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Soy alguien que no le gusta ir al médico por temor a escuchar malas noticias
acerca de mi salud, tengo miedo porque pienso que probablemente hasta
podría recibir un diagnóstico de una enfermedad grave. Pero, no hay otra
manera de saber si hay algo malo en mi cuerpo, necesito saberlo y para eso
necesito el diagnóstico y las palabras del doctor para poder tratar cualquier
enfermedad y curarla. Necesito esas palabras duras del médico diciéndome la
clase de enfermedad que tengo y el tratamiento que debo seguir. Después de
recibir una receta, debo comprar los medicamentos y seguir las instrucciones
para poder encontrar la sanidad.
UN PROBLEMA GENERAL
LA OFENSA DE JESÚ S
Veamos lo que el apóstol Juan nos narra en su evangelio (Juan 6.60–68 RVC):
“60Al oír esto, muchos de sus discípulos dijeron: «Dura es esta palabra; ¿quién puede
escucharla?» 61Jesús, al darse cuenta de que sus discípulos murmuraban acerca de esto, les
dijo: «¿Esto les resulta escandaloso?... 66A partir de entonces muchos de sus discípulos
dejaron de seguirlo, y ya no andaban con él. 67Entonces, Jesús dijo a los doce: «¿También
ustedes quieren irse?» 68Simón Pedro le respondió: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes
palabras de vida eterna.”
Contexto:
Cuando Jesús les enseñó que seguirlo significa más que solamente beneficiarse
de su amor y su poder, que seguirlo significa un compromiso completo con Él:
“… muchos de sus discípulos dijeron: «Dura es esta palabra; ¿quién puede escucharla?»”
(v. 60)
MI OFENSA
Hay dos cosas que no puedo evitar: Decir palabras duras y ofender con estas
palabras.
Hay dos cosas que deseo que no ocurran después de este mensaje: La
murmuración, el abandono o deserción o ambas cosas.
PALABRAS DURAS.
JESÚS ES LA IGLESIA.
JESÚS ES EL MAESTRO.
JESÚS ES LA PALABRA.
JESÚS ES EL MENSAJE.
JESÚS ES LA ORACIÓN.
JESÚS ES LA SANTIDAD.
“11Deja que quien sea injusto, siga siendo injusto; que quien sea impuro, siga siendo
impuro; que quien sea justo, siga practicando la justicia; y que quien sea santo, siga
santificándose.»” —Apocalipsis 22.11, RVC
LA CONFRONTACIÓN.
“66
A partir de entonces muchos de sus discípulos dejaron de seguirlo, y ya no andaban con él.
67
Entonces, Jesús dijo a los doce: «¿También ustedes quieren irse?»” (vv. 66-67)
Muchos han abandonado la iglesia, se han ido sin dar razón alguna. Quizá
algunos por su pecado, otros, porque se ofendieron o por pereza. Y esto no es
más que un síntoma grave de un falso discípulo.
La misma pregunta que Jesús les hizo a los que quedaron, a los apóstoles, es la
misma pregunta que resuena hoy para la iglesia: “«¿También ustedes quieren
irse?»”
¿Cuál es tu respuesta después de lo que has leído? ¿Crees que estas palabras
han sido muy ásperas y ofensivas? ¿Hacia qué te mueve esto que estás leyendo
hoy?
LA RESPUESTA ESPERADA
La respuesta que oro a Dios y espero de ustedes es que no vean otro lugar a
donde ir más que correr hacia Cristo. Para Dios no hay grises, no hay puntos
intermedios. Nosotros: odiamos a Jesús o lo amamos.
“23Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús,
nuestro Señor.” —Romanos 6.23, RVC
Sin Cristo, estamos total y completamente perdidos para siempre. Sin Cristo, el
salario de nuestra maldad es la muerte eterna. Pero, si al igual que Pedro,
respondemos correctamente: El regalo de Dios es vida eterna en Cristo Jesús.
¡Sean verdaderos creyentes! Han fallado en varias de estas cosas: Hay gracia
para ustedes, porque solo en Jesús hay palabras de vida eterna. Hay perdón.
¡Llenénse de coraje! Comprométanse con Cristo y Su iglesia. Sacrifíquense por
Aquél que los amó. Sean constantes y perseverantes.
CONCLUSIONES