
dad, es decir, según las diferencias significativas que lo
sitúan entre otros conjuntos definidos según el mismo
procedimiento; y en su variabilidad, es decir, dando
cuenta de la ley de transformaciones que considera la
pluralidad de organizaciones que existen o pueden exis-
tir en el sistema como variantes unas de otras, según
una sola constante que es precisamente la regla de su
variabilidad (POUILLON, 1966, p. 775).
La estructura, sintaxis de transformaciones, como la
llama POUILLON, permite, pues, formular todas las varian-
tes teóricamente posibles (algunas de ellas aún no com-
probadas empíricamente o de escasa realización), varian-
tes deducidas lógicamente, "lo que les imprime un
carácter absoluto". Como observa LÉVI-STRAUSS, es la pri-
mera vez que "una ciencia social consigue formular re-
laciones necesarias" (1958, p. 40).
Así es como la lingüística ha alcanzado su estatuto de
ciencia rigurosa.
Nuestra pretensión en las páginas que siguen es probar
que las nociones estructurales utilizadas por la lingüís-
tica son aplicables a otros objetos culturales. Y que esta
posibilidad tiene su fundamento último en la identidad
funcional que postulamos entre la lengua y los fenómenos

202
LA LINGÜISTICA ESTRUCTURAL

propuestos al análisis de las otras ciencias del hombre.


Esa homología profunda entre lo lingüístico y lo social
y cultural, ha alcanzado su más brillante verificación
en el campo de la Antropología estructural. Después de
haber demostrado la existencia de una correspondencia
formal entre la estructura de la lengua y las de sistemas
tan alejados como el parentesco, la cocina y los mitos,
el etnólogo se pregunta si todos estos sistemas no son en
realidad la expresión de una sola actividad fundamental
del espíritu humano: el ejercicio de la función simbólica
(LÉVI-STRAUSS, 1958, p. 70). Es decir, diríamos nosotros,
la actividad inconsciente en virtud de la cual el hombre
en sociedad "responde" a la naturaleza y a los otros hom-
bres, formalizando en esta respuesta toda su acción y todo
su pensamiento. Esta interpretación abre un horizonte
a toda la investigación científica y particularmente a las
ciencias sociales y humanas. La misma filosofía dispone
aquí de un objeto nuevo de reflexión, sometiendo a su
propio análisis las síntesis ya formuladas por lingüistas
y etnólogos.
Una vez más, como ya apuntábamos antes, los princi-
pios más generales aparecen como el fundamento expli-
cativo de las conclusiones parciales. Se diría que el pro-
ceso inductivo de BACON hay que representarlo como una
pirámide invertida en la que lo particular se explica por
lo general: la "verdad" del juicio científico no depende
en último término de la verificación empírica realizada
en el nivel de abstracción en que el juicio se sitúa. La
"verdad" de una teoría está en función de su abertura,
de su incorporación a una verdad más general.
El análisis estructural, como toda la investigación
científica contemporánea, es la expresión de esa ambi-
ción, jamás totalmente satisfecha, de aprehender toda la
complejidad, toda la riqueza de lo real.

203
MARIANO PEÑALVER SIMO

II

LAS NOCIONES OPERATIVAS DE LA LINGÜÍSTICA ESTRUCTURAL


Y SU APLICACIÓN A LAS OTRAS CIENCIAS DEL HOMBRE

La ejemplaridad de la lingüística contemporánea, su


valor de modelo para las otras ciencias sociales y humanas,
depende sobre todo de la eficacia y de la riqueza de las
nociones operativas que emplea. Llamamos operativas a las
nociones que presentan una doble significación metodoló-
gica y epistemológica. Es decir: que comportan una acción
y una contemplación. O si se quiere, nociones que atañen
al mismo tiempo a la "praxis" y a la "gnosis". En efecto,
cada una de las etapas del razonamiento estructural que
hemos enunciado en la I Parte exigen la aplicación de
nociones que implican una manipulación metódica de los
fenómenos encaminada a su explotación gnoseológica.
La lingüística estructural concebirá, así, una serie de
nociones que le permitirán realizar aquella intelección
cuya generalización al campo de las ciencias del hombre
nos parece hoy la única vía posible en su búsqueda de la
"cientificidad".

2. 01. Campo de fenómenos y objeto científico: el lengua-


je y la lengua.

La primera exigencia del lingüista es la de definir el


objeto de su investigación. Esta definición implica una
clarificación previa de la intencionalidad y del contenido
de la interrogación lanzada hacia los hechos de la expe-
riencia. Por su intencionalidad el lingüista se sitúa, en
el dominio de la reflexión científica. Su campo de refe-
rencia es la racionalidad, significada en un discurso cohe-

204
LA LINGÜISTICA ESTRUCTURAL

rente sobre un objeto. Por su contenido el lingüista con-


sidera los hechos del lenguaje humano.
La lingüística tradicional no distinguía, entre todos
los fenómenos que componen el lenguaje, aquellos que
atañen propiamente a su función. La función del lenguaje
es dada, sin embargo, inmediatamente a todo observador.
Esto es: la comunicación entre los hombres. Comunica-
ción por medio de sonidos articulados. Pero el sonido en
cuanto tal, en cuanto movimiento ondulatorio, no puede
ser objeto científico más que para el físico. El sonido co-
mo objeto lingüístico es sólo un medio de comunicación
sonora, un vehículo de significación entre dos interlocuto-
res. La objetivación lingüística es, pues, el resultado de
una operación al mismo tiempo abstractiva y enriquece-
dora. El sonido-objeto del lingüista "despojado" de su
dimensión acústica se reviste de propiedades lingüísticas,
es decir, de potencialidades significadoras.
Por la misma razón, la articulación del sonido no será
tampoco objeto lingüístico. Su estudio pertenece al fisió-
logo. El psicólogo, por su parte, estudiará cómo el sujeto
hablante asocia la imagen sonora con el concepto corres-
pondiente, y el neurólogo, la localización cerebral de
esta asociación.
La fonética tradicional, descriptiva y evolutiva estu-
diaba los sonidos del lenguaje como tales y sus transfor-
maciones. La fonología contemporánea considerará los so-
nidos como elementos lingüísticos componentes de un
sistema sonoro significante.
En fin, la lingüística, a partir de la fonología 12 y sin
olvidar las aportaciones de la fonética, se dará como ob-

12. La expresión "a partir de" no comporta ninguna significación


epistemológica. No queremos afirmar que la condición necesaria para
todo estudio lingüístico sea, como algunos han pretendido, el cono-
cimiento previo del aspecto fonológico de la lengua. Los sonidos
concretos no están "en la base" del sistema, como una especie de "sus-
tancia" material cuyas leyes regirían todo el conjunto. Si la lingüís-
tica actual puede y debe desarrollarse "a partir de" la fonología, es

205
MARIANO P E Ñ A LV E R SIMO

jeto el sistema total compuesto de símbolos acústicos por-


tadores de significación. Este sistema significativo es la
lengua.
Esta necesaria "clarificación" hace aparecer un objeto,
bien circunscrito y delimitado sobre el que se ejercerá la
reflexión ulterior. Un objeto nuevo, casi "inventado", po-
dríamos decir. Como observa SAUSSURE "se diría que es
el punto de vista el que crea el objeto" (1968, p. 23). Pero,
como ya veremos, su análisis va a permitir la explicación
racional de todo el campo del lenguaje. Porque, en reali-
dad, la lengua del lingüista no es una ficción. Es una abs-
tracción enriquecedora de la experiencia sensible.
Así considerada, la lengua —aspecto esencial de los
fenómenos del lenguaje— puede ser analizada en sí mis-
ma. Los primeros problemas suscitados por su análisis y
las distinciones que provoca en el lingüista inspiran, a
nuestro parecer, analogías y correspondencias indudables
con otros campos fenoménicos. He aquí, enunciados con
esa intención generalizadora, algunas reflexiones esencia-
les deducidas de esta primera noción de lengua.

2. 02. Institución social.

"La lengua —dice SAUSSURE— es a la vez un producto


social de la facultad del lenguaje y un conjunto de con-
venciones necesarias, adoptadas por el cuerpo social para
permitir el ejercicio de esta facultad en los individuos".
Convención social y ejercicio personal, la lengua es, pues,
a la vez, una institución social y una actividad individual.
Esta distinción extremadamente rica en consecuencias, es-

únicamente porque esta disciplina es la primera que ha alcanzado,


por razones de las que ya trataremos, un más alto nivel de rigor
científico. Los modelos fonológicos de investigación son simplemente
ejemplares para toda la lingüística, pero no ocupan ninguna posición
jerárquicamente superior.

206
LA LINGÜISTICA ESTRUCTURAL

tá en la base de la división que estudiaremos más adelan-


te entre lingüística de la lengua y lingüística del habla.

2. 03. La facultad lingüística.

Podría objetarse que si la lengua es una convención


social adquirida, su estudio debería estar subordinado al
de la facultad del lenguaje que aparece como natural. En
realidad, es dudoso que el hablar sea la función primera
de nuestro aparato vocal. "Lo natural en el hombre no es
el lenguaje hablado, sino la facultad de constituir una
lengua, es decir un sistema de signos distintos correspon-
dientes a ideas distintas" (SAUSSURE, 1958, p. 26). Según
esta idea la naturaleza del símbolo constitutivo del siste-
ma es indiferente para la eficacia de su función signifi-
cadora. Lo natural en el hombre no sería pues, el hecho
de proferir sonidos gracias a su aparato vocal sino la de
"evocar por medio de un instrumento, cualquiera que sea,
los signos de un lenguaje regular" (SAUSSURE, 1958, p. 27).
La facultad lingüística por excelencia sería la de cons-
tituir sistemas significativos. Es decir la de concebir un
conjunto organizado de "objetos" definidos, capaces de ser
intercambiados socialmente y portadores, por convención,
de una cierta significación. En una palabra, la lengua es
la manifestación más elaborada de la facultad propia-
mente humana de construir lo discontinuo racional a par-
tir de lo continuo de la naturaleza. La lengua, entonces,
sería la manifestación más importante de aquella función
simbólica de la que hablábamos en la I Parte.

2. 04. Los caracteres de la materia fónica articulada.

La lengua es un sistema de signos que expresan con-


ceptos. Y este sistema utiliza la materia fónica como ele-
mento significante. Quizá su alto grado de elaboración

207
MARIANO PEÑALVER SIMO

sea debido a la particular propiedad de los sonidos. El


mensaje significador articulado es el único que reúne a
nuestro parecer los caracteres de inmediatez, diversidad,
discontinuidad y linealidad:
1) La emisión sonora es recibida por el oyente, en las condi-
ciones normales, inmediatamente después de su producción por el
hablante. La única condición —que los medios modernos de trans-
misión hacen innecesaria a veces— es la proximidad entre los
interlocutores. El diálogo hablado es presencia. En el dominio vi-
sual, sólo en la danza, en lo gestual, podría encontrarse esa inme-
diatez del lenguaje hablado. En los otros sistemas comunicativos
siempre existe una materia mediadora que permite, es cierto, la
ausencia y la transmisión diferida, pero que limita su frecuencia.
2) Los sonidos articulados son de una diversidad prácticamen-
te ilimitada. Una propiedad que no pretendemos asignar exclusi-
vamente a lo acústico, pero cuya existencia justifica de una parte
la variedad de sistemas lingüísticos y su respectiva eficacia. Pero
la diversidad de los sonidos —sinónima de riqueza significadora—
sería inoperante, como ocurre en cierta medida con otras «mate-
rias» igualmente diversificables —lo gestual, lo espacial, etc..—
si aquéllos no poseyeran la propiedad esencial de ser percibidos co-
mo discontinuos.
3) La discontinuidad de los signos sonoros es una cualidad
esencial que explicaría por sí sola la importancia de la lengua ha-
blada e incluso el estado avanzado de la investigación lingüística.
Como dicen los lingüistas, las unidades fonéticas son «discretas».
Es decir que son percibidas como distintas. Esta distinción fonética
está en la base de la oposición fonológica que permite las diferencias
de significaciones. La discontinuidad de emisión y de audición de
los sonidos articulados es, pues, un carácter esencial del lenguaje
hablado. La globalidad de la percepción visual, por el contrario,
es un obstáculo para el ejercicio de la precisión comunicativa. Por-
que la precisión de una materia significante es función de su pro-
piedad de discontinuidad.
4) El carácter lineal de la materia fónica articulada es, en
fin, la consecuencia de su dimensión temporal. Los sonidos del len-
guaje, o, mejor dicho, los significantes acústicos, «no disponen
más que de la línea del tiempo: sus elementos se presentan uno
después de otro; forman una cadena» (SAUSSURE, 1968, p. 103). No
hay que confundir el carácter lineal del signo lingüístico con su
pretendida «monofonía sonora» que se revelaría contradictoria con
la reciente tesis de los rasgos distintivos. Porque como dice JA-
KOBSON «evidentemente no se pueden pronunciar dos sonidos a la
vez, pero sí dos o más calidades sonoras» (JAKOBSON, 1962, p. 360,
citado por RASTIER, 1967, p. 105).

208
LA LINGÜISTICA ESTRUCTURAL

Lia, emisión sucesiva de los signos sonoros permite y condiciona


de otra parte la expresión y el contenido del pensar discursivo.

2. 05. La semiología.

Con esta rápida enumeración —que no pretendemos


exhaustiva— de las propiedades de los sonidos articulados,
hemos querido atenuar lo categórico de la afirmación
de la indiferencia de la materia significante. Es posible
que incluso el principio saussureano de la arbitrariedad
del signo lingüístico pudiera ser revisado a partir de este
análisis. Y entonces nos percataríamos de que, en realidad,
reflexiones como las que anteceden se ejercen sobre la
lengua y sobre los otros sistemas significativos a partir
de un campo de referencia que los incorpora y domina a
todos, y que este nuevo nivel de reflexión se aplica a un
nuevo orden de hechos. Si es cierto, como dice SAUSSURE,
que la lengua es un sistema de signos "comparable a la
escritura, al alfabeto de los sordo-mudos, a los ritos sim-
bólicos, a las formas de cortesía, a las señales militares,
etcétera..." "se puede, pues, concebir una ciencia que es-
tudie la vida de los signos en el seno de la vida social"
(SAUSSURE, 1968, p. 37). Esta nueva ciencia es la que SAUS-
SURE denominaba semiología.
El curso de Lingüística General de SAUSSURE data de
la primera decena de este siglo. El ilustre maestro gine-
brino es sin duda el fundador de esta nueva ciencia. Sin
embargo, cuarenta años antes, del otro lado del Atlántico,
un pensador solitario, Charles Sanders PEIRCE, desarrolla-
ba ideas análogas. Desde 1867, PEIRCE intentaba una pri-
mera significación de los signos 13. La ciencia que se cons-
tituía así él la denominaba semiótica, "es decir la doctrina

13. CH. S. PEIRCE, Sobre una nueva lista de categorías en "Actes


de l'Académie Américaine des Arts et des Sciences", 1867. Publicado
en Europa en 1930.

209
MARIANO P E Ñ A LV E R SIMO

de la naturaleza esencial y de las variedades fundamen-


tales de la semiosis posible" (citado por JAKOBSON, 1966,
p. 23). PEIRCE, que se consideraba menos un iniciador que
un continuador del pensamiento de los lógicos antiguos y
medievales, admiraba "la maravillosa finura de los esco-
lásticos", lamentando el olvido en el que había caído la
vieja "doctrina de los signos". JAKOBSON, por su parte, des-
taca el desarrollo, la profundidad y la variedad de puntos
de vista de la filosofía medieval del lenguaje. Según él,
"el doble carácter de todo signo y, siguiendo los términos
de OCKHAN, la doble cognición que resulta, fueron perfec-
tamente asimilados por el pensamiento científico de la
Edad Media" (JAKOBSON, 1966, p. 23).
La semiología o semiótica será pues la ciencia que nos
enseñará la naturaleza de los signos y las leyes que los
rigen. Las leyes semiológicas serán aplicables a la lin-
güística, puesto que esta ciencia no es más que una parte
—esencial, es verdad— de la ciencia de los signos. Para
SAUSSURE "el problema lingüístico es ante todo semioló-
gico" (1968, p. 34), y así "ciertos factores lingüísticos que
aparecen como muy importantes a primera vista (por
ejemplo el juego del aparato vocal), no deben ser consi-
derados más que en segundo plano, [puesto que] sólo sir-
ven para distinguir la lengua de los otros sistemas [se-
miológicos]" (Ibid. p. 35).
La semiología, como ciencia nacida de la reflexión
lingüística deberá emanciparse de la dominación de esta
disciplina, cuyos modelos de estudio ejercen hoy una in-
fluencia extraordinaria en toda la investigación semiótica.
El interés suscitado hoy por la semiología, los proble-
mas técnicos y prácticos que plantea, su desarrollo futu-
ro y el alcance general de sus primeras conclusiones han
sido puestos de manifiesto en la primera conferencia in-
ternacional de semiótica, celebrada en Kazimierz (Polonia)
en septiembre de 1966 (BREMOND, 1967, p. 123).
Contra la afirmación de SAUSSURE : "la lingüística tiene
por único y verdadero objeto la lengua observada en sí
misma", VOSSLER sostiene que el estudio de una lengua es

210
LA LINGÜISTICA ESTRUCTURAL

inseparable de la civilización de la que es expresión, que


la historia de la lengua abarca en realidad la totalidad de
la vida del espíritu (LEROY, 1966, p. 183).
A nuestro parecer el aparente inmanentismo de SAUS-
SURE que ha inspirado toda la lingüística estructural pos-
terior representa más una actitud metodológica que un
principio epistemológico. El análisis estructural habla fre-
cuentemente del estudio inmanente de la lengua en el
sentido en que lo entiende HJELMSLEV. Las expresiones "la
lengua es un todo en sí", "un sistema que no conoce más
que su propio orden" y otras similares que encontramos
a menudo en el análisis lingüístico estructural incorporan,
para nosotros, una noción de totalidad que representa una
superación de las ideas de totalidad anteriores. De una
parte, para la epistemología atomista la totalidad es el re-
sultado de la asociación, de la composición de elementos.
De otra, para el gestaltismo perceptivo o el sociologismo
de DURKHEIM la totalidad se impone según una especie de
"emergencia" considerada como una ley de la naturaleza.
El todo sería pues anterior a los elementos. Con esta con-
cepción, como observa PIAGET, "se simplificaba la tarea con
el peligro de soslayar los problemas centrales de la natu-
raleza de las leyes de composición" (PIAGET, 1968, p. 9).
Por el contrario, para el estructuralismo operatorio, co-
mo lo llama PIAGET, "lo que cuenta no es el elemento ni
un todo que se impondría como tal sin que se pueda pre-
cisar cómo, sino las relaciones entre elementos, es decir
los procedimientos o procesos de composición (según se
trate de operaciones intencionales o de realidades objeti-
vas) ; el todo no sería más que la resultante de esas rela-
ciones o composiciones cuyas leyes son las del sistema"
(PIAGET, 1968, pp. 9-10).

2. 06. Recapitulación.
Según esta interpretación, la lengua es un sistema sig-
nificativo, compuesto de elementos formales articulados
en combinaciones igualmente limitadas. Esta doble res-

211
MARIANO P E Ñ A LV E R SIMO

tricción —de elementos y combinaciones— sobre la que


insiste particularmente BENVENISTE (1966, p. 21), nos con-
duce a una serie de deducciones que nos parecen esencia-
les, y que resumirán todo lo que hemos dicho en este ca-
pítulo :
a) La estructura del sistema es precisamente la sintaxis de
combinaciones entre los elementos pertinentes.
b) La pertinencia de los elementos es entendida como perti-
nencia de sus inter-relaciones significativas.
c) La variabilidad de las configuraciones estructurales explica
la diversidad de las lenguas.
d) Todos los sistemas lingüísticos, escritos o no, pueden ser
objeto de la investigación lingüística.
e) El objeto-lengua puede ser estudiado en sí mismo puesto
que en él es donde el lingüista busca su principio explicativo.
f) La explicación no está pues ni en la génesis ni en la evo-
lución sino en la «realidad» intrínseca de la lengua.
g) No se trata de comparar los sistemas para deducir sus
identidades, sino de oponerlos para descubrir sus diferencias.
h) La abstracción enriquecedora aprehende la complejidad de
lo dado allí donde la generalización empobrecedora sólo busca su
simplificación
i) Para descubrir la riqueza del objeto hay que rechazar todo
a priori y construir directamente a partir del objeto mismo las
nociones operativas que conducirán a su intelección.
j) Esta decisión de autonomía pone fin al «imperialismo» de
los modelos explicativos históricos y filosóficos que han dominado
hasta hoy toda la investigación de las ciencias «inexactas».
k) Los modelos serán escogidos de preferencia entre los que
permiten racionalizar completamente el objeto «reduciéndolo a un
conjunto de propiedades objetivas provistas de definiciones cons-
tantes» (BENVENISTE, 1966, p. 8).
1) La reducción estructural es, en un cierto sentido, una for-
malización. El sistema-objeto estudiado consistirá en la totalidad
de sus «formas», es decir, de las relaciones pertinentes de sus
elementos, con las cuales se concebirán diferentes niveles de sig-
nificación, en mutua correlación, y variantes todos de una con-
figuración —la estructura— que es la regla general de variabi-
lidad.
m) Esta regla de variabilidad introduce en el sistema una je-
rarquía de organizaciones relaciónales, reductibles unas a otras
según una sintaxis de transformaciones que dará cuenta al mismo
tiempo de los cambios estructurales producidos en el sistema por
los acontecimientos contingentes, internos y externos.

212
LA LINGÜISTICA ESTRUCTURAL

Si la noción de la lengua como sistema —de la que nos


hemos ocupado hasta ahora— evoca la idea de necesidad,
de ley, de determinación, la noción de habla va a permi-
tirnos "humanizar" nuestra reflexión introduciendo las
ideas de contingencia, de arbitrariedad, de libertad. Este
va a ser el objeto del capítulo siguiente.

2. 07. Lengua y habla como resultados de las oposicio-


nes: sistemático-asistemético, funcional-no funcio-
nal, abstracto-concreto.

Nos enfrentamos aquí con una de las más célebres di-


cotomías saussureanas: la distinción entre "langue" y "pa-
role" (lengua-habla, Sprache-Rede, language-apeach).
La realidad del lenguaje no se agota en el sistema fun-
cional significativo que denominamos lengua. Todo no es
sistemático en el lenguaje; y todo lo a-sistemático no es
a-lingüístico. La entonación, el timbre, el ritmo, etc., por
ejemplo, no son pertinentes, en tanto que elementos sig-
nificativos sistemáticos, pero no dejan por eso de desem-
peñar una "función expresiva" secundaria, es cierto, res-
pecto a la función de la lengua, mas no por eso menos real.
La lengua es un producto percibido como social que el
individuo recibe de la sociedad en la que vive y que él
asimila gracias a un cierto aprendizaje. La lengua es, pues,
un "objeto" exterior al individuo que no puede ni crearla
ni modificarla. Pero no todo es social en el lenguaje. Su
ejecución, su realización concreta, el simple hecho del
habla (a través del cual se descubre el sistema que hace
posible que una sucesión de sonidos ganen un sentido),
este hecho del habla es el fruto de una acción puramente
individual, de un acto de libertad. El punto de vista del
lingüista considerará en este acto no la libertad que lo
hizo posible como tal, sino el fenómeno lingüístico obser-
vable —la frase concretamente pronunciada—, producto
lingüístico individual de aquel acto.
La lengua es una entidad abstracta. Es decir, una rea-

213
MARIANO PEÑALVER SIMO

lidad inteligible no perceptible por los sentidos 14 . Pero


esta realidad inmaterial inteligible sólo aparece en virtud
de la operación abstractiva ejercida sobre o a partir de
la realidad inmediata del lenguaje, es decir del acto indi-
vidual y concreto del hablar. Decimos "aparece", no "na-
ce". Porque el sistema se hace inteligible gracias a las
operaciones intelectivas del lingüista. Pero el sistema no
es el producto de esta intelección. Es un "objeto" que está
ahí, escondido, inscrito en los hechos concretos del hablar.
Un objeto que es virtualidad, potencialidad en cuanto po-
sibilita lo efectivo, lo realizado, lo actual del puro hecho
de hablar.
Pero la lengua no es sólo condición previa de la activi-
dad lingüística. Es, desde otro punto de vista, producto de
esta actividad. Como lo señala COSERIU (1967, p. 18) la
distinción saussureana entre lengua y habla evoca y pa-
rece contradecir la afirmación de HUMBOLDT de que el fe-
nómeno del lenguaje es energeia (Tátigkeit, actividad) y
no érgon (Werk, producto). Pero la contradicción es sólo
aparente. En efecto: el lenguaje no es una realidad "com-
puesta de dos realidades, no es resultado de la adición de
dos sumandos. La operación "lenguaje=lengua+habla" es
ontológicamente falsa. No se puede concebir un ente como
la suma de una abstracción y de otro ente. Las operacio-
nes aritméticas, como todas las operaciones, exigen la
reducción previa a unidades de la misma especie o del mis-
mo orden. La confusión proviene de considerar la abstrac-
ción como una realidad aparte, opuesta a lo concreto dado.
Como observa COSERIU (1967, p. 17) la abstracción no es
"otra realidad, sino sólo... un aspecto formal y sistemático
comprobado, por necesidades científicas, en los mismos

14. Esta aclaración nos parece necesaria. En efecto, SAUSSURE pa-


rece afirmar lo contrario: "La lengua no es menos que el habla un
objeto de naturaleza concreta" (1968, p. 32). En realidad, ha querido
insistir sobre la existencia del sistema, porque identifica abstracción
y ficción ("los signos lingüísticos... no son abstracciones...; son rea-
lidades que tienen su sede en el cerebro") (p. 32). (Ver a este respecto
las interesantes precisiones de E. COSSERIU, 1967, p. 16, nota 3).

214
LA LINGÜISTICA ESTRUCTURAL

fenómenos concretos..., una manera de encarar aquella


realidad concreta única e indivisible que es el lenguaje
humano" I5. Según esta concepción la lengua no es "ni
una realidad autónoma... independiente de los individuos
hablantes" (COSERIU, 1967, p. 33), con lo cual evitamos to-
do materialismo doctrinario, ni un "fenómeno exclusiva-
mente subjetivo" (ibid.) con lo cual sorteamos la tenta-
ción idealista croceana. SAUSSURE ha sabido franquear los
dos escollos:
«La lengua es necesaria para que el habla sea inteligible [y
significativa, diríamos nosotros] y produzca todos sus efectos; pero
ésta es necesaria para que la lengua se establezca... Hay pues in-
terdependencia de la lengua y del habla; aquélla es a la vez el
instrumento [la condición previa] y el producto [érgon] de ésta.
Pero todo esto no les impide ser dos cosas absolutamente distintas.
[Es decir dos órdenes diferentes de la misma realidad, dos grados
distintos de formalización] ... Por todas estas razones, sería qui-
mérico reunir bajo un mismo punto de vista la lengua y el habla
[la pretendida adición de estos dos objetos]. El todo global del
lenguaje es incognoscible, porque no es homogéneo, mientras la
distinción y la subordinación propuestas clarifican todo» (SAUSSU-
RE, 1968, pp. 37 y 38).

Es decir: pertenece a la lengua todo hecho de lenguaje


cuya función es la de significar, esto es, la de unir un con-
cepto y una imagen acústica. "Un sistema lingüístico es
una serie de diferencias de sonidos combinados con una
serie de diferencias de ideas" (SAUSSURE, 1868, p. 106). Lo
esencial en la lengua es que un signo no se confunda con
otro, porque la identificación acarrearía la disolución. Un
sistema funcional es, pues, un juego de oposiciones que
permite la percepción de un "discontinuo" compuesto de
unidades denominadas signos en los que lo único esencial
es aquello que los distingue de los otros. La lengua es un
sistema de diferencias. Así concebida la lengua "es una
forma, no una substancia" (SAUSSURE, 1968, p. 169).
Pertenecen al habla todos los fenómenos del lenguaje
que la formalización científica reconoce como concretos,

15. El subrayado es nuestro.

215
MARIANO P E Ñ A LV E R SIMO

asistemáticos y no funcionales. El hecho del habla puede


ser considerado en su realización individual (la acción
misma de hablar) o como producto o suma (asistemática)
de los actos individuales. El conjunto de los actos indivi-
duales de habla es un objeto inter-individual que SAUS-
SURE representa por la fórmula:
(1 + 1' + 1"+1"\..)
que él opone a la fórmula de la lengua:
1 + 1 + 1 + 1... = I
Al habla pertenecen pues cada uno de los hechos concre-
tos 1, 1', V\ etc., y el producto asistemático de todos ellos.
A la lengua, cada uno de los signos-unidades que la com-
ponen (entidades formales y no concretas) y el producto
sistemático funcional de todos ellos.
Pero entonces, como observa COSERIU, la distinción en-
tre lengua y habla no puede fundarse más que en la opo-
sición :
sistemático — asistemático
funcional — no funcional
abstracto — concreto
La oposición social-individual no sería pues pertinente
puesto que en el habla no todo es individual. (El producto
de los actos concretos es una especie de social asistemá-
tico). Y en la lengua no todo es social. Como dice GARDI-
NER (citado por COSERIU, 1967, p. 55) en "el hablar con-
creto hay que ver no sólo hechos de habla sino también
hechos de lengua... hechos que pertenecen al sistema".
Estos hechos son individuales y formales. Es el acto ver-
bal —según la terminología de BÜHLER— es decir la enti-
dad formal que resulta de "la atribución de una signifi-
cación a un medio lingüístico" (COSERIU, 1967, p. 48).

2. 08. La noción de norma según COSERIU

Si la oposición social-individual no agota la dicotomía


saussureana entre "Zangue" y "parole" ello es indicio de

216
LA LINGÜISTICA ESTRUCTURAL

una cierta insuficiencia de esta distinción en su descrip-


ción de los fenómenos del lenguaje. En efecto, ya V. BRON-
DAL en su Linguistique structurale publicada en 1939 ha-
cía intervenir un tercer concepto que él denominaba "uso
lingüístico" (usage):
«A propósito de la distinción entre lengua y habla nos pregun-
tamos a menudo cuál es, en este aspecto, la posición del «uso». Se
puede admitir esta noción como una especie de intermediaria entre
lengua y habla, a condición de concebir el «uso» como una especie
de norma secundaria, permitida por el sistema abstracto y superior
de la lengua sin posibilidad sin embargo de suprimir o ni siquiera
de modificar éste». (Citado por COSERIU, 1967, p. 70).

Hacia la misma época TROUBETZKOY distinguía ya en


lo que él llamaba el habla (la realización del sistema) una
serie de variantes-tipo, de realizaciones de los fonemas que
podían considerarse no individuales, momentáneos u oca-
sionales sino sociales, normales y constantes. Variantes
que no eran pertinentes como elementos del sistema de la
lengua, pero que no dejaban de presentar una cierta regu-
laridad.
Así aparece la noción de norma que COSERIU introduce
entre el habla y el sistema según el siguiente esquema
(COSERIU, 1967, p. 95):

Hablar

Norma

Sistema

217
MARIANO P E Ñ A LV E R SIMO

El hablar está constituido por "los actos lingüísticos con-


cretamente registrados en el momento mismo de su pro-
ducción" (p. 95). "Son actos de oración inédita, por corres-
ponder a intuiciones inéditas, pero son, al mismo tiempo
—por la misma condición esencial del lenguaje, que es la
comunicación— actos de recreación" (p. 94). Es decir ac-
tos que se estructuran sobre modelos precedentes, los mo-
delos de la lengua de su comunidad (ibid.). Estos mode-
los, estas formas "se manifiestan en el hablar mismo", no
son "realidades autónomas y opuestas al hablar... sino
abstracciones que se elaboran sobre la base de la activi-
dad lingüística concreta" (p. 95).
La norma, que es el primer grado de abstracción, "con-
tiene sólo lo que en el hablar concreto es repetición de
modelos anteriores" (p. 95), eliminándose todo lo inédito,
la variante individual, ocasional y momentánea. Además
podría introducirse "entre los límites del hablar y los de
la norma social, un campo intermedio, correspondiente a
la norma individual" (p. 96) es decir "lo constante en el
hablar del individuo mismo".
El sistema, segundo grado de abstracción, resulta de
la eliminación de todo lo que en la norma es simple cos-
tumbre y tradición, para considerar sólo las oposiciones
significativas fundamentales (oposiciones sistemáticas
funcionales) que aseguran al hablar su funcionamiento
esencial como "instrumento cognoscitivo y de comunica-
ción" (p. 96).
Así, obtendríamos, según COSERIU, los cuatro concep-
tos fundamentales que suponen y superan la simple opo-
sición saussureana de lengua y habla (p. 101):
Sistema - Norma - Norma individual - Hablar concreto.
He aquí, esquemáticamente, cómo estas cuatro nocio-
nes se incorporarán en la dicotomía de SAUSSURE, según
los diferentes puntos de vista distintivos:

218
LA LINGÜISTICA ESTRUCTURAL

SISTEMA i sistema i funcional


social
NORMA
abstracto

NORMA
INDIVIDUAL ) realización ) no funcional

individual
HABLAR
concreto
CONCRETO

Las dos primeras distinciones: sistema-realización, fun-


cional-no funcional, coinciden con la oposición de SAUS-
SURE: "Icmgue" et "parole". La norma (social o individual)
no pertenece al sistema, si damos a este término la signi-
ficación de configuración necesaria e inconsciente de re-
laciones cuya función es la significación.
En el sistema fonológico español «o» se opone como unidad
distintiva a «e, i, u, a» distinguiendo por ejemplo «ojo» de «ajo»,
pero no hay ninguna diferencia funcional entre [Q] y [Q]. E S decir
la oposición entre «Q» abierta y «o» cerrada es indiferente para el
sistema, no ejerce ninguna función distintiva. Sin embargo, la rea-
lización normal de la «o» de rosa es [o] y en esposa es [ o ] . Así,
la oposición entre «o» abierta y «o» cerrada pertenece a la norma
y no al sistema. Representa una variante normal de un solo fo-
nema / o / (COSERIU, 1967, p. 73) 16.
En el sistema español, en el conjunto de estructuras, posibili-
dades y oposiciones funcionales, existen como virtuales todos los
nombres posibles en -miento y -ción derivados de verbos. Sin em-
bargo, el Diccionario de la Academia (el Código de la norma)
acepta «descubrimiento» pero no «ocultamiento», «nasalización»
pero no «valorización» (ibid., p. 78). Hay que observar que lo nor-
mal no coincide siempre con lo «correcto», aunque es cierto que
en general la norma lingüística es casi siempre anunciadora de
su propia codificación {ibid., p. 90).

El sistema es una entidad que escapa a la conciencia


del individuo. El sistema se realiza de una manera incons-

16. El estudio del fonema / o / atañe a la fonología. Los sonidos


Tol y [ol s o n objetos de la fonética.

219
MARIANO P E Ñ A LV E R SIMO

ciente y espontánea. El sistema entraña un inventario


limitado de signos. La norma, por su parte, puede ser explí-
cita y consciente y representa las variaciones de realiza-
ción de los signos limitados del sistema. El sistema implica
la ley, lo necesario. La norma representa la aplicación, lo
constante dentro de lo posible. El sistema es "absoluto" y
extra-individual porque pertenece al nivel de los hechos
semiológicos. La norma es relativa y social porque se si-
túa en el nivel de las convenciones colectivas inter-indi-
viduales.
La libertad creadora del individuo se ejerce dentro del
marco del sistema pero fuera o dentro de las normas so-
cial explícita o implícita.
«La labor creativa en el lenguaje, y en particular la labor poé-
tica consiste en gran parte en descubrir cada vez nuevas asocia-
ciones significativas (imágenes) o formales (rima, asonancia, ali-
teración, armonía imitativa, e t c . ) , posibles en el sistema (es decir,
virtualmente existentes) pero inéditas en la norma» (COSERIU,
1967, p. 88). «Los grandes creadores de lengua —como Dante, Que-
vedo, Cervantes, Góngora, Shakespeare, Puskin— rompen conscien-
temente la norma (que es algo como el gusto de la época en el
arte) y, sobre todo utilizan y realizan en el grado más alto las
posibilidades del sistema» (ibid., p. 99).

2. 09. Intento de generalización de las nociones de siste-


ma, norma y habla a las ciencias del hombre.

Si las nociones de sistema, norma y habla, han mos-


trado, su utilidad operativa en el campo de la lingüística
y de la antropología estructural (en diferentes momentos
de la obra de LÉVI-STRAUSS encontramos referencias ex-
plícitas o implícitas a ellas), teóricamente no deberían
existir impedimentos para su aplicación en los otros do-
minios de las ciencias humanas. Las tentativas llevadas a
efecto en este sentido, en crítica literaria, en historia del
arte, en sociología, y en general los primeros trabajos se-
miológicos, sin ser concluyentes hasta hoy, abren posibi-
lidades nuevas a la reflexión científica de estas disci-
plinas.

220
LA LINGÜISTICA ESTRUCTURAL

Por nuestra parte creemos posible intentar una prime-


ra sistematización de todas estas investigaciones orientán-
dolas según las tres nociones que nos ocupan. En un pri-
mer grupo incluímos las actividades humanas concretas,
considerándolas como manifestaciones de naturaleza y de
grado diferentes de una sola función: la función de co-
municación, que en sí misma podría interpretarse como
el resultado de una actividad más general que sería la fun-
ción simbólica. En la segunda columna introducimos las
entidades de naturaleza social, conscientes o no, codifica-
das o no, que representan la norma en todos los campos
fenoménicos resultantes de las diferentes actividades hu-
manas. En la tercera columna, incluímos los sistemas se-
miológicos, gracias a los cuales se realizan todas las fun-
ciones humanas de simbolización. Obtenemos así el
siguiente esquema:

Actividades Normas Sistemas


humanas

habla uso lingüístico lengua

teoría
I conocimiento ciencia i
escuela filosofía |
ideología

creación estilo arte

creencia dogma religión !


doctrina mito |

comportamiento costumbre sociedad


ley derecho

221
MARIANO PEÑALVER SIMO

Este esquema, que no consideramos ni definitivo ni ex-


haustivo n introduce, a nuestro parecer, distinciones, me-
todológica y epistemológicamente fértiles en el dominio
de las ciencias humanas. Sin pretender agotar el tema he
aquí algunas reflexiones que pueden orientar futuros de-
sarrollos :
1: La oposición entre concreto-abstracto distingue las
actividades humanas de habla, conocimiento, etc.... de las
normas y sistemas, entidades abstractas (en el sentido que
dábamos más arriba a la noción de abstracción).
2: Las actividades humanas concretas representan lo
individual, las normas, lo social y el sistema, lo semioló-
gico. Esta distinción entre lo social y lo semiológico, ante-
riormente esbozada permitiría distinguir lo propiamente
social de lo extra-individual o extra-social. Pensemos en
efecto que si se afirma que el sistema es inconsciente, esta
inconsciencia (o no-conciencia) se aplica tanto al sujeto in-
dividual como al "sujeto colectivo". Y entonces habría que
introducir al lado del plano individual y social un tercer
nivel de abstracción que denominamos el nivel semiológi-
co, compuesto de entidades llamadas signos que no perte-
necen propiamente ni al plano de la actividad individual
ni al plano de la actividad social.
3: El conjunto de normas constituirá lo que podríamos

17. Podrían también incluirse las "actividades de transformación


o de producción" que se realizan dentro de los "sistemas económicos"
y cuyo aspecto normal consideraría "el estado de la situación eco-
nómica" constante en un momento o época determinados. Habría que
introducir igualmente toda una serie de sistemas derivados como por
ejemplo: "el sistema de la escritura" (en sus dos variedades: ideo-
gráfica y fonética) que permite la representación gráfica del habla
y cuya norma sería la ortografía (codificada o no). Un derivado del
sistema económico sería la "técnica", como sistema de creación de
objetos no estéticos, de instrumentos de transformación de la materia
con fines de producción económica. La técnica no sería, pues, un
sistema derivado de la ciencia (sistema de conocimiento y no de
transformación) sino de la economía. Las correlaciones entre la téc-
nica y la ciencia son contingentes y variables. Teóricamente no debe-
rían concebirse en relación de subordinación en ninguno de los dos
sentidos.

222
LA LINGÜISTICA ESTRUCTURAL

denominar "la civilización", un "estado" resultante de la


actividad humana concreta, de la realización "normal" de
los sistemas. El conjunto de sistemas formaría "la cultu-
ra", una totalidad significante, puesto que simbólica; es
decir "un conjunto complejo de representaciones, organi-
zadas por un código 18 de relaciones y de valores" (BENVE-
NISTE, 1966, p. 50) I0 .
4: En fin otro posible desarrollo de esta clasificación
lo reservamos para cuando hablemos de sincronía y dia-
cronía. En efecto: a nuestro parecer, las actividades con-
cretas sólo pueden ser analizadas bajo una perspectiva
temporal diacrónica. Los sistemas, como trataremos de
demostrar, son entidades a-crónicas, que, aunque están
concebidas fuera de la dimensión temporal, pueden ser
descritos en su temporalidad sincrónica. Y las normas,
bajo las dos perspectivas.

2. 10. La lengua y el tiempo

La primera vez que SAUSSURE introduce la noción de


tiempo es al analizar la inmutabilidad de la lengua. "Si
es cierto que la lengua tiene un carácter de fijeza, no es
sólo porque está atada al peso de la colectividad que es
naturalmente inerte y conservadora, es también porque
ella está situada en el tiempo" (1968, p. 108). Gracias a la
tradición, la lengua permanece; es su inserción en el
tiempo lo que asegura su continuidad. El sistema dejaría
de existir si no fuera realizado. Pero la realización implica

18. "Código" es aquí sinónimo de sistema y no de norma impera-


tiva.
19. Los términos de civilización y cultura son empleados aquí para
designar dos realidades que consideramos diferentes. Nuestra inten-
ción no es la de definir una vez más los contenidos posibles de estos
términos sino la de utilizarlos para designar dos contenidos reales
desprovistos de apelación precisa. Diríamos con Saussure, que esti-
mando "un mal método partir de las palabras para definir las cosas"
(SAUSSURE, 1968, p. 31), hemos querido definir cosas y no palabras.

223
MARIANO P E Ñ A LV E R SIMO

el sujeto social, "la masa hablante" y la dimensión tem-


poral fuera de la cual la realización concreta no sería con-
cebible.
Como todo sistema semiológico, el sistema lingüístico
comporta dos dimensiones en su actualización: la social
y la temporal. Todo sistema significante exige al menos
dos sujetos —un emisor y un receptor— y un "tiempo" de
comunicación en el que se inserta el antes y el después
del mensaje.
Si gracias a la tradición es como la lengua se trans-
mite de un sujeto colectivo a otro, asegurando su conti-
nuidad en el tiempo, y ofreciéndose como virtualidad
limitada de un número ilimitado de realizaciones lingüís-
ticas, esta misma condición de temporabilidad explica y
permite la mutabilidad, el cambio, la alteración del siste-
ma. La lengua cambia porque se continúa. "El principio
de alteración, se funda en el principio de continuidad"
(SAUSSURE, 1968, p. 109).

2. 11. Posición y proceso

Pero lo que se altera en el sistema no son los términos


que lo constituyen sino las relaciones entre estos térmi-
nos. El sistema no es la suma de sus unidades sino la
configuración relacional entre ellas. "La lengua es una
forma, no una sustancia". Es una forma de relación entre
términos. El cambio de la unidad del sistema es cambio de
posición en un espacio semiológico. De aquí la dificultad
de concebir en una sola operación intelectiva el movi-
miento y la situación. La ley de la incertidumbre de HEI-
SENBERG, a la que ya nos referimos en la I Parte, podría
servirnos de modelo analógico para esclarecer esta difi-
cultad.
El signo, como elemento constitutivo de un conjunto
cerrado, debe ser analizado según su posición en el siste-
m a ; es decir, según sus relaciones con los otros signos.
El signo considerado es sólo percibido como una diferen-

224
LA LINGÜISTICA ESTRUCTURAL

cia; sus caracteres positivos sólo pueden ser deducidos


negativamente, en relación con la ausencia de los mismos
caracteres en los otros términos del sistema. El signo no
es, pues, percibido como una "sustancia" que sería apre-
hensible en sí misma, sino como una entidad resultante
de la asociación de varias diferencias. Pero estas diferen-
cias relaciónales no son en realidad más que la descrip-
ción de un lugar, de una posición de una unidad mínima
del espacio formal semiológico. La entidad considerada no
es un "ser" sino una "forma de ser" en un espacio relacio-
nal y discontinuo.
Si una "forma de ser relacional" no puede definirse
más que en relación con su posición, ya que de ella de-
pende, cambiar de posición es cambiar de entidad. De
aquí la "imposibilidad" de concebir al mismo tiempo el
proceso y la identidad de aquello que lo padece.
Supongamos un sistema de cuatro términos, ABCD, for-
mando dos oposiciones binarias A : B y C:D, relacionadas
entre sí simétricamente:

C <- -> D

Cada uno de los términos se define por oposición a su


contrario y por su posición en el conjunto: A se define
como contrario de B, no C y no D ; B=contrario de A, no
C y no D ; e t c . . Cada elemento representa un nudo de
relaciones, una cierta contextura relacional, el punto de
convergencia de un número determinado de diferencias.

225
MARIANO P E Ñ A LV E R SIMO

La acepción tradicional de la sustancia como "entidad que


existe por sí" expresa inequívocamente su imposibilidad
de identificación con lo que denominamos término de un
sistema. La entidad que resulta aparece, en efecto, no co-
mo una "sustancia" sino como una "forma" de relación.
Y si esta forma es percibible como unidad, es porque ella
es el soporte de un contenido reconocido a su vez como
mínima unidad significativa del sistema. La unidad fun-
cional del sistema puede ser definida entonces como una
diferencia significativa.
Si en esta descripción el factor tiempo no interviene,
es porque el sistema, considerado en sí mismo, es decir
antes y fuera de su realización, no es una entidad tempo-
ral. El tiempo no es un factor pertinente en la definición
de una forma relacional. El concepto de "sustancia" evoca
por el contrario una idea de permanencia, de inalterabi-
lidad, nociones temporales implicadas en la definición
misma de sustancia como algo que "existe". La entidad
relacional es definida precisamente como virtualidad a-
temporal que no "existe" antes de temporalizarse en su
realización.
Por eso el sistema semiológico es, en sí mismo, acróni-
co, en cuanto instrumento virtual capaz de permitir la
actualización de una cierta función. El "esquema" de
HJELMSLEV y de los glosemáticos es la más clara ilustra-
ción de esta perspectiva. El "esquema" y su unidad signi-
ficante, el cenema, son entidades acrónicas por ser puras
formas semiológicas concebidas como "formas sin sus-
tancia" de las que todos los lenguajes naturales o artifi-
ciales son manifestaciones posibles 30 . En este sentido se
comprende la afirmación de LÉVI-STRAUSS, de que el sis-
tema es reversible temporalmente.
La perspectiva sincrónica implica ya a nuestro pare-

20. COSERIU señala el aspecto platónico de la concepción glose-


mática en la que la lengua aparece como entidad que "existe obje-
tivamente" fuera del hablar, distinguiendo radicalmente como dife-
rentes la lengua-eidos y la lengua lingüística (COSERIU, 1967, p. 212).

226
LA LINGÜISTICA ESTRUCTURAL

cer, la temporalizaron del sistema, su consideración como


instrumento en funcionamiento. El corte metodológico de
las simultaneidades que propugnaba SAUSSURE, como ve-
remos en seguida, no contiene el sistema en su acronía
esencial sino el estado del sistema en un cierto momento
de su realización temporal. La sincronía no es un punto
de vista ni a-temporal ni anti-histórico porque sólo se ob-
tiene a partir del tiempo. Un estado de lengua implica el
reconocimiento de un antes y de un después. Lo que se
niega no es la existencia de los estados anteriores o la po-
sibilidad de los futuros. Lo que en realidad se quiere ne-
gar es su pertinencia como elementos de descripción del
sistema relacional cuyo estado se analiza. El estudio sin-
crónico de los términos de un sistema es entonces el aná-
lisis de su posición relacional en un determinado momen-
to histórico. Definir un término sincrónicamente nos
obliga a prescindir de su temporalidad, de su origen, de
su permanencia, de su evolución. La definición sincrónica
es la descripción de una unidad de relación, de una dife-
rencia. Un estado de sistema es, pues, una totalidad cuyo
principio de explicación hay que buscarlo en el hic et
nunc de sus propias leyes de composición.
La consideración del cambio, de la evolución, del mo-
vimiento de un elemento (que acarreará un nuevo re-
ajuste de todo el sistema, es decir, la aparición de una
nueva configuración que contemplaremos como un nuevo
estado) exige por el contrario el análisis del desplaza-
miento, de la mutación de la entidad respecto a sí misma,
es decir, respecto a su posición anterior. Pero lo que im-
porta ahora no son las posiciones adquiridas en diferentes
estados, sino el por qué, el cómo y el cuándo de este
proceso de traslación. En el ejemplo del supuesto sistema
de cuatro términos, podríamos concebir como hechos dia-
crónicos la desaparición de B por una causa contingente
y exterior al sistema y su transformación en B'. Igual-
mente sería un hecho diacrónico la mutación de A -+ A'
como resultado del cambio B —> B' y posterior por tanto
a éste. Un nuevo estudio sincrónico del sistema revelaría

227
MARIANO P E Ñ A LV E R SIMO

un estado diferente en el que, por ejemplo, las dos opo-


siciones binarias formarían una estructura asimétrica21.
A'

D'
B'
En conclusión:
A. 1. El sistema considerado en sí mismo antes y fuera de su
realización, es una entidad de naturaleza acrónica.
A. 2. La perspectiva sincrónica da cuenta de un estado del
sistema, de la situación de la entidad acrónica en un momento de-
terminado de su realización.
B. 1. La norma es una entidad abstracta no semiológica con-
cebida en la temporalidad. Representa la constante temporal de la
realización, no su virtualidad acrónica. Implica, pues, una sistema-
ticidad no funcional.
B. 2. La norma puede ser analizada en su sincronía (el estado
de la norma) y en su diacronía (el cambio y la evolución de la rea-
lización «normal»).
C. 1. El hablar es el fenómeno concreto del lenguaje. Es la
realización asistemática y contingente de la función del sistema.
El hablar no puede concebirse más que en el tiempo.
C. 2. La perspectiva sincrónica, en cuanto análisis de una sis-
tematicidad, es inaplicable a los hechos de habla, que son por de-
finición asistemáticos. Sólo la diacronía puede dar cuenta de su
dinamismo, de su irreversibilidad temporal.

21. Dos modelos como estos


A A'

D C D'

B B'
representarían por definición la misma estructura. No serían dos
estados de un mismo nivel funcional. El segundo sería inteligible co-
mo la permanencia del primero y se identificaría con él. Los términos
definidos relacionalmente serían reconocidos como equivalentes, sin-

228
LA LINGÜISTICA ESTRUCTURAL

Marcando con signo positivo ( + ) o negativo (—) res-


pectivamente la posibilidad o la imposibilidad del trata-
miento sincrónico o diacrónico, obtenemos el siguiente
cuadro:

sincronía diacronía

estado de
sistema + — 1

norma + +
actividad
concreta
— +

en el que la norma aparece como la noción mediadora


que permite pasar donde la pura contingencia de la acti-
vidad concreta humana a la sistematicidad radical del
sistema.
Este papel de la norma podría quizá visualizarse por
su posición de intersección entre los dos ejes considera-
dos, según muestra la figura siguiente:
sincronía

estado de
sistema

diacronía habla norma

crónica y diacronicamente. Los dos modelos propuestos sólo podrían


interpretarse como representativos de las estructuras homologas de
dos sistemas semiológicos, diferentes en cuanto a sus "sustancias" sig-
nificantes. (Por ejemplo, un sistema vocálico lingüístico y un sistema
de parentesco o un sistema semántico de designación de colores y un
sistema de señalización de carreteras).

229
MARIANO P E Ñ A LV E R SIMO

2. 12. Simultaneidades y sucesiones

Este análisis permite, a nuestro parecer, una interpre-


tación aceptable de la famosa dicotomía saussureana de
sincronía y diacronía. Para SAUSSURE en todas las cien-
cias se debería distinguir entre "1.°, el eje de las simulta-
neidades que concierne las relaciones entre cosas coexis-
tentes, de donde toda intervención del tiempo es excluida
y, 2.°, el eje de las sucesiones en el que no se puede nunca
considerar más que una cosa a la vez, pero donde están
situadas todas las cosas del primer eje con sus cambios"
(SAUSSURE, 1968, p. 115). Esta primera definición de las
nociones de sincronía y diacronía contiene todos los ele-
mentos esenciales para su comprensión y permite la in-
terpretación que hemos propuesto 22. Los subsiguientes de-
sarrollos del mismo SAUSSURE introducen a veces nociones
nuevas y términos ambiguos bajo la apariencia de sinó-
nimos, lo que suscita una cierta confusión. Tratemos de
esclarecer una de estas formulaciones:
"La lengua es un sistema de puros valores que nada
determina fuera del estado momentáneo de sus términos"
(p. 116). Hé aquí por primera vez la noción de "estado de
lengua" introducida para describir el resultado de la ac-
ción del tiempo sobre una entidad, la lengua, "de donde
toda intervención del tiempo es excluida". Estado y sis-
tema no son pues sinónimos, puesto que el primero sig-
nifica una situación temporal ("momentánea") del segun-
do. Un estado es una abstracción dentro del tiempo. Un
sistema es una abstracción fuera del tiempo. En el aná-
lisis de un estado de lengua la temporalidad es pertinente
porque es dentro de ella como aquel estado se define.

22. A excepción, sin embargo, de la frase "de donde toda inter-


vención del tiempo es excluida" que hay que aplicarla a la lengua y
no al estado resultante de la visión sincrónica.

230
LA LINGÜISTICA ESTRUCTURAL

2. 13. El análisis diacrónico

La perspectiva sincrónica considera no el cambio y la


evolución sino sus resultados en un determinado mo-
mento. La descripción de todos los estados sucesivos de
un sistema no nos haría salir, sin embargo, de esta pers-
pectiva. La diacronía no es el estudio de las simultaneida-
des del sistema sino el de su sucesión. Pero el análisis del
cambio, de la evolución entre dos estados nos obliga a
distinguir, como observa ALARCOS, entre tres cuestiones:
"¿por qué cambian las lenguas y no son inmutables? ¿en
qué condiciones se producen cambios en las lenguas? y
¿qué condiciones históricas producen un cambio deter-
minado?" (ALARCOS, 1968, p. 117). Es decir, se trata de
responder a la triple pregunta de la causa del cambio,
del cómo, y del cuándo. La primera cuestión se refiere a
la alteración de las lenguas como consecuencia lógica
de su continuidad histórica como instrumento de una co-
lectividad. La lengua cambia porque su función es la de
adaptarse a las necesidades expresivas de los hablantes
cuya actividad lingüística, como dice COSERIU (citado por
ALARCOS, ibid., p. 117), "no es hablar y entender una len-
gua, sino hablar y entender algo nuevo por medio de una
lengua".
Esta afirmación esclarece al mismo tiempo el "cómo"
del cambio. El cambio lingüístico se produce siempre en
el nivel del hablar concreto. Lo que los hablantes modifi-
can no es el sistema como tal sino uno de sus elementos
constitutivos. "Un hecho diacrónico es un acontecimiento
que tiene su razón de ser en sí mismo; las consecuencias
sincrónicas particulares que pueden deducirse son com-
pletamente ajenas a aquél" (SAUSSURE, 1968, p, 121).
El cambio fonético acarrea un cambio fonológico. El
cambio en la realización concreta implica el cambio del
sistema. Pero esta realización concreta se mueve dentro
de los límites permitidos por el estado contemporáneo de
la lengua. La regularidad en la realización es la que deno-
minábamos norma. Cuando la realización normal de un

231
MARIANO P E Ñ A LV E R SIMO

fonema se polariza en un sentido determinado, la varian-


te normal se transforma en diferencia significativa y un
fonema nuevo aparece cuyo contenido fonológico se iden-
tificará con aquella variación normal transformada ahora
en invariante.

2. 14. Contingencia, función y tipo de realización en los


sistemas.

LÉVI-STRAUSS ilustra una dificultad que concierne a las


clasificaciones "totémicas" en sentido amplio, "es decir
aquellas que son no solamente concebidas sino vividas"
(1962, p. 89). La organización conceptual formada por las
denominaciones "totémicas" de grupos sociales aparece
como el estado sincrónico de un sistema cuya realización
es "librada a los caprichos de una evolución demográfica
que posee sus leyes propias, pero que es contingente en
relación a aquél" (ibid.). Son dos determinismos en con-
tradicción: por un lado la ley estructural de la clasifica-
ción conceptual "totémica"; por otro, la ley estadística de
su soporte demográfico.
La razón de esta inestabilidad está en que "a diferen-
cia de los otros sistemas de clasificación que son sobre
todo concebidos (como los mitos) u operados ["agis"]
(como los ritos), el totemismo es casi siempre vivido, es
decir que se adhiere a grupos concretos y a individuos
concretos, porque es un sistema hereditario de clasifica-
ción" (p. 307). La comparación con el sistema lingüístico
nos parece aquí esclarecedora: la lengua es ante todo un
sistema de comunicación y sólo en segundo lugar pode-
mos concebirla como clasificadora. La comunicación es
una función mucho más estricta, mucho más exigente
que la función clasificadora que atañe al orden del pensar.
El comunicar está sometido a límites mucho más estre-
chos que el pensar. En la lengua la función misma reali-
zada diacrónicamente proteje la sincronía del sistema.
Por el contrario, los estados sincrónicos de los sistemas

232
LA LINGÜISTICA ESTRUCTURAL

"totémicos" son "extremadamente vulnerables a los efec-


tos de la diacronía: ... un medio mnemotécnico* opera
con menos exigencias que un medio especulativo, que es
a su vez menos exigente que un medio de comunicación"
(ibid., p. 90).
Otra razón de la solidez sincrónica de los sistemas nos
la sugiere esa triple forma de realización enunciada en
el párrafo que comentamos. Se diría que la fuerza de los
acontecimientos diacrónicos aumenta según se trate de
sistemas primordialmente concebidos, operados o vividos,
y que en los sistemas de clasificación (sólo subsidiariamen-
te de comunicación) esa influencia perturbadora de la
diacronía es aún más acentuada.

2. 15. Ensayo de aplicación del criterio funcional a los


objetos de las ciencias del hombre.

Así pues, los sistemas serán tanto más estables cuanto


más se acerquen al modelo ideal de sistema de comunica-
ción concebido. Sin pretender más que esbozar el tema
creemos posible introducir las siguientes distinciones:

1. Dentro de los sistemas de comunicación (función primordial)


podrían incluirse: las lenguas naturales, la escritura, el lenguaje
gestual y todos los demás sistemas de señalización, cuya función
principal es la de transmitir mensajes.
2. Serían sistemas con función primordial de clasificación, los
sistemas conceptuales de la ciencia, la filosofía, la religión, la mi-
tología, la sociedad, el derecho. El arte ocuparía un sitio aparte
porque su función parece en igual medida comunicativa-expresiva
y clasificadora. Igualmente el rito, que es un sistema de comuni-
cación subsidiario de un sistema de clasificación.

23. *'E1 orden del pensar comporta grados, y un medio de pensar


puede degenerar insensiblemente en medio de recordar" (LÉVI-
STRAUSS, 1962, p. 90).

233
MARIANO PEÑALVER SIMO

3. P o r su forma de realización estos sistemas podrían clasifi-


carse a s í :
ciencia
filosofía
concebidos religión (dogma)
mito

lenguas 24
operados religión (rito)

a r t e ( ? ) 35

religión (moral)
vividos sociedad

4. He aquí un primer esquema clasificatorio de los sistemas


según su función primordial y su tipo de realización:

comunicación clasificación

ciencia
concebido filosofía
dogma
mito

operado lenguas rito

-arte

vivido moral
sociedad

Esta clasificación sólo pretende poner de relieve las


propiedades más generales de estos sistemas según un

24. La lengua es producto de una actividad. Pero lo que en esta


actividad se persigue no es el hablar una lengua sino el hablar algo
por medio de una lengua.
25. El arte es difícil de situar porque considerado como sistema
de comunicación habría que integrarlo entre los que se realizan como

234
LA LINGÜISTICA ESTRUCTURAL

criterio puramente semiológico. Un estudio particular y


comparativo de cada grupo cultural (pasado o presente)
permitiría quizá fundar una tipología sincrónica de cultu-
ras y analizar sus respectivas manifestaciones "normales"
diacrónicas, que es lo que propusimos denominar bajo el
nombre de civilización.
Un primer criterio tipológico resultaría del cálculo
del porcentaje funcional —de comunicación y clasifica-
ción— en cada uno de los sistemas culturales. Así, por
ejemplo, en las culturas dichas ''primitivas", los sistemas
de clasificación desempeñan una función secundaria de
comunicación incomparablemente más intensa que sus
homónimos de las culturas occidentales. El grado de im-
portancia y de rigidez de un sistema depende en primer
lugar de su acercamiento a la lengua, considerada como
el sistema más perfecto de comunicación. Se diría, enton-
ces, que cuando, en una cultura, los sistemas lingüísticos
naturales o artificiales de transmisión de mensajes no
agotan completamente la necesidad de comunicación y de
intercambio social, los otros sistemas de clasificación acen-
túan fuertemente su función comunicativa apareciendo a
veces como auténticos "lenguajes vividos", como podría-
mos denominar al sistema social del parentesco.
En contraste, en nuestras sociedades modernas, el
desarrollo y el grado de perfección de los sistemas de comu-
nicación y de intercambio explicaría el estado de contin-
gencia y de inestabilidad de todos los sistemas clasificato-
rios; pero especialmente aquellos que, como la moral
religiosa y la organización social y política, se realizan
como "vividos" y se encuentran inmersos, por definición,
en la más pura diacronía.

una actividad instrumental, pero considerado como sistema de clasi-


ficación es en cierto modo vivido y reemplazaría en algunos casos a
las reglas morales y sociales.

235
MARIANO P E Ñ A LV E R SIMO

III

LA ESTRUCTURA COMO PRINCIPIO EXPLICATIVO DEL


OBJETO CIENTÍFICO

3. 1. La estructura en SAUSSURE

Paradójicamente el fundador de la lingüística cientí-


fica moderna e inspirador de las investigaciones estruc-
turales más recientes, no emplea casi jamás el término de
estructura 3 6 . Interpretar este hecho en el sentido de que
SAUSSURE denomina sistema a la estructura, es decir, con-
siderar como sinónimos a las dos palabras es aceptar una
confusión de conceptos que nos parece útil disipar. En
efecto, cuando SAUSSURE sostiene que "la lengua es un
sistema" no creemos posible traducirlo en nuestra termi-
nología diciendo que "la lengua es una estructura". En
realidad, la lengua es un sistema de estructuras, situadas
a diferentes niveles, en correlación mutua, es cierto, y
formando entre ellas una configuración superior. La len-
gua entonces sería una super-estructura; pero esto es
como decir que es un sistema. La noción de sistema es
pues más general, menos precisa que la noción de estruc-
tura. Afirmar que un campo de fenómenos constituye un
sistema es afirmar su sistematicidad, su inmanencia, su
naturaleza relacional. El estructuralismo global se con-
tenta —como decíamos más arriba— con esta afirmación.
El análisis estructural de un campo fenoménico con-
siste en mostrar que existe un orden (el sistema) cuyo
principio explicativo se encuentra en la configuración sub-
yacente (la estructura) que lo define en su singularidad
y en su variabilidad. La aportación de SAUSSURE ha con-

26. La palabra estructura ni siquiera aparece en el índice esta-


blecido por los autores de la edición del Curso.

236
LA LINGÜISTICA ESTRUCTURAL

sistido sobre todo en definir el estatuto del sistema, como


totalidad, y el de la unidad, como diferencia. Pero él reve-
la también la existencia de grupos de oposiciones "unas
más significativas que otras" (1968, p. 168), o de agrupa-
ciones (p. 177) o "solidaridades" de aquellas diferencias
(p. 182) que "introducen un principio de orden y de regu-
laridad en ciertas partes de la masa de los signos" (ibid.).
Precisamente una de las pocas veces en que SAUSSURE
emplea el término "estructura" es en la descripción de un
caso ilustrativo de esas solidaridades: "Si por ejemplo
en griego m, p, t, e t c . . no pueden figurar nunca al final
de una palabra, esto quiere decir que su presencia o su
ausencia importa ("compte") en la estructura de la pala-
bra o en la de la frase" (p. 180). Aquí, el término estruc-
tura está, sin duda, más cerca de su empleo tradicional
significando armazón, esqueleto, sistema de relaciones, que
de la noción moderna que contiene la idea de soporte ex-
plicativo. Sin embargo, es interesante subrayar que aque-
llas solidaridades descubiertas por SAUSSURE, que no son
propiamente estructuras, resultan de la coordinación de
dos órdenes de relaciones: las relaciones sintagmáticas
(fundadas en el carácter lineal, es decir, sucesivo y tem-
poral de los términos de la lengua) y las relaciones para-
digmáticas (resultantes de asociaciones simultáneas no
sucesivas de otros términos).
Pero esto es como afirmar la inteligibilidad a la vez
diacrónica y sincrónica de estas "agrupaciones". Y enton-
ces nos encontraríamos mucho más cerca de lo que po-
dría pensarse del concepto actual de estructura, como
configuración acrónica, explicativa de los hechos sincró-
nicos y diacrónicos o, como dice POUILLON, definidora del
sistema en su singularidad y en su variabilidad.

3. 2. Los dos sentidos del término "estructura"

Las reflexiones que preceden nos conducen a precisar


el doble sentido de la palabra estructura: el sentido tra-

237
MARIANO PEÑALVER SIMO

dicional y el sentido que le da el estructuralismo metó-


dico 27.
En sentido tradicional el término "estructura" evoca
la idea de solidaridad, de relación entre elementos, entre
partes de un todo. Considerada como sinónimo de esque-
leto, armazón, contextura, "estructura" se enriquece con
un sentido más: significa una organización fundamental,
privilegiada, del objeto considerado, que permite distin-
guir lo esencial de lo accesorio; pero se trata de una
organización observable, cuyas relaciones están al mismo
nivel que las otras, de las que se diferencia por "su im-
portancia, no por su ser: la observación basta para dedu-
cir la estructura, que es, pues, aquí, una realidad empí-
rica" (POUILLON, 1966, p. 771). Hay otra consecuencia
implicada en este concepto de "estructura": es la de permi-
tir la comparación. En efecto, si "estructura" es sinónimo
de armazón, de plan según el cual el objeto se construye,
es posible reproducirlo abstractamente y reconocerlo en
otras totalidades (ibid., p. 770). Se trataría, entonces, de
una comparación por semejanza. Gracias a ella puede, en
efecto, establecerse una tipología de "estructuras" fundada
en esta identidad de los sistemas. Identidad o semejanza
de las organizaciones empíricas observables en cada con-
junto sistematizado.
Pues bien, si la estructura se identificara con esta des-
cripción, el análisis estructural no sería en realidad más
que un apelativo de moda aplicado a un método que, co-
mo observa POUILLON, ha sido practicado desde siempre,
bajo nombres diferentes "sin plantear más problemas que
el de saber si agotaba la actividad cognoscitiva o si no
había otra cosa que hacer más que la de encasillar la
realidad" (ibid., p. 774).
Esta confusión entre organización y estructura es ex-
plicable porque, como veremos en seguida, la noción de

27. Las precisiones de POUILLON (1966, pp. 770-781) a este respecto


nos parecen extremadamente esclarecedoras. En ellas nos hemos ins-
pirado sobre todo en nuestro análisis.

238
LA LINGÜISTICA ESTRUCTURAL

estructura en sentido estricto contiene también los dos


aspectos que hemos destacado en la significación tradicio-
nal del término. Es decir: la estructura es una configu-
ración de lo real y una ley de transformaciones que per-
mite su comparabilidad.
La distinción se sitúa en la "naturaleza" de estos dos
aspectos.

3. 3. La estructura como configuración de lo real

El análisis estructural en cada conjunto organizado y


sistematizado de elementos, postula la existencia de "una
configuración más restringida que lo define a la vez en
su singularidad y en su comparabilidad" (ibid., p. 776).
Pero esta configuración, a diferencia de la organización
significada en el término tradicional de estructura, no es
l.6) ni una parte privilegiada del conjunto (no es pues
sinónima de armazón o esqueleto), 2.°) ni se sitúa al mis-
mo nivel que las otras entidades relaciónales observables
en el sistema.
De aquí se deduce que: 1.°) la configuración contenida
en la noción de estructura no es observable empíricamen-
te. Las relaciones que la constituyen no son percibidos in-
mediatamente por los sentidos. Como dice LÉVI-STRAUSS
(1958, p. 305), "la noción de estructura social no atañe a
la realidad empírica, sino a los modelos construidos a par-
tir de ésta". 2.°) Los términos de la configuración estruc-
tural forman parte de las organizaciones visibles del ob-
jeto sistematizado. Pero la estructura está construida con
relaciones de estos mismos términos situadas a un nivel
"inconsciente".
La diferencia entre los dos tipos de entidades relació-
nales —organización y estructura— es ilustrada por L É -
VI-STRAUSS en su distinción entre "relaciones sociales" y
"estructura social", "dos nociones tan vecinas que han
sido a menudo confundidas": "Las relaciones sociales son
la materia prima empleada para la construcción de mode-

239
MARIANO PEÑALVER SIMO

los que ponen de manifiesto la estructura social. En ningún


caso ésta debe ser reducida al conjunto de relaciones so-
ciales, observables en una sociedad dada" (1958, pp. 305-
306).
En los dos casos se trata de un conjunto de relaciones.
La diferencia no radica sólo en el nivel en que se encuen-
tran: nivel de la percepción o nivel de la concepción. En
sí mismo los dos tipos de relaciones son diferentes: "las
relaciones visibles se reabsorben, podría decirse, en la
realidad empírica de los términos que ellas unen, mien-
tras que las segundas, las relaciones estructurales impor-
tan más que esos mismos términos que pueden, en efecto,
variar de una organización a otra" (POUILLON, 1966, p. 777).
Siguiendo el ejemplo de LÉVI-STRAUSS, se diría que la
entidad percibida como relación social lo es en cuanto
relación entre unos elementos determinados. En la es-
tructura, son los elementos los que se definen como tales
por su posición de términos de la relación. En el primer
caso se trata de términos en relación. En el segundo, de
relación entre términos.
Pero tanto en un caso como en otro hay que considerar-
las como entidades de lo real. Lo que varía es el nivel
de realidad en el que se sitúan: realidad empírica o ni-
vel subyacente de la realidad. De aquí la necesidad de
distinguir entre la "estructura y el modelo teórico cons-
truido para representarla" (GODELIER, 1966, p. 835). El
modelo es un instrumento científico gracias al cual la
estructura puede ser deducida más fácilmente. "El mode-
lo no es la estructura real, sino un esquema teórico, una
simplificación de la realidad" que representa analógica-
mente un fenómeno dado, el cual tiene tantos parámetros
que es extremadamente difícil dominarlo teóricamente de
manera directa (SERRES ET BADIOU, 1967, p. 71). Se pueden,
pues, concebir, muchos modelos para describir y explicar
un grupo de fenómenos. Elste sería el estudio que LÉVI-
STRAUSS denomina de observación de los hechos y ela-
boración de modelos. El segundo momento del análisis es
la experimentación sobre los modelos, que permiten sa-

240
LA LINGÜISTICA ESTRUCTURAL

ber cómo un modelo dado reacciona a las modificaciones


comparando así la eficacia de diferentes modelos. El cri-
terio de elección está claramente expresado en esta frase
de LÉVI-STRAUSS : "el mejor será siempre el modelo ver-
dadero, es decir, el que siendo más simple, responde a la
doble condición de no utilizar más que los hechos consi-
derados y de dar cuenta de todos" (1958, p. 308). Este
modelo verdadero y abstracto representa la estructura
real y subyacente del sistema, es decir su principio ex-
plicativo y la razón escondida de su singularidad.

3. 4. La estructura como ley de transformaciones


Decíamos que sería posible establecer una tipología
fundada en el significado tradicional de la palabra estruc-
tura. Esta tipología resultaría de un comparatismo por
semejanzas, en el que los rasgos diferenciales entre las
organizaciones comparadas serían eliminados como no
pertinentes o utilizados únicamente para marcar las fron-
teras de lo comparable (POUILLON, 1966, p. 774).
El análisis estructural propiamente dicho opera preci-
samente en sentido contrario. Se trata de reconocer entre
las relaciones o conjuntos relaciónales considerados, no
aquello por lo que se asemejan y en lo que se disolvería
su propia especificidad, sino aquello por lo que se diferen-
cian. Las diferencias pertinentes entre esas relaciones son
por las que ellas se definen. Una vez deducido este eje
(o ejes) referencial, el método consiste en ordenar las
diferencias de tal forma "que los conjuntos considerados
aparezcan como variantes unos de otros y el conjunto de
estos conjuntos como el producto de una combinatoria"
(ibid., p. 775). No hay, pues, un "tipo ideal" privilegiado
de configuración a partir del cual se realizan las transfor-
maciones. "Las variables, que explican las diferencias, no
se refieren a otro invariante más que a su regla de varia-
bilidad; la estructura es esencialmente la sintaxis de las
transformaciones que hacen pasar de una variante a otra"
(ibid.).

241
MARIANO PEÑALVER SIMO

En este sentido se comprende la observación de FORTES,


citada por LÉVI-STRAUSS (1968, p. 335): "La estructura no
puede ser directamente aprehendida en la 'realidad con-
creta' ; cuando se trata de definir una estructura, hay que
situarse, podría decirse, al nivel de la gramática y de la
sintaxis y no al de la lengua hablada".
Así pues un sistema se funda como totalidad estruc-
turada en las leyes de composición relaciónales inscritas
en la configuración subyacente denominada estructura.
Pero estas mismas leyes de composición implican una ac-
tividad estructurante que, como hace notar PIAGET (1968,
p. 11), sólo puede ser concebida como un sistema de trans-
formaciones.
SAUSSURE expresaba este doble aspecto estructural por
las leyes de interdependencia y de equilibrio del sistema.
Las primeras constituirían lo que hoy denominaríamos
leyes de composición: aquellas en virtud de las cuales el
sistema se constituye como tal. Las leyes de equilibrio
(que explicaban para SAUSSURE la dinámica del sistema,
las reacciones y reajustes manifestados sincrónicamente
en los estados de lengua o diacrónicamente en los hechos
contingentes de su realización), serían las que hoy conoce-
mos como leyes de transformación del sistema formuladas
por la estructura.

3. 5. La lingüística transformacional

Precisamente la más reciente tendencia lingüística


acentúa el carácter no descriptivo y estático de las leyes
estructurales insistiendo en su aspecto dinámico. Nos re-
ferimos a la gramática transformacional de CHOMSKY.
Los rasgos principales de esta tendencia podrían resu-
mirse así:
1.° Interés primordial por el aspecto dinámico y crea-
dor del lenguaje, en el nivel de su utilización corriente.
SAUSSURE y sus seguidores insistieron sobre todo en la
lingüística de la lengua. La tendencia actual representa

242
LA LINGÜISTICA ESTRUCTURAL

el primer intento serio de establecimiento de una lingüís-


tica del habla. La tendencia actual representa el pri-
mer intento serio de establecimiento de una lingüística
del habla. Nuevo encuentro, pues, con la concepción de
HUMBOLDT que veía en el lenguaje una actividad, no un
producto.
2.° "Parece como si el sujeto hablante, inventando
en cierta forma la lengua a medida que se expresa o re-
conociéndola a medida que la oye hablar a su alrededor,
hubiera asimilado a su propia sustancia pensante un
sistema coherente de reglas, un código genético, que de-
termina a su vez la interpretación semántica de un con-
junto indefinido de frases reales, expresadas u oídas"
(CHOMSKY, 1966, p. 14). Este "código genético" incorporado
a la "sustancia pensante" del sujeto es lo que constituye
la "gramática generativa" de la lengua. Sin insistir por
ahora sobre el carácter innato o hereditario que CHOMSKY
atribuye a este código, destaquemos la novedad de la
operación intelectiva destinada a definirla. Se trata en
efecto de aprehender las estructuras escondidas y abs-
tractas de este código a través de las reglas de transfor-
mación que las ligan con las "estructuras" aparentes. Los
modelos perceptuales contenidos en las estructuras sub-
yacentes no pueden ser aislados por la disección y el aná-
lisis que utilizan procedimientos de clasificación y de
segmentación de las "estructuras" aparentes. El método
inductivo aparece entonces inoperante cuando se trata de
descubrir no lo más general de los fenómenos sino lo es-
condido de cuya transformación resultan.

«La gramática generativa asigna a las frases que somete a su


análisis una correspondencia con un substrato estructural que no
responde simplemente término por término con las frases expresa-
das, y que no pueden ser extraídas de esas frases según los mé-
todos habituales de la clasificación y del análisis» (CHOMSKY, 1966,
p. 15).

Se trata entonces de construir teorías gramaticales,


hipótesis científicas, "modelos que contengan el código
genético de la lengua, las reglas de una gramática gene-

243
MARIANO P E Ñ A LV E R SIMO

rativa, y (...) utilizar esta información para interpretar


un signo percibido comparándolo con los datos recogidos
previamente de muestra" (ibid., p. 20). Nos encontramos
pues ante un razonamiento hipotético-deductivo verifi-
cable, lo que explica la introducción en su formulación
del lenguaje matemático y de los conceptos de lógica
contemporánea.
3.° En la concepción saussureana la frase era un acon-
tecimiento, una contingencia, desde el punto de vista del
sistema cerrado y equilibrado de signos. Habla y lengua
se oponían como contingencia y necesidad. Sólo el sistema
era necesario. Los hechos concretos del habla no se defi-
nían más que en relación con los hechos abstractos de la
lengua de los que eran realización contingente. Gracias
a la obra de CHOMSKY, observa RICOEUR (1967, p. 816) "una
relación nueva, de carácter no antinómico, se está cons-
tituyendo entre estructura y acontecimiento, entre regla
e invención, entre obligación y elección". En efecto, la
lingüística transformacional, gracias al concepto de 'ope-
ración estructurante' permite dar cuenta de la infinita
variedad de señales y mensajes, nuevos y libres, obtenidos
por medio de los signos de un sistema semiológico finito.
El acento se ha desplazado: el interés por lo sistemático,
lo estructurado, lo finito, lo necesario, ha dejado paso a
lo aparente asistemático, lo estructurante, lo infinito, lo
libre. La sincronía y la diacronía suavizan aún más su
pretendida oposición, puesto que ahora es la transforma-
ción diacrónica la que permite acceder a la estructura
sincrónica. Esto es pensar el lenguaje, como dice RICOEUR
(ibid., p. 819) en "términos de proceso más bien que de
sistema, de estructuración más bien que de estructura".

3. 6. La génesis de las estructuras

Este concepto de estructuración nos conduce ante un


nuevo problema, hasta hoy sin solución, y con cuyo plan-
teamiento terminaremos este trabajo. Estructuración sig-

244
LA LINGÜISTICA ESTRUCTURAL

niñea acción de estructurar, formación de estructuras.


Situarse en "términos de estructuración" sería dar una
solución definitiva al problema del origen o de la génesis
de las estructuras. En ciencias humanas esta cuestión no
puede ser soslayada. ¿De dónde provienen las estructuras
que constituyen los sistemas semiológicos? Hemos visto
en qué condiciones aparecen (como resultante de la vida
colectiva), cuáles son sus funciones (comunicación, clasi-
ficación, intercambio, e t c . ) , en qué consisten y cómo pue-
den ser aprehendidas por el análisis.
Según PIAGET (1968, p. 52 y ss.) pueden reducirse a
tres las soluciones posibles del problema de la génesis
de las estructuras: creación contingente, preformación o
construcción. La tesis de la creación contingente de las
estructuras ha encontrado su más brillante formulación en
el célebre libro de FOUCAULT sobre Les mots et les choses
(1966). Su epistéme, que define las condiciones de posibi-
lidad de todo saber, aparece como una especie de estruc-
tura del conocimiento cuyos modelos se suceden en el
tiempo, sin orden y sin razón y sin que revelen nada
superior al que puedan ser coordenados. La epistéme es
un "a priori histórico" absolutamente contingente en su
emergencia y es su desaparición.
La tesis de la preformación y predeterminación de las
estructuras habría que relacionarla con el gestaltismo que
bajo la influencia de los modelos físicos de los "campos"
llegó a establecer una noción de estructura, sin historia,
sin funciones y sin relación con el sujeto. "Lo que es dado
desde el principio es... una totalidad en cuanto tal". Las
sensaciones no son elementos previos a la percepción del
conjunto puesto que funcionan como elementos ya estruc-
turados y no estructurantes (PIAGET, 1968, p. 48).
En cierto sentido la gramática generativa de CHOMSKY
acepta esta misma solución de la predeterminación para
explicar la diversidad de lenguas y, en otro nivel, daría
cuenta de la creación de mensajes. CHOMSKY se inclina
a creer que la hipótesis del "esquema fijo innato" es
más fecunda que la de la adquisición progresiva, con lo

245
MARIANO P E Ñ A LV E R SIMO

cual la consideración de la lengua como objeto cultural


sería seriamente comprometida. CHOMSKY no cae, sin em-
bargo, en ningún biologismo o naturalismo. El se acerca
más bien al racionalismo cartesiano, el cual insistiendo
en el aspecto creador del lenguaje en su uso cotidiano y
en su libertad respecto al condicionamiento por el medio,
concluye en "la existencia de un principio activo que es-
capa a toda explicación mecánica... y que él [DESCARTES]
denomina el espíritu, el alma razonable, o la razón que
nos distingue de los animales" (CHOMSKY, 1966, p. 19).
Por su parte LÉVI-STRAUSS considera las estructuras
como "propiedades fundamentales y determinantes para
todo espíritu, cualquiera que sea" (1963, p. 631). Así, por
ejemplo, en la concepción de un sistema de parentesco
bajo las formas del intercambio restringido y del intercam-
bio generalizado, el pensamiento indígena actúa natural-
mente ; es decir, realiza las operaciones que todo espíritu
estaría obligado a hacer ante el mismo problema. Este
espíritu o intelecto sería permanente e idéntico a sí mis-
mo. Lo que persigue en toda su obra es analizar ese
modus operandi único, que él busca bajo todas las formas
de actividad humana. El espíritu o intelecto cuya actividad
inconsciente se revela en el análisis está por encima de lo
social, de lo mental, de lo biológico. Se situaría, como
sistema de esquemas conceptuales, entre la praxis y las
prácticas y esta actividad mediadora consistiría en la
unión de un contenido y una forma, desprovistos uno y
otra de existencia independiente (LÉVI-STRAUSS, 1962, p.
173).
Sin embargo, como observa PIAGET, queda por explicar
cómo esas formas se organizan como estructuras (1968,
p. 95). Su respuesta ilustra la tercera solución sobre la
génesis de las estructuras. "En lo real existe un proceso
formador general que conduce desde las formas a las es-
tructuras y que asegura el "autorreglaje" inherente a
éstas: es el proceso de la equilibración (ibid.). Este pro-
ceso ya reconocido y analizado en física, biología, psicolo-
gía, podría explicar la génesis y la transformación de los

246
LA LINGÜISTICA ESTRUCTURAL

esquemas racionales. La equilibración de las funciones


cognoscitivas y prácticas comprende, en efecto, un sistema
de transformaciones regladas y una apertura sobre lo po-
sible.
Y entonces el espíritu no sería "una colección de es-
quemas permanentes" sino "el producto aún abierto de
una continua autoconstrucción" (ibid., p. 97)28.

3. 7. Conclusión

El análisis estructural, como negador de todas las ne-


gaciones, pretende fundar una epistemología positiva —no
positivista— que permite aprehender las cosas sin disol-
verse en ellas. La distancia sujeto-objeto aparece como la
primera exigencia de la operación científica. Pero se tra-
ta de un objeto "objetivado" según la intencionalidad ín-
terrogadora del sujeto pensante. La "forma" de esta in-
terrogación es la que define el objeto científico.
La plena intelección de lo dado ha de comenzar, pues,
por este doble desprendimiento: diferir la referencia a
lo "vivido" y evitar "la ilusión de la transparencia".
Sólo la referencia racional es pertinente, porque el ob-
jeto de la ciencia es racionalizar lo dado, es decir, "lo
irracional aparente". El análisis estructural, como todo
análisis científico, busca la formulación de una teoría so-
bre un sistema de hechos que serán explicados en cuanto

28. Esta hipótesis permitiría resolver, entre otros problemas, 3a


antinomia estructura-libertad que está latente bajo el tema de la gé-
nesis de la estructura. Si intencionadamente no hemos querido expli-
citarla es para ser fieles a nuestro proyecto inicial: estudio exclusivo
de los problemas que suscita el análisis estructural en cuanto método
científico. La postura filosófica que él implica, conocida con el nom-
bre de "estructuralismo", requiere un tratamiento especial al que he-
mos renunciado expresamente en este trabajo.
Por la misma razón no hemos abordado el análisis filosófico de la
noción de estructura, tarea que rebasando los límites de la epistemo-
logía de las ciencias del hombre, se inscribe, como dice ZUBIRI, en el
centro de la más pura reflexión metafísica.

247
MARIANO PEÑALVER SIMO

totalidad coherente, lo que contradice la impresión de ar-


bitrariedad dada por las características aparentes del siste-
ma (BOUDON, 1968, p. 139). Así, pues, a la objetivación de
lo dado sucede su concepción como sistema, como tota-
lidad cuya estructura se trata precisamente de definir.
Naturalmente la validez del análisis estructural de-
pende de su capacidad de demostrar que el conjunto de
hechos que estudia es efectivamente un sistema cuya es-
tructura revelará las leyes de composición y de transfor-
mación que lo constituye como sistema.
En las ciencias del hombre —de sus actividades o de
sus productos— todos los campos fenoménicos no apare-
cen igualmente propicios a la hipótesis de la sistematicidad
y por consiguiente a la explicación estructural. Así, po-
dríamos aceptar la distinción de BOUDON (1968, pp. 99-104)
entre sistemas definidos e indefinidos para designar, res-
pectivamente, los conjuntos cuyos elementos limitados
son fácilmente identificables y los conjuntos constituidos
por componentes difíciles de definir y cuyo número es
indefinido. Ejemplos de los primeros serían la lengua,
sobre todo sus sistemas fonológicos, el sistema del paren-
tesco, e t c . . Ejemplos de los segundos serían los siste-
mas sociales en general, objeto de la macrosociología, los
productos artísticos, e t c . . BOUDON sostiene que el análisis
estructural aplicado a los primeros puede establecer teo-
rías verificables, mientras que con los segundos sólo pue-
de aspirarse a la verosimilitud. Y añade:

«Nada indica naturalmente que dentro de medio siglo, no exis-


ta una auténtica sociología estructural o una crítica literaria es-
tructural. Es posible e incluso probable que ciertas innovaciones
metodológicas permitan analizar las sociedades globales y los dis-
cursos complejos por vía deductiva» {ibid., p. 229).

He aquí una actitud que merecería el calificativo de


"pesimismo perezoso" porque resulta de la consideración
de una dificultad actual incontestable pero que ni siquie-
ra se concibe como insuperable en lo futuro. Las "innova-
ciones metodológicas" que se anuncian no podrán en nin-

248
LA LINGÜISTICA ESTRUCTURAL

gún caso provenir de una actitud que por principio se


niega a suscitarlas.
De otra parte la dificultad señalada, que no pretende-
mos en absoluto soslayar, aparece mucho más atenuada
cuando se la reduce a sus verdaderas proporciones: Por-
que en realidad el análisis estructural auténtico no ha
manifestado jamás una ambición de aprehensión total de
las realidades humanas 2 9 . El estudio exhaustivo de ciertos
niveles limitados manifiesta esta prudencia metodológica
que la mayoría de los "estructuralistas mágicos" —según
la expresión de BOUDON— tienen tendencia a olvidar. Pero
esos "niveles estratégicos", que el análisis estructural
metódico considera como objeto inmediato de su estudio
no son estimados ni únicos ni más importantes que los
otros 30 . Pero "ellos todos, en el estado actual de la cien-
cia, permiten introducir en nuestras disciplinas modos ri-
gurosos de razonamiento" (LÉVI-STRAUSS, 1958, p. 96).
La tarea consistirá entonces en buscar las correlacio-
nes entre los diferentes niveles estudiados, considerando
no solamente las simetrías o recurrencias sino también
y sobre todo las oposiciones o desequilibrios "pero no
para borrarlos sino para comprender la relación que los
mantiene" (POUILLON, 1966, p. 783).
Las correlaciones efectuadas en diversos órdenes feno-
ménicos incitan en la actualidad a sostener la hipótesis
de la universalidad de las estructuras. De aquí la idea de
un espíritu permanente cuya actividad invisible sería la
causa generadora de todas las estructuras.
Pero, como apuntábamos al final de la III Parte, esta
permanencia que el apriorismo sitúa en el punto de parti-
da no es, en realidad, sino el resultado final de las opera-
ciones de equilibrio y autorregulación que constituyen y

29. Ciertos autores se imaginan que el método estructural apli-


cado a la etnología tiene por ambición alcanzar un conocimiento total
de las sociedades, lo que sería absurdo (LÉVI-STRAUSS, 1958, p. 95).
30. "Hay (...) una cantidad de elementos no estructurables actual-
mente, sea por naturaleza, sea en razón de la insuficiencia de nues-
tros conocimientos" (LÉVI-STRAUSS, 1958, p. 96).

249
MARIANO P E Ñ A LV E R SIMO

explican el proceso constante de autoconstrucción de la


estructura.
Esto nos conduce una vez más al tema del hombre, del
sujeto de las estructuras: pretender que el análisis es-
tructural de sus actividades y productos lo disuelve en lo
impersonal y en lo general es olvidar, como afirma PIAGET
(1968, p. 120), que
«en el plano del conocimiento (como quizás de los valores morales
o estéticos, etc..) la actividad del sujeto supone una continua des-
centraron que lo libera de un eg'ocentrismo intelectual espontáneo
en beneficio, no precisamente de un universal dado y exterior a sí
mismo, sino de un proceso ininterrumpido de coordinaciones y de
reciprocidades: pues bien, este mismo proceso es el generador de
estructuras en su construcción o reconstrucción permanentes».

Así, podemos concluir con el mismo autor (pp. 119-120)


que "las estructuras no han matado al hombre ni a las
actividades del sujeto" porque de una manera general,
"el 'ser' de las estructuras es su estructuración".
Henos, pues, en presencia de ese invitado invisible
—como diría LÉVI-STRAUSS— al que desde el principio
quisimos apartar de nuestra reflexión. El hombre se ofre-
ce al fin como el objeto último de todo saber. Y no el
hombre abstracto, despojado de su propia sustancia, sino
el puro hombre concreto enriquecido por la misma ope-
ración intelectual que pareció querer olvidarlo.
La "muerte del hombre" que se complace en anunciar
FOUCAULT, no es en el fondo más que la muerte del mito
subjetivista del hombre y la de todos los pesimismos gno-
seológicos que al relegar el mundo a ser puro reflejo del
sujeto, disolvían al mismo tiempo a éste mismo en sus
propias creaciones vacías.

250
LA LINGÜISTICA ESTRUCTURAL

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