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¿Desprogramación Z?

: Del sistema sexo-género a las identidades no binarias


Lic. Giselle Verzino

Durante siglos, en nuestra sociedad Occidental, se han conservado estructuras sociales


basadas en los valores de la unión, la tradición y lo perdurable, precisamente porque sus
miembros las han naturalizado como inalterables e incuestionables. Una de estas, es el
tradicional binomio de Género (Femenino-Masculino) a través del cual, se dividen y
moldean a los personas desde su nacimiento (incluso antes) para desempeñar distintos
roles sociales de acuerdo al sexo biológico que posean: hembra o macho. Con la
presunción, a su vez, de una identidad heterosexual en ambos casos. Por lo que la Mujer
y el Varón, son construcciones sociales y no hechos naturales, tal como lo demuestran las
personas trans cuya identidad de género no coincide con el sexo que les fue asignado al
nacer.
En la actualidad, se podría decir que las pautas que regulan la vida social están
perdiendo su rígidez. El avance tecnológico y la globalización, habrían redefinido los
valores sociales, privilegiando lo efímero, lo mutable y lo impredecible. Esto dio lugar a
una nueva generación denominada “Z”, que incluye a los jóvenes nacidos entre 1996 y
2011, en un contexto histórico marcado por la apropiación y masificación de la tecnología.
Por ello, no pueden tener otra versión del mundo, a diferencia, de sus antecesores, “los
Millennials”, que vivieron la transición.
La aparición de internet y la revolución digital, han facilitado la expansión de la lucha del
Feminismo y del colectivo LGBTTIQ, el acceso a la información basada en estudios sobre
cuestiones de género y sexualidad, y la creación de redes de contacto entre personas
para el intercambio de experiencias. La exposición al amplio repertorio de términos para
describir e incluir las diversas identidades, permitió que cada vez más personas se den
cuenta de que “encajan” en otro sector o incluso en ninguno.
Por ello, la Generación Z tendría una idea más compleja y menos binaria sobre la
identidad de género y sexual, que comprende la plasticidad y fluidez que pueden tener
estos aspectos a lo largo de la vida de una persona y la diversidad de formas de
expresión del ser y del erotismo que exceden las categorías universales y fijas por las
cuales se han clasificado a las personas (varón, mujer, heterosexual, bisexual, trans, entre
otras), pudiendo ser utilizadas para calificar cada acto, fantasía o deseo puntual y no a las
personas que participan, fantasean o desean.

¿Quiere todo esto decir que se aproxima la caída del código binario sexo-género con el
se programan los cuerpos? ¿que desaparecerán las distintas formas de discriminación?
Mientras la anatomía siga estableciendo la norma, el sistema sexo-género-deseo sexual
conservará su estructura dicotomica y excluyente, se seguirá atribuyendo una identidad
de género que coincida con el sexo con el que se nació y un deseo por el sexo opuesto
en base al fin natural: se es mujer o se es varón cis.
Sin embargo, hoy en día, el grado de conciencia sobre la equidad y la libertad de ser, vivir
y sentir acorde al propio deseo más allá de lo que se espera de nosotros, se abre paso en
la mente de los jóvenes. Quizás la Generación Z pueda brindar a aquellos que siguen
viviendo bajo sólidos estereotipos, otra versión que configure la comprensión y el respeto
hacia otros modos de existencia y continuar con la herencia de la lucha por la
desconexión de la red sexo-género-erotismo-rol social.

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