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Anarquismo, Educación y Pedagogía

Seminario Militante Universidad Pedagógica Nacional / Proyecto de investigación:


Anarquismo, Educación y Pedagogía / Ponencia Sesión No. 8: Anarquismo y Pedagogía
Crítica / Segundo Bloque Temático: Debates / Martes 20 de Noviembre de 2012/

“¿Queremos que nuestras escuelas creen una ciudadanía pasiva y apática o una
ciudadanía politizada, capaz de luchar por las diferentes formas de vida pública y
comprometida con la igualdad y la justicia social? ¿Queremos adaptar a los estudiantes
a la división capitalista del trabajo haciendo que sean meramente funcionales dentro
de él, o queremos hacer que los estudiantes se sientan incómodos en una sociedad
que explota a los trabajadores, que sataniza a la gente de color, que abusa de la mujer,
que privilegia a los ricos, que comete actos de agresión imperialista contra otros
países, que coloniza el espíritu y que arranca totalmente el alma nacional de la
conciencia social colectiva? ¿O tal vez queremos crear esferas de libertad en nuestras
aulas e invitar a los estudiantes a convertirse en agentes de transformación y
esperanza? Confío en que así será”
Peter McLaren[1] –
La Pedagogía Crítica nace como respuesta a la explotación y opresión que sufren las
clases menos favorecidas del sistema capitalista. Ese monstruo llamado capitalismo se
sirve de su gran amigo el Estado para acrecentar la lucha de clases en el aula de clases
pues solo unos pocos tienen el privilegio de tener una educación digna y científica
mientras la mayoría tiene que soportar una educación acrítica, mercantilista y
autoritaria. Los intereses particulares de una serie de individuos adinerados
convierten a esos grandes centros del saber, que deberían ser las escuelas, en centros
comerciales donde se fabrican y venden mercancías a las grandes multinacionales que
gustosas emplean a miles de obreros que serán incorporados a la cadena económica
de sumisión con un salario infernal que no le alcanzará para sobrevivir en este mundo
de desigualdades y tristezas.
Tal es el reflejo de la escuela moderna que ha sido implantada en las formaciones
sociales dependientes y en las metrópolis imperialistas. En estas últimas el golpe
neoliberal lo ha tenido que soportar las masas desposeídas que no tienen dinero para
pagarse una escuela de ricos pues la acumulación capitalista de unos pocos les ha
quitado su derecho de una buena educación Esa educación que debería ser reflexiva se
ha convertido en una educación al servicio de la oligarquía y el capital. Solo es
necesario realizar un análisis profundo de las teorías de la reproducción para
comprobar la subordinación de la escuela al dinero y el poder.

“Esas teorías, dirá Henry Giroux, enfocan su análisis en cómo las escuelas utilizan sus
recursos materiales e ideológicos para reproducir las relaciones sociales y las actitudes
necesarias para sostener las divisiones sociales de trabajo que se requieren para la
existencia de relaciones de producción”[2] . La educación impartida a los jóvenes o
niños de clases bajas se basa en la enseñanza técnica que les mostrara cómo
comportarse y actuar frente al dueño de los medios de producción que los explotará
cuando la escuela les de su acreditación como nuevos miembros de la sociedad del
consumo y el derroche. De la misma manera las escuelas impartirán una serie de
discursos a los estudiantes sobre los beneficios del actual sistema de explotación y de
la inviabilidad de un cambio radical de esas estructuras socio-económicas, políticas y
culturales que siguen dominando a la mayoría miserable que vive en las grandes urbes
y en los paisajes rurales. Al respecto McLaren afirmará que las “escuelas reproducen
las estructuras de la vida social mediante la colonización (socialización) de las
subjetividades del estudiante y estableciendo las prácticas sociales características de la
sociedad.”[3]
Sin embargo la escuela tradicionalista no reproduce solo la ideología dominante de
pasividad frente al sistema sino que también reproduce una ideología cultural
despótica. A través del racismo y el sexismo transmitido por el imperialismo cultural se
genera en el educando una indiferencia frente al afroamericano, el indígena, el
inmigrante, el campesino y el homosexual provocando una marginación de estos
sectores sociales en la educación. Fuera de la escuela ocurre algo similar pues “la
cultura dominante suele posicionar a los marginados en relaciones de dependencia en
las cuales se les priva de derechos cívicos igualitarios.[4] Una muestra de lo dicho
anteriormente es la división étnica y sexual del trabajo que somete a la mujer y a la
población no blanca a los dictámenes de los grandes magnates de la economía
mundial. Pero el imperialismo cultural que se presenta dentro y fuera de la escuela es
una excusa para mantener idiotizadas a las masas desposeídas a través de la
dominación no directa, no económica y no violenta.
“Pues lo que la escuela conserva y distribuye, dirá Michael Apple, no es sólo propiedad
económica, ya que también parece existir una propiedad simbólica – capital cultural-.
De este modo, podemos empezar a obtener ahora una comprensión más completa del
modo en que las instituciones de conservación y distribución de la cultura, como las
escuelas, crean y recrean formas de conciencia que permiten el mantenimiento del
control social sin que los grupos dominantes tengan necesidad de recurrir a
mecanismos manifiestos de dominación”.[5] No es de extrañar que los estudiantes
sean manipulados por las modas, los video juegos, las redes sociales y los productos
del mercado en beneficio del mantenimiento del statu quo. Ese lavado de cerebro que
reciben los educandos al interior y exterior de los muros de la escuela se suma a la
producida por el educador autoritario que intenta introducir en la mente del educando
el miedo, la religión, el consumo y la sumisión. Además “las escuelas operan
principalmente para reproducir los valores y privilegios de las elites” [6] como son el
respeto a la propiedad privada, la lealtad al explotador y la tolerancia a la desigualdad
social producida por la locura y ambición de una minoría opulenta.
El poder de las elites es tan fuerte que “los estudiantes provenientes de ambientes
blancos y ricos obtienen privilegios por encima de los provenientes de otros grupos no
por méritos sino por la ventaja que conllevan el dinero y un alto status social”[7]. De
esta manera la escuela se convierte en un campo de batalla entre dos clases
antagónicas que buscan conseguir cosas distintas: una desea dominar, otra tiene que
ser dominada.
Es ahí donde aparece la pedagogía crítica que, en defensa de los explotados y
oprimidos del sistema, intenta realizar una transformación estructural de los niveles de
actuación micro y macro “que identifica cómo (la escuela) se encuentra permeada, en
lo macro, por factores políticos, económicos, sociales, culturales y, en lo micro, por la
propia experiencia vivida por cada uno de los sujetos que en ella participan”[8]. Ese
cambio de las desigualdades sociales y culturales en la escuela es el primer paso en la
búsqueda de una sociedad distinta que tendrá como características importantes la
supresión de la propiedad privada, la lucha de clase y la discriminación racial. A través
de la concientización de los educandos y de un proceso de educación que una teoría y
praxis el educador hace temblar los cimientos de la escuela tradicional. La escuela es
convertida por los estudiantes en trinchera de insumisión antisistémica provocando un
acto de resistencia que “debe tener una función reveladora, que contenga una crítica
de la dominación y ofrezca las oportunidades teóricas para la autorreflexión y la lucha
en el interés de la emancipación propia y de la emancipación social”.
La liberación del yugo que convierte al educando en un tornillo de esa gran maquina
llamado capitalismo conduce a la totalidad de la sociedad a un mundo nuevo de
igualdad, justicia y fraternidad.
[1] McLaren Peter. La vida en las escuelas. Una introducción a la pedagogía critica en
los fundamentos de educación. Siglo XXI Editores. 2003. Página 254.
[2] Giroux, Henry. Teoría y resistencia en educación. Siglo XXI Editores. 2004. Página
105
[3] McLaren, Peter. Óp. Cit. Página 291.
[4] Íbid. Página 85.
[5] Apple W. Michael. Ideología y Currículo. Ediciones Akal, S.A.2008. Página 13
[6] McLaren, Peter. Óp. Cit. Página 260.
[7] Ídem.
[8] Ortega Valencia, Piedad. La Pedagogía Crítica: Reflexiones en torno a sus prácticas
y sus desafíos en Revista Pedagogía y Saberes. No. 31. 2009. Página 30.

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