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El público que recibía esta influencia aún seguía siendo minoritario, pero
más amplio que anteriormente, sobre todo con especial fuerza en los
miembros más jóvenes de la élite cultural que constituirá la generación del
motor de la revolución hispanoamericana.
5 Bartolomé de Las Casas estimaba que entre 1495 y 1503 más de tres
millones de hombres habían desap (...)
7La organización racial del trabajo estaba siendo articulada a la dinámica del
capital. El índice de mortalidad indígena obligó a los europeos a la
importación de fuerza de trabajo por medio del comercio de esclavos7. La
fuerza de trabajo (de la población indígena y negra) objetivada en los
productos que se exportaran al mercado europeo y, por lo tanto, inscrita en
la lógica del sistema-mundo no gozaban de salario. Sin embargo es sabido
que tanto los españoles como los portugueses (razas dominantes) eran
merecedoras de ese derecho. Nacía una pirámide social racialmente
diferenciada.
11La dinámica teleológica de la colonialidad del poder y del saber dio como
consecuencia una colonialidad del hacer de la sociedad latinoamericana y
caribeña. Proponemos el concepto de «colonialidad del hacer»para referir a
las prácticas discursivas coloniales, naturalizadas sobre todo por la población
mestiza, en un contexto simbólico-cultural. Si raza/trabajo/género
(Quijano,2001) articulan el concepto de colonialidad del poder,
imaginario/doble conciencia/habitusconfigurarán el de colonialidad del
hacer.
14A partir del siglo XVI, asistimos a una lucha de imaginarios (colonizadores y
colonizados) en constante transformación. Los conquistadores tratan de
imponer en principio, su imaginario por medio de la religión, para
posteriormente inculcar sus propios valores, Weltanschauung, cultura y
moral. Es fundamental tener presente que el imaginario como la realidad no
es un proceso estático, neutral e inmóvil, al contrario, es dinámico y en
constante tensión.
26A partir del siglo XIX las sociedades latinoamericanas sufrieron la influencia
de las nuevas potencias imperiales (Inglaterra, Alemania y Francia), sin
embargo, eso no provocó el derrumbe del reducto español o portugués.
Aunque la administración del poder cambió de manos, el núcleo criollo
conservó muchos privilegios y, muestra de ello, fueron las disputas
ideológicas entre liberales y conservadores.
16 «No se escribieron manuales para ser buen campesino, buen indio, buen
negro o buen gaucho, ya que (...)
27Si en el siglo XVI los indígenas debían de convertirse al cristianismo, en el
XIX los habitantes tenían que lograr ser ciudadanos. La colonialidad del poder
se consolidó con los aparatos estatales, la colonialidad del saber se fortaleció
con la Lumière y el Aufklërung y la colonialidad del hacer se reforzó con los
manuales de urbanidad y el civismo. El proceso civilizatorio exigía refinar las
prácticas discursivas autóctonas, en este sentido, la buena moral tenía que
remplazar las formas de socialización del vulgo16. El tren del progreso estaba
en marcha y no había fuerza celestial o terrenal que impidiera su andar.