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Anarquismo Social

y Organización

Federación Anarquista de Rio de Janeiro


(FARJ)
Federación Anarquista de Rio de Janeiro
(FARJ)
Documento aprobado en el I Congreso,
realizado el 30 y 31 de agosto de 2008.
El I Congreso de la Federación Anarquista de Rio de Janeiro
rinde homenaje a los compañeros:

Juan Perez Bouzas (1899 – 1958)


Destacado zapatero anarquista de origen gallego que,
con especial talento y determinación, evidencio la necesidad
de profundizar la lucha. En 2008, recordamos
el cincuentenario de su muerte (05/09/01958).

Ideal Peres (1925 – 1995)


Quien, con sensibilidad y amplia visión del horizonte
político, garantizo el mantenimiento de los ejes sociales
del anarquismo y la conexión entre las generaciones de militantes.

Plinio Augusto Coelho (1956)


Incansable en dar substancia a nuestros sueños,
ligándolos a la larga línea de quienes nos preceden
en la acción silenciosa y turbulenta de la revolución.
“Sí ustedes estuvieran aislados, sí cada uno de ustedes fuese obligado a hacer
por cuenta propia, serian sin duda impotentes; pero al actuar unidos y
al organizar sus fuerzas propias –por más escasas que ellas pudieran ser al
comienzo– exclusivamente para la acción conjunta, orientados por un
pensamiento y una actitud común, y por el esfuerzo hacia un objetivo
común, ustedes se volverían invencibles”.
Mijail Bakunin
ÍNDICE

(1)El contexto del Congreso de 2008


y el debate sobre la organización………………………………………………………………… 6
(2)Anarquismo social, lucha de clases
y relaciones centro–periferia………………………………………………………………………. 8
(3)El anarquismo en Brasil: pérdida e intento
de retorno del vector social…………………………………………………………………………. 12
(4)La sociedad de dominación y explotación:
capitalismo y estado…………………………………………………………………………………… 17
(5)Objetivos finalistas:
Revolución social y socialismo libertario……………………………………………………… 23
(6)De la organización y de la fuerza social……………………………………….……………..…….. 31
(7)Los movimientos sociales y la organización popular…………………….……….…..….…. 35
(8)La organización especifica anarquista……………………………………………..………..….…. 42
1 La organización anarquista …..
2 Trabajo e inserción social
3 Producción y reproducción de teoría …..
4 La propaganda anarquista …..
5 Formación política, relaciones y gestión de recursos …..
6 Las relaciones de la organización especifica
Anarquista con los movimientos sociales …..
7 Sobre la necesidad de estrategia, táctica y programa. …..
(9)Especifismo: organización anarquista,
perspectivas históricas e influencias ………………….……….…….…. 65
(10)Conclusión y resumen ………………….………………… 77
Bibliografía ………………….………………… 79
(1)

El contexto del Congreso de 2008 y el debate sobre la organización


“Para teorizar con eficacia es imprescindible actuar”.
Federación Anarquista Uruguaya.

El I congreso de la FARJ fue realizado con el principal objetivo de profundizar nuestras reflexiones sobre la
cuestión de organización y formalizarlas en un programa.
Desde 2003, el debate en torno de la organización viene ocurriendo dentro de nuestra organización. Produjimos
materiales teóricos, perfeccionamos nuestras reflexiones, extrajimos enseñanzas de las equivocaciones y aciertos de
nuestra práctica política y se fue volviendo cada vez más necesario profundizar el debate y formalizarlo, difundiendo
este conocimiento, tanto interna como externamente.
El trabajo practico de nuestros dos frentes –de ocupaciones y comunitario– fue absolutamente central para las
reflexiones teóricas que hicimos en este periodo. El contribuyo, inclusive, con la creación, a principios de 2008, de
nuestro tercer frente –el frente agroecológico, llamado Anarquismo y Naturaleza.
Un año atrás decidimos realizar, con la necesaria profundidad, el debate sobre la organización, viendo de
formalizar las conclusiones en un documento, que sería validado en el Congreso de 2008. Para eso, en 2007, tomamos
algunas acciones para contribuir con la necesaria maduración teórica que sería imprescindible para el camino que
pretendíamos iniciar.

- Activar la Secretaria de Formación Política


- Realización de Seminarios Internos de Formación
- Elaboración de Cuadernos de Formación para Militantes.

Estas acciones buscaban dar a todos los militantes de nuestra organización la estructura, el espacio y el suporte
necesarios para que este debate pudiese acontecer de la mejor manera posible. Hicimos un gran esfuerzo para leer,
escribir, debatir, retomar materiales ya escritos, profundizar discusiones, hacer aclaraciones; en fin, para realizar la
plenitud este debate que juzgábamos tan necesario.
Mientras tanto, no queríamos solamente realizar un fórum de debates. Queríamos llegar a posiciones más
concluyentes, o sea, profundizar la línea política de la organización. Como uno de los trazos de nuestro modelo
organizacional es la unidad teórica e ideológica, queríamos tener este momento de profundización algunas cuestiones
teóricas e ideológicas y, al final, llegar a posiciones concretas, a ser defendidas y difundidas por toda la organización.
En estos cinco años, siempre pensamos que para desenvolver una línea política deberíamos necesariamente
pensar en la influencia mutua que hay entre teoría y práctica, ya que las consideramos inseparables. Cuando ambas
se integran recíprocamente, y de una forma positiva, potencian los resultados de todos los trabajos de las
organizaciones. Con buenas teorías se mejoran las prácticas, con buenas prácticas se mejoran las teorías. No hay que
pensar la organización anarquista solamente con la teoría y sin la práctica, lo mismo que desarrollando una teoría e
intentando hacer que la práctica se adapte completamente a ella.
Desde el inicio pensamos que es fundamental no constituir una organización que, distanciada de las luchas,
escribiese documentos y que después fue desarrollara la práctica, con el objetivo de adaptarla a la teoría. De la misma
forma, nunca nos pareció posible concebir la organización anarquista solamente con la práctica y sin teoría, lo mismo
que asumiendo como teoría todo lo que ocurre en la práctica. Buscamos siempre un equilibrio que si, por un lado, no
tenía por objetivo teorizar profundamente para comenzar a actuar, y por otro, buscaba hacer que la actuación
estuviese alineada con una teoría, lo que, a nuestro entender, potencia el resultado de los esfuerzos militantes, sin
pérdidas innecesarias de energía.
En este debate que aconteció en los últimos dos años, y que está siendo formalizado en este documento, nos
preocupamos por desarrollar una teoría propia, que no fuese simplemente la repetición de otras teorías desarrolladas
en otros lugares y en otras épocas. Obviamente, toda esta teoría nuestra está impregnada, de inicio a fin, de otras
teorías y de autores que vivieron y actuaron en otros contextos. Sería imposible concebir una teoría anarquista
consistente sin la contribución de los clásicos anarquistas, por ejemplo. En tanto, nos ocupamos de realizar una larga
reflexión de lo que –de estas teorías y del pensamiento de estos autores– tiene sentido en nuestro contexto y en la
actualidad. Buscamos crear conceptos propios, viendo de dar un carácter original a la teoría que pretendíamos crear,
y, en esta empresa, juzgamos tener mucho éxito, ya que conseguimos, a nuestro entender, construir y formalizar una
teoría coherente, articulando teóricos clásicos, contemporáneos y también nuestras propias concepciones. A pesar de
eso, no creemos que esta es una teoría definitiva. Muchos aspectos pueden ser profundizados, otros pueden ser
perfeccionados, y así… Lo más importante es dejar claro que pensamos estar dando los primeros pasos en este largo
camino que pretendemos andar.
Finalmente, tuvimos la preocupación de construir esta discusión y toda su formalización de manera colectiva.
No nos alcanzaba conque un algún compañero escribiese toda la teoría de la organización y que otros simplemente
observasen y siguiesen sus posiciones. Fue por eso por lo que buscamos, a lo largo de este periodo, contemplar todas
las posiciones de la organización y no solo la de un único militante. Esto también, nuestro a ver, incrementa el valor
del texto. El no surge de la cabeza de algún intelectual que piensa la política disociado de la realidad, sino, al contrario,
es el resultado de cinco años de lucha y organización del anarquismo en permanente contacto con las luchas de
nuestro tiempo y buscando una transformación social revolucionaria rumbo al socialismo libertario. En definitiva, el
resultado de cinco años de actuación práctica.
Con el propósito de contribuir con una etapa más, la de formalizar teóricamente lo que se acumuló en nuestra
corta historia, realizamos el I Congreso, que ocurrió junto con la conmemoración de los cinco años de la FARJ, el 30 y
31 de agosto de 2008, cuyas principales reflexiones se encuentran registradas a continuación.

Ética, compromiso y libertad!


(2)

Anarquismo Social, lucha de clases


y relaciones centro–periferia.
“…porque el anarquismo es una ideología
que evita crear nuevos sistemas centrales
con nuevas áreas preferidas”.
Rudolf de Jong

El anarquismo, para nosotros, es una ideología, siendo esta un conjunto de ideas, motivaciones, aspiraciones,
valores, estructura o sistema de conceptos que poseen una conexión directa con la acción –lo que llamamos la práctica
política. La ideología exige la formulación de objetivos finales (de largo plazo, con perspectivas de futuro), la
interpretación de la realidad en que se vive y un pronóstico, más o menos aproximado, sobre la transformación de
esta realidad. A partir de este análisis, la ideología no es un conjunto de ideas y valores abstractos, disociados de la
práctica, con un carácter puramente reflexivo, sino un sistema de conceptos que existe, en la medida en que es
concebido junto a la práctica y está volcado a ella. Así, la ideología exige una actuación voluntaria y consciente con el
objetivo de imprimir a la sociedad la transformación social deseada.
Entendemos al anarquismo como una ideología que favorece la orientación hacia la acción, en el sentido de
sustituir al capitalismo, al Estado y sus instituciones, por el socialismo libertario –sistema basado en la autogestión y
el federalismo–, sin cualquier pretensión científica o profética.
Como otras ideologías, el anarquismo posee una historia y contexto específicos. El no nace de intelectuales y
pensadores ajenos a la práctica, que apenas buscan la reflexión abstracta. El anarquismo ha desarrollado su historia
en el seno de las grandes luchas de clases del siglo XIX, cuando fue teorizado por Proudhon, y tomo cuerpo en medio
de la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT), con la actuación de Bakunin, Guillaume, Reclus y otros que
defendían al socialismo revolucionario, en oposición al socialismo reformista, legalista y estatista. Esta tendencia de
la AIT será posteriormente conocida como “federalista” o “antiautoritaria” y tuvo su continuidad en la militancia de
Kropotkin, Malatesta y otros.
Por lo tanto, fue en el seno de la AIT que el anarquismo tomo cuerpo, “por la lucha directa de los trabajadores
en contra del capitalismo, por las necesidades de los trabajadores, por sus aspiraciones a la libertad e igualdad, que
viven particularmente las masas obreras en las épocas más heroicas.”1. El trabajo teorizado por el anarquismo fue
realizado por pensadores y trabajadores que estaban directamente envueltos con las luchas sociales y que ayudaran
a formalizar y difundir este sentimiento que estaba latente en aquello que se llamó “movimiento de masas”. De esta
forma,

“El anarquismo en su génesis, sus aspiraciones, sus métodos de lucha, no tiene ningún vínculo
necesario con ningún sistema filosófico.
El anarquismo nació de la rebelión moral contra las injusticias sociales. Cuando aparecieron
hombres que se sintieron sofocados por el ambiente social en que estaban forzados a vivir y cuya
sensibilidad se vio ofendida por el dolor de los demás como si fuera propio, y cuando esos hombres se
convencieron de que buena parte del dolor humano no es consecuencia fatal de leyes naturales o
sobrenaturales inexorables, sino que deriva, en cambio, de hechos sociales dependientes de la voluntad
humana y eliminables por obra del hombre, se abrió entonces la vía que debía conducir al anarquismo.”2.

Con el pasar de los años, el anarquismo desarrollase teórica y prácticamente. Por un lado, contribuyo de manera
destacada con episodios de transformación social, conservando su carácter ideológico, como, por ejemplo, en la
Revolución Mexicana, en la Revolución Rusa, en la Revolución Española, al igual que episodios brasileños, como en la
Huelga General de 1917 y en la Insurrección de 1918. Por otro lado, en determinados contextos el anarquismo asumió

1
Dielo Trouda: “Plataforma organizativa por una Unión General de Anarquistas”, traducción al español revisada y corregida por
Frank Mintz. Utilizaremos citas de esta traducción hecha directamente del ruso, pues las otras versiones a que tenemos acceso,
tanto en portugués como en español, ambas traducidas del francés, poseen varias divergencias en relación con el original ruso.
Fuente: https://www.anarkismo.net/article/5952
2
Richards, Vernon: “Malatesta: pensamiento y acción revolucionarios”; Buenos Aires, Anarres, 2007, p. 21. La cita corresponde
a Errico Malatesta: “Anarquismo y Anarquía”; extracto de “Pensiero e Volontà”, 16 de mayo de 1925.
ciertas características que le quitaran este carácter ideológico, transformándolo en un concepto abstracto, que pasó a
constituirse tan sólo en una forma de observación crítica de la sociedad. Con el pasar de los años, este modelo del
anarquismo adquirió una identidad propia, encontrando referencias en la historia y, al mismo tiempo, perdiendo su
carácter de lucha por la transformación social. Eso se evidencio, de manera más evidente, en la segunda mitad del
siglo XX. Pensado a partir de esta perspectiva, el anarquismo deja de ser una herramienta de los explotados en su lucha
por la emancipación y funciona como un pasatiempo, una curiosidad, un tema para el debate intelectual, un nicho
académico, una identidad, un grupo de amigos, etc. Para nosotros, esta visión amenaza fuertemente al propio sentido
del anarquismo.
Esa desastrosa influencia en el anarquismo fue notada y criticada por diversos anarquistas, desde Malatesta,
cuando polemizo con los individualistas que eran contrarios a la organización, pasando por Luiggi Fabbri, que realizo
su crítica de las influencias burguesas en el anarquismo a principios del siglo XX3, hasta Murray Bookchin que, a
mediados de la década de 1990, apunto a este fenómeno y busco advertir:

“A menos que esté gravemente equivocado —y espero estarlo— los objetivos revolucionarios y
sociales del anarquismo están sufriendo una erosión de gran alcance, hasta el punto de que la palabra
anarquía pasará a formar parte del vocabulario burgués chic del siglo XXI: travieso, rebelde,
despreocupado, pero deliciosamente inofensivo”4.

Defendemos que el anarquismo retome a su carácter original de ideología, o como definimos anteriormente, de
un “sistema de conceptos que poseen una conexión directa con la acción, (…) de la práctica política”. Buscando retomar
este carácter ideológico del anarquismo y para diferenciarnos de las demás corrientes que están en el amplio campo
del anarquismo contemporáneo, reivindicamos el anarquismo social, pues corroboramos las críticas de Malatesta,
Fabbri y afirmamos la dicotomía identificada por Bookchin, de que hay hoy un anarquismo social, inclinado a las luchas
y con el objetivo de transformación social; y un anarquismo como estilo de vida, que renunció a la propuesta de
transformación social y a involucrarse en las luchas sociales de nuestro tiempo.
Para nosotros, el anarquismo social es un modelo de anarquismo que, como ideología, busca ser el fermento de
los movimientos sociales y de la organización popular, con el objetivo de superar al capitalismo, al Estado, y de
construir el socialismo libertario –autogestionario y federalista. Para esto, sostiene un retorno organizado de los
anarquistas a la lucha de clases, con el objetivo de retomar lo que llamamos el vector social del anarquismo. Creemos
que es entre las clases explotadas –las mayores victimas del capitalismo– que el anarquismo tiene condiciones para
florecer. Si, como lo expreso Neno Vasco, debemos buscar depositar las semillas del anarquismo en el terreno más
fértil, este terreno es para nosotros la lucha de clases, que se da en las movilizaciones populares y en luchas sociales.
Buscando oponer al anarquismo social al anarquismo como estilo de vida, Bookchin afirmo que

“…el anarquismo social está radicalmente en desacuerdo con el anarquismo centrado en un estilo
de vida, la invocación neosituacionista del éxtasis y la soberanía del ego pequeñoburgués cada vez más
marchito. Los dos divergen completamente en los principios que los definen: socialismo o
individualismo.”5.

Frank Mintz, otro militante y pensador contemporáneo, al comentar el título de su libro Anarquismo Social
enfatizo: “Este título debería ser inútil, puesto que ambos términos están implícitamente vinculados. Asimismo, resulta
equívoco porque sugiere que puede existir un anarquismo no social, fuera de las luchas.”6. De esta manera
entendemos que el anarquismo social esta necesariamente implicado en la lucha de clases.
Dentro de nuestra visión del anarquismo social, como “herramienta fundamental de soporte de las luchas
cotidianas”7, tenemos también la necesidad de elucidar nuestra definición de clase. Igualmente considerando a la lucha
de clases central y absolutamente relevante en la sociedad de hoy, entendemos que los marxistas, al elegir al obrero
fabril como sujeto histórico único de la revolución, desprecian todas las otras categorías de las clases explotadas, en
cuanto sujetos potencialmente revolucionarios. El concepto de la clase trabajadora de los autoritarios, que se
circunscribe solamente a la categoría de los trabajadores de la industria, no da cuenta de la realidad de las relaciones

3
Fabbri, Luigi: “Influencias Burguesas sobre el Anarquismo”. Fuente: http://es.theanarchistlibrary.org/library/luigi-fabbri-
influencias-burguesas-sobre-el-anarquismo
4
Bookchin, Murray: “Anarquismo Social o Anarquismo Personal. Un abismo insuperable”; Virus editorial / Lallevir SL, 2012;
Barcelona; p. 21.
5
Ibídem, p. 102.
6
Mintz, Frank: “Anarquismo Social”; Fuente: http://www.fondation-besnard.org/IMG/pdf/El_anarquismo_social.pdf p. 1.
7
FARJ: “A Propriedade é um Roubo”. En: “Protesta! 4”; Rio de Janeiro/São Paulo: FARJ/CATL, 2007, p. 11.
de dominación y explotación que ocurren a lo largo de la historia y ni de las relaciones que ocurren en la sociedad
presente; de la misma forma que no da cuenta de la identificación de los sujetos revolucionarios de tiempos pasados
y presentes.
A partir de la necesidad de elucidar este concepto de clase, incluimos dentro del conjunto de las clases
explotadas –que pueden y deben contribuir con el proceso de transformación social por medio de la lucha de clases–
otras categorías que recibirán, en gran medida, la atención de los anarquistas durante la historia. Esta definición del
concepto de clase no modifica a la lucha de clases como terreno privilegiado de la actuación del anarquismo social,
pero contempla su objetivo de manera diferente: como transformación de las relaciones centro–periferia, o más
específicamente, de transformación de las relaciones de dominación de las periferias por los centros. Basados en una
clasificación de Rudolf de Jong8 y de nuestra propia y reciente historia de lucha, conceptualizamos el conjunto de las
clases explotadas, a partir de las relaciones centro-periferia. De esta manera, son parte de este conjunto:

a. Culturas y sociedades completamente extrañas y distantes del centro, de ninguna


manera “integradas”, y que son “salvajes” a los ojos del centro. Por ejemplo, los
indígenas del Amazonas.
b. Áreas periféricas relacionadas al centro y perteneciendo a estructuras políticas y
socioeconómicas que intentan, al mismo tiempo, mantener sus identidades. Son
dominadas por el centro, amenazadas en su existencia por la expansión económica
de este. Para los parámetros del centro son “atrasadas” y subdesarrolladas. Por
ejemplo, las comunidades indígenas de México y de los países andinos. Otros
ejemplos en esta categoría –tal vez debiésemos hablar de un subgrupo b.1– son
pequeños productores, trabajadores especializados y campesinos amenazados en su
existencia económica y social por el progreso del centro y que entonces luchan por su
independencia.
c. Clases económicas, al igual que sistemas socioeconómicos, que acostumbran
pertenecer al centro, pero que volverán a una posición periférica a causa de las
innovaciones tecnológicas y los desarrollos socioeconómicos del centro. Por ejemplo,
el lumpen–proletariado, trabajadores informales precarizados y en el ejército
permanente de personas desempleadas.
d. Clases sociales y grupos que son parte de un centro, en un sentido económico, pero
que son periféricos en un sentido social, cultural y/o político: las clases trabajadoras,
el proletariado en las sociedades industriales emergentes, las mujeres, los negros, los
homosexuales.
e. Relaciones centro – periféricas de naturaleza política, sea entre Estados o dentro de
ellos: relaciones coloniales o imperialistas, relaciones capital vs. provincia, etc. Tales
relaciones del sistema capitalista se desarrollan paralelamente a las relaciones
económicas mencionadas arriba –o, grupo e.1: dominación neocapitalista,
colonización interna y explotación.

Aceptando esta clasificación, y conscientes de sus limitaciones, definimos el conjunto de las clases explotadas
como las áreas periféricas que están dominadas por un centro. Es importante resaltar que no consideramos parte de
este conjunto de las clases explotadas individuos que estuvieran, en teoría, en áreas periféricas, pero que, en la
práctica, establecen relaciones de dominio sobre otros, constituyéndose en nuevos centros. De ahí la necesidad de
que todas las luchas de las clases explotadas tengan una perspectiva revolucionaria, para que no busquen,
simplemente, ser partes periféricas que se constituyen en nuevos centros.
A partir de esta definición, hay dos maneras de pensar la transformación social: una autoritaria, utilizada
históricamente por los herederos del marxismo (revolucionario o reformista), y otra, libertaria, utilizada por los
anarquistas.
Los autoritarios, incluidos algunos que se dicen anarquistas, piensan el centro como un medio y tienen su política
orientada hacia el. Para ellos, el centro –siendo este considerado el Estado, el partido, el ejército, o la posición de

8
Como el propio autor afirma, esta clasificación no busca agotar las relaciones, y hay categorías que se sobreponen. El término
“área”, luego según el autor, se refiere más a un concepto social, que a uno geográfico. Pinheiro, Paulo Sérgio. “O Estado
Autoritário e Movimentos Populares”; Rio de Janeiro: Paz e Terra, 1980, pp. 305-353. La cita corresponde a Rudolf de Jong:
“Algumas Observações sobre a Concepção Libertária de Mudança Social”. La clasificación original está en las páginas 309 y 310 del
libro. Este texto fue reeditado en 2008 por Faísca Publicações, en coedición con la FARJ, con el título de: “A Concepção Libertária
da Transformação Social Revolucionária”.
dirección– es un instrumento para la emancipación de la sociedad, y “la revolución significa en primer lugar la toma
del centro y su estructura de poder, o la creación de un nuevo centro”9. La propia concepción de clase de los
autoritarios está basada en el centro, cuando definen el proletariado industrial como sujeto histórico –lo que esta
descripto en la letra “d” de la definición citada arriba– y excluyen y marginalizan otras categorías de las clases
explotadas que están en la periferia, como, por ejemplo, los campesinos.
Los libertarios no piensan en el centro como un medio, y luchan permanentemente contra el, construyendo su
modelo revolucionario y su estrategia de lucha en dirección a todas las periferias –explicitadas por las letras que van
de la “a” a la “e” en la definición de encima. O sea, en su actuación en la lucha de clases, el anarquismo considera como
elementos de las clases explotadas a las comunidades tradicionales, campesinos, desempleados, subempleados, sin
techo y otras categorías frecuentemente no consideradas por los autoritarios. “La lucha, de esta forma, seria
encaminada por quien realmente (siente) los efectos del sistema, y por consiguiente (precisa) urgentemente
abolirlo”10. En la periferia, los anarquistas estimulan los movimientos sociales por la base y buscan construir la
organización popular para, en solidaridad, combatir al orden existente y crear una sociedad nueva que esté basada en
la igualdad y en la libertad, y en la cual las clases ya no tengan más sentido. En esta lucha, los anarquistas utilizan los
medios que contienen dentro de sí los gérmenes de la sociedad futura.

“La concepción anarquista de las fuerzas sociales que persiguen del cambio social es mucho más
general (…) que la marxista. A diferencia del marxismo, no concede un papel específico al proletariado
industrial. En los escritos anarquistas encontramos todos tipos de trabajadores y de pobres, todos los
oprimidos, todos aquellos que de algún modo pertenecen a grupos o áreas periféricas y, por tanto, son
factores potenciales en la lucha revolucionaria por el cambio social”11.

Con esta concepción de las fuerzas revolucionarias, afirmamos que “como todo indica, es en la periferia, en los
“márgenes”, que la revolución mantiene prendida su llama”12. Por tanto, nuestra conclusión es que el anarquismo
debe estar en permanente contacto con las periferias en la búsqueda su proyecto de transformación social.

9
Ibidem. p. 312.
10
FARJ: “Por um Novo Paradigma de Análise do Panorama Internacional”. En: “Protesta! 4!”, p. 31.
11
Rudolf de Jong: Op. cit. p. 324.
12
FARJ. “Por um Novo Paradigma...”. En: “Protesta! 4!”, p. 31.
(3)

El anarquismo en Brasil: pérdida e intento de retorno del vector social


“Somos combatientes de una gran guerra.
Todos los combatientes se “entienden” mutuamente para combatir,
asumen “compromisos”, sin los cuales no puede haber
unidad de acción. Quien se “entiende” con otros ya no
es señor de su voluntad integralmente, ligado
por algunos lazos al acuerdo firmado. Sin esos lazos,
se rompe el acuerdo, se “desentiende, se desiste del combate común”,
se huye de la lucha, se roba a los compañeros”.

José Oiticica

El anarquismo surgió en el Brasil, en el siglo XIX, como elemento desestabilizador del orden, con alguna
influencia sobre las revueltas de la época –como fue el caso de la Insurrección Praieira de 1848 –, sobre el medio
artístico y cultural, y también con las experiencias de las colonias agrícolas y experimentales de finales siglo, siendo la
Colonia Cecilia (1890 – 1894) la más conocida de estas experiencias. En este mismo siglo hay noticias de huelgas,
periódicos obreros y de las primeras tentativas de organización de núcleos de resistencia de trabajadores.
El surgimiento de los que llamamos el “vector social del anarquismo” se dio a partir de la década de 1890, siendo
este impulsado por un crecimiento de la inserción social del anarquismo en el medio social, que culmino en la segunda
década del siglo XX.
Llamamos vector social del anarquismo las movilizaciones populares que poseen significativa influencia del
anarquismo –principalmente en lo que se refiere a los aspectos prácticos– independientemente de los sectores que
concurran. Estas movilizaciones, son el fruto de la lucha de clases, no son anarquistas, ya que se organizan en torno a
cuestiones de reivindicación específicas. Por ejemplo: en un sindicato, los trabajadores luchan por mejores salarios;
en un movimiento sin techo, luchan por vivienda; en un movimiento de desempleados, luchan por trabajo, etc.
Mientras tanto, son espacios de inserción social del anarquismo que, por medio de su influencia, confiere a los
movimientos prácticas más combativas y autónomas, como la utilización de la acción directa, de la democracia directa,
objetivando la transformación social. Las movilizaciones constituidas en vector social del anarquismo son realizadas
en el seno de los movimientos sociales, considerados por nosotros como espacios privilegiados para el trabajo social
y la acumulación, y no como una masa para ser dirigida.
En Brasil, el vector social del anarquismo comenzó a desarrollarse a finales del siglo XIX con el crecimiento del
tejido urbano y de las poblaciones en las ciudades, y después, con el crecimiento industrial, que naturalmente hacia
crecer también la explotación de los obreros, víctimas de jornadas extenuantes, de condiciones insalubres de trabajo,
y de salarios bajos en fábricas que, además de eso, empleaban mano de obra infantil. Con el objetivo de defender la
clase de los trabajadores de esta condición prácticamente insoportable de explotación, surgirán diversas
organizaciones obreras, revueltas, huelgas e insurrecciones, que se irán volviendo cada vez más comunes.
El incremento de la lucha de clases de Brasil paso por la huelga de los cocheros en 1900, por el conjunto de
huelgas de 1903 que tuvieron su ápice en la huelga generalizada iniciada por los tejedores, por las revueltas que
culminarían en la Revuelta de Vacina en 1904. En 1903 fue fundada la Federación de las Asociaciones de Clase en el
estado de Rio de Janeiro, que seguía el modelo sindicalista revolucionario de la CGT francesa, y que posteriormente
fue transferida a la capital, recibiendo el nombre de Federación Obrera Regional Brasilera (FORB) en 1906, algún
tiempo después de una visita de miembros de la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) y de una campaña de
solidaridad a los trabajadores rusos.
Hasta 1904, podemos decir que el anarquismo consiguió presentarse como una herramienta ideológica de la
lucha y “fue, sin lugar a dudas, el sindicalismo revolucionario el responsable por el primer vector social conseguido por
los anarquistas en los grandes centros brasileros”13. En 1905, en San Pablo, zapateros, panaderos, carpinteros y
sombrerilleros fundaran la Federación Obrera de San Pablo (FOSP) y, en 1906, surgió la Federación Obrera de Rio de
Janeiro (FORJ) que, proscripta, dio lugar en 1917 a la Unión General de los Trabajadores (UGT), reagrupando los

13
Samis, Alexandre: “Pavilhão Negro sobre Pátria Oliva”. En: VV. AA.: “História do Movimento Operário Revolucionário”; São
Paulo, Imaginário, 2004, p. 179.
sindicatos de resistencia. En 1919 la UGT se transformó en la Federación de los Trabajadores del Rio de Janeiro (FTRJ)
y, en 1923 fue refundada la FORJ.
En abril de 1906, ocurrió, en Rio de Janeiro, el Congreso Obrero Regional Brasilero, que fuese posteriormente
conocido como el Primer Congreso Obrero Brasilero, que recibió delegados de varios estados del Brasil representando
diversas categorías. El Congreso aprobó su adhesión al sindicalismo revolucionario francés, adoptando la neutralidad
sindical, el federalismo, la descentralización, el antimilitarismo, el anti–nacionalismo, la acción directa y la huelga
general. Posteriormente se realizaron el Segundo y Tercer Congresos, respectivamente en 1913 y 1920. En 1908 fue
fundada la Confederación Obrera Brasilera (COB).
La escuela del sindicalismo revolucionario se desarrolló por la elección del campo económico de movilización y
por la interesante propuesta del federalismo, que permitiría la autonomía del sindicato la federación y de esta en la
confederación. Además de eso, existió una influencia internacional, de adopción de este modelo en otras partes del
mundo. El medio de la lucha constituido en torno de la movilización por las cuestiones de corto plazo actuaba como
“gimnasia revolucionaria”, que preparaba al proletariado para la revolución social.

“Los anarquistas esperaban que, en la acción concreta, la solidaridad, y la observación empírica de


las contradicciones entre el capital y el trabajo, que evidenciaran las confrontaciones, estuviese la gran
lección a ser aprehendida por los trabajadores. Esa era la garantía, según ellos, de la adquisición de
principios ideológicos, no por la predicación retorica o de manuales, destituidos de las experiencias
sensibles, pero por las practica de la acción cotidiana y revolucionaria de las masas”14.

La primera década del siglo XX conto con más de una centena de movimientos huelguistas, que actuaban,
principalmente, en torno a la cuestión salarial. Durante la coyuntura de los años 1917 a 1920, sólo en el eje Rio de
Janeiro – San Pablo ocurrieron más de dos centenas de manifestaciones y paros. Toda esta coyuntura de movilización
conto con amplia influencia de los anarquistas, que trataran de hacer su propaganda dentro de los sindicatos, sin
circunscribirlos dentro de la ideología anarquista –los sindicatos eran de trabajadores, y no de trabajadores
anarquistas– pero utilizándolos para la divulgación de sus ideas.
Toda esta expectativa depositada en la revolución social, que se volvió más real desde mediados de la década
de 1910, culmino en tres movilizaciones relevantes. Primeramente, en 1917, aquella que fue conocida como la Huelga
General de 1917, cuando los trabajadores de San Pablo, en gran medida organizados en torno del Comité de Defensa
Proletaria, lucharan contra la carestía, realizando sabotajes y boicoteando productos de las industrias Crespi,
Matarazzo y Gamba. Entre las victorias del movimiento huelguista, están la jornada de ocho horas de trabajo y
aumentos salariales conquistados por sectores del movimiento. En el año 1918 continuaran las movilizaciones y, en
Rio de Janeiro, ocurrió la Insurrección Anarquista. Con huelgas ocurriendo en las fábricas cariocas y el Campo de San
Cristóbal ocupado por los trabajadores, los insurgentes querían tomar los predios del gobierno y el establecimiento
en la ciudad del primer soviet de Rio de Janeiro. Finalmente, en 1919, la Unión de Obreros en la Construcción Civil
(UOCC) consiguió la mayor victoria, conquistando las ocho horas diarias de trabajo para toda la categoría. Además de
eso, fuera de Rio de Janeiro y San Pablo, ocurrirán movilizaciones significativas en otros estados de Brasil: Rio Grande
do Sul, Paraná, Santa Catarina, Minas Gerais, Pernambuco, Alagoas, Paraíba, Bahía, Ceará, Pará y Amazonas.
Había entonces un gran movimiento cultural que trabajaba junto con las movilizaciones sindicales y que tenía
mucha importancia: escuelas racionalistas inspiradas en los principios de Ferrer y Guardia, centros sociales, teatro
obrero y otras iniciativas que fueran fundamentales para forjar una cultura de clase, objeto de unión de los momentos
de lucha.
Hubo, en esta coyuntura ascendente de lucha, la formación de sus organizaciones políticas e ideológicamente
anarquistas, que buscaban trabajar con el movimiento sindical. Las primeras de ellas fue la Alianza Anarquista de Rio
de Janeiro, fundada en 1918 por la necesidad de una organización anarquista para la actuación dentro del sindicalismo,
y que fue importante la Insurrección de 1918. En tanto, con la represión ocurrida, la Alianza fue desarticulada,
volviendo a organizarse en el primer Partido Comunista, de inspiración libertaria, fundado en 1919. Tanto la Alianza
Anarquista, como el Partido Comunista, agrupaban miembros de un sector del anarquismo, que se llamó
“organizacionista” y que entendía necesaria la distinción de los niveles de actuación – el nivel político, ideológicamente
anarquista; y el nivel social, de las movilizaciones sindicales. Estos militantes entendían como necesaria la existencia
de las organizaciones específicas anarquistas, para actuar junto al sindicalismo. Es importante destacar que ya había,
en este momento, una preocupación de los anarquistas con su organización especifica.
Podemos decir que el vector social del anarquismo estuvo en una curva ascendente hasta inicio de los años
1920, cuando la crisis del anarquismo, paralela a la de propio socialismo, comenzó a desarrollarse, culminando en la

14
Ibidem. p. 136.
década de 1930 en su desmovilización y la perdida de este vector social. Para nosotros, está perdida del vector social
del anarquismo es fruto de dos contextos de crisis: uno de coyuntura y el otro del propio anarquismo.
El contexto de la coyuntura fue marcado, en primer lugar, por la represión, tanto al sindicalismo, como al
anarquismo, lo que se puede comprobar con la tercera reformulación de la ley Adolfo Gordo, de 1921, que preveía la
represión y deportación los anarquistas, además de las deportaciones de militantes a la colonia penal de Clevelândia,
situada en el actual estado de Amapá, entre 1924 y 1926. Además de eso, había también un reflujo de las luchas
sociales en todo el mundo y una frustración con los resultados de las luchas que se vieran después de la Revolución
Rusa de 1917. Fue significativo entonces, el fin de la Primera Guerra y la recuperación de las fábricas europeas, que
volverán a exportar (incluso hacia el Brasil) disminuyendo el contingente de obreros en las ciudades y con el
crecimiento del Partido Comunista, fundado en 1922, que, a partir de 1924 comenzó a disputar más fuertemente las
organizaciones sindicales y a aliarse a los reformistas, proponiendo la participación electoral como forma de expresión
política. Finalmente, el acoplamiento de los sindicatos al Estado fue sacramentado en 1930 y 1931 por el gobierno de
Vargas, concluyendo en el año 1932, cuando los sindicatos fueron obligados, por ley, a tener la aprobación
gubernamental y a seguir las reglas de funcionamiento determinadas por el Estado.
El contexto del anarquismo fue marcado, principalmente, por la confusión entre los niveles de actuación. Para
muchos militantes, el sindicalismo, que era el vector social, el medio de actuación que debería conducir a un fin –
expresado por la revolución social y la constitución del socialismo libertario– termino volviéndose su propia finalidad.
Este fenómeno ya venía siendo notado por el anarquismo y fue tema de un acalorado debate, tempranamente en
1907 en el Congreso de Ámsterdam, entre Malatesta y Monatte. Monatte, defensor del “sindicalismo puro”,
exageraba grandemente la semejanza entre el sindicalismo y el anarquismo, y defendía que “el sindicalismo se bastaba
a sí mismo”15. Malatesta, con una posición diametralmente opuesta, consideraba al sindicalismo “un campo
particularmente propicio para la difusión de la propaganda revolucionaria y también como un punto de contacto entre
los anarquistas y las masas”16. De esta forma, Malatesta sustentaba la necesidad de dos niveles de actuación: uno
político anarquista, y otro social en el ámbito del sindicato, que sería el medio de inserción.
Las posiciones de Malatesta y Monatte resumen las posiciones de los anarquistas brasileros. De un lado, parte
de los anarquistas defendía la necesidad de la organización específicamente anarquista, que debería buscar la
inserción social en los sindicatos. Del otro, estaban anarquistas que habían entendido la militancia en los sindicatos
como su única tarea, y así “se olvidaron de formar grupos específicos capaces de dar sustentación a la práctica
revolucionaria”17.
Nuestra posición en relación con los acontecimientos sociales de inicio del siglo XX está alineada con la posición
de Malatesta, que fue retomada en Brasil por José Oiticica que, en la época, alerto sobre el problema de la falta de
organizaciones específicas anarquistas. En 1923 él ya alertaba sobre el hecho de que los anarquistas venían
dedicándose completamente a las actividades sindicales y renunciando a las actividades ideológicas, confundiendo al
sindicalismo, que era el medio de inserción, con el fin al que se quería llegar. Para él, era fundamental la creación de
“federaciones anarquistas fuera de los sindicatos”18, tales como la Alianza de 1918 y el Partido de 1919 que, a pesar
de fueron grupos o federaciones de este tipo, infelizmente, fueron insuficientes para la tarea que era necesario
realizar.

“Para Oiticica, como ya parcialmente nos referimos, era importante en aquel momento apostar
esfuerzos a la formación de los grupos “cerrados”, con un programa definido de acción y compromisos
tácitamente asumidos por los militantes19. La “centralización” de las fuerzas anarquistas, por lo tanto
según él, en la lucha contra la burguesía, no podía ser confundida con la “descentralización” típica de las
organizaciones libertarias. Reclamaba entonces dos medidas urgentes, para la eficiencia de la acción
anarquista: “selección de los militantes y concentración de fuerzas”. Y concluía: “sólo eso nos dará unidad
de acción”20.

Entendemos que la falta de organizaciones anarquistas que pudiesen dar soporte a la lucha de clases, realizada
de forma más notable en aquel momento en los sindicatos, fue también gran responsable por la pérdida del vector
social del anarquismo. Como las organizaciones ideológicas no estaban consolidadas, el contexto de crisis del

15
Pierre Monate: “Em Defesa do Sindicalismo”. En: George Woodcock: “Grandes Escritos Anarquistas”; Porto Alegre, LP&M, 1998,
p. 206.
16
Malatesta, Errico: “Sindicalismo: a Crítica de um Anarquista”. En: George Woodcock: Op. cit. p. 207.
17
Samis, Alexandre: “Anarquismo, ‘bolchevismo’ e a crise do sindicalismo revolucionário” (Inédito).
18
Oiticica, José:“A Pátria”, 22 de junio de 1923.
19
José Oiticica, Fabio Luz y otros anarquistas radicados en Rio de Janeiro eran parte de un grupo específico de anarquistas llamado
“Os Emancipados”.
20
Samis, Alexandre: “Anarquismo, ‘bolchevismo’ e a crise do sindicalismo revolucionário”.
sindicalismo termino por extenderse al propio anarquismo. Así, una crisis del nivel social condeno también al nivel
político, ya que no había gran diferenciación entre los dos en aquel momento.
Para nosotros, es normal que el nivel social, representado en aquel momento por el sindicalismo, tenga flujos y
reflujos, momentos ascendentes y descendientes, y la organización anarquista sirve justamente para acumular de los
resultados de las luchas y, algunas veces, para buscar otros espacios de trabajo, otros espacios de inserción. El
problema es que, sin organizaciones anarquistas, cuando el nivel social –o algún sector de el– entra en crisis, los
anarquistas no son capaces de encontrar otro espacio de para la inserción social.

“Una vez perdido vector social, y sin organizaciones especificas capaces de sustentar un embate
ideológico de duración más larga, no fue posible a los anarquistas encontrar, de inmediato, otro espacio
de inserción. (…). El prestigio alcanzado a través de la entrada en los sindicados, muy probablemente, hizo
creer que la potencialidad de las asociaciones de clase era inagotable, incluso superior a las variaciones
de la coyuntura”21.

Así, la crisis del sindicalismo revolucionario tiro el vector social de los anarquistas, que pasaran entonces a
“organizarse en grupos de cultura y preservación de la memoria”22.

* * *

La FARJ se reivindica continuadora de la militancia de Ideal Peres y de los trabajos que tuvieron origen a partir
de su historia de lucha. Ideal Peres era hijo de Juan Perez Bouzas (o João Peres), un inmigrante gallego, anarquista y
zapatero, que tuvo importante participación en el anarquismo brasilero a partir del final de la década de 1910. Fue
activo militante de la Alianza de los Artífices de Calzados y de la Federación Obrera de San Pablo (FOSP), habiendo
actuado destacadamente en innumerables huelgas, piquetes y manifestaciones. En los años 1930 actuó también en la
Liga Anticlerical y, en 1934, tuvo participación decisiva en la Batalla de Sé –cuando los anarquistas rechazaran a los
integralistas (fascistas) bajo ráfagas de ametralladoras. Al año siguiente, los anarquistas participaran también de la
Alianza Nacional Libertadora (ANL), una coordinadora que sostenía la lucha antifascista, combatiendo el imperialismo
y el latifundio.
Ideal Peres nació en 1925 e inicio su militancia en aquel contexto de crisis, cuando el vector social del anarquismo
ya se había sido perdido. Eso aconteció en 1946, cuando participó de la Juventud Libertaria de Rio de Janeiro; en los
periódicos Acción Directa y Antorcha; de la Unión de los Anarquistas de Rio de Janeiro; de Congresos Anarquistas que
sucedieran en Brasil; y de la Unión de la Juventud Libertaria Brasileña. Ideal Peres tuvo una participación relevante en
el Centro de Estudios Profesor José Oiticica (CEPJO), sede de una serie de cursos y discusiones, teniendo como “telón
de fondo” el anarquismo, y que fue cerrado por la dictadura en 1969, cuando Ideal fue encarcelado por un mes por el
antiguo Departamento de Orden Político y Social (DOPS), primero en la Base Aérea de Galeão y después en el cuartel
de la Policía del Ejercito en la calle Barão de Mesquita, centro de tortura de la dictadura militar.
Después de la prisión, Ideal organizo en su casa, entonces en la década de 1970, un grupo de estudios que tenía
como objetivo aproximar jóvenes interesados en el anarquismo para, entre otras cosas, colocarlos en contacto con
antiguos militantes y establecer vínculos con otros anarquistas de Brasil. Ese grupo de estudios se constituiría en el
germen del Círculo de Estudios Libertarios (CEL), concebido por Ideal y su compañera Esther Redes. Y CEL funciono en
Rio de Janeiro de 1985 a 1995, teniendo próximo (o mismo dentro) de si la formación de otros grupos como el Grupo
Anarquista José Oiticica (GAJO), el Grupo Anarquista Acción Directa (GAAD), el Colectivo Anarquista Estudiantil 9 de
Julio (CAE–9), el grupo Mutirão; ademas de publicaciones como Libera… Amore Mio (fundado en 1991 y que existe
hasta hoy), la revista Utopia (1988 – 1992) y el diario Mutirão (1991). Además de eso, el CEL promovió eventos,
campañas y decenas (sino centenas) de discusiones y debates.
Con la muerte de Ideal Peres, en agosto de 1995, el CEL lo homenajeo modificando su nombre por Círculo de
Estudios Libertarios Ideal Peres (CELIP). El CELIP dio continuidad al trabajo del CEL, siendo responsable por congregar
la militancia de Rio de Janeiro y proseguir la profundización teórica de esta. Además de eso, el CELIP siguió con la
publicación de Libera, haciendo por medio del mismo relaciones con grupos de todo el país y también del exterior.
Trajo importantes reflexiones libertarias sobre asuntos que estaban en boga en el Brasil y en el mundo de aquella
época y sirvió para la divulgación de textos y noticias de diversos grupos del país. Las discusiones y debates continuaran
congregando nuevos militantes, y las relaciones que algunos militantes tuvieron con la Federación Anarquista
Uruguaya (FAU) acabaran por influenciar significativamente el modelo de anarquismo que se fue desarrollando dentro
del CELIP. Este fue coorganizador del Encuentro Estadual de Estudiantes Libertarios de Rio de Janeiro (ENELIB), en

21
Ibidem.
22
Idem., VV. AA.: “História do Movimento Operário Revolucionário”, p. 181.
1999; participo del Encuentro Internacional de Cultura Libertaria, en Florianópolis 2000; y contribuyo con las
actividades del Instituto de Cultura y Acción Libertaria de San Pablo (ICAL). También retomo la lucha junto a los
trabajadores petroleros, reforzando los lazos entre anarquistas y sindicalistas del ramo petrolífero –lazos estos que
databan de 1992/1993, cuando juntos ocuparon el Edificio Sede de Petrobras (EDISE), en la primera ocupación de un
predio “publico” después de la dictadura militar. En 2001, esta lucha de los anarquistas y petroleros fue retomada,
culminando, en el año 2003, en el campamento de más de 10 días de los anarquistas y petroleros, que luchaban por
la amnistía de los compañeros despedidos políticamente. Además de eso, el CELIP realizo una serie de otras
actividades.
En 2002, iniciamos un grupo de estudios para considerar la posibilidad de la construcción de una organización
anarquista en Rio de Janeiro y el resultado de este fue la fundación de la FARJ el 30 de agosto de 2003. Para nosotros,
hay una relación directa entre la militancia de Ideal Peres, la constitución del CEL, su funcionamiento, el cambio de
nombre a CELIP, y la posterior fundación de la FARJ.
Cuando hablamos de la búsqueda del “vector social del anarquismo”, hacemos necesariamente referencia al
trabajo iniciado por Ideal Peres que, entonces en la década de 1980, inicio un trabajo con los movimientos sociales,
con vistas a retirar al anarquismo del ámbito estrictamente cultural al cual se restringió desde la crisis de los años 1930.

“Luego en la primera década de 1980, Ideal y Esther (Redes) se adentrarán en un movimiento social,
como fundadores y miembros de la Asociación de Moradores y Amigos de Leme (AMALEME). En la década
de 1980, en Rio de Janeiro, surgiría una serie de federaciones de asociaciones de barrios, villas y
comunidades; e Ideal participo de AMALEME, intentando influenciarla a utilizar practicas autogestionarias
y a demostrar solidaridad a la comunidad pobre del Morro de Chapéu Mangueria. En 1984, Ideal es electo
vice–presidente de la asociación y, en 1985, presidente. De su atención hacia las asociaciones de barrio
había nacido por otra asociación otra asociación, ALMA (Asociación de los Moradores de Lauro Muller y
Adyacencias), tal vez la primera asociación en demostrar impulsos combativos y autogestionarios, lo que
termino por influenciar otras asociaciones”23.

El estímulo de Ideal Peres y el propio desarrollo de la militancia en Rio de Janeiro apuntaran hacia una necesidad
practica de trabajo e inserción social de los anarquistas que se acento después de los contactos que tuvimos con la
FAU a mediados de la década de 1990. Por medio de Libera… y del contacto con otros grupos del Brasil, auxiliamos a
la iniciativa de la Construcción Anarquista Brasilera (CAB) de 1996, difundiendo el documento “Lucha y Organización”
que buscaba dar soporte para la creación de grupos orgánicos que defendiesen la idea del anarquismo “especifista”.
Podemos decir que todo el anarquismo especifista en Brasil tiene influencia de la CAB y de la propia FAU, y con nosotros
eso no es diferente.
Desde entonces, la idea de la inserción social y recuperación del vector fue volviéndose cada vez mayor. La
historia de Brasil y una contemplación más estratégica acerca de la razón de ser del propio anarquismo fueron
dejándonos cada vez más convencidos que el especifismo era la forma de organización anarquista más adecuada para
nuestros propósitos. Para nosotros, el camino para recuperar el vector social pasa, obligatoriamente, por un
anarquismo organizado específicamente, que diferencie los niveles de actuación y que estuviera presente en la lucha
de clases. Mientras tanto, al contrario del inicio del siglo XX, cuando el terreno privilegiado de la lucha de clases eran
los sindicatos, hoy consideramos que el sindicalismo puede ser un medio de inserción, pero hay otros mucho más
importantes que el. Conforme definimos anteriormente, existe hoy una clase de los explotados mucho más amplia y
que permite el trabajo y la inserción social de los anarquistas: desempleados, campesinos, sin–tierras, sin techo, etc.
Para nosotros, estar bien organizados en el nivel político (ideológico) nos permitirá encontrar el mejor camino para
trazar nuevamente este vector social del anarquismo, estuviese donde estuviese.
Toda nuestra reflexión actual tiene por expectativa pensar un modelo estratégico de organización que nos
posibilite un retorno del vector social, de forma que eso apunte hacia nuestros objetivos de superación del capitalismo,
del Estado, y para la constitución del socialismo libertario. Lo que buscamos, en este contexto, es solamente un puesto
en la lucha, conforme enfatizamos en nuestra fundación: “Aquí se presenta la FARJ, sin pedir otra cosa que un puesto
en la lucha, para que no mueran los sueños hermosos y profundamente justos”24.

23
Corrêa, Felipe: “Anarquismo Social no Rio de Janeiro: breve história da FARJ e de suas origens”; Lisboa, CEL/Cadernos d’A
Batalha, 2008, p. 25.
24
FARJ. “Manifesto de Fundação”.
(4)

La sociedad de dominación y explotación: capitalismo y estado.

“La riqueza de los unos se hace con la miseria de los otros”.


Piotr Kropotkin.

“Para quienes están en el poder, el enemigo es el pueblo”.


Pierre–Joseph Proudhon.

El capitalismo, como sistema, se desarrolla desde fines de la edad media y se establece en los siglos XVIII y XIX
en Europa occidental. Constituyéndose como un sistema económico, político y social, fundado en las relaciones entre
clases antagónicas, de un lado, lo que se llamó la "burguesía" y que en este texto llamamos capitalistas, detentadores
de la propia privada y de los medios de producción25, que contratan trabajadores por medio del trabajo asalariado.
Del otro lado, lo que se llamó el "proletariado"26, y que aquí llamamos trabajadores que no poseyendo más que su
fuerza de trabajo, deben venderla a cambio de un salario. Como enfatizamos anteriormente el trabajador asalariado -
objeto clásico de análisis en las tesis socialistas del siglo XIX-, para nosotros, constituye hoy sólo uno de las categorías
de las clases explotadas.
El objeto de los capitalistas es la producción de mercancías para obtener ganancia. “A la empresa no la
conmueven las necesidades de la sociedad; su único objetivo es aumentar los beneficios del empresario”27. Por medio
del trabajo asalariado, los capitalistas pagan el mínimo posible los trabajadores robándoles todo excedente de su
trabajo, lo que recibe el nombre de plusvalía. Eso ocurre, pues, para aumentar su ganancia los capitalistas deben tener
el menor costo, o sea, gastar lo mínimo posible. Vendiendo sus mercancías al mayor precio que el mercado puede
pagar, haciendo con esta diferencia, entre lo que gastan y lo que ganan, la ganancia –el lucro. Para contener costos y,
consecuentemente, aumentar su lucro los capitalistas poseen varios recursos, entre ellos: aumentar la productividad
y bajar los costos de producción. Hay varias formas en que esto puede hacerse, de entre ellas, imponer un ritmo de
trabajo mayor a los trabajadores y reducir los salarios que les pagan a ellos.
Y esta relación entre capitalistas y trabajadores genera la desigualdad social, uno de los grandes males de la
social en que vivimos. Esto ya fue constatado por Proudhon cuando investigó el tema en el siglo XIX:

"Afirmé entonces que todas las causas de la desigualdad social se reducen a tres: 1º apropiación
gratuita de las fuerzas colectivas; 2º desigualdad en los intercambios; 3º el derecho al lucro y a la fortuna.
Y como esta triple manera de usurpar los bienes de otros constituyen, esencialmente, el dominio de la
propiedad; negar la legitimidad de la propiedad es proclamar su identidad con el robo”28.

La propia privada, para nosotros, así como constato Proudhon, es un robo, visto que, a partir del trabajo
asalariado, da a los capitalistas el excedente del trabajo de los trabajadores. Esta propiedad “después de haber
despojado al trabajador por la usura, lo asesina lentamente por la extenuación”29.
Además de ser un sistema que crea y mantiene la desigualdad social, el capitalismo se basa en la dominación y
consecuente explotación. La dominación existe cuando una persona o un grupo de personas utilizan “la fuerza social
de otro (el dominado), y, consecuentemente, de su tiempo, para realizar sus objetivos (los del dominador) –que no
son los objetivos de la gente subyugada”30. El sistema capitalista se caracteriza por la utilización de la fuerza de trabajo
del trabajador para el enriquecimiento de los capitalistas por eso es un sistema de dominación y explotación, dado

25
Los medios de producción se constituyen de los medios de trabajo y de los objetos de trabajo. Los medios de trabajo son los
instrumentos de producción, como las máquinas, los equipamientos, herramientas, tecnologías; las instalaciones, como los
edificios, almacenes, oficinas; las fuentes de energía utilizada para la producción, que pueden ser eléctricas, hidráulicas, nucleares,
eólicas; y los medios de transporte. Los objetos del trabajo son los elementos sobre los cuales ocurre el trabajo humano como las
materias primas minerales, vegetales y animales, la tierra, entre otras.
26
Proletario: aquel que nada posee excepto su prole, o sea, sus hijos.
27
Kropotkin, Piotr: “La conquista del pan”; Buenos Aires: Libros de Anarres, 2005 - 1a ed.; p. 28.
28
Proudhon, Pierre-Joseph: “2eme. Memoire sur la Proprieté”. En: “A Nova Sociedade”; Porto, Rés Editorial, s/d; p. 35.
29
Proudhon, Pierre-Joseph: “¿Qué es la propiedad? Investigaciones sobre el principio del derecho y del gobierno”. Buenos Aires:
Libros de Anarres, 2005, 1a. ed.; p. 159.
30
López-López, Fabio: “Poder e Domínio: uma visão anarquista”; Rio de Janeiro, Achiamé, 2001, p. 83.
que "significa el poder de vivir directamente a costa de la explotación del trabajo ajeno, la directa explotación del
trabajo de aquellos que no poseen propiedades o capital, y que, por tanto, son forzados a vender su fuerza productiva
a los afortunados detentores de ambos"31.
Esta relación entre capital y trabajo, que se da en el mercado, no es similar para ambos lados, porque los
capitalistas concurren al mercado para obtener lucro, mientras que los trabajadores lo hacen por la necesidad de
trabajo, sin el cual correrían el riesgo de pasar necesidades y no tener las mínimas condiciones de vida [digna]. Es un
"encuentro entre una iniciativa para el lucro y otra para comer; entre el señor y el esclavo"32.
Más allá de eso, el desempleo hace que, en el momento en que los capitalistas van al mercado, se hallen con
trabajadores en abundancia pues hay más oferta de trabajadores que los requeridos.

“(…) los barrios pobres de la ciudad y de los pueblos próximos están llenos de gente cuyos hijos
lloran delante de la despensa vacía. Por eso, aún antes de que la fábrica esté terminada acuden corriendo
los trabajadores para embaucarse. No hacen falta más que cien y se presentan mil.”33.

A los capitalistas les toca imponer las condiciones de trabajo. A los trabajadores les toca aceptarlas ya que “son
llevados, por el miedo de que serán sustituidos por otros, a venderse por el menor precio. [...] Una vez que se
encuentra en la pobreza, el trabajador forzado a vender su trabajo por casi nada, y por venderse este producto por
casi nada, se hunde en una miseria cada vez mayor”34.
El capitalismo es un sistema complejo, en el que se articulan diversas formas de producción y clases sociales.
Los campesinos, siendo parte de un proceso productivo que es pre-capitalistas, están sujetos a las exigencias de la
concurrencia del mercado capitalista, lo que significa a la necesidad de elementos fundamentales para su producción
que son vendidos en el mercado capitalista. En la concurrencia, por dificultades de productividad y tecnología, tienen
desventajas en relación con las grandes empresas agroindustriales. También hay campesinos que venden su fuerza de
trabajo, que podemos considerar trabajadores rurales, de un sistema capitalista tradicional. Los campesinos también
son, como tratamos, parte del conjunto de las clases explotadas.
Se dice también, que el sistema capitalista no estaría dividido en dos grandes clases –la de los capitalistas y la
de los trabajadores–, sino más bien en tres, siendo la tercera clase, la llamada "clase de los gestores", responsable por
el control de aspectos decisivos del capitalismo y por personificar otro aspecto importante del capitalismo: la división
jerárquica del trabajo. A lo largo de la historia del capitalismo, esta clase viene haciéndose, cada vez más, parte de la
clase de los capitalistas, principalmente por los intereses defendidos en el proceso de la lucha de clases. Hoy, la figura
del burgués tradicional, propietario, es cada vez menos común, siendo el control de las empresas realizado por
gestores y los propietarios siendo cada vez más grupos multinacionales, lo mismo que los accionistas que nadie sabe
quiénes son. Actualmente, en su gran mayoría, la clase de los gestores es parte del conjunto de los capitalistas, lo que
podríamos llamar la clase dominante.
Hay todavía otros actores del mercado capitalista, como los trabajadores de los ramos del comercio y del servicio
que dan flujo a las mercaderías de las empresas capitalistas o realizan trabajos para ellos. Ambos ramos obedecen a
la lógica del capitalismo, en mayor o en menor medida, y también actúan dentro de la concurrencia del mercado,
muchas veces utilizan del trabajo asalariado, sustentando propietarios que gozan de los frutos de esta relación injusta
entre capital y trabajo que poseen el objetivo de generar ganancias.
Como un sistema que reproduce la injusticia, el capitalismo separa el trabajo manual del intelectual. Esta
separación es fruto de la herencia y también de la educación, visto que hay educación diferente para ricos y para
pobres. Siendo así,

“(...) en cuanto hay dos o varios grados de instrucción para las diferentes capas de la sociedad,
habrá necesariamente clases, quiero decir, privilegios económicos y políticos a un pequeño número de
afortunados, y esclavitud y miseria para la mayoría” 35.

Durante su historia, el capitalismo evolucionó, desenvolviéndose en la estructura política en de los países


europeos de finales del siglo XIX, generando el Imperialismo y llegando a su actual etapa de expansión, que puede ser
llamada de globalización económica. Conforme al análisis del subcomandante Marcos, del ejército zapatista: "ya no es
un poder imperialista en el sentido clásico del término aquel que dominaba el resto del mundo, más bien es un poder

31
Bakunin, Mikhail: “O Sistema Capitalista”; San Pablo, Faísca, 2007, p. 4.
32
Ibidem. p. 14.
33
Kropotkin, Piotr: “La conquista del pan”; p. 54.
34
Bakunin, Mikhail: “O Sistema Capitalista”; pp. 6-7.
35
Idem.: “A Instrução Integral”; San Pablo, Imaginario, 2003, p. 69.
extra nacional"36. En términos generales, la globalización económica se caracteriza por la integración, a escala mundial,
del proceso de producción, distribución e intercambio. La producción es realizada en diversos países del mundo, las
mercaderías son importadas y exportadas en enormes cantidades y a largas distancias.
Estimulada desde los años 1970 y 1980, la "globalización" se generalizo en el mundo, "basándose en el punto
de vista ideológico, filosófico y teórico, de la doctrina del neoliberalismo"37, que pregona el libre mercado y el estado
mínimo. La idea básica es que el capital se asegure las mejores condiciones locales para reproducirse. Como
necesariamente la producción necesita de mano de obra de los trabajadores, hay una migración de las esferas
productivas de las empresas capitalistas hacia los países cuyo "costo de producción" es más bajo, o sea: países con
mala legislación de trabajo/ambiental, mala organización sindical, alto nivel de desempleo, etc. En suma, las empresas
buscan los países/regiones en que la explotación pueda darse sin la intromisión del estado, permitiendo que paguen
cuanto quieren, y que no sean obligados a dar beneficios a los trabajadores, que los despidan cuando les convenga,
bien que siempre hay muchos otros queriendo sus lugares, permitiendo que los costos de producción sean cada vez
más bajos; el trabajo precario es buscado y estimulado. Este sistema, que por un lado deja desempleados en las áreas
poseen mejores condiciones, por otro que permite que sean chantajeados con la precariedad laboral] quienes aceptan,
al tiempo que amenazan la organización de los trabajadores que son cada vez más controlados y expulsados hacia la
periferia, conforme lo describe Chomsky:

"Los conceptos de "eficiencia" y "economía saludable", predilectos de los ricos y privilegiados, nada
tienen que ofrecer a los crecientes sectores de la población que no dan ganancia y que son empujados a
la pobreza y la desesperanza. Sino pueden ser confinados a las favelas, tendrán que ser controlados de
algún otro modo"38.

El neoliberalismo –que estimula el libre flujo de capital, pero no la libre circulación de personas ni la asimilación
de condiciones de trabajo– coloca en jaque todas las condiciones de “bienestar” que fueron impuesta a los estados
durante las largas movilizaciones que marcaron el mundo en los siglos XIX y XX. El capitalismo viene buscando nuevos
espacios, expandiéndose tanto interna, cuanto externamente, creando nuevas empresas capitalistas con las
privatizaciones y estimulando falsas necesidades, por medios como la publicidad, que no corresponden a las
verdaderas demandas de la sociedad. "Las doctrinas neoliberales, independientemente de lo que se piense de ellas,
debilitan la educación y la salud, y aumentan la desigualdad social y reducen la parte del trabajo en la distribución de
la renta”39.
El capitalismo contemporáneo también es responsable por la gran crisis ecológica que hoy asola el mundo.
Motivadas por la lógica del lucro, las empresas privadas son responsables por transferir toda la jerarquía de las clases,
a la relación entre las personas y el medio ambiente. Polución, deforestación, calentamiento global, destrucción de
especies raras y desequilibrio en las cadenas alimenticias son apenas algunas de las consecuencias de esta relación.

“Las jerarquías, clases, sistemas de propiedad e institución política que emergían con el dominio
social fueron transferidas conceptualmente a la relación entre la humanidad y la naturaleza. Esta, también
fue cada vez más vista como un mero recurso, un objeto, una materia bruta a ser explotada tan
implacablemente como los esclavos del latifundio”40.

El Brasil, se encuentra bastante integrado en esta lógica de globalización por razón de las políticas adoptadas
por los últimos gobiernos, compartiendo las consecuencias mundiales de esta nueva fase del capitalismo.

* * *

Consideramos al Estado el conjunto del poder político de una nación, que toma forma por medio de "las
instituciones políticas, legislativas, jurídicas, militares, financieras, etc."41; y, siendo así, el Estado es más amplio que el
gobierno. El Estado, desde su surgimiento en la antigüedad, pasando por el Egipto de los faraones y por el estado
esclavista–militar de Roma, siempre fue un instrumento de perpetuación de la desigualdad y un elemento liberticida,

36
RAMONET, Ignacio: “Marcos. La dignidad rebelde. Conversaciones con el subcomandante Marcos”; Chile; Aun Creemos en los
Sueños, S.A.; 2001; p. 26.
37
Ibidem, p. 27
38
Chomsky, Noam: “O Lucro ou as Pessoas”; Rio de Janeiro, Bertrand Brasil, 2002, p. 136.
39
Ibidem, p. 36.
40
Bookchin, Murray: “Um Manifesto Ecológico: o poder de destruir, o poder de criar”. En: “Letra Livre 31”; Rio de Janeiro, Achiamé,
2001, p. 8.
41
Malatesta, Errico: “A Anarquia”; San Pablo, Imaginario, 2001, p. 15.
cualquiera que fuese el modo de producción existente. Esta institución dominadora conoció, a lo largo de la historia,
períodos de mayor y menor fuerza, siendo necesaria la atención de sus especificidades de tiempo y lugar. El estado
como lo conocemos hoy (el estado moderno) posee sus orígenes en el siglo XVI.
Todavía en la edad media, con el objetivo de destruir la civilización de las ciudades, los bárbaros modernos
acabaron por tomar esclavos a aquellos que otrora se organizaban con base en la libre iniciativa y en el libre
entendimiento. Nivelase toda la sociedad con base en la sumisión al propietario, declarando que la Iglesia y el estado
serían los únicos lazos entre los individuos, que se someterían a esas instituciones y tendrían el derecho de defender
los intereses comerciales, industriales, artísticos, etc. El estado se constituyó por medio del dominio, para hablar en
nombre de la sociedad, visto que jugaba a ser la propia sociedad.
El Estado se vio caracterizado por un "doble juego", prometiendo a los ricos protegerles de los pobres, y
prometiéndoles a los pobres protegerlos de los ricos. A poco, las ciudades, estaban muriendo lentamente, víctimas de
la autoridad, fueron cediendo al Estado que también pasó por desenvolver su papel de conquistador, pasando
establecer guerras con otros estados, con objetivo de expandirse y conquistar nuevos territorios. El efecto del estado
fue desastroso sobre las ciudades y regiones rurales. El papel del estado en las áreas urbanas, en el periodo de los
siglos XVI y XVII fue el de

"…aniquilar la independencia de las ciudades, robar a las ricas guildas42 de comerciantes y artistas,
centralizar en sus manos el comercio externo de las ciudades y arreglarlo, apoderarse de toda la
administración interna de las guildas y someter el comercio interior, así como la fabricación de todas las
cosas, hasta en sus mínimos detalles, a una nube de funcionarios, matando, de esta manera, la industria
y las artes; enseñorearse de las milicias locales y de toda la administración municipal; aplastar, por medio
de impuestos, los flacos beneficios de los fuertes, y arruinar a los países con guerras"43.

Después de la revolución industrial, surgió la llamada "cuestión social", que obligó a los estados a desenvolverse
en los planos asistencialistas para minimizar los impactos negativos del capital sobre el trabajo. A fines del siglo XIX,
surgió, como alternativa al liberalismo, una concepción de estado más interventor que, por un lado, buscaba la
creación de políticas de "bienestar social", y por otro implementaba métodos de contención del avance de las
iniciativas socialistas, ya bastante fuertes en aquel momento.
El Estado posee hoy dos objetivos fundamentales: el primero de ellos, garantizar las condiciones de producción
y reproducción del capitalismo, el segundo, asegurar su legitimidad y control. Por este motivo, el Estado hoy es un
fuerte pilar de sustentación del capitalismo.
El estado excede el ámbito político y funciona como agente económico del capitalismo, actuando para evitar o
minimizar el papel de sus crisis o las caídas en los índices de sus ganancias. Esto ocurre de muchas formas: concediendo
préstamos a sectores centrales de la economía, incentivando el desenvolvimiento de sectores de la economía,
perdonando demoras, reformulando el sistema de importación/exportación, subsidiando productos, generando
recetas con la venta de productos oriundos de las empresas estatales, etc. Los planos asistenciales también tienen un
papel relevante, pues aumentan el poder de consumo de los sectores populares, moviendo y calentando la economía
capitalista. También, el estado crea leyes que permiten garantizar la acumulación a largo plazo de los capitalistas,
intentando evitar que la sed por la ganancia de los capitalistas coloque en riesgo al propio sistema.
Con el devenir del proceso histórico, se evidenció que no es posible sustentar un sistema basado únicamente
en la represión. El estado, que así se sustentó por unos cuantos años, luego se fue modificando, con el objeto de
garantizar la legitimidad del capitalismo. Un estado que defendiese claramente la posición de los capitalistas podría
fomentar la lucha de clases y, por tanto, nada mejor, desde el punto de vista capitalista, que darle un aspecto de
neutralidad, haciendo como que pareciese un órgano independiente, el mismo autónomo, en relación con las clases
dominantes o al propio capitalismo. Siempre con el objetivo de enfriar la lucha de clases, el estado desarrolló medidas
en favor de las clases explotadas, pues, con mejores condiciones de vida, la oportunidad para la radicalización sería
menor. Por otro lado, los movimientos de trabajadores organizados fueron capaces de imponer al estado medidas que
les traerían beneficios, en detrimento de los capitalistas.
Así como la democracia representativa, las medidas que mejoren las condiciones de los trabajadores funcionan,
para el estado, siempre como una herramienta ideológica para fomentar este ideal en neutralidad, independencia y
autonomía. Sin embargo, aunque deben servir de lección al mostrar cómo el estado tiene la obligación de garantizar
esta legitimidad, muchas veces hay espacio para que los trabajadores organizados impongan medidas en su favor,
siendo necesario, por tanto

42
Asociaciones corporativas de artesanos, mercaderes y artistas, que existían en la Edad Media.
43
Kropotkin, Piotr: “O Estado e seu Papel Histórico”; San Pablo, Imaginario, 2000, p. 64.

El texto entre corchetes es agregado del traductor.
“[...] Arrancar al gobierno y a los capitalistas todas las mejoras de orden político y económico que
puedan tornar menos difíciles para nosotros las condiciones de lucha y aumentar el número de aquellos
que luchan conscientemente. Y es preciso, por tanto, arrancarla por medios que le impliquen el
reconocimiento del orden actual y que preparen el camino al futuro"44.

A pesar de eso, debe tenerse en cuenta que el estado como fuerte pilar del capitalismo, busca sustentarlo y
cómo el capitalismo es un sistema de explotación y dominación, el estado no podría hacer otra cosa sino sustentar la
relación de clases existente en su seno. De esta forma, el estado defiende los capitalistas en detrimento del trabajador,
que sólo poseyendo "como riqueza sus propios brazos, nada tienen que esperar del estado; encuentran en el apenas
una organización hecha para impedir a cualquier precio su emancipación"45.
Cualquier tentativa de cambiar el sistema llevada a cabo por las clases explotadas es reprimida duramente por
el estado. Cuando la ideología no funciona, vienen la represión y el control. Como posee el monopolio del uso de la
violencia en la sociedad, siempre le toca hacer cumplir las leyes, y como las leyes fueron hechas para qué los privilegios
de la sociedad capitalista sean mantenidos, entonces la represión y el control del estado están velando siempre con la
finalidad de sustentar "el orden", o sea, de mantener los privilegios del capitalismo y de la clase dominante del mismo.
A la menor señal de que las clases explotadas significan una amenaza, el estado reprime brutalmente, siempre velando
por la continuidad del sistema, que posee la violencia como uno de sus pilares centrales.
Al contrario de lo que creen (y más allá de lo que creían) los socialistas autoritarios, el estado no es un órgano
neutro, que puede funcionar al servicio de los capitalistas o de los trabajadores. Si los anarquistas tanto escribieron
sobre el estado es justamente porque en la crítica al capitalismo había un consenso entre libertarios y autoritarios –y
divergencia en torno al tema del estado. Los autoritarios sustentaban la toma del estado y una dictadura del
proletariado como una fase intermedia –que se llamó falsamente socialismo–, entre el capitalismo y el comunismo.
Este "socialismo" es una forma de gobierno de una mayoría por la minoría, “pues el resultado de una y de otra es la
afirmación directa e infalible de los privilegios políticos y económicos de la minoría dirigente y de la esclavitud política
y económica de las masas del pueblo”46. Nosotros sustentamos que

“… ningún Estado, por democráticas que sean sus formas, incluso la república política más roja,
popular sólo en el sentido mentiroso conocido con el nombre de representación del pueblo, no tendrá
fuerza para dar al pueblo lo que desea, es decir la organización libre de sus propios intereses de abajo a
arriba, sin ninguna injerencia, tutela o violencia de arriba, porque todo Estado, aunque sea el más
republicano y el más democrático, incluso el Estado pseudopopular, (…), no representa, en su esencia,
nada más que el gobierno de las masas de arriba a abajo por intermedio de la minoría intelectual, es decir
de la más privilegiada, de quien se pretende que comprende y percibe mejor los intereses reales del
pueblo que el pueblo mismo”47.

La posición de los libertarios, que reivindicamos hoy es que, para la construcción del socialismo, el estado debe
ser destruido, juntamente con el capitalismo, por medio de la revolución social. Esto, pues “donde existe el Estado
existe inevitablemente la dominación, por consiguiente la esclavitud; el Estado sin la esclavitud –abierta o
enmascarada– es imposible: es la razón por la cual somos enemigos del Estado”48. El estado juega a comprender las
necesidades del pueblo mejor que el propio pueblo y sustenta una forma jerárquica de gestión de la sociedad,
constituyéndose en el medio por el cual la clase en el presente ejerce dominio sobre las otras, aquellas que no son
parte del estado. Cualquier estado crea relaciones de dominación, explotación, violencia, con masacres y torturas, con
el pretexto proteger al "ciudadano", así como subyuga

“…a las provincias y ciudades que componen el estado que, como grupo natural, deberían gozar de
plena e integral autonomía. [Estás,] serán, por el contrario, gobernadas y administradas no por sí mismas,
como conviene a ciudades y provincias asociadas, sino por una autoridad central y como poblaciones
conquistadas”49.

44
Malatesta, Errico: “‘Idealismo’ e ‘Materialismo’”. En: “Anarquistas, Socialistas e Comunistas”; San Pablo, Cortez, 1989, p. 141.
Libro en proceso de reedición por la Editora Scherzo.
45
Kropotkin, Piotr: “A Decomposição dos Estados”. En: “Palavras de um Revoltado”; San Pablo, Imaginario, 2005, p. 30.
46
Bakunin, Mikhail: “Estatismo y Anarquía”; Buenos Aires, Anarres, s/a, p. 162.
47
Ibídem, p. 31.
48
Ibid., p. 209.
49
Proudhon, Pierre-Joseph: “Crítica às Constituições”. En: “Proudhon”; San Pablo, Ática, 1986, p. 87.
Así como la concepción dictatorial del socialismo, la democracia representativa sustenta que hay posibilidad de
cambio por medio del estado. Al delegar nuestro derecho de hacer política50 a una clase de político que entra en el
estado para representarnos, estamos concediendo un mandato carente de todo control a alguien que toma las
decisiones por nosotros: ahí la división inevitable entre la clase que hace política y las clases que la siguen. En un primer
momento, ya podemos afirmar que la democracia representativa aliena políticamente, visto que separa al pueblo de
aquellos que hacen la política en lugar del pueblo: concejales, diputados, senadores, prefectos, gobernadores, etc.
Cuanto más los políticos se responsabilizan de la política, menos el pueblo hace política y más es alienado a la larga
por las decisiones tomadas. Esto, obviamente, condena al pueblo a una posición de espectador y no de “señor de sí
mismo”, que es directamente responsable por la solución de sus problemas, siendo, por tanto, “la emancipación del
proletariado es decididamente imposible en todo Estado; una tal abolición no es posible más que por el apoyo solidario
del proletariado de todos los países”51.
Los “políticos” representan a la jerarquía y a una separación entre dirigentes y dirigidos, dentro y fuera de sus
propios partidos. Electos, los partidos políticos deben conseguir tener una relevancia numérica en las votaciones, y
por tanto precisan elegir un número significativo de candidatos. Los políticos son entonces tratados como una
mercancía a ser vendida en el "mercado electoral"; para crecer, los partidos hacen cualquier cosa –desvían dinero,
abandonan programas, hacen alianzas con cualquiera, etc. Los "políticos" no hacen la política basados en la voluntad
popular, pero toman decisiones que favorecen al partido y a sus propios intereses, empezando por ello a enamorarse
del poder. A fin de cuentas, los políticos y partidos quieren conservar sus cargos y poderes, los que se tornan un fin en
sí mismo. La discusión de las cuestiones importantes de la sociedad, que ya es limitada –visto que el parlamento y el
propio estado son pilares del capitalismo y, por eso no permiten que sus raíces sean modificadas– ni siquiera se toca,
nunca es una prioridad, siendo la democracia representativa conservadora, limitando inclusive los pequeños progresos
que pueden ocurrir. Por este motivo, no debemos delegar la política a

“…personas sin ninguna convicción, que cambian de camiseta entre liberales y conservadores, que
se dejan influenciar por promesas, cargos, adulaciones o pánico-, que este pequeño grupo de nulidades,
que, dando o recusando sus votos, son quienes deciden todas las cuestiones del país. Son ellos quienes
hacen o deshacen las leyes. Son ellos quienes sustentan o destruyen a los ministerios y quienes cambian
la dirección de la política”52.

Esta crítica del estado no está ligada a una o a otra forma de estado, sino a todas sus formas. Por tanto, cualquier
proyecto de transformación social que apunte a una revolución social y al socialismo libertario debe tener como
objetivo, el fin del capitalismo y también del estado. Aunque sostenemos que el estado es uno de los dos grandes
pilares del capitalismo, no creemos que, con el fin del capitalismo, necesariamente, el estado dejará de existir.
Hoy, sabemos que no debemos confundirnos ni con el contexto del siglo XIX, que apuntaba a una divergencia
sobre la cuestión de estado entre los socialistas –y por eso el gran énfasis en los escritos sobre el tema–, ni con el
contexto de la Europa de aquella época. Sabemos que las condiciones del Brasil son específicas y, sí podemos aplicar
estas críticas al Estado actual, tenemos que saber que nuestra la realidad es particular y que los rumbos de la economía
mundial han tenido profunda influencia sobre la forma de estado con la cual convivimos.
En fin, una cosa es cierta: el capitalismo y el estado son, todavía, los fundamentos de nuestra sociedad de
dominación y explotación, constituyendo “actualmente para todos los países del mundo civilizado un solo problema
mundial”53. Por tanto, entonces nuestro “solo interés (…) la emancipación completa y definitiva del proletariado de la
explotación económica y del yugo estatista”54.

50
El término "política" aquí utilizado, y que será utilizado muchas otras veces a lo largo del texto, es entendido como: “Derivado
del adjetivo de polis (politikós) que significa todo lo que se refiere a la ciudad, y en consecuencia ciudadano, civil, público, y
también sociable y social”. Bobbio, N.; Matteucci, N. y Pasquino, G.: "Diccionario de Política"; México, Siglo XXI, p. 1215. Por tanto,
no entendemos política como aquella realizada por medio de la democracia representativa. “Hacer política”, en este caso, significa
participar y decidir efectivamente sobre las cuestiones de la sociedad y, especialmente, en aquello que nos afecta. Trabajamos
con la idea de que hay política fuera de la esfera electoral.
51
Bakunin, Mikhail: “Estatismo y Anarquía”; p. 61.
52
Kropotkin, Piotr: “O Governo Representativo”. En: “Palavras de um Revoltado”; p. 154.
53
Bakunin, Mikhail: “Estatismo y Anarquía”; p. 60.
54
Ibídem.
(5)

Objetivos finalistas:
Revolución social y socialismo libertario.
"Nosotros llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones".
Buenaventura Durruti.

"El proyecto político y social del anarquismo en una sociedad libre y antiautoritaria, que
conserve la libertad, la igualdad y la solidaridad entre todos sus miembros".
Néstor Majno

"Pero la revolución universal es la revolución social, es la revolución simultánea del pueblo


de los campos y las ciudades. Es por eso que es preciso organizarnos, porque sin una
organización preparatoria, los elementos más fuertes son impotentes y nulos".
Mijail Bakunin

Habiendo trazado un breve diagnóstico de la sociedad actual de dominación y explotación, afirmamos dos
objetivos que entendemos como finalistas: la revolución social55 y el socialismo libertario. La revolución social tiene
por objetivo destruir la sociedad de explotación y dominación. El socialismo libertario es el que da sentido constructivo
a la revolución social. Juntos, la destrucción –como concepto negativo– y la construcción –como concepto positivo–
constituyen la transformación social posible y efectiva, propuesta por nosotros. “no puede haber revolución sin una
destrucción extensiva y apasionada, una destrucción saludable y fecunda, puesto que es de ella, y solamente por ella,
de donde surgen y nacen mundos nuevos.”56. Sin embargo, la destrucción sola no es suficiente, ya que “nadie puede
querer destruir sin tener por lo menos una remota imaginación, real o falsa, del orden de cosas que debería a su
parecer suceder al que existe actualmente”57.
La revolución social es uno de los resultados posibles de la lucha de clases y consiste en la alteración violenta
del orden social establecido, siendo considerada por nosotros el único medio para dar fin a la dominación y
explotación. Ella difiere de las revoluciones políticas de los jacobinos y leninistas por sostener la alteración del "orden",
no es solamente una transformación política, por medio del estado, cambiando una minoría dirigente por otra. Como
enfatizamos anteriormente, para nosotros, el estado no es un medio de emancipación de las clases explotadas, ni
siquiera cuando es arrancado de las manos de los capitalistas, de forma revolucionaria, por la supuesta vanguardia
que dice actuar en nombre del proletariado. Una revolución política, como la Revolución Francesa o la revolución rusa,
que no acaba con el estado para profundizar la igualdad en su seno, se vuelve una revolución burguesa y termina
“infaliblemente en una nueva explotación, más hipócrita y más sabia quizá, pero no menos opresiva del proletariado
por la burguesía”58.
Diferente de la revolución política, es la revolución social realizada por el pueblo de las ciudades y del campo
que llevan su lucha de clases y su correlación de fuerzas con el capitalismo y el estado al límite por medio de la
organización popular. La revolución social acontece cuando la fuerza social desarrollada en el seno de la organización
popular es mayor que la del capitalismo o del estado, y que lleva a la práctica, implementa estructuras que sostienen
la autogestión y el federalismo, acabando con la propiedad privada y el estado, haciendo emerger una sociedad de
igualdad y libertad de la revolución social traerá la emancipación popular, conforme lo afirmó varias veces Bakunin:

“Es precisamente ese sistema antiguo de la organización por la fuerza con lo que la
Revolución social debe acabar devolviendo su plena libertad a las masas, a los grupos, a las
comunas, a las asociaciones, a los mismos individuos, y destruyendo, de una vez por todas,
la causa histórica de todas las violencias, el poderío y la existencia misma del Estado, […] [La

55
Estamos trabajando con el concepto clásico de revolución social, desarrollado por Bakunin, que la considera una transformación
de los aspectos económicos, sociales y políticos de la sociedad. Cuando la distinguimos de la revolución política, buscamos, de la
misma forma, una diferenciación clásica que trata a la revolución política como una transformación que será solamente en el nivel
"político", por medio del estado.
56
Bakunin, Mikhail: “Estatismo y Anarquía”; p. 36.
57
Bakunin, Mikhail: “Bakunin: crítica y acción”; Buenos Aires, Anarres, 2006, p. 33.
58
Ibidem; p. 22.
revolución social es la] abolición de toda explotación y de toda opresión política o jurídica o
administrativa y gubernamental, es decir hacia la abolición de todas las clases por medio de
la nivelación económica de todas las riquezas 59”.

La revolución social no es una "gran noche", en la cual, espontáneamente, el pueblo se revela y produce una
sociedad nueva. Es innegable que la lucha de clases produce una serie de levantamientos o insurrecciones,
acontecimientos espontáneos de mucha relevancia. Sin embargo, si no hay un intenso y duro trabajo organizativo
previo, estos episodios pasarán, a veces con ganancias para las clases explotadas, pero ninguna conseguirá derrumbar
el capitalismo o el estado, ni dar cuerpo a una sociedad. La construcción de la organización popular desarrollara el
espíritu de lucha y organizará a las clases explotadas, buscando en acumular fuerza social al tiempo que incorpora en
su seno los medios de lucha acordes con la sociedad que deseamos construir. De esta manera, no entendemos la
revolución social como una simple evolución, ni como una consecuencia obligatoria de las contradicciones del
capitalismo, sino como un episodio que marca la ruptura y es determinado por la voluntad de las clases explotadas
organizadas.
Enfatizamos que en este proceso revolucionario hay necesidad del uso de la violencia, pues no creemos que la
expropiación a los capitalistas lo mismo que la destrucción del estado, pueda ser hecha sin que la clase dominante
promueva la violencia. Inclusive, el sistema en que vivimos ya es un sistema basado en la violencia para su
mantenimiento, y su exacerbación en los momentos revolucionarios justifica la utilización de la violencia por parte de
los revolucionarios, fundamentalmente como respuesta a la violencia sufrida en el pasado y en el presente. "La
violencia sólo es justificada cuando es necesaria para defenderse a sí mismo o para defender a otros contra la
violencia"60. La clase dominante no aceptará cambios impuestos a ellos en el momento de concreción de la revolución
social. Por eso es necesario saber que, a pesar de que no incentivamos ni amamos la violencia, ella será necesaria para
el golpe que queremos asestar contra todo este sistema de dominación y explotación.

"Siendo la revolución, por la fuerza de las cosas, un acto violento, tiende a desarrollar el
espíritu de violencia en vez de destruirlo. Pero la revolución conducida como la conciben los
anarquistas, es lo menos violenta posible; ella intenta interrumpir toda violencia tan pronto cesa
la necesidad de oponer la fuerza material a la fuerza material del gobierno y de la burguesía. [...]
El ideal de los anarquistas es una sociedad donde cualquier factor de violencia habrá desaparecido
completamente y este ideal sirve para frenar, ese espíritu de violencia que la revolución, como acto
material, tendría la tendencia a desarrollar"61.

La acción violenta de la revolución social, lo mismo que la expropiación de los capitalistas, debe destruir
inmediatamente el estado, dando lugar a las estructuras autogestionarias y federales, probadas y vigentes dentro de
la organización popular. Por tanto, la concepción autoritaria de "socialismo" como período intermedio, en que se
establece una dictadura dentro del estado, no es, para nosotros, más que otro medio para continuar la explotación
del pueblo y debe ser rechazada absolutamente y en cualquier circunstancia.
Como la revolución social no podrá ser hecha sólo por los anarquistas, es importante que estemos
completamente insertos en los procesos de la lucha de clases, para poder dar a la revolución el rumbo del socialismo
libertario. Esto porque las experiencias de las revoluciones del siglo XX nos muestran que, en caso de que eso no
ocurra, los autoritarios diezmarán las experiencias emancipadoras, para ocupar el estado, acabando con la posibilidad
de autogestión y federalismo, constituyendo regímenes más tiránicos que los anteriores. Por este motivo, la revolución
es un riesgo, pues, si los anarquistas no estuvieran suficientemente insertos para poder darle el rumbo deseado,
trabajarían para que otro régimen de dominación y explotación sea impuesto. La cultura autogestionaria y federalista
ya debe estar bien desarrollada en las luchas de la clase para que el pueblo, el movimiento revolucionario, no se deje
oprimir por oportunistas autoritarios, y eso se dará por medio de la práctica clasista de la autonomía, la combatividad,
la acción directa y la democracia directa. Cuanto más presentes estén estos valores en la organización popular, menor
será la posibilidad de que se constituyan nuevas tiranías.
Por más que rechacemos completamente la concepción de “socialismo” marxista, de dictadura del estado, es
inevitable que haya un momento posrevolucionario de adaptación, en rumbo al socialismo libertario. En este
momento pueden existir todavía muchos conflictos, por eso deberán existir las organizaciones específicas anarquistas
que se fundirán con las organizaciones sociales en un periodo posterior, desarrollando plenamente el socialismo

59
Ibid; p. 22-23. El texto entre corchetes y en itálicas es un agregado de la FARJ (N. del trad.).
60
Malatesta, Errico: “A Violência e a Revolução”. En: “Anarquistas, Socialistas e Comunistas”; p. 40.
61
Ibidem; p. 70
libertario, cuando la amenaza de contrarrevolución haya pasado y el socialismo en libertario esté en pleno
funcionamiento.
Cuando tratamos de nuestra concepción de la revolución social lo mismo que cuando pensamos en una posible
sociedad futura, queremos dejar en claro que no estamos buscando determinar de antemano, de manera absoluta,
como se dará proceso revolucionario o el mismo socialismo libertario. Sabemos que no hay condiciones para prever
cuando esta transformación acontecerá, y por eso, cualquier reflexión debe considerar este carácter estratégico de
proyección de las posibilidades futuras, siempre a partir de las posibilidades, y no de certezas absolutas. Las
características del proceso revolucionario dependerán de dónde y cuándo el se dé.
Por tanto, las reflexiones aquí explicitadas sobre la revolución social, y principalmente sobre él socialismo
libertario no deben ser entendidas como fórmulas o previsiones de lo que necesariamente ocurrirá. Trabajamos con
las posibilidades que contemplan nuestras expectativas teóricas. Sin embargo, aunque no queremos hacer
afirmaciones por un lado; por el otro, pensamos que es importante la discusión sobre la sociedad futura y el posible
funcionamiento del socialismo libertario. En este punto, creemos que las experiencias prácticas revolucionarias nos
pueden enseñar mucho.
Defender el socialismo libertario como propuesta de social futura implica, para nosotros, relacionar los
conceptos indisociables cuando se trata de un proyecto político. De un lado el socialismo, sistema basado en una
igualdad económica, política y social, y del otro la libertad. Para nosotros, "el socialismo sin libertad es esclavitud y
brutalidad"62, un sistema que degenera en regímenes autoritarios, que bien hemos conocido a lo largo del siglo XX. Al
mismo tiempo, "la libertad sin socialismo es privilegio e injusticia"63, una forma de continuar la dominación y
explotación en una sociedad de clases y jerarquías autoritarias. Por tanto, el proyecto de una sociedad futura que
privilegie la igualdad y la libertad sólo puede ser, para nosotros, el socialismo libertario, que toma forma de las
prácticas de autogestión y federalismo.
A pesar de que son términos surgidos en épocas diferentes64, autogestión y federalismo hoy están
necesariamente ligados y deben ser entendidos como conceptos complementarios. La autogestión es una forma de
gestión, un modelo de organización, en que las decisiones son tomadas por los propios trabajadores, en la medida en
que son afectados por ellas, sea a partir de sus locales de trabajo o de las comunidades donde viven. El federalismo es
un método de articular estructuras autogestionarias, posibilitando la toma de decisiones en gran escala.
Interpretaciones contemporáneas de autogestión y de federalismo separan a la primera como sistema económico y al
segundo como sistema político del socialismo libertario. Nosotros no entendemos esta manera la separación entre lo
económico y lo político, cuando se trata de autogestión y federalismo.
La sociedad autogestionaria y federalista del socialismo libertario tiene como uno de sus objetivos la
desalineación y el fin de las relaciones de dominación y explotación del trabajo. La crítica realizada hoy al trabajo,
incluso por libertarios, es para nosotros una crítica al trabajo dentro del capitalismo y no una crítica al trabajo en
cuanto tal. En el socialismo libertario, el trabajo libre debe ser uno de los medios de la liberación de los trabajadores
que, con la autogestión, traerán de vuelta a sí mismos la riqueza que a ellos es usurpada por la propiedad privada
capitalista. De esta forma, la socialización del trabajo, los productos del trabajo, los medios de producción, las formas,
ritmos y tiempos de trabajo, contribuirán para crear un modelo de trabajo como "acción inteligente de los hombres
en sociedad con el fin preconcebido de satisfacción personal"65. En la nueva sociedad todos los que posean condiciones
deberán trabajar, no habiendo más desempleo, el trabajo podrá ser ejecutado de acuerdo con la habilidad y la
disposición personal. Las personas no serán más obligadas a aceptar cualquier cosa por la amenaza de pasar
necesidades y no tener las mínimas condiciones de vida. A los niños, así como los viejos y aquellos imposibilitados de
trabajar les estará asegurada una vida digna, sin privaciones con todas sus necesidades resueltas. Para las tareas más
tediosas o desagradables, en algunos casos, se podrá realizar [alguna forma de] rotación o alternancia. Lo mismo en
el caso de la realización de una producción, donde fuera precisa alguna forma de coordinación de especialistas, será
necesario también una rotación en la función y esforzarse en la formación de otros trabajadores con idénticas
capacidades para tareas más complejas.
En el socialismo libertario, no será más posible tener una mayor remuneración por motivo de ser propietario de
uno o más medios de producción. Esto porque la propiedad privada deberá ser abolida, dando lugar a la propia
colectiva de los medios de producción, que puede ser pensada en las formas: 1.) Ninguno efectivamente será

62
Bakunin, Mikhail: “Federalismo, Socialismo e Antiteologismo”; São Paulo, Cortez, 1988, p. 38.
63
Ibidem.
64
El término "federalismo" es usado por los anarquistas desde Proudhon, que formalizó sus teorías acerca del asunto en "El
Principio Federativo" de 1863, y en otros libros. El federalismo marcó a los socialistas libertarios del siglo XIX, principalmente
aquellos que actuarán en la AIT. No debe confundirse este federalismo libertario con el federalismo estatista. El término
"autogestión" surgió solamente un siglo después, en la década de 1960, para substituir otros como autogobierno, auto
administración, autonomía, etc. Los dos tienen significados diferentes, aunque complementarios en economía y política.
65
Proudhon, Pierre-Joseph: “De la création de l’ordre dans l’humanité”. En: A Nova Sociedade, p. 26.
propietario y los medios de producción pertenecerán a la colectividad como un todo; o, 2.) Todos los miembros de la
colectividad serán dueños de una porción de los medios de producción, exactamente del mismo tamaño que la de los
otros. "Siendo los medios de producción obra colectiva de la humanidad, tienen que volver a la colectividad humana
de donde salieron"66. En un sistema de propiedad colectiva, los derechos, las responsabilidades, los salarios y la riqueza
no tienen más relación con la propiedad privada, y las antiguas relaciones de clases, basadas en la propiedad privada
también deben desaparecer. El socialismo libertario es, por tanto, una sociedad sin clases. La clase dominante no
existirá más y todo el sistema de desigualdad, dominación y explotación habrá desaparecido.
En las ciudades, hay diferentes tipos de trabajadores. Primeramente, aquellos que desarrollan actividades con
herramientas simples, con casi ninguna división del trabajo, en la que la producción puede ser realizada, muchas veces,
por un trabajador solamente, para este tipo trabajador el trabajo colectivo no es una necesidad, mas es deseable, visto
que ahorra tiempo y fuerza de trabajo, además de hacer que con un trabajador se mejoren las habilidades de los otros.
Después, hay otros trabajadores, que realicen sus actividades colectivamente con máquinas y herramientas
relativamente simples, en pequeñas empresas o fábricas. Finalmente, una tercera categoría de trabajadores de
grandes empresas e industrias, en que la división del trabajo es enorme, estructuras en que se produce en gran escala
y con tecnología de punta y grandes inversiones materiales. Para esta última categoría, el trabajo colectivo es
absolutamente necesario por la propia naturaleza del trabajo, ya que toda tecnología, maquinaria y herramienta
deben ser colectivas. De esta forma,

"toda oficina, toda fábrica, se irá consecuentemente organizando en una asociación de


trabajadores, que será libre para organizarse de la forma que halle mejor, contando con que
los derechos individuales están garantizados y los principios de igualdad y justicia serán
colocados en práctica. [...] En cualquier lugar que una industria precisa de equipamiento
complejo y trabajo colectivo, la propiedad colectiva también debe ser colectiva"67.

En los campos, puede haber dos situaciones: o los campesinos trabajan en grandes propiedades, que deberán
ser colectivizadas, de la misma forma que las grandes empresas e industrias; o los campesinos prefieren tener su
propio pedazo de tierra y cultivarlos ellos mismos. En esta economía mixta,

"[...] El principal propósito de la revolución fue atendido: la tierra volvió a la propiedad


de aquellos que la trabajan y los campesinos ya no trabajan más para el lucro de un
explotador que vive de su sufrimiento. Con esta gran victoria obtenida, el resto es de
importancia secundaria. Los campesinos pueden, si lo desearan, vivir la tierra en parcelas
individuales y dar una porción a cada familia. Y también pueden, en vez de eso, instituir la
propiedad común y el cultivo cooperativo de la tierra"68.

Es importante mencionar que no consideramos a la propia estatal como colectiva. Para nosotros, la propiedad
colectiva es autogestionada por el pueblo y no gestionada por el estado, que cuando centraliza la propiedad -como en
el caso de la URSS, por ejemplo- no hace más que volverse un Estado-Patrón, que continúa con la explotación de los
trabajadores. Mas en el caso de la permanencia de la propiedad individual entre los campesinos, sería más adecuado
entender esta situación como posesión y no como propiedad. Así, la propiedad sería siempre colectiva y la posesión
individual. Posesión, pues el valor de la tierra sería de uso y no de cambio. Y la relación con la misma sería a medida
de las necesidades del productor y no de las del mercado. Tal situación altera todo, siendo necesario así elaborar una
nueva categoría.
Todavía queda una cuestión fundamental que debe complementar el fin de la propiedad privada rumbo a la
igualdad que es el fin de la herencia, con el objetivo de impedir cualquier tipo de acumulación que tiene consecuencias
sobre el punto de partida al inicio de la vida. Así, la verdadera igualdad será un objetivo, ya que

"…en tanto la herencia exista habrá desigualdad económica hereditaria, no la desigualdad


natural entre los individuos, sino la artificial de las clases, que se traducirá necesariamente
siempre en desigualdad hereditaria del desarrollo y de la cultura de las inteligencias y
concluirá por ser fuente de la consagración de todas las desigualdades políticas y sociales"69.

66
Kropotkin, Piotr: “La Conquista del Pan”; p. 29.
67
Guillaume, James: “Ideas on Social Organization”, en Guérin, Daniel: “No Gods, No Masters”; San Francisco; AK Press, 1998, p.
213.
68
Ibidem. p. 210
69
Bakunin, Mikhail: “Federalismo, Socialismo e Antiteologismo”; p. 37.
La economía del socialismo libertario es dirigida por los trabajadores y los consumidores. Los trabajadores crean
el producto social y los consumidores lo aprovechan. Entre estas dos funciones, mediadas por la distribución, el pueblo
es responsable por la vida económica y política, debiendo decidir lo que debe producir, y los consumidores que se
debe consumir. Las estructuras locales del socialismo libertario en que se organizan los trabajadores y consumidores
son los consejos de trabajadores y los consejos de consumidores.
Los consejos son cuerpos sociales, vehículos por medio de los cuales el pueblo manifiesta sus preferencias
económicas y políticas y ejerce la autogestión y el federalismo. En ellos son determinadas y ejecutadas las actividades
económicas y políticas cotidianas.
Cada local de trabajo podrá ser dirigido por un Consejo trabajadores, en que todos los trabajadores tienen los
mismos derechos, las mismas responsabilidades y deciden sobre la dirección en igualdad, ya que no hay jerarquía. En
caso de necesidad, puede formarse consejos menores, por equipos, unidades, pequeñas divisiones de un mismo
consejo mayor para grandes divisiones, locales de trabajo o industrias. En estos consejos, los trabajadores y demás
involucrados en el proceso de producción toman todas las decisiones.
Los consumidores se pueden realizar en consejos de consumidores, que serán dentro de las comunidades. Así,
los individuos están organizados en familias, están en grupos de vecinos, éstos en edificios, cuadras, barrios y así
sucesivamente. Estos consejos serían responsables por apuntar a los productores, que les gustaría consumir, ya que
entendemos que la demanda debe dirigir la producción, no al contrario.
El Consejo de trabajadores organiza la producción y el Consejo de consumidores organiza el consumo.
Obviamente, esta exposición pretende mostrar didácticamente la realidad y los problemas que posiblemente irán
movilizando la futura sociedad autogestionaria, mas, una vez que, en ese nuevo contexto, los consumidores sean los
propios trabajadores, y la tarea de los dos consejos se dará con mayor facilidad, puesto que el lucro no será más el
imperativo de las relaciones de producción.
En el socialismo libertario, los consejos de trabajadores pueden todavía no haber acabado con la separación
entre el trabajo manual e intelectual, y eso deberá realizarse cuanto antes. El argumento que defiende que tanto el
trabajo manual como el intelectual son importantes, y que, por eso deberían ser igualmente reconocidos y
remunerados, no es verdadero. Muchas tareas, fundamentalmente las que involucran trabajo manual, son
completamente desagradables, duras y alienantes, y no es justo que los trabajadores estén enteramente envueltos en
ellas, en tanto que otros se dedican a desenvolver tareas agradables, placenteras, estimulantes e intelectuales. Si ello
ocurriese, ciertamente el sistema de clases se habría recreado, ya no basado en la propiedad privada, sino en una clase
de intelectuales que dirigirían a otra de trabajadores manuales, que ejecutarían sus órdenes.
Buscando acabar con esta separación, los consejos de trabajadores podrán tener un conjunto balanceado de
tareas para cada trabajador, que sería equivalente para todos. Así, cada trabajador sería responsable por algunas
tareas agradables y estimulantes, que envuelven el trabajo intelectual; y otras más duras y alienantes, que implica el
trabajo manual. No se trata de que todos hagan todo al mismo tiempo, sino más bien de que todos desarrollan un
conjunto de tareas que, comparadas, tengan el mismo nivel de trabajo intelectual y manual. En la práctica, este
proceso funcionaría, por ejemplo, con un trabajador que desarrolle en una escuela la tarea del profesor por algún
tiempo, y también la de conserje. O alguien que trabaja en investigación para la industria, parte del tiempo, y otra
parte ayudando al trabajo manual de la producción. Cualquier persona podría trabajar todo el tiempo en un solo
trabajo en el que desarrolle actividades manuales e intelectuales.
Obviamente que este esquema está simplificado, mas la idea es que todos los trabajadores de cada consejo
tendrán el mismo nivel de trabajo manual e intelectual, a partir de la relación entre el tiempo que dedican a la
ejecución de las tareas y del nivel de tareas (de trabajo manual e intelectual). Es importante que los consejos también
tengan, entre ellos con niveles equivalentes de trabajo manual e intelectual, de manera que un trabajador de un
Consejo tenga un conjunto balanceado de tareas semejante al de cualquier otro. Si eventualmente, en un determinado
consejo como sólo existen tareas manuales, entonces el trabajador debe trabajar en más de un Consejo.
O sea, tanto internamente en los consejos como entre los consejos, se tiene que buscar un nivel equivalente de
trabajo manual e intelectual, en el conjunto del trabajo realizado por cada trabajador, que pueden tener una, dos o
muchas tareas. Eso obviamente significaría una baja de la productividad, más veremos adelante que otros elementos
de la sociedad futura proporcionarán las condiciones para eso.

"El objetivo no es eliminar la división del trabajo, sino asegurar que las personas deben
tener responsabilidad por una sensata secuencia de tareas, la mayor parte del tiempo, para
la cual hayan sido entrenadas adecuadamente y que ninguno disfrute de ventajas
constantes, en términos de posibilidades de capacitación de su trabajo. [...] Todos poseen
un conjunto de tareas que, juntas, componen su empleo, de forma que todas las
implicaciones de todo el conjunto de tareas estarán en la media, como todas las
implicaciones para la capacitación de todos los otros trabajos. [...] Todo trabajador tiene un
empleo. Todo empleo tiene muchas tareas. La [cantidad de] tareas se equilibran con la
[cantidad de] trabajadores, y viceversa"70.

El objetivo de la remuneración en el socialismo libertario es la que se guía por el principio comunista "de cada
uno según su posibilidad, a cada uno según su necesidad". Sin embargo, entendemos que para que este principio se
concrete, el socialismo libertario debe estar ya en pleno funcionamiento, con una abundante producción. Hasta que
eso sea posible, la remuneración puede ser hecha sobre el trabajo, o sobre el esfuerzo y un siendo este entendido
como el sacrificio personal para el beneficio colectivo. La remuneración por el trabajo o por el esfuerzo significaría que
todos los que poseen un conjunto balanceado de tareas recibirán la misma cosa o podrían escoger como gastar [su
equivalente]. Uno preferiría adquirir una cosa u otra, otros preferían invertir en ocio, enl tiempo libre, en trabajos
menos estresantes, etc. Un modelo que se aproxima más al clásico colectivismo, defendido por los federalistas
efectuaban en la AIT del siglo XIX.
Para nosotros, por tanto, sería el caso de hacer funcionar el colectivismo, valiendo la máxima "de cada uno
según sus posibilidades a cada uno según su trabajo", y, en el momento en que fuese posible, aplicar el principio
comunista dando "a cada uno según sus necesidades". En la realidad eso "se torna una cuestión secundaria, una vez
que el problema de la propiedad fue resuelto y que no hay más capitalistas que se apropian del trabajo de las masas"71.
El mercado estaría suprimido y en su lugar se colocaría un sistema de planificación autogestionaria, con la
definición de los precios siendo realizada entre los consejos de trabajadores y consumidores, juntamente con sus
federaciones e instancias que faciliten esta interacción. Este modelo de planificación diverge de la forma autoritaria
en la que los estados planificarían la economía de los países "socialista". Esta posibilitaría a los propios trabajadores y
consumidores decidir completamente sobre la distribución, acabando con el problema de la concurrencia [del
mercado].
Para que todo eso funcione, creemos que es fundamental el papel desempeñado por la tecnología a diferencia
de algunas otras tendencias libertarias que creen que la tecnología tiene, en sí misma, el germen de la dominación,
nosotros pensamos que sin ella no hay posibilidad de que el socialismo libertario se desarrolle. Con el advenimiento
de la tecnología y siendo ella empleada en favor del trabajo, y no del capital, ciertamente habrá una ganancia en la
productividad y consecuentemente una reducción significativa del tiempo del trabajo de las personas, que podrá
utilizarse para otras actividades estas tecnologías pueden, también, ser consideradas como "las maravillosas
aplicaciones de la ciencia a la producción, [...] que tiene por misión emancipar al trabajador, aliviando el trabajo
humano [y constituyendo] un progreso del cual se enorgullezca con justa razón el hombre civilizado"72. Obviamente,
entendemos que hay buenas y malas tecnologías, y que, por eso, la sociedad necesita

"no rechazar en bloque las tecnologías avanzadas, sin distinguirlas, necesita realmente un
mayor desarrollo de la tecnología [en concordancia] con los principios ecológicos, lo que
constituirá una nueva armonización de la sociedad y del mundo natural"73.

Esta precaución en usar la tecnología de acuerdo con el medio ambiente debe ser considerada en todas las
esferas de la sociedad futura, atendiendo a las exigencias de una ecología social.
Defender esta conciencia ecológica no significa que los seres humanos estarán coaccionados por un sistema de
leyes naturales, pues el hombre es parte de la naturaleza y, como tal, no debe estar sometido a ella. Obviamente que
tampoco sustentamos que la relación de dominación entre los seres humanos y la naturaleza debe continuar. Al
contrario, ella debe cesar cuanto antes y dar lugar a una relación igualitaria en seres humanos y naturaleza.
La conciencia ecológica debe ser desarrollada desde el momento de las luchas que preceden la ruptura
revolucionaria, y en la propia sociedad futura, teniendo como fundamento las relaciones de apoyo mutuo teorizadas
por Kropotkin. Este desarrollo puede tener como principal referencia la premisa de que nosotros, los seres humanos,
somos parte integrante de la naturaleza, "que toma conciencia sobre sí misma", tal como concluyó Reclus.
Los humanos nos diferenciamos de los demás elementos de la naturaleza y de las demás especies, porque
establecemos relaciones sociales con todo aquello que nos rodea, poseyendo la capacidad de pensar sobre sí mismos,
hacer teorías sobre la realidad y, con estas actitudes, conseguimos modificar drásticamente el escenario ambiental

70
Albert, Michael: “PARECON”; Londres, Verso, 2003, p. 104-106. Para la discusión sobre el complejo balance de tareas, ver, en
este libro, páginas 103-111.
71
Guillaume, James: op. cit. p. 211.
72
Bakunin, Mikhail: “Federalismo, Socialismo e Antiteologismo”; p.18.
73
Bookchin, Murray: “Um Manifesto Ecológico: o poder de destruir, o poder de criar”. En: “Letra Livre 31”; Rio de Janeiro,
Achiamé, 2001, p.8.
que se encuentra a su alrededor. De esta forma, el sistema capitalista, por la propia razón de su funcionamiento, hace
que los capitalistas exploten los recursos naturales de forma estos no consiguen regenerarse a su ritmo natural. En la
sociedad futura, eso no puede ocurrir más. El desarrollo de los seres humanos llevado a cabo por el socialismo
libertario debe dar mucha importancia a las relaciones de apoyo mutuo entre las especies y la naturaleza.
Es relevante que resaltemos que nuestras propuestas ecológicas desacuerdan radicalmente con "el
conservacionismo" y el "primitivismo". Del primero, pues éste significa el mantenimiento de la sociedad de clases y la
completa mercantilización de la naturaleza. Del segundo, por considerar que la propuesta "anti-civilización" es un
completo absurdo, buscando el retorno romántico a un pasado remoto o, peor todavía, el suicidio de toda la
humanidad y la negación de todas nuestras contribuciones para el mantenimiento y el bienestar de la naturaleza.
Creemos que la sociedad que respete completamente los principios de la ecología social sólo será posible en el
momento en que el capitalismo y el estado dejen el lugar al socialismo libertario. Por tanto, con el socialismo libertario,
esperamos armonizar nuevamente la sociedad y el medio ambiente, considerando que "si no somos capaces de
fundamentar una sociedad ecológica, más allá de las desastrosas consecuencias a que dé resultado, es nuestra
legitimidad moral la que estará en juego"74.
Con el uso de la tecnología a favor de los trabajadores y su advenimiento, con el fin de la explotación capitalista
y los frutos del trabajo siendo completamente para los trabajadores; con el pleno empleo en funcionamiento, los
trabajadores tendrán más tiempo que podrá ser usado de tres formas. Primero, como una pérdida natural de
productividad que el conjunto balanceado de tareas ofrecerá, visto que se "des-especializará" un poco el trabajo.
Segundo con las decisiones políticas, que exigirán tiempo para discusiones y deliberaciones que deberán ser hechas
en el lugar de trabajo y en las comunidades sobre la autogestión. Finalmente, cada uno podrá utilizar el tiempo
restante –y pensamos que con esta transformación es el tiempo de descanso será mucho mayor del que disponemos
hoy en día– cada uno podrá escoger qué hacer: descansar, jugar, educarse, cultivarse, etc.
Las decisiones sobre la autogestión no deben obedecer a un modelo específico. Los consejos de trabajadores y
de consumidores pueden escoger la mejor forma de aplicación de la democracia directa, siendo fundamental las
discusiones y deliberaciones horizontales, donde se expongan claramente las ideas y se discutan las cuestiones
presentadas. Claramente, el consenso no deberá ser utilizado en la mayoría de las decisiones, visto que es poco
eficiente – principalmente pensamos que las decisiones en gran escala-, además de darle gran poder a agentes aislados
que pueden boicotear el consenso alcanzado o tener mucho impacto sobre la decisión en que son minoría. Las
cuestiones pueden ser resueltas por voto, después del debido debate, pudiendo variar si quien vence lo hace
poseyendo el 50% +1 de los votos, o si quien vence debe poseer los 2/3 de los votos, según sea el caso. Debemos tener
en cuenta que el proceso de toma de decisión es un medio y no un fin en sí mismo y que, por tanto, tenemos también
que preocuparnos por la agilidad de este proceso.
El sistema de decisiones, la autogestión y el federalismo, implican la democracia directa con participación de
todos, las decisiones colectivas, la delegación del mandato imperativo, la rotación y la removilidad de las funciones, el
acceso a la información y el poder de decisión igualitarios. Tanto los consejos de trabajadores como los de
consumidores tendrían la autogestión como forma de gestión de toma de decisiones, tanto en los ambientes de
trabajo como en las comunidades. El federalismo articularía tanto el trabajo como las comunidades, permitiendo que
las decisiones fuesen tomadas en gran escala. "Federación, del latín foedus, genitivo foederis, que quiere decir pacto,
contrato, tratado, convención, alianza"75, en que aquellos que están organizados "se obligan recíproca e
igualitariamente unos en relación a los otros para [lograr] uno o más objetivos particulares, cuya carga incumbe
especial y exclusivamente a los delegados de la Federación"76.
La articulación del federalismo permitiría la toma de decisiones en gran escala, desde las instancias
autogestionarias menores, hasta las amplias. En el ambiente de trabajo, el federalismo articularía unidades, pequeñas
y grandes dimensiones, locales de trabajo lo mismo que industrias enteras. En las comunidades, el federalismo
articularía familias, vecinos, cuadras, barrios, ciudades, regiones o el mismo país. Esta articulación sería hecha por los
delegados que se articularían discutirían las posiciones deliberadas en sus consejos, delegados estos que procedían
mandatos imperativos, o sea, representarían las posiciones colectivas de los consejos y no las suyas propias, como
ocurre en la democracia representativa. Además de eso, los mandatos de los delegados no serían fijos y serían
removibles en cualquier momento. Ya que "el sistema federativo es opuesto a la jerarquía o la centralización
administrativa y gubernamental"77, entendemos que el sería responsable por la estructura que sustituiría el estado y
por medio del cual, junto con los consejos autogestionarios, se realizaría la política del socialismo libertario. Los
consejos, como asociaciones voluntarias,

74
Ídem., “¿Sociobiología o Ecología Social?”; Rio de Janeiro, Achiamé, s/d, p. 71.
75
Proudhon, Pierre Joseph: “El principio federativo”. Buenos Aires, Libros de Anarres, 2008 – 1a ed.; p. 63.
76
Ibidem.
77
Ibid., p. 65.
"… tomarían una extensión todavía mayor, con el objeto de sustituir al estado en todas sus
funciones. Ellos representarían una red entrelazada, compuesta de una variedad infinita de
grupos y federaciones de todos los tamaños niveles, locales, regionales, nacionales e inter
nacionales, temporales, o más o menos permanentes -para todos los posibles propósitos:
producción, consumo e intercambio, comunicaciones, sistema sanitario, educación,
protección mutua, defensa de la región, etc.; y, de otro lado, para la satisfacción del número
de necesidades cada vez más crecientes, científicas, artísticas, literarias y sociales"78.

De esta manera, saldrían [del escenario] el estadio y la democracia representativa y tomarían su lugar la
autogestión y el federalismo; y la política ocuparía el lugar que le corresponde, que es en el seno del pueblo, no
habiendo más separación entre aquellos que hacen la política y aquellos que no la hacen, visto que en el socialismo
libertario serán los propios miembros de la sociedad quienes realizarán cotidianamente la política.
La conciencia debe acompañar el ritmo de crecimiento de las luchas y ser estimulada por procesos pedagógicos
siempre que es posible. A pesar de que no creemos que para hacer la revolución social todo el pueblo deberá estar
educado, reconocemos que en el momento en que se ve la revolución social, cuanto mayor sea el grado de conciencia
del pueblo, mejor. Progresivamente, la sociedad debe desarrollar su cultura en el sentido libertario y eso no debe
acontecer solamente en el momento de la revolución social y antes de ella; ya desde el momento actual de la lucha,
de la construcción y del desarrollo de la organización popular. Es innegable que la ideología, ya transformada en
cultura, que el capitalismo introdujo en el imaginario popular, tendrá que irse deshaciendo de a poco y eso dará lugar
a un largo proceso de educación popular. Posiciones como las de los prejuicios de género, de raza, el patriarcado, el
individualismo, etc. deberán ser combatidas en todos los niveles posibles, tanto en el proceso de lucha, como en el
momento de la revolución social o después. Con el socialismo libertario entendemos que la autogestión y el
federalismo, en la práctica [cotidiana], deberá contribuir con ese proceso. Además de eso, se debe invertir mucho en
actividades de educación y cultura para toda la sociedad, estimulando "la instrucción que debe ser igual en todos los
grados para todos; y por consiguiente debe ser integral"79, proporcionando cohesión teórica y práctica, para los niños
y adultos de ambos sexos.
De esta manera, entendemos que el sistema dominación y explotación del capitalismo y del estado será acabado
–nadie más acumulará poder gracias a la fuerza social obtenida por la alineación de otra persona– y el nuevo sistema
se sustentará sobre los pilares de la igualdad económica, política, social, y la libertad. Una igualdad que se dará con el
establecimiento de la propiedad colectiva, de los consejos autogestionarios, de los conjuntos balanceados de tareas,
con las remuneraciones igualitarias, con las planificaciones autogestionarias, las decisiones colectivas, y la lucha
constante contra los prejuicios y la discriminación. Libertad tanto en relación al sistema de dominación y explotación,
como en cuanto a cualquiera. Una libertad que sea colectiva, considerando que cada uno es libre, en la medida en que
todos los otros son libres, "la libertad consiste en el pleno desarrollo de todas las potencias materiales, intelectuales
y morales que se encuentran en estado de facultades latentes en cada uno"80. El socialismo libertario traerá un lujo
ignorado por todos: "el lujo de la humanidad, de la felicidad del pleno desarrollo y la libertad de cada uno en igualdad
con todos"81.

78
Kropotkin, Piotr: “Anarchism”. En: “The Encyclopaedia Britannica”.
79
Bakunin, Mikhail: “A Instrução Integral”; p.78.
80
Bakunin, Mikhail: “O Princípio do Estado e Outros Ensaios”. São Paulo, Hedra, 2008; pp. 114-115.
81
Bakunin, Mikhail: “La libertad, obras escogidas de Bakunin”. Argentina, AGeBe, 2012; p. 166.
(6)

De la organización y la fuerza social


"[...] diez, veinte o treinta hombres, que se entiendan,
estén bien organizados, que sepan a dónde van o que
quieren, arrastrarán fácilmente cien, doscientos, o más".
Mijaíl Bakunin.

Tratamos anteriormente de aquello que entendemos como la organización del capitalismo y del estado,
buscando mapear "donde estamos"; y de la organización del socialismo libertario, intentando especificar "dónde
queremos llegar". Para completar la discusión de la organización, será necesario profundizar un poco sobre los
movimientos sociales y la organización popular y también sobre la organización específica anarquista, dos niveles
diferentes de actuación que buscan responder "cómo pensamos salir de donde estamos y llegar a dónde queremos",
completando los elementos imprescindibles para nuestra estrategia permanente. Como bien resumió Malatesta "[...]
organización en general, como principio y condición de la vida social, hoy y en la sociedad futura; organización del
partido anarquista y organización de las fuerzas populares"82.
Para nosotros, la transformación social que pretendemos pasa, necesariamente, por la construcción de la
organización popular, por el aumento progresivo de su fuerza social, hasta el momento en que sea posible derrumbar
el capitalismo y el estado con la revolución social y abrir el camino al socialismo libertario. Más allá de eso, defendemos
que la organización popular debe poseer un desenvolvimiento paralelo al de la organización específica anarquista, que
deberá influenciarla, dándole a ella el carácter deseado. Más adelante, profundizamos las discusiones sobre cada una
de ellas y sobre la interacción de una con la otra. En este momento, lo que es esencial es asumir que no debemos
pensar esta transformación como necesaria sin la organización y el crecimiento progresivo de la fuerza social.
Entendemos la sociedad de hoy como resultado de una relación de fuerzas, o lo que es lo mismo un conflicto
permanente –que toma la forma de lucha de clases– entre el capitalismo y el estado, y otras diversas fuerzas políticas,
siendo que los primeros se hallan fortalecidos, o sea, consiguen tener una mayor fuerza social que las segundas y,
luego, controlan el poder. En este sentido, el capitalismo y el estado ejercen la opresión sobre otras fuerzas políticas
que constituyen la resistencia a ellos.
Esta resistencia se puede dar de diferentes maneras, algunos constituyen fuerzas políticas, mayores o
menores y otros no constituyendo fuerzas políticas. "La resistencia puede ser pasiva (cuando el agente no ejerce
ninguna acción contra el poder que lo reprime) o activa (cuando el poder sufre las retaliaciones por parte de los
subyugados), aislada (teniendo un carácter individual) o articulada (fuerza colectiva)"83. La resistencia pasiva no
constituye fuerza política y la resistencia aislada posee poca fuerza social. Por tanto, para alcanzar a nuestros objetivos,
defendemos la resistencia activa y articulada, que busca la organización y el permanente aumento de la fuerza social.
Para la construcción de esta resistencia, es necesario aliarse con aquellos están de acuerdo con nuestra propuesta de
transformación social.

"Si queremos avanzar, si queremos hacer alguna cosa además de aquello que el
aislamiento permite a cada uno de nosotros, deberemos saber con quiénes de estos camaradas
podemos estar de acuerdo, y con cuáles estamos en desacuerdo. Esto es especialmente
necesario cuando hablamos de acción, de movimientos, de métodos con los cuales es preciso
trabajar con muchas manos para conseguir obtener algún resultado que nos encamine en
nuestra dirección"84.

Lo que hoy podemos llamar "orden", o status quo, es la organización del capitalismo y el estado, que no
pueden tolerar otras fuerzas políticas que les signifiquen una amenaza. Estar desorganizados, mal organizados o
aislados, significa no construir una resistencia adecuada al capitalismo y al estado y, por consecuencia, no conseguir
aumentar significativamente la fuerza social de la organización que debe tener como objetivo sustituirlos por el
socialismo libertario. Podemos decir que "quien no se organiza, quien no busca la cooperación con los otros y no ofrece

82
Malatesta, Errico: “Escritos Revolucionários”. São Paulo, Imaginário, 2000; p. 49. El partido anarquista para Malatesta es la
misma cosa que la organización específica anarquista.
83
López-López, Fabio: “Poder e Domínio: uma visão anarquista”; p. 75.
84
Malatesta, Errico y Fabbri, Luigi: “Anarco Comunismo Italiano”. Sao Paulo, Luta Libertaria, s/d, p. 109.
la suya, en condiciones de reciprocidad y solidaridad, se coloca necesariamente en estado de inferioridad y permanece
como un engranaje inconsciente del mecanismo social que otros accionan a su gusto, y en su ventaja"85. La
desorganización, la mala organización o el aislamiento, en la realidad, terminan por sustentar al capitalismo y al estado,
dado que no posibilitan la constitución de la fuerza social necesaria. Cuando no se toma parte, de manera adecuada,
la relación de fuerzas en el conflicto permanente la sociedad, acaba por reproducir el "orden". Por eso "sino buscamos
asociaciones y organizaciones bien articuladas, acabamos por no conseguir ejercer influencia alguna en las luchas y
consecuentemente en la sociedad de hoy"86. Así,

"...aquellos que no poseen los medios o la conciencia bastante desarrollada para


organizarse libremente con aquellos que poseen intereses y sentimientos en común, sufren la
organización constituida por otros individuos, generalmente constituidos en una clase o un
grupo dirigente con el fin de explotar, para su propio beneficio el trabajo de los demás. Es que
la opresión milenaria de las masas por parte de un pequeño número de privilegiados ha sido
siempre consecuencia de la incapacidad de la mayor parte de los individuos para ponerse de
acuerdo y organizarse con otros trabajadores para la producción, el disfrute y la eventual
defensa contra aquellos que quieren explotarlos u oprimirlos. [...] Permanecer aislado, actuando
o queriendo actuar cada cual por su cuenta, sin entendernos los unos con los otros, sin
prepararnos, sin unir en un haz poderoso las débiles fuerzas de los individuos, significa
condenarse a la impotencia, desperdiciar la energía propia en pequeños actos sin eficacia y
rápidamente perder la fe en el objetivo para caer en la completa inacción"87.

La desorganización y la mala organización se reproducen en el nivel social -de los movimientos sociales, en
que se debería constituir y desarrollar la organización popular– como la dificultad de acumular fuerza social, haciendo
que con el espontaneísmo natural de este nivel no se consiga llevar a cabo el conjunto de las transformaciones sociales
deseadas. En él nivel político –el anarquismo, en que se debería desarrollar la organización específica anarquista–
como la dificultad de influenciar el nivel social para obtener las formas y los medios adecuados. El aislamiento o el
individualismo hacen como que ni existen, los niveles político y social, no articulando ni con la organización popular ni
con la organización anarquista. Más allá de eso, la desorganización, la mala organización y el aislamiento son factores
que impiden la construcción del socialismo libertario, ya que creemos que ello sólo podrá constituirse con mucha
organización.
Organización significa la coordinación de fuerzas o "la asociación con un objetivo común y con unas formas
y medios necesarios para alcanzar ese objetivo"88 así, debemos pensar en las fuerzas y los medios para la organización
popular, de manera que ésta pueda superar al capitalismo y al estado, y, por medio de la revolución social, construir
el socialismo libertario –su objetivo. Al mismo tiempo, debemos pensar en las formas y los medios para la organización
específica anarquista, de manera que ésta pueda construir la organización popular e influenciarla, dándole el carácter
deseado, y llegar al socialismo libertario por medio de la revolución social –su objetivo. Luego trataremos con más
detalles de estos dos niveles de organización. Primeramente, trataremos del nivel social, en que actúan los
movimientos sociales y en el cual debemos enfocar la construcción de la organización popular. Después, del nivel
político, de desarrollo de la organización específica anarquista.
Cuando hablamos de fuerza social, es importante definir qué entendemos por estos términos. Consideramos
que todo individuo, como agente social que es, posee naturalmente una fuerza social que es la energía que puede
aplicar para alcanzar sus objetivos. Esta fuerza varía de una persona a otra, al igual que en una misma persona a lo
largo del tiempo. Para alcanzar los objetivos, frecuentemente los individuos usan instrumentos que pueden ampliar
su fuerza social. Muchas cosas pueden ser utilizadas para aumentar la fuerza social, tales como: armamentos,
información, entrenamiento, técnicas adecuadas, optimización de recursos, persuasión, máquinas, etc. Sin embargo,
el instrumento más importante para esto es la organización, que se puede dar de manera autoritaria, por medio del
dominio, o de manera libertaria, por medio de la libre asociación.
En una organización autoritaria, la fuerza social de diversos agentes (por ejemplo, el estado con un ejército,
o una empresa con el trabajo asalariado) es alienada, poniendo en situación de dominio a la organización (en estos
casos el estado o el patrón) y haciendo que contribuyan para alcanzar un objetivo ajeno, diferente del suyo.
Exactamente así se constituye hoy la fuerza social del sistema vigente, o sea, por medio de la alienación de diversos
agentes que contribuyen con los objetivos del capitalismo, que no son los mismos que los suyos. En una organización

85
Malatesta, Errico: “Escritos Revolucionários”; p. 39.
86
FARJ: “A Propriedade é um Roubo”. En: “Protesta! 4”, p. 7.
87
Richards, Vernon: “Malatesta: pensamiento y acción revolucionarios”; p. 83-85.
88
Malatesta, Errico: “Escritos Revolucionários”; p. 51.
libertaria, es la libre asociación, o la organización antiautoritaria, la que produce el aumento de la fuerza social –
estando ella siempre asociada con otros instrumentos.
La organización que se da por medio de la libre asociación es imprescindible para nuestro proyecto de
transformación social, pues cuando los individuos actúan en conjunto, su fuerza social no es la simple suma de las
fuerzas individuales, sino mucho más. Veamos el ejemplo de Proudhon para explicar el asunto: "Doscientos
trabajadores pusieron de pie, en algunas horas, sobre la base, el obelisco de Luxor; ¿alguien supone que un solo
hombre en 200 días, habría llegado a conseguirlo?"89. Ciertamente no, eso porque hay una "fuerza inmensa que resulta
de la unión y de la armonía de los trabajadores, de la convergencia y la simultaneidad de sus esfuerzos"90. En el ejemplo
de arriba, la organización de los trabajadores les dio la fuerza colectiva, posibilitando un resultado mayor al que la
simple suma de sus resultados individuales los habría llevado. Así, podemos concluir que, para poder llevar a cabo
nuestro objetivo de transformación social, es fundamental la asociación, pues es por medio de ella, y solamente por
medio de ella, que podemos acumular la fuerza social necesaria para derrumbar al capitalismo y al estado.
Sin embargo, para ganar permanentemente la fuerza social necesaria que requiere esta forma antiautoritaria
de organización, tanto a nivel de la organización popular, como a nivel de la organización anarquista, reconocemos
que es fundamental

“… cierta disciplina, no automática, sino voluntaria y reflexionada y que esté en perfecto


acuerdo con la libertad de los individuos, es y será siempre necesaria cada vez que muchos
individuos, libremente unidos, emprendan un trabajo o una acción colectiva, no importa cual.
En tal caso, la disciplina no es nada más que la concordancia voluntaria y reflexionada de todos
los esfuerzos individuales hacia un fin común. En el momento de la acción, en medio de la lucha,
los papeles se dividen naturalmente, según las actitudes de cada cual, apreciadas y juzgadas por
toda la colectividad: unos dirigen y ordenan, otros ejecutan órdenes. Pero ninguna función se
petrifica, se fija ni permanece irrevocablemente adherida a persona alguna. El orden y la
promoción jerárquicos no existen, de manera que el comandante de ayer puede ser el
subalterno de hoy. Nadie se eleva por encima de los demás; y si se eleva, es sólo para caer un
instante después, como las olas del mar, que siempre regresan al saludable nivel de la
igualdad”91.

Obviamente que esta disciplina no debe "seguir el modelo autoritario, ni en la opresión de sus miembros
[...], ni en las formas de sus exigencias, que [...] deben considerar el respeto y la ética. [...] Es una gran preocupación
diferenciar la autodisciplina que aquí proponemos de la disciplina militar, explotadora y opresora en su esencia y que,
desde nuestro punto de vista, no sigue rumbos diferentes de aquellos otros autoritarismos que bien conocemos"92.
Para diferenciar la disciplina, muy propagada por los autoritarios de esta disciplina que defendemos, preferimos
utilizar el término autodisciplina, afirmando que "la autodisciplina es el motor de la organización autogestionaria"93,
siendo para nosotros, juntamente con el compromiso y la responsabilidad, imprescindibles para la construcción de
una organización antiautoritaria que tenga por objetivo incrementar su fuerza social. Esta autodisciplina, a nuestra
forma de ver, es menor en la organización popular y mayor en la organización específica anarquista, variando de
acuerdo con el contexto. En períodos de mayor turbulencia social, aumenta la necesidad de esta autodisciplina. En
momentos de reflujo, ella puede ser menor.
Para nosotros, como enfatizamos, el objetivo de la organización popular, en cuanto forma de resistencia
activa y articulada, es, aumentando progresivamente su fuerza social, "superar al capitalismo y al estado, y, por medio
de la revolución social, construir el socialismo libertario". Éste aumento de la fuerza social puede ser conseguido con
diversos instrumentos, siendo el principal la organización de las clases explotadas con el mayor número de personas
posibles y un buen nivel de organización –lo que implica necesariamente autodisciplina, compromiso y
responsabilidad. Más allá de eso, como también ya definimos, el objetivo de la organización específica anarquista es
"construir la organización popular e influenciarla, dándole a ella el carácter deseado, para llegar al socialismo libertario
por medio de la revolución social". Para eso, la organización específica debe constituirse como una organización de
minoría activa anarquista, con un alto grado de autodisciplina, compromiso y responsabilidad. Pensada de esta forma,

89
Proudhon, Pierre-Joseph: “1ere. Memoire sur la Proprieté”; en: “A Nova Sociedade”; p. 35.
90
Ibidem.
91
Bakunin, Mikhail: “La libertad, obras escogidas de Bakunin”; p. 162.
92
FARJ: "Reflexiones sobre el Compromiso, la Responsabilidad y la Autodisciplina".
93
Ibidem.
"la organización, lejos de crear la autoridad, es el único remedio contra de ella y es el único medio para que cada uno
de nosotros nos habituemos a tomar parte activa y consciente en el trabajo colectivo"94.

94
Malatesta, Errico: “Escritos Revolucionários”; p. 59.
(7)

Los movimientos sociales y la organización popular.


“Es el propio pueblo, son los hambrientos, los desheredados
los que deben abolir la miseria”.
Ricardo Flores Magón.

“Organizar las fuerzas del pueblo para realizar tal revolución


(social), es el único fin de aquellos que deseen sinceramente
la libertad”.
Mijaíl Bakunin

"Favorecer las organizaciones populares de todos los tipos es


la consecuencia lógica de nuestras ideas fundamentales y así
debería ser parte integrante de nuestro programa".
Errico Malatesta

Mencionamos anteriormente a la organización popular y nuestra expectativa en relación con ella. Ya


definimos que su objetivo es "superar al capitalismo y al estado, y, por medio de la revolución social, construir el
socialismo libertario", y por eso la entendemos como verdadera protagonista en el proceso de transformación social.
También mencionamos que el nivel en que se desarrollan los movimientos sociales y en el que se debe buscar la
construcción y el aumento de la fuerza social de la organización popular, es lo que llamamos el nivel social. En este
momento, buscamos discutir los movimientos sociales, sus características y formas de actuación, más allá de cómo
ellos puedan contribuir en la construcción del desarrollo de la organización popular.
Cuando tratamos de este nivel social, debemos pensar en las posibilidades del pueblo, que debe ser el gran
agente de la transformación social propuesta por nosotros. Es innegable que hay una fuerza social latente en las clases
explotadas, mas entendemos que es solamente por medio de la organización que está fuerza puede salir del campo
de las posibilidades y volverse una fuerza social real. Esta cuestión, entonces, se presenta de la siguiente manera:

“Es cierto que hay [en el pueblo] una gran fuerza elemental, una fuerza sin duda alguna
superior a la del gobierno y a la de las clases dirigentes tomadas en conjunto; pero sin
organización una fuerza elemental no es un poder real. Sobre esta innegable ventaja de la fuerza
organizada respecto de la fuerza elemental del pueblo se basa el poder del Estado.
“En consecuencia, el problema no estriba en saber si [el pueblo] puede sublevarse, sino
si es capaz de construir una organización que le proporcione los medios de llegar a un fin
victorioso. No a una victoria fortuita, sino a un triunfo prolongado, definitivo”95.

A partir de la organización y de su aplicación en el campo práctico, esta fuerza crece exponencialmente,


ofreciendo la posibilidad real de combatir al capitalismo y al estado. Esto porque "tenemos con nosotros la justicia, el
derecho, más nuestra fuerza todavía no es suficiente"96. Como señalamos anteriormente, será el incremento
constante de la fuerza social de la organización de las clases explotadas la que podrá proporcionar la transformación
social deseada.
Para la construcción de una organización que nos de los de los medios para alcanzar los fines deseados -la
revolución social y el socialismo libertario- consolidando la victoria, defendemos un modelo de creación y desarrollo
de lo que llamamos organización popular.
Primeramente, justificamos la organización conforme ya definimos anteriormente, siendo ella la
“coordinación de las fuerzas o ‹la asociación con un objetivo común y con las formas y los medios necesarios para
̍̍̍
alcanzar ese objetivo̍̍̍̍̍̍ ›”. Ya dijimos también que la organización multiplica la fuerza social del pueblo y es solamente
por medio de ella que podemos ofrecer una oposición capaz de derrumbar al capitalismo y al estado. Este modelo de
organización que reivindicamos es el fruto de la libre asociación de los miembros de las clases explotadas.

95
Bakunin, Mikhail: “La libertad, obras escogidas de Bakunin”; p. 115.
96
Bakunin, Mikhail: “A Dupla Greve de Genebra”. São Paulo; Imaginário/Faísca, 2007; p. 94.
"Por la asociación, ellos (los trabajadores) se instruyen, se informan mutuamente y ponen
fin, con sus propios esfuerzos, a esa fatal ignorancia que es una de las principales causas de su
esclavitud. Por la asociación, ellos aprenden a ayudarse, a conocerse, a apoyarse uno en otro, y
terminan por crear una fuerza más formidable que aquella de todos los burgueses capitalistas y
todos los poderes políticos reunidos"97.

En segundo lugar, justificamos esta organización como siendo popular, dándole un carácter clasista. O sea,
este modelo de organización debe ser movilizado por todo el conjunto de las clases explotadas, según lo definido
anteriormente. Es una prioridad, por tanto, el desarrollo de todos los sectores que sufren de manera más dura los
impactos del capitalismo. Cuando la organización posee un carácter clasista eso estimula y da fuerzas a la lucha de
clases. De esta manera, la organización popular es construida de abajo hacia arriba, de la "periferia hacia el centro" y
fuera de los centros de poder del sistema actual.
La organización popular es constituida por medio de la voluntad de lucha del pueblo. Así, ella no es el fruto
de un movimiento espontáneo, aunque sabemos que muchas expresiones de la lucha de clases surgen
espontáneamente. Ella es necesaria también porque no creemos -a diferencia de lo que defendían muchos socialistas
del siglo XIX- que la sociedad capitalista camina hacia su propio fin, o que el socialismo es una evolución natural del
capitalismo. Así las cosas, parece bastante claro que debemos pensar en un modelo de organización como herramienta
de lucha, pues, de otra forma, el capitalismo y el estado no dejarán de existir.
Entendemos la organización popular como resultado de un proceso de convergencia de diversas
organizaciones sociales y de diferentes movimientos populares que son fruto de la lucha de clases. Por este motivo,
creemos que debemos favorecer todos los tipos de organización y movimientos de ese tipo, entendiendo este apoyo
como consecuencia de nuestras ideas más fundamentales. Estas organizaciones y movimientos fueron llamados en el
pasado "movimientos de masas", pero la vertiente autoritaria del socialismo acabó dando una connotación al término
"masa" de "masa de maniobra", de un movimiento sin conciencia que debería ser dirigido y llegado por una
vanguardia, estaría organizada en un partido verticalista. O sea, que los autoritarios tratan a los movimientos de masas
desde una perspectiva jerárquica, buscando dominarlos.
Consideramos imprescindible la participación social y popular en el proceso de transformación. Los
movimientos de masas pueden ser llamados organizaciones populares, movimientos populares, o también
“movimientos sociales”, términos que utilizaremos de aquí en adelante.
Un “movimiento social” es una asociación de personas o de entidades que poseen intereses comunes que
defender o que poseen determinados objetivos que promueven frente a la sociedad. Estos movimientos pueden estar
en los lugares más diversos de la sociedad y tener las más diversas banderas de lucha, que muestran las necesidades
de aquellos están alrededor del movimiento, constituyendo una causa común. Como vimos, la sociedad de hoy
proporciona a la mayor parte de sus miembros sufrimientos y privaciones y eso sirve, muchas veces, como factor de
asociación, que da cuerpo a las organizaciones de defensa de los intereses del pueblo.

“Por medio de las organizaciones, fundadas para la defensa de sus intereses, los
trabajadores adquieren la conciencia de la opresión en que se encuentran y del antagonismo
que los divide de sus patrones, comienzan a aspirar a una vida superior, se habitúan a la lucha
colectiva y a la solidaridad y pueden llegar a conquistar aquellos mejoramientos que son
compatibles con la persistencia del régimen capitalista y estatal”98.

Los movimientos sociales son el fruto de un triple compuesto entre necesidad, voluntad y organización. Este
triple compuesto motiva la creación de diversos movimientos sociales por todo el mundo; en el Brasil, eso no es
diferente. Aquí hay movimientos de sin-tierra, sin-techo, desempleados, comunitarios, por una mejor calidad y precio
del transporte. Hay movimientos de recolectores de residuos, indígenas, estudiantes, derechos humanos, sindicales,
feministas, negros, gays, de consejos populares, artísticos, culturales, ambientales, entre tantos otros. Estos
movimientos tienen en común el hecho de que surgen a partir de la dominación y de la explotación de la sociedad en
que vivimos, siendo, muchos de ellos, frutos de la lucha de clases.
Sin embargo, no son muchos los movimientos sociales que buscan construir una organización popular o
combatir al capitalismo y al estado. Muchos de ellos están imbuidos de características y valores de la sociedad
capitalista y más que eso, muchas veces están propagando estas características y estos valores. La mayor parte de los
movimientos, que podemos llamar reformistas, creen que hay solución para sus problemas dentro del capitalismo. O
sea, que el fin de gran parte de estos movimientos es la obtención de ganancias en el corto plazo, dentro del

97
Ibidem: p. 90.
98
Richards, Vernon: “Malatesta: pensamiento y acción revolucionarios”; p. 111.
capitalismo y nada más. Además de eso, en la mayoría de los casos, los movimientos sociales no están debidamente
articulados entre sí y realizan cada uno su lucha, sin articulación entre ellos. Por tanto, no apuntan ni siquiera a iniciar
la construcción de la organización popular. Eso demuestra que, a pesar de haber una serie de movimientos sociales,
el hecho es que las características y las formas de actuación de estos movimientos no están, en su gran mayoría, de
acuerdo con aquellos que pensamos apropiados. Los medios que vienen escogiendo no conducen a los fines por
nosotros defendido.
Los movimientos sociales que defendemos, y que pensamos están contribuyendo con nuestro proyecto
político, poseen ciertas características y formas de actuación.
Ellos son lo más fuertes posibles, con el mayor número de personas y buena organización, estando volcados
a la lucha que eligen como prioritaria. Entonces, un movimiento de sin tierra debe abarcar a todos aquellos que están
dispuestos a luchar por la tierra, un movimiento de sin techo debe abarcar a todos los que están dispuestos a luchar
por la morada y así sucesivamente. Así, creemos que los movimientos sociales no deben caer y encerrarse dentro de
una ideología, sea ella de cualquier forma. No creemos en movimientos sociales anarquistas, marxistas,
socialdemócratas o de cualquier otra ideología específica. Por tanto, en los movimientos sociales que nos disponemos
a crear o desarrollar deben "caber" personas de las más distintas ideologías. Para nosotros, un movimiento social
anarquista, o de cualquier otra ideología, sólo dividiría la clase de los explotados, lo mismo que aquellos que están
interesados en luchar por una causa determinada. O sea, es la necesidad, y no la ideología, la fuerza que debe impulsar
la creación y el desarrollo de los movimientos sociales. Así “ninguna teoría filosófica o política debe entrar, como
fundamento esencial, oficial ni como condición obligatoria del programa… [...] Pero no se deduce de ello que todos los
asuntos políticos y filosóficos no puedan y deban ser libremente discutidos...”99.
A pesar de que creemos que los movimientos sociales no deben caber dentro del anarquismo, pensamos
que el anarquismo debe ser, en el máximo grado posible, difundido dentro de los movimientos sociales. Más adelante
discutiremos cómo se debe hacer eso y con qué objetivo. Por ahora, basta decir que los movimientos sociales que
defendemos no son ni deben ser anarquistas, pero sí, terreno fértil para el anarquismo.
De la misma forma pensamos la cuestión de la religión. A pesar de que en el nivel político, sostenemos
posiciones anticlericales, pensamos en el nivel social no se debe insistir con esta cuestión, que impide luchar con
miembros de las clases explotadas que tengan creencias religiosas. Entre las clases explotadas, muchos poseen
creencias religiosas y hay que trabajar esta cuestión dentro de los movimientos, sin impedir a esas personas participar
en la lucha. Existen muchos grupos religiosos progresistas en los movimientos sociales, que son parte del amplio
campo de la izquierda y con los cuales hay posibilidades de trabajo [común]. Los movimientos sociales "deben buscar
una base común, una serie de principios simples sobre los cuales todos los trabajadores, cualesquiera que sean sus
concepciones políticas o religiosas, siendo trabajadores serios, o sea, personas duramente explotadas y sufridas, están
y deben estar de acuerdo"100.
Otra característica importante de los movimientos sociales es la autonomía, que se da fundamentalmente
en relación con el estado, los partidos políticos, los sindicatos burocratizados, y la Iglesia, entre otros. Los movimientos
sociales tienen que tomar decisiones y actuar por cuenta propia, tratando propios asuntos, independientemente de
organismos que ejerzan, o busquen ejercer, dominio sobre ellos. Por tanto, aquellos que desean encabezar, mandar o
hacer que los movimientos sociales sirvan a sus propios fines no deben tener influencia sobre ellos, ya que no luchan
por el bien colectivo de los movimientos, valiéndose de la máxima que reza que servirse a sí mismo es la mejor forma
de servir a los otros.
Los movimientos sociales no deben estar ligados a políticos o a cualquier sector del estado, pues sabemos
que estos, cuando se aproximan queriendo ayudar, en la mayor parte de los casos quieren procurarse una "base" para
sus intereses político-partidarios, o buscan calmar a los movimientos, estableciéndose una interlocución entre ellos
con la institucionalidad del estado. Conociendo bien la concepción autoritaria de los partidos, sabemos que su interés
es siempre cooptar esos movimientos sociales, se han ellos partidos reformistas o revolucionarios. En el primer caso,
participan de las elecciones, y ven en nuestros movimientos sociales una fuente de votos. En el segundo, procuran un
"movimiento de masas" que sirva de base, para la vanguardia que ellos desean ser un en este caso, los partidos
políticos quieren encabezar y mandar los movimientos sociales, creyéndose superiores a ellos, y juzgando ser los
iluminados que traerán la conciencia a las clases explotadas. Muchas veces miembros son intelectuales que creen
saber, mejor que el propio pueblo, que es lo mejor para el. Otros organismos que buscan aparejarse a los movimientos,
como los sindicatos burocráticos y las iglesias, tampoco ayudan a los movimientos sociales.

99
Bakunin, Mikhail: “La libertad, obras escogidas de Bakunin”; p. 163.
100
Bakunin, Mikhail: “Bakunin: crítica y acción”; p. 85. A pesar de ser un crítico feroz de las cuestiones clericales, Bakunin sostenía
que los trabajadores con creencias religiosas deberían integrar el movimiento trabajador. Pensamos, como en, que la religión no
debe dividir los movimientos sociales. Sobre la crítica de Bakunin a Dios y a la religión, ver: ““Dios y el Estado”. La Plata (Argentina),
Terramar (Col. Utopía Libertaria), s /d., y “Federalismo, Socialismo e Antiteologismo”; São Paulo, Cortez, 1988.
“Toda esa gente debe ser apartada del movimiento social, pues no defienden los intereses
del movimiento social, sino sus propios intereses. El movimiento social no precisa de jefes, de
dirigentes, o de gente que quiera usarlo. El movimiento social precisa de gente que quiera
apoyarlo y luchar junto con él, pero no por él, en su lugar. Lugar que es legitimado por la
necesidad de supervivencia y por la dignidad que poseen las causas que promueven la verdadera
solidaridad”101.

Lo que los movimientos sociales necesitan es de personas que quieran apoyarlos, independientemente de
sus orígenes de clase, por considerar justa su lucha. No es un problema que personas que las apoyan a los movimientos
sociales no estén en las mismas condiciones que los otros militantes. Así, consideramos justo que personas empleadas
apoyen la lucha de los trabajadores desempleados, que personas con hogar apoyan la lucha de los sin-techo, y así
sucesivamente. De igual modo los miembros oriundos de las clases medias pueden, e incluso deben, si son personas
éticas, apoyar a los sectores más explotados del pueblo involucrándose personalmente. Esta solidaridad debe ser
siempre bien recibida, ya que es importante para los movimientos sociales. Es un deber ético, como lo dijo Kropotkin,
incitar a los miembros de las clases medias a la lucha junto al pueblo. Decía él:

"[...] Todos ustedes que poseen conocimientos, talentos, que tienen corazón, que ven,
pues, a vuestros compañeros, colóquense al servicio de aquellos que más los precisan. Sepan
que llegan, no como señores, sino como camaradas de lucha; no para gobernar, sino para
inspirarlos en un nuevo medio; menos para enseñar que para conocer las aspiraciones de las
masas, adivinándolas y formulándolas, para después trabajar, sin descanso, continuamente, [...]
para hacerlos entrar en la vida -sepan que entonces, pero sólo entonces, viviréis una vida
completa"102.

Este apoyo a los movimientos sociales debe estar condicionado por las actitudes de aquellos que pretenden
actuar en esta situación. Tanto los apoyos, como los militantes que son orgánicamente legitimados, deben demostrar
que están muchos más dispuestos a hacer que hablar. Ellos deben enterarse de la situación y de las circunstancias de
aquellos que forman los movimientos sociales y luchar hombro a hombro, crecer con ellos y no definir de manera
autoritaria y vertical sus caminos y formas. En este caso, el militante que apoya verá que es más relevante constatar
su ideología con la realidad del grupo y no intentara reducir el movimiento social a sus certezas ideológicas.
Más allá de eso, cuando hablamos de autonomía debemos tener en cuenta que la autonomía, para nosotros,
no significa la ausencia de lucha ideológica o la ausencia misma de organización. Cuando se estimula la "no ideología",
el espontaneísmo frecuente, cuando se renuncia al proyecto y al programa revolucionarios -muchas veces llamando a
esto autonomía- abrimos el espacio y dejamos un terreno libre para la clase dominante, los burócratas y los
autoritarios que ocuparán estos espacios.
Otra característica importante de los movimientos sociales es su combatividad. Cuando reivindicamos que
deben ser combativos, queremos decir que los movimientos sociales deben establecer sus conquistas imponiendo su
fuerza social y no depender de los favores o de las buenas acciones de cualquier otro sector de la sociedad, incluido el
estado. La combatividad también se caracteriza por una postura de defensiva en la lucha de clases fuera del estado.
Como entendemos que el estado es un fuerte pilar de sustentación del capitalismo, no creemos que los movimientos
sociales puedan ejercer su política dentro del, sin que eso signifique una forma de legitimar el capitalismo. Las
aproximaciones que los estados hacen a los movimientos sociales son siempre una forma de cooptarlos, de hacer un
cierto "pacto social", que busca calmar los ánimos de la lucha de clases y tienen como eje garantizar la legitimidad del
sistema. Independientemente de si los movimientos sociales son más o menos violentos, el hecho es que ellos deben
siempre mantenerse combativos, confrontando con el capitalismo y el estado.
Defendemos, también, la acción directa, como forma de acción política que se opone a la democracia
representativa. Los movimientos sociales no deben tener por objetivo la confianza en políticos que actúan dentro del
estado, para que representen sus intereses. Sabemos que la máquina del sistema representativo transforma a todos
los que entran en ella, no permitiendo que los políticos electos -incluso los bien intencionados- realicen acciones en
pro de las clases explotadas. Lo mismo ocurre con políticos "de izquierda" que confunden los medios con los fines, y
más confunden que aclaran a los movimientos sociales, no siendo, por tanto, el medio más apropiado para su
emancipación. La acción directa acontece cuando el propio movimiento social

101
Universidade Popular: “Capitalismo, Anticapitalismo e Organização Popular”. Rio de Janeiro; UP/MTD-RJ, 2009.
102
Kropotkin, Piotr: “Palavras de um Revoltado”; p. 67.
"... en reacción constante contra el medio actual, nada espera de los hombres, de las potencias
o fuerzas exteriores a el, pero [...] crea sus propias condiciones de lucha y extrae de sí mismo los
medios de su acción. [...] Por tanto, la acción directa es clara y pura concreción del espíritu de
revuelta: materializa la lucha de clases que ella hace pasar del campo de la teoría y de la
abstracción al campo de la práctica y de la realización. En consecuencia, la acción directa es la
lucha de clases vivida en el día a día, es el asalto permanente contra el capitalismo"103.

De esta manera, los movimientos sociales no confían su accionar a los políticos, sino que lo realizan por
cuenta propia, llevando a la práctica el lema de la AIT de que "la emancipación de los trabajadores será obra de los
propios trabajadores". La lucha por esta emancipación debe ser realizada de manera estratégica, tornando la acción
directa más o menos violenta, conformes las circunstancias lo requieran. Cuando es necesario que sea violenta, debe
entenderse la siempre como respuesta, como autodefensa en relación al sistema de dominación y explotación en que
vivimos.
La acción directa es la forma de hacer política de los movimientos sociales, siendo que

"… afirmamos que la política, en el sentido en que defendemos, no tiene sentido


partidario, sino en el sentido de la gestión de aquello que es público, de todos. La política es
hecha por el pueblo, debidamente organizado, decidiendo efectivamente sobre todo aquello
que le concierne. La política que defendemos es aquella que se coloca hoy como lucha de los
trabajadores, organizada de abajo hacia arriba, contra la explotación y la opresión de que somos
víctimas. Es en las movilizaciones sociales donde vemos alguna perspectiva de modificación
política significativa de la sociedad"104.

En este caso, los movimientos sociales no luchan para tener el poder dentro del estado o dentro de sus
instancias institucionales de poder. Ellos están siempre organizados fuera del estado, defendiendo la devolución del
poder político al pueblo. Así, no creemos que el problema se a quien ocupa el estado, sino el propio Estado.
Es solamente de esta manera que entendemos el concepto de poder popular, defendido por otros grupos y
organizaciones. Si por poder popular entendemos la creciente fuerza social de las organizaciones de las clases
explotadas, que están insertas en una disputa permanente con el capitalismo y con el estado, entonces estamos de
acuerdo. Sin embargo, hay quienes defienden el poder popular como sustentación de vanguardias carentes de base
[social], jerarquías, partidos autoritarios, reivindicaciones del estado y burocracias de varios tipos. Cuando el poder
popular se asemeja a este segundo modelo, entonces estamos en completo desacuerdo.
Más allá de la acción directa, como forma de hacer política, los movimientos sociales, en la forma en que los
entendemos, tienen necesidad, en el caso en que se propongan ser agentes de una significativa transformación social,
de utilizar la democracia directa como método de toma de decisiones. La democracia directa ocurre en los
movimientos sociales cuando todos aquellos que están involucrados participan efectivamente en el proceso de toma
de decisiones. La utilización de este método permite, que las decisiones sean tomadas de manera igualitaria (todos
poseen la misma voz y la misma capacidad de voto) en asambleas horizontales, donde son discutidos y deliberados
todos los asuntos. No hay personas o grupos que discutan asuntos y que deliberen fuera de las asambleas; no hay
jerarquía o jefes que manden a unas personas que obedecen.
La democracia directa ejercida en este modelo se puede comparar al funcionamiento del socialismo
libertario que explicamos anteriormente. O sea, los movimientos sociales se coordinan internamente por los principios
de la autogestión y se articulan, en los casos en que es necesario, por el federalismo. Es importante resaltar que
actuando de esta manera, estamos incorporando en nuestros medios de lucha, posiciones defendidas por los fines
que deseamos alcanzar, confirmando la máxima de que "los fines están en los medios". Los liderazgos y funciones
asumidas son temporarios, rotativos y revocables.
En este modelo de movimiento social, es importante para la conducta militante la ética y la responsabilidad.
La ética, como brújula de la conducta militante correcta, está basada en principios que se oponen al capitalismo y el
estado y que sustentan la cooperación, la solidaridad y el apoyo mutuo. Ella es la brújula para el comportamiento
militante que actúa sin prejuicios para con los otros, que estimula el apoyo, no permitiendo posturas que buscan dividir
o generar una disputa interna desleal. La responsabilidad, principio que se opone a los valores del capitalismo, estimula
que los militantes de los movimientos sociales tengan iniciativa, que asuman responsabilidades y las cumplan -esto
evita que unos pocos sean sobrecargados con muchas tareas, que tengan actitudes coherentes con el espíritu de la
lucha y que contribuyan de la mejor manera con los movimientos sociales.

103
Pouget, Emile: “L’Action Directe”.
104
FARJ: “A Política não é para os Políticos”. En: “Libera 136”; Río de Janeiro, 2006.
La solidaridad y el apoyo mutuo también son principios que deben ser estimulados en los movimientos
sociales. En oposición al individualismo del capitalismo, la unión de las clases explotadas para el combate contra el
capitalismo y el estado debe ser estimulada. Cuando salen del aislamiento y buscan asociarse, juntándose con otras
personas que quieren construir un mundo más justo e igualitario, las personas construyen la solidaridad de clase, ésta
se da en la asociación de una persona con otra para formar un movimiento social o entre un movimiento social con
otro, en la búsqueda de la construcción de una organización popular y de la superación del capitalismo y el estado. En
este caso, los límites del estado no deben ser reconocidos, pues los movimientos sociales tienen que solidarizarse por
los intereses de clase, y no por los intereses nacionales. Cuando reconocidos los intereses de clase, los movimientos
sociales son internacionalistas.
También, los movimientos sociales constituyen un espacio privilegiado para el desenvolvimiento de la cultura
y la educación popular. Es la cultura, como forma de ser y de vivir de las clases explotadas, la que dará cuerpo a la
educación popular. Todos los que están movilizados desarrollan su aprendizaje y las nuevas formas, manifestaciones,
lenguajes, experiencias y vivencias que traducen el espíritu de la lucha. Dado que no hay un saber acabado, es el
proceso de intercambio entre los militantes el que permite esta educación, en la cual no hay ni maestros ni alumnos;
siendo todos maestros y alumnos. Todos aprenden y todos enseñan. Así sea la construcción de una educación que
respeta la cultura popular y capacita a los militantes a partir del diálogo, de los debates, de los intercambios de
experiencias. En este proceso torna posible oponerse los valores del capitalismo que son transmitidos, todos los días,
por los medios de comunicación, por las escuelas y otras vías de reproducción.
Además de eso, la propia "gimnasia revolucionaria" proporcionada por las experiencias de lucha, al mismo
tiempo que traerá las conquistas de corto plazo, será responsable por auxiliar en este proceso de educación,
contribuyendo con las experiencias prácticas de búsqueda de la libertad, por medio de la propia libertad.
Las conquistas a corto plazo, llamadas reformas, cuando son conquistadas por los movimientos sociales,
sirven como formas de disminuir el sufrimiento de aquellos que luchan y al tiempo que les enseñan las lecciones de
organización y de lucha [que necesitan]. Entendemos, así, que "tomamos las eventuales reformas que conquistamos
con el mismo espíritu de aquel que arranca poco a poco del enemigo el terreno que ocupa, para avanzar cada vez
más"105. Y juzgamos que al luchar por las reformas, los movimientos sociales no se volverán reformistas -que son
aquellos que entienden las reformas como un fin. Del mismo modo con la lucha por las reformas, ellos pueden
sustentar una práctica revolucionaria, y estar contra el reformismo, dado que "si nosotros estamos contra el
reformismo, no es porque las mejorías parciales no nos interesan, sino porque creemos que el reformismo es un
obstáculo no solamente para la revolución, sino también para las mismas reformas"106.
Esta afirmación abre el espacio para otra característica y juzgamos fundamental de los movimientos sociales:
la perspectiva revolucionaria a largo plazo. En este caso, la idea es que los movimientos sociales, además de tener sus
banderas específicas (tierra, hogar, trabajo, etc.) pueden tener como objetivos la revolución y la construcción de una
sociedad nueva. Entendemos que las luchas de corto y mediano plazo son complementarias de la perspectiva de largo
plazo y no la excluyen. Con la perspectiva de largo plazo, los movimientos tienen mayor poder de conquista, dado que
cuantos mayores son los objetivos, mayores son las conquistas, no siendo las primeras conquistas el fin de la lucha.
Muchos movimientos sociales que no poseen perspectiva de largo plazo, cuando ven sus reivindicaciones atendidas
(tierra para los sin tierra, vivienda para los sin techo, trabajo para los desempleados, etc.) piensan que este es el final
de la línea. Para nosotros, este es solamente el primer paso y, una vez conquistado, debe estimular otras luchas y
movilizaciones en torno a otros problemas que acontecen en nuestra sociedad. Es esta perspectiva también la que
proporciona una visión crítica de los movimientos sociales en relación al capitalismo y al estado, poniéndolos en alerta
contra las tentativas de conciliación de clase y de cooptación. Esta perspectiva también estimula la solidaridad y el
apoyo mutuo, ya que las clases explotadas no se ven más fragmentadas, sino como parte de un todo que lucha por
una sociedad nueva. Así, los movimientos sociales defienden una perspectiva de largo plazo que es revolucionaria,

"... en el sentido de querer sustituir una sociedad fundada en la iniquidad, en la explotación de


la inmensa mayoría de las personas por una minoría opresiva, en el privilegio, el ocio, y en una
autoridad protectora de todas estas hermosas cosas, por una sociedad fundada en una justicia
igual para todos y en la libertad de todos. [...] Queremos, en resumen, una organización
económica, política y social, en la cual todo ser humano, sin prejuicios sobre sus particularidades
naturales e individuales, encuentra iguales posibilidades de desarrollarse, instruirse, trabajar,
hacer y disfrutar la vida como persona"107.

105
Malatesta, Errico: “Anarquismo e Reforma”. En: “Anarquistas, Socialistas e Comunistas”; p. 146.
106
Malatesta, Errico: “Quanto Pior Estiver, Melhor Será”. En: “Anarquistas, Socialistas e Comunistas”; p. 67.
107
Bakunin, Mikhail: “A Dupla Greve de Genebra”; p. 92-93.
Otro punto importante que debe ser mencionado es el hecho de que los movimientos sociales son, muchas
veces, fruto de acciones y movilizaciones espontáneas de las clases explotadas. Este hecho para nosotros es natural y
entendemos que siempre tendremos que convivir con él. En situaciones extremas, sectores de la población se
revelarán o se movilizarán por diversos motivos: para denunciar una injusticia, para responder a un ataque del sistema,
para conseguir algo para comer, o un lugar dónde vivir, etc. Sí por un lado defendemos la organización, creemos, por
otro, que debemos siempre apoyar estos movimientos de movilización popular espontánea. Los objetivos
organizacionales deben ir dando los medios de lucha. No debemos, por tanto, cuestionar el espontaneísmo cuando
ocurre, sino más bien, involucrados en la lucha, intentar catalizar las fuerzas para que se llegue al grado necesario de
organización. La interacción de esta dinámica propia de los movimientos sociales, que naturalmente contienen un gran
grado de espontaneidad, con los contextos sociales que varían (represión, legislación, cambió de las fuerzas políticas
en juego, etc.) harán que los movimientos sociales tengan, naturalmente, flujos y reflujos. Habrá momentos en que
las circunstancias proporcionarán una realidad de luchas más radicalizadas y permanentes. En otros, proporcionarán
contextos de dificultad para la articulación, desmotivación, miedo, etc. o sea, es natural que existan contextos de flujos
y reflujos.

“En ciertas épocas –que suelen ser precursoras de grandes acontecimientos históricos, de
grandes triunfos de la humanidad– todo parece avanzar con paso acelerado, todo respira fuerza:
las inteligencias, los corazones, las voluntades; todo va al unísono, todo parece marchar hacia la
conquista de nuevos horizontes. Entonces se establece en toda la sociedad algo como una
corriente eléctrica que une a los individuos más apartados en un mismo sentimiento, y a las
inteligencias más distintas en un mismo pensamiento, y que imprime a todos la misma voluntad.
(...).
“Pero hay otras épocas, sombrías, desesperantes, fatales, en que todo respira decadencia,
postración y muerte. Son épocas que presentan un verdadero eclipse de la conciencia pública y
privada. Son los reflujos que siguen siempre a las grandes catástrofes históricas”108.

Pensamos que es nuestra obligación evaluar correctamente el contexto y actuar de manera conforme. En los
momentos en que el contexto apunta al flujo, debemos atacar, actuando con toda la fuerza y proporcionando toda la
organización necesaria. En los momentos en que el contexto apunta a un reflujo, debemos saber convivir con los
problemas, "mantener la llama ardiendo", esperando los momentos adecuados para retomar la movilización.
En fin, nuestra concepción es que debemos romper con el aislamiento de los individuos creando y
estimulando el desarrollo de los movimientos sociales con las características aquí mostradas. Esta es una primera
etapa de nuestra estrategia permanente. Después de esto, en una segunda etapa, entendemos que es necesaria la
articulación de varios movimientos sociales para la constitución de lo que venimos llamando “organización popular”,
siendo ella la confluencia de los movimientos sociales en combate permanente contra el capitalismo y el estado.
Buscando aumentar permanentemente la fuerza social de la organización popular y su radicalización,
entendemos que es posible llegar a la revolución social y así construir el socialismo libertario. En este proceso de
transformación social, entendemos que las clases explotadas poseen un papel imprescindible; “la masa (…) sin cuyo
poderoso concurso, como hemos dicho, nunca será el triunfo de la revolución social”109.

108
Bakunin, Mikhail: “La libertad, obras escogidas de Bakunin”; p. 109.
109
Bakunin, Mikhail: “La libertad, obras escogidas de Bakunin”; p. 123.
(8)

La organización específica anarquista.


“Si [al revolucionario] le falta la idea directriz de su acción, no será otra cosa
sino un barco sin brújula”.
Ricardo Flores Magón

“Una organización anarquista debe fundarse, en mi opinión, sobre la plena


autonomía, sobre la plena independencia, y, por tanto, la plena
responsabilidad de los individuos y los grupos; el libre acuerdo entre los que
creen que es útil unirse para cooperar con un fin común; el deber moral de
mantener los compromisos aceptados y no hacer nada que contradiga el
programa acordado".
Errico Malatesta.

1. La Organización Anarquista*.

En este texto, tratamos de la organización específica anarquista y de nuestra expectativa en relación con ella. Como
definimos anteriormente, su objetivo es “construir la organización popular e influenciarla, dándole a ella el carácter deseado, para
llegar al socialismo libertario por medio de la revolución social”. Nos colocamos, ahora, en lo que entendemos como el nivel
político de actuación.
La organización específica anarquista es un grupo de individuos anarquistas que, por medio de sus propias voluntades y del
libre acuerdo, trabajan juntos con objetivos bien determinados. Para eso, ella se vale de las formas y los medios necesarios para
que estos objetivos sean alcanzados, o para que, por lo menos, se camine en dirección a ellos. Así, podemos considerar a la
organización anarquista como “[...] un conjunto de individuos que tienen un objetivo en común y se esfuerzan para alcanzarlo,
siendo natural que se entiendan, que unan fuerzas, que vive en el trabajo y que tomen todas las medidas necesarias para
desarrollar su fin”110. Por medio de la organización anarquista, los anarquistas se articulan en el nivel político e ideológico, y
conciben los medios –la manera de trabajar– que deben apuntar hacia los objetivos finalistas: la revolución social y el socialismo
libertario. Esta práctica política, que busca los objetivos finalistas, debe ser realizada

"... Creando una organización que pueda cumplir con las tareas del anarquismo, no sólo en el momento
de la preparación de la revolución social, sino igualmente después. Tal organización debe reunir todas las
fuerzas revolucionarias del anarquismo, preocupándose inmediatamente de la preparación de las masas para
la revolución social y con la lucha por la realización de la sociedad anarquista" 111.

Esta organización está fundamentada en acuerdos fraternales, tanto para su funcionamiento interno, como para su
actuación externa, no existiendo en su seno relaciones de dominación, explotación o alineación, constituyendo una organización
libertaria. La función de la organización específica anarquista es coordinar, converger y aumentar permanentemente la fuerza
social de las actividades militantes anarquistas, constituyendo una herramienta de lucha sólida y consciente, siendo un medio
fundamental en la búsqueda de nuestros objetivos finalistas. Por tanto,

"[...] Es preciso unirse y organizarse: primero para discutir, después para reunir los medios para la
revolución, y finalmente, para formar un todo orgánico que armado con sus medios y fortalecido por su unión
pueda, cuando sea el momento histórico, barrer del mundo todas las aberraciones y todas las tiranías [...]. La
organización es un medio de diferencia, de precisar un programa de ideas y de métodos establecidos, una
especie de bandera de reunión desde donde combatir sabiendo con quien se puede contar y teniendo
conciencia de la fuerza de que se puede disponer" 112.

Para construir una herramienta de combate sólida y consistente, es imprescindible que la organización anarquista posea
las líneas políticas y estratégico-tácticas, bien determinadas –lo que se da por medio de la unidad teórica e ideológica, y la unidad
de estrategia y táctica. Esta organización de líneas bien definidas, articula a los anarquistas en el nivel político e ideológico, y
desarrolla su práctica política en el nivel social –lo que la caracteriza como una organización de minoría activa, dado que el nivel
social es siempre mucho mayor que el nivel político. Esta práctica política toma cuerpo cuando la organización anarquista de
minoría activa realiza el trabajo social en medio de la lucha de clases, buscando la inserción social, que toma cuerpo a partir del

*
La numeración de las partes del capítulo es un agregado nuestro (n. del trad.).
110
Malatesta, Errico: “Escritos Revolucionários”; p. 55.
111
Majno, Néstor: “Anarquia e Organização”. São Paulo, Luta Libertária, S/D, p.31.
112
Malatesta, Errico y Fabbri, Luigi: “Anarco-Comunismo Italiano”; pp 107, 110-111.
momento en que la organización anarquista consigue influenciar a los movimientos sociales con los cuales trabaja.
Apropiadamente organizados como minoría activa, los anarquistas constituyen una fuerza social mucho mayor en la realización
del trabajo social y tienen mayores posibilidades de conseguir inserción social. Además del trabajo y de la inserción social, la
organización específica anarquista realiza otras actividades: la producción y la reproducción de teoría, la propaganda anarquista,
la formación política, la concepción y la aplicación de la estrategia, las relaciones políticas y sociales, y la gestión de recursos.
Entonces, podemos decir que las actividades de la organización específica anarquista son:

- Trabajo e Inserción Social


- Producción y Reproducción de Teoría
- Propaganda Anarquista
- Formación Política
- Concepción y Aplicación de la Estrategia
- Relaciones Políticas y Sociales
- Gestión de Recursos

Estas actividades pueden ser realizadas de manera más o menos pública, teniendo siempre en cuenta el contexto social en
que se actúa. Decimos más o menos pública, pues creemos que “hay que hacer en público lo que conviene que sepan todos y en
secreto lo que conviene tener oculto”113. En momentos de menor represión, la organización anarquista actúa públicamente,
realizando la mayor propaganda posible, y buscando atraer al mayor número de personas. En momentos de mayor represión, sí,
“por ejemplo, un gobierno nos prohibiese hablar, imprimir, reunirnos, asociarnos, y no tuviésemos la fuerza necesaria para
rebelarnos abiertamente, trataríamos de hablar, imprimir, reunimos y asociarnos en forma clandestina” 114.
Esta actuación, que varía conforme al contexto social, la organización específica anarquista debe siempre defender los
intereses de las clases explotadas, y eso porque la entendemos como una expresión política de esos intereses. Para nosotros, las
ideas del anarquismo

“[...] no son nada más que la pura y fiel expresión de los instintos populares. Si ellas no corresponden
a esos instintos, son falsas; y en la medida en que son falsas, serán rechazadas por el pueblo. Pero si son la
cabal expresión de los instintos, sí representan el pensamiento real del pueblo, entonces han de penetrar
rápidamente en el espíritu de las multitudes sublevadas. Y no bien hayan encontrado el camino del espíritu
popular, rápidamente avanzaran hacia su plena realización” 115.

La organización especifica anarquista, entendida como expresión política de los intereses de las clases explotadas, no actúa
en su nombre y nunca se coloca sobre ellas. Ella no substituye la organización de las clases explotadas, sino que proporciona a los
anarquistas la oportunidad de colocarse al servicio de ellas.
En esta práctica de colocarse al servicio de las clases explotadas, la organización anarquista es guiada por una Carta de
Principios. Los principios son las proposiciones éticas y las nociones, ambas innegociables, que guían toda la práctica política,
constituyendo los modelos para la acción anarquista. “Es la hipótesis de la coherencia con estos mismos principios lo que
determina la autenticad ideológica ante el anarquismo” 116. En nuestro caso, la Carta de Principios de 2003117 define nueve
principios: libertad; ética y valores; federalismo; autogestión; internacionalismo; acción directa; clasismo; práctica política e
inserción social; apoyo mutuo.
En primer lugar, revindicamos el principio de la libertad, afirmando que “la lucha por la libertad antecede a la anarquía”.
Así como pensaba Bakunin, sostenemos que “la libertad individual […] sólo puede encontrar su mayor expresión en la libertad
colectiva”, siendo que rechazamos, por tanto, las posturas individualistas del anarquismo. La búsqueda del socialismo libertario
es, también, una incesante lucha por la libertad. Otro principio absolutamente central para nosotros es la ética y los valores que
nos hacen basar toda nuestra práctica en la ética anarquista, que es un “compromiso militante innegociable”. Por medio de la
ética, entre otras cosas, defendemos la coherencia entre los medios y los fines, y en el respeto mutuo.
Reivindicamos el federalismo y la autogestión como principios de organización no jerárquica y descentralizada, sostenidos
por el apoyo mutuo y por la libre asociación, asumiendo la premisa de a AIT, de que todos tienen derechos y deberes. Más allá de
eso, son estos principios los que guían la gestión de la sociedad futura en todos los niveles: gestión económica, política y social,
realizada por los propios trabajadores. Enfatizando la necesidad de que sus luchan sean autogestionadas, afirmamos que “también
conviviendo con el ultrapasado sistema actual, [la autogestión] potencializa las transformaciones que apuntan hacia una sociedad
igualitaria”.
Al reivindicar el internacionalismo, destacamos el carácter internacional de las luchas y la necesidad de que nos asociemos
por la afinidad de clase y no de nacionalidad. El explotado de un país debe ver en el explotado de otro, a un compañero de lucha,
y no un enemigo. El internacionalismo se opone al nacionalismo y a la exaltación del Estado, ya que estos constituyen un

113
Richards, Vernon: “Malatesta: pensamiento y acción revolucionarios”; p. 171.
114
Ibídem. p. 172.
115
Bakunin, Mikhail: “La Libertad. Obras escogidas de Bakunin”; p. 114.
116
FARJ: “Carta de Principios”.
117
Ibídem. Las comillas de los siguientes próximos párrafos se refieren a este documento.
sentimiento de superioridad sobre los demás países y pueblos, y refuerzan el etnocentrismo y los preconceptos –primeros pasos
hacia la xenofobia. Todos, independientemente de su nacionalidad, son iguales y deben ser libres.
La acción directa es colocada como un principio fundado en la horizontalidad y que estimula el protagonismo de los
trabajadores, oponiéndose a la democracia representativa, que, como ya explicamos, aliena políticamente. La acción directa sitúa
al pueblo al frente de sus propias decisiones y acciones, “ligando a los trabajadores y oprimidos al centro de la acción política”.
Además de eso, elegimos basarnos en el clasismo, lo que nos define como una organización de trabajadores que defienden
a los explotados, y combaten por la extinción de la sociedad de clases y por la creación de una sociedad en la que no existan más
señores y esclavos. Por eso, reconocemos y damos prioridad a la lucha de clases. Para nosotros, existe la necesidad central de
combatir de frente los males del capitalismo, y para eso es imprescindible la lucha al lado de los explotados, donde las
consecuencias de la sociedad de clases de vuelven más claras y evidentes.
El principio de la práctica política y la inserción social refuerza la idea de que sólo junto a las clases explotadas es que el
anarquismo tiene las condiciones para florecer. Por lo tanto, la organización de anarquista debe buscar relacionarse con todas las
manifestaciones de las luchas populares, independientemente de donde ellas estuvieran ocurriendo. Afirmamos que la interacción
de la organización anarquista con cualquier manifestación “de los campos social, cultural, del campesinado, sindical, estudiantil,
comunitario, ecológico, etc., desde que están insertas en el contexto de las luchas por la libertad”, contempla la concreción de
este principio.
Como último principio colocado en la Carta, el apoyo mutuo incentiva la solidaridad de las luchas, estimulando el
mantenimiento de relaciones fraternas con todos los que trabajan verdaderamente por un mundo justo e igualitario. Ella incentiva
la solidaridad efectiva entre los explotados.
En el momento en que realiza el trabajo social, la organización especifica anarquista busca influenciar con propuestas a los
movimientos sociales y, al mismo tiempo, apartar de ellos la influencia negativa de la individuos y grupos que, en lugar de defender
los intereses del pueblo, estimulando que él sea protagonista de su propia emancipación, lo utilizan para la realización de otros
objeticos. Somos sabedores de que los políticos, los partidos, los sindicatos, al igual que otras organizaciones e individuos
autoritarios –como la Iglesia, o los narcotraficantes, etc.– constituyen obstáculos para la construcción de la organización popular,
dado que penetran en los movimientos sociales, en la inmensa mayoría de los casos, buscando usufructuar del número de personas
que en ellos están presentes, para: buscar apoyo en las elecciones, constituir las bases para proyectos autoritarios de poder,
obtener dinero, conquistar fieles, abrir nuevos mercados, etc. Las organizaciones y los individuos autoritarios no quieren apoyar a
los movimientos sociales, sino utilizarlos para realizar sus (los de las organizaciones y de los individuos autoritarios) propios
objetivos, que no coinciden con los objetivos de los militantes de los movimientos sociales –o sea, los autoritarios buscan
establecer una relación de dominio sobre los movimientos sociales.
Cualquier anarquista que haya militado o visto cómo funciona el trabajo de los movimientos sociales sabe que, si no existe
una organización consistente, capaz de darles a los anarquistas la fuerza necesaria en la permanente disputa del espacio político,
los autoritarios se volverán hegemónicos y el trabajo de los anarquistas estará completamente perdido. Los anarquistas, al no
constituir la fuerza social necesaria, una de dos: o serán usados por los autoritarios como delegados (popularmente, punteros) en
la realización de sus proyectos autoritarios de poder, o serán simplemente dejados de lado. En el primer caso, hablamos de los
anarquistas no organizados específicamente que van a contrapelo de los acontecimientos. Al no estar organizados, no ejercen la
influencia necesaria porque tienen poca fuerza social. En tanto no incomodan demasiado, son permitidos en los movimientos
sociales. En el segundo caso, hablamos de los anarquistas aislados que comienzan a ejercer cierta influencia, o, a no entenderse
con los autoritarios, comenzando a incomodar. En este caso, son expulsados, apartados o difamados. Son literalmente
“atropellados” por los autoritarios. Sin la organización necesaria, no consiguen mantenerse en los movimientos sociales y mucho
menos ejercer la influencia deseada.
Eso ocurre, pues, cuando no existe la debida organización de los anarquistas, es posible que se establezcan organizaciones
autoritarias, o menos libertarias. Al tratar de la permanente disputa del espacio político, no estamos hablando de que los
anarquistas deben luchar por la dirección, el liderazgo, o cualquier otra posición de privilegio en los movimientos sociales.
Hablamos, al contrario, de la lucha interna que se da cuando queremos influenciar a los movimientos sociales a que utilicen las
prácticas libertarias.
Creemos que no existe, en ningún lugar, el vacío político. Por lo tanto, a partir del momento en que hacemos prevalecer
nuestras posiciones, eso significa, necesariamente, una disminución de la influencia de los autoritarios y viceversa. Por ejemplo:
al ver que algunos anarquistas luchan para que un movimiento social utilice la acción directa y la democracia directa, políticos y
partidos candidateados estarán en su contra y, a no ser que haya una organización fuerte de los anarquistas, con inserción social,
y capaz de luchar por esas posiciones, las posiciones autoritarias tendrán grandes posibilidades de prosperar. Al estar debidamente
organizados como anarquistas, no vamos los acontecimientos, conseguimos marcar nuestras posiciones y ejercer influencia en
los movimientos sociales, pasando a tener verdadera inserción. Es por medio de la organización especifica anarquista que
conseguimos estar debidamente organizados para el trabajo que deseamos desarrollar en los más diversos movimientos sociales.

“La organización anarquista debe ser la continuación de nuestros esfuerzos y de nuestra propaganda;
ella debe ser la consejera libertaria que nos guía en nuestra acción de combate cotidiano. Podemos basarnos
en su programa para difundir nuestra acción en otros campos, en todas las organizaciones especiales de las
luchas particulares en las cuales podamos penetrar o llevar nuestra actividad y acción: por ejemplo, en los
sindicatos, en las sociedades antimilitaristas, en las agrupaciones antirreligiosas y anticlericales, etc. Nuestra
organización especial puede servir igualmente como un terreno para la concentración anarquista (no de
centralización!), cómo un campo de acuerdo, de entendimiento y de la solidaridad más completa posible
entre nosotros. Cuanto más unidos estemos, menor será el peligro de que seamos arrastrados por las
incoherencias, o que desviemos nuestro ímpetu de lucha hacia batallas o escaramuzas dónde, otros que no
están de ninguna manera de acuerdo con nosotros, puedan nulificarnos” 118.

Así, la organización anarquista, además de ser responsable por su práctica política en los diversos campos, sirve para
aumentar la fuerza social de los anarquistas dentro de ellos. Entre las diferentes fuerzas presentes en estos espacios, los
anarquistas deben destacarse y conseguir concretar sus posiciones.
Está práctica política en diversos campos exige que la organización anarquista se divida frentes, que son los agrupamientos
internos que llevan a cabo el trabajo social. Generalmente, las organizaciones que trabajan con esta metodología, sugieren que se
desarrollen tres frentes básicos: sindical, comunitario y estudiantil. Contrariamente, nosotros creemos que los frentes se deben
dividir, no a partir de estos espacios de inserción pre-estipulados, sino en base con los trabajos prácticos de la organización. A
nuestro entender, no hay necesidad alguna de desarrollar trabajos en estos tres frentes y, además, es posible que hayan otros
espacios interesantes que exijan que se les dediquen frentes.
Cada organización debe buscar los espacios más propicios para el desarrollo de su trabajo social y, a partir de esta necesidad
práctica, formar sus frentes. Así, sí hubiera trabajo en el medio estudiantil, puede haber un frente estudiantil. Si hubiera trabajo
sindical, puede haber un frente sindical. Mientras tanto, sí otros trabajos se desarrollan, por ejemplo, con los movimientos rurales,
o con los movimientos urbanos, etc., los frentes deben acompañar esta división. O sea, en vez de tener solamente un frente
comunitario que trabaja con los movimientos sociales rurales y urbanos, podemos crear un frente de movimientos rurales y otro
frente de movimientos urbanos. En este sentido, defendemos un modelo de frentes dinámicos, que da cuenta de la división interna
de la organización específica anarquista, para la realización de los trabajos sociales, de la mejor forma posible.
Los frentes son responsables, en sus respectivos espacios de trabajo, por la creación y el desarrollo de los movimientos
sociales y, también, por garantizar que los anarquistas ocupen espacio político –espacio este que está en permanente disputa– y
ejerzan la debida influencia en estos movimientos.
En el caso de nuestra organización, iniciamos los trabajos sociales divididos en dos frentes. El “frente comunitario”, que
agrupa los trabajos de gestión de la Biblioteca Social Fabio Luz (BSFL), del Centro de Cultura Social de Rio de Janerio (CCS-RJ) y sus
trabajos comunitarios, del Núcleo de Investigaciones Marques da Costa (NPMC) y del Circulo de Estudios Libertarios Ideal Peres
(CELIP). El otro era el “frente de las ocupaciones” que estaba involucrado con las ocupaciones urbanas y en el Frente
Internacionalista de los Sin Techo (FIST). Al cambiar la coyuntura dejamos el FIST, y continuamos con el trabajo en las ocupaciones
y pasamos a nuclear a algunos ocupantes y a muchos otros desempleados, del Movimiento de los Trabajadores Desempleados
(MTD). Este movimiento pasó a tener gran relevancia en este frente. Así, el “frente de las ocupaciones” pasó a llamarse “frente de
los movimientos sociales urbanos”. De igual manera, por juzgarlo necesario, constituimos un tercer frente: el “frente
agroecológico” (Anarquismo y Naturaleza), a partir de trabajos prácticos en movimientos sociales rurales, de ecología y agricultura,
que comenzaron ser desarrollados por la organización. De esta manera, sostenemos que los frentes se adapten al contexto práctico
de trabajo. Ilustramos como esto funciona en la práctica:

Siendo OEA la organización especifica anarquista (divida en los frentes A, B y C) y MS los movimientos sociales, la OEA se
divide internamente en frentes que actúan, cada uno, en un determinado MS o sector de MS. En este caso, supóngase que la OEA
trabaje con tres MS, o con tres sectores de MS, ella se divide en tres frentes para trabajar. El frente A trabaja con el MS A o con el
sector A de determinados MS. El frente B con el MS B o con el sector B de determinados MS, y así sucesivamente. Un ejemplo
práctico: la OEA puede estar dividida en frente sindical (A), frente comunitario (B) y frente estudiantil (C) y cada uno de ellos
actuará en un MS. El frente A actuará en el movimiento sindical, el frente B en el comunitario y el C en el estudiantil. En nuestro
caso, actualmente nuestra OEA está dividida en tres frentes: movimientos sociales urbanos (A), comunitario (B) y agroecológico
(Anarquismo y Naturaleza) (C). Cada uno de ellos tiene que trabajar en uno o más movimientos sociales. El frente A en el
movimiento sin techo y en el MTD, el frente B en el movimiento comunitario y el frente C en los movimientos rurales, de ecología
y agricultura.
Además de esta división interna en frentes, que funciona para el trabajo social, la organización especifica anarquista utiliza,
tanto para su funcionamiento interno como externo, la lógica que llámanos de “círculos concéntricos” –fuertemente inspirada en
el modelo organizacional bakuninista. La razón principal para adoptar esta lógica de funcionamiento es porque, para nosotros, la

118
Fabbri, Luigi: op. cit. p. 116.
organización anarquista precisa prever diversas instancias de actuación. Estas instancias diferentes deben potencializar su trabajo
permitiendo, al mismo tiempo, reunir militantes preparados y con alto grado de compromiso, y acercar a las personas
simpatizantes la teoría o la práctica de la organización –que pueden ser más o menos preparadas, más o menos comprometidas.
En suma, los círculos concéntricos buscan resolver una importante paradoja: la organización anarquista precisa ser lo
suficientemente cerrada como para tener militantes preparados, comprometidos y alineados políticamente; y lo suficientemente
abierta como para atraer nuevos militantes.
Gran parte de los problemas que ocurren las organizaciones anarquistas no funcionan con la lógica de los círculos
concéntricos y porque no prevén estas diversas instancias de actuación. ¿Una persona que se dice anarquista y que se interesa
por los trabajos de la organización a pesar de no conocer en profundidad la línea política debe estar en la organización? ¿Un lego,
interesado en las ideas anarquistas debe estar en la organización? ¿Cómo relacionarse con los “libertarios” –en el sentido amplio
del término– que no se dicen anarquistas? ¿Deben ellos estar en la organización? ¿Y los miembros más viejos, que ya desarrollaron
trabajos importantes, pero que hoy quieren estar cercanos, mas no se dedican a las actividades permanentes de la organización?
¿Y aquellos que sólo pueden dedicar poco tiempo a la militancia? Son muchas las cuestiones a considerar. Otros problemas ocurren
por tener dudas en la realización del trabajo social. ¿La organización debe presentarse como una organización anarquista a los
movimientos sociales? ¿Durante el trabajo social, ella puede hacer alianzas con otros individuos, grupos y organizaciones que no
son anarquistas? ¿En este caso, cuales son los puntos a defenderse en común? ¿Cómo se realiza el trabajo social en un campo con
personas de ideologías diferentes, manteniendo la identidad anarquista? ¿Cómo hacer para que el anarquismo no pierda su
identidad en cuanto entra en contacto con los movimientos sociales? Sobre este punto también hay muchas cuestiones.
Los círculos concéntricos tienen por objetivo proporcionar un lugar claro para cada uno de los militantes y simpatizantes
de la organización. Además, buscan facilitar y potencializar el trabajo social de la organización anarquista; y finalmente, establecer
un flujo de captación de nuevos militantes.
En la práctica, la lógica de los círculos concéntricos se establece de la siguiente forma. Dentro de la organización específica
anarquista sólo están los anarquistas que, en mayor o menor medida, pueden elaborar, reproducir y aplicar la línea política de la
organización, internamente, en los frentes y en las actividades públicas. También en mayor o menor medida, los militantes deben
poder ayudar en la elaboración de la línea estratégico-táctica de la organización, así como tener la capacidad de reproducirla y
aplicarla plenamente. En la organización, los militantes asumen funciones internas –sean ejecutivas, deliberativas o
extraordinarias– y también externas, es decir en relación al trabajo social. Las funciones asumidas por los militantes dentro de la
organización se deben a la autogestión y al federalismo; o sea, a las decisiones horizontales en que todos los militantes tienen el
mismo poder de voz, de voto, y que, en casos específicos, generan una delegación con mandato imperativo. Las funciones que
serán realizadas por los delegados deben estar muy bien definidas, para que ellos “no puedan actuar en nombre de la asociación,
a no ser cuando sus miembros les hayan explícitamente autorizado; ellos deben ejecutar sólo aquello que los asociados decidieran
y no dictar a los asociados el rumbo a seguir” 119. Además, las funciones deben buscar una cierta rotación, que tiene por objetivo
preparar a todos y evitar posiciones o funciones petrificadas.
La organización especifica anarquista puede tener solamente un circulo de militantes, estando todos ellos en la misma
instancia; o tener más de un circulo, siendo los criterios definidos colectivamente y pudiendo ser, por ejemplo, el tiempo que la
persona lleva en la organización o su condición de elaboración de las líneas política o estratégico-táctica. Así, los militantes nuevos
con menos condiciones de elaboración de las líneas pueden estar en un círculo más externo (distante) y los militantes más
experimentados, con más condiciones de elaboración de las líneas en otro más interno (próximo). No es una jerarquía, sino que la
idea es que cuanto “más adentro”, o cuanto más próximo, está el militante, más condiciones ellos tienen de formular,
comprehender, reproducir y aplicar las líneas de la organización. Cuanto más “hacia adentro” está él/la militante, mayor es su
nivel de compromiso y más él/la delibera. Cuanto más se adentra en la organización, más se responsabiliza por ella. Son los
militantes los que eligen su nivel de compromiso y, basados en esta elección, ellos participan o no de las instancias de deliberación.
Así, los militantes escogen cuanto quieren comprometerse y, cuanto más se comprometen, más ellos deciden. Cuanto menos ellos
se comprometan, menos decidirán.
Eso no significa que la posición de los más comprometidos vale más que la de los menos comprometidos. Significa que ellos
participaran de instancias decisorias diferentes. Por ejemplo: los más comprometidos participaran con vos y voto de los Congresos,
que definirán las líneas política y estratégica de la organización; los menos comprometidos no participaran de los Congresos, o
participaran solamente como oyentes, y participaran de las asambleas mensuales donde las tácticas y aplicaciones prácticas de las
líneas son definidas.
Así, dentro de la organización específica anarquista puede haber uno o más círculos, que deben ser siempre definidos por
el nivel de compromiso de los militantes. En caso de haber más de un nivel, eso debe ser claro para todos, y los criterios para
cambiar de nivel deben estar disponibles para los militantes. Es, por tanto, el militante quien elige dónde quiere estar.
El próximo círculo, más externo y distante del núcleo de la organización anarquista, ya no es parte de la organización, pero
posee una importancia fundamental: el nivel de los militantes de apoyo. Esta instancia busca agrupar a todas las personas que
poseen afinidades ideológicas con la organización anarquista. Los militantes de apoyo son responsables por auxiliar a la
organización en sus trabajos prácticos, por ejemplo: en la edición de panfletos, periódicos o libros; en la divulgación de material
de propaganda; ayudando en el trabajo de producción de teoría y análisis de coyuntura; en la realización de actividades prácticas
para el trabajo social: actividades comunitarias, apoyo en los trabajos de formación, actividades de logística, apoyo en los trabajos
de la organización, etc. Esta instancia de apoyo es donde las personas que poseen afinidades con organización anarquista y sus

119
Ibídem. p. 124.
trabajos tienen contactos con otros militantes, pudiendo profundizar el conocimiento sobre la línea política del organización,
conocer mejor las actividades realizadas, ahondando en su visión del anarquismo, etc.
Por lo tanto, la instancia de apoyo posee la importante función de auxiliar a la organización anarquista a poner en práctica
sus actividades, buscando atraer a los interesados. Esta aproximación tiene como objetivo futuro que algunos de estos militantes
de apoyo se conviertan en militantes de la organización. La organización específica anarquista busca atraer el mayor número
posible de militantes de apoyo y, en el trabajo práctico, identificar aquellos que se interesan en entrar en la realización y que
poseen un perfil adecuado para la militancia. La propuesta de entrada a la organización puede ser hecha de los militantes de la
organización a los militantes de apoyo y viceversa. Aunque es cada militante quien escoge el nivel de compromiso que quiere tener
con la organización y donde quiere estar, el objetivo de la organización anarquista es siempre tener el mayor número de militantes
en los círculos más internos, con mayor nivel de compromiso.
Vamos a dar un ejemplo práctico: supongamos que la organización haya deliberado trabajar, internamente, con los niveles
de compromiso –o los círculos. Cuando los militantes son nuevos, ingresan en el nivel de “militantes” y cuando pasan seis meses
y el militante está preparado y comprometido, el/la pasa al nivel de “militante pleno”. Vamos a suponer también que esta
organización decida tener un nivel de militantes de apoyo. El objetivo de la organización será aproximar el mayor número posible
de militantes de apoyo y, con base en la afinidad de cada uno con la organización, pasarlos al nivel de militante y, después de seis
meses, estando preparados, al nivel de militante pleno. Ilustremos como eso puede funcionar en la práctica.

Siendo AP el nivel de los militantes de apoyo, M el de los militantes y MP el de los militantes plenos, el objetivo es el flujo
apuntado por la flecha roja: pasar de AP hacia M y de M hacia MP. Quien tuviera interés, sigue este flujo y quien no, se queda
donde le parece mejor. Por ejemplo, si una persona quiere participar esporádicamente, y nada más que eso, puede querer
quedarse para siempre en AP. La cuestión aquí es que toda voluntad de trabajo de las personas afines debe ser aprovechada por
la organización. No porque una persona tenga poco tiempo, o porque prefiera ayudar de vez en cuando, ella debe ser apartada.
Dentro de una organización específica anarquista, debe haber lugar para todo quieren contribuir. “El criterio de selección que
nunca falla son los hechos. La aptitud y la eficacia del militante son medidas, fundamentalmente, por el entusiasmo y la aplicación
con que desempeña sus tareas”120.
La lógica de los círculos concéntricos exige que cada militante y la propia organización tengan muy bien definidos los
derechos y deberes de cada uno de los niveles de compromiso. Esto porque no es justo que alguien tome decisiones sobre aquello
que no va a realizar. Un militante de apoyo, que frecuentan las actividades una vez por mes y hace contribuciones esporádicas,
por ejemplo, no puede deliberar sobre las reglas o actividades que deberán ser cumplidas o realizadas diariamente, dado que
estaría deliberando mucho más para los otros militantes que para sí mismo.
Es una práctica bastante común en grupos libertarios, que personas que contribuyen esporádicamente decidan sobre
cuestiones que acaban siendo cumplidas o realizadas por los miembros con contribuciones más permanentes. Es mucho más fácil
para un militante que aparece debes en cuando querer definir, por ejemplo, la línea política del organización, ya que no es el quien
tendrá que seguir esta línea la mayor parte del tiempo.
Éstas son formas deformadas de toma de decisión, en las que unos acaban deliberando algo que otros realizan. En el modelo
de los círculos concéntricos, buscamos un sistema de derechos y deberes de forma cada uno tome decisiones dentro de aquello
que podrá y deberá suplir después. Así, es normal que los militantes de apoyo deliberen solamente sobre aquello que ellos mismo
podrán realizar. De igual manera, es normal que los militantes de la organización deliberen sobre aquello que van a realizar. De
esta manera, hacemos proporcionales a las deliberaciones y sus cumplimientos y eso implica que la organización tenga criterios
claros de ingreso, definiendo bien quienes y quien no es parte de ella, y en qué nivel de compromiso están los militantes.
Un criterio importante de entrada es que todos los militantes que ingresen a la organización deben concordar con su línea
política. Para eso, la organización anarquista, debe poseer material teórico que especifique esta línea –de manera menos profunda
para quien no es miembro de la organización, y más profunda para los militantes. Cuando alguien se interesa por el trabajo de la
organización anarquista, mostrando interés debe aproximarse a ella, de colocarse a esta persona como militante de apoyo,

120
Mechoso, Juan: “Acción Directa Anarquista: una historia de la FAU”; Recortes, S/D; p. 199. Las citas del libro de Mechoso se
refieren a documentos de la Federación Anarquista Uruguaya (FAU).
pasando a darle el acompañamiento necesario. Como militante de apoyo, después de conocer la línea política de manera un poco
más profunda, y tener afinidad con los trabajos prácticos de la organización, la persona puede mostrar interés en ingresar en la
organización o la organización puede manifestar su interés para que este militante de apoyo sea un militante [pleno]. En ambos
casos, el militante de apoyo debe recibir acompañamiento permanente de la organización anarquista, que le pasara material
teórico para que profundice su línea política. Uno o más militantes que conozcan bien esta línea discutirán, debatirán sus dudas,
y le darán las explicaciones necesarias. Habiendo acuerdo del militante de apoyo con la línea política de la organización, y habiendo
acuerdo entre ambas partes, el militante se integra a la organización. Es importante que en un período inicial cada nuevo militante
tenga el acompañamiento de algún otro más antiguo, que lo orientará y preparara para el trabajo. De cualquier forma, la
organización anarquista debe siempre preocuparse de la formación y el acompañamiento de los militantes de apoyo, de forma
que esto les permita cambiar de nivel de compromiso, si así lo quisieran.
Esta misma lógica de los círculos concéntricos funciona para el trabajo social. Por medio de ella, la organización anarquista
se articula para realizar el trabajo social de manera más adecuada y efectiva. Como vimos, internamente la organización anarquista
se divide en frentes, para la realización del trabajo práctico. Para esta realización, hay organizaciones que prefieren establecer
relaciones directas con los movimientos sociales. Y hay otras que prefieren presentarse por medio de una organización social
intermediaria, que podemos llamar agrupamiento de tendencia.

“Participar de la tenencia supone aceitar un conjunto de definiciones que pueden ser compartidas por
compañeros de diversos orígenes y biológicos, pero que establecen ciertas exclusiones (a los reformistas, por
ejemplo) imprescindibles, si se procura obtener un mínimo de verdadera coherencia operacional. (…) Los
agrupamientos de tendencia coordinados entre sí y enraizados en los sectores más combativos del pueblo (…) son
un nivel superior al anterior (el nivel de las masas)” 121.

El agrupamiento de tendencia se coloca entonces entre los movimientos sociales y la organización específica anarquista,
reuniendo militantes de ideologías distintas que poseen afinidades en relación a algunas cuestiones prácticas.
Como explicamos, existen organizaciones anarquistas que prefieren presentarse directamente a los movimientos sociales,
sin necesidad de los agrupamientos de tendencias; y otras que prefieren hacerlo por medio de ellos. En ambos casos existen puntos
positivos y negativos, y cada organización debe definir la mejor forma de actuar. Como los puntos de vistas que defendemos en
los movimientos sociales son mucho más prácticos que teóricos, puede ser interesante trabajar con un agrupamiento de
tendencia, sumando a el a las personas que concuerdan con algunas o con todas las posiciones que defendemos en los
movimientos sociales (fuerza, que clasismo, autonomía, combatividad, acción directa, democracia directa y perspectiva
revolucionaria) y que nos ayudarán a aumentar la fuerza social en la defensa de estas posiciones.
De igual forma que en el esquema de arriba, la idea es que la organización específica anarquista busque insertarse en este
nivel intermedio (el agrupamiento de tendencia) y, por medio del, presentarse y realizar su trabajo en los movimientos sociales
buscando la inserción social. Ilustramos nuevamente como esto funciona en la práctica.

Siendo OEA la organización específica anarquista, AT el agrupamiento de tendencia y MS el movimiento social, existirán
dos flujos.
El primero, de influencia de la OEA, que buscará darse en el AT y de estos en el MS. Veamos algunos ejemplos prácticos. La
organización anarquista que se actuar en un sindicato podrá componer una tendencia con otros militantes del movimiento sindical
que defienden algunas banderas específicas (perspectiva revolucionaria, acción directa, etc.) y por medio de esta tendencia,
influenciar al movimiento sindical, o al sindicato en el que se actúa. O también, si la organización anarquista desea trabajar con el
movimiento de los sin–tierra y para eso, reúne en el agrupamiento de tendencia personas que defienden posiciones semejantes

121
Ibídem; p. 190; 192.
en el movimiento social (autonomía, democracia directa, etc.). Por medio de este agrupamiento de tendencia, la organización
específica anarquista actúa en el movimiento sin–tierra y, así, busca influenciarlo.
Esta forma de organización tiene por objeto resolver un problema muy común que encontramos en la militancia. Cuando,
por ejemplo, conocemos militantes muy dedicados, revolucionarios, que defienden la autogestión, la autonomía, la democracia
de base, la democracia directa, etc., y dejamos de actuar con ellos porque no son anarquistas. Estos militantes pueden actuar con
los anarquistas en los agrupamientos de tendencia y defender juntos sus posiciones en los movimientos sociales.
El segundo flujo se observa en el esquema muestra el objetivo del flujo de militantes. O sea, en este esquema de actuación,
el objetivo es llevar a las personas del movimiento social que tengan afinidades prácticas con los anarquistas hacia dentro de los
agrupamientos de tendencia y una vez en ellos, acercar la organización anarquista a aquellos que posean afinidades ideológicas.
De igual forma que en el esquema anterior, si un militante posee grandes afinidades prácticas con los anarquistas, pero no es
anarquista, él debe ser miembro de la tendencia y será fundamental para la realización del trabajo social. Si él posee afinidad
ideológica, podrá aproximarse o integrarse a la organización.
El objetivo de la organización anarquista no es transformar a todos los militantes en anarquistas, sino saber trabajar con
cada uno de los militantes de la forma más adecuada. Cuando existen intereses mutuos (del movimiento social hacia el
agrupamiento de tendencia, o de este último para con la organización anarquista) los militantes pueden modificar sus posiciones
en los círculos. Cuando estos intereses no existen, cada uno actúa dónde le parece más pertinente.
El proceso de toma de decisiones utilizado en la organización específica anarquista es la tentativa de consenso, utilizando
la votación cuando el consenso no fuera posible. A diferencia de otras organizaciones y grupos libertarios, creemos que consenso
no debe ser obligatorio. Como dijimos anteriormente, además de ser el consenso una forma de toma de decisiones muy poco
eficiente, volviéndose inviable cuanto más aumenta el número de las personas involucradas en las decisiones, tiene el grave
problema de dar gran poder a los agentes aislados. En una organización de 20 militantes, se podría bloquear el consenso, incluso
si 19 estuviesen a favor de una posición y 1 en contra, porque el "término medio" debería considerar de una forma
desproporcionada al único disidente. Para darle la debida eficiencia al proceso de toma de decisiones y no conferir mucho poder
a los agentes aislados, es que escogemos el modelo de decisión de tentativa de consenso y, cuando no fuera posible, voto. “Si en
el seno de la propia organización surgiese en desacuerdo, generándose una división entre mayoría y minoría por cuestiones
secundarias, sobre modalidades prácticas o sobre casos especiales (…), entonces podrá ocurrir con mayor o menor facilidad que
la minoría se incline a hacer conforme a la mayoría”122. En el caso de la votación, todos los militantes de la organización, incluidos
aquellos que fueron vencidos en la votación, tienen la obligación de seguir a la posición que venció. Este proceso decisorio es
utilizado para el establecimiento de la unidad teórica e ideológica, y también para la unidad estratégica y táctica. Volveremos
sobre ellas más adelante. En este momento alcanza con enfatizar que para la lucha que queremos emprender, es necesario poner
fin a la dispersión y a la desorganización y “la forma de superar eso es crear una organización que (… se fundamente) sobre la base
de posiciones prácticas y teóricas específicas, y que eso nos lleve a un firme entendimiento de cómo estas se deben aplicar en la
práctica”123.
Es importante resaltar, también, que los militantes deben tener buen sentido a la hora de las deliberaciones por voto.
Deben observarse con cuidado las posiciones de los militantes que están más involucrados en las cuestiones que son votadas, pues
estás posiciones son más importantes que las de aquellos que no están involucrados, a pesar que de ellas tengan el mismo peso
en la votación. Cuando se da una votación, puede ser fácil para los militantes que no están involucrados en la cuestión que está
siendo votada determinar aquello que los otros tendrán hacer. Situaciones de este tipo requieren cuidado, debiendo ser evitadas
aquellas en que todos los miembros que fueran a realizar lo que fue deliberado pierdan en la votación y sean obligados a
implementar lo que fue determinado por otros.
Entonces en relación a las decisiones, en el momento en que ellas están siendo tomadas “debe haber un gran espacio para
todas las discusiones y todos los puntos de vista deben ser analizados con todo cuidado” 124. Después de la deliberación, se dividen
“las responsabilidades, fijando a los miembros formalmente responsables por su ejecución”, ya que “la organización anarquista
no hace nada por si sola”. Así, “todas las actividades que sobre las que se deliberó y que fueran responsabilidad de la organización
tendrán, de una manera u otra, que ser ejecutadas por sus miembros” y, para esta ejecución, existe la “necesidad de dividir las
actividades entre los militantes, buscando siempre un modelo que distribuya bien esas actividades y que evite la concentración de
tareas sobre los miembros más activos o capaces”. “A partir del momento en que un militante asume una o más tareas para con
la organización, el/la tiene la obligación de realizarla y es una gran responsabilidad ante el grupo (…). Es la relación de compromiso
que el militante asume con la organización”.
Además de eso, creemos que es relevante, nuevamente, que reafirmemos que “la autodisciplina es el motor de la
organización autogestionaria”, siendo esto también valido para la organización especifica anarquista. Así, “cada uno que asume
una responsabilidad debe tener la disciplina suficiente para ejecutarla. De la misma forma, cuando la organización determina una
línea a seguir o algo a realizar, es la disciplina individual la que hará que aquello que se delibero colectivamente que se realice”.
Señalamos:

122
Fabbri, Luigi: op. cit. p. 121.
123
Dielo Trouda. “El Problema de la Organización y la Noción de Síntesis”.
124
FARJ: “Reflexões sobre o Comprometimento, a Responsabilidade e a Autodisciplina” (Reflexiones sobre el compromiso, la
responsabilidad y la autodisciplina); las citas no identificadas de este y del próximo párrafo se refieren a este artículo.
http://anarquismorj.wordpress.com/textos-e-documentos/textos-da-farj/reflexoes-sobre-o-comprometimento-a-
responsabilidade-e-a-autodisciplina/
“…también nosotros pedimos disciplina, porque sin entendimiento, sin coordinación de los esfuerzos de cada
uno para con una acción común y simultánea, la victoria no es materialmente posible. Pero la disciplina no debe ser
una disciplina servil, una devoción ciega a los jefes, una obediencia esta que asegura la sumisión. La disciplina
revolucionaria es la coherencia con las ideas aceptadas, la fidelidad a los compromisos asumidos, y el sentirse
obligado a dividir el trabajo y los riesgos con los compañeros de lucha” 125.

“Creemos que para que nuestra lucha de los frutos prometidos, es fundamental que cada uno de los militantes de la
organización tengan un alto grado de compromiso, responsabilidad y autodisciplina” 126. “Es la voluntad y el compromiso militante
los que harán que caminemos día tras día, hacia el desarrollo de las actividades de la organización y para que podamos superar
los obstáculos y preparar el terreno para nuestros objetivos a largo plazo” 127. En fin, debemos saber que “la responsabilidad y la
disciplina organizacionales no deben horrorizar: ellas son las compañeras de viaje en la práctica del anarquismo social” 128.
Esta situación genera una relación de corresponsabilidad entre el militante y la organización; siendo que la organización
anarquista “es responsable de la actividad revolucionaria y política de cada miembro, del mismo modo en que cada miembro es
responsable por la actividad revolucionaria y política 129” de la organización anarquista.

2. Trabajo e inserción social.

El trabajo social y la inserción social son las actividades más importantes de la organización específica anarquista.
Como ya dijimos, vivimos en una sociedad que situa en campos opuestos a la clase dominante y a las clases explotadas.
Recordemos también que nuestra lucha es por el establecimiento de una sociedad sin clases, o socialismo libertario. Y que la forma
de alcanzar está nueva sociedad, a nuestro entender, es por medio de la lucha de los movimientos sociales, de su conformación
en organización popular y de la revolución social. Por lo tanto, todo este proceso se debe dar en el seno de las clases explotadas,
que son las verdaderas protagonistas de la transformación social que reivindicamos.
Así, sí la lucha del anarquismo apunta hacia los objetivos finales de la revolución social y el socialismo libertario, y sí
entendemos que serán las clases explotadas las protagonistas de la transformación rumbo de estos objetivos, no hay otro camino
para el anarquismo sino buscar una forma de interacción con estas clases. Por este motivo,

“…el anarquismo no puede continuar aprisionado dentro de los límites de un pensamiento marginal y
reivindicado sólo por unos pocos grupúsculos, en sus acciones aisladas. Su influencia natural sobre la mentalidad de
los grupos humanos en lucha es más que evidente. Para que esta influencia sea asimilada de modo consciente, ella
debe, en lo sucesivo, equiparse de nuevos medios para iniciar desde ya el camino de las prácticas sociales” 130.

En la lucha de clases, las clases explotadas están siempre en conflicto con la clase dominante. Este conflicto se puede
manifestar de manera más o menos espontanea, más o menos organizada. El hecho es que las contradicciones del capitalismo
generan una serie de manifestaciones de las clases explotadas, que nosotros consideramos ser el mejor terreno para plantar las
semillas del anarquismo. Neno Vasco, al hablar de esta siembra, utilizaba una metáfora para decir que los anarquistas deberían
plantar sus semillas en los terrenos más fértiles. Como ya señalamos, para nosotros, este terreno es el campo de la lucha de clases.
Ya que pretendemos plantar nuestras semillas en el seno de la lucha de clases, y ya que entendemos que serán las clases
explotadas las protagonistas del proceso de transformación social, estamos asumiendo que para qué el anarquismo alcance sus
objetivos finales, las clases explotadas son imprescindibles. Cuando explicitamos este punto de vista, no estamos idolatrando a
esas clases o lo que es lo mismo asumiendo que todo lo que hacen es siempre acertado, sino que estamos enfatizando que su
participación en el proceso de transformación social es absolutamente central. Por tanto, los anarquistas, "debemos siempre estar
con el pueblo"131.
La forma en que la organización específica anarquista busca la interacción con las clases explotadas es por medio de lo que
llamamos trabajo social. El trabajo social es la actividad que la organización anarquista realiza en medio de la lucha de clases,
haciendo al anarquismo interactuar con las clases explotadas. El trabajo social da al nivel político del anarquismo, un nivel social,
un cuerpo sin el cual el anarquismo es estéril. Por medio del trabajo social del anarquismo consigue realizar su función de ser el
fermento de las luchas de nuestro tiempo. El trabajo social de la organización anarquista será de dos maneras: 1) con el trabajo
permanente con los movimientos sociales ya existentes, y 2) con la creación de nuevos movimientos sociales.
Desde nuestra fundación, pensamos que son los movimientos sociales el terreno privilegiado para nuestra actuación,
conforme está expuesto en nuestra Carta de Principios, cuando afirmamos: "la FARJ se propone trabajar –desde ya sin
intermediaciones–, en el sentido de intervenir en las diversas realidades que componen el universo de los movimientos

125
Malatesta, Errico: “Anarquistas, Socialistas e Comunistas”; p. 24.
126
FARJ: “Reflexões sobre o Comprometimento…”. Las comillas no identificadas de este y del próximo párrafo se refieren a este
artículo.
127
Ibídem.
128
Majno, Néstor: “Anarquia e Organização”; p. 34.
129
Dielo Trouda: “Plataforma organizativa…”.
130
Majno, Néstor: “Anarquia e Organização”; p. 32.
131
Richards, Vernon: “Malatesta: pensamiento y acción revolucionarios”; p. 186.
sociales"132. Conforme tratamos anteriormente, entendemos a los movimientos sociales como el resultado “de un triple
compuesto de necesidad, voluntad y organización”. Así los anarquistas organizados deben buscar estimular la voluntad y la
organización para una movilización que se base fundamentalmente en la necesidad de las clases explotadas. Estas, en la mayoría
de los casos, están desmovilizadas porque "no tienen el sentimiento de su derecho, ni fe en su propio poder; y porque carecen de
ese sentimiento y de esta fe, permanecen durante siglos como esclavos impotentes" 133. En este proceso de movilización, debemos
estimular este sentimiento y ésta fe. Pocos son aquellos que están dispuestos a luchar por una idea que sólo dará resultados a
largo plazo. Por eso, para movilizar al pueblo, debemos, ante todo, tratar de las cuestiones y los problemas concretos que lo afligen
y que están próximos a él. Para conquistar su confianza y adhesión…

[…] hay que comenzar por hablarle, no de los males generales del proletariado internacional integro, ni de las
causas generales que los originan, sino de sus males particulares, diarios, absolutamente privados. Hay que hablarle
de su propio oficio y de las condiciones de trabajo en la localidad donde vive; hay que hablarle del rigor y de la
excesiva duración de su jornada de trabajo, de la insuficiencia de su salario, de la maldad de su patrón, de la carestía
de los víveres y de la imposibilidad en que se halla de alimentar y educar convenientemente a su familia. Y al
proponerle los medios para combatir sus males y mejorar su situación, no hay que hablarles en modo alguno de esos
medios generales y revolucionarios… […] en un primer instante sólo hay que proponerle aquellos medios cuya
utilidad no deje de ser reconocida por su buen sentido natural y su experiencia cotidiana, que en tal caso no los
rechazarán”134.

De esta manera, en el proceso de movilización, se puede poner a consideración la cuestión de las personas que no poseen
empleos, de las que no poseen un lugar para morar, etc. Por eso, la función de la organización anarquista es la de explicar las
necesidades e ir movilizando en torno de ellas; sea por medio de la creación de movimientos sociales o en el trabajo con
movimientos sociales ya existentes, la idea central es siempre movilizar en torno a la necesidad.
Los movimientos sociales son las instancias en que se da la movilización de las clases explotadas y, por tanto, son esos
movimientos quienes hacen que ellas tengan una práctica política. Su práctica política se desenvuelve por medio de “toda actividad
que tenga por objeto la relación de los explotados y oprimidos con los organismos del poder político, el Estado, el gobierno y sus
distintas expresiones”135, además de otros organismos de sustentación del sistema capitalista. La práctica política busca colocar al
pueblo en conflicto con las fuerzas del sistema que los oprime y, por tanto, incita al enfrentamiento de estas fuerzas, “la defensa
y la ampliación de las libertades públicas e individuales, siendo capaz de plantear propuestas que atañen al interés general de la
población o a aspectos parciales del mismo”. La práctica política también puede ser “la insurrección como instancia de
cuestionamiento violento a una situación que queremos cambiar… [y también] las propuestas que recogiendo los reclamos
populares enfrenten los organismos del poder, presentan soluciones a temas generales y concretos y obligan a aquellos organismo
de poder a adoptarlas y hacerlas válidas para el conjunto de la sociedad”.
Por medio de su práctica política, los movimientos sociales deben imponer todas sus conquistas a las fuerzas del capitalismo
y el estado. El pueblo debe exigir, imponer y realizar, él mismo, todas las mejoras, conquistas, libertades deseadas, conforme con
el sentido de la necesidad, por medio de la organización y de la voluntad. Estas reivindicaciones deben ser permanentes y aumentar
progresivamente, exigiendo cada vez más, y buscando la completa emancipación de las clases explotadas.

“Cualesquiera sean los resultados prácticos de la lucha por los mejoramientos inmediatos, la utilidad principal
reside en la lucha misma. Con ella los obreros aprenden que el patrón tiene intereses opuestos a los suyos y que no
pueden mejorar su condición, y menos aún emanciparse, sino uniéndose y volviéndose más fuertes que los patrones.
Si llegan a obtener lo que quieren, estarán mejor, ganarán más, trabajarán menos, tendrán más tiempo y más fuerza
para reflexionar acerca de las cosas que les interesan, y sentirán enseguida deseos mayores y experimentarán
mayores necesidades. Si no tienen éxito, se verán llevados a estudiar las causas del fracaso y a reconocer la necesidad
de una mayor unión, de mayor energía, y comprenderán, por último, que para vencer con seguridad y en forma
definitiva es necesario destruir al capitalismo” 136.

La práctica política de los movimientos sociales se traduce en luchas por conquistas a corto plazo que tienen el sentido
pedagógico del incremento de la conciencia de los militantes, lo mismo en caso de victoria que de derrota.
De la misma manera funciona la práctica de la organización específica anarquista. Afirmamos anteriormente que
entendemos el anarquismo como una ideología y, en este caso, “como un conjunto de ideas, motivaciones, aspiraciones, valores,
estructura o sistema de conceptos, que poseen una conexión directa con la acción –lo que llamamos práctica política”. El trabajo
social es la parte principal de la práctica política de la organización anarquista que, en este caso, interactúa con las clases
explotadas organizadas en movimientos sociales, sacando al anarquismo de los grupos pequeños y sembrando ampliamente sus
ideas en el seno de la lucha de clases.

132
FARJ: “Carta de Principios”.
133
Bakunin, Mikhail: “La libertad, obras escogidas de Bakunin”; p. 108.
134
Idem. pp. 121 - 122.
135
Federación Anarquista Uruguaya: “Declaración de Principios”. Todas las comillas de este párrafo son de este mismo
documento.
136
Richards, Vernon: “Malatesta: pensamiento …”; p. 182-3.
A pesar de eso, para nosotros, más que la simple interacción con los movimientos sociales, el trabajo social de la
organización anarquista debe buscar influenciarla en la práctica, haciendo que posean determinadas características de
funcionamiento. Denominamos como inserción social al proceso de influencia de los movimientos sociales a partir de la práctica
anarquista. De esta forma, la organización anarquista posee trabajo social cuando crea o desarrolla trabajo con los movimientos
sociales, y posee inserción social cuando consigue influenciar a los movimientos con las practicas anarquistas.
La inserción social no tiene por objetivo “ideologizar” a los movimientos sociales, transformándolos en movimientos
sociales anarquistas. Otra es su intención, ella busca darles algunas características determinadas, de forma que pueden caminar
hacia la construcción y el desarrollo de la organización popular, apuntando a la revolución social y al socialismo libertario. Busca
hacer que los movimientos sociales vayan lo más lejos posible.

“No queremos “esperar a que las masas se vuelvan anárquicas para hacer la revolución”, sobre todo porque
estamos convencidos de que no llegarán a serlo nunca si antes no se derrocan violentamente las instituciones que
las mantienen en la esclavitud. Y como tenemos necesidad de la colaboración de las masas, sea para constituir una
fuerza material suficiente, sea para lograr nuestra finalidad específica, de cambio radical del organismo social por
obra directa de las masas, debemos aproximarnos a ellas; tomarlas como son, y como parte de ellas impulsarlas lo
más adelante que sea posible. Esto, se entiende, si deseamos de verdad trabajar por la realización de nuestros
ideales y no contentarnos meramente con predicar en el desierto por la simple satisfacción de nuestro orgullo
intelectual”137.

Recordemos que defendemos la posición de que es la ideología la que debe estar dentro de los movimientos sociales, y no
los movimiento sociales quienes deben estar dentro de la ideología. La organización específica anarquista interactúa con los
movimientos sociales buscando influenciarlos para que tengan las formas más igualitarias y libertarias posibles 138. Aunque
tratamos al anarquismo y a los movimientos sociales como niveles de actuación diferentes, creemos que existe una relación de
influencia mutua entre ambos. Esta relación, complementaria y dialéctica, hace que el anarquismo influencié a los movimientos
sociales, y que los movimientos sociales influencien al anarquismo. Cuando tratamos de la inserción social, estamos hablando de
la influencia del anarquismo en los movimientos sociales. En esta relación, aunque sostenemos una separación entre los niveles
político (de la organización anarquista) y social (de los movimientos sociales), no creemos que exista una jerarquía ni dominio del
nivel político sobre el nivel social. No creemos tampoco, que el nivel político luche por el social o al frente de él; sino con él, siendo
esta una relación ética. En su actuación como minoría activa, la organización especifica anarquista lucha junto a las clases
explotadas y no por ellas o al frente de ellas, dado que “los anarquistas no podemos emancipar al pueblo; queremos que el pueblo
se emancipe”139. Más adelante trataremos, con mayor detalle, de esta relación entre la organización específica anarquista y los
movimientos sociales.
Al referirnos a la inserción social como a la influencia que la organización especifica anarquista ejerce sobre los movimientos
sociales, entendemos que es importante detallar un poco más, lo que entendemos por “influenciar”. Influenciar significa, para
nosotros, causar modificaciones sobre una persona o un grupo de personas, por medio de la persuasión, los consejos, el ejemplo,
de las orientaciones, inspiraciones y las prácticas. Ante todo, consideramos que en la propia sociedad existen, todo el tiempo, una
multiplicidad de influencias entre diversos actores que influencian y son influenciados. Podemos asimismo decir que “renunciar a
ejercer influencia sobre los otros es renunciar a la acción social, o inclusive a la expresión de los propios pensamientos y
sentimientos, lo que es tender a la inexistencia” 140. Por esto mismo desde una perspectiva anti-autoritaria, esta influencia es
inevitable y saludable.

“La naturaleza, como en la sociedad humana, que en sí misma no es otra cosa que naturaleza, todo ser
humano está sometido a la condición suprema de intervenir de la manera más positiva sobre la vida de los otros –
interviniendo de manera tan poderosa como lo permita la naturaleza de cada individuo. Rechazar esta influencia
reciproca significa conjurar la muerte, en el pleno sentido de la palabra. Y cuando pedimos libertad para las masas
no pretendemos haber destruido la influencia ejercida sobre ellas por cualquier individuo o grupo de individuos” 141.

En la práctica, esta influencia debe darse a partir de las características que buscamos dar a los movimientos sociales.
Anteriormente, cuando tratamos de los movimientos sociales y de la organización popular, detallamos estas características. Por
lo tanto, no nos ocuparemos en este momento, nuevamente, de todas ellas. Simplemente señalaremos, brevemente, cuáles son
las características que debemos sustentar en los movimientos sociales. Ellas son: fuerza, clasismo, combatividad, autonomía,
acción directa, democracia directa y perspectiva revolucionaria.

137
Ibidem, p. 149.
138
En “En torno a nuestro anarquismo”, Malatesta enfatiza: “Incitar, tanto como nos sea posible, al movimiento, participando de
el con todas nuestra fuerzas, imprimiéndole el carácter más igualitario y libertario que podemos; apoyar a todas las fuerzas
progresistas; defender lo que es mejor cuándo no se puede obtener el máximo, pero conservando siempre bien en claro nuestro
carácter de anarquistas” (resaltado de la FARJ). Ver Escritos Revolucionarios, p. 80.
139
Richards, Vernon: “Malatesta: pensamiento …”; p. 89.
140
Bakunin, Mikhail: “Escritos de Filosofía Política vol. II”; Madrid: Alianza Editorial; G. P. Maximoff (org.); 1990, p. 9.
141
Ibídem.
Los movimientos sociales deben ser fuertes, sin entrar dentro de ninguna ideología, ya que imponer la causa del anarquismo
a los movimientos sociales “no sería nada más que una completa ausencia de pensamiento, de finalidad y de conducta común, y
necesariamente habría de desembocar en una común impotencia”142. Deben ser clasistas y poseer tracción clasista, lo que significa
que debe buscar la participación amplia de las clases explotadas y sostener la lucha de clases; deben ser combativos, estableciendo
sus conquistas por medio de la imposición de su fuerza social; deben ser autónomos en relación al Estado, a los partidos políticos,
a los sindicatos burocratizados, las Iglesias, entre otros organismos burocráticos y/o autoritarios, tomando sus decisiones y
realizándolas por cuenta propia.
Además de eso, deben utilizar la acción directa como forma de acción política, en oposición a la democracia representativa.
“Fundamentalmente se trata de hacer prevalecer el protagonismo de las organizaciones populares, bregando por la menor
mediación posible y asegurando que la necesaria mediación no implique el surgimiento de centros de decisión separados de los
interesados”143. Los movimientos sociales deben, entonces, utilizar la democracia directa como método de toma de decisiones, lo
que se da por medio de asambleas horizontales en las que todos los militantes deciden efectivamente, de manera igualitaria. La
democracia directa no da espacio “a ningún género de privilegios, sean estos económicos, sociales o políticos; (… y constituyendo)
una institucionalidad donde la revocabilidad de los miembros este inmediatamente asegurada y donde por lo tanto, no haya
espacio a la habitual irresponsabilidad política que caracteriza a la democracia representativa”144. Finalmente, la perspectiva
revolucionaria, que “debe introducirse, desarrollarse en él/los por obra constante de los revolucionarios que actúan fuera y dentro
de su seno, pero que no puede ser la manifestación natural y normal de su función”145.
La inserción social de la organización específica anarquista en los movimientos sociales que se da por la influencia, debe
apuntar, en un segundo momento a la conexión de las luchas y a la creación de la organización popular, buscando
permanentemente a aumentar su fuerza social.
Para la realización del trabajo y de la inserción social la organización anarquista debe tener en cuenta algunas cuestiones.
La movilización debe ocurrir, principalmente, por la práctica, pues es en medio de la lucha que el pueblo nota que puede
ganar más y más. Mucho más que hablar, debemos enseñarle por el hacer, por ejemplo, que es “mejor que por las explicaciones
verbales que (el trabajador) recibe de sus camaradas, antes reconoce todas esas cosas gracias a su propia experiencia personal,
que en adelante ha de ser solidaria e inseparable de la experiencia de todos los demás miembros…”146. Es mucho más relevante
que consideremos que el proceso de movilización y la influencia pasan, además de por aspectos objetivos de la lucha, por los
aspectos subjetivos. Nuestra práctica nos viene mostrando que para movilizar e influenciar a los movimientos sociales es muy
importante utilizar, no sólo los aspectos racionales y objetivos, sino también los aspectos emocionales y subjetivos, siendo éstos
los lazos afectivos y las amistades de relación que naturalmente van siendo construidas en el seno de la lucha. Es también relevante
identificar a las personas de los barrios, de las comunidades, de los movimientos, de los sindicatos, etc., que posean influencia
sobre los demás (liderazgos locales oriundos de las bases y legitimados por ellas) y focalizar en ellas los esfuerzos. Estas personas
son muy importantes para ayudar en la movilización de las bases, para potencializar la influencia anarquista, y por tanto, para
integrar los agrupamientos de tendencia. Realizada de esta manera, la movilización termina funcionando como una cierta
"conversación", siendo importante observar que

"[…] sólo se puede convertir aquellos que sienten la necesidad de ser convertidos, a aquellos que ya llevan
en sus instintos o en las miserias de su situación, sea ésta exterior, sea interior, todo cuanto deseáis darles. Nunca
convertiréis a aquellos que no experimentan la necesidad de cambio alguno, ni aún a aquellos que, aunque deseosos
de salir de una situación que los aflige, se sienten impulsados, por la índole de sus hábitos morales, intelectuales y
sociales, a buscar una situación mejor en un mundo que no es el de vuestras ideas" 147.

En este proceso de movilización, la organización específica anarquista debe siempre, independientemente de cualquier
cosa, actuar con ética, tratando de no querer establecer relaciones de jerarquía o de dominio con los movimientos sociales;
diciendo siempre la verdad y nunca engañando al pueblo y siempre sustentando la solidaridad y el apoyo mutuo en relación con
los otros militantes. De la misma manera, debe tener una postura propositiva, buscando hacer que los movimientos caminen
siempre hacia adelante y no se queden sólo en posiciones críticas.
Incluso cuando las posiciones de la organización anarquista no fueran mayoritarias, ellas deben ser evidentes, dejando
claros los puntos de vista que defienden. En cuanto al contacto con los movimientos jerarquizados, la organización anarquista
debe tener siempre en mente que lo que le interesa a ella siempre es la base de los movimientos sociales. Por tanto, para cualquier
tipo de trabajo, la organización debe siempre aproximarse, no a los dirigentes y a aquellos que detentan las estructuras de poder
de los movimientos sociales, sino más bien a los militantes de base, que generalmente son oprimidos por la dirección y que
constituyen la periferia, y no el Centro de los movimientos.
Otra cuestión que debe ser observada es que los militantes de la organización específica anarquista deben conocer bien el
ambiente en el que están actuando, poseyendo una presencia constante en los movimientos sociales en que se proponen realizar
el trabajo social. El conocimiento del “terreno” en que se actúa es fundamental para saber cuáles son las fuerzas políticas en juego,

142
Ídem, p. 157.
143
FAU: “Declaración de principios”.
144
Ibídem.
145
Richards, Vernon: “Malatesta: pensamiento …”; p. 114.
146
Bakunin, Mikhail: “La libertad, obras escogidas de Bakunin”; p. 122.
147
Ibídem, p. 94.
quiénes son los posibles aliados, quienes son los adversarios, donde están las fortalezas, las debilidades, las oportunidades y los
riesgos. La presencia constante es importante para que los militantes anarquistas estén completamente integrados con otros
militantes de los movimientos sociales que tienen el reconocimiento, la legitimidad, que son oídos, que son queridos y que son
personas bienvenidas.
En un esquema estratégico, podemos entender que la organización específica anarquista debe realizar el trabajo social, ya
que "como anarquistas y como trabajadores, debemos incitarlos y alentarlos a la lucha y luchar con ellos" 148. Incitando y alentando
al pueblo, debemos buscar la inserción social, y conseguir que los movimientos sociales trabajen de la forma más libertaria
igualitaria posible. Con nuestra inserción social en los movimientos sociales, debemos conectar las luchas y construir la
organización popular. Así, conseguiremos estimular el permanente aumento de su fuerza social y preparar a las clases explotadas
para la revolución social, ya que "nuestra misión es preparar al pueblo moral y materialmente para esta expropiación necesaria, e
intentarla y volverla a intentar cada vez que una conmoción revolucionaria nos dé ocasión para ello; hasta el triunfo definitivo" 149,
con el establecimiento del socialismo libertario. Podemos decir, entonces, que la función de la organización específica anarquista
con el trabajo y la inserción social es ser el "motor de las luchas sociales. Un motor que ni las sustituye ni las representa" 150.
Apostamos a poder constituir este motor "participando combativamente en el día a día de las luchas de los movimientos populares
en actividad, en un primer momento, en Brasil y en América Latina y, en especial, en Río de Janeiro" 151.

3. Producción y reproducción de teoría.

Otra actividad importante de la organización específica anarquista es la producción y reproducción de teoría. Entendemos
la teoría como "un conjunto de conceptos coherentemente articulados entre sí […], es un instrumento, una herramienta que sirve
para hacer un trabajo. Sirve para producir el conocimiento que necesitamos producir" 152. La teoría es fundamental tanto para la
construcción de la estrategia, como para la propaganda que la organización realiza. La estrategia buscaba aumentar la eficiencia
de la actuación de la organización anarquista, al tiempo que la propaganda es importantísima en el sentido de promover las ideas
anarquistas.
Así, entendemos este conjunto de conceptos coherentemente articulados -la teoría -como una herramienta imprescindible
para la práctica, para la realización de un trabajo concreto. Por tanto, "si no nos sirve para producir nuevos conocimientos útiles
para la práctica política la teoría no sirve para nada"153.
Al ser producida en el seno de la organización específica anarquista, la teoría formaliza conceptos, buscando hacer que la
organización: 1.) Comprenda la realidad en la que está actuando, 2.) trate de realizar un pronóstico de los objetivos del proceso
de transformación social, y 3.) defina las acciones que serán realizadas para colocar en práctica este proceso. Llamamos a este
esquema estrategia y trataremos de seguirlo al detalle.
Al buscar comprender la realidad en que se actúa, la teoría ordena las informaciones y los datos, formaliza el entendimiento
del momento histórico en que se actúa y define las características económicas, políticas y sociales. O sea, realiza el diagnóstico
completo de la realidad en que la organización específica anarquista actúa. En este caso es importante, además de las lecturas
generales, pensar regionalmente donde se actúa, pues, en caso de no hacer esto, se corre el riesgo de aplicar una metodología
equivocada al proceso de transformación social (la "importación" de teorías cercanas a otras épocas y a otros contextos). Sin
embargo, para nosotros la teoría no termina allí. Es por medio de ella que la organización anarquista hace un pronóstico de los
objetivos que la transformación social pretende imprimirle al sistema capitalista. La concepción del socialismo libertario y el
proceso revolucionario de transformación, sólo pueden ser pensada, hoy en día, a partir de una perspectiva teórica, ya que en la
práctica no estamos viviendo en un momento revolucionario.
Así, la teoría organiza los conceptos que definen la transformación necesaria para la sociedad futura y para la sociedad
presente, que son los objetivos últimos de la organización específica anarquista. La teoría también define como la organización
anarquista debe actuar dentro de la realidad en que se encuentra para llegar a sus objetivos finales. De esta manera, toda reflexión
que hacemos hoy sobre el proceso completo de transformación social que pretendemos imprimir a la sociedad es una reflexión
teórica, ya que, a pesar de estar siendo puesta en práctica, no ocurre de forma completa, sino parcialmente, con el
desenvolvimiento de las etapas ocurridas respecto del inicio del proceso. Otras etapas están reservadas al futuro y, hoy, también
sólo pueden ser pensadas de manera teórica.
La teoría también es muy importante en el proceso de la propaganda, ya que, para la promoción de las ideas anarquistas
es necesario articular los conceptos coherentemente. A pesar de que la propaganda se da -de manera más amplia- en la práctica,
la teoría también tiene en ella un papel bastante relevante. Cuando la teoría es utilizada para la propaganda, ella formaliza el
pasado, como el estudio y la reproducción de las teorías anarquistas que tienen por objetivo profundizar el nivel ideológico y forjar
una ideología anarquista más pensada. También se puede dar en relación al presente o al futuro, la divulgación de materiales
teóricos que expliquen nuestras críticas a la sociedad presente, nuestra concepción de la sociedad futura y del proceso de

148
Bakunin, Mikhail: “La libertad, obras escogidas de Bakunin”; p 182.
149
Ibídem, p.182.
150
FAU: “Declaración de principios”.
151
FARJ: “Carta de Princípios”.
152
FAU: “Huerta grande: Material de difusión interna sobre temática teórica de 1972”; En:
http://federacionanarquistauruguaya.com.uy/2011/04/27/huerta-grande-material-de-difusion-interna-sobre-tematica-teorica-
de-1972/
153
Ibídem.
transformación social. Es también importante que la producción teórica busque actualizar aspectos ideológicos obsoletos, o que
trate de adaptar la ideología a las realidades particulares y específicas. Todo este proceso de propaganda teórica es fundamental
para congregar a las personas en torno de nuestra causa. Cuanta más teoría se produzca y se difunda, más fácil será la penetración
del anarquismo en toda la sociedad.
Entendemos que la teoría es fundamental para la práctica. Cuando trabajamos con conceptos correctos y bien articulados,
la práctica es mucho más eficiente. “Si no hay línea clara y concreta no hay práctica política eficaz” 154 y la voluntad política de la
organización corre un serio riesgo de diluirse.
A pesar de eso, no creemos que para actuar la organización anarquista precise, antes que nada, tener una teoría
desarrollada y profundizada. Por otro lado, hay organizaciones que creen que el gran problema del anarquismo está en la
resolución, que cuasi matemáticamente, da la teoría anarquista. Para nosotros, a pesar de que defendemos con énfasis en que la
teoría es muy importante para una práctica eficiente, no creemos que una teoría producida sin contacto concreto y prolongado
con la práctica pueda dar frutos promisorios. La teoría promovida por intelectuales apartados de las luchas o con poco trabajo
social -intelectuales éstos que apuestan entender mejor la teoría que el resto y encontrar respuestas definitivas para estas
cuestiones teóricas - tienen poco utilidad, pues, es en la práctica que verificamos si la teoría sirve para alguna cosa; práctica que
necesariamente contribuye a la teoría. No creemos, como muchos de estos intelectuales, que apenas con una teoría, tendremos,
necesariamente, una práctica eficiente. Si se teoría no fue construida en un amplio y permanente contacto con la práctica, la
chance de que sirva de poco es enorme.
Cuando iniciamos la introducción de este texto con el epígrafe "para teorizar con eficacia es imprescindible actuar” 155
estamos refiriéndonos justamente a la idea de que para producir una teoría coherente y eficiente, no hay otra forma sino producir
la, también, a partir de las experiencias prácticas. En este caso, no es siempre la teoría la que determina la práctica. Creemos que
teoría y práctica son complementarias y que a partir de la teoría será la práctica, pero también a partir de la práctica será la teoría.
Si hoy en día podemos teorizar sobre nuestra ideología, es porque estamos colocando "a prueba" en nuestra práctica cotidiana y
verificando lo que funciona, lo que no funciona; lo que está actualizado, lo que necesita actualización. Sabemos que, muchas veces,
"en la práctica, la teoría es otra" y eso vale sobre todo para el anarquismo. No todo en lo que se produjo y se produce teóricamente
en el anarquismo sirve para la práctica que pretendemos. Eso también vale para aspectos que son menos ideológicos, como análisis
de coyuntura, valoración de las fuerzas políticas en juego, etc., que pueden ser teóricamente interesantes, pero si no hayan
coherencia en la práctica, no sirven de nada.
El gran valor que le conferimos a la práctica da absoluta importancia al proceso del trabajo y la inserción social. El coloca a
la ideología anarquista a prueba, permitiéndole a la organización anarquista pensar mejor sus posibilidades, horizontes, a ser
mucho más pragmática; actuamos con los pies en la tierra y vivimos la vida como ella es, y no como nos gustaría que fuese. Por
este motivo, el trabajo y la inserción social posibilitan realizar con mayor precisión toda la producción teórica de la organización
anarquista.
A partir de esta relación de teoría y práctica, entendemos que el andar teórico de la organización específica anarquista es
como una constante forma de teorizar, practicar, validar la teoría y si es necesario reformular la, volviendo a teorizar y a practicar
siempre.
Muchas organizaciones anarquistas definen la teoría solamente como la comprensión de la realidad en que se está
actuando. De esta forma, se paran la teoría de la ideología, siendo la primera este "conjunto de conceptos coherentemente
articulados entre sí" que serviría solamente para la elaboración de respuestas, lo que denominamos la "primera cuestión
estratégica", o sea, "donde estamos". En este sentido, la teoría se resumiría en buscar un entendimiento profundo de la realidad
en que se actúa. En esto estamos de acuerdo. Sin embargo, creemos, como especificamos más arriba, que la teoría también sirve
para responder a la segunda y la tercera cuestiones estratégicas; o sea, "dónde queremos llegar", y "cómo pensamos salir de
donde estamos y llegar a donde queremos".
Así, en este esquema estratégico, la teoría no se resume a la primera cuestión, sino que además también busca responder
a las cuestiones segunda y tercera. Además de esto, esta teoría implicada en la estrategia necesariamente posee elementos
ideológicos y, por tanto, en este caso, teoría e ideología, a pesar de ser conceptos distintos, no pueden ser claramente separados.
La teoría necesariamente conlleva aspectos ideológicos y la ideología necesariamente tiene aspectos teóricos. Ahí, por tanto, un
vínculo estrecho entre una y otra.
A partir de esta comprensión de la relación entre teoría e ideología, pensamos que la organización específica anarquista
debe trabajar con lo que llamamos unidad teórica e ideológica. Esta unidad se da por medio de un proceso decisorio de la
organización anarquista y tiene por objetivo determinar una línea política (teórica e ideológica) clara que debe, obligatoriamente,
guiar todas las actividades y acciones de la organización, que "tanto en su conjunto como en los detalles, debe estar en
concordancia exacta y constante"156 con la línea definida por la organización. No creemos que sea posible trabajar con múltiples
concepciones teóricas e ideológicas, sin que eso signifique conflictos permanentes y prácticas sin eficacia. La falta de esta línea
política teórica e ideológica conduce a una falta de articulación, o lo que es lo mismo a una articulación conflictiva en el conjunto
de los conceptos, cuyo resultado es una práctica errada, confusa y/o ineficiente.
Con esta línea política bien definida, todos saben cómo actuar y, en el caso de haber problemas prácticos, se conoce bien
la línea que se deberá seguir. Cuando la línea teórica y yo lógica no está bien definida hay problemas, hay dificultades para saber
qué línea a seguir. Es, por tanto, la claridad de esta línea la que permitirá a la organización profundizar teóricamente.

154
Ibíd.
155
Ibíd.
156
Dielo Trouda: “Plataforma organizativa…”.
4. La propaganda anarquista

La organización específica anarquista también se dedica a la propaganda anarquista. “La propaganda es y no puede ser,
sino la repetición continua, incansable, de los principios que deben servirnos de guías de conducta en las diferentes circunstancias
de la vida que tenemos que pasar”157. Así, entendemos la propaganda como la diseminación de las ideas del anarquismo y, por
tanto, de una actividad fundamental de la organización anarquista. Su objetivo es hacer al anarquismo conocido y atraer personas
a nuestra causa. La propaganda anarquista es una de las actividades de la organización anarquista, pero no es la única actividad.
Ella debe ser realizada de manera constante y organizada.
“La propaganda de la organización debe ser realizada ininterrumpidamente, como propaganda de todos los postulados del
ideal anarquista”158. Para que tenga fuerza la propaganda es preciso que se realice constantemente. Sí la propaganda se realiza de
vez en cuando, esto no es suficiente para hacer al anarquismo conocido y mucho menos para atraer a personas. Por ello, lo primero
que afirmamos es que la propaganda debe ser continua.
Además, la propaganda no debe realizarse de manera aislada, dado que, como toda actividad no coordinada, no posee la
fuerza deseada. Como vimos, la organización –entendida como la coordinación de fuerzas para la realización de un objetivo–
multiplica los resultados del trabajo individual, y esto también vale para la propaganda. Cuando estamos organizados, el resultado
de nuestro trabajo de propaganda –sea propaganda teórica o práctica – es multiplicado, y alcanza resultados muy superiores a los
de la simple suma de los esfuerzos individuales. Por eso, la segunda afirmación que realizamos es que la propaganda debe ser
realizada de forma organizada, pues eso multiplica sus resultados.

“La propaganda aislada, casual, que se hace a menudo para calmar la propia conciencia o como simple
desahogo de la pasión en discutir, sirve de poco o nada. En las condiciones de inconsciencia y de miseria en que se
encuentran las masas, con tantas fuerzas que se nos oponen, tal propaganda se olvida antes de que sus efectos
puedan acumularse y resultar fecundos. El terreno es demasiado ingrato para que semillas lanzadas al azar puedan
germinar y echar raíces"159.

Sostenemos que la organización específica anarquista utilice todos los medios que estuvieran a su alcance para realizar la
propaganda de forma constante y organizada. Primeramente, en lo que respecta al ámbito teórico, educacional y/o cultural con
la realización de cursos, charlas, debates conferencias, grupos de estudio, páginas de internet, e-mails, teatro, boletines, diarios,
revistas, libros, videos, músicas, bibliotecas, actos públicos, programas de radio o televisión, escuelas libertarias, etc. Damos
mucho valor a todas estas formas de propaganda y pensamos que ellas son fundamentales para atraer a las personas y hacer que
conozcan las críticas y las propuestas constructivas del anarquismo también. Así, es posible desarrollar en las personas los valores
antiautoritarios, estimular sus conciencias, hacer que contemplen y entiendan la explotación y la dominación de madera más
crítica, que vean las alternativas de la lucha y la organización. Estas personas pueden acercarse a buscar formas de profundizar su
conocimiento, de envolverse en las discusiones y también de organizarse para la acción.
Este tipo de propaganda, cuando es realizado en gran escala, es fundamental pues funciona como un “lubricante” social
que, con poco, modifica la cultura en que vivimos y hace que la introducción de las ideas y las prácticas anarquistas en la sociedad
sea más fácil. Este trabajo masivo de propaganda transforma, en breve tiempo, las conciencia de las personas y hace que la
ideología del capitalismo, que ya es trasmitida en forma de cultura, sea más cuestionada y hasta menos reproducida. Como
entendemos la conciencia como la capacidad que las personas poseen de conocer valores y principios éticos y de aplicarlos,
creemos que esta actividad de propaganda es más que relevante para ganar permanentemente las conciencias de las personas.
En un primer momento, para apartar los preconceptos y a la cultura capitalista; luego, para hacer que las personas
empiecen a ver al autoritarismo de manera crítica. Finalmente, para atraer parte de estas personas a la lucha contra este
autoritarismo: entendemos que cualquier proceso de transformación social con objetivos finales como los que nos proponemos,
dependerá de una aceptación, o como mínimo de un “no-rechazo”, de amplios sectores de la población. Y la propaganda, en este
sentido teórico, educacional y/o cultural, contribuirá significativamente a eso. Así, “la propaganda realizada por los anarquistas
organizados es también una forma de manifestación para preparar la sociedad futura: se trata de una colaboración con la finalidad
de construir un forma de influenciar al medioambiente y de modificar sus condiciones” 160. Sin embargo, también debemos
entender los límites de esta propaganda.
La propaganda realizada dentro de estos ámbitos teórico, educacional y/o cultural tiene como principal objetivo aumentar
el nivel de consciencia. Por tanto, busca transformar las ideas de las personas; y este es el motivo por el que entendemos que este
modelo de propaganda tiene serios límites. Este incremento en la consciencia no significa, de manera alguna, que la explotación
y la dominación de la sociedad capitalista tendera a disminuir. No significa tampoco que, necesariamente, las personas se vayan a
organizar para luchar. Hoy en día, los grandes medios de comunicación y el crecimiento de las ciudades, con la fragmentación
comunitaria que implica, entre otros factores, dificultan la propaganda a escala masiva; y debemos recordar que incluso cuando
estas dificultades no existían, cuando la propaganda anarquista era muy fuerte –con centros culturales funcionando
permanentemente y con diarios de tiradas masivas y periodicidad diaria– la transformación social no fue garantizada. Podríamos

157
Malatesta, Errico: “Escritos Revolucionários”; p. 7.
158
Malatesta, Errico y Fabbri, Luigi: “Anarco-Comunismo Italiano”, p. 97.
159
Richards, Vernon: “Malatesta: pensamiento …”; p. 172.
160
Malatesta, Errico y Fabbri, Luigi: “Anarco-Comunismo Italiano”, pp. 115-116.
decir que, en una situación hipotética, en la que todos sean conscientes, incluso así, continuaríamos siendo explotados y
dominados. Por lo tanto,

“…ni los escritores, ni los filósofos, ni sus libros, ni los periódicos socialistas constituyen el socialismo vivo y
potente. Éste sólo encuentra existencia real en el instinto revolucionario esclarecido, en la voluntad colectiva y en la
organización propia de las masas obreras mismas. Y cuando ese instinto, esa voluntad y esa organización faltan, aun
los mejores libros del mundo no son nada más que teorías en el vacío, sueños impotentes” 161.

Por este motivo justificamos que, además de la propaganda que se realiza en los ámbitos teórico, educacional y/o cultural,
debemos sostener también, principalmente, una propaganda que se da en la lucha y en la organización; o sea, una propaganda en
el trabajo social, con vista a la inserción social.
Al realizarse en el ámbito de la lucha de clases y de los movimientos sociales, el trabajo de propaganda anarquista tiene por
objetivo movilizar, organizar e influenciar a los movimientos sociales con la práctica anarquista. Recordemos insistentemente, que
la influencia del anarquismo en los movimientos sociales significa buscar que ellos desarrollen las características que defendemos:
fuerza, clasismo, combatividad, autonomía, acción directa, democracia directa y perspectiva revolucionaria. Para lograr esta
influencia, la organización especifica anarquista realiza su propaganda, enfáticamente, por medio de las palabras y,
principalmente, del ejemplo162.
Entendemos a todos los procesos de trabajo e inserción social, que tratamos anteriormente, como el principal trabajo de
propaganda que la organización anarquista debe desarrollar. En la lucha, en tanto que minoría activa, los anarquistas crean los
movimientos sociales, o integran los movimientos ya existentes y buscan influenciarlos en cada oportunidad posible, siempre por
el ejemplo, a que funcionen de la manera más libertaria e igualitaria posible. Este trabajo se trata, por tanto,

“… de educar para la libertad, de elevar a la conciencia de su propia fuerza y de su capacidad a hombres


habituados a la obediencia y a la pasividad. Es necesario, por lo tanto, proceder de manera que el pueblo actúe por
sí mismo, o por lo menos crea hacerlo por instinto e inspiración propia aunque en realidad la cosa le sea sugerida” 163.

De esta manera, la propaganda anarquista sirve para todo el proceso de trabajo de los anarquistas en tanto que minoría
activa en el seno de los movimientos sociales y para la creación de la organización social.
Cuando hacemos propaganda anarquista, debemos pensar necesariamente, en el terreno más propicio para ella.
Entendemos que la mejor propaganda es aquella que realizamos en medio de los movimientos sociales que dan forma a la lucha
de clases. De esta manera, buscando conquistas a corto plazo, trabajando en medio del pueblo organizado por la necesidad,
entendemos que podemos plantar las semillas de nuestro anarquismo por medio de la propaganda, y conducir a la sociedad a un
proceso revolucionario que abra el camino al socialismo libertario. No es que otras alternativas no sirvan, pero esta reflexión de
“dónde y para quien hacer propaganda” siempre debe ser hecha.

5. Formación Política, Relaciones y Gestión de Recursos.

Finalmente, trataremos un poco sobre otras actividades de la organización específica anarquista: la formación política, las
relaciones y la gestión de recursos.
La formación política es fundamental para el funcionamiento de la organización anarquista. El nivel político, de la
organización especifica anarquista, la formación posee como principal objetivo aumentar el conocimiento y la profundidad teórica
e ideológica de los militantes de la organización. Ella también da soporte a los nuevos militantes para que las diferencias de nivel
de formación entre los menos y los más formados sean las menores posibles, y para que el alto nivel de discusión dentro de la
organización no sea perjudicado por estas diferencias. En términos generales, la formación promueve el desarrollo teórico e
ideológico de la organización y es garante de su unidad. Para los militantes de apoyo de la organización especifica anarquista, la
formación política ofrece las bases teóricas e ideológicas para que su línea política sea comprendida.
La formación política del nivel político profundiza en las problemáticas históricas, actuales y futuras; así como en el
conocimiento sobre otras corrientes ideológicas y movimientos sociales. Ella puede ser promovida de distintas formas: por los
cuadernos y cursos de formación de los militantes, por los seminarios de formación, por la autoformación que los militantes
realizan por cuenta propia, entre otras.
En el nivel social, el de los movimientos sociales, la organización anarquista también trabaja con la formación política en el
sentido de promover el desarrollo de la teoría y la ideología. Esta formación sirve, en un primer momento, para movilizar a las
personas. Después, para formar militantes de base y para dar el soporte necesario para que estos puedan desarrollarse
teóricamente y, de ser posible, para intégralos en los agrupamientos de tendencia. Finalmente, la formación política busca

161
Bakunin, Mikhail: “La libertad, obras escogidas de Bakunin”, p. 110.
162
Del Reglamento de la Sección de la Alianza de la Democracia Socialista de Ginebra, rescatamos este articulo redactado por
Bakunin, él recomienda: “No es posible ser miembro de la Sección sin haber aceptado sinceramente y por completo todos sus
principios. Los miembros antiguos están obligados a hacer alrededor de ellos, y los miembros entrantes deben prometer otro
tanto –unos y otros en la medida de sus fuerzas–, la más activa propaganda por sus palabras como por sus acciones” (Las
negritas son de la FARJ). Bakunin, Mikhail: “La libertad, obras escogidas de Bakunin”, p. 164.
163
Richards, Vernon: “Malatesta: pensamiento …”; p. 170.
desarrollar a los militantes que actúan en las agrupaciones de tendencia y, si hay afinidades ideológicas, integrarlos a la
organización anarquista. Esta formación política del nivel social es fundamental para politizar a los militantes. Para que los
movimientos sociales tengan las características deseadas y para que apunten a la construcción de la organización popular, y es
fundamental que se politice a los militantes lo más posible, y en eso, la formación política tiene un destacado papel.
En la práctica, esta formación política del nivel social también puede darse de muchas maneras: con la profundización de
las problemáticas históricas, actuales y futuras, con el estudio del anarquismo y de los movimientos sociales; con cursos y
cuadernos de formación social, con charlas y debates, entre otros medios.
La formación política posee gran importancia en todo el movimiento pretendido para los militantes dentro de la lógica de
los círculos concéntricos presentada anteriormente, tanto a nivel político, como a nivel social.
Las relaciones de la organización específica anarquista también son fundamentales y se dividen, de igual manera, en los
niveles político y social.
En el nivel político, la organización anarquista busca relacionarse con las organizaciones, grupos e individuos de todas las
localidades próximas, de forma que esto contribuya a su actuación. Las relaciones pueden ser más o menos orgánicas o formales.
De cualquier forma, es importante tener interlocutores y buscar las organizaciones confederales más amplias, que agrupen
diversas organizaciones anarquistas. En el nivel social, busca conocer y relacionarse con movimientos sociales, vinculándose más
o menos a ellos, además de también tener contactos con otros organizamos como universidades, fundaciones, ONGs, organismos
de derechos humanos, ecológicos, etc.
La gestión de los recursos de la organización específica anarquista es realizada por medio de los proyectos de auto-
sustentación, nacidos de las donaciones recolectadas entre los propios militantes, o de otras personas simpatizantes, lo mismo
que por medio de iniciativas como cooperativas, etc., y que son fundamentales para sostener a la organización anarquista en todas
sus actividades. Justamente porque son usados contra el capitalismo y su lógica, en tanto que vivamos dentro de él, debemos
conseguir generar y gestionar los fondos para la realización de nuestras actividades. Estos fondos son importantes: para la
realización de los trabajos sociales (transporte de los militantes, etc.); para la compra de libros; para la publicación de material de
propaganda (panfletos, diarios, libros, videos, etc.); para el mantenimiento de las estructuras de la organización (alquileres de los
espacios, etc.); para viajes y otras actividades.

6. Las Relaciones de la Organización Específica Anarquista con los Movimientos Sociales.

Tratamos hasta aquí, en varias ocasiones, de la separación entre los niveles político y social de actuación. Ahora queremos
exponer, con un poco más de detalle, lo que entendemos por cada uno de estos niveles, las fortalezas y debilidades de cada uno
de ellos y, principalmente, la forma en que entendemos se pueden relacionar el uno con el otro.
Para nosotros, el nivel social es el ámbito en que se desarrollan los movimientos sociales y en el cual se debe buscar la
construcción y el aumento de la fuerza social de la organización popular. Él tiene como actores privilegiados a los movimientos
sociales, pero no se reduce a estos. En este nivel, cuando tratamos de los movimientos sociales, ya enfatizamos que ellos no deben
caber dentro de una ideología, sino que deben ser formados en torno de las necesidades: en torno a causas comunes y concretas.
Ellos deben organizarse en torno a cuestiones prácticas y concretas que busquen, en caso de alcanzar alguna victoria, mejorar las
condiciones de vida de las clases explotadas. Los movimientos sociales pueden estar organizados para luchar por la cuestión de la
tierra, por el derecho a la vivienda, por el trabajo, para defender los derechos de los trabajadores de los patrones, para reivindicar
mejores en las condiciones de vida comunitaria, y para defender muchas otras cuestiones. Dentro de estos movimientos deben
estar todos aquellos que tienen interés en luchar por estas cuestiones y que se pueden beneficiar, en caso de que la lucha sea
victoriosa.
Como vimos, cuanto más organizados se hallen estos movimientos sociales y cuanto más posean las características
deseadas (fuerza, clasismo, combatividad, autonomía, acción directa, democracia directa y perspectiva revolucionaria), en mejores
condiciones estarán de construir una organización popular y de aumentar permanentemente su fuerza social. Entendemos que es
solamente con la convergencia de los diversos movimientos sociales que la construcción de la organización popular que tendrá las
condiciones para superar al capitalismo y al Estado, y de constituir el socialismo libertario por medio de la revolución social. O sea,
el nivel social es el nivel más importante para la transformación social que pretendemos imprimir a la sociedad y, sin él, cualquier
cambio que se piense no podrá tener otros resultados sino la creación de una nueva clase de explotadores. Por tanto, es el nivel
social el gran protagonista de la trasformación social.
A pesar de esto, como vimos, son algunas características inherentes de este nivel social, las que acaban complicando este
proceso se transformación social (movimientos sociales  organización popular  revolución social  socialismo libertario). En
primer lugar, pues las diversas fuerzas políticas que se integran con los movimientos sociales, y los propios movimientos sociales,
obran muchas veces de forma que ellos no tienen las características deseadas para que este proceso de transformación acontezca.
Las dificultades que surgen a partir de las fuerzas autoritarias que actúan en los movimientos sociales son muchas: hay
organizaciones que quieren influenciar ideológicamente a los movimientos, de forma que sean débiles; hay organizaciones que
intentan alejarlos, haciéndolos funcionar para sus propios fines (que son diferentes de los fines de los movimientos); hay
movimientos que no buscan el desarrollo de las clases explotadas y acaban volviéndose una “vanguardia” alejada de las bases; hay
movimientos que funcionan solamente con ayuda de los gobiernos y de los capitalistas; hay movimientos fuertemente ligados a
políticos, partidos y otras agrupaciones autoritarias; hay movimientos que quieren elegir candidatos y así participar políticamente
por medio de la democracia representativa; hay movimientos que sostienen una relación jerárquica interna, en la que la dirección
decide y la base solamente obedece; hay movimientos reformistas; hay movimientos aislados que no se quieren contactar con
otros; hay movimientos que no producen teoría y análisis de coyuntura; entre muchas otros.
Otras dificultades surgen por el funcionamiento mismo de los movimientos sociales. Como ellos están organizados siempre
en torno a las luchas de corto plazo, existe un gran riesgo que su objetivo último acaben siendo las simples victorias de estas
luchas. Cuando eso ocurre, muchos movimientos sociales pasan a ser movimientos reformistas –o sea, movimientos cuyo fin es
un cambio o una conquista dentro del sistema capitalista. Es tas luchas a corto plazo, distancian los movimientos sociales de la
lucha revolucionaria. Por otro lado, como en la mayoría de los casos estos movimientos son formados de manera espontánea
existe, innegablemente, una dificultad de organización para llevar a cabo cualquier lucha a largo plazo. “Por eso, el espontaneísmo,
las movilizaciones espontaneas de las masas, reflejan una acumulación de problemas sin solución que luego “estallan” y que, sí no
son canalizados e instrumentalizados adecuadamente, difícilmente transcienden en el plano político en términos de modificar las
relaciones de poder”164. Como hemos observado, los movimientos sociales además están fuertemente ligados a las variaciones de
coyuntura, y ellas, a veces, son las responsables por la desmovilización. Estos procesos de reflujo producen también, muchas veces,
que se pierda lo acumulado y lo aprehendido durante las luchas.
O sea, si por un lado el nivel social debe ser el gran protagonista de la trasformación social, por el otro él posee serias
limitaciones para que esto acontezca. Entendemos que está transformación será el resultado de la complementación de este nivel
social, la cual se realiza por del nivel político.
El nivel político es el ámbito en que se desarrolla la organización específica anarquista. A diferencia del nivel social, el nivel
político es un nivel ideológico; un nivel anarquista. “El problema del poder, decisivo en una transformación social profunda, sólo
puede ser resuelto en el nivel político, a través de la lucha política. Y esta requiere una forma específica de organización: la
organización política revolucionaria”165.
Este nivel político debe, necesariamente, integrarse con el nivel social, ya que entendemos que sin el nivel social, el nivel
político es incapaz de realizar la transformación social deseada. Así, el nivel político tiene una necesidad absoluta del nivel social
que, como dijimos, es el protagonista de la transformación social.

“No es posible una insurrección, ni un proceso de lucha prolongada hallándonos alejados de las masas. La
predisposición espontanea de estás, que es función de la organización política canalizar en términos de organización
y desarrollo ideológico, tiene siempre un papel absolutamente preponderante. No se puede realizar una revolución
al margen o a pesar de la gente. Y menos construir un nuevo sistema social sin la adhesión inicial de por lo menos
un sector amplio del pueblo”166.

La organización específica anarquista tiene por objetivo poner en práctica una política revolucionaria que conciba los
medios para alcanzar sus objetivos finales (la revolución social y el socialismo libertario), siempre con una actuación basada en la
estrategia. Para eso, se organiza como minoría activa coordinando las actividades de militancia ideológica que funcionan como
fermento para las luchas del nivel social. La principal actividad realizada por este nivel político, es el trabajo social que ocurre
cuando el nivel político se integra con el nivel social. En este contacto, el nivel político busca influenciar al nivel social tanto como
sea posible, haciéndolo funcionar de la forma más libertaria e igualitaria posible. Como vimos, esto puede ocurrir directamente
entre la organización anarquista y los movimientos sociales, o a través de los agrupamientos de tendencia. A partir del momento
en que el nivel político consigue esto –incluso parcialmente– decimos que posee inserción social. Es solamente por medio de esta
inserción social que entendemos que es posible construir la organización popular y, aumentando continuamente su fuerza social,
llegar a nuestros objetivos finales. Por lo tanto, para nosotros, así como el nivel político tiene necesidad del nivel social, el nivel
social también tiene necesidad del nivel político.

“De ahí la necesidad de una actividad ideológica de aclaramiento (y de disponer de los elementos necesarios
para ella) que no es contradictoria, sino más bien complementaria a los otros niveles de la lucha (económico, militar,
etc.). Por actividad ideológica no entendemos, obviamente, la predica intelectual, “docentista”, que se limita más o
menos exclusivamente a la difusión de la “teoría” revolucionaria, más allá de que, aclaramos, que está también tiene
su importancia. La actividad ideológica es algo más que la mera difusión de conocimientos teóricos. Los hechos, la
propia práctica política, son ingredientes, elementos decisivos de la integración de un nivel de consciencia
revolucionaria. (…) Un resultado ideológico esencial se establece al demostrar delante del pueblo una perspectiva
de victoria, un camino de esperanza, de confianza en la posibilidad de una transformación profunda, revolucionaria.
Y es está función “demostrativa” (…) es función de una minoría políticamente organizada, con un nivel ideológico de
consciencia que no puede ser generado en la práctica espontanea de las masas. Un nivel que supone la superación
del espontaneísmo”167.

Por ello, entendemos que los niveles político y social son complementarios. Esto porque el nivel político, en este proceso
de influencia que se da cuando acontece la inserción social, busca dar al nivel social las características deseadas, que muchas veces
le faltan –algunas por influencia de las fuerzas políticas autoritarias y otras por el funcionamiento propio del nivel social.
En esta interacción con el nivel social, el nivel político debe: luchar para que los movimientos no sean influenciados
ideológicamente; para alejar la influencia negativa de todos los autoritarios impidiendo que usen los movimientos sociales para

164
Mechoso, Juan: Op. cit. p. 194.
165
Ibídem.
166
Ibídem. p. 195.
167
Ibídem. p. 195.
sus propios fines; para desarrollar lo máximo posible las clases explotadas en el proceso de lucha haciendo que los movimientos
no vivan de la ayuda y los favores de la clase dominante, sino que impongan sus conquistas por la fuerza; evitar que los movimiento
se vinculen a políticos, partidos y otros grupos autoritarios. Evitar que el movimiento elija representantes al sistema parlamentario,
realizando ellos mismo su propia política; para que todos los movimientos puedan discutir y deliberar todas las cuestiones, de la
manera más democrática posible; para que no haya jerarquía; para que los movimientos utilicen las conquistas del corto plazo
para construir un proyecto revolucionario de largo plazo; para que los movimientos sociales se conecten y construyan la
organización popular, para que ayuden en la elaboración y producción de la teoría y de los análisis de coyuntura necesarios; para
que el espontaneísmo sea transformado en organización; para que, en caso de reflujo, lo acumulado y lo aprehendido de las luchas
no se pierdan.
El nivel social tiene como características los fuertes flujos y reflujos, pues varían más que el nivel político, en relación con
la coyuntura. Así, una importante función del nivel político es garantizar la continuidad ideológica y lo acumulado de las luchas en
los momentos de reflujo (lo mismo que en los de flujo) del nivel social. Eso porque “la organización [anarquista] es también el
ámbito en que se va acumulando la experiencia de la lucha popular, tanto en el nivel nacional como internacional. Una instancia
que impide que se diluya el saber que los explotados y los oprimidos van adquiriendo con el tiempo” 168. En los momentos de flujo
de los movimientos sociales, el papel de la organización específica anarquista es impulsarlos. En los momentos de reflujo, su papel
es “mantener la llama encendida”, o sea, esperar y preparar las nuevas oportunidades para actuar.

“El anarquismo no aspira a la conquista del poder político, a la dictadura. Su principal aspiración es ayudar a
las masas a seguir la vía autentica de la revolución social y la construcción del socialismo. Pero no basta con que las
masas tomen el camino de la revolución social. También es necesario mantener esta orientación de la revolución y
de sus objetivos: la supresión de la sociedad capitalista en nombre de la sociedad de los trabajadores libres” 169.

De están forma, el proceso de influencia del nivel político sobre el nivel social busca garantizar que el posea las
características deseadas. En los casos en los que ellas ya existan, el nivel político solamente acompaña; en caso de que ellas no
existan, lucha para ellas existan.
Cuando definimos el nivel político como la organización específica anarquista de minoría activa, estamos buscando un
significado opuesto al de organización autoritaria de vanguardia. Los autoritarios, que también proponen una diferenciación entre
el nivel político y social, creen que el nivel político posee una relación jerárquica y de dominio en relación al nivel social. Así, la
idea de jerarquía y dominio internos al nivel político (de los partidos autoritarios) se reproducen en sus relaciones con el nivel
social. De la misma manera, los autoritarios entienden la reproducción de la conciencia, que funciona con la jerarquía y el dominio
dentro del nivel político, y que a su entender, debe ser llevada del nivel político al nivel social, de los “conscientes” hacia los
“inconscientes”. Así funciona la relación jerárquica y de dominio del nivel político para con el nivel social. No es una relación de
doble–mano, del nivel político al social y viceversa, sino una relación de mano-única: solamente del nivel político hacia el nivel
social –que termina siendo una correa de transmisión de las ideas del nivel político. La idea autoritaria, que sostiene que la
vanguardia es un faro de luz que tiene por objetivo iluminar el camino del pueblo, es un ejemplo de eso: en el nivel social la
oscuridad, dependería de la luz del nivel político. Sabemos, por medio de diversos ejemplos históricos, que en esta relación en la
que el nivel político lucha por el social, el nivel político obtiene posiciones de privilegio.

“Pero nosotros los anarquistas no podemos emancipar al pueblo; queremos que el pueblo se emancipe. No
creemos en el bien que viene de lo alto y se impone por la fuerza; queremos que el nuevo modo de vida social surja
de las vísceras del pueblo y corresponda al grado de desarrollo alcanzado por los hombres y pueda progresar a
medida que éstos progresan. A nosotros nos importa, por lo tanto, que todos los intereses y todas las opiniones
encuentren en una organización consciente la posibilidad de hacerse valer y de influir sobre la vida colectiva en
proporción a su importancia”170.

La relación entre los niveles político y social implica, necesariamente, para cualquier organización específica anarquista,
una discusión seria sobre la cuestión de la ética. Asumimos desde el inicio: “la FARJ respetara los firmes preceptos que la sustentan,
promoviendo el desarrollo de una cultura política que se base en el respeto a la pluralidad de perspectivas y en la afinidad de
objetivos”171.
Es por medio de la ética, y solamente por medio de ella, que la organización anarquista no actúa como un partido autoritario
(aunque revolucionario). La ética del anarquismo, diferente de todas las otras ideologías, sostiene una posición única de relación
entre los niveles político y social. Por este motivo, la ética es absolutamente central a cualquier organización anarquista que quiera
realizar trabajo con los movimientos sociales. A diferencia de la organización de vanguardia, el nivel político organizado como
minoría activa, que actúa con ética, no posee una relación jerárquica ni de dominio con relación al nivel social. Para nosotros,
como enfatizamos, los niveles político y social son complementarios y poseen una relación dialéctica. En este caso, el nivel político
complementa al nivel social, así como el nivel social complementa al político.

168
Federación Anarquista Uruguaya: “Declaración de Principios”.
169
Dielo Trouda: “Plataforma organizativa…”.
170
Richards, Vernon: Op. cit. p. 89.
171
FARJ: “Carta de Principios”.
Al contrario de lo que proponen los autoritarios, la ética de horizontalidad que funciona dentro de la organización especifica
anarquista se reproduce en su relación con los movimientos sociales. Y cuando se halla en contacto con el nivel social, la
organización específica anarquista actúa con ética y no busca posiciones de privilegio, no impone su voluntad, no domina, no
engaña, no aliena, no se juzga superior, no lucha por los movimientos sociales o los encabeza. Lucha con los movimientos sociales,
no avanzando ni un paso más allá siquiera de lo que ellos pretenden dar.
Entendemos que a partir de esta perspectiva ética del nivel político, no existe fuego que no sea encendido colectivamente;
que no hay que ir delante, iluminando el camino del pueblo, mientras el propio pueblo viene atrás en la oscuridad. El objetivo de
la minoría activa es, con ética, estimular, estar hombro con hombro, brinda solidaridad cuando la solidaridad es necesaria y
solicitada. Por eso, a diferencia de la vanguardia, la minoría activa es legítima.

“La candidatura individual de apoyo al movimiento social debe estar condicionada por las actitudes de
quienes pretenden actuar en esa situación. El apoyo, o sea el mismo militante orgánicamente legitimado, debe
demostrar que está mucho más dispuesto a obrar que a hablar. Debe interesarse de las circunstancias en que viven
los miembros naturales que componen el movimiento social específico en el cual está actuando. Como parte de un
todo, o sea, de una organización debe crecer con ella y no, de forma autoritaria y vertical, definir sus caminos y su
forma. Es importante recordar que un proceso colectivo de construcción es siempre, ante todo, un proceso de
autoformación. Con el tiempo, sí siguió los códigos del grupo, y sólo de esta forma, el apoyo, o sea el militante,
percibirá que lo más importante es contrastar su ideología con la realidad del grupo y no intentara reducir el
movimiento social a sus certezas ideológicas” 172.

Eso no significa que defendamos cierto tipo de “basismo”, que entiende que es correcto todo aquello que defienden los
movimientos sociales. Sabemos que estos movimientos, en la mayoría de las veces, poseen características distintas de las deseadas
por nosotros, y lo que es peor: de tiempo en tiempo hacen giros a la derecha, y sostienen posiciones capitalistas lo mismo
dictatoriales, como fue el caso del fascismo. Por lo tanto, así como no creemos de debamos estar al frente de los movimientos
sociales, tampoco creemos que debemos ir tras de ellos, siguiendo todos sus deseos. Queremos estar en posición de igualdad y,
al ver que se distancian de las posiciones que juzgamos ser las más acertadas para alcanzar el deseado proyecto de transformación
social, lucharemos internamente y buscaremos influenciarlos para que tengan las características ya explicitadas.

“No es que creamos que las masas siempre tienen la razón o que queramos seguirlas siempre en sus cambios
de humor. Tenemos un programa, un ideal que hacer triunfar, y es por eso que nos distinguimos de la masa y somos
hombres de partido. Queremos actuar sobre ella, impulsarla por el camino que creemos que es mejor; pero como
nuestro objetivo es liberar y no dominar, queremos habituarla a la libre iniciativa y a la libre acción” 173.

Además de eso, al contrario de los autoritarios, para nosotros, el nivel social influencia y debe siempre influenciar al nivel
político. O sea, el nivel político, al confrontar su ideología con la práctica del nivel social también recibirá contribuciones
importantísimas que deben ser sumadas a la organización anarquista. Entendemos que sólo es posible para el nivel político
concebir una teoría revolucionaria consistente, a partir del momento que tiene contacto con la práctica del nivel social. Así,
defendemos que esta doble–mano entre el nivel político y el social también tiene mucho que sumar al nivel político.
Pensamos que esta división entre los niveles político y social será necesaria hasta el momento en que la revolución social
estuviera consolidada y asegurada, estando el socialismo libertario en movimiento. En este momento, el nivel político debe
fundirse con el nivel social.

7. Sobre la necesidad de estrategia, táctica y programa.

Es imprescindible que la organización anarquista trabaje con una estrategia. Podemos definir la estrategia, a partir de la
formulación de las respuestas a estas tres cuestiones: 1.) ¿Dónde estamos? 2.) ¿A dónde queremos llegar? 3.) ¿Cómo pensamos
salir de donde estamos y llegar a donde queremos? La estrategia es, entonces, la formulación teórica de un diagnóstico de la
situación presente, la concepción de la situación a la que se desea llegar y del conjunto de acciones que tienen por objetivo
transformar la situación presente, haciendo que llegue la situación deseada. Podemos, entonces, decir que “entendemos la
estrategia como un conjunto de elementos reunidos de manera sistemática y coherente que apunta hacia los grandes objetivos
de tipo finalista. (…y) une los objetivos finalista con la realidad histórica específica” 174.
Concebir nuestra estrategia de transformación social es lo que estamos intentando realizar en este texto. En principio,
reflexionando sobre la primera cuestión, y mapeando al capitalismo y al Estado, que dan cuerpo a la sociedad de dominación y
explotación; luego, considerando la segunda cuestión, tratando de concebir nuestros objetivos finalistas de la revolución social y
del socialismo libertario. Finalmente, reflexionando sobre la tercera cuestión y proponiendo una transformación social que se dé
a partir de los movimientos sociales, constituidos en organización popular, en interacción permanente con la organización
especifica anarquista. Todo esto, considerando prioritariamente los intereses de las clases explotadas. Así, por tras de la
concepción de todo este material teórico, hay un razonamiento estratégico. En este caso, la estrategia fue usada para concebir

172
Universidade Popular: Op. Cit.
173
Malatesta, Errico: “Anarquistas, Socialistas e Comunistas”; p. 87.
174
FAU: “Resoluciones Sobre el Tema Estrategia”.
una propuesta de transformación social de la sociedad actual, buscando conducirla hacia el socialismo libertario, lo que podemos
llamar la estrategia permanente, una estrategia muy amplia que da cuenta de nuestros objetivos a largo plazo.
La estrategia también puede ser concebida de maneras menos amplias y más restringidas. Cualquier acción que la
organización específica anarquista, o los mismos militantes, pretenda llevar a cabo, puede ser concebida de manera estratégica.
Uno de los frentes de la organización anarquista, por ejemplo, puede concebir si trabajo “respondiendo” así los tres
cuestionamientos enunciados anteriormente: 1.) Hoy no tenemos inserción en el movimiento comunitario de un determinado
barrio que está creciendo mucho y en el que juzgamos que se puede desarrollar un buen trabajo. 2.) Deseamos, en el plazo de un
año, poder estar desarrollando alguna forma de trabajo social, de manera regular, con alguna inserción. 3.) Para eso, intentaremos
realizar una aproximación a este movimiento, conocerlo más de cerca, comenzar una práctica permanente de trabajo social,
buscando la inserción social.
De la misma forma, un militante puede, por ejemplo, hacer una propuesta de autoformación política, también
respondiendo a las tres cuestiones. 1.) Tengo deficiencias en una determinada cuestión teórica y creo que eso está perjudicando
mi militancia. 2.) Me gustaría, en seis meses, resolver este problema, pues creo que eso me da más posibilidades en la militancia.
3.) Voy a realizar esto, en primer lugar, conversando con los compañeros más experimentados de mi organización para pedirles
orientación de dónde puedo encontrar material sobre el asunto, después voy a leer todo el material y a proponer un debate con
otros compañeros; finalmente, formalizaré mis ideas en un texto que presentare a la organización para que los compañeros me
den sus opiniones.
En resumen, todo en la organización, de lo más simple a lo más complejo, puede y debe realizarse de forma estratégica.
En la organización específica anarquista, la cuestión de la elaboración de la estrategia es tratada de la manera siguiente.
Debe haber siempre un amplio debate sobre la estrategia, que incluya los tres cuestionamientos listados más arriba. La
organización anarquista debe realizar un diagnóstico de la realidad dentro en la cual ella actúa, fijar los objetivos finales a largo
plazo; y lo que es más importante, determinar los diversos periodos y ciclos de lucha, cada uno con sus respectivos objetivos. Esa
línea “macro” (de diagnóstico, objetivos a mediano y largo plazo) es llamada estrategia de los grandes objetivos, los objetivos
estratégicos. Luego la estrategia es detallada, en una línea más “micro”, o sea, táctica, que determina los objetivos de corto plazo
y las acciones que serán puestas en práctica por los militantes o grupos de militantes que buscan realizar los objetivos tácticos de
corto plazo. Obviamente, el alcance de los objetivos tácticos debe contribuir a aproximar o alcanzar los objetivos estratégicos.
Cuando esta línea estratégico-táctica de la organización está establecida, un plan de acción es determinado y cada militante
tiene una función bien definida de objetivos claros que serán realizados. Es importante que se establezcan plazos para la realización
de las acciones, con controles de los resultados al final de cada periodo o ciclo. Estos controles son realizados para comprobar
cómo se desarrollan las actividades, si se orientan hacia dónde habíamos pensado, o sí erramos en alguna cosa. En resumen:
vemos sí estamos caminando rumbo a los objetivos establecidos, o sí nos estamos distanciando de ellos. Sí fuera el primer caso,
corregimos los errores, hacemos los ajustes necesarios y seguimos en el mismo camino. Sí fuera el segundo, cambiamos las
acciones tácticas y eventualmente la estrategia, realizando el mismo proceso de control nuevamente después de algún tiempo. Es
este proceso de avanzar, evaluar, seguir, reevaluar, etc., el que hace avanzar a la organización con estrategia y proseguir en la
lucha correctamente. Así,

“(…) la estrategia proporciona solamente lineamientos generales para un periodo [determinado]. Es la táctica
la que se encarna en la realidad concreta, actual, la que se traduce a hechos. Las opciones tácticas, en la medida en
que responden a problemas más determinados, concretos e inmediatos, pueden ser más variadas, más flexibles.
Pero, no pueden estar en contradicción con la estrategia. Una concepción estratégico-táctica adecuada tiene que
tener en cuenta, como decíamos, la situación real y el periodo para en el cual se prevé [implementar]” 175.

La estrategia debe ser la misma, en cuanto al diagnóstico de la realidad en que se actúa y los objetivos fueran los mismos.
“Sí la situación general experimentó cambios muy importantes, eso alteraría las condiciones dentro de las cuales tiene que trabajar
la organización y esta, sí quiere actuar con eficacia, tendría que revisar su estrategia para adaptarla a la nueva situación” 176. De la
misma forma funcionan los objetivos. Si los objetivos se modifican, por ejemplo, en una situación pos-revolucionaria, la estrategia
puede ser modificada. De esto de deriva la importancia tanto de la comprensión de la situación actual en que vivimos, y también
del establecimiento de objetivos claros y precisos, componentes imprescindibles en la elaboración de la estrategia, ya que “en
política no hay practica honesta y útil posible sin una teoría y una finalidad claramente determinados” 177. Establecido el diagnóstico
de la sociedad presente que pretendemos transformar y “el fin al que se desea llegar, por voluntad o por necesidad, el gran
problema de la vida consiste en encontrar el medio que, según las circunstancias, conduzca con mayor seguridad y del modo más
económico al fin prefijado”178.
La línea estratégica es formalizada en un programa, que oriente todas las acciones de la organización y de sus militantes.
“Nunca se debe renunciar al programa revolucionario claramente establecido, ni por lo que atañe a la forma, ni por lo que atañe
a su sustancia”179. Entendemos, por tanto, que

175
Mechoso, Juan: Op. cit. p. 196.
176
Ibídem.
177
Bakunin, Mikhail: “La libertad…”, p. 154.
178
Richards, Vernon: Op. cit. p. 69.
179
Bakunin, Mikhail: Ibídem.
“la estrategia debe cobrar vida en un programa de acción que establezca pautas generales para un periodo u
etapa. Un programa debe tener sus raíces en las realidades de los diferentes niveles de nuestra sociedad. Nuestra
estrategia no está en condiciones de avanzar, de desarrollarse, si no tiene un contacto fluido con los problemas
concretos existentes en las distintas coyunturas que componen una etapa de acción” 180.

O sea, para que la línea estratégica sea establecida en el programa, es imprescindible el contacto con la práctica, que
posibilita una teorización con conocimiento. Este contacto permitirá también el desdoblamiento táctico correcto de la estrategia.
El programa

“constituye la plataforma común a todos los militantes en la organización anarquista. Sin ésta plataforma, la
única cooperación que podría haber estaría basada en deseos sentimentales, vagos y confusos, y no habría una real
unidad de perspectivas. (…)… el programa no es un conjunto de aspectos secundarios que agrupan (o
frecuentemente, que no dividen) a gente que piensa semejante, sino que es un corpus de análisis y propuestas que
es sólo adoptado por quienes creen en él y deciden difundir éste trabajo y transformarlo en realidad” 181.

Por medio del programa, la organización específica anarquista hace conocer su propuesta estratégica de transformación
social. Al mismo tiempo en que ella le sirve para dirigir la acción de los militantes de la organización, ella sirve para marcar las
posiciones de la organización a otras personas que no son parte de ella, volviendo público este conjunto de análisis y propuestas.
El conjunto de estrategia, táctica y programa da a la organización una forma de actuación planeada por medio de la cual es
posible conseguir los mejores resultados. El planeamiento es imprescindible para cualquier organización anarquista.
La concepción estratégica de la organización específica anarquista posee, inevitablemente, un componente ideológico. La
ideología

“…constituye un motor esencial de la acción política y un componente inevitable de toda estrategia. Toda
práctica política supone motivos determinados y un sentido que sólo se hacen claramente discernibles en la medida
en que se explicitan y organizan como ideología” 182.

Así, no debemos confundir ideología con estrategia. En relación a la ideología, la estrategia es mucho más flexible, ya que
varía de acuerdo con el contexto social, con la coyuntura. Por lo tanto, la ideología anarquista puede poseer estrategias distintas,
ya que cada organización actúa en contextos completamente distintos. Cuando hablamos de la táctica, esto es una verdad todavía
mayor. Como la composición de cada localidad es distinta, así como las fuerzas políticas, las posiciones del gobierno, las fuerzas
de la reacción, etc., es natural que en cada contexto y coyuntura se apliquen tácticas diferentes para la práctica política del
anarquismo. Por ejemplo: hay localidades y contextos en los que vale la pena considerar el sindicalismo como un espacio de trabajo
social, hay otros que no, y así sucesivamente.
Afirmamos anteriormente que la organización especifica anarquista debe trabajar con unidad estratégica y táctica, que se
expresa por el proceso decisorio ya descrito, que busca el consenso y en caso de que el no sea posible, opta por el voto venciendo
la mayoría. En este caso, todos los militantes de la organización son obligados a seguir la posición vencedora. Como en cualquier
otro proceso de decisión, las cuestiones son bien presentadas, debatidas y se realiza la tentativa de consolidación de los diferentes
puntos de vista. No siendo posible esta conciliación, la organización debe sintetizas las propuestas y votar. Así la organización
decide, por consenso o por voto, las respuestas a las tres preguntas de la estrategia. Formulada la línea estratégica–táctica y todos
caminan en el mismo sentido. Periódicamente esta línea avalada, pudiendo ser reformulada.
Resaltamos que todas las decisiones son tomadas colectivamente, sin ningún tipo de imposición. Mientras tanto, como las
prioridades y las responsabilidades [están] establecidas, cada militante no puede hacer aquello que le parece mejor, [actuando]
por cuenta propia. Cada uno tiene la obligación, ante la organización, de hacer aquello con lo que se comprometió y aquello que
fue definido como prioritario. Obviamente que, como resaltamos, debemos siempre intentar conciliar las actividades que a cada
uno le gusta hacer, con las responsabilidades establecidas por la organización, pero nadie puede siempre hacer sólo aquello que
le gusta.
El modelo de organización específica anarquista implica que los militantes deben hacer cosas que no les gustan tanto o
dejar de hacer algunas cosas que les gustan. Eso, para lograr que la organización avance siguiendo la estrategia. El avanzar con
estrategia hace de la organización anarquista una organización coherente y efectiva; una organización volcada hacia una militancia
seria, comprometida en que los militantes hacen aquello que establecen como una prioridad y trabajan en las tareas que
contribuyen de manera más efectiva posible para la consolidación de sus objetivos estratégicos. Una práctica relativamente común
de muchos grupos y organizaciones anarquista de ir realizando diferentes acciones, a diestra y siniestra, entendiendo que ellas
están contribuyendo con un todo común, no es correcta. Al contrario de este modelo, la practica con estrategia

180
FAU: “Resoluciones Sobre el Tema Estrategia”.
181
Fontenis, George: “Manifiesto Comunista Libertario”. Versión de “La Biblioteca Anarquista”
(http://es.theanarchistlibrary.org/library/george-fontenis-manifiesto-comunista-libertario.pdf ), “El problema del programa”,
Pp. 5-6
182
Mechoso, Juan: Op. cit. p. 197.
“…no se trata de ir haciendo lo que nos salga, ni de estimar aisladamente cada cosa que aparece, ni de
desanimarse porque el avance no es inmediatamente visible. Se trata de fijar objetivos y avanzar rumbo a ellos. De
escoger las acciones y las prioridades en función de esos objetivos. Eso implica, claramente, que habrá actividades
que no realizaremos, actos en los que no estaremos. Ellas pueden ser importantes incluso hasta espectaculares,
pero no importan si no se encajan en nuestros propósitos para esa etapa de nuestro programa. En otros casos,
estaremos en minoría absoluta o con grandes complicaciones, en actividades que coindicen con nuestros objetivos.
Escoger lo que más nos gusta o lo que nos trae menos complicaciones no es una política correcta” 183.

Volviendo al caso de la votación para el establecimiento de estrategia, es importante establecer que quien está deliberando
es la organización y no un individuo u otro, por tanto, cuando una cuestión estrategia es resuelta por medio de la votación,
independiente del voto de cada uno, todos los militantes de la organización tienen la obligación de seguir la posición determinada
colectivamente. Esta es una posición definida del modelo de organización que defendamos, pues las posiciones establecidas
colectivamente no son recomendaciones, sino parte de una línea estratégica debe ser, necesariamente, seguida por todos. Para
nosotros, “la organización significa coordinación de fuerzas con un objetivo común, y la obligación de no promover acciones
contrarias a este objetivo”184.
Debemos enfatizar que la libertad de unirse a una organización y la libertad para desligarse de la misma ella es una, y, en
el caso que de una individualidad o minoría se sienta frecuentemente desplazada por las decisiones de la mayoría, tiene toda la
libertad para separarse. Es importante dejar claro que las decisiones estratégicas, sin importar que hayan sido tomadas por
votación, son decisiones colectivas y no disputas individuales dentro de la organización.
En términos estratégicos, esta unidad permitirá que todos en la organización remen en el mismo sentido y puedan
multiplicar los resultados de las fuerzas militantes. Así, todos tenemos una lectura semejante de dónde estamos, a dónde
queremos llegar y de cómo caminar de un punto al otro.

183
FAU: “Resoluciones Sobre el Tema Estrategia”.
184
Richards, Vernon: “Malatesta: pensamiento …”; pp. 59-60.
(9)

Especifismo: organización anarquista,


perspectivas históricas e influencias.
“La ausencia de organización visible, normal y
aceptada por cada uno de sus miembros hace
posible el establecimiento de organizaciones
arbitrarias, menos libertarias”. Luigi Fabbri

Desde que el término “especifismo” llego al Brasil, por mediados de la década de 1990, hubo una serie de
polémicas y confusiones en torno de el. Hubo, e infelizmente todavía hay, personas que dicen que el especifismo no
es anarquismo, acusando a las organizaciones especifistas de ser partidos políticos, entre otros absurdos. Cuando
reivindicamos a la FARJ como una organización anarquista especifista, estamos buscando, más que cualquier otra cosa,
situar dentro de la discusión sobre la organización anarquista, cuáles son las posiciones que defendemos.
El término especifismo fue creado por la Federación Anarquista Uruguaya (FAU) y, por ello, nos referimos a una
concepción de organización anarquista que posee dos ejes fundamentales: organización y trabajo/inserción social.
Estos dos ejes están basados en los conceptos clásicos del anarquismo de actuación diferenciada en los niveles político
y social (concepto bakuniniano) y organización especifica anarquista (concepto malatestiano). Por lo tanto, el termino
especifismo, a pesar de ser concebido recientemente, se refiere a las practicas organizacionales anarquistas que
existen desde el siglo XIX. Además de esos dos ejes, hay una serie de otras cuestiones organizacionales que están
definidas dentro del especifismo y que intentaremos desarrollar enseguida. Así, las dos principales referencias clásicas
del especifismo son Bakunin y Malatesta. Eso no significa que no consideremos otros teóricos importantes como
Proudhon y Kropotkin –utilizamos en este texto muchas referencias teóricas a ellos– pero creemos que, para la
discusión sobre la organización anarquista, Bakunin y Malatesta poseen las propuestas más adecuadas a nuestra
actuación.
En los próximos párrafos, pretendemos retomar de manera breve algunas discusiones que realizamos a lo largo
de este texto, y principalmente en el último capítulo, situándolas y comparándolas con otras posiciones existentes
dentro del anarquismo. Creemos que por más que afirmamos las posiciones que defendemos –las cuales aquí fijamos–
cabe que realicemos algunas críticas fraternales a otras corrientes de organización (o de desorganización) presentes
en el anarquismo y comparar, en base a algunos puntos escogidos, nuestra concepción con otras.
Tal vez el mejor contrapunto con el modelo de organización especifista, sea lo que llamamos el modelo de
síntesis, o sintetismo. Este modelo fue formalizado teóricamente en dos documentos homónimos, llamados “Una
Síntesis Anarquista”, uno de Sebastián Faure y otro de Volin. Histórica y mundialmente, fue la “Plataforma” de Dielo
Trouda la que estableció este contrapunto. Pretendemos retomar parte de este debate sobre organización anarquista,
a pesar de que nuestra concepción, el especifismo, es más amplio que el plataformismo –aunque posea su significativa
influencia.
La síntesis defiende un modelo de organización anarquista en la que estén todos los anarquistas (anarco–
comunistas, anarco–sindicalistas, anarco–individualista, etc.) y, por tanto, presenta muchas características que
criticaremos a continuación. Sabemos que varias estas características no están necesariamente ligadas al modelo
sintético de organización. Sin embargo, es innegable que muchas de ellas se reproducen en organizaciones de este
tipo, principalmente por influencia del individualismo, mas no sólo por este. Reconocemos que dentro de estas
organizaciones también hay militantes serios y comprometidos con el anarquismo social y, por tanto, no queremos
que las criticas parezcan generalizadas. Lejos de cuestionar que estas organizaciones son anarquistas (para nosotros
todas ellas lo son), ellas, en la mayoría de los casos, no coinciden con nuestra manera de pensar la organización
anarquista.
Ante todo, cuando tratamos en este texto de la “organización especifica anarquista”, a partir de esta perspectiva
especifista, no estamos hablando de cualquier organización anarquista. Hay diversas organizaciones anarquistas que
nos son especifistas. Por tanto, el especifismo implica mucho más que definirse una organización anarquista.
Abordaremos las diferencias entre el especifismo y otras formas de organización anarquista.
La primera diferencia está en la manera de entender el propio anarquismo. Como apuntamos en el inicio de
este texto, entendemos al anarquismo como una ideología, o sea, un “conjunto de ideas, motivaciones, aspiraciones,
valores, estructura o sistemas de conceptos, que poseen una conexión directa con la acción –lo que llamamos de
práctica política”. En este caso, buscamos diferenciar esta comprensión del anarquismo de otra, puramente abstracta
y teórica, que estimula solamente el librepensamiento, sin necesariamente concebir un modelo de transformación
social. El anarquismo pensado solamente a partir de este modelo de observación critica de la vida, ofrece una libertad
estética y de posibilidades infinitas. Sin embargo, así fue concebido, no ofrece posibilidades reales de transformación
social, visto que no es puesto en práctica, en acción. No posee la práctica política que busca los objetivos finalistas.
El especifismo defiende un anarquismo que, como ideología, busca concebir un modelo de actuación que
transforme la sociedad de hoy en el socialismo libertario por medio de la revolución social. Este proceso,
necesariamente, pasa por la organización de las clases explotadas en organización popular y exige la utilización de
violencia, entendida fundamentalmente como respuesta a la violencia del sistema actual. Otras corrientes anarquistas
están contra la violencia y creen que la transformación social puede darse de otras maneras.
Otra diferencia está en torno de la propia cuestión de la organización. Para nosotros, la organización es una
cuestión central al tratar del anarquismo. Sin ella, creemos que es imposible concebir cualquier proyecto político serio
y que tenga por objetivo llegar a la revolución social y al socialismo libertario.
Hay corrientes anarquistas sustentan posiciones “anti–organización”, o espontaneísmo, y que creen que
cualquier forma de organización es autoritaria o contraria al anarquismo. Para estas corrientes, la formación de una
mesa para coordinar una asamblea es autoritaria, la formación de un grupo para trabajar los movimientos sociales es
autoritaria. Así, para estos anarquistas, las luchas deben darse de manera espontánea y las victorias, en caso de que
llegarán, deberán llegar de forma espontánea; siendo que la conexión entre luchas debe ser espontánea, el
derrocamiento del capitalismo o el Estado, por lo mismo, será por una movilización espontanea. Tal vez, entonces,
después de una eventual revolución social, las cosas evolucionaran por su propia cuenta, entrando nuestros ejes sin
mayores esfuerzos. Estos anarquistas creen que la organización previa no es necesaria, otros piensan que ella misma
no es deseable.
Algunos individuos anarquistas que defienden estos puntos de vista y que se disponen a realizar trabajo social,
no consiguen lidiar con las fuerzas autoritarias y, sin la debida organización, terminan siendo jornaleros o “remiendos”
de proyectos autoritarios, o se frustran porque no consiguen espacio en los movimientos sociales.
Apuntamos anteriormente que concebimos la organización anarquista especifista como una organización de
minoría activa. Así, ella es una organización de anarquistas que se agrupan en el nivel político e ideológico y que
realizan su principal actividad en el nivel social, que es más amplio, buscando ser el fermento de las luchas. El modelo
especifista, realiza forzosamente esta diferenciación entre los niveles políticos y social de actuación.
Diferentemente, hay anarquistas que conciben la organización anarquista como un agrupamiento amplio que
federa a todos aquellos que se denominan anarquistas, sirviendo como espacio de convergencia para la realización de
acciones con completa autonomía. En el anarquismo, de manera amplia, también esta división entre los niveles político
y social no es aceptada por todas las corrientes, que comprenden la organización anarquista de manera difusa,
pudiendo ser ella un movimiento social, una organización, un grupo de afinidades, un grupo de estudios, una
comunidad, una cooperativa, etc.
De la misma forma el concepto de anarco–sindicalismo, en diversos momentos, busco suprimir esta diferencia
de actuación entre niveles, mesclando la ideología anarquista con el sindicalismo. Estas y otras tentativas de
ideologizar los movimientos sociales, a nuestro entender, debilitan tanto a los movimientos sociales –que no funcionan
más que en torno de cuestiones concretas como la tierra, la morada, el empleo, etc.–, como al propio anarquismo, ya
que no permiten profundizar en las discusiones ideológicas, que son realizadas el seno del movimiento social. Los
debilita también, pues el objetivo de estos anarquistas, de convertir a todos los militantes de los movimientos sociales
en anarquistas, es imposible a no ser que reduzcan y debiliten significamente a los movimientos. De igual manera, es
natural encontrar personas de ideologías diferentes en los movimientos sociales que nunca serán anarquistas, con lo
cual los anarquistas se frustran y muchas veces se apartan de las luchas. Como consecuencia de esto producen,
frecuentemente, que el anarquismo se cierre en sí mismo.
La organización anarquista de minoría activa es muchas veces entendida, por otras corrientes del anarquismo,
como similar a la organización autoritaria de vanguardia. Como hemos dejado constancia, cuando concebimos esta
separación entre los niveles políticos y social, no queremos decir con eso que queremos estar al frente de los
movimientos sociales y ni que el nivel político posee cualquier grado jerarquía o dominio en relación al nivel social.
Hay también una diferencia en relación al espacio privilegiado para la práctica del anarquismo. Los especifistas
creemos que este espacio es la lucha de clases. Ante todo, ya establecimos que no simplemente vivimos en una
sociedad, sino en una sociedad de clases. Independientemente de la forma en que pensemos la diferencia de estas
clases, nos parece imposible negar que la dominación y la explotación ocurren en niveles diferentes en nuestra
sociedad y que el factor económico tiene gran influencia sobre eso. Para nosotros, el anarquismo nació en el seno del
pueblo y es en el dónde debe permanecer, tomando una posición clara a favor de las clases explotadas que están en
conflicto permanente en la lucha de clases. Por tanto, cuando discutimos “donde apostar las semillas del anarquismo”,
para nosotros es claro que debe ser en el seno de la lucha de clases; en los espacios en que las contradicciones del
capitalismo son más evidentes.
Hay anarquistas que no apoyan esta inclinación clasista del anarquismo y, lo que es peor, existen aquellos que
la acusan de ser asistencialista, o de querer “hacer apología de los pobres”. Al negar la lucha de clases, la mayoría de
esos anarquistas cree que la definición clásica de las clases burguesa y proletaria no da cuenta de la sociedad de hoy,
por tanto, se podría decir que no existen más clases; o que el concepto es anacrónico. Discrepamos radicalmente con
estas posiciones y creemos que, independientemente de cómo podamos definir las clases –le damos un mayor o
menor énfasis al carácter económico, etc.– es innegable que existen contextos y circunstancia en los cuales las
personas sufre más los efectos del capitalismo. Y es en estos contextos y en estas circunstancias que queremos
priorizar nuestro trabajo.
Cuando buscamos aplicar el anarquismo a la lucha de clases, reivindicamos lo que llamamos trabajo social, y
que definimos anteriormente como “la actividad que la organización anarquista realiza en medio de la lucha de clases,
haciendo que el anarquismo interactúe con las clases explotadas”. Como también dijimos, para nosotros, esta debe
ser la principal actividad de la organización específica anarquista. Por medio del trabajo social, defendemos que la
organización anarquista debe buscar la inserción social, el “proceso de influencia de los movimientos sociales a partir
de la práctica anarquista”.
Hay anarquistas que no defienden este trabajo con vistas a la inserción social. Parte no cree que eso sea una
prioridad, y otra parte, lo que es más complicado, cree que es autoritario. A los anarquistas que piensan que el
trabajo/inserción social no son prioritarios, les parece que otras actividades tendrías más efectividad en el desarrollo
del anarquismo –por más que generalmente eso no sea dicho. A pesar de que, al menos aparentemente, no haya una
formulación estratégica, lo que ocurre en la práctica es que estos anarquistas intentan trabajar con la propaganda,
restricta a las publicaciones, los eventos y la cultura. Como ya enfatizamos, esta propaganda también es central para
nosotros, mas no es suficiente sí fue hecha sin el respaldo del trabajado/inserción social. Con este respaldo, la
propaganda es mucho más efectiva. Por tanto, la propaganda, en el especifismo, se debe realizar por siguiendo estos
carriles: educacional/cultural y de lucha con los movimientos sociales.
Los anarquistas que no creen que en el trabajo/inserción social no son y no deben ser prioridad, prefieren
trabajar en otros medios, junto en la lucha de clases, junto a los movimientos sociales, junto a personas de ideologías
diferentes. Algunos dicen que como son miembros de la sociedad, ya poseen inserción social. Muchas veces, acaban
sectarios, consiguiendo convivir apenas con sus pares y “guetificando” al anarquismo. Eso explica el sectarismo de
parte de los anarquistas, lo que ocurre en proporción mucho menor con las organizaciones especifistas.
Mucho más complicada que la posición manifestada arriba, y es la posición defendida por los anarquistas que
están contra el trabajo y la inserción social; posición bastante común en el medio libertario. Esos anarquistas creen
que como no son pobres, ni forman parte de los movimientos sociales (no son campesinos del movimiento de los sin
tierras, por ejemplo), que es autoritario trabajar en comunidades pobres o movimientos sociales, ya que “son extraños
a esas realidades”. Para ellos, es autoritario para una persona que tiene morada apoyar la lucha de los sin techo; es
autoritario frecuentar un movimiento comunitario sin ser de la comunidad; es autoritario apoyar el trabajo de los
recolectores de basura si usted no es uno de ellos. Para estos anarquistas, sólo hay legitimidad en trabajar con
movimientos populares sí se es “popular” y si uno es parte de la realidad del movimiento. Como generalmente esos
anarquistas no están en esas condiciones, no se aproximan a los movimientos sociales, ni a la lucha de clases. Terminan
por hacer de su anarquismo un “movimiento en sí mismo”, que se caracteriza por ser esencialmente de clase media e
intelectuales, por no buscar el contacto con las luchas sociales y populares, por no estar en contacto con personas de
la ideología diferentes. Por otra parte, este anarquismo de clase media e intelectual, cuando no busca el trabajo y la
inserción social, termina necesariamente en uno de dos caminos: o abandona la propuesta de transformación social,
o constituye un grupo que lucha por el pueblo, y no con el pueblo –asumiendo la posición de vanguardia y no la de
minoría activa.
El trabajo social, para estos militantes, es muchas veces comparado al “entrismo” de la izquierda autoritaria,
personas que entran en los movimientos para hacerlos funcionar en beneficio propio. Abogando, la mayor parte del
tiempo, por una espontaneidad para la cual el "salir del armario", el "poner el anarquismo dentro de los movimientos
sociales", es autoritaria. Según ellos estas ideas deberían surgir espontáneamente. Denuncian que la discusión, la
persuasión, el convencimiento, el cambio o la influencia, son externos a los movimientos sociales y, por eso, son
autoritarios.
Con esta posición contraria al trabajo y la inserción social, los especifistas también estamos en radical
desacuerdo. Como explicamos, para nosotros el anarquismo no debe estar cerrado en sí mismo, ni apartado de los
movimientos sociales y de las personas de ideologías diferentes. El debe servir como herramienta, como fermento,
como motor de las luchas de nuestro tiempo. Para ello, el anarquismo, en vez de esconderse debe confrontar con la
realidad y buscar transfórmala. Para esta transformación, nada ganamos “predicando a creyentes”; tenemos
necesariamente, interactuar con quienes no son anarquistas.
Ya que entendemos que la clase no se define a partir del origen, sino a partir de la posición que se defiende en
la lucha, creemos que apoyar a los movimientos sociales, asistiendo a las movilizaciones y organizaciones de realidades
diferentes a las que nos incluye, es una obligación ética de cualquier militante comprometido con el fin de la sociedad
de clases. Finalmente, creemos que el trabajo social además de ser una práctica necesaria para el anarquismo, es una
contribución inmensa a la formulación de la línea teórica e ideológica de la organización. Esta actividad es, para
nosotros, importantísima en nuestra formulación teórica, pues hace que teoricemos teniendo conocimiento de la
realidad y de la aplicación práctica del anarquismo a las luchas. Grupos y organizaciones que no poseen trabajo social
tienden a radicalizar un discurso que no posee respaldo en la práctica. Cuando eso ocurre, la tendencia es que exista
un discurso ultra–radical y revolucionario –muchas veces acusando a los otros de reformistas, etc. –, pero que no sale
de la teoría.
Como vimos, el especifismo hay una unidad teórica e ideológica, un aliñamiento entre los aspectos teóricos e
ideológicos del anarquismo. Esta línea política es construida colectivamente y es la obligación de todos en la
organización seguirla. Porque consideramos al anarquismo como algo muy amplio, con posiciones muy variadas lo
mismo que contradictorias, nos parece necesario que, entre todas estas posiciones, debemos extraer en una línea
teórica e ideológica que debe ser definida y desarrollada por la organización. Como enfatizamos, esta línea debe,
necesariamente, tener un vínculo con la práctica, ya que creemos que “para teorizar con eficacia es imprescindible
actuar”.
Para los anarquistas que no defienden esta unidad, una organización anarquista podría trabajar con diversas
líneas teóricas e ideológicas. Cada anarquista o grupo de anarquistas puede tener su interpretación del anarquismo y
su propia teoría. Eso es motivo de diversos conflictos y escisiones en las organizaciones con esta concepción. Como no
hay acuerdo en las cuestiones de salida, son frecuentes las desavenencias, pues algunos hallan que a los anarquistas
deben realizar trabajo con los movimientos sociales y otros encuentran que esto es autoritario y “cosa de marxistas”;
algunos opinan que la función del anarquismo es realzar el ego de los individuos, otros están radicalmente en contra;
y así sucesivamente. Para nosotros, no hay una práctica efectiva ni se puede constituir una organización, sin que haya
acuerdo en algunas “cuestiones de salida”. En las organizaciones que no trabajan con unidad teórica e ideológica, no
hay profundización en esos sentidos, dado que hay tantos problemas en las cuestiones más simples, que las más
complejas no llegan a ser discutidas. Bakunin estaba en los cierto cuando afirmo que “quien mucho abarca, poco
aprieta”185. Es importante

“…que se comprenda que la división que existe en este punto entre los anarquistas es mucho más
profunda que lo que normalmente se cree, y supone igualmente una inconciliable discordancia teórica.
Digo esto para responder a mis buenos amigos, favorables del acuerdo a cualquier precio, que afirman:
“No creemos problemas de método! La idea es una sola y la meta es la misma; permanezcamos pues
unidos sin dividirnos por un pequeño desacuerdo sobre la táctica”. Yo, por el contrario, hace mucho
tiempo me di cuenta, que nos peleamos porque estamos demasiado próximos, porque estamos
artificialmente próximos. Sobre el barniz aparente de la comunidad en torno de tres o cuatro ideas –
abolición del Estado, abolición de la propiedad privada, revolución, antiparlamentarismo – existe una
diferencia enorme diferencia en la concepción de cada una de estas afirmaciones teóricas. La diferencia
es de tal magnitud que nos impide tomar el mismo camino sin pelearnos y sin que neutralicemos
recíprocamente nuestro trabajo o, sí así quisiéramos, de permanecer en paz, sin que renunciemos a
aquello que no creemos ser verdadero. Repito: no existe una mera diferencia de método, sino una gran
diferencia de ideas”186.

Además de la unidad teórica e ideológica, los especifistas defienden la unidad estratégica y táctica. Actuar con
estrategia, como vimos, implica realizar un planeamiento de todas las acciones prácticas que son realizadas por la
organización, buscando verificar de dónde se quiere salir, dónde queremos llegar y cómo. El anarquismo que trabaja
con unidad estratégica y táctica hace del planeamiento y del alineamiento de la actuación práctica un fuerte pilar
organizacional. Eso, porque creemos que la falta de estrategia dispersa los esfuerzos, haciendo que mucho del mismo
se pierda. Defendemos un modelo en el que se discute colectivamente el camino a seguir, y conjuntamente con este
camino, tenemos prioridades establecidas y responsabilidades atribuidas a los militantes. Las prioridades y
responsabilidades significan que cada uno no va a poder hacer lo que se le pasa por la cabeza, cuando quiera. Cada
uno va a tener una obligación, para con la organización, de realizar aquello con lo que se comprometen y aquello que
fue definido como prioritario. Obviamente que se buscara conciliar las actividades que a cada uno de le gusta hacer,
con las responsabilidades establecidas por la organización, pero no siempre vamos a hacer sólo aquello que nos gusta.
Un modelo especifista implica en sus términos que debemos hacer cosas que no nos gustan mucho o que dejaremos

185
Mikhail Bakunin: “La Libertad…”, p. 155.
186
Malatesta, E. y Fabbri, L.: “Anarco-Comunismo Italiano”; pp. 104-105.
de hacer algunas cosas que nos gustan mucho. Eso, para hacer que la organización avance con estrategia, con todos
en el barco remando en el mismo sentido.
Criticamos con énfasis a las organizaciones que no trabajan siguiendo una estrategia. Para nosotros, no hay
forma de trabajar en una organización en la que cada militante del grupo hace aquello que le parece mejor, o
simplemente aquello que le gusta hacer, creyendo estar contribuyendo al todo común. Generalmente, cuando se
agrupan anarquistas de todos los tipos en una organización, sin que haya afinidades estratégicas, no hay acuerdo sobre
cómo actuar. O sea, no es posible establecer una forma de avanzar, y sólo hay un acuerdo: que las cosas deben hacerse.
¿Cómo pensar una organización que intenta conciliar a un grupo que cree que se debe actuar como una
organización especifica en el movimiento social, con un grupo que se prioriza la convivencia entre amigos, la terapia
de grupo o la exaltación del papel del individuo, considerando autoritario (o marxista, o asistencialista) el trabajo con
los movimientos sociales? Hay dos formas de trabajar esas diferencias: o se discuten las cuestiones y se vive entre
confrontaciones y desgastes, que consumen gran parte del tiempo, o simplemente no se tocan las cuestiones. La
mayoría de las organizaciones de este opta por la segunda forma.

“A fin de establecer una cierta coordinación en la acción –coordinación necesaria, en mí parecer,


entre personas que tienden hacia el mismo fin–, se imponen ciertas condiciones, como un determinado
número de reglas que relacionen a cada uno con todos, determinados pactos y acuerdos renovados con
frecuencia. Sí todo esto falta, si cada cual trabaja le viene la gana, hasta las personas más serias se
hallarán en una situación en la cual los esfuerzos de unos serán neutralizados por los de otras. De este
modo tenderemos hacia la desarmonía que resultará de ello, y no hacia la armonía y la serena confianza
que buscamos”187.

La unidad teórica e ideológica, y la unidad de estrategia y táctica son logradas por medio del proceso decisorio
colectivo adoptado por las organizaciones especifistas, que es la tentativa de consenso y, si este no fuera posible, la
votación, venciendo la mayoría. Como también enfatizamos, en este caso, toda organización adopta a la decisión
vencedora. Por otro lado, hay organizaciones que trabajan solamente con el consenso, permitiendo, muchas veces,
que una u otra persona tenga una exacerbada influencia en un proceso decisorio que envuelve a un número mucho
mayor de personas. Buscando el consenso a cualquier costo, y con el miedo dividir, esas organizaciones permiten que
una u otra persona consiga tener un peso desproporcional en las decisiones, solamente para conseguir el consenso.
Otras veces, se pierden horas con discusiones de poca importancia solamente para lograr el consenso. Tenemos en
mente que el proceso decisorio es un medio y no un fin en sí mismo.
La obligación de todos de seguir en un mismo camino –que es regla en el especifismo– es el compromiso de que
la organización posee una estrategia, pues, si cada vez que una decisión tomada no es del agrado de parte de los
militantes, y esta parte se exime del trabajo, será imposible para la organización avanzar. En caso de votación, es
importante tener en cuenta que, algunos ganaran la votación y el trabajo será a su propuesta, en otra ocasión,
perderán y trabajaran en la propuesta de otros compañeros. Con esta forma de tomar decisiones, se da más
importancia a las deliberaciones colectivas que a los puntos de vista individuales.
Hay diferencia, entonces, en puntos centrales que favorecen a la organización especifista: el compromiso, la
responsabilidad y la autodisciplina de los militantes con la organización. En el modelo especifista, hay un alto nivel de
este compromiso militante. Así, es imprescindible que los militantes asuman compromisos frente a las organizaciones
y cumplan. El compromiso militante imprime una relación entre el militante y la organización, que es una relación
mutua, en que la organización es responsable por el militante, así como el militante es responsable por la organización.
Así como la organización debe una devolución al militante, el militante debe una devolución a la organización.
La falta de compromiso, responsabilidades y autodisciplina constituye un gran problema en muchos grupos y
organizaciones anarquistas. Es muy común que las personas se aproximen y participen más o menos de las actividades,
haciendo solamente aquello que les interesa, muchas veces participando de las decisiones, asumiendo compromisos
y no cumpliéndolos o, simplemente, no asumiendo compromisos. Hay muchas organizaciones que son complacientes
con la falta de compromiso militante. Es innegable que, por este motivo, esas organizaciones son más “copadas” para
ser miembro, en tanto, son muy poco efectivas desde el punto de vista militante. Como para nosotros la militancia es
algo necesario en la lucha por una sociedad libre e igualitaria, no creemos que ella sea siempre “copada”. Si tenemos
que decidirnos entre un modelo de militancia más efectivo y otro más “copado”, debemos decidirnos por la
efectividad.
Para el trabajo con compromiso militante, el especifismo sostiene una organización con niveles de compromiso.
Como explicamos, defendemos la lógica de los círculos concéntricos en que todos los militantes poseen un espacio
bien definido en la organización, espacio este que es determinado por el nivel de compromiso que el militante quiere

187
Mikhail Bakunin: “La Libertad…”, pp. 161-162.
asumir. Cuanto más quiere el/la comprometerse, más se adentrará en la organización y mayor será su capacidad de
deliberación. Por eso, tanto en el nivel como en el social, hay criterios bien definidos de entrada desde las instancias
de apoyo, a los agrupamientos de tendencia hasta la organización específica anarquista. Sólo están dentro de la
organización específica anarquista, los militantes con afinidad ideológica hacia la organización.
Al contrario del modelo especifista, hay otras organizaciones cuyo único criterio de entrada para los militantes
es su definición como anarquistas, independiente de que concepción del anarquismo ellos tengan. Algunas personas
participan poco de la organización, otras son más comprometidas; unas asumen más responsabilidades que otras y
todas poseen el mismo poder en la deliberación. Por eso, muchos deliberan sobre las actividades que no van a realizar,
o sea, determinan lo que los otros van a hacer. Cuando una organización permite que alguien delibere algo y no asuma
responsabilidades, o que las asuma, pero no las cumpla, ella permite un autoritarismo de parte de aquellos que van a
deliberar y juzgar trabajo a costa de los compañeros. En fin, en este otro modelo, cada uno se involucra de la forma
que le parece mejor, apareciendo cuando le parece que debe, y sin mucha recolección sobre la cuestión del
compromiso militante. Muchos, al ser confrontados, se sienten victimas del autoritarismo. Como explicamos, para
nosotros, este modelo de organización, además de sobrecargar a los militantes más responsables, acaba por permitir
esta discrepancia de personas que no deliberan ni trabajan en la misma proporción.
Por tanto, no queremos ser este gigantesco “paraguas” que abarca a todos los tipos de anarquistas. Estas
amplias (in)definiciones, aparentemente suman más anarquistas a la organización; por otro, lado creemos que no
debemos elegir el criterio de la cantidad, sino la calidad de los militantes.

“No cabe duda de que el número de nuestros adherentes será mayor si evitamos precisar nuestro
carácter real. (…).
Es evidente, por otra parte, que el número de nuestros adherentes será más restringido si
proclamamos a los cuatros vientos nuestros principios; pero por lo menos serán adherentes serios, con
los que podremos contar”188.

Una diferencia relevante también se da en torno de la cuestión del individualismo anarquista. El especifismo
significa un rechazo absoluto y completo del individualismo anarquista. Por este motivo, se aparta de otras
organizaciones que aceptan trabajar con los individualistas. Para nosotros hay dos tipos de individualistas en el
anarquismo. Un tipo, que eran más comunes en el pasado, de personas que prefieren trabajar solas, pero que tienen
en mente el mismo proyecto que nosotros. De estas personas, sólo tenemos que criticar el hecho de que, estando
desorganizadas, no consiguen potencializar los resultados de su trabajo. El otro tipo, más propio de nuestros días,
renuncio al proyecto socialista. Basados en la crítica anarquista del Estado, poseen poca crítica al capitalismo y ninguna
actuación del sentido de transformar socialmente la realidad en que vivimos. Colocándose en la condición de simples
observadores críticos de la sociedad, construyen un anarquismo a partir de referencias y pensadores secundarios,
simplemente en torno de la crítica. No poseen un proyecto de sociedad y mucho menos una actuación coherente que
a apunte a esta sociedad nueva. Podríamos preguntarnos:

“Entonces, ¿qué nos queda del individualismo anarquista? La negación de la lucha de clases, la
negación del principio de una organización anarquista cuya finalidad sea la sociedad libre de los
trabajadores iguales: y más aún, la charlatanería vacía, estimulando a los trabajadores infelices con su
existencia, a tomar su parte, recurriendo a las soluciones personales, supuestamente abiertas a ellos en
cuanto individuos liberados”189.

Así, exacerban el papel de la libertad individual, que, aparatada de la libertad colectiva, que se torna meramente
un gozo de egoísta, para el deleite de algunos pocos que pueden, por sus privilegios dentro del capitalismo, permitirse
eso. En la realidad, la libertad individual sólo puede existir en la libertad colectiva, pues la esclavitud de otros limita la
libertad de cada uno, y la plena libertad individual sólo se puede realizar en el momento en que, colectivamente, todos
sean libres. Acordamos con Bakunin cuando dijo:

“Sólo puedo considerarme y sentirme libre en presencia y en relación a otras personas. ( …). Sólo
soy verdaderamente libre cuando todos los seres humanos que me rodean, hombres y mujeres, son
igualmente libre. La libertad del otro, lejos de ser un límite o la negación de mi libertad, es, al contrario,
su condición necesaria y su confirmación. Apenas la libertad de los otros me vuelve verdaderamente libre,
de forma que, cuanto más numerosas sean las personas libres que me rodean, y más extensa y amplia

188
Idem, p. 155.
189
Grupo Dielo Truda: “El Problema de la Organización y la Noción de Síntesis”.
será su libertad, mayor y más profunda se volverá se volverá mi libertad. Al contrario, es la esclavitud de
las personas la que pone una barrera a mi libertad. ( …). Mi libertad personal así es confirmada por la
libertad de todos se extiende al infinito”190.

Para nosotros, es imposible buscar una libertad individual en una sociedad como la nuestra, en que millones no
tienen acceso a las más básicas necesidades de un ser humano. No hay manera de pensar en un anarquismo
puramente individualista, como una forma de estar en el mundo, en tener un estilo de vida diferente. Para los
individualistas, en la gran mayoría de los casos, ser anarquista significa ser artista, bohemio, defender la libertad sexual
de tener relaciones abiertas o con más de un/a compañero/a, usar ropas distintas, tener un corte de pelo radical,
comportamientos extravagantes, comer comidas diferentes, definirse personalmente, realizarse personalmente, estar
contra la revolución (?!), contra el socialismo (?!), poseer un discurso sin pies ni cabeza –gozando de la libertad la
libertad estética– en fin, volviéndose apolítico. Estamos radicalmente en desacuerdo con esta posición y creemos que
las influencias en este sentido son funesta para el anarquismo, apartando a los militantes serios y comprometidos.
Finalmente, estamos de acuerdo con Malatesta cuando resalto:

“…Es verdad, que nos gustaría poder estar, a todos nosotros, de acuerdo, y reunir en un único flujo
poderos todas las fuerzas del anarquismo. Pero no creemos en la solidez de las organizaciones hechas a
la fuerza de concesiones y de restricciones, donde no hay entre los miembros simpatía y concordancia
real. Es mejor estar desunidos que mal unidos”191.

Para nosotros, escoger el modelo adecuado de organización anarquista es fundamental para que tengamos los
medios más adecuados y coherentes a los fines que buscamos conseguir. Si defendemos el especifismo, que es una
forma de organización anarquista, es porque creemos que eso es hoy lo más adecuado para el trabajo que
pretendemos realizar. Entendemos que hay anarquistas que no acuerdan con el especifismo y no pensamos que sean
menos anarquistas por eso. Sólo pedimos respeto por nuestra elección, así como nosotros respetamos a aquellos que
hicieron otras elecciones.
* * *

Trataremos de continuar, brevemente, la perspectiva histórica y de las influencias del especifismo. Como vimos
el término especifismo fue desarrollado por la FAU y sólo llego al Brasil a fines del siglo XX. A pesar de eso, este término,
más que crear una nueva concepción de organización anarquista, busco agrupar una serie de concepciones
organizacionales anarquista ya existentes, que tomaron cuerpo del siglo XIX. El especifismo de la FAU reivindica las
influencias de Bakunin y Malatesta, de la lucha de clases del anarco–sindicalismo, del anarquismo expropiador; todo
eso, dentro de un contexto latino–americano. Intentaremos exponer, en los próximos párrafos, a partir de una
concepción propia, como entendemos a la experiencia histórica del especifismo: las principales experiencias pasadas,
en términos de organización anarquista, que hoy nos influencian.
La primera referencia histórica del especifismo es Bakunin, a partir de las concepciones de organizacionales que
constituirán la actuación de los libertarios en el seno de la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT), y que
darán cuerpo al anarquismo.
La AIT fue articulada a partir de las visitas de los representantes de las asociaciones obreras francesas a
Inglaterra, donde se contactarán con los líderes sindicales ingleses y exiliados alemanes –entre estos últimos, Karl
Marx. Políticamente, la composición de la que surgió la AIT fue heterogenia: marxista, blanquistas, republicanos,
sindicalistas y federalistas proudhonianos. Los marxistas acabaran por formar una mayoría en el Comité Central, para
la toma de decisiones, aliándose con los miembros de otras corrientes y asumiendo el control de este órgano. Tal
situación permaneció igual después de la sustitución del Comité Central por el Consejo General, en el congreso de
Ginebra de 1866. Vemos aquí, que los asociados anarquistas, sean inspirados por Proudhon, o fueran seguidores de
Bakunin, no poseían fuerza en el centro ejecutivo de la asociación. Eran más influyentes por medio de las bases,
manifestando esto en los congresos.
Se desarrollarán dos tendencias en el seno de la AIT: una centralista y una federalista. Entre los centralistas
autoritarios sobresalían los comunistas, teórica y políticamente orientados por Marx, los cuales contaban con la AIT
como instrumento para llevar al proletariado al poder político. Proyectaban constituir un Estado obrero preparado
para transformar la sociedad capitalista en comunista, pasando un periodo intermedio de reorganización, desarrollado
necesariamente por una dictadura. Entre los federalistas libertarios, se contaban los anarquistas, que defendían la
revolución social con la abolición inmediata de todas instancias de autoridad y la formación de una nueva sociedad

190
VV. AA.: “Textos Anarquistas”. Daniel Guérin (org.), LP&M; Porto Alegre, 2002; pp. 47-48.
191
Malatesta, Errico: “Escritos Revolucionários”; p. 62.
basada en la organización libre y federativa de los trabajadores, de acuerdo con sus ocupaciones, problemas e
intereses.
Esta divergencia básica se hizo presente desde el inicio y se manifestó bien visible ya en el congreso de Ginebra,
la primera reunión plenaria de la Internacional. Contra los autoritarios, estaban los mutualistas prodhunianos que
conducían el debate, apoyados por los colectivistas que ya pertenecían a la AIT, antes de que Bakunin estuviese afiliado
a ella. En los congresos de Lausanne (1867) y Bruselas (1868), el colectivismo fue conquistando espacio en relación al
mutualismo, siendo que en Basilea (1869) los colectivistas aparecerán predominando fuertemente, entre los
contrarios a la autoridad, y fortalecidos por la presencia de Bakunin. En el campo contrario, Marx, evitando
comprometerse personalmente en los congresos, hacía de sus intervenciones por medio de programas, informes,
circulares y propuestas del Consejo. En Basilea, Bakunin presento una propuesta contra el derecho de herencia. Marx
se le opuso; a pesar de eso, la propuesta fue aprobada.
Entonces en el contexto de la AIT, Bakunin constituye la Alianza [Internacional] de la Democracia Socialista,
juntamente con otros militantes anarquistas, que sería aceptada como sección de la AIT a mediados de 1869.
Entendemos a la Alianza como una organización especifica anarquista (nivel político) que actuaba dentro de la AIT
(nivel social). La Alianza era una organización de minoría activa compuesta por “los miembros más seguros, más
empeñosos, más inteligentes y más enérgicos, en una palabra, más íntimos”192. Ella fue creada para actuar
secretamente, tratando de considerar todos los asuntos que no se podían tratar públicamente y para actuar como
agente catalizador del movimiento obrero. La Alianza definió la relación entre los niveles político y social.

“La Alianza es el necesario complemento de la Internacional. […] Pero la Internacional y la Alianza,


aun cuando tienden a la misma finalidad, al mismo tiempo persiguen objetos diferentes. Una tiene la
misión de agrupar las masas obreras, los millones de trabajadores, a través de las diferencias de las
naciones y los países, a través de las fronteras de los Estados, en un solo cuerpo, inmenso y compacto; la
otra –la Alianza– tiene la misión de dar a esas masas una orientación realmente revolucionaria. Los
programas de una y otra, sin que en modo alguno sean opuestos, son diferentes por el grado mismo de
su respectivo desarrollo. El de la Internacional, si se lo toma con toda la seriedad del caso, contiene el
germen, pero solo en germen, todo el programa de la Alianza. El programa de la Alianza es la explicación
última del programa de la Internacional”193.

La práctica de la Alianza dentro de la AIT se enfrenta con que la tendencia autoritaria busca aislar y descalificar
la práctica de los libertarios. Después del Congreso de Basilea, los ataques al grupo al colectivista se intensifican. Marx
dirigió en 1870 dos comunicaciones privadas al Consejo General de las Secciones de la AIT, con severas críticas a las
posturas bakuninistas. Con esto, se preparaba el clima para la Conferencia de Londres del año siguiente, durante la
cual el grupo marxista intento imponer la doctrina de la conquista del poder estatal, y para el Congreso de la Haya de
1872. En esta plenaria, pidió la expulsión de Bakunin AIT, lo que obtuvo. En 1874, la Internacional estaba extinta.
La segunda referencia histórica del especifismo es Malatesta, militante que llego a ser parte de la Alianza
bakuninista y que fue un representante de la corriente organicista del anarco–comunismo. Pasada la tradición
colectivista del anarquismo de la época de Bakunin –que defendía, en la sociedad futura, la distribución a cada uno de
acuerdo con su trabajo– nació la corriente anarco–comunista –que defiende, a partir de entonces, la distribución a
cada uno de acuerdo con sus necesidades. Malatesta se caracterizó por defender, dentro de esta corriente, posiciones
contrarias al evolucionismo y al cientificismo, presentes en gran parte del movimiento socialista. Para Malatesta, el
futuro no estaría necesariamente determinado y por eso podría ser modificado a partir de la voluntad, de una
intervención voluntarista en los acontecimientos para proporcionar la deseada transformación social.
Critico férreo del individualismo, Malatesta defendía un anarquismo completamente basado en la organización,
un anarquismo que podríamos llamar “organicista”, y que, al igual que el anarquismo de Bakunin, sostenía una
actuación diferenciada en los niveles político y social. En el nivel político, Malatesta desarrollo su concepción de
organización especifica anarquista, a la cual dió el nombre de partido anarquista194: “entendemos por partido
anarquista al conjunto de quienes quieran contribuir para realizar la anarquía, y que, en consecuencia, precisan fijar
un objetivo a alcanzar y un camino para recorrer”195. Esta organización debería actuar en los llamados “movimientos
de masas” de la época e influenciarlos lo más posible y los sindicatos fueron el campo privilegiado escogido para el

192
Bakunin, Mikhail: “La libertad…”; p. 128.
193
Ibídem. p. 126.
194
No confundir el término partido utilizado aquí, con los partidos que participan de las elecciones o que buscan tomar el Estado
por medio de la revolución. Como ya enfatizamos, “partido anarquista” para Malatesta es lo mismo que organización especifica
anarquista.
195
Malatesta, Errico: “Escritos Revolucionários”; p. 56.
accionar de los anarquistas. Malatesta puntuó muy bien las diferencias entre el nivel político del anarquismo y el nivel
social, que constituía, en esa época, su espacio de inserción –el sindicalismo:

“Es mi opinión, que el movimiento obrero no es más que un medio –pese que no hay duda de que
es el mejor de medio de que disponemos. Pero yo me resisto a creer en ese medio como en un fin (…).
Los sindicalistas, por otro lado, tienen una cierta propensión a transformar los medios en fines y a
considerar las partes como siendo el todo. Y, de ese modo, para alguno de nosotros, el sindicalismo
comienza a transformarse en una nueva doctrina que amenaza la propia existencia del anarquismo. (…)
Lamenté, en el pasado, que los camaradas se aislaran del movimiento obrero. Lamento ahora que,
cayendo en el extremo opuesto, muchos entre nosotros se dejan tragar por el mismo movimiento. Una
vez más, la organización de clase obrera, la huelga, la acción directa y el boicot, el sabotaje y la
insurrección armada son apenas los medios; la anarquía es el fin”196.

Defendiendo el anarquismo que busca la transformación social a partir de la voluntad, Malatesta creía, así como
también nosotros creemos hoy, que la organización especifica anarquista debería actuar en el seno de las luchas de
clases, en medio de los movimientos sociales y, con ellos, llegar a la revolución social y al socialismo libertario –al cual
él llamaba anarquía. Por lo tanto, Malatesta busco crear tanto organizaciones específicas anarquistas, como fue el
caso del Partido Socialista Revolucionario Anárquico Italiano y de la Unión Anarquista Italiana; y también
organizaciones que actuasen en el nivel social, como en los casos de la Unión Sindical Italiana (USI), de la Alianza del
Trabajo, y de sindicatos en Argentina. Las posiciones de Malatesta fueron ampliamente difundidas por Luigi Fabbri,
otro anarco–comunista italiano, que también realizo una significativa contribución al especifismo.
Una experiencia para el especifismo, en nuestra concepción, fue también la del magonismo, en la fase de
radicalización del Partido Liberal Mexicano (PLM). Ricardo Flores Magón, su más activo militante, inicio en 1901 el
PLM, que había sido fundado un año antes. Durante la dictadura de Porfirio Díaz, tanto el PLM como el periódico
Regeneración fueron grandes opositores al régimen. A partir de la segunda mitad de la década del 1900, el PLM se
radicaliza, volviendo su discurso más combativo y creando una tensión interna en el partido, que aparta los elementos
menos radicales. El PLM no concurría a las elecciones, y sirvió solamente como espacio de articulación política
horizontal de los revolucionarios libertarios de la época, sin el objetivo tomar el Estado y establecer una dictadura,
pero para ponerle un fin al gobierno de Díaz, estableciendo el comunismo libertario después. El PLM se volvió
clandestino y organizo más de 40 grupos de resistencia armada y contaba también con miembros indígenas,
convencidos por la lucha por los derechos de las comunidades y contra las propiedades capitalista. Tras la
radicalización, se estableció con Francisco Madero una divergencia, por considerar que los medios pacíficos para
derrocar a Díaz estaban agotados.
El fraude electoral de 1910 comandado por Díaz, daría inicio la explosión de la Revolución Mexicana. Con el
aprisionamiento de Madero, su adversario en las elecciones, consiguió reelegirse nuevamente. Exiliado en San
Antonio, en Texas, Madero dirige el Plan de San Luís, convocando un levantamiento armado, además de declarar nulas
las elecciones de 1910, rechazando la elección de Díaz y declarándose presidente provisorio. Muchos rebeldes
atenderán al llamado revolucionario, entre ellos Emiliano Zapata, que tuvo un importante papel en la organización de
los indígenas de la región de Morelos, y Pancho Villa, un ex–ladrón de ganado y asaltante de bancos, muy reconocido
por los humildes de Durango y Chihuahua. Estaban unidos, en un frente anti reeleccionista, que daba a cada grupo
relativo grado de autonomía e independencia. Ya en 1911 y en medio de la Revolución y con apoyo del sindicato
estadounidense International Workers of the World (IWW), los anarquistas, que tenían al frente a Magón, ocupan la
región de Baja California, tomando ciudades de importancia como Mexicali. A fines del mes de enero, constituyen la
Republica Socialista de Baja California, la primera república socialista del mundo. Los magonistas tuvieron entonces
victorias en ciudades como Nuevo León, Chihuahua, Sonora, Guadalupe y Casas Grandes; espacios estos serían
perdidos después por la represión generada por el gobierno de Madero.
Las revueltas organizadas por Zapata en Morelos y el Plan de Ayala se constituirán como instrumentos de la
lucha de los campesinos por la revolución, siempre inspirados por el lema Tierra y Libertad, entonado por primera vez
Praxédis Guerrero y diseminado por los magonistas. Fruto de esta importante relación entre zapatistas y magonistas
fui la invitación de Zapata para que Magón llevase Regeneración a Morelos.
Después de eso, México se sumergió en un periodo de guerra civil e intento establecer una Convención, ya a
fines de 1914. Los hechos que se dieron como consecuencia, como la tentativa de toma de la Ciudad de México por
Villa y Zapata, la convocatoria de la Asamblea Constituyente por Carranza, que después sería electo presidente y
asesinado; y los conflictos que continuaban en el país, acabarán constituyendo el telón de fondo de la decadencia del
periodo revolucionario en el país.

196
George Woodcock: “Grandes Escritos Anarquistas”, p. 208; 212.
Otra referencia histórica importante para el especifismo es la participación anarquista en la Revolución Rusa. A
inicios de 1917, diversos regimientos se amotinaron en San Petersburgo, surgió un gobierno provisorio aclamado por
el parlamento y renacerán los soviets de 1905. El lema que los convocaba “todo el poder a los soviets” era evidente.
En el campo, en el sur de Ucrania, los campesinos de Guliaipole, aldea que desde la revolución de 1905 poseía una
fuerte organización anarquista, fundaran la Unión de Campesinos, que decidió luchar por la revolución social
independientemente del gobierno, buscando la autogestión de los medios de producción. En Petrogrado se reivindicó
el control operario de las fábricas y los marineros de Kronstadt, llevando banderas rojas y negras, marcharan sobre la
ciudad con el objetivo de instituir una república soviética autogestionaria. En octubre, soldados anarquistas y
bolcheviques, actuando de común acuerdo, conseguirán tomar el Palacio de Invierno y surgió, a partir de entonces,
una división de aguas entre los elementos revolucionarios autoritarios y los libertarios. Los primeros apoderándose
del aparato del Estado y avanzando hacia la dictadura del partido (bolchevique) único dirigido por un comité central
todo poderoso, y los segundos avanzando hacia al comunismo libertario y autogestionario, en la forma de los consejos
de soviets obreros, campesinos y del pueblo en armas.
Progresivamente, los bolcheviques pasaran a negar, suprimir, impedir y finalmente prohibir la difusión de las
ideas y prácticas libertarias. Ya a partir de 1918, los bolcheviques se posicionarán contra el control obrero de las
fábricas, fomentando la disciplina ciega de los operarios al partido, consolidando al poco tiempo la prohibición de
oposición al partido. Militarizaran el trabajo, expulsaran a los responsables electos en los soviets, obligando a estos a
someterse al poder central del partido y prohibirán las huelgas.
En lucha contra el Ejército Blanco, el ejército insurreccional de Majnó, en Ucrania, se alió a los bolcheviques en
varias ocasiones. Al derrotar la amenaza blanca, el ejército majnovista fue atacado y perseguido por el Ejército Rojo,
obligando a los sobrevivientes a que se refugiasen en otros países. Fue el fin del proceso de socialización
autogestionario en Ucrania, revertido represivamente por los bolcheviques a favor de formas estatizantes y totalitarias
de organización y control social por una nueva clase dirigente. Los marineros de Kronstadt –que exigían que los
delegados de los soviets volviesen a ser escogidos por elección, libertad para los anarquistas y otros grupos de
izquierda; que se volvieran a reunir los sindicatos y organizaciones campesinas; la libertad de los presos políticos; la
abolición de los oficiales políticos; la misma alimentación para todos– son muertos por los bolcheviques.
A pesar de que esta revolución proletaria y libertaria termino siendo usurpada y dominada por los bolcheviques,
a partir de su toma del aparato del Estado, a los anarquistas les cupo pecar por omisión en la cuestión de la
organización. Esta reflexión fue formalizada años después, por inmigrantes rusos que estaban en Europa, en un
documento llamado Plataforma Organizacional de los Comunistas Libertarios. Majnó, Arshimov y otros formalizaran
en este documento sus reflexiones sobre la organización anarquista, a partir de la experiencia de la Revolución Rusa.
Este documento introdujo importantes reflexiones sobre la importancia del involucramiento de los anarquistas en la
lucha de clases, de la necesidad de una revolución social violenta que derrumbe al capitalismo y al Estado, y que
constituya el comunismo libertario. Hizo, también, una relevante contribución sobre la cuestión de la transición del
capitalismo al comunismo libertario y sobre la defensa de la revolución. La Plataforma defiende una organización
anarquista, en el nivel político, que actué en medio de los movimientos sociales, el nivel social, y enfatiza que la función
de la minoría activa de la organización anarquista. Además de eso, hizo importantes contribuciones sobre el modelo
de organización del nivel político de los anarquistas. Por estas cuestiones, es un importante documento y posee una
gran influencia en el especifismo.
A pesar de esto, no entendemos que el especifismo sea la misma cosa que el plataformismo. Como estamos
intentando mostrar a lo largo de este texto, para nosotros, el especifismo es mucho más amplio que el plataformismo
y tiene sus bases teóricas en las concepciones organizacionales de Bakunin y Malatesta. La Plataforma, para nosotros,
reivindica estos autores y trae nuevas contribuciones y, por tanto, debe ser considerada una contribución al
especifismo, pero no la contribución más importante. Otro hecho que debe ser tenido en cuenta es que la Plataforma
fue redactada sobre una experiencia de actuación militar de los anarquistas, en medio de un proceso revolucionario y
no debe ser descolocada de este contexto. Entendemos que esta forma de organización, tal como la expresa la
Plataforma, no debe ser aplicada al detalle en situaciones no revolucionarias. Ella es más una contribución para la
discusión de la actuación militar anarquista, que un documento para discutir la organización anarquista en todos los
diferentes contextos.
Así como la Revolución Rusa, también consideramos la referencia a la Revolución Española de 1936. Durante
aquellos años, una revolución social fue efectivamente llevada a cabo. Una revolución bajo fuego cruzado, que
pretendía alcanzar todos los sectores, de las injustas estructuras económicas hasta el cotidiano de la población; de las
decrepitas nociones jerárquicas hasta las históricas desigualdades entre hombres y mujeres. Y todo eso fue obra de
los anarquistas.
Las influencias del anarquismo llegaran a España por medio de Guiseppe Fanelli, aliancista y militante muy
próximo a Bakunin. Fundada en 1910, la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) fue la mayor expresión del anarco–
sindicalismo en España y vivió, hasta la década de 1920 entre momentos de flujo y reflujo, una constante represión de
la cual fui víctima. Fundada en 1927, la Federación Anarquista Ibérica (FAI) era una organización clandestina volcada
a la actividad revolucionaria que, de entre sus objetivos, buscaba oponerse a las corrientes reformistas de la CNT. La
acción fue exitosa y los anarquistas revolucionarios obtuvieron la hegemonía de la CNT.
En 1936, el Frente Popular (reuniendo a los partidos de izquierda) tenía la posibilidad de vencer en las urnas.
Los anarquistas de la CNT acaban apoyando tácticamente al Frente, pues eso significaría la liberación de los
compañeros presos. Con el aval de la CNT, fue posible la victoria del Frente Popular. No obstante, los fascistas no
aceptaran la derrota. El 18 de junio de 1936, irrumpe el movimiento golpista de los falangistas, entre los cuales se
destacó Francisco Franco. Así se inició la explosión revolucionaria que sumiría al país en tres años de la guerra civil. En
una primera fase (de julio de 1936 al inicio de 1937), los anarquista estarán entre los grupos que más se destacan. La
acción de los militantes en aéreas como Cataluña fue ejemplar. Las estructuras republicanas pasaran a las
organizaciones populares, en un intenso y floreciente proceso de colectivización. Las fábricas fueron ocupadas y
medidas sociales implementadas inmediatamente, tales como: igualdad de salarios entre mujeres y hombres, servicio
médico gratuito, salario permanente en caso de enfermedad, disminución de la jornada laboral, y aumento de los
salarios. Fueron colectivizados los servicios de la industria metalúrgica, la maderera, el transporte, la alimentación, la
salud, la prensa, los espectáculos y las propiedades rurales. Para combatir las fuerzas fascistas, se establecerán milicias
que avanzaran en distintos frentes, destacándose la columna liderada por Buenaventura Durruti.
En una segunda fase (de 1937 a 1939), el avance de la contra-revolución fue devastador. Los falangistas contaran
con el apoyo decidido de Hitler y Mussolini. La resistencia estaba mal pertrechada y en inferioridad numérica. Las
Brigadas Internacionales, formadas para detener el avance nazi-fascista, contaban con pocos combatientes. Para
completar, no llego ninguna ayuda de las naciones liberales (Francia e Inglaterra), que una vez más se lavaron las
manos. El “apoyo” de la URSS se manifestó como un verdadero “presente griego”. Al interior de la lucha contra el
fascismo, paralelamente se desarrollara la caza –promovida por los estalinistas– de los anarquistas y de los
heterodoxos del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM). Los avances obtenidos por la CNT/FAI fueron
destruidos por los que buscaban restablecer las bases del Estado (sectores moderados de la Republica, comunistas y
socialistas). Los comunistas comenzaron a ganar posiciones claves en el gobierno. Los anarquistas tuvieron que ceder
más de una vez ante las circunstancias desfavorables: algunos miembros de la CNT acabaran participando del gobierno.
En Brasil, podemos decir que, aunque la corriente especifista no fue realmente realizada en su plenitud, nuestras
referencias ideológicas las tomamos de algunas iniciativas del pasado y de otras que juzgamos signatarias de la misma
corriente en la historia más reciente del país. Entendemos que desde los primeros años del siglo XX, anarquistas
vinculados al “organizacionismo”, particularmente seguidores de Malatesta, se esforzaran a fin de organizar el mayor
número posible de compañeros con vistas a formar una organización con estrategias y tácticas comunes, basada en
acuerdos tácitos y un claro entendimiento del grupo.
Fueron estos mismos los responsables por la realización del Primer Congreso Obrero Brasilero, en 1906, y por
las iniciativas más alentadoras del anarquismo nacional. Tales anarquistas preparan las condiciones que permitirán la
plena inserción de los anarquistas en los sindicatos, en la vida social, con la formación de escuelas y de grupos teatrales,
además de una razonable producción escrita. Fue también, y en gran medida, la corriente del “organizacionismo” la
que acabo por ayudar a la Insurrección Anarquista de 1918, en la creación de la Alianza Anarquista de Rio de Janeiro,
en la formación del Partido Comunista Brasilero, de creación libertaria, en 1919, y en los eventos que distinguirán a
los anarquistas de los bolcheviques, en los años 1920.
En esta primera fase se destacan los nombres de Neno Vasco, José Oiticica, Domingos Passos, Juan Peres Bouzas,
Astrojildo Pereira (hasta 1920) y Fábio Luz. Posteriormente, después de un adormecimiento del anarquismo social por
casi dos décadas, resurge parte de la tradición organizacionistas del diario Acción Directa y, con la consumación del
golpe militar de 1964, perderíamos nuevamente nuestra principal fuerza en ese campo, representada por Ideal Peres
y en los estudiantes de Movimiento Estudiantil Libertario.
Finalmente, otra influencia latina del especifismo que defendemos es la Federación Anarquista Uruguaya (FAU),
formada en 1956 a partir de las influencias de la lucha clasista y anarco-sindicalista, por los modelos organizacionales
de Bakunin y Malatesta, y por el anarquismo expropiador de región del Rio de la Plata. Buscando desarrollar un
anarquismo volcado a los problemas latinos, la FAU realizo, desde su creación, un trabajo en diversos frentes. Participo
de las actividades de la central sindical Convención Nacional de Trabajadores (CNT), que sostenía un modelo no
burocrático, con democracia interna y de tendencia clasista. Fueron creados gremios de acción directa dentro de la
Tendencia Combativa. Cuando fue decretada su ilegalidad en 1967, la FAU pasó a la clandestinidad.
En este mismo periodo de clandestinidad, con mucha represión y encarcelamiento de militantes, la FAU
consiguió mantener su actividad sindical en la CNT, en el movimiento estudiantil, en la lucha contra el
colaboracionismo del PC. Hizo circular su publicación en Cartas de la FAU. En 1968 fue fundada la Resistencia Obrera
Estudiantil (ROE), entidad de masas de la organización, que inicio una estrategia de confrontación, con ocupaciones
de fábricas con participación estudiantil y de sindicalistas en marchas estudiantiles. Paralelamente a la organización
de masas, la FAU desarrollo al final de la década de 1960 la organización de su “brazo armado”, la Organización Popular
Revolucionaria–33 Orientales (OPR-33), que llevo a cabo una serie de acciones de sabotajes, expropiación económica,
secuestro de políticos y/o patrones particularmente despreciados por el pueblo, apoyo armado a huelgas y
ocupaciones de lugares de trabajo, etc. La FAU abandono el foquismo como paradigma de la lucha armada, evitando
la militarización y teniendo inserción social en medio de la población. Con la dictadura de 1973, la FAU dirigió sus
esfuerzos a una huelga general que paralizó al país por casi un mes. Desarrollo trabajos clandestinos y teniendo varios
militantes presos, torturados y muertos. Con la abertura política, se reorganizo y desarrollo trabajos dentro del
paradigma especifista que defendemos actualmente, con tres frentes de inserción: sindical, estudiantil y comunitaria.
En suma, nuestra concepción de las referencias históricas del especifismo no es dogmática. Poseemos
influencias amplias que se inician con las concepciones de Bakunin y de los aliancistas de la AIT, pasan por las
concepciones de Malatesta y sus experiencias prácticas en los niveles político y social, así como por las experiencias
de Magón y el PLM en el seno de la Revolución Mexicana. También nos influencian las experiencias de los anarquistas
en la Revolución Rusa, destacándose la makhnovtchina en Ucrania y las reflexiones organizativas realizadas por los
rusos en el exilio, así como las experiencias de los anarquistas de la Revolución Española en torno de la CNT-FAI. En
Brasil, tenemos influencias del “organizacionismo” anarquista, destacándose las experiencias de la Alianza Anarquista
de Rio de Janeiro de 1918 y el Partido Comunista (libertario) de 1919. Finalmente, las influencias de la FAU, tanto de
su lucha contra la dictadura, como en su actuación en frentes, con sindicatos, movimientos comunitarios y
estudiantiles. Todo este conjunto de concepciones y experiencias contribuyo a nuestra concepción del especifismo.
Actualmente el especifismo es defendido por diversas organizaciones latinoamericanas y se desarrolla en la práctica,
sin utilizar este nombre, en otros lugares del mundo.
(10)

Conclusión y resumen.
“Al trabajo compañeros! La tarea es grande. Al trabajo, todos!”
Errico Malatesta

El I Congreso cumplió completamente sus objetivos, realizándose en un clima de gran solidaridad entre los
militantes. Proporciono el debido espacio para las reflexiones, comentarios, debates y conclusiones. Las valoraciones
de todos los militantes fueron bastante positivas.
Se resaltó la importancia de tener una generación de militantes más viejos y experimentados en la organización,
que fueron (y son) fundamentales para que el conocimiento militante de las generaciones anteriores no se perdiese y
para la formación y orientación de la nueva generación. A la “vieja guardia” el Congreso le rindió sentido homenaje.
La “nueva guardia”, también fue reconocida en el Congreso, dado que vienen ayudando a poner en práctica lo que los
viejos siempre defendieron. Los militantes que están en la lucha desde los 1970, 1980 y 1990 resaltaran la importancia
de este momento, que apunta a la continuidad de una militancia que, para nosotros, se inició con Juan Perez Bouzas,
pasa por toda la historia de lucha de Ideal Peres, por el Circulo de Estudios Libertarios (CEL), que después se transformó
en el Centro de Estudios Libertarios Ideal Peres (CELIP), y que, en 2003, se constituyó en la FARJ. Juzgamos estar
poniendo en práctica las aspiraciones de los diversos personajes de esta historia, a los cuales creemos estar dando
debida continuidad.
En este momento, el objetivo es continuar en la búsqueda por el vector social del anarquismo. Colocar el
anarquismo en contacto con los movimientos sociales, buscando la creación de una organización popular. Eso estamos
intentando hacer por medio de nuestros tres frentes.
El frente de los movimientos sociales urbanos (nuestro antiguo frente de ocupaciones) viene realizando un
trabajo permanente con las ocupaciones urbanas de Rio de Janeiro desde 2003, y dando continuidad de las
experiencias que tuvimos con el movimiento sin techo desde la década de 1990. Este frente descansa también, en este
momento, en la reconstrucción del Movimiento de Trabajadores Desempleados de Rio de Janeiro (MTD), que lucha
por el trabajo en todo el país, y existe en Rio de Janeiro desde 2001. El MTD retoma fuerzas ahora reorganizándose y
nucleando a las personas de las comunidades pobres para la lucha. Además de esto, este frente posee relaciones con
el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), para el cual viene ofreciendo, en San Pablo y en Rio de
Janeiro, cursos de formación política. El frente es cercano y realiza actividades, también, con otras entidades y
movimientos sociales como Asamblea Popular (RJ) y al Frente Internacionalista de los Sin Techo (FIST).
El frente comunitario es responsable por la gestión del Centro Cultural Social de Rio de Janeiro (CCS–RJ), un
espacio social abierto, que mantenemos en la zona norte de la ciudad y que congrega una serie de actividades
comunitarias de reciclaje de desperdicios, apoyo escolar y un curso pre–universitario para la comunidad de bajos
recursos del Morro dos Macacos, talleres de teatro, eventos culturales, conmemoraciones y reuniones de diversos
tipos. Este frente también es responsable por la gestión de la Biblioteca Social Fábio Luz (BSFL), que existe desde 2001
y, en cuyo ámbito funciona el Núcleo de Investigaciones Marques da Costa (NPMC) que, fundado en 2004, tiene el
objetivo de profundizar en la teoría para la organización, además de investigar en la historia del anarquismo en Rio de
Janeiro. Además de eso, el frente comunitario administra el CELIP, espacio público de la FARJ que tiene el objetivo de
realizar las exposiciones y debates para atraer a los nuevos interesados en el anarquismo.
El frente agroecológico, llamado Anarquismo y Naturaleza, actúa en movimientos sociales rurales y en los grupos
que trabajan en agricultura y ecología social. El posee contactos y trabajos con el MST, la Vía Campesina y espacios
como la Cooperativa Floreal y el Núcleo de Alimentación y Salud Germinal. Realiza talleres pedagógicos en
ocupaciones, escuelas y comunidades pobres. Todo eso, con el objetivo de rescatar la agricultura, la agroecología, la
ecología social, la eco-alfabetización y la economía solidaria. Busca involucrar en sus actividades a trabajadores,
militantes de los movimientos sociales y estudiantes.
Para atender a una demanda muy importante, encabezamos un proyecto “transversal”, en el cual se insertan
todos los frentes, que se llama Universidad Popular (RJ). Tal propuesta se desdoblo, de hecho, en una iniciativa de
educación popular anticapitalista, orientada hacia la transformación de la sociedad, teniendo como táctica la
formación política en el seno de los movimientos sociales. Otros trabajos “transversales” también vienen siendo
realizados, como la edición del periódico Libera; de la revista Protesta! (juntamente como los compañeros de San Pablo
del Colectivo Anarquista Tierra Libre); y libros como El Anarquismo Social de Franz Mintz, El Anarquismo Hoy de la
Unión Regional Ródano–Alpes y Ricardo Flores Magón de Diego Abad de Santillán. Finalmente hay trabajos internos
de formación política, relaciones, gestión de recursos, entre otros.
Hay trabajo siendo realizado y mucho trabajo por realizar. Y, realmente, como otrora dijo Malatesta, la tarea es
grande. Sabemos que hay muchas cosas para hacer y conocer la extensión de nuestro proyecto de transformación
social, al contrario de desmotivarnos, viene siendo el combustible que cada vez más nos motiva y nos conduce, a esta
tarea que es tan urgente realizar.
Esperamos que esta breve contribución teórica pueda auxiliar en la construcción de un anarquismo militante,
en más las diversas localidades.

Por el anarquismo social!


Por el regreso de la orientación social del anarquismo!
Revolución social y socialismo libertario!
Bibliografía.
1. Dielo Trouda: “Plataforma organizativa por una Unión General de Anarquistas”. Traducción, a partir del
original ruso y de la versión francesa indispensable de Alexandre Skirda, por Frank Mintz abril-mayo de 2004.
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