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MAD NDANENTO ACOGR It -) ARR Javier Cabanyes Truffino Araceli del Pozo Armentia © Copyright 2003, Aquilino Polaino-Lorente, Javier Cabanyes Truffino y Araceli del Pozo Armentia Instituto de Ciencias para la Familia. Universidad de Navarra. Ediciones Rialp, S. A. ISBN: 84-321-3468-6 Depésito legal: M. 38.821-2003 Tlustracién de cubierta: The Image Bank Disefio: Equipo de Edicién Fotocomposicién: Grificas Anzos, S. L. Impreso en Grificas Anzos, S. L. - Fuenlabrada (Madrid) Printed in Spain - mpreso en Espafia «No est permitida la reproduccién total o parcial de este libro, ni su tratamiento informético, nila transmisién de ninguna forma 0 por cualquier medio, ya sea electrénico, mecénico, por forocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright.» PROLOG ... INDICE Capitulo 1: INTRODUCCION AL CONCEPTO DE PERSONALIDAD, por Aquilino Polaino-Lorente 1. Introduccién 2. Algunas dificultades en el estudio de la personalidad 3. Persona y personalidad .. 4 5. . Persona, libertad y formacién de la personalidad Por qué los estudios de la personalidad resultan ins para el conocimiento de la persona? .... 6. Algunas notas caracteristicas de la persona . 6.1. La persona tiene intimidad 6.2. La persona es un ser irrestrictamente abierto 6.3. La persona es un ser cuya singularidad onwolgis es inco- municable .. 6.4, La persona es un yo corpéreo . 6.5. La persona es un ser capaz. de tener, dar y recibir .. 6.6. La persona es un ser dialégico 6.7. La persona es libre . 6.8. La persona es un fin en si misma 6.9. La dignidad de la persona 7. Bibliografia ... Capitulo 2: EL DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD EN EL NINO Y ADOLES- CENTE, por Aquilino Polaino-Lorente y Araceli del Pozo Armentia ... 1. Génesis y formacién de la personalidad, Factores que influyen en el desarrollo ... . El temperamento y el desarrollo de la personalidad en los prime- ros afios de la vida .. . El desarrollo de la personalidad y los estudios sobre el apego .. . Influencias parentales diferenciales: maternidad-paternidad |. Estilos educativos y tipos de familia: el clima familiar . Interaccién familiar: la cuestién del modelo .. La accién directa de los padres en la formacién de la personali- dad de los hijos ... xv Nave 7 17 22 27 31 37 40 40 41 42 45 46 47 48 50 51 53 53 55 55 58 67 71 6 INDICE 8. La etapa adolescente 73 9. Bibliografia ... 77 Capitulo 3: INTRODUCCION A LOS PRINCIPALES MODELOS TEORICOS DE PERSONALIDAD, por Javier Cabanyes Truffino 79 1. Consideraciones iniciales ... 79 2. Substrato filoséfico de los ssdelon de personalidad .. 81 2.1, Enfoque mecanicista . 82 2.2. Enfoque organismico 82 2.3. Enfoque dialéctico 83 3. Las tres tradiciones de la psic 83 3.1. Tradici6n clinica 84 3.2. Tradicién correlacional 85 3.3. Tradicién experimental 86 3.4. Un intento conciliador . 87 4, Orientaciones de la psicologta de la personalida 87 4.1. Teorias frente a anilisis sistematico 88 4.2. Ciencia natural frente a ciencia social 88 4.3, General frente a individual 89 5. El concepto de modelo tedrico .. 89 6. Los modelos de personalidad 92 6.1. Modelo situacionista .. 93 6.2. Modelo internalista 94 6.3. Modelo interaccionista 7 7. Dificultades para la elaboracién de un tinico modelo de persons 99 8. Un apunte final al estado actual de la cuesti6n 101 9. Bibliografia ... 103 Capitulo 4: BioTipos y Psicoriros, por Javier Cabanyes Truffino ... 106 1. La tradicién tipolégica .. 106 2. Tipologias constitucionalistas 107 2.1. Tipologias de Kretschmer 109 2.2. Tipologia de Sheldon ll 3. Tipologias hormonales 113 4, La tipologia de Pavlov 114 5. El modelo de Strelau 117 6. Orientacién tipolégica y primeros enfoques dimensionales 119 7. Bibliografia ... 120 Capitulo 5: EL ACERCAMIENTO FENOMENOLOGICO AL ESTUDIO DE LA PERSONALIDAD, por Javier Cabanyes Truffino 122 1. Introduccién 122 2. Bl enfoque de la psicologia humanista 123 2.1. Lo humano como distintivo del hombre 123 2.2. Visién integral del individuo .... 123 2.3. Cardcter intencional de la conducta humana 124 INDICE 7 2.4, Enfasis en la subjetividad .. 124 2.5. Visién positiva, optimista y centrada en la salud 124 3. Rogers y la teorfa del sf mismo .. 125 3.1. Punto de partida 125 3.2. Organismo ... 126 3.3. Si mismo 127 3.4. Tendencia a la actualizacién 128 3.5. Desarrollo y dindmica de la personalidad 128 3.6. Necesidad de consideracién positiva . 129 3.7. Necesidad de autoestima 130 3.8. Condiciones de valor .... 130 3.9. Congruencia versus incongruencia 131 3.10. Funcionamiento pleno 132 4, Maslow y la teoria de la motivacién 133 4.1, Fundamentos .. 133 4.2. Necesidades 134 4.3. Actualizacién de sf mismo .... 135 5. Consideraciones crfticas del enfoque humanista 136 6. Bibliografia .. 137 Capitulo 6: EL ACERCAMIENTO FENOMENOLOGICO EN EDITH STEIN AL ESTUDIO DE LA PERSONA, por Aquilino Polaino-Lorente 139 1. Introduccién .... 139 2. La estructura de la persona humana 141 3. Sentimientos, valores y libertad 145 4, Yo, s{ mismo, persona 147 5. Estructura del Yo .... 149 6. La dimensién social en Ja estructura de la persona 153 7. Bibliografia 159 Capftulo 7: LA PERSONALIDAD EN LAS TEORIAS PSICOANALITICAS, por Aquilino Polaino-Lorente . 160 1, Introduccién 160 1.1. El «principio del placer y el «principio de la realidad» 162 1.2. El placer y el principio de realidad . 168 1.3. Realidad y principio de la realidad .. 169 1.4, Apertura cognoscitiva y principio de la realidad 169 1,5. La realidad y la observacién de Io real 170 2. La topografia de la conciencia 171 3. La estructura de la personalidad 177 4. El desarrollo evolutivo de la personalidad . 182 5. Los mecanismos de defensa xe del yo 187 6. Bibliograffa ..... 192 Capitulo 8: TEORIA PERSONALISTICA DE ALLPORT, por Javier Cabanyes ‘Truffino .. 194 1. Prolegémenos a una teorfa 194 INDICE Nays . Los rasgos . El proprium ... . Autonomia funcional de los motivos . El comportamiento . Conclusién .. . Bibliografia ... 3.1. Percepcién de la realidad corporal 3.2. Identidad 3.3. Autoestim: 3.4, Extensi6n del yo 3.5. Imagen de sf mismo 3.6. Racionalidad 3.7. El sf mismo intencional Capitulo 9: EYSENCK Y LA TEORIA DE LOS TRES FACTORES, por Javier Ca- banyes Truffino . 1. 2. Notas generales del modelo .. 3. 4. Acercamiento explicativo de la personalidad . 5. 6. Marco de influencias Dimensiones bisicas de la personalidad 4.1, Extraversién-introversién .. 4.2. Neuroticismo 4.3. Psicoticismo Valoracién del modelo y conclusiones .. Bibliografia Capitulo 10: La ESTRUCTURA DE LA PERSONALIDAD Y EL ANALISIS FACTO- RIAL, por Araceli del Pozo Armentia y Aquilino Polaino-Lorente . lL 2. La teoria de Cattell 3. La personalidad y los rasgos .. 4, La personalidad y las actitudes. La motivacin humana 5. 6. 7. 5. Trascendencia de la teorfa de Cattell . Bibliografia. Introduccién .... Implicaciones para la vida familiar Capitulo 11: COGNITIVISMO Y PERSONALIDAD, por Aquilino Polaino-Lo- rente lL. 2. Personalidad, cognitivismo y terapia familiar Conflictos conyugales, cognitivismo y personalidad 2.1. No todos los sesgos son determinantes de conflictos conyu- gales 2.2. Heuristics y atajos cognitivos 1. «Mis relaciones de pareja han sido un continuo de- sastre desde su comienzo» .. 2.2.2. «jTe has enterado de lo que ‘ha hecho 1 hijo?» a) EI sesgo éxito-fracaso 197 198 200 200 200 201 201 202 202 203 205 206 206 208 208 209 210 212 213 218 219 220 221 224 224 225 231 233 237 238 238 245 247 249 250 257 259 INDICE b) El sesgo de negatividad ... ©) El sesgo de representatividad d)_ El sesgo de ajuste /anclaje .. : 2.2.3. «Son los padres buenos educadores de sus hijos’» ... 2.2.4, Egocentrismo y responsabilidad: ls celadas delyoy y los juicios sobre el tti 2.2.5. «A éte le cambio yo en cuanto nos casemos» 3. A modo de epilogo 4, Bibliografia .. Capftulo 12: Los CONSTRUCTOS PERSONALES DE KELLY, por Aquilina Polaino-Lorente y Araceli del Pozo Armentia .. 1. Kelly y el alternativismo constructivo . 2. La teorfa bésica de Kelly: el postulado fundamental y los corola- rios ... . La estructura de la personalidad y los constructos . La psicopatologia implicita en esta teorfa . A modo de conclusién . Bibliografia .... Capitulo 13: LAs TEORIAS INTERACCIONISTAS, EL APRENDIZAJE SOCIAL Y LA PERSONALIDAD, por Javier Cabanyes Truffino 1. Prolegémenos de un debate .. 2. EI planteamiento interaccionista .. 2.1. Caracteristicas del modelo 2.2. Variables de la persona .. 2.3. La interaccién 3. Rotter y el aprendizaje social 3.1. El comportamiento en una situacién especifica 3.2. Hl comportamiento en situaciones generales 3.3. Dindmica del modelo 4, El acercamiento social-cognitivo . 5. El planteamiento critico de Mischel 5.1. Frente a los rasgos .. 5.2. Unidades de andlisis de la personalidad 6. La propuesta de Albert Bandura .. 6.1. El sf mismo como autocontrol 6.2. La autoeficacia ... 6.3. Funcionamiento del modelo 7. Valoracién del modelo interaccionista 8. Bibliografi Capitulo 14: LIDERAZGO Y ALTRUISMO EN EL CONTEXTO DE LA FAMILIA, por Aquilino Polaino-Lorente y Araceli del Pozo Armentia .. 1. Concepto de lider y liderazgo 2. Direccién y liderazgo 3, La personalidad del lider ayvRw 260 262 263 264 271 275 279 279 281 281 284 297 303 306 306 309 309 310 326 328 330 331 10 INDICE 4, Teorfas sobre el liderazgo. Persona y situacién: Los estilos de li- derazgo ... 349 5. El liderazgo en la familia .. 357 6. Algunas consideraciones acerca del concepto de altruismo 361 7. Teorfas acerca de la conducta altruista 361 8. La personalidad altruista .. 362 9. Premisas y factores determinantes de la conducta altruista 369 10. El comportamiento altruista y el comportamiento solidario ..... 373 11. Bibliografia ... 373 Capitulo 15: PERSONALIDAD, ANSIEDAD Y RENDIMIENTO, por Javier Ca- banyes Truffino . 376 1. Consideraciones iniciales .. 376 2. Delimitacién de conceptos .. 376 3. Andlisis del estrés y la ansiedad 379 4, El estrés como respuesta ... 380 4.1. Afrontamiento del estrés 382 4.2. Mecanismos de defensa frente al estrés 386 5. Estrés y personalidad 388 5.1. Enfoques sobre el estrés y la persor 389 5.2. Variables de la personalidad .. 390 5.3. Autocontrol y fortaleza .. 391 5.4. Ansiedad y percepcién de la autocficacia 392 6. Ansiedad y rendimiento 392 7. Situaciones de prueba . 394 8. Rasgo y estado de ansiedad 397 9. El papel de la situacién en el estrés y la ansiedad 399 9.1. El estrés en la vida cotidiana .. 401 9.2. Burnout 403 10. Bibliografia 405 Capitulo 16: PERSONALIDAD, AUTOCONTROL ¥ AUTOEFICACIA EN EL AM- BITO FAMILIAR, por Araceli del Pozo Armentia y Aquilino Polaino- Lorente . 408 1. Introducci6n 408 2. Personalidad . 408 2.1, Autocontrol 409 2.2. Estadios del autocontrol 4ll 2.3. Técnicas de autocontrol 4ul 3. La familia y los mecanismos de autocontrol Als 4, Autorregulacién .. . 418 4.1. La autorregulacién y el dominio de si en el contexto de la familia .. - 419 5. Autoeficacia .. 419 5.1. La familia y el sentido de autoeficacia 421 6. Bibliografia .... 423 INDICE ul Capitulo 17: LAS ATRIBUCIONES Y LA BUSQUEDA DE LA EXCELENCIA PER- SONAL EN LA FAMILIA, por Aquilino Polaino-Lorente y Araceli del Pozo Armentia 425 1. Introduccién 425 2. La teorfa de la atribucién. 426 3. La atribuci6n y las dimensiones causales .. 429 4, Las percepciones causales y la cuestidn de las diferencias indivi- duales . 432 5. Errores y sesgos atribucionales 433 6. Elestilo atribucional 436 7. La terapia atribucional 439 8. Las atribuciones y el contexto familiar . 440 9. La excelencia personal . 441 10. Bibliografia .. 443 Capitulo 18: LA PERSONALIDAD HOY: ENTRE LA AUTOAFIRMACION Y LA DES- PERSONALIZACION, por Aquilino Polaino-Lorente . 446 1. Introduccién 446 2. Personalidad y trabajo 446 3. Personalidad y adiccién al trabajo: «Workaholism» 452 4, Personalidad individualismo 458 5. Trabajo y familia 466 6. De Sisifo a Proteo . 470 7. Bibliografia . 475 Capftulo 19: PERSONALIDAD TIPO A, LIDERAZGO Y ALTRUISMO EN EL MA- TRIMONIO, por Aquilino Polaino-Lorente 476 1. Introduccién 476 2. La personalidad tipo Ay el matrimonio .. 477 3. La personalidad del lider y el matrimonio .. 483 4. La personalidad altruista y el matrimonio ...... 488 5. La personalidad ansiosa y los conflictos conyugales .. 494 6. Bibliografia .. 497 Capftulo 20: PERSONALIDAD Y CONFLICTOS CONYUGALES, por Aquilino Polaino-Lorente . Introduccién . La incapacidad para expresar, dar y recibir afecto . La pareja que «hace el ridiculo» . La personalidad envidiosa . La personalidad rencorosa y resentida . La personalidad que no tolera las frustraciones La personalidad celosa 7.1. Los celos y los mecanismos de defensa del yo 7.1.1. La negacién La emulacién creativa La sublimacién . 499 499 500 505 Sil 516 521 529 533 534 534 536 NAYVSseNE 12 FUNDAMENTOS DE FSICOLOGIA DE LA PERSONALIDAD 7.1.4. La represién 7.1.5. El desapego «. 7.1.6. La docilidad servil .. 7.2. El comportamiento celoso, la posesién afectiva y el auto- control ... 7.3. La educacién en la afectividad de las personas celosas 8. Bibliografia ... 537 539 541 Capitulo 21: LA AS{ LLAMADA «MADUREZ DE LA PERSONALIDAD», por ‘Aquilino Polaino-Lorente . 1. Introduccién . 2. Algunas caracteristicas generales de las personalidades maduras ... 549 545 2 1. Es realista ... 550 Aprende de los propios errores 550 Se acepta a s{ misma 551 Vive en el presente 551 . Controla su talante afectivo 552 Sabe conjugar el trabajo, las aficiones y el tiempo libre... 553 . Tiene capacidad de compromiso, responsabilidad y cono- cimiento personal 2.8. Ni domesticable, ni devorada por la masa 2.9. Es capaz de transformar y asumir la identidad personal ..._ 556 2.10. Es capaz de refrse de sf misma 597 2.11. Es critica, pero no criticona 557 2.12. Ama h libertad y tolera la aml 558 2.13. Profesionalidad, lealtad y espiritu de servicio 559 2.14. Sabe relacionarse con los dems .. 2.15. Sabe afrontar la enfermedad .... 2.16. Se siente segura de s{ misma y sabe vivir 561 3. Los criterios de la Asociacién Nacional de Salud Mental nor- teamericana 561 3.1, Se sienten confortables consigo mismos . 562 3.2. Piensan bien de los demas .. 562 3.3. Son capaces de aftontar las exigencias de la vida 563 4, Un decdlogo que puede ser titil para la madurez de la personali dad y la felicidad conyugal .. 563 5. Bibliografia ... Capitulo 22: AMOR ¥ PERSONALIDAD, por Aguline Polaino-Lorente 565 1. Introduccibn ....- 565 2. La expresién y donacién de afecto 566 3. La reciprocidad de la mutua donacién .. 568 4, Donacién y acogida del don... 570 5. Complementariedad y mejora de la personalidad 572 6. Libertad, personalidad y conflictos conyugales 573 7. Bibliografia 575 PROLOGO EI estudio de la personalidad se presenta, amable lector, como una tarea fascinante y problemdtica. Fascinante, porque en el fondo de cada persona subyace la intrincada y anhelante cuestién de saber cémo se ¢s, una vez que se ha constatado la casi imposibilidad de saber quién se ¢s. Tal fascinacién no es, pues, artificial, sino que responde a un deseo natural ¢ irreprimible: el de saber acerca de s{ para saber a qué atenerse. ProblemAtica, porque son muchos los estudiosos, las teorfas y las es- cuelas de psicologia desde las que se han abordado el estudio de la perso- nalidad. Nada de particular tiene por eso, que al principiante —menos avezado en el contenido de estas materias— tal vez le cueste un poco mds de esfuerzo pasar de uno a otro modelos de personalidad o que acaso se empecine en hacerlos chocar y en tratar de integrarlos en un solo modelo sintético, totalizante y casi siempre crfptico, incluso para sf mismo. El consejo de quien esto escribe es que renuncie a ese intento, al mismo tiempo que se le anima a tratar de llegar —eso s{— a una sintesis personal, tras la lectura de este manual, poco importa que se ajuste 0 no a las exigencias academicistas. Por lo general, al alumno le importa mds —le va en ello aspectos rele- vantes de su intimidad— dar razén de sf, es decir, conocerse, que «cons- truir» una perfecta sintesis, tan proteica como initil, para conducirse a sf mismo ¢ iluminar los pasos que ha de dar en la travesfa de su vida. Es conyeniente, sin embargo, que se deje seducir por el estudio de la psicologia de la personalidad —y a ello se le anima—, al menos por las im- plicaciones que esto pueda tener en el acercamiento a otras personas, con las que antes o después habré de encontrarse en el ejercicio de su profesién. Es probable que si se acerca a su estudio movido o motivado por es- tas circunstancias, se le allane el camino que emprende y hasta se deje cautivar por lo que se dice en el texto que tiene entre sus manos. 14 FUNDAMENTOS DE PSICOLOGIA DE LA PERSONALIDAD En tiltima instancia, aunque sélo fuera por «amueblar mejor su ca- beza psicoldgica», tal empresa valdrfa la pena. De esa mejora del «amue- blamiento» depende muchas veces la capacidad de plantearse problemas y reflexionar sobre ellos. Cualquiera que fuere el resultado que obtuviere, esto es siempre una gran cosa, pues comporta una cierta capacidad, que dilata y profundiza la propia personalidad a la vez que intensifica su densidad de persona. Escribiré ahora dos palabras acerca de los profesores que aqui han colaborado. Javier Cabanyes es neurélogo y doctor en Medicina, y proba- blemente uno esos raros profesionales de su especialidad que mds se han interesado en la practica por el estudio neuropsicolégico de la personali- dad, en pacientes psiquidtricos. Araceli del Pozo es Doctora en Ciencias de la Educacién desde hace més de una década. Si tuviera que subrayar algdn rasgo de su personali- dad que le caracterice como quien es, sin duda alguna, dirfa que su aper- tura y disponibilidad a la comprensién y necesidades del otro. Acaso por eso tenga tanta atraccién y poder de persuasién entre sus alumnos y com- pafieros de Universidad. Ambos colaboradores coinciden en haber impartido esta disciplina durante muchos afios en nuestra Facultad, en haber sido —en un tiempo ya ido— alumnos a los que dirigf sus respectivas tesis doctorales, y sobre todo —cémo no— en haber soportado la convivencia no interrumpida durante lustros con mi persona, cosa nada facil y muy de agradecer por quien esto escribe. En realidad, he de manifestar que me siento muy honrado de haber colaborado con ellos, pues sin su ayuda y estfmulo esta publicacién jamds se hubiera realizado. Por tiltimo, advertir al lector de que en esta publicacién se han cui- dado también ciertos aspectos antropoldégicos y humanistas que, de for- ma inevitable, enmarcan el estudio de la personalidad, de manera que el alumno no se enfrente al aprendizaje que realiza, de una forma desencar- nada o desvitalizada. Este es el discurso argumental que justifica el que se hayan incluido en esta monografia algunos contenidos como las diferencias entre perso- na y personalidad; el acercamiento fenomenolégico en Edith Stein al es- tudio de la persona —lo cual pudiera escandalizar a algunos y hacer que otros se sientan dichosos—; el estudio de las atribuciones y la busqueda de la excelencia en la familia; los riesgos que la personalidad tiene hoy, entre la autoafirmacién y la despersonalizacién; la personalidad y los con- flictos conyugales; la asf llamada «madurez de la personalidad»; etc. A la altura de la trayectoria académica en que actualmente se en- cuentra, quicn esto escribe, ha de confesar que ha reflexionado muchas PROLOGO 15 veces en las palabras de Bossuet que se transcriben a continuacién: «El hombre, pequefio por sf mismo, se avergiienza de su pequefiez, se afana por engrandecerse, para multiplicarse con sus titulos, con sus posesiones, con sus vecindades! Y, sin embargo, por m4s que se multiplique, para anonadarle no se necesita mds que una sola muerte. Pero él no piensa en tal cosa, y en el indefinido e imaginario acrecentamiento de la vanidad nunca se le ocurre medirse con el féretro, que es, empero, su tinica medi- da exacta». Después de repensar numerosas veces el contenido del anterior frag- mento, el autor de este prdlogo ha de reconocer que todavia le importa —aunque bastante menos que antes— lo que los demds puedan decir de 4: No tanto por lo que estrictamente digan como por el modo en que lo dicho por ellos pueda incidir en su modo de ser y hasta en la relativa re- configuracién de su personalidad, un tanto cristalizada ya a estas alturas de la vida. Es preciso admitir que las opiniones ajenas acerca de lo que las per- sonas realizan suelen influir en todas ellas. {Tanto nos importa, al parecer, la cuestién de la reputacién y el reconocimiento social! Causa un cierto asombro este pequefio misterio humano, para el que no disponemos de un estudio del todo clarificador y terminante. No obstante esta incerti- dumbre, ha de admitirse que algunos hemos encontrado un cierto con- suclo en el modo cn que Alejandro Poc responde a la pregunta, a este res- pecto nuclear: «Qué es la reputacién?» —se pregunta Poe—. «Una vida imaginaria en la vida de los demds, algo fuera de nosotros antes de nues- tra muerte». Madrid, 25 de junio de 2003 Prof. Dr. Aquilino POLAINO-LORENTE Catedratico de Psicopatologfa de la Universidad Complutense Capf{TULO 1 INTRODUCCION AL CONCEPTO DE PERSONALIDAD Aquilino Polaino-Lorente 1. Introduccién El concepto de personalidad es un término que deriva del griego (présopor) y del latin (personare, persona), que significa resonar, sonar con fuerza. Esta acepcién inicial le viene impucsta por cl papel que cada actor desempefiaba en la obra teatral, Persona era, pues, sinnimo de «persona- jer, y se designabs con ello la mdscane husca o caritula que empleaban los actores en las representaciones teatrales para amplificar el vohumen de su voz, al mismo tiempo que para ocultar su verdadero rastro y asi adaptar- se mejor al papel que representaban. Es probable que este uso inicial del término personalidad, concebido como mdscara, haya hecho un flaco servicio al concepto psicolégico de personalidad, tal y como éste es entendido por la gente. Hay una relacién inevitable entre persona y personalidad aunque, como observaremos mds adelante, sean muy diferentes en sus significados. Sin embargo, uno y otro se emplean, indistinta y funcionalmente, como si tuvieran el mismo significado, tanto por psicélogos como por la mayorfa de los hablantes. De aqu{ que pueda afirmarse que la personali- dad es el correlato psicolégico de! término persona que estudian los fild- sofos. La personalidad se nos ofrece como la denominacién que recibe el concepto de persona en el dmbito de la psicologfa, una vez que aquél ha sido descontextualizado de! marco filoséfico en que se origind. Nada de particular tiene que el concepto de personalidad, puesto hoy en circulacién en la mds amplia sociedad, constituya ante todo una imagen de la persona, la apariencia, el comportamiento que manifiesta en funcién del contexto y los determinantes sociales en que se encuentra, el modo de conducirse segtin el «escenario socials en que se halla. 18 FUNDAMENTOS DE PSICOLOGIA DE LA PERSONALIDAD Como tal icono, el concepto de personalidad se ha distanciado cada vez mds del de persona con el que, obviamente, est articulado de forma inevitable. La personalidad depende de la persona como de su propio origen. Segiin esto, el concepto vulgar de personalidad podria entenderse como algo aditivo y genitivo. Aditivo, porque es algo que se afiade o yux- tapone al ser de la persona, a pesar de que la imagen manifestada no se corresponda con la persona a la que dice representar. Es cierto que la persona se manifiesta y que esas manifestaciones constituyen, en un cierto sentido, algo que la representa. Pero la persona ni «tiene» una imagen, ni «es» una imagen. El ser de la persona trascien- de la imagen en que se manifiesta. De otra parte, esa «representacién» de su ser es siempre parcial, sectorial y muy limitada y restringida. Genitive, porque la peronalidad se concibe como algo, como una imagen o representacién de alguien, sin cuyo sujeto originario y «de perte- nencia» no seria posible. En realidad, aqui no hay una imagen de nadie. Para que haya imagen tiene que haber alguien detrds, es decir, un sujeto (subjectum; suppositum) que sustente, precisamente, la imagen que mani- fiesta 0 representa. ‘Tan importante es hoy este aspecto genitivo de la personalidad que, en el uso coloquial del lenguaje, es frecuente que la expresién «tener o dar buena imagen» signifique y se entienda como «ser alguien». Si no se dis- pone de una cierta imagen social, no sc ¢s alguien, sino «un nadie». Las manifestaciones de la persona, ese «algo» que las caracteriza, se mudan entonces en el elemento definidor del «alguien» al que represen- tan. Resulta curioso, por el contrario, que respecto de las cosas no se pre- dique en modo alguno esa «imagen». Lo mismo sucede respecto de los animales. De un caballo, por ejemplo, no se dice que dé buena imagen; del caballo se dice que tiene una buena estampa. A lo que parece, en los animales la imagen se transforma en estampa, que es tal vez otro tipo de representacién, desde luego de naturaleza muy diversa a la representacién de la persona. En conclusién, que la persona en la actual cultura es capaz de re- presentarse a s{ misma y generar iconos, que se Ilaman imdgenes, y que «tener buena imagen» es sinénimo de «ser alguien», Hasta aqui algunos as- pectos del concepto vulgar de personalidad de que mucha gente dispone. ‘Acaso, por eso, hay personas que hoy sacrifican su ser a la imagen que quieren tener, que sustituyen el ser por la imagen, que ofrendan —como un holocausto en el altar de la popularidad, el éxito, el poder o el dine- ro— el ser a la imagen. Desde este punto de vista, la personalidad no se- ria otra cosa que e/ icono que la persona representa frente a los demds. En otras ocasiones, se define la personalidad de alguien por el rol que representa, el trabajo que realiza o el puesto que desempefia. La ac- INTRODUCCION AL CONCEPTO DE PERSONALIDAD 19 cién o rol representado por alguien (el director general, por ejemplo, de una empresa), sustituye a su personalidad, a la que dice defini. Pero la personalidad de csa persona no sc identifica con el papel por lla representado. El papel que representa 0 la accién que acomete es ape- nas uno de los muchos efectos en que su persona se manifiesta. La perso- na es siempre mucho mds que su propio obrar o manifestarse. Su persona- lidad también. Otras veces, la personalidad se ha entendido como é/ conjunto de dis- ponibilidades, cwalidades y canacterlsticas personales, que permiten a una per- sona ser reconocida como quien es. Se supone que estas manifestaciones se han generado como consecuencia de que esa persona es actor de si mismo. Estas cualidades de su personalidad tienen una cierta estabilidad en el tiempo, lo que permite que esa persona sea reconocida por ellas como tal persona. Estas cualidades no se derivan o explanan en la mera actua- cién de la persona, como tampoco la sustituyen, sino que es la persona, precisamente, la que las hace posibles. En otros contextos, se emplea el término de personalidad para refe- tirse a la persona como sujeto de derechos y deberes ante la ley. Por esta via se incide en otras propiedades que, por estar mejor vinculadas a la persona, son més propias de ésta que de la personalidad. Este es el caso, por ejem- plo, de conceptos como dignidad, respeto y autoridad. Acerca de la permanencia o lo permanente de la personalidad, hay que afirmar que lo que a ella le caracteriza es una cierta versatilidad, la que viene exigida por una doble condicién: la necesidad de adaptarse al medio (siempre cambiante) y ¢/ dinamismo y creatividad de la persona, en tanto que ser irrestrictamente abierto, en que aquella se fundamenta. Entre sas manifestaciones de la personalidad, cn funcién del con- texto, puede haber algunas de ellas un tanto contradictorias, lo que prue- ba, de una parte, que la estabilidad de la personalidad no es sindnimo de inmutabilidad, y, de otra, que el contexto puede ejercer una importante presidn sobre el moldeamiento de la personalidad. La persona es siempre /a misma —en el sentido, de que hay en ella rasgos y caracterfsticas que resisten y sobreviven a todos los cambios—, pero no se comporta ni: experimenta siempre /o mismo, en funcién del contexto social en que esta. La persona es siempre la misma —lo que manifiesta ef nzicleo de su identidad, al que han de referirse todas las cosas—, pero ni se siente, ex- perimenta y manifiesta de la misma manera, lo que en modo alguno con- tradice su identidad. Esta iltima caracterizacién puede manifestar una cierta limitacién de la persona, pero también la condicién de posibilidad de la variabilidad y mudanza de su personalidad y, por tanto, de su libertad. 20 FUNDAMENTOS DE PSICOLOGIA DE LA PERSONALIDAD Identidad y libertad personal, como luego se estudiar4, no se contra- ponen sino que se exigen mutuamente, lo cual es posible gracias a la flexi- bilidad —-que no rigidez— de la personalidad. Por eso, aunque Ia persona no es como tal predecible, si que pueden serlo algunos de sus comportamientos. Hasta cierto punto, cuanto mayor sea el conocimiento de la personalidad de un sujeto, mayor serd la proba- bilidad de que se acierte en las predicciones que acerca de su comporta- miento pueden hacerse. Pero conviene estar avisado de que, atin asi, muchas de esas predic- ciones no se cumplen, especialmente las formuladas respecto de aquellas disponibilidades que pertenecen al micleo intimo de la persona y su li- bertad. Por eso se ha afirmado —y con toda raz6n— que /a persona en cuan- to tal no es predecible. Sea como fuere, en esto reside gran parte del valor de utilidad y eficacia que tiene el estudio de la personalidad: en que algu- nos comportamientos de la persona pueden ser predecibles. Una de las principales funciones de la personalidad es que la persona se adapte al medio. Los modos en que una persona se adapta al medio son, con relativa frecuencia en la prdctica, los mismos © muy parecidos. Estos modos pueden apresarse y estudiarse en la personalidad en que se manifiestan. De aqui que segtin scan éstos, as{ son en algunas ocasiones los ctiquetadas sociales que se asignan a la persona, como si se tratara de un auténtico correlato social de su personalidad. A la interaccién entre el individuo y el ambiente se le ha asignado una relevante funcién en la génesis de la personalidad. Hoy se piensa que las co- sas estén a mitad de camino entre los factores ambientales y genéticos. Se dice que la tesis mas probable es la del interaccionismo. La personalidad es entendida como un constructo, la construccién abstracta que cada persona hace de s{ misma, seguin la cultura en que vive y la educacién que recibe. Lo propio de la personalidad —a pesar de los etiquetados que de ella se hagan— abarca tanto la conducta externa de la persona, puiblicamente observable, como su experiencia interna. La personalidad no es por ello s6lo los gestos, comportamientos y manifestaciones que pueden ser ob- servadas para construir un determinado etiquetado, mds 0 menos acerta- do. En la personalidad se integran también los deseos, pensamientos, sentimientos y convicciones, es decir, todo eso que constituye Ja experien- cia interna y el mundo subjetivo de la persona, de donde proceden las ma- nifestaciones que luego son observadas. Tal vez ef etiquetado social naufraga tantas veces, porque no dispone del conocimiento de lo que es mas peculiar y caracter(stico de la persona singular ctiquetada. El etiquetado social muy rara vez hace justicia a la persona y es un «diagnéstico» muy insuficiente de la personalidad. INTRODUCCION AL CONCEPTO DE PERSONALIDAD a La causa de ello est4 en que ef conocimiento de la persona es muy esca- 50 y que en el sistema de atribucién y calificacién empleado, rara vez estén ausentes las estereotipias, prejuicios y sesgos medidticos y encubridores de las auténticas cualidades de la persona. La personalidad que a través de ese etiquetado se manifiesta no es sino la estereotipia formulada y establecida, de forma consensuada y en publico, por la gente que dice conocer a la persona, a la que ignora casi por completo. Este modelo se construye de ordinario trasladdndose el etiquetador desde la psicologia de la atribucién a la psicologia de la ine cia. Primero, se le atribuye a una persona determinado rasgo o cuali y, més tarde, se infiere de esa misma atribucién el rasgo en que luego po- der fundamentar tal etiquetado. Muchas de las atribuciones que se hacen sobre uno mismo 0 sobre los demds jamds fueron comprobadas mediante la observacién de deter- minados hechos. Y, lo que es peor, la mayoria de ellas son tomadas como verdades, axiomas o postulados irrebatibles. De aqu{ que mucha gente entienda por personalidad apenas un con- junto de inferencias mal construidas y de escaso rigor, que ni siquiera tie- ne el fundamento de los hechos que han sido rigurosamente probados, mediante la atenta observacién. Los partidarios de este etiquetado suelen afirmar que Ja personalidad no se ve, pero se infiere. Pero cualquier psicdlo- go avezado, podria hoy desmentir tal afirmacidn, con argumentos y prue- bas irrefutables. En los capftulos que siguen, amable lector, se pasar4 revista a algunas de las definiciones que acerca de a personalidad se han dado, asf como a has escuelas y teorfas mds emblemadticas acerca de la personalidad, actual- mente en uso. Algunas de ellas son mds acertadas que otras pero, en cual- quier caso, todas ellas coinciden en un hecho comin: la imposibilidad de describir por completo, de dar razén del ser de una persona concreta. La mayorfa de las definiciones a que se aludirdn, lineas adelante en esta monogtafia, proceden de muy diversas teorfas acerca de lo que sea la personalidad. Esto quiere decir que hay casi tantos conceptos de persona- lidad como teéricos de la personalidad. Cuando esto acontece puede concluitse, entonces, que algo muy grave sucede: que el conocimiento de la personalidad de que disponemos en la actualidad descansa mis en el punto de vista, la perspectiva formal adoptada por el respectivo estudioso del tema (objeto formal de la psico- logfa de la personalidad), que en la concreta realidad de lo que ¢s cada persona (objeto material). Tales acercamientos al estudio de la personalidad comportan, qué duda cabe, ciertas limitaciones. Pero, sin duda alguna, hay que reconocer que a través de cada una de estas teorfas se ha podido aprehender ciertos 2 FUNDAMENTOS DE PSICOLOGIA DE LA PERSONALIDAD aspectos de la personalidad, que permanecieron escondidos, velados y ocultos a la consideraci6n humana hasta el advenimiento de esas concre- tas y determinadas teorfas de referencia. Ademés, los diversos puntos de vista de que se parte en cada una de estas teorfas —la multiplicidad de los puntos de vista— han contribuido, preciso es reconocerlo, a enriquecer el conocimiento de lo visto. Con todo ello, hay que concluir que ha habido un indudable pro- greso en el conocimiento de la personalidad humana. Hay muchos indi- cadores empiricos de este progreso, que muestran una mayor eficacia en el conocimiento de la personalidad. Este es el caso, por ejemplo, de la aplicacién de estos conocimientos al ambito de la orientacién y seleccién profesional, la psicopatologia, la psicologfa cl{nica, la orientacién fami- liar, la terapia de pareja, etc. Pero una vez reconocida la validez y eficacia de estas aportaciones, hay que afirmar también que el conocimiento de la personalidad se que- da corto, especialmente si lo comparamos con respecto al conocimiento de las personas. ‘A lo que parece, la persona esté mas alld y mas profundamente arraiga- da que la personalidad. Seguin esto, la personalidad no es sino el epifendme- mo manifestativo de la persona, por otra parte un tanto restringido, segdin los factores, rasgos, dimensiones, variables psicofisiolégicas, etc., previa- mente disefiados y estudiados en ella, desde la teorfa que estd en su base. 2. Algunas dificultades en el estudio de la personalidad El concepto de personalidad ha tenido que habérselas con una mul- titud de importantes escollos, muy dificiles de salvar; tan dificiles, que no estamos seguros de que en la actualidad estén del todo superados. Una primera dificultad surge al considerar los rasgos o caracteriza- ciones de la personalidad que definen a cada persona en concreto. Aun- que es cierto que la personalidad abarca el conjunto variadisimo de todas las cualidades que definen a un ser humano, concreto y singular, no lo es en menor grado que con este término no se designa un conglomerado, ni la suma de las diferentes cualidades que se tienen, ni siquiera el mosaico multicolor, peor 0 mejor compuesto, que resulta de solapar ¢l variadisi- mo mimero de las pequefias piececitas. La personalidad es una, aunque para su estudio algunos autores (All- port, 1937; Cattell, 1950; Mischel, 1979) la hayan descompuesto en un espectro amplisimo de fuactores y rasgos. Quede, pues, aqui constancia de lo que la personalidad no es: la agiega- cién, adiccin, yuxtaposicién, recomposicién o integracién de un mayor INTRODUCCION AL CONCEPTO DE PERSONALIDAD 23 © menor ntimero de rasgos que, en algtin modo, se encuentran disocia- dos y como a la espera de ser asumidos por la persona ala que dicen ca- racterizar. Yes que, como dice Pinillos (1975), «en un cierto sentido es claro que el andlisis de procesos es legftimo y absolutamente necesario; lo que ocutte: entre otras enses, 0s que la nocidn de personalidad tiene wal acco modo en una psicologla que descuide la integracién de los procesos en un nivel de totalizacién superior a la suma de los componentes. Si hay algo que la personalidad no es, es una mera coleccién de procesos inco- nexos; de cualquier modo que se entienda, ef concepto de personalidad dice relacién a algin tipo de substantividad, sca animica, consciente u orgdnica (...). Huelga afiadir, claro est, que slo una psicologta que de algin modo sea compatible con la nocién de sujeto, tiene en realidad cabida el estudio de la personalidad» (la cursiva es nuestra). Parodiando lo que Aristételes afirmase respecto del alma, podrfa sostenerse aqu{ también que la perso- nalidad es, en alguna medida, todas las casas. Una segunda dificultad surge de la consideracién de los factores que se han distinguido en ella, segtin dos polos: variabilidad 0 permanencia. La personalidad es sobre todo dindmica, una realidad abierta y cambiante en el decurso temporal en que se inscribe; pero al mismo tiempo, se ob- serva en ella una cierta permanencia que, a modo de sustrato, nos permi- te reconocernos como quienes somos a pesar de los cambios; algo que re- sistiendo parcialmente al cambio se nos aparece como lo que da sentido unitario al modo personal y singular de ser y conducirnos, cualesquiera que sean las variadas circunstancias envolventes. Razén de ello da Zubiri (1963), al afiemar que «el hombre existe ya como persona en el sentido de ser un ente cuya entidad consiste en tener que realizarse como periond, tener que elaborar su personalidad y su video (la cursiva es nuestra). La tercera dificultad consiste en que la personalidad se instala de modo ambiguo, a mitad de camino entre lo bioldgico y lo cultural. Condi- cionada por la herencia biolégica, no se deja determinar por ésta, sino que remontando el restringido y limitado horizonte corporal, acaba por ampliarlo segtin las influencias que el medio ambiente ejerce sobre ella y a las que ha de adaptarse. La personalidad tampoco se reduce a un mero producto cultural. Su adaptacién alo circunstancial no es tanta que se transforme en la sombra de una sombra, una especie de suefio que se constituye segiin el contra- balanceo resultante de los encontrados vientos existentes en un determi- nado momento cultural. ‘Al determinismo hereditario se opone la plasticidad del desarrollo bio- légico y su modificabilidad por el ambiente, en funcién de la tarea adap- tativa que le es propia. 4 FUNDAMENTOS DE PSICOLOGA DE LA PERSONALIDAD Al determinismo cultural le opone resistencia la especifica constitu- cién biolégica, que nunca es tan plistica que autorice su total y radical remodelado por las influencias culturales. En cualquier caso, naturaleza y cultura, biologia y sociedad, historia biogrdfica y herencia genética, acuden puntualmente a la cita para con- formar la personalidad, conjunta y proporcionadamente, fundiéndose asf en un abrazo indisociable. Cada hombre concreto tiene un modo especifico de personalidad que le hace singular, irrepetible y distinto a los demds. Y, sin embargo, como decia Yela (1967), «el aspecto diferencial no es el tinico ni el mds fundamen- tal ni distintivo de la personalidad. Considerar la personalidad solamente desde el punto de vista diferencial constituye una postura teérica, por lo dems no infrecuente, que pudiera Ilamarse reduccionismo diferencial. Segiin esta postura los hombres tienen personalidad porque son dis- tintos. La personalidad es la suma o resultado de los aspectos en que los hombres difieren. Hay personalidad porque hay diferencias. Si no hubie- ta diferencias no habria personalidad. Cabe preguntarse si no ser4 al contrario. Que las diferencias que se observan entre los hombres son como son, precisamente porque la con- ducta del hombre es como es. Que no es que los hombres tengan personali- dad porque son diferentes, sino que son diferentes porque tienen personalidad (la cursiva es nuestra). Pero, de otra parte, es preciso admitir, simultdéneamente, un comtin de- nominador —m{nimo, pero constante en todas las personas—, que permi- te el estudio comparativo de la personalidad humana. De aquf que la sin- gularidad y esta relativa pluralidad no signifiquen sino ese relativo claroscu- To que entorpece, ala vez que posibilita, el estudio de la personalidad. Nuttin (968) lo ha visto muy bien al escribir que «todo ser vivo, y més especialmente el animal, constituye un todo mds 0 menos unificado en sf mismo (indivisum o no dividido) y, por este hecho, intrinsecamente distinto del resto». Hay, por tiltimo, otra no pequefia dificultad cuando los investigadores intentan adentrarse en el estudio de la personalidad. La ciencia positiva en que la psicologfa actual se ha transformado, demanda para sf las exigencias de la objetividad. Pero es el caso que la personalidad connota y supone una inmediata referencia a la subjetividad. «No existe ciencia mas que de lo universal», decia Platén, y he aqu{ que el objeto de la ciencia que deseamos edificar esta realizado sobre lo personal, es decir, en lo particular. No sorprende por todo ello que ante esta sinfonfa de dificultades, al- gunos autores hayan optado por instalarse en una nueva posicién escépu- ca, ¢ incluso despreciadora y un tanto agresiva, frente a la labor ¢jercida por la psicologta. INTRODUCCION AL CONCEPTO DE PERSONALIDAD 25 «Escritores como éstos —escribe, por ejemplo, Stephen Zweig, refi- riéndose a la grandes plumas de las letras universales— son gigantes de la observacién y de Ja literatura, mientras que en la psicologfa, el campo de la personalidad est4 en manos de hombres inferiores, meras moscas, que tienen el ancla seguro de un marco cientifico para ubicar sus insignifican- tes trivialidades y sus pequefias herejfas». Estas criticas, mds bien aceradas y, desde luego, muy poco puestas en raz6n, no s¢ le ocultan al psicdlogo. En una publicacidn de Allport, puede leerse una pequefia an¢cdota, muy significativa a este respecto. «Un critico hizo una observacién dspera. Cuando la psicologia habla de personalidad humana, expresd, no dice mds que lo que siempre dijo la literatura, sélo que lo hace con menos arte». No cabe duda, pues, que la definicién de este concepto plantea un sin fin de obstdculos, todavfa por esclarecer. Después de las dificultades antes aludidas, resulta comprensible que investigadores relevantes, adscritos a una multitud de escuelas diferentes, hayan llegado a conceptos muy variados en torno al tema que aqu{ nos ocupa. En un libro de Allport (1963), hoy considerado como clésico, se analizan mds de cincuenta definiciones acerca de la personalidad. Y¥ es que, como escribe Pelechano (1973), «carece de sentido postu- lar una definicién que pretenda ser a la vez completa y verificable». Pasar revista aquf, a todas las teorfas acerca de la personalidad, excederfa en mucho las pretensiones muy concretas de esta breve publicacién. El lec tor interesado puede consultar extensos ¢ importantes manuales en que aquellas se exponen sistemdticamente. Algunos autores la han definido como la integracién de todas las ca- racter{sticas del individuo, modificada por los intentos de adaptacién a su medio, continuamente cambiante. Se subrayan aqui los aspectos de adaptacién y ajuste. En este mismo orden se inscribe la definicién de personalidad pro- puesta por otros, en que se subraya ese modo habitual de ajuste que los organismos efecttian entre sus pulsiones egocéntricas y las exigencias del ambiente. Por contra, otros insisten més en e/ aspecto integrador de la personali- dad, es decir, en aquello que ordena y da coherencia a los diversos tipos de conducta que al hombre conciernen. Allport (1937) la define como «la organizacién dindmica, interna al individuo, de los sistemas psicofisicos que determinan un ajuste tinico a la situacién», Se hace hincapié aqui en el aspecto organizador y unitario, a pe- sar de su dinamismo, que como sustrato sostenedor del operar humano sale garante y legitimador de aquella actividad. Con la referencia obligada a /os sistemas psicofisicos se integran las cualidades —bioldgicas y psicolégicas, heredadas y adquiridas— que dan 26 FUNDAMENTOS DE PSICOLOGIA DE LA PERSONALIDAD razén del modo peculiar de comportarse personalmente. Con esto se sale al paso de que e! hombre no es un mero producto cultural (determinismo ambiental), ni un mero esclavo del cédigo genético heredado (determinis- mo bioldgico) La insistencia en la finalidad adaptativa de la personalidad, el hecho de ajustarse a las situaciones, de un modo personalizado y tinico, consti- tuye otro indicador més que distingue a cada persona y que la hace dife- renciarse perfectamente de las demés. Son muchos los autores que la definen de un modo descriptivo y to- talizador, entendiéndola como un conjunto estable de caracterfsticas y tendencias que determinan las semejanzas y diferencias de la conducta psicolégica (pensamientos, sentimientos y actos) de la gente, que denota continuidad en el curso del tiempo, y que puede o no interpretarse facil- mente con referencia a las normas sociales, biolégicas y de presién, origi- nadas exclusivamente por la situacién inmediata. Cada definicién esté ligada, al parecer, al marco desde el que el cien- tifico contempla un conjunto de conceptos empfricos muy particulares. A modo de sintesis parece recomendable trasladar aquf las notas propues- tas por Pinillos (1975) a quien seguimos, a este respecto. La personalidad significa: 1. «Algo distintivo y propio de cada individuo». 2. «La presencia de un modo habitual de responder a situaciones he- terogéneas», 3. «que tiende a interpretarse en términos de sistema de rasgos 0 de organizacién global de funciones adaptativas, més bien que como un mero sumatorio de elementos inconexos», 4, ay que esté abierto a un conjunto de determinantes biolégicos y sociales, que inscriben las funciones cognoscitivas y decisorias del yo en una reticula de relaciones que las condicionan profiundamente». 5. La personalidad es «el sistema de indicadores que permiten la pre- diccidn del comportamiento bajo condiciones espectficas, y que en tanto que pucdan formularse cn Leyes reguladoras de dicho funcionamiento, constituyen el objeto de la psicologia de la personalidad» (la cursiva es nuestra). ¥ es que en la personalidad, lo que se trata de formar, no es un mero accidente sobreaftadido, a modo de ornato o elemento decorativo en un sujeto cualquiera; ni tampoco un agregado de factores que, dispuestos en determinada secuencia, posibiliten la adquisicién de un mayor o menor éxito social. La personalidad, en s{ misma considerada, no es algo solamente cuan- titativo, que autorice ser valorada segtin criterios matemdticos, aunque INTRODUCCION AL CONCEPTO DE PERSONALIDAD, a ello no sea un obstdculo para que los factores en que puede descompo- nerse —por razones de estudio, por ejemplo—, sean objeto de un andli- sis matemitico. En este sentido, no resultan nada afortunadas expresiones —por otra parte, muy usuales—, que se predican de otros, como «tiene mucha per- sonalidad> o «no tiene ninguna personalidad». Tener o no tener persona- lidad, en el sentido aludido, implica haber confundido el ser con el tener (Polaino-Lorente, 1976). La personalidad es lo que se es —fruto, eso sf, de una s{ntesis muy amplia: factores genéticos, bioldgicos, familiares, socioculturales, etc.— y no algo superpuesto al ser y posefdo por éste, ficil al cambio como si de una prenda epidérmica se tratara. 3. Persona y personalidad La persona, no obstante, es el fundamento de la personalidad, la ra- z6n Ultima por la que cada ser humano es lo que es y no otro. La perso- nalidad, en cambio, es una explicacién, siempre penultima e incompleta, del modo en que se conduce cada ser humano. De aqui que el estudio de la personalidad jamds abarque la totalidad de la persona estudiada. Lo cual no obsta para que ciertos aspectos relevantes de la persona se expliciten y puedan ser conocidos a través del estudio de la personalidad. En este punto, considero que es importante salir al paso de otros tér- minos —en mi opinién, desafortunados— con los que se designan a las personas, tal y como frecuentemente comparecen en los manuales de psi- cologia al uso. Me refiero, claro estd, a conceptos como «individuo» y «sujeto». Ninguno de estos términos tiene legitimidad alguna para susti- tuir al concepto de persona. El término individuo, por ejemplo, subraya sobre todo algo que es obvio: que ese ser no es divisible, que ese ser no puede ser dividido. Su empleo también viene determinado, en otras circunstancias, para desig- nar una cierta carencia: la ignorancia o desconocimiento de la persona y/o su condicién, a la que se refiere. De acuerdo con estos significados, no parece que deba prodigarse su uso en el Ambito de la bibliografia cien- tifica, a pesar de que en la actualidad sea moneda de uso corriente. Algo parecido sucede con el término sujeto. Con este término se hace referencia a una persona innominada, bien porque se ignora su nombre (y todo lo que como tal le caracteriza), o bien porque el hablan- te no quiere singularizarla. EI hecho de que la persona sea innominada, la identifica, en cierto modo, con el anonimato; transforma el ser singular, tinico ¢ irrepetible 28 FUNDAMENTOS DE PSICOLOGIA DE LA PERSONALIDAD que es (persona), en un ser igualitario, repetible y, hasta cierto punto, equiparable a los restantes seres humanos. Esto supone que el empleo del término «sujeto» desnaturaliza y tergiversa, en cierto modo, las notas dis- tintivas en que consiste el hecho de ser persona. En cierto modo, se comprende —aunque no se justifica—, que se hays incurrido en tal reducctonismo. Al cientifico y al teSrien de la per- sonalidad lo que les interesa es identificar y apresar leyes, es decir, obtener teglas universales, con cuyo concurso pueda darse razén del comporta- miento humano. Pero esto implica una abstraccién selectiva y precisiva —a pesar de que sea necesaria para el estudio del hombre empirico—, que se compa- dece muy mal, que traiciona en cierto modo la naturaleza de la persona. Es precisamente por esta dificultad por lo que el alcance explicativo de las teorfas de la personalidad sea tan corto, a la hora de explicar la mane- ta de ser de una persona singular. Esto acontece, precisamente, porque se ha reducido con anterioridad a la persona estudiada —mediante una abstraccién siempre parcial— a la formalidad particular y especial desde la que se estudia. Y, naturalmente, tal reduccionismo constituye un poderoso obstéculo para la pretendida sexplicacién» acerca de esa persona. @Significa esto que haya que renunciar al estudio de la personalidad? No, en modo alguno serla legitima esa renuncia. El hecho de que cual- quiera de los procedimientos hoy disponibles sea incompleto e insatisfac- torio para la cabal explicacin del comportamiento de una persona, no empece para que podamos disponer de él con una cierta eficacia. Que se cexpliquer parcialmente una realidad es mucho mejor que ano se explique on absolusos. He aqui las luces y sombtas, la grandera y la miseria de los resultados de las investigaciones acerca de la personali- dad. Por eso mismo no es de extrafiar que dispongamos de tantos puntos de-vieea (y-de tan diversas veosies) acerca de la: personalidad. En realidad, si se comparan las caracterfsticas con las que se trata de identificar la personalidad de alguien con las caracteristicas de esa misma persona, en tanto que persona, se descubrird en seguida que hay entre ellas una evidente contraposicién. Baste recordar aqu{ que la persona, cada persona es singular, tinica, inabarcable, incognoscible, irrepetible, insustituible, no predecible, inconmensurable y libre. Si se hacen chocar estas categorias con otras cualesquiera, propias de una determinada teorfa acerca de la personalidad, se comprobard la fra- gante contradiccién a la que antes se aludia, ademas del implicito reduc- Gonismo en que se incurre. Viene aqui a cuento unas palabras de F. M. Klinger en las que se si tetiza lo que se acaba de decir: «os fisidlogos, los psicélogos, los antropé: INTRODUCCION AL CONCEPTO DE PERSONALIDAD 29 logos y los anatémicos descifran, describen, explican y diseccionan al hombre para decirnos lo que el hombre es y de qué se compone. Pero no alcanzan a decirnos lo que une sus elementos, lo que le hace hombre. De igual manera, el salvaje intenta buscar en el latid la musica de los euro- peos haciéndolo afiicos». EI dramatismo de esta metéfora puede resultar patético y un tanto desalentador. Hay en ella, en efecto, un tanto de exageracién, porque ningtin psicélogo de la personalidad ha hecho «afiicos» a ninguna perso- na cuando la estudia. Pero aporta también un micleo de verdad, puesto que cualquier in- dagacién psicolégica acerca de la personalidad resulta insuficiente a la hora de explicar por qué esa persona se conduce en el modo en que lo hace. La personalidad es un trasunto de la persona, cuyo estudio, a pesar de multiplicar los puntos de vista, no es suficiente ni omniabarcante de la entera condicién de la persona. En cierto modo, la psicologfa de la personalidad lo que hace es des- componer al hombre mediante un cierto anilisis sectorial, apresando ciertas dimensiones, rasgos o caracteristicas. Pero con la sola recomposi- cin de las caracterfsticas que previamente se han aislado, casi nunca puede sostenerse un conocimiento totalizante, completo y unificador de la persona estudiada. Y es que la parte jamds puede explicar el todo. Tal vez por eso, cuando la persona se hace la pregunta més elemental y otiginaria respecto de si misma (;quién soy yo?), apenas si encuentra al- guna ayuda en los resultados de los estudios de personalidad que le han sido practicados. Acabamos de ver la insuficiencia de los estudios de la personalidad para dar cuenta y razén de lo que es la persona. Pero tampoco una inda- gacién filoséfica acerca de lo que la persona sea arroja suficiente luz sobre el problema. Es cierto que la persona es un «quién» y no un «qué; un alguien» y no un «algo»; un «yo» y no un mero «ello». Pero el alcance de estas indagaciones continta siendo un tanto oscuro e incompleto. La tradicional definicién de Boecio, «sustancia individual de natura- leza racional», esté muy puesta en raz6n, desde la perspectiva filoséfica, pero afiade muy poco, practicamente nada, al conocimiento psicolégico de la persona. En la anterior definicién se pone el énfasis en la «naturale- za racional» de la persona, lo que es muy acertado, por constituir el fun- damento mismo —abierto a numerosas y diversas explicitaciones—, de lo que es la persona. En esta definicién estén implicitas otras caracteristicas relevantes ¢ irre- nunciables de la persona. Este es el caso, por ejemplo, de la capacidad de querer y de la libertad humana, propicdades de la voluntad. Ambas caracte- risticas desvelan que la persona es wn ser irrestrictamente abierto (Polo, 1996).

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