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1. INTRODUCCIÓN
Autores de la talla de R. Mattessich (1964-2002) y de C. García Casella (2000), coincidiendo con este
objetivo de “producir conocimiento esencialmente cuantificado”, incluyen en sus definiciones de
contabilidad las tareas de “descripción cuantitativa” de ingresos o agregados de riqueza, o de la
existencia y circulación de objetos, hechos y personas diversas de cada ente u organismo social,
respectivamente (p. 19).
Considerando que la valoración es un caso especial de medición y que ésta ha sido utilizada por la
disciplina contable desde sus orígenes para representar la realidad económico financiera, debemos
recordar los comentarios que al respecto realiza W. Chua (1986 p. 617):
Paralelamente, al haberse ampliado el objeto de estudio de la disciplina, hacia una realidad socio
ambiental amplia (L. Fernández Lorenzo, 2006, p.5), surgen nuevas ramas o especialidades
contables y por ende, los problemas de medición se diversifican.
Es por todo ello que se considera de vital importancia el estudio de esta temática con un enfoque
científico, complementado por los aportes de otras disciplinas sociales.
A los fines de abordar la temática de medición contable, resulta necesario analizar determinados
aspectos que se consideran relevantes. Algunos de ellos fueron analizados en anteriores
investigaciones (Fernández Lorenzo y Barbei, 2004; Barbei y Fernández Lorenzo, 2004; A. Barbei,
2005 y Fernández Lorenzo y Barbei, 2006). A continuación se los trata de interrelacionar y
complementar con otras propuestas.
Partiendo del significado que comúnmente se le asigna, la medición es la acción y efecto de medir,
siendo definida esta última actividad como “la determinación de la cantidad de una magnitud por
comparación con otra que se toma como unidad” (Enciclopedia Larousse, 1971).
Pero como se ubica a la disciplina contable en el ámbito de las ciencias sociales, resulta interesante
recurrir al concepto que de la misma plantea S. Stevens al aplicarlo a la psicología. “Medir es asignar
numerales a los objetos o acontecimientos de acuerdo con ciertas reglas” (Wainerman el al., 1976, p.
17). Este autor resalta la utilidad de las matemáticas, sin dejar de reconocer que son un invento
humano y la importancia de comprender de qué modo ellas sirven de modelo para representar
operaciones empíricas.
J. Mosterín (2000, p. 45) distingue entre metrización y medición: “Metrizar un ámbito cualitativo
consiste en representarlo numéricamente…” o se introducir un concepto métrico, también llamado
concepto cuantitativo, magnitud o unidad de medida, que no tiene correspondencia en el lenguaje
ordinario. Estos conceptos métricos son una creación de los lenguajes científicos. A través de los
mismos es posible asignar un número, vector, etc. a objetos o sucesos, es decir que es posible
medir.
Entre las escalas, F. Carillo Gamboa (1983) y el autor antes citado, coinciden en mencionar la
nominal, la ordinal, la intervalar o de intervalo y la proporcional o de razón.
En este orden de ideas, R. Mattessich (1964-2002) sostiene “… que la medición más básica es la
clasificación, que constituye un proceso discriminatorio fundamental por el cual varias categorías
pueden se identificadas y distinguidas a través de numerales” (escala ordinal). Como el aspecto
clasificatorio ha prevalecido en la disciplina contable, comenta que la contabilidad es señera en
“medición” de hechos sociales.
La escala ordinal crea un orden de precedencia o jerarquía de clases. En contabilidad, estas dos
escalas se aplican en la confección de un plan de cuentas. La tercera impone la regularidad de los
intervalos de clase y puede ser aplicada en el costeo standard y la cuarta requiere de un punto cero
que no sea elegido arbitrariamente sino que se halla dado más allá de las meras convenciones (R.
Mattessich lo ejemplifica con un activo totalmente amortizado) (pp. 57-58).
Cañibano Calvo (1979) incorpora una quinta escala al sostener que “…el método contable maneja
una escala múltiple o multidimensional, ya que los datos sometidos al mismo son medidos de acuerdo
con varias escalas cada una de las cuales expresa sus resultados en una distinta dimensión.” (p. 70)
Al tratar este tema, R. Mattessich (1964-2002), hace referencia a una escala que surge de la
combinación de varias dimensiones, pero que la distingue de las denominadas escalas múltiples, que
se utilizan frecuentemente en la práctica concreta, por ejemplo la combinación de tres mediciones de
distancia produce una nueva medición: el volumen, que se determina a través de la misma escala de
proporciones. En contabilidad, una transacción contable es un caso de medición múltiple pero
realizada a través de escalas diferentes. Así “… puede considerarse que la `base´ de la transacción
está dada por dos dimensiones que miden objetos a través de la misma escala nominal (plan de
cuentas). La palabra `hecho´ implica una dimensión temporal que no debe descuidarse…. Puesto que
estamos, sin embargo, tratando con magnitudes de `propiedades´ (valores), debemos añadir otra
escala (esta vez una escala de proporciones) sobre la cual podamos medir estas magnitudes”
(Mattessich, R., 1964-2002 p. 73).
Como toda medición debe brindar una adecuada representación del atributo medido de un objeto o
transacción por medio de numerales, estos campos cobran relevancia en la disciplina contable. De
ellos dependen la correspondencia entre las representaciones y los objetos representados, y entre las
primeras y los usuarios de las mismas.
En el proceso de medición es necesario seleccionar el objeto o suceso a medir y el o los atributos que
mejor los representen. La selección de estos últimos se encuentra estrechamente relacionado con los
objetivos perseguidos con la medición; tales como poner de manifiesto la situación financiera de un
ente a fin de captar fondos o de decidir una inversión que contribuya al desarrollo sustentable, etc.
Puede suponerse que éstos condicionan la selección de variables relevantes que caracterizan el
fenómeno a medir, los instrumentos elegidos y por ende los resultados del proceso.
“Aquí se hace presente una cuestión central que es la subjetividad en las mediciones contables
debido a las distintas elecciones sobre los elementos antes reseñados. En esta línea, García Casella
y Rodríguez de Ramírez (2001) analizan lo planteado por Chambers en 1969, quien sostiene que las
mediciones sólo son aproximaciones, dependiendo su exactitud de la variabilidad del objeto, del
contexto, de los instrumentos y del observador (en este caso el profesional contable). A través de las
mismas el individuo realiza una operación de abstracción ya que se determinan dimensiones o
variables de relevancia y de acuerdo a las mismas se desarrolla el proceso de medición” (Fernández
Lorenzo y Barbei, 2006).
De lo antes dicho debe resaltarse la importancia de poner de manifiesto los objetivos perseguidos en
un determinado proceso de medición.
Una vez diseñada y aplicada una escala, tal como lo señala C. Wainerman (1976, pp. 10-11),
obtenemos números que representan un atributo de los objetos o fenómenos medidos. Pero
“…dichos puntajes están determinados por –y por lo tanto reflejan- no solo la(s) variables(s) que se
pretende medir sino también una variedad de otros factores…que dependen de los sujetos, del
instrumento y de su aplicación”. Estos factores tienen efecto sobre dos aspectos esenciales de una
buena medición: su confiabilidad y su validez.
La citada autora establece que “un procedimiento de medición es confiable en la medida en que
aplicaciones independientes del mismo produzcan resultados consistentes, y es válido en la medida
en que los puntajes que origine reflejen ‘verdaderas’ diferencias entre los individuos o grupos a lo
largo de la variable (o variables) medida(s), antes que diferencias debidas a otras variables posibles”
(resaltado nuestro). La primera está estrechamente vinculada con el instrumento utilizado en la
medición. R. Thorndike analiza este tema en profundidad y ofrece procedimientos para estimar la
confiabilidad de un instrumento (Wainerman et al. 1976, pp. 75-154).
Al respecto, R. Mattessich (1964-2002) sostiene que: “… debemos admitir que no sólo es muy bajo el
grado de exactitud de muchas mediciones contables, sino que frecuentemente los contadores actúan
en un vacío de confiabilidad que no proporciona ningún tipo de medición del error implicado en las
mismas…” (p. 12). Una medición brinda mayor información si se conoce su grado de exactitud. “La
exactitud o la medida de error constituye, para muchos estudiosos, una parte fundamental de toda
medición.” (p.79).
Por todo lo antes dicho, se sugiere se estudien los modos de garantizar la confiabilidad y validez de
las mediciones contables. Paralelamente se destaca la necesidad de explicitar en qué grado es
confiable y válida una magnitud contable determinada, a fin de incrementar la utilidad de la misma.
3. EL PROCESO DE MEDICIÓN EN EL UNIVERSO DEL DISCURSO CONTABLE
Si bien no existe amplio consenso en cuanto a los elementos que conforman el discurso contable,
debe de reconocerse, coincidiendo con Wirth M. (2001, p. 21), que el campo de acción de la
contabilidad cada día es más vasto dada la gran cantidad de variables – económicas, ecológicas,
sociales- que se miden y se informan, tanto a nivel micro como macroeconómico.
Así entonces, conforman el dominio o universo del discurso contable todos aquellos elementos de la
realidad socio ambiental que son objeto de estudio de la disciplina contable en cumplimiento de sus
objetivos y que están incluidos en su marco teórico conceptual.
Con respecto a este último, debe recordarse que el marco teórico de la disciplina condiciona el tipo de
realidad que se quiere captar, su percepción y representación.
Por lo antes planteado, se considera como deseable desarrollar un modelo básico de medición sea lo
suficientemente amplio para considerar las cuestiones antes planteadas, que se integre el marco
teórico conceptual de la disciplina y que sirva de base para la elaboración de submodelos de
aplicación en las diferentes especialidades contables a fin de cumplir con los fines pragmáticos de la
contabilidad.
4. REFLEXIÓN FINAL
Si se considera, a la Contabilidad, como disciplina social de base científica cuyo objetivo es producir
conocimiento metódico, sistemático, verificable y esencialmente cuantificado sobre una parte de la
realidad socio ambiental considerada, el proceso de descripción cualitativo y cuantitativo, es una
etapa muy importante del proceso contable que debiera abordarse con un enfoque científico.
Para S. Stevens “Medir es asignar numerales a los objetos o acontecimientos de acuerdo con ciertas
reglas” (Wainerman el al., 1976, p. 17). En este proceso intervienen una serie de elementos entre los
que se puede mencionar a los siguientes:
Como es posible que distintos individuos consideren como relevantes diferentes atributos de los
objetos o fenómenos a medir, empleen diferentes unidades de medida y reglas o escalas sin entrar a
considerar las debilidades o fortalezas de las mismas, persigan distintos fines y utilicen distintos
instrumentos para concretar una medición, se destaca como necesario:
Explicitar las reglas bajo las cuales se asignan números a objetos o sucesos contables, a fin
de saber qué tipo de medidas se ofrecen y qué operaciones es factible realizar con ellas.
Poner de manifiesto los objetivos perseguidos en un determinado proceso de medición.
Estudiar los modos de garantizar la confiabilidad y validez de las mediciones contables para
poder explicitar el grado de confiabilidad y validez una magnitud contable determinada, a fin
de incrementar la utilidad de la misma.
Diseñar un modelo básico de medición contable lo suficientemente amplio para considerar
las cuestiones relevantes del proceso e integrarlo al marco teórico conceptual de la
disciplina.
Utilizar el modelo básico de medición como base para la elaboración de submodelos de
aplicación en las diferentes especialidades contables, a fin de cumplir con los fines
pragmáticos de la contabilidad.
Si bien las cuestiones planteadas se presentan como un gran desafío, se consideran como pasos
esenciales para poder integrar el conocimiento contable en una estructura orgánica abarcativa de las
distintas especialidades.
5. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Barbei, A. y Fernández Lorenzo, L. (2004): “La Medición en Contabilidad, sus Reglas, Confiabilidad y
Validez”. Xª Jornadas de Epistemología de las Ciencias Económicas. Facultad de Ciencias
Económicas, Universidad de Buenos Aires. Ciudad de Buenos Aires. Total 9 páginas. Resumen
pág. 67.
Cañibano Calvo, L. (1979): Teoría Actual de la Contabilidad. Ediciones ICE, Madrid, España.
Carrillo Gamboa, Francisco J. (1983): El Comportamiento Científico. México: Limusa-Wiley. Pág 188 y
sig.
Fernández Lorenzo, L. (2006): El universo del discurso contable y la realidad subyacente”. XII
Jornadas de Epistemología de las Ciencias Económicas. Facultad de Ciencias Económicas,
Universidad de Buenos Aires, pp. 1-8
García Casella, C y Rodríguez de Ramírez, M. (2001): Elementos para una Teoría General de la
Contabilidad, (Buenos Aires, Argentina: Editorial La Ley S.A.]. Pág.197
Wainerman, C; Stevens, S; Thorndike, R; Cronbach, L; Meehl, P.; Likert, R.; Thurstone, L.; Guttman,
L.; Osgood, C.; Suci, G. y Tannenbaun, P.: (1976): “Escalas de medición en ciencias sociales”,
en Colección Cuadernos de Investigación Social. Selección e introducción de Catalina
Wainerman. Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires, Argentina
Wirth, M.C. (2001). Acerca de la ubicación de la Contabilidad en el campo del conocimiento. La Ley,
Buenos Aires, Argentina.