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BOSQUEJO

Palabras duras. Palabras necesarias.


Walter Jolón

SERIE: GRACIA EN ACCIÓN


Jesús dijo palabras duras que son necesarias para confrontar nuestra manera
de vivir y de testificar acerca del evangelio. Las respuestas que emanan ante
sus palabras son: Lo odiamos o lo amamos.
REFERENCIA BÍBLICA: JUAN 6.60-68
FECHA: Domingo, 7 de enero de 2018.

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MIEDO A LAS PALABRAS DU RAS

Soy alguien que no le gusta ir al médico por temor a escuchar malas noticias
acerca de mi salud, tengo miedo porque pienso que probablemente hasta
podría recibir un diagnóstico de una enfermedad grave. Pero, no hay otra
manera de saber si hay algo malo en mi cuerpo, necesito saberlo y para eso
necesito el diagnóstico y las palabras del doctor para poder tratar cualquier
enfermedad y curarla. Necesito esas palabras duras del médico diciéndome la
clase de enfermedad que tengo y el tratamiento que debo seguir. Después de
recibir una receta, debo comprar los medicamentos y seguir las instrucciones
para poder encontrar la sanidad.

Lo cierto es que un buen médico no va a ocultar la realidad de mi condición o


guardar silencio solo porque no quiere herirme con esas palabras duras que
necesito escuchar.

Un buen doctor no le ocultaría a su paciente si encontró algún tipo de cáncer


en su cuerpo. Se lo dirá y luego le dará las instrucciones del tratamiento a seguir
para que pueda ser curado de esa grave enfermedad. Le dirá qué
medicamentos se le aplicarán, si será necesario un procedimiento de
quimioterapia o una posible operación. Todo eso es doloroso, pero todo es
necesario.

UN PROBLEMA GENERAL

Este, lamentablemente, es un problema generalizado. Le huimos a las palabras


que son duras pero que son necesarias. A veces, tenemos miedo de ser
confrontados. Cuando escuchamos palabras así, nos ofendemos. No podemos
negar esta gran realidad: La verdad duele y ofende.

Ofende porque nuestra naturaleza es la mentira. El orgullo en una vida poco o


nada afectada por el evangelio es la pared contra la verdad que tanto
necesitamos. El orgullo no cede ante la verdad porque ceder significa
humillación y abandono de la mentira. Es común que nuestra reacción ante la
verdad sea de enojo. Es común que cuando alguien nos habla la verdad
nuestra primera reacción sea ofendernos.

LA OFENSA DE JESÚ S

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Algo así ocurrió muchas veces en los tiempos de Jesús. La Biblia registra un
suceso donde Jesús ofendió a muchos de sus propios discípulos. El hombre más
amoroso que ha existido sobre la faz de la tierra ofendió a un buen grupo de
personas. Y es que el amor no precisamente implica palabras suaves y tiernas.

Veamos lo que el apóstol Juan nos narra en su evangelio (Juan 6.60–68 RVC):

“60Al oír esto, muchos de sus discípulos dijeron: «Dura es esta palabra; ¿quién puede
escucharla?» 61Jesús, al darse cuenta de que sus discípulos murmuraban acerca de esto, les
dijo: «¿Esto les resulta escandaloso?... 66A partir de entonces muchos de sus discípulos
dejaron de seguirlo, y ya no andaban con él. 67Entonces, Jesús dijo a los doce: «¿También
ustedes quieren irse?» 68Simón Pedro le respondió: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes
palabras de vida eterna.”

Contexto:

La audiencia de Jesús estaba compuesta por: No creyentes, sus discípulos o


seguidores (miles de ellos) y sus apóstoles.

Jesús estaba enseñando en la sinagoga de la ciudad de Cafarnaúm. Había


estado enseñando sobre que Él es El pan de vida. Cuando aquí se les llama
discípulos a las personas, no significa que todos son verdaderos seguidores de
Jesús. Habían muchos seguidores de Cristo que lo seguían por: Sus señales y
milagros, por la curación de enfermedades, por la comida que les dio y por la
esperanza que tenían de que los liberara de los romanos.

Muchos de ellos aún no habían decidido abandonarlo y lo seguían por todos


lados. Pero, eso estaba a punto de cambiar.

Cuando Jesús les enseñó que seguirlo significa más que solamente beneficiarse
de su amor y su poder, que seguirlo significa un compromiso completo con Él:

“… muchos de sus discípulos dijeron: «Dura es esta palabra; ¿quién puede escucharla?»”
(v. 60)

Dura quiere decir literalmente “áspera”, “marchita” o “fuerte”. Es como


describir algo severo, desagradable o difícil de aceptar.

“¿quién puede escucharla?”

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Esto no significa que la palabra de Jesús no sea clara, sino inaceptable. Ellos
rechazaron sus palabras, no porque no las comprendieran, sino porque eran
ofensivas. Hay tres grupos de personas con tres tipos de respuestas:

• Los que rechazan abiertamente a Cristo.


• Los que responden con fe pasajera o superficial.
• Los que responden con fe verdadera.

En estos versículos existen seis cosas importantes a considerar:


Las palabras, la ofensa, la murmuración, el abandono o deserción, la
confrontación y la respuesta esperada.

MI OFENSA

Si Jesús ofendió a muchas personas con sus palabras, no sé cómo yo puedo


evitar no hacerlo, no soy ni seré jamás mejor que Jesús. Hoy seguramente
ofenderé a muchos.

Hay dos cosas que no puedo evitar: Decir palabras duras y ofender con estas
palabras.

Hay dos cosas que deseo que no ocurran después de este mensaje: La
murmuración, el abandono o deserción o ambas cosas.

Hay una cosa necesaria para todos nosotros: La confrontación.

Y, hay una cosa esperada: La respuesta de los verdaderos seguidores.

PALABRAS DURAS.

Hay iglesias locales con algunos síntomas de enfermedad. Síntoma significa:


Alteración del organismo que pone de manifiesto la existencia de una
enfermedad y sirve para determinar su naturaleza.

La enfermedad que existe en la iglesia es a causa del pecado. Una iglesia


enferma, no es necesariamente una iglesia con falsa enseñanza. Una iglesia
enferma puede tener la enseñanza más bíblica del mundo. Pero, si las personas
son indiferentes a la enseñanza y la predicación de la Palabra de Dios y no
viven lo que escuchan, la iglesia está enferma.

Hay alteraciones en el Cuerpo:

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¿Cómo podemos decir que somos discípulos de Cristo si no amamos todo lo
que está relacionado con Él?
¿A caso no se espera que un discípulo ame a su maestro y le siga a donde
quiera que va?
¿A caso no se espera que un esclavo por amor obedezca a su amo?
¿A caso no se espera que un hijo honre a quien es su padre?
¿A caso no se espera que un subdito obedezca en todo a su rey?
¿A caso no se espera que un pecador que no merece salvación, sea salvo por
pura gracia y ahora ame y adore a su Salvador?

Jesús es el evangelio. Jesús el todo de la vida cristiana.

JESÚS ES LA IGLESIA.

La Iglesia es Su cuerpo. Asistimos a la iglesia porque es el Día del Señor para


adorarlo. ¿Cómo podemos decir que amamos a Cristo si no amamos Su Iglesia?
Si somos irregulares en los servicios de adoración; si somos irreverentes al cuarto
mandamiento: Santificar el día de resposo, el Día del Señor; si somos
inconstantes; y, si somos constantes pero sin una vida transformada, con un
pésimo carácter, llenos de orgullo y mal trato hacia los demás, amando al
mundo, más que al Señor, modelando al mundo, y no a Cristo.

Dejamos de asistir a la iglesia, a un servicio de adoración y culto al Señor por:


Cosas irrelevantes, fiestas y celebraciones, visitas de familiares, los deportes,
cualquier cosa es un pretexto: El aire, el frío, el sol, la lluvia. Si faltamos, que sea
por motivos de fuerza mayor, algo que se sale de nuestras manos.

JESÚS ES EL MAESTRO.

Un maestro tiene discípulos. ¿Cómo podemos decir que amamos a Cristo, si


somos apáticos e indiferentes al discipulado? Un discípulo es un alumno que
quiere aprender constantemente de Su Maestro. ¿Cómo podemos llamarnos
cristianos si un cristiano es un discípulo? ¿Cómo pretendemos madurar y crecer
en el conocimiento de Nuestro Señor Jesucristo sino estamos sometidos a un
aprendizaje constante?

JESÚS ES LA PALABRA.

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¿Por qué tanto desprecio y descuido a la Palabra de Dios? Queremos ir al cielo,
pero aquí no queremos saber nada del que está en el cielo eternamente.
¿Podrá un cristiano abandonar su Biblia? Sí, pero no eternamente. Todos
desfallecemos y tenemos luchas, pero nuestro consuelo está en Su Palabra, en
las Escrituras, allí encontramos vida eterna. Cristo es la Palabra. Cristo es la Biblia.
Todas las Escrituras tratan acerca de Él. Si Él está allí, ¿por qué no vamos a Él y
le conocemos?

¿Por qué no querríamos conocer al autor de nuestra fe y de nuestra salvación?


¿Hay pecado que estorbe nuestra lectura? ¿La Palabra corre como un
manantial y por pereza no nos acercamos a tomar un poco de agua para
beber aunque tengamos sed?

JESÚS ES EL MENSAJE.

Jesús es la buena noticia. Jesús es la salvación. Si hemos disfrutado la dulzura


de la miel del evangelio ¿Por qué no hemos de dar a otros a probar esa miel.
Los pies de los que llevan las buenas nuevas de salvación son hermosos, pero
ya no lo son si no llevan esas buenas noticias. No te digo que debes ser un gran
predicador, pero si eres cristiano, se espera que hables de Cristo. ¿Quién es y
qué representa Él para ti?

JESÚS ES LA ORACIÓN.

¿Qué hay de la oración? ¿Cuántos oran por ustedes mismos? Si no lo hacen,


mucho menos van a orar por los demás: Sus hermanos, la iglesia, los perdidos.

JESÚS ES LA SANTIDAD.

La santidad no es el camino a Cristo. Cristo es el camino a la santidad.


¿Por qué abandonarnos constantemente en el pecado? ¿Es más delicioso el
pecado que el deleite que encontramos en Cristo? ¿Es más hermoso el pecado
que Cristo¿ Todo esto es reflejo de idolatría. Hoy todos somos advertidos de la
hipocrecía.
Hoy podemos ser de estas maneras:

“11Deja que quien sea injusto, siga siendo injusto; que quien sea impuro, siga siendo
impuro; que quien sea justo, siga practicando la justicia; y que quien sea santo, siga
santificándose.»” —Apocalipsis 22.11, RVC

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Si alguien quiere seguir siendo injusto, impuro y pecador declarado que lo sea,
pero que decida qué clase de vida quiere. Pero, si alguien ama la justicia y la
lucha contra el pecado, siga ese camino porque ese es el camino de un
verdadero creyente.

LA CONFRONTACIÓN.

“66
A partir de entonces muchos de sus discípulos dejaron de seguirlo, y ya no andaban con él.
67
Entonces, Jesús dijo a los doce: «¿También ustedes quieren irse?»” (vv. 66-67)

Después de las palabras duras de Jesús, de la ofensa y de la murmuración de


los falsos discípulos: “Muchos” abandonaron a Jesús. “Muchos” también han
abandonado hoy a Jesús. –Dirá alguien: “Pero yo no he dejado de creer en
Jesús ni de amarlo”, –si dejaste de amar a Su Iglesia, dejaste de amar a Cristo,
así de simple.

Muchos han abandonado la iglesia, se han ido sin dar razón alguna. Quizá
algunos por su pecado, otros, porque se ofendieron o por pereza. Y esto no es
más que un síntoma grave de un falso discípulo.

La misma pregunta que Jesús les hizo a los que quedaron, a los apóstoles, es la
misma pregunta que resuena hoy para la iglesia: “«¿También ustedes quieren
irse?»”

¿Cuál es tu respuesta después de lo que has leído? ¿Crees que estas palabras
han sido muy ásperas y ofensivas? ¿Hacia qué te mueve esto que estás leyendo
hoy?

LA RESPUESTA ESPERADA

La respuesta que oro a Dios y espero de ustedes es que no vean otro lugar a
donde ir más que correr hacia Cristo. Para Dios no hay grises, no hay puntos
intermedios. Nosotros: odiamos a Jesús o lo amamos.

Jesús esperaba una respuesta negativa de los 12 discípulos que se quedaron.


La respuesta esperada es: “No, no queremos irnos”. La respuesta que se espera
de ustedes, es la misma respuesta que Pedro le dio al Señor:

“…«Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.”

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¿A caso Cristo no es la mayor necesidad de un pecador condenado a muerte?

“23Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús,
nuestro Señor.” —Romanos 6.23, RVC

Sin Cristo, estamos total y completamente perdidos para siempre. Sin Cristo, el
salario de nuestra maldad es la muerte eterna. Pero, si al igual que Pedro,
respondemos correctamente: El regalo de Dios es vida eterna en Cristo Jesús.

Al que ve a Cristo en la cruz del Calvario, ve la necesidad de arrepentirse. El


que se arrepiente de sus pecados, ya no morirá eternamente, sino que vivirá.

Cristo es el todo de la vida cristiana. Cristo es nuestro refugio. Cristo y todo lo


que Él representa es ahora nuestro estilo de vida: Ser parte de la iglesia local, el
discipulado, la oración, el evangelismo, la santificación, el servicio.

¡Sean verdaderos creyentes! Han fallado en varias de estas cosas: Hay gracia
para ustedes, porque solo en Jesús hay palabras de vida eterna. Hay perdón.
¡Llenénse de coraje! Comprométanse con Cristo y Su iglesia. Sacrifíquense por
Aquél que los amó. Sean constantes y perseverantes.

Sean discípulos, involúcrense en un discipulado y estudio bíblico. Cultiven la


oración. Sirvan a sus hermanos y a su prójimo. Amen al Crucificado. ¡Cristo vale
la pena! ¡Cristo es digno! Jesús + nada = todo.

CONCLUSIONES

Hoy he dicho palabras duras, seguramente he ofendido. Puedo esperar que


después de estas palabras algunos murmuren acerca de mí y abandonen mis
palabras, pero otros responderán correctamente.
La respuesta esperada es la respuesta que dan los verdaderos creyentes. Se
quedan. Permanecen. Si ustedes permanecen servirán a Cristo durante toda su
vida. Su compromiso dará frutos. La iglesia, sus familias y la ciudad se
beneficiará de ustedes, de su amor por Jesús y por Su Iglesia.

¡Cristo sea exaltado siempre!

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