Professional Documents
Culture Documents
Este documento fue hecho sin fines de lucro, ni con la intención de perjudicar al
autor (a). Ninguna correctora, traductora o diseñadora del foro recibe a cambio
dinero por su participación en cada uno de nuestros trabajos. Todo proyecto
realizado por Paradise Book es a fin de complacer al lector y así dar a conocer al
autor. Si tienes la posibilidad de adquirir sus libros, hazlo como muestra de tu
apoyo. 2
¡DISFRUTA LA LECTURA!
Staff
Moderadoras
Tessa & Carolina Shaw
Traductoras
Veritoj,vacio Esthermaslow
Niika Taywong
Ezven Tessa
3
RRZOE Lipi Sergeyev
Julii.Camii Walezuca
León Yira
Micafp_2530 Gigi
Jessgrc96 Corazon_de_tinta
Diseño
orwzayn
Ìndice
Sinopsis Capítulo 17
Prólogo Capítulo 18
Capítulo 1 Capítulo 19
Capítulo 2 Capítulo 20
Capítulo 3 Capítulo 21
Capítulo 4 Capítulo 22
Capítulo 5 Capítulo 23 4
Capítulo 6 Capítulo 24
Capítulo 7 Capítulo 25
Capítulo 8 Capítulo 26
Capítulo 9 Capítulo 27
Capítulo 10 Capítulo 28
Capítulo 11 Capítulo 29
Capítulo 12 Capítulo 30
Capítulo 13 Capítulo 31
Capítulo 14 Epílogo
Capítulo 15 Sobre el Autor
Capítulo 16
Sinopsis
C
onfiando de nuevo y enfrentando las mentiras que habían rodeado
su vida entera, Beulah está lista para seguir adelante. Ama y disfruta
del hombre con el que ha encontrado la felicidad.
Cuando el pasado vuelve una vez más con un último esqueleto en el
armario.
Sweet #3
5
Prólogo
Traducido por Niika.
9
1
Traducido por Niika.
Beulah
L as fotos podrían haber sido de cuando Stone era un niño. Sin Jasper
señalándolo, habría visto el parecido. Incluso con mi corazón gritando
que no, mi cabeza había reconocido la verdad. Sólo sabía lo que
Geraldine me había contado sobre padre de Stone. Lo que sabía no era bueno. 10
La falta de emoción que Stone mostró ante la mención de su padre también fue
la confirmación de que el hombre era malo.
Pero Stone tenía un hijo. Un hijo que permitió que su padre criase.
—¿Cuántos años tiene? —pregunté mientras escuchaba los pasos de Stone
hacían eco subiendo por las escaleras. Estaría aquí en cualquier momento. Le
vería. Su rostro. Y cuando le mirase, vería al niño.
—Seis o siete. No estoy seguro. Nunca le he visto —respondió Jasper.
Escudriñé la última foto. Era la más reciente del montón que Jasper me
había pasado. Y supe que Stone ya estaba aquí, porque podía sentirle. Estaba
concentrado en mí. La corriente que estaba presente siempre que estaba cerca
de mí seguía haciendo hormiguear mi piel.
—¿Qué es lo que ella tiene, Jasper? —Su voz era dura. Fría. Amenazante.
—Fotos de Wills —contestó Jasper. El desafío estaba implícito.
Elevé la vista hacia Stone de manera inquisitiva, pero se había girado hacia
Jasper. La expresión y el cuerpo de Stone parecían estar vibrando con ira. La furia
ardía vivamente haciendo difícil inhalar. El miedo comenzó lentamente a
desarrollarse dentro de mi pecho, pero no me moví. No estaba segura de lo que
haría si el distanciamiento entre Jasper y Stone se volviese físico. ¿Cómo los
detendría?
—¿Por qué? —La única palabra era simple, pero la hostilidad tras ella me
hizo temblar.
Jasper se movió nerviosamente. Él conocía a Stone mejor que nadie. La
reacción de Stone era una que Jasper debería haber esperado. Y aun así, entró
en este edificio y me trajo las fotos.
—Ella tiene que saber. Te aseguraste de que supiese acerca de todas las
mentiras rodeando a mi familia y a la suya. Era la hora de que supiese todas las
mentiras que te envuelven.
Stone dio un paso hacia él. Sus manos estaban hechas puños firmemente
en sus costados mientras los músculos de sus antebrazos se flexionaban en
respuesta. Las venas resaltaban en contraste con su bronceada piel.
Era incapaz de respirar, mucho menos de hablar o moverme. Era como si
estuviese observando esto en un sueño. Un sueño que me dejó sin el control de mi
cuerpo. Era una espectadora observando todo desarrollándose poco a poco.
—¿Es así? —La voz de Stone no contenía emoción, pero la rabia estaba ahí.
Justo por debajo—. ¿Es así como escoges terminarlo?
Jasper no respondió. Hubo silencio. Mis ojos permanecieron en Stone. Si se
lanzaba a por Jasper, no sería capaz de detenerle. Le observé con mi cuerpo
completamente en ascuas, por si el delgado aguante de su ira se rompía.
Stone dio otro paso hacía él. —No conseguiste lo que querías. Y esta fue tu
respuesta.
—Tenía que acabar antes de que ella resultase herida de nuevo. —Jasper 11
sonó a la defensiva.
Los ojos de Stone se estrecharon, su mandíbula se tensaba y movía cuando
inhalaba rápidamente por la nariz.
Jasper estaba manejando esto más que pésimamente. No era que podría
haber un resultado bueno por sus acciones. Pero debería decir lo que pienso. Tal
vez, podría preguntarle acerca del niño. Tenía que dirigir la atención hacia mí,
pero estaba congelada.
—Estoy hablando de los años de amistad. Eras mi familia, Jasper. Y esto…
esto… —señaló a las fotos en mi mano—. ¿Esto es todo? ¿Es así como quisiste
acabar con nosotros?
Jasper no fue rápido con su respuesta. No importaba porque no podía
quitar los ojos de Stone. Todo lo que podía ver era el dolor alzándose a través de
la ira mientras miraba amenazadoramente a Jasper.
—¿Ibas a contárselo? No, no lo ibas a hacer. Ibas a lastimarla de la misma
forma en que lo hizo mi madre. Ella no se merece eso. Esto fui yo protegiéndola.
—No, Jasper. Esto fuiste tú vengándote como el niño mimado que aún eres
—gruñó con repulsión—. Vete. Vete antes de que lance tu lamentable jodido
trasero por la ventana más cercana.
No creí que Jasper se fuera. Mi cuerpo estaba encogido tan severamente
como podía, preparándose para el primer golpe. Pero Jasper retrocedió. Se alejó
de Stone, pero se detuvo en pasillo frente a las escaleras.
—Ahora lo sabe. Es todo lo que importa. —Había perdido su petulante
indignación.
—¡Vete! —La voz de Stone sacudió las ventanas.
Finalmente conseguí arrancar los ojos de Stone para ver a Jasper
retirándose. Aún tenía las fotos en mi mano. Cuando bajo el primer escalón, volvió
su mirada hacia mí. —Tienes mi número.
Stone se giró y se lanzó hacia Jasper mientras estiraba el brazo y agarré su
brazo para detenerle.
—No lo hagas. —Por fin logré decir algo—. Esto no es por él.
Esto no era por Jasper. Stone se sentía traicionado. Aunque debería de
sentir lo mismo, mi pecho dolía por él. Stone no había sido el que me había
contado los secretos de los Van Allan. Había sido el que enmendó las mentiras.
Las acciones de Jasper fueron diferentes. Él había escogido hacer daño a Stone.
Había buscado provocar dolor. Stone no tenía una auténtica familia y acababa
de perder la confianza en la única familia que le importaba.
Cuando Stone se giró hacia mí se veía derrotado. La furia se había ido,
sustituida ahora por la melancolía. Lucía vacío. Quería abrazarle. Asegurarle que
todo iba a ir bien. Pero las fotos en mi mano no habían desaparecido. La verdad
detrás lo que sostenía colgaba entre nosotros.
—¿Es tuyo? —pregunté. Esperar era imposible. Aunque sufría por Stone, en
este momento necesitaba que se explicase. Que me asegurase que no era un
hombre sin corazón que permitió que su hijo fuese criado por el hombre que le 12
había maltratado cuando era un niño.
—Su madre era nuestra criada. Tenía quince cuando mi padre la contrató.
Ella era joven… siempre vestida con faldas cortas y camisas ajustadas. Me sedujo
y me enseñó todo sobre el sexo. Lo que pasó entre nosotros no fue amor. Fue
únicamente lujuria. Exitosamente, tentó y se casó con mi padre a la vez que
teníamos sexo. La hice parar de venir a mi cuando se casaron. Un mes después
de su boda, las náuseas matutinas empezaron.
Paró de hablar. Estaba perdido en el pensamiento, su concentración era
intensa. Una arruga se había establecido en su frente—un resultado directo del
ceño fruncido por la ira en su cara.
No dije nada. No podía moverme de donde estaba parada, simplemente
esperé.
—Mi padre me golpeaba desde que tenía cinco años hasta que le
sobrepasé a los dieciséis. No me refiero a con un cinturón. Cuando era pequeño,
me tiraba al suelo por el cabello y me pateaba. Me llamaba por nombres por los
que ningún padre debería llamar a su hijo nunca. Me rompió los huesos un par de
veces, pero sobreviví. Cuando crecí, me lanzaba puñetazos. No se volvía menos
violento. Había crecido, por lo que utilizaba más fuerza. Era difícil de lastimar… —
Se detuvo e inhaló profundamente antes levantar la cabeza. Su expresión estaba
carente de cualquier emoción. Era un hueco vacío, y eso me quebró.
—Cuando mi madrastra me dijo que estaba embarazada, creí que mi vida
se había acabado. En el mundo de mi padre, todo le pertenece. Siempre
consigue lo que quiere. Si alguien intenta quitarle algo, su crueldad no tiene
límites. Cuando descubrió que su hijo se había acostado con su nueva esposa
antes de que él lo hubiera hecho, mi estatus como hijo al que había maltratado
desapareció. En un instante, me había convertido en una amenaza. Alguna
jodida forma de competencia.
Tenía un nudo en el estómago. Me sentía enferma. Sabía que su padre le
lastimaba, pero nunca supe el alcance de su abuso. ¿Cómo era Stone un adulto
funcional y exitoso tras esa infancia? ¿O lo era? No le conocía tan bien. Me había
estado ocultando a su hijo. Podría estar ocultando más cosas. ¿Tenía más
oscuridad en su interior que escondía? Me odiaba por pensar que era un
mentiroso. Pero el temor estaba ahí. ¿Cómo no podría estarlo?
—Sigues trabajando para él. Está criando a tú hijo. —Me detuve después de
decir eso en voz alta. Enfrentarlo y aceptarlo eran dos cosas distintas.
Stone bajó la barbilla como si necesitase un momento para reagruparse.
Cuando alzó la cabeza lucía como un hombre que estaba rogando
silenciosamente y preparando una batalla al mismo tiempo. —¿Crees que Wills es
mi hijo?
Es una pregunta de la que había creído que sabía la respuesta hasta que
me la hizo. Tenía la prueba en mi mano. ¿No estaba la paternidad de Will
probada ya? Él no había negado nada. Había explicado su relación con su
madrastra. No estaba segura de por qué me estaba preguntando esto ahora.
Creí que había explicado el porqué, tratando de ayudarme a entenderlo.
Sujeté las fotos. —Sí. 13
Quería que Stone dijese algo, pero no lo hizo. Con esa única palabra, su
cara se cerró completamente. Esa mirada apática y agotada que odiaba tanto
había regresado.
Se enderezó, pasó por enfrente de mí y bajó por el pasillo. No paró o dijo
una palabra. Todo lo que escuché fue la puerta de su habitación cuando se
cerró tras él.
2
Traducido por Niika.
Beulah
E
speré, insegura de ser capaz de quedarme.
Después de que habían pasado diez minutos, y él no había
salido de su habitación, decidí que no podía quedarme con Stone. 14
Sabía que estaba dolido… Jasper había cortado profundamente en
él. Pero me había dejado sola cuando necesitábamos hablar.
Mi habitación parecía estar muy lejos ahora. Todo lo que poseía todavía
estaba en esa habitación, a pesar de que había estado durmiendo en la suya. Ni
siquiera podía caminar hacia la mía. Necesitaba marcharme así podría
acurrucarme en privado. Tenía que encontrar la forma de controlar la absoluta
angustia que me había superado. Hacer eso aquí, tan cerca de Stone, me hacía
sentir vulnerable.
No tenía ningún lugar al que ir, pero tenía un auto.
Mi bolso todavía estaba sobre la mesa de la entrada. Mi corazón pesaba
mientras estaba de pie sopesando mis opciones. Era plenamente consciente de
que si la dejaba, podría significar el final con Stone. Puede que nunca regresase
al interior de este apartamento. El hombre al final del pasillo todavía tenía mi
corazón, incluso después de descubrir su secreto. Para mí no tenía importancia si
Stone tenía más secretos oscuros que revelar. Cerré los ojos con fuerza mientras
estos ardían con lágrimas. La comprensión de que, aunque Stone pudiera estar
escondiendo un retorcido y desagradable lado de él, no disminuía mi amor por él.
Lo cual me hacía igualmente retorcida.
Caminando hacia la puerta, recogí mi bolso y me marché. El peso de la
puerta cerrándose tras de mí contenía demasiado significado. La desesperación
pesaba sobre mí haciendo difícil marcharme. Cada paso lejos de él, de la
felicidad que había encontrado ahí, desgarró mi corazón. Lo que quería y lo que
era correcto eran dos cosas diferentes.
Me detuve en el primer escalón y miré hacia atrás. Recuerdos, tantos
pequeños y adorables recuerdos estaban ahí dentro. ¿Cómo los dejaba atrás?
¿Tenía que darme la vuelta y olvidar que mi corazón permanecía con él?
Cuando comencé a bajar las escaleras finalmente encontré una forma de
respirar a través de la pena. Sería una cosa constante. Algo que no me
abandonaría con facilidad. Si lo hacía alguna vez.
Cuando llegué al segundo piso, la puerta estaba abierta y Fiona estaba ahí
de pie.
Su cadera descansaba contra el marco de la puerta y sus brazos estaban
cruzados sobre su pecho. Llevaba puesto uno de sus atuendos de correr. Pero no
parecía que estuviera saliendo a correr. Sus ojos estaban en mí. Observándome.
La compasión estaba ahí, como si lo supiera.
—¿A dónde vas? —me preguntó.
—No estoy segura. —Mi auto era el único sitio que había resuelto hasta
ahora.
Dejó caer los brazos y dio un paso atrás para despejar el camino a su
apartamento. —Ven dentro.
El apartamento de Fiona estaba demasiado cerca del de Stone. Levanté la
vista y creí, por un momento, que si me alejaba lo suficientemente lejos, mi
corazón puede que doliese menos. Sabía que no era cierto. Nada iba a reducir el
dolor, pero quedarme cerca de él puede que fuese más sencillo.
Fue difícil aceptar que él había escogido estar solo esta noche, cuando 15
sabía que me necesitaba.
—Puede que él quiera que me marche del edificio. —Por más que doliese
contárselo a Fiona. Sabía que Stone podía ser muy torpe. Además, se había
alejado de mí. La última vez que vi su cara, estaba tan vacía. Como si hubiese
muerto para él. Los recuerdos se habían ido. No quedaba nada.
Fiona suspiró. —¿Quién te crees que me llamó y me dijo que te diese
alcance antes de que pudieras marcharte? No estaba parada aquí por
casualidad mientras tú hacías tu fuga.
Un rayo de esperanza que fluyó a través de mí no fue suficiente para aliviar
totalmente mi dolor. Pero era algo. —¿Stone te ha llamado? —Necesitaba una
confirmación.
Asintió. —Sí. Dijo que no tenías ningún lugar al que ir y que no quería que
durmieses en tu auto. Me pidió que te interceptase. Y si aun así te marchas y te
niegas a quedarte, voy a llamarle. Necesita saberlo.
Porque quería que estuviera segura. Las lágrimas llenaron mis ojos de
nuevo. Quería desplomarme en el suelo y llorar hasta que el dolor se fuese, o se
entumeciese. Lo que llegase primero.
—¿Vas a entrar antes de que te derrumbe? Porque, si Mack y Marty te
escuchan aquí afuera, llorando, van a involucrarse. No estoy segura de que
quieras eso.
No quería que se involucrasen. Explicarle esto a alguien más no era una
opción. Además, no era mi secreto para contar. A pesar de que era uno horrible,
no podría traicionar a Stone contándolo. Había abandonado a su hijo cuando él
mismo era solo un niño. Lo único que había impedido que eso se volviese una
excusa, era que Stone era un hombre ahora. Uno exitoso.
Fiona permaneció ahí, observándome. Marcharme podía ser lo más
inteligente que podía hacer. Eso daría un final a este doloroso día. Pero no podía
hacerlo. Necesitaba que Stone me hablara. Tenía que ayudarme a
comprenderlo. Necesitaba un motivo para creer que era bueno en el interior.
Quería creerlo tan desesperadamente. No podía creer que él podría ser tan
desalmado con su hijo. Tenía que haber más.
Por eso, no me iría. Stone merecía la oportunidad de enmendar esto. Era
posible que Jasper no supiese los hechos.
Cuando comencé a caminar hacia ella, Fiona suspiró con alivio en su cara.
—Gracias a Dios. Estoy tan cansada del drama que habría seguido a que
hubieras salido de este edificio.
Me detengo. —¿A qué te refieres?
Fiona cerró la puerta y se giró para caminar en torno a mí. —Stone habría
salido disparado tras de ti como un loco. No sé qué está pasando con ustedes.
Pero ese hombre sonó más desesperado de lo que le he escuchado alguna vez.
No, déjame ser clara. Nunca le había escuchado desesperado. Él no muestra
emoción.
16
Ese era el hombre que conocía. Las cosas desinteresadas que le había visto
hacer. Estas no encajaban con el hombre que tenía un hijo y le dejó con un
padre maltratador. Se me estaba escapando una pieza. Lo sabía. Tenía que estar
haciéndolo.
—¿Tienes hambre? —preguntó.
Dudaba que comiese algo pronto. Mi estómago no podría manejar la
comida en el estado en el que estaba.
Reprimí la cara de desagrado que tenía ganas de hacer. —No, estoy bien.
—¿Quieres hablar de ello o estar a solas para que así puedas llorar y toda
esa mierda.
—Creo que necesito estar sola —le dije con sinceridad.
Inclinó su barbilla hacia mí. —Eso pensé. Ven por aquí.
La seguía a través de la zona de estar, girando a la izquierda para
detenernos frente a una puerta cerrada. —Esta es la habitación que Shay usa.
Está lo bastante lejos de la de Chantel, por lo que no te escuchará llorar cuando
llegue a casa y empezará a hacer preguntas estúpidas. Puedo entender que no
quieras hablar de ello. En realidad, estoy aliviada. Pero ella ama el drama.
Abrió la puerta, la habitación era más pequeña que las dos que había visto
en el apartamento de Stone. Me preguntaba así era como se había visto la
habitación de Presley.
—Gracias por esto —suspiré mientras entraba.
—No te preocupes. Siéntete como en tu casa. Este lugar está dispuesto
parecido al de Stone, por lo que puede encontrar la cocina si tienes hambre.
Sonreí con agradecimiento y Fiona cerró la puerta sin decir nada más.
Esperé un momento, después dejé que mis piernas fallaran mientras me dejaba
caer al suelo y envolvía los brazos en torno a mis piernas. Balanceándome de un
lado para otro, lloré. No alivió el dolor. Nada aparte de Stone podría hacerlo. El
simple hecho de que había estado preocupado por mí solo hizo que las lágrimas
llegasen con más fuerza.
No podría parar de amarle. Aunque estuviese dañado por su infancia,
Aunque no fuese capaz de amar realmente a alguien. No podía ver cómo podía
amarme si no podía amar a su hijo. Había una desconexión que temía que
siempre estaría ahí.
17
3
Traducido por Taywong
Beulah
M
úsica ruidosa me despertó.
Cuando abrí los ojos, la alfombra esponjosa de color 18
crema estaba debajo de mi mejilla. Me había quedado
dormida en el piso anoche. Estirándome, mi cuerpo se sentía
rígido y maltratado. No del piso de madera… dormí de lo peor. Mis dolores y
sufrimientos estaban en el drenaje todo lo que mi llanto había causado.
Sentándome, me estremecí por un dolor agudo en la cadera izquierda. Tal
vez el piso duro me dio algunos puñetazos después de todo.
Me senté en la habitación oscura y sentí una manta en mi regazo. Alguien
me había cubierto y apagó las luces anoche.
Mirando hacia el techo, me pregunté si él estaría en casa. ¿Qué estaba
haciendo hoy? ¿Cuándo hablaríamos?
El piso vibraba con el ruido proveniente de la otra habitación junto con lo
que parecía como alguien saltando
Me puse de pie y pasé mi mano por mi cabello. Recogiendo la manta, la
doblé y la dejé en el borde de la cama.
No podría quedarme en donde Fiona para siempre, escondiéndome de
Stone. Y él no podría ignorarme para siempre. Tendría que hablar conmigo tarde
o temprano porque necesitaba respuestas. Y me sentía perdida sin él.
Alguien gritó, llamando mi atención al ruido en la sala. Decidí asomar la
cabeza para ver qué estaba pasando allí afuera. También necesitaba agradecer
a Fiona por dejarme quedar, luego planeé subir las escaleras porque tenía que
prepararme. Geraldine me estaría esperando. Un revoloteo de esperanza llegó al
pensar en ella. Geraldine sabría la verdad.
Abrí la puerta y seguí el sonido a la vuelta de la esquina. En la sala,
encontré una rubia construida exactamente como Fiona. Tenía su cabello en una
cola de caballo en la parte superior de su cabeza. Llevaba un sujetador
deportivo y un par de pequeños shorts de spandex mientras bailaba frente a lo
que parecía ser un videojuego en la gran pantalla de televisión.
—¡Apágalo! ¡Juro por Dios que voy a tirar esa mierda! —La furiosa voz de
Fiona se podía escuchar fuerte y clara sobre la música.
La rubia ni siquiera la reconoció. Ella siguió bailando. Aparentemente, yo
había dormido durante un rato en su baile porque estaba sudando y tenía las
mejillas sonrojadas. Me miró y sonrió, y volvió a jugar el juego.
—¿Por qué no puedes correr como la gente normal? —Fiona continuó
gritando mientras entraba en la habitación frunciendo el ceño. Ella miró más allá
de la mujer bailando hacia mí—. Lo siento por esto. —Agitó su mano hacia la
rubia—. ¡Es un maldito pastel de frutas!
Me acerqué a Fiona para poder darle las gracias y salir, pero cuando la
alcancé, la rubia interrumpió el juego.
—¡Hecho! Ahora deja de quejarte. Eso es más divertido que correr. Correr es
aburrido como el infierno —dijo la chica y luego secó su frente sudada con una
toalla.
—Correr no despierta el maldito edificio a las seis de la mañana —respondió 19
Fiona.
La chica se encogió de hombros.
—No tengo tiempo el resto del día. —Me recordaba a Barbie. Cuando giró
su atención hacia mí, sonrió—. Es un placer conocerte, Beulah. Soy Chantel. Lo
siento si te desperté.
—Despertaste al mismo Satanás con esa mierda. Por supuesto que la
despertaste —refunfuñó Fiona. Se giró y me dio una sonrisa de disculpa—. ¿Te
gustaría café?
—No, necesito estar lista para el trabajo. Pero gracias por la noche pasada
y por dejarme quedar aquí. Realmente lo aprecio.
Fiona buscó en su bolsillo trasero, sacó una carta y me la dio.
—Stone dejó esto.
Miré el sobre y mi mano tembló mientras lo tomaba. Él no estaba arriba. Me
dejó una nota. Me sentí enferma de nuevo y quise huir de la carta. No quería
abrirla sabiendo que traería dolor. Nada bueno podría venir de esto. Sabía que, si
volvía a la habitación y me acurrucaba en el suelo, no haría que la carta dejara
de existir.
—¿Cuándo lo dejó? —pregunté mientras mi voz borraba mi obvio temor.
—Temprano, alrededor de las cinco.
Asentí y me quedé allí mirando fijamente el sobre. Tuve que abrirlo, pero
hacerlo frente a dos personas que apenas conocía me hacía sentir aún más
vulnerable. Por otra parte, abrirlo solo era aterrador. Necesitaba Stone aquí. Había
aprendido a depender de él. A pesar de que estaba causando mi dolor
insoportable, yo todavía quería que él estuviera allí para ayudarme a lidiar con lo
que fuera la verdad.
—Puedes leerlo en la cocina —dijo Fiona en voz baja.
—Ese bastardo será mejor que no termine la mierda en una carta. Eso es
malditamente bajo. No me importa quién sea, eso no va a funcionar. —Chantel
sonaba indignada.
Decidí abrirlo y enfrentar cualquier mensaje que tuviera con ellas aquí. Tal
vez si me vigilaran no me doblaría ni rompería. Lo mantendría unido por
apariencia. Antes de Stone, había aprendido a ser fuerte y confiar en mí misma.
Esa chica todavía estaba dentro de mí.
Deslizando la carta, esperaba que no notaran la forma en que mis manos
estaban temblando. La había doblado tres veces. Me tomé mi tiempo
desdoblándola porque sabía que una vez que lo hiciera, me vería obligada a leer
sus palabras. Palabras que podrían destruirme. Palabras de las que nunca me
recuperaría. Palabras que debería haberme dicho anoche y no en una carta que
dejó con Fiona esta mañana.
Su letra era ordenada y pequeña. Me quedé mirando fijamente ya que
todo se volvió borroso, parpadeando varias veces hasta que pude enfocarme y
leer. 20
Beulah,
Pasa el día con Heidi hoy. Geraldine tiene un amigo visitándola desde Maine. Ella
estará allí durante los próximos tres días. No serás necesaria mientras Geraldine tenga
compañía.
Estaré en Manhattan. No estoy seguro de cuándo volveré. El departamento es tuyo
para usar.
Stone
Eso fue todo lo que escribió. No había nada más —ni respuestas, ni
promesas, ni te amo. Él no trataba de retenerme. No estaba peleando como
Jasper había peleado cuando terminamos. Stone simplemente estaba
desapareciendo, y al mismo tiempo, dejándome atrás.
No leí sus palabras nuevamente. En cambio, doblé la carta como había
estado, la deslicé en el sobre y la sostuve con fuerza en mi mano. Esta fue mi
respuesta. Me estaba dando espacio y tiempo para seguir adelante. No quería
obligarme a irme, pero estaba preparando el camino para que me fuera sola.
—¿Estás bien? —La voz de Fiona volvió mi atención al aquí y ahora. Había
olvidado que estaban allí.
Forcé una tensa sonrisa.
—No estoy segura de que lo estaré —respondí honestamente.
—¿Acaso ese pedazo de mierda rompió contigo en una carta? —Chantel
sonaba furiosa.
Mis labios comenzaron a temblar, pero los presioné para detenerlo de
inmediato.
—No.
—¿Necesitas quedarte aquí? —preguntó Fiona.
—No, pero gracias. Tengo que descubrir cuáles son mis próximos pasos. Me
está dando tiempo para hacer eso.
—¡Rompió contigo! —Chantel estaba más que enfadada.
Romper conmigo habría sido más fácil que esto. Al menos habría habido
interacción. Habría habido lágrimas. Tal vez habría estado gritando. ¿Pero esto?
Esta carta no tenía emoción. Fue un frío, vacío… el fin.
21
4
Traducido por Taywong
Beulah
L a sonrisa de Heidi fue la primera calidez que había sentido desde que
Jasper había aparecido en donde Stone. Mi pecho no estaba tan
vacío con ella a mi lado. Ella había estado charlando alegremente
sobre las mantas de bebé que estaba aprendiendo a crochet y cómo las 22
fabricarían y enviarían a los “bebés que tenían frío”. Una enfermera que había
estado trabajando en la sala de actividades en ese momento me contó sobre un
refugio para personas sin hogar para mujeres embarazadas abusadas. Las mantas
eran para las mujeres que sus niños pequeños que vivían en el refugio.
Otra razón por la que me encantaba este lugar. Ellos no solo cuidaban a
Heidi, sino que le daban cosas importantes que hacer. Le encantaba el ganchillo
y hacer algo útil significaba mucho para ella.
—Estoy muy orgullosa de mis nuevos paños. —Me había dado cuatro desde
mi llegada. Todos sus favoritos que ella había guardado para mí.
—Mantenlos a salvo. No haré más hasta después de Navidad. Necesito
hacer estas mantas para bebés. —De repente, se puso muy seria y mi corazón se
contrajo.
—Las mantas son increíblemente importantes y necesarias. Sé que esas
madres están muy agradecidas por las mantas que haces —le aseguré.
Asintió empáticamente.
—Esos bebés no tienen un hogar. Su mamá necesita cosas. Desearía poder
hacerles ropa. —Se veía tan triste de repente. No tenía idea de que había sido un
bebé no deseado alguna vez. Portia no había querido nada y había llevado a su
bebé a un hogar mucho menos afortunado. Y olvidado de ella. Sentir odio por
Portia me hubiera vencido si no supiera que Heidi había sido amada ferozmente
por la madre que le habían dado.
—Puede tomar siestas demasiado largas —gruñó Heidi de repente
cambiando de tema.
—May estuvo enferma la semana pasada. Ella necesita el descanso extra
—le recordé.
Heidi se encogió de hombros y entonces su sonrisa regresó rápidamente.
—Cuando vengas mañana, ¿traes galletas?
La había sorprendido hoy y le dije que volvería mañana. Había pasado
cinco minutos dando saltos y aplaudiendo. Verla hacer eso me ayudó a aliviar mi
desesperación. Ella me recordó que no podía desmoronarme. Heidi siempre fue
mi fuente de alegría. Ella nunca lo entendería completamente. Más de una vez
me había salvado de mi dolor. Perder a nuestra madre fue el momento más difícil
de mi vida, pero tener a Heidi me ayudó a superarlo cada día después.
Enfrentar la vida sin Stone era un tipo diferente de dolor, pero igual de
poderoso. Heidi me salvaría una vez más, como lo demuestra nuestro tiempo
juntas hoy. Me incliné y la estreché en mis brazos para abrazarla. Era la única
forma en que podía expresar cuánto la amaba. Ella me apretujó
entusiasmadamente.
—Te amo. —Luché por contener las lágrimas en mis ojos.
—También te amo. —Se echó hacia atrás y sonrió radiante hacia mí—.
¿Recuerdas cuando mamá nos hizo los panqueques con los dulces?
Mamá nos hacía panqueques con chispas para ocasiones especiales.
Disfrutaba la felicidad que los recuerdos de mamá le trajeron al rostro. 23
—N
o estoy aquí para ver o molestar a Heidi. —Fueron las
primeras palabras que salieron de su boca cuando llegué a
él.
—¿Por qué estás aquí? —le pregunté aunque quería que se fuera.
Se movió de pie. —Estaba preocupado por ti y necesitaba asegurarme de
25
que estabas bien. Sé que todo por lo que estás pasando es culpa mía.
Sonaba sincero, pero no me importaba. —Mis asuntos personales no son
cosas que planeo discutir aquí. Heidi está justo ahí balanceándose y este es mi
tiempo con ella. No perteneces aquí.
Suspiró y puso las manos en los bolsillos delanteros de sus vaqueros. —Lo
siento. Sólo necesitaba verte… Asegurarme de que estabas bien. No puedo
volver a casa de Stone y sé que te estás quedando ahí. Pensé que te irías después
de lo que te mostré anoche, pero él debió haber sido convincente. —El tono de
su voz era casi ácido. Eso no me ha sentado bien.
—Por favor, vete. —dije—. Necesito volver con Heidi.
—Lo siento. No te dije que te lastimaras. Pero conozco a Stone. Conozco su
oscuridad y de lo que es capaz… Lo que eventualmente te hará. Estaba
preocupado por ti.
Tal vez su repentina aparición y sus palabras fueron honestas. Podría haber
más que no supiera de Stone, pero eso no importaba ahora. Stone me dejó. Se
había acabado.
—Adiós, Jasper. —Me di la vuelta para alejarme.
—Siempre estoy ahí si me necesitas —gritó. No me di la vuelta. Había una
pequeña parte de mí que sentía algo por Jasper. No era amor, pero una vez
tuvimos una conexión. Pensé que estaba enamorada de él. Entonces creía en un
cuento de hadas. Jasper había sido otra persona para mí, había sido un héroe.
Nunca vi sus defectos. Estaba demasiado cegada por su brillo como para ver el
deslustre. Tenía que recordar que todos nos deslucimos eventualmente,
incluyendo Stone.
Heidi aplaudía felizmente cuando me reuní con ellos. —May hizo una
voltereta. —Su euforia fue bienvenida y cegadora—. Lleva semanas intentándolo.
Práctica, práctica, dijo la Srta. Tracey. Funcionó. —La alegría pura por el logro de
su amiga me recordó que había un alma perfecta sin manchas después de todo,
la de Heidi.
A
Más tarde, después de pasar todo el día con Heidi, entré al apartamento
vacío de Stone. Me había desgarrado al volver porque era obvio que no quería
verme. Ahora no estaba en su apartamento y mis cosas aún estaban en el
dormitorio extra. Pensé en quedarme hasta que volviera para enfrentarme a él.
Me preguntaba si hablaría conmigo y quizás pelearía por nosotros después de
que tuviera tiempo para pensar.
O podría salvar mi corazón de romperse más, empacar y mudarme. Podía
encontrar un pequeño apartamento en un estudio a las afueras de la ciudad
donde el alquiler fuera más barato. Si Geraldine quisiera que continuara
trabajando para ella, lo haría. Geraldine sería un recordatorio constante de Stone 26
y eso sería doloroso. Pero con el tiempo debería curarme lo suficiente para
sobrevivirle.
Había una buena posibilidad de que Geraldine quisiera que me fuera.
Adoraba a Stone. Si tuviera que elegir entre nosotros lo elegiría a él y yo lo
esperaba. Quería que ella fuera todo lo que tenía.
Encendí la luz y dejé que la soledad del apartamento vacío se hundiera en
mí. Mis momentos más felices habían ocurrido aquí. Nuestra risa resonó por los
pasillos. Así como mis gritos de placer. Stone era todo lo que podría haber querido
en un hombre. Fue doloroso pensar que tan pronto como encontré el amor, fue
arrebatado. Mis relaciones estaban malditas. Que me rompieran el corazón no
volvería a pasar porque nunca me acercaría a otro hombre.
No había comido nada más que la mitad de un sandwich de pavo para el
almuerzo. Ir a la cocina de Stone ahora parecía estar mal. No me sentía
bienvenida mucho menos podía comer su comida. Mi apetito se fue cuando
Stone se alejó de mí.
Caminé por el pasillo y entré en la habitación que me había dado para
usar. Para distraerme, seguí mi rutina vespertina de desnudarme, bañarme y luego
irme a la cama. Me quedé ahí mirando fijamente al techo haciendo planes para
el día siguiente. Decidí que después de visitar Heidi mañana, buscaría un nuevo
lugar para quedarme. Vivir en el apartamento de Stone sin él sería demasiado
doloroso. El dolor en mi pecho se volvió insoportable mientras el silencio me
rodeaba.
Cuando finalmente cerré los ojos, el timbre de la puerta sonó a través del
apartamento haciendo que casi me cayera de la cama por el sorprendente
sonido inesperado. Desenredándome de las mantas finalmente conseguí poner
los pies en el suelo y fui a ver quién estaba en la puerta. Me había acostado
temprano, pero aún parecía tarde para los visitantes. Me importaría menos que
llevara mi pijama rosada de manga larga. Dudaba que abriera la puerta de
todos modos.
La mirilla era más alta que yo y tuve que pararme de puntillas para ver
quién estaba allí.
Shay se quedó afuera con una caja en una mano y una bolsa en la otra.
Había alguien detrás de ella, pero no podía ver a quién. Al retroceder,
desbloqueé la puerta y la abrí.
—Estaba a punto de empezar a golpear la puerta. ¿Por qué tardaste
tanto? —dijo mientras pasaba junto a mí y entraba.
—¿Eres buena con esto? —Chantel miró a Shay entrar pero se quedó en la
puerta. El ceño fruncido de preocupación en su frente no causó arrugas. O tenía
una piel asombrosa o ya había empezado las inyecciones de Botox.
—No importa si lo es o no. No me voy a ir. Tengo donas, unos macarrones
muy lujosos y una bolsa llena de pequeños sándwiches que las perras ricas comen
con su té. Nos estamos comiendo toda esta mierda, bebiendo el whisky de Stone
y hablando de los bastardos en este mundo.
Me volví hacia Shay y ella levantó los objetos en su mano. —Será mejor que
27
aceptes esto. Está sucediendo —me dijo.
No tenía hambre, pero era una buena distracción. No estaría sola y el
apartamento no resonaría en el silencio.
—Entra —le dije a Chantel mientras retrocedía para que ella pudiera
entrar.
—Chantel no come la comida. ¿Tiene Stone zanahorias y agua? —El tono
de Shay era sarcástico, así que no respondí. En vez de eso, atrapé a Chantel
poniendo sus ojos en blanco.
—Tomaré un poco de vodka si tiene eso.
—Y su culo flaco se emborrachará después de un shot —agregó Shay—.
Ahora, ¿cuándo volverá el estúpido bastardo?
No tenía que preguntarle quién era ese estúpido bastardo. Sin embargo, no
me gustaba que el título bastardo estuviera unido al nombre de Stone. No la
corregí porque me di cuenta de que así era como hablaba Shay.
—No lo dijo. Pero no me quedaré por aquí para averiguarlo. —Allí, le dije a
alguien. Mi partida era real ahora y no sólo en mis pensamientos.
—Maldición —dijo Chantel.
Shay dejó caer la bolsa en su mano y luego abrió la caja para sacar una
dona. Me lo puso delante de la boca. —Abre —ordenó. Por miedo a que me lo
pusiera en la cara si no lo hacía, abrí la boca y ella la metió—. Ahora come.
Caminó hacia el salón después de recoger la bolsa de emparedados. —
Chantel, trae el alcohol —gritó Shay.
—¿Qué bebes? —me preguntó Chantel.
Negué con la cabeza y saqué la dona de mi boca. —No quiero beber.
—¡No me importa! Estás bebiendo —contestó Shay en voz alta.
Chantel se encogió de hombros. —Podrías elegir tu veneno o ella lo hará.
Honestamente no sabía lo que quería beber. No tenía hambre. La dona en
mi mano no me interesaba.
—No lo sé. —Mi renuencia a beber me hacía esto más difícil de lo que tenía
que ser.
Chantel me asintió brevemente. —Lo elegiré yo. Siéntate y come.
Observé como ella miraba el bar de Stone. No podía evitar preocuparme
de que usaran sus cosas, pero aquí parecían estar en casa. Dejarlas entrar podría
haber sido un error. Stone no me quería aquí mucho menos a otras personas. No
pensé que fuera posible hacer que Shay se fuera. Estaba decidida. Lo mejor que
podía hacer era beber, comer, satisfacer su petición rápidamente para que se
fuera.
Tomando un bocado de la dona, seguí a Shay al otro cuarto.
28
6
Traducido por EstherMaslow
32
7
Traducido por EstherMaslow
Beulah
36
8
Traducido por EstherMaslow
Beulah
Stone
Beulah
Stone
E
scaneando el restaurante, la encontré con bastante facilidad. Hilda no
había cambiado mucho en los últimos seis años desde el nacimiento
de Wills. Los hombres todavía volteaban la cabeza para mirarla al
pasar. La excitación por la vida, sin embargo, ahora había un vacío en sus ojos. La 46
frialdad había tomado el lugar del una vez brillo juvenil que había residido allí. Una
realidad que vivir con mi padre le haría a cualquiera. Mi madre también tenía la
misma dureza en su mirada, aunque nunca había sabido cómo era antes de que
mi padre la arruinara.
Caminando hacia Hilda, temía que esta conversación terminara como lo
hicieron los últimos. Mi abogado insistió en que intentara que ella trabajase con
nosotros una vez más. Terminé de tratar con ella, pero necesitaba su cooperación
para luchar contra lo que estaba por venir.
Levantó la mirada y una sonrisa apretada tocó sus labios rojos antes de
tomar un sorbo de su champagne. Esta reunión me había llevado varias llamadas
a organizar. Hilda vivía actualmente en Chicago como la amante de un
congresista. Los diamantes en sus orejas y los que colgaban de su muñeca me
dijeron que la estaba manteniendo feliz.
Tomando la silla frente a ella, me senté.
—Winston —dijo en reconocimiento.
—Hola, Hilda.
—Me gustaría decir que es agradable verte, pero los dos sabemos que eso
es una mentira. —Su sonrisa se había reemplazado con una mueca.
—Gracias por aceptar reunirte. Es importante.
Ella se encogió de hombros. —No tiene sentido, Winston. Tú lo sabes. Por
qué sigues luchando contra esto, no lo sé. Es una pérdida de tiempo y dinero. Él
nunca le dará a Wills.
No esperaba que lo hiciera. Pero si Wills fuera mío, podría llevármelo.
—La vida con mi padre es un infierno para todos. Tú lo sabes. ¿Cómo
puede aceptar tan fácilmente el hecho de que tenga a Wills? Como madre, ¿no
quieres protegerlo? —pregunté esto sabiendo la respuesta. Hilda era egoísta. Solo
le importaban sus planes. Wills no estaba incluido en esos planes.
—No quería ser madre, Winston. Tú lo sabes. No estaba hecha para ser
madre. No soy del tipo maternal.
Hice una mueca. Ella sonaba muy parecida a mi madre. El daño que Wills
ya había sufrido por culpa de ella y mi padre sería difícil de reparar. Todos los días
que pasaba en esa casa, solo empeoraba las cosas. No quería que él tuviera mi
vida. Se merecía más.
—Obviamente.
Ella me miró con expresión aburrida y continuó bebiendo su champagne. —
¿Cuándo fue la última vez que viste a Wills? —le pregunté.
Ella frunció el ceño. —Creo que en abril, ¿tal vez?
Wills me había dicho que era en febrero la última vez que lo había visitado.
Ella le dio unas palmaditas en la cabeza y habló por teléfono durante toda la
visita. Quería que hablara sobre cómo ello lo trató y cómo lo hizo sentir. Mi
esperanza era enfrentarla, evitaría que se retirara y dejaría que la amargura lo 47
oscureciera. Como me pasó a mí.
—No te importa lo que le pase a él. Has dejado eso en claro. Pero a mi sí.
Incluso si él es mi hermano, no quiero que crezca como lo hice yo. Tengo que
salvarlo.
Ella levantó su hombro izquierdo ligeramente. —Tu lo superaste muy bien.
Exitoso. Feliz.
Me reí. Mi risa no contenía diversión sino disgusto. Honestamente pensó que
lo había superado muy bien. ¿Por qué había tenido éxito? La superficialidad que
consumía a esta mujer era difícil de encontrar. No quería hablar con ella. Si
pudiera hacer esto sin ella, lo haría. Pero era la madre de Wills.
—El éxito no es igual a la felicidad, Hilda.
Alzó las cejas como si lo que dije fuera ridículo. —Winston, nunca has
querido nada. Ni una sola vez. Yo tenía frío en el invierno, me acostaba con
hambre todas las noches y mis ropas fueron hechas por mi madre o fueron
encontradas en contenedores de basura, arrojadas por otros. Viví en la pobreza
Vi a mi madre morir de una tos que finalmente la consumió en una choza fría de
un dormitorio. Esa es la verdadera vida de mierda. Lo que tiene Wills es todo lo
que no tuve. Amo a mi hijo y sé que tiene más de lo que nunca imaginé tener.
Nunca había sabido nada sobre la juventud o la familia de Hilda. Y aunque
esa fue una historia triste, todavía pregunté—: ¿Tu madre intentó mantenerte
caliente? ¿Te golpeó o te llamó por nombres para menospreciarte? ¿Ella te cuidó
cuando estabas enferma? ¿Ella te amaba?
Me detuve y esperé a que respondiera. Hilda se tensó y la vi mientras
respiraba profundamente por la nariz. Toque un nervio. Ella finalmente asintió. Eso
fue todo.
—Sí, ¿ella te golpeo? O sí, ¿te cuidó lo mejor que pudo? ¿Ella te amaba?
Hilda apartó sus ojos de mí. —Ella hizo lo mejor que pudo.
—¿Te sentiste amada? —repetí.
No hubo respuesta por varios segundos. Cuando Hilda finalmente volvió su
mirada hacia mí, dijo—: Sí. Pero el amor no me alimentó ni me mantuvo caliente.
El amor no me dio una fortuna.
Tenía razón sobre una cosa. Nunca había tenido frío o hambre.
—Un niño necesita tanto amor como calor y comida. La falta de amor te
daña. Quiero que Wills se sienta amado. No quiero que se esconda por miedo a
que su padre se enoje con él y use sus puños. Ese miedo nunca desaparece,
incluso como un adulto que puede manejarse fácilmente. Está ahí en tus
pesadillas recordándote que una vez fuiste débil. Que te encontrabas solo.
Hilda suspiró, tomó la servilleta de su regazo y la dejó sobre la mesa frente a
ella antes de levantarse. —No puedo seguir haciendo esto contigo. No vamos a
acordar qué es lo mejor para Wills. Si él es tu hijo, sé que tendrá tanta ventaja en
este mundo como si fuera el hijo de su padre. Haz lo que creas que debes hacer.
Pero déjame fuera de eso. Le di a Wills antes de que naciera. Ese acuerdo 48
prenupcial se aseguró de eso.
Hilda tomó su bolso y se lo metió debajo del brazo.
—Froté el interior de su boca con un hisopo mientras dormía durante mi
última visita. Sabré si es mi hijo o mi hermano pronto —le dije—. Si lo es, lucharé por
él. Si no lo es, seguiré luchando. Si tú no quieres, yo lo haré.
Ella asintió. —Como dije, haz lo que creas que debes hacer. Adiós, Winston.
Me senté allí mientras ella se alejaba. Había volado a Chicago con la
esperanza de convencerla de que me acompañara en la corte. Tener a la madre
de Wills testificando contra mi padre sería grandioso. Sin embargo, sabía que era
una posibilidad remota. Hilda no había cooperado ninguna de las otras veces
tratado de llegar a ella con Wills. Incluso después de que había estado en el
extremo receptor del puño de mi padre. Ella sabía lo brutal que podía ser.
De pie, deposité dinero para cubrir la cuenta en la mesa y me fui.
Esta era mi última oportunidad de subir a bordo antes de seguir adelante.
Lo sabría mañana, si no antes. Me habían asegurado que la prueba rápida no
tardara más de setenta y dos horas.
Si Wills fuera mi hijo, probablemente nunca me perdonaría por no haberlo
salvado antes. El dolor de esa realidad me perseguiría. Siempre.
12
Traducido por Ezven
Beulah
U
na breve nota. Eso era todo lo que tenía de Stone.
Lo único que decía era, regresaré tarde. 49
Nada más. Ninguna razón. Ni siquiera había agregado un “te
amo”. Tal vez era muy de niña que pensara en eso, pero no había
oído de él en todo el día. Y llegaba a casa para encontrar esa nota.
No había cenado con Geraldine por pensar que cocinaría algo para
nosotros esta noche. Podríamos tener una comida agradable y hablar sobre
nuestro día. Quería estar con él para que pudiéramos discutir cuáles serían sus
próximos pasos respecto a Wills.
No. Estaba sola. Sin más información que el hecho de que regresaría tarde.
Sentada en la cocina, comí un tazón de sopa de pollo y fideos que
encontré en la despensa y calenté. No había nada apetitoso en una sopa
enlatada, pero no iba a cocinar para mí sola. Las galletas saladas ayudaron a
mejorar el gusto un poco. Mi plan de hacer ñoquis de pollo y espinaca para tener
una cena agradable habían desaparecido.
El apartamento estaba en silencio. Había pasado más tiempo con nadie
aquí más que yo, de lo que había estado aquí dentro con Stone. Al menos esa
sensación me daba. Estaba siendo quejumbrosa. Sabía que mis pensamientos
eran poco racionales, pero no parecía ser capaz de frenarlos.
La vida con Stone nunca sería predecible o normal. No debía esperar que
lo fuese. Sobre todo ahora. Tenía un gran peso sobre sus hombros. Más del que
podía imaginar. Debía apoyarlo, no ser otra responsabilidad —no necesitaba eso.
Frenando a medio bocado, la sopa de repente comenzó a oler extraño. Mi
humor era muy probablemente la razón. Me puse de pie y caminé hacia el
fregadero para desechar la sopa, dejándola caer por él. Un baño sonaba bien.
Tomaría uno mientras esperaba a Stone. Comer no era agradable.
Luego de limpiar el tazón y guardarlo, fui hacia la habitación en la que
había estado durmiendo, decidiendo utilizar ese baño. Se sentía extraño entrar en
la habitación de Stone, en su espacio personal, sin que él estuviera aquí. Esta no
era mi casa. Hablaba de ella como si lo fuera, pero era el hogar de Stone, no el
mío. Yo no tenía un hogar.
Me frené para mirarme en el espejo, preguntándome si debía comenzar a
pensar en conseguir un lugar propio. Stone nunca había mencionado que
quisiera que viviera con él de forma permanente. Éramos… éramos una pareja.
Pero eso no significaba que él planeara que viviéramos bajo el mismo techo.
Sentirme desplazada era normal para mí, pero eso no hacía que me sintiera
menos sola. Me hacía extrañar a mi madre y mi hogar.
¿Aprobaría ella a Stone? Nunca había pensado en eso. Había estado tan
inmersa en cómo me hacía sentir que no me paré a pensar qué habría hecho mi
madre en esta situación. Nunca la había visto salir o entablar algo serio con un
hombre. Heidi y yo habíamos sido su prioridad. Su mundo. ¿Se había sentido sola
en algún momento? Siendo madre de dos hijas con ayuda de nadie, tener una
vida fuera de nosotras debía haber sido terriblemente difícil. No tenía a nadie con
quien contar, ningún apoyo.
Una vez más, recordé lo resistente que era mi madre. Era fuerte. Me había 50
criado para que creyera en mí misma y nunca dependiera de nadie más. Me
había enseñado a cambiar un neumático, a arreglar una cortadora de césped, a
subir una escalera para controlar el techo, y a nunca pensar que necesitaba un
hombre para algo. Y aquí estaba yo sintiéndome sola sin un hombre. Era
vulnerable cuando me habían criado para no ponerme en esta situación.
El hombre que donó parte de mi ADN nunca había aparecido. Nunca
había preguntado sobre mí. Nunca ayudó a mi madre. Y nunca la había oído
quejarse, mencionarlo, o culparlo por las dificultades que sé que tenía que
enfrentar. Era como si nunca hubiera existido.
Entré al baño y encendí el agua para bañarme. Nunca sería tan fuerte
como mi madre. Podría culpar de eso al hombre desconocido que ayudó a
traerme a la vida. Él era débil. Tal vez era de ahí de donde venía esta protesta
emocional.
Con un suspiro, me quité la ropa y entré en el agua cálida. Mi cabeza
estaba hecha un desastre. Mis emociones anormalmente intensas. No era propio
de mí preocuparme y ponerme nerviosa tan fácilmente. Stone trabajaba. No
podía esperar que estuviera aquí conmigo todo el tiempo. Era un pensamiento
tonto y necesitaba superarlo.
Recostándome, cerré los ojos y disfruté la calidez del agua. Mi cuerpo
estaba cansado y mis pensamientos comenzaron a tranquilizarse y desaparecer.
Soñolienta, me di cuenta que estaba comenzando a soñar y me forcé a
mantener los ojos abiertos. Nunca me había dormido en la bañera. Los eventos
de ayer por la noche debían estar pasándome factura.
Mi falta de sueño podría contribuirse también a mis emociones. Me
incorporé y comencé a lavar mi cuerpo, decidiendo que necesitaba dormir por
un rato antes de que Stone llegara. Si quería repetir lo de la noche anterior,
estaba dispuesta a ello. Pero, de cualquier modo, si quería mantener su ritmo
necesitaba dormir. Ante el pensamiento de una siesta, bostecé y mis ojos
gotearon. Cielos, estaba cansada.
Terminé rápidamente y me sequé con una toalla. Me sentía de mal humor.
Las posibles razones de mi extraño comportamiento desfilaron por mi mente.
Sonreí cuando caí en la cuenta de que probablemente era momento de tener mi
período. Me frené e hice cuentas en mi cabeza, pero no parecían estar bien.
Pensándolo aún mejor, conté los días de nuevo pero parecía seguir estando mal.
No podían haber pasado treinta y seis días desde mi último período. Era muy
regular. Nunca un día antes o después.
Mi corazón comenzó a latir con más fuerza dentro de mi pecho. Me rodeé
con la toalla y busqué el teléfono. Necesitaba ver el calendario de mi móvil, ya
que había marcado el primer día de mi último período. Siempre marcaba el
calendario para saber cuándo esperar el próximo. Con cada paso que daba
hacia mi móvil, mi mente me acechaba con más “y qué si…” que intentaba
alejar.
Cuando tomé el móvil, mi mano estaba temblorosa. Temblé mientras
desbloqueaba la pantalla y buscaba la aplicación del calendario. Hubo un
momento de pausa antes de que la abriera. No estaba segura de querer verla.
No estaba segura de estar preparada si no me equivocaba. Habría mucho sobre
la balanza. Comencé a sudar mientras hacía descender mi pulgar para presionar 51
la pequeña aplicación, que se abrió frente a mí.
Cerré los ojos y susurré un bajo “por favor, no” hacia Dios o quien estuviera
escuchándome.
Con el pánico haciendo que mi sangre palpitara bajo mis venas con tanta
fuerza que podía oírla, abrí los ojos. En el momento en que hicieron foco y estudié
las fechas frente a mí, lo supe.
No sé cuándo me senté. El suelo debía estar frío, pero no lo noté. Mis rodillas
se doblaron y me vine abajo como un árbol cayendo. Estaba sentada en el suelo
observando el móvil en mi mano. Mi mente corría y mi corazón latía tan rápido
que mi respiración se volvió errática.
Lo único que podía pensar era en un niño que necesitaba que lo salvaran
de un monstruo. Stone estaba afrontando la batalla más difícil de su vida. La
oscuridad de su pasado arañaba tanto su mente que estaba obsesionado.
Estaba listo para salvar a ese niño.
No necesitaba esto. Era un mal momento —el peor.
Ambos lo sabíamos. Cuando decidimos abandonarnos al placer,
arriesgarnos, habíamos sido conscientes de que esto podría pasar. No había
pensado en las consecuencias, y mientras comprendía la realidad, no estaba
pensando en ellas ahora mismo.
Dejé caer mi móvil sobre mi regazo y toqué mi estómago con ambas
manos. Si había un niño dentro, si habíamos creado una vida, la amaría y
apreciaría. Nunca dejaría que mi hijo pensara que no lo quería o que no había
sido planeado.
No estaba segura de poder quedarme aquí. Mi confianza en Stone no era
tan fuerte como creía.
En este momento, no podía decir con seguridad que confiaba en él para
querer… a este bebé.
52
13
Traducido por Ezven
Stone
N
o desperté a Beulah cuando finalmente llegué a casa. No había
planeado llegar tan tarde, pero mi vuelo se había retrasado tres
horas.
53
Cuando entré a medianoche, estaba hecha un ovillo en la cama de la
habitación que le había prestado en vez de en la mía. No quería arriesgarme a
moverla y que despertara, así que me metí en la cama con ella. Dormida, se
acurrucó contra mí y murmuró algo que no comprendí.
Querría una explicación en la mañana. Debería quererla. Había planeado
recapitular mi noche cuando llegara a casa. En cambio, el retraso del vuelo me
había obligado a dejar la conversación para esta mañana.
El café asomó y el aroma llenó la cocina mientras observaba al sol alzarse
lentamente a través de las ventanas. Era algo a lo que estaba acostumbrado.
Estar de pie en la cocina, bebiendo mi café mientras salía el sol. La diferencia era
que ahora tenía a una mujer a la que amaba en la cama. Debería estar allí con
ella.
Mis ojos apenas habían logrado cerrarse en toda la noche. En cambio,
había estado visualizando todos los escenarios que podrían darse cuando
estuvieran listos los resultados de ADN. Desde el momento en que Wills llegó a
casa del hospital, había sentido como si fuera mi hermano. Pero siempre había
sentido el peso sobre mis hombros de que podría ser mi hijo. La realidad que
estaba obligado a aceptar era que Hilda había decidido que mi padre sería
también el de Wills. Incluso luego de que la hubiera golpeado cuando lo
confrontó por dormir con la joven hija de uno de sus clientes.
La ropa de diseñador que llenaba nuestros negocios debía haber sido más
importante que una jodida vagina. Virginia tenía la cabeza tan vacía como una
heredera consentida podía tenerla, pero mi padre no había podido evitar
mantener sus manos alejadas de ella. Ahora era mi madrastra. Hilda tenía treinta
y siete y en cuanto a lo que a mi padre concernía, yendo cuesta abajo.
Había deseado que al menos buscara venganza cuando él le pidió el
divorcio. Pero no lo había hecho. Se había tomado seriamente sus amenazas y
renunció cumplir el papel de madre para Wills. Disgustado ante mis pensamientos,
tomé la taza más agresivamente de lo que debía y me serví mi primera taza de
café.
No podía cambiar a Hilda. No podía volver el tiempo atrás a cuando aún
no me había acostado con ella. Estaba hecho. Y Wills estaba aquí.
—¿A qué hora llegaste? —La voz de Beulah aún estaba rasposa por el
sueño. Había estado tan concentrado en mis pensamientos que no la había oído
entrar en la cocina detrás de mí. Eso no era propio de mí. Usualmente estaba
atento a todo lo que pasaba a mi alrededor. Me di la vuelta para observarla allí
parada en sus descoloridos y usados pijamas rosas. Se los había regalado su
madre y los usaba para sentirse segura. Caí en la cuenta de que debía haberlos
necesitado anoche, y sabía que era por mi culpa.
Apoyé mi taza y me acerqué a ella. —A medianoche. No me di cuenta que
sería tan tarde, o habría llamado.
No se relajó. Sus hombros estaban tensos. Como si necesitara protegerse.
Deslicé una mano hacia su cintura y la acerqué a mí antes de presionar un beso
en su frente. Pero su rigidez persistió.
—Fui a ver a Hilda. El vuelo se retrasó tres horas. Tenía planeado llegar a
54
casa a las nueve. Iba a contártelo todo cuando llegara, pero no sucedió así.
Inclinó su cabeza y me observó. —¿Va a ayudar? —Aunque su cuerpo se
mantuvo tenso, estaba realmente preocupada. Sus ojos eran tan malditamente
expresivos que no necesitaba hablar para que supiera lo que estaba pensando.
—No —respondí—. Ella no va a ayudar.
Beulah suspiró y su ceño se frunció aún más. —Lo siento.
—Yo también. No esperaba que lo hiciera, pero tenía que intentarlo una
última vez.
—¿Qué vas a hacer?
Estaba esperando por los resultados de ADN. Creía saber lo que haría
después, pero tampoco estaba seguro de cómo reaccionaría si me decían que
Wills era mi hijo. No podía dejarlo con mi padre ni un día más. Sabiendo que
llevármelo sería la peor idea en lo que a mi padre concernía, temí tener que
encontrar otra manera de seguir con mi plan.
—Me gustaría decir que sé qué responder a eso, pero no lo sé. Tendré que
esperar y ver qué sucede.
—¿Cuándo lo sabrás?
—Cualquier día. Posiblemente hoy.
Beulah apoyó su cabeza en mi pecho por un momento. Algo le estaba
incomodando. Sin querer decir nada, le daría tiempo para que me contara qué
pasaba por su mente. Si no me lo decía pronto, la presionaría hasta que lo hiciera.
—No entiendo a madres como Hilda.
Nunca lo haría. Tenía una madre excelente. Una abnegada. Eso era más
extraño en el mundo de lo que ella creía. Ojalá todo niño pudiera tener una
madre como la de ella. Una madre como la que, sabía, ella sería algún día.
—Se merece algo mejor que Hilda. Está mejor fuera de su vida que en ella.
—Y lo decía en serio.
—Todo niño necesita una madre —respondió Beulah.
—Concuerdo, pero no toda madre merece un hijo. —Había visto aquello
muchas veces.
Beulah se alejó y comenzó a decir algo al tiempo que mi móvil comenzaba
a sonar. Cerró la boca y sus ojos se ensancharon. Era temprano. Muy temprano
para llamadas. Metí la mano en el bolsillo de mis pantalones de pijama y saqué
mi móvil. Observando la pantalla, me atacó el pánico al ver el nombre de Wills
iluminándola.
—Hola, amigo. —Me alejé de Beulah porque la ansiedad me hacía querer
caminar.
—¿Te desperté? —preguntó con una preocupación fuera de lugar para su
edad. Vivir con mi padre y sin madre te obligaba a crecer rápido. Wills ya era más
reservado que los niños de su edad. La tristeza en sus ojos hacía juego con la que 55
alguna vez había visto en los míos observando mi propio reflejo. Lo odiaba. No
quería que él pasara por eso.
—Para nada. Sabes que me levanto antes de que salga el sol. —Intenté
sonar animado. No me llamaba con frecuencia. Lo controlaba más de lo que él
acudía a mí. Cuando lograba estar en el teléfono con él, hablaba poco. Era una
conversación más bien limitada, sino totalmente unilateral. Siempre tenía que
obligarlo a hablar haciéndole preguntas.
—Mamá viene hoy. —Sonaba triste de tener que verla. Sujeté el teléfono
con más fuerza. Hilda no lo había mencionado ayer. Me pregunté si mi visita tenía
algo que ver con esto.
—¿Estás esperando verla? —pregunté, sabiendo que no. Él deseaba
estarlo, y yo comprendía ese sentimiento. Desearía disfrutar las visitas de mi
madre, pero me daba miedo quererla. Miedo de que me importara porque ella
se iría y no regresaría por un largo tiempo. Dolía y no quería que doliese. Wills
estaba aprendiendo eso de muy joven, al igual que yo.
—No. —Sonaba lleno de remordimiento por decirlo. Necesitaba recordar
que la visita de Hilda era algo pasajero, que ella simplemente estaba allí de paso.
¿Que no necesitaba apegarse demasiado o desear más? Parecía imposible
convencer de eso a un niño de seis años.
—Te extraña —le dije, en cambio.
Gruñó.
Nos mantuvimos en silencio por un momento en el cual intenté pensar en
las palabras correctas.
—¿Cuándo regresarás? —preguntó.
—Puedo ir cuando me necesites —le dije.
No dijo nada y yo aguardé. Estaba intentando ser fuerte.
—Tal vez en algún momento la semana que viene, si consigues tiempo extra
y puedes, quiero decir. —Conocía ese tono. Sabía leer entre líneas.
—Te veré en dos días —le dije.
—Bien. —Y ahí estaba la primera sonrisa en su voz. Por ahora, tendría que
conformarme con eso. En dos días, sabría lo que iba a hacer. Sabría si legalmente
Wills era mi hijo o mi hermano.
Y fuera lo que fuese, lo salvaría. Simplemente no sabía cómo.
56
14
Traducido por RRZOE
Beulah
G
eraldine estaba vestida con un vestido de fiesta azul hielo hecho de
satén y encaje cuando llegué a la mañana siguiente. Ella siguió
diciéndome que el cóctel de camarones era inaceptable y que ya
era hora de que llegaran las esculturas de hielo. Jugué porque este parecía ser un 57
hechizo más fuerte de lo normal. Estaba ansiosa y frustrada y siguió gritándole a
alguien llamada Mona que bajara las zapatillas de satén antes que llegaran los
invitados.
Cuando abrió la nevera y gimió, presa del pánico porque la ensalada de
frutas ni siquiera estuviera lista, decidí que era peor dejarla creer que esto era real
que traerla de vuelta al aquí y ahora. Cerré la puerta del refrigerador y me volví
hacia ella. —Es el año 2017. Soy Beulah y esta es tu casa en Savannah. Es hora de
que desayunes. Pensé que podriamos tener claras de huevo con queso de cabra
y una rodaja de tomate de tu jardín en un panecillo inglés de trigo integral —
hablé despacio y claramente con la esperanza que entendiera y saliera de allí.
Geraldine me miró confundida solo por un momento. Parpadeó varias
veces antes de mirar su vestido. Casi suspiré aliviada porque habia regresado
cuando hizo un gruñido de disgusto. —Me puse esto el año pasado. ¿Por qué
olvidé eso? No puedo usarlo de nuevo este año. Este baile es muy importante.
Aquí hay clientes, no solo amigos. —Puso los ojos en blanco y salió de la cocina
hacia las escaleras—. Si llega la escultura de hielo, diles que llegan tarde y la
quiero junto a la fuente en el patio trasero. —Me acerqué para verla subir las
escaleras. Al menos se había calmado. Tal vez volvería pronto.
Pensé en llamar a Stone, pero sabía que tenía demasiado con qué lidiar
hoy. Su mente estaba en otras cosas. Podría manejar a Geraldine. Necesitaba
menos de qué preocuparse y esto era todo lo que podia hacer para ayudarlo.
—¡Mona! ¿Dónde están mis pantalones de montar? ¿Cómo puedo cazar
sin ellos? ¡Dios mío, esto es un desastre! —Geraldine estaba gritando y nunca
gritaba. Ni siquiera durante un trance. Hoy no era un buen día para ella. Me
preocupaba que estuviera empeorando.
—Los buscaré —le devolví el grito antes que corriera por la escalera en
busca de Mona.
Mientras ella subía las escaleras en busca de cosas de su pasado, volví a la
cocina y preparé en el desayuno. Con suerte, ella volvería a mí pronto y podría
alimentarla. Lo único bueno sobre Geraldine estando completamente fuera de si
desde que había llegado era que había dejado de pensar en mí. Fuera de mis
problemas.
Tocando mi estómago, miré por la ventana y volví a pensar en la cita de mi
médico mañana. Originalmente había concertado una cita para obtener una
receta para control de la natalidad. ¿Ahora? Ahora, tomaría una prueba de
embarazo. Descubriría si ya llevaba al hijo de Stone. Nuestro hijo. Un niño que
amaría y adoraría, pero uno en el que sabía que Stone no podía enfocarse en
este momento.
El niño dentro de mí nunca enfrentaría una vida con el hombre que Stone
odiaba más. Este niño me tendría siempre. Él o ella no necesitarían amor porque
lo tendrían incondicionalmente.
Wills necesitaba Stone y yo no tiraria de Stone en dos direcciones. No
estaba segura de lo que debia hacer. No decirle estaba mal y merecía saberlo.
Decirle ahora mismo cuando necesitaba su enfoque y atención completos en la 58
lucha contra su padre también era injusto. No sé cuánto tiempo estuve allí
silenciosamente pérdida en mis pensamientos. Mis pensamientos giraron en torno
a lo que haría si estuviera embarazada. Qué debería hacer. Lo que necesitaba
hacer.
—Ni siquiera quiero saber por qué estaba usando ese vestido horrible. Olía a
bolas de polilla y creo que tengo un sarpullido debajo de los hoyos de la tela
áspera —dijo Geraldine mientras pasaba junto a mí a la cocina. Salté al sonido de
su voz. No la había oído volver a bajar las escaleras.
Frunció el ceño hacia mí. —Señor, niña. ¿Estás bien?
Sonreí. —No te oí bajar.
—Apuesto a que me has olido. —Arrugó la nariz—. Debo haber estado en el
ático en algún momento esta mañana. Ese vestido no ha visto la luz del día en
décadas.
—Se ha mantenido bien. —Imaginé que el vestido había estado a la altura
de la moda una vez.
Se encogió de hombros solo con su hombro izquierdo. —Quizás, pero ahora
es el colmo de la antigüedad. —Se rió entre dientes—. Soy un espectáculo.
Nunca sabes por lo que vas a caminar por aquí.
La sonrisa que tiró de mis labios esta vez fue real. No forzada El espíritu de
Geraldine siempre fue alegre. Estar cerca de ella hizo que la vida pareciera más
fácil. Me alegré de que hubiera vuelto de su trance. Necesitaba su presencia
pacífica hoy.
—¿Qué hay para el desayuno? —Se frotó las manos mientras caminaba
hacia la cafetera. Preparé café antes con la esperanza de sacarla de sus
recuerdos.
Repetí el menú propuesto.
—Oh, mmm. Me encanta eso. Es mi favorito. Y mis tomates son
excepcionales este año. Creo que es la cerveza que utilicé en ellos. Lo leí en
Pinterest. ¿Alguna vez ves Pinterest? Te absorberá con sus brillantes ideas.
Había oído hablar de Pinterest, pero no podía decir que había hojeado las fotos y
las ideas allí.
—No, pero sé que es popular.
—Es malditamente brillante —repitió con entusiasmo—. Apuesto a que
podrías encontrar excelentes ideas para limpiar, recetas y cosas por el estilo.
Deberíamos sacar mi computadora hoy y mirarla juntas.
—Está bien. —Estaba agradecida de que algo más ocupara mi mente.
Estaba desesperada por cualquier cosa.
—Mi amiga, Beatrice, me trajo un poco de té de menta que me encanta.
Solo se puede comprar en Inglaterra. He probado un millón de tipos diferentes
aquí, pero nada se compara. Incluso ordené algunos fuera de línea, pero no es lo
mismo. Este té —levantó una bolsa de malla con hojas de té—, es la perfección.
Algo sobre la patria, supongo. Los británicos conocen su té. Solo conocemos 59
nuestro Starbucks. —Parecía un poco decepcionada. Sabía que extrañaba
Inglaterra. Pensé que era debido a los buenos recuerdos de sus amigos británicos
que se habían ido de este mundo y de Inglaterra, que su mente siempre se
remontaba a ese período.
—¿Quieres que te haga un té para acompañar tu desayuno? —le
pregunté.
Ella sacudió su cabeza. —Oh no. Esto es por la hora del té. Es británico,
cariño. Necesitamos tenerlo a las tres.
Estaba bromeando conmigo, pero luego también hablaba en serio. Le serví
una taza de café en su lugar. Ella tenía café francés. Mientras juraba por el té
británico, también juró que los franceses eran los expertos en café. Tuve que
aceptar que el café que tenía era increíble. No había nada como eso en ningún
otro lado.
—¿Dónde está mi niño hoy? No lo he visto en la semana. —Cambió el tema
de manera sutil.
—Está lidiando con problemas laborales. —No sabía cuánto sabía sobre
Wills. No quería ser yo quien le contara la historia. Es de Stone para contar.
Geraldine tomó la taza de café que le di y sus labios se fruncieron
levemente. —Va a luchar contra él, ¿no?
No estaba segura de qué decir aquí. Me quedé en silencio.
Ella dejó escapar un suspiro y golpeó con la punta del dedo sobre el
mostrador. —Supongo que es hora. Ese niño no puede soportar como lo hizo
Stone. Él no es tan duro.
Caminó hacia las puertas que daban al patio y no dijo nada más. Me
preguntaba qué sabía ella. Y si él le había contado sobre Wills o ella misma lo
había descubierto.
Una vez más, miré hacia abajo a mi estómago y me preocupaba que ella
pudiera descubrir mi secreto. ¿Qué haría si lo hiciera?
60
15
Traducido por Corazon_de_Tinta
Stone
L
legué a casa antes que Beulah.
Aliviado de no ver su auto aparcado, me tomé mi tiempo para
juntar mi papeleo y caminé hasta la entrada del edificio. No quería 61
que llegara a casa sin que yo estuviera aquí hoy. Ella parecía
vulnerable anoche y no estaba seguro del por qué. Sentí como si fuera a salir
huyendo en cualquier momento pero no pudiera hacerlo. No podía esperar que
ella estuviese siempre allí para mí y no fuera recíproco.
Un auto se detuvo mientras desbloqueaba la puerta frontal de mi edificio y
me giré para ver que era un Lexus blanco. Quien sea que fuera había
estacionado directamente frente a mí. Sabía que nadie de este vecindario tenía
un Lexus. Alzando una mano, oculté mis ojos del sol para ver quién era.
Desafortunadamente, el polarizado de la ventana ocultaba mi visión.
La puerta del conductor se abrió e Hilda salió del auto. Esperanza, temor y
ansiedad recorrieron mi cuerpo al verla. No era lo suficientemente tonto para
pensar que ella había cambiado completamente luego de que la dejé en
Chicago ayer. Su aparición aquí significada algo más. Quería creer que era para
ayudar a su hijo. Sabía que me desilusionaría.
Se colocó los lentes de sol sobre su cabeza y caminó hacia mí. Con cada
paso que daba, quería preguntar por qué estaba aquí. En su lugar, esperé. Había
pedido, rogado y hecho todo lo que pude para ayudarla. Era improbable pensar
que ella estaba aquí para que la ayudara ahora.
Cuando solo se encontraba a unos pocos pasos de distancia, se detuvo.
—Llamé a Wills para decirle que debía cambiar mis planes y comenzó a
llorar. Tu padre le dio una paliza porque preguntó si podía venir a visitarte. —Se
detuvo y apreté los puños.
Había esperado que Wills escapara de ello. Mi plan era sacarlo de allí antes
de que mi padre pensara que era lo suficientemente grande para recibir un
golpe. El día había llegado demasiado pronto.
—No dejaré que lastime a Wills. Es un niño amable. Estoy listo para ayudarlo.
Debe alejarse de ese bastardo.
Mi primer instinto fue subir al primer avión a Nueva York para llevarme a
Wills. Sabía que no podía hacer eso todavía. Debía esperar hasta tener todo en
orden. Arruinarlo por dejar que mis emociones tomen el control le daría la ventaja
a mi padre.
—Entra. —Me giré y abrí la puerta. Hilda me siguió dentro y subimos las
escaleras en silencio. Usé todas las técnicas que había aprendido durante años
para calmarme. La ira creciendo dentro de mí estaba amenazando con tomar el
control y, ahora, quería gritarle a la mujer detrás de mí. Estaba tentado de
recordarle que Wills no hubiera tenido que sufrir a manos de mi padre si ella
hubiera sido la madre que él merecía. Pero sus decisiones y actitudes egoístas nos
habían llevado hasta aquí.
Abriendo la puerta del departamento, di un paso atrás e hice un gesto con
la mano para que ella entrara.
—Guau, Winston, esto es otra cosa. Espléndido. Impresionante. —Hilda
siempre se impresionaba por lo material.
—¿Cuándo hablaste con él? —No me interesaba hablar sobre mi
departamento con ella.
62
Se giró y pude ver un cambio leve en su actitud. Había todo tipo de señales
de advertencia allí. Estaba imaginando algo que no volvería a ser. No tenía
paciencia para lidiar con su idiotez.
—Esta mañana, alrededor de las nueve. Recibí una llamada que me
despertó y luego cambié mis planes. Era importante y debía llamar a Wills y
hacerle saber que estaría allí un día más tarde de lo que le había dicho
originalmente. Él comenzó a llorar, por lo que pensé que debía estar molesto por
algo malo.
—Lo estaba —indiqué.
Frunció el entrecejo. —Sí, así es. De todas maneras, estaba llorando.
Molesto. Lo calmé y hablamos. Me dijo que quería venir a vivir conmigo. —Batió
las pestañas y observé mientras elaboraba sus emociones y lágrimas falsas. Quería
creer que amaba a Wills, pero estaba seguro que no podía confiar en ella.
Tampoco creía que él le hubiese preguntado si podía vivir con ella. No le
agradaba demasiado.
—Y si los resultados arrojan que no es mío, que es de mi padre. ¿Entonces
qué? ¿Aun así lucharás por él?
Sus lágrimas amenazaban con derramarse. —¡Por supuesto! ¡Lo está
lastimando, Winston!
Le había advertido que lo lastimaría desde el principio. Cuando quería
saber si era mío. Cuando era más joven y no tenía poder. Pero no le importó. —
¿Por qué el repentino cambio en tu corazón? Te lo advertí repetidamente.
Se limpió las lágrimas que rodaban por su rostro. —No te creí. ¿Está bien?
Pensé que estabas exagerando o quizás merecías lo que obtenías porque eras un
niño malo. No lo sé. —Su voz se volvió más débil, sonando casi culpable por las
palabras que estaba diciendo.
—Deberías haber pensado que sería la última persona en mentirte. Nunca
he sido deshonesto contigo. No puedes decir lo mismo.
Abrió la boca para hablar, dio un paso demasiado cerca y colocó una
mano en mi pecho. Alcancé su mano para quitarla de mi cuerpo y alejarla.
En ese mismo momento, la puerta de mi departamento se abrió. Me volteé, los
ojos fijos en Beulah. Sabía que estaría aquí pronto. La aparición de Hilda para
hablar sobre Wills me distrajo y lo olvidé momentáneamente.
—¿Quién eres? —El tono de Hilda era brusco. Posesivo. Como si tuviera
algún derecho de estar en mi casa y preguntar quién entraba por la puerta.
Quité su mano y me acerqué a Beulah. Sus ojos sorprendidos, confundidos y
nerviosos. Esto no era lo que ella necesitaba. Esta noche, había planeado hablar
con ella sobre lo que la estaba molestando.
—¿Quién es ella, Winston? Estamos lidiando con asuntos familiares. —La voz
de Hilda se había elevado. No le respondí. En su lugar, mantuve los ojos fijos en los
de Beulah. Tranquilizándola mientras la mujer demente que posiblemente era la
madre de mi hijo despotricaba detrás de mí.
—Ella es Hilda. —Había desestimado a Hilda por un segundo para
mantenerme centrado en Beulah. Ella sabía lo suficiente de Hilda para
comprender. Al menos esperaba que lo hiciera. 63
—¿Wills se encuentra bien? —preguntó de inmediato. Había una
preocupación honesta en su tono.
—Lo estará. Pero mi padre lo ha lastimado. Lo ha asustado.
—Oh Dios. —Se cubrió la boca. El dolor brillando en sus ojos era real. No era
fabricado o elaborado. Se preocupaba genuinamente por Wills.
—¿Por qué sabe sobre nuestro hijo? —preguntó Hilda con agudeza.
Demandando atención, odiando ser ignorada.
Deslicé mi brazo alrededor de la cintura de Beulah. —Beulah, conoce a la
madre de Wills, Hilda. Hilda, ella es mi novia, Beulah. Vive aquí. Conmigo.
No había esperado que tuviese novia. Eso era obvio. Había un cierto brillo
molesto en sus ojos que leí con demasiada facilidad. Las mujeres como Hilda
querían ser lo más importante. Las más hermosas. Beulah era dieciséis años menor
y, por lejos, más hermosa por dentro y por fuera. Hilda odiaría eso.
—Encantada de conocerte —dijo Beulah. Su voz era dulce y perfecta.
Hilda la observó pero solo por un momento. Se recuperó rápido de su
irritación y forzó una sonrisa. Una sonrisa que era demasiado vibrante. —Lo mismo
digo. Estoy segura que nos haremos amigas muy pronto.
Lo dudaba.
64
16
Traducido por Yira Patri
Beulah
—No sabía que venía aquí. —Fueron las primeras palabras que salieron de
la boca de Stone cuando entramos en su habitación.
Me di cuenta de eso —dije. Era obvio que había sido tomado por sorpresa, pero 65
había esperanza en sus ojos. Hilda apareciendo aquí fue algo bueno para Wills.
Tuvieron que trabajar juntos para ayudarlo.
Stone pasó una mano por su cabello arruinando sus gruesos mechones. —
Necesito su ayuda. Wills necesita su ayuda. Honestamente, no la quiero aquí con
nosotros… Quedándose en mi lugar. Nuestro lugar. Ella es tóxica. —Estaba
preocupado por mí y lo sabía. Me di cuenta a los pocos segundos de haber
entrado al apartamento de que estaba de guardia en lo que concernía a Hilda.
Estaba listo para entrar y salvarme. No estaba tan indefensa. Sabía que podría
tratar con Hilda. El hecho de que fuera agradable no me debilitaba.
—Estaremos bien con ella aquí. Esto es una cosa buena. Una muy buena no
te preocupes por nada más. Tienes suficiente para preocuparte.
Se acercó a mí y puso ambas manos en mi cintura. —Me alegra que ella
esté aquí. No estoy contento con lo que finalmente la empujó aquí. Mi estómago
está retorcido en nudos sobre él. Pero tengo una oportunidad ahora. También
tengo esto. —Metió la mano en el bolsillo trasero y sacó un sobre. Frunciendo el
ceño, miré el sobre e intenté descifrar qué había dentro.
—Los resultados. Estaba esperando hasta que estuviéramos solos para
mirarlos. No importa lo que digan, lo que estos resultados me digan, necesitaré
tiempo para adaptarme. Hilda apareciendo me sorprendió y puse mi mirada en
espera.
Ambos lo sabríamos ahora. Los próximos pasos que tomó se decidirán por
los resultados en ese sobre. Estaba confundido con mis pasos y no lo sabría hasta
después de la cita de mi médico mañana.
—Ábrelo cuando estés listo. —No quería presionarlo. Imagino que en su
corazón y su mente había mucho en juego sobre lo que decía el trozo de papel
dentro de ese sobre. Stone ya amaba a Wills. Había vivido sin saber si era su
padre, pero eso no había cambiado su amor por él.
Wills y Stone tenían el mismo color de ojos, pero el color no era raro. Eso no
hizo suyo a Wills. Y el cabello oscuro y la sonrisa del chico se parecían más a Hilda
ahora que la había visto. Claro, mirando las fotos, el niño podría ser suyo. Pero él
podría ser su hermano con la misma facilidad.
Stone se quedó allí mirando la foto en sus manos. Su ceño fruncido
fuertemente. Tantas cosas corriendo por su cabeza. Le haría esto más fácil si
pudiera. Pero no había nada que supiera que podía hacer. Nada en absoluto,
sino pararme aquí y ser su apoyo. Él ya no estaba solo.
Al menos no ahora.
Poco a poco, abrió el sobre y sacó el papel prolijamente doblado del
interior. Levanté la vista para encontrar que Stone me estaba mirando. Respiró
hondo como para calmarse. Le di un asentimiento alentador y él sostuvo el papel
en su mano. El ligero temblor no pasó desapercibido para mí. Fue otro pequeño
vistazo a su vulnerabilidad.
No estaba segura de si estaba respirando mientras esperaba que él dijera
66
algo. La incógnita estaba suspendida en el aire por tanto tiempo ahora que sabía
que cambiaría tanto para él internamente.
Su mano no cedió a la respuesta que estaba leyendo. Su cuerpo no
reaccionó de manera diferente. Busqué alguna pista sobre lo que él sabía. Para
estar preparada. La posibilidad de que Wills tenga una vida libre de ese hombre
pesaría sobre esto.
Pareció una eternidad ya que la habitación permaneció en silencio. No
empujé. No era mi lugar. Todo esto sería cuando Stone estuviera listo para
compartir. Finalmente, él levantó la cabeza y sus ojos lo dijeron todo. Ellos
reflejaron su dolor crudo, la alegría que sentía y la desesperación. Tantas cosas
derivadas de la misma verdad.
—Él es mío… —Hubo una pausa. Un breve momento en el que parecía que
no podía hablar. Como si no estuviera seguro de entenderse a sí mismo. Me
preguntaba qué podría haberlo sorprendido tanto. Sabía que era muy probable
que Wills fuera suyo. Había algo que estaba causando la mirada de incredulidad
en su rostro.
—No es el hijo de mi padre… —repitió lo que yo ya sabía. Confundida, no
pude hacer nada más que esperar. Todavía estaba agarrándose mentalmente a
algo. Un hecho para el que no estaba preparado—. Ni yo tampoco.
Esas tres últimas palabras hicieron detenerme y repetirlas en mi cabeza. ¿Ni
yo tampoco? Estaba confundida. ¿Tampoco es él qué? ¿El hijo de su padre? Lo
que él había dicho apareció lentamente y sentí mi mandíbula caer cuando todo
se hundió.
—Wills no tiene el ADN de mi padre. Ni un rastro. Si él es mi hijo, también
tendría ADN de mi padre. Él es inequívocamente mío. Él incluso tiene mi tipo de
sangre. Sus ojos no son lo único que le di.
Su voz era profunda, ronca por la emoción. Di un paso hacia él y él sacudió
su cabeza como si no pudiera creerlo. —Él no es mi padre. El hombre que crecí
temiendo, tratando de agradar, y terminé odiando no fue el hombre que me dio
la vida. Él abusó de mí. Él me dañó. Él me enseñó a una edad temprana a no
confiar en nadie. Él me impidió encontrar cualquier forma de relación real o
incluso amor hasta que tú llegaste.
Abrí la boca para decir algo, pero arrojó el papel sobre la cama y soltó una
risa áspera. Una que no tenía humor. Una tan llena de ira y disgusto que di un
paso atrás.
—Ella lo sabía. Mi madre… ella sabía. Sabía que yo no era suyo y me dejó
crecer bajo el puño de ese hombre. Cuando ella podría haberme llevado. Todo
lo que tenía que hacer era demostrar que yo no era de él. Eso era todo. Pero el
dinero… ese maldito dinero. Era todo lo que importaba. Todo lo que jodidamente
importaba.
Mi corazón se estaba rompiendo mientras hablaba. El niño pequeño que
había sido estaba tan desesperado por ser amado. Él tan desesperadamente
quería complacer a ese hombre. El que lo odiaba sabiendo que no era su hijo.
Creer que su propia madre lo permitió cuando supo que él podría estar libre del 67
hombre parecía cruel. Incluso más que Portia. Al menos, había dejado a su hija
con alguien que la criaría con amor y la adoraría. Se quedó con una madre que
se aseguró de que siempre la cuidaran y la protegieran.
—¿Es posible que no lo supiera? —Quería creer que su madre no lo sabía.
Él no me miró. —Ella lo sabía —respondió su voz vacía de emoción. Donde
el dolor había estado, ahora estaba vacío.
Las palabras no llegaron. Quería decir algo para consolarlo, pero no se me
ocurrió nada. En cambio, caminé hacia él y le rodeé la cintura con los brazos. El
cuerpo rígido bajo mi toque no se relajó. Casi podía sentir sus emociones
pulsando a través de él. Incluso ahora, como hombre, se ve obligado a enfrentar
a los monstruos de su juventud.
El secreto que podría tener dentro de mí permanecería allí por el momento.
Eso es todo lo que pude hacer. Stone necesitaba que yo fuera fuerte y me
mantuviera a su lado. Y eso es lo que haría.
17
Traducido por Corazon_de_Tinta
Stone
H
ilda no salió de su habitación hasta las nueve y diez de la mañana
siguiente. Había estado caminando de un lado a otro por la sala,
intentando permanecer tranquilo mientras diferentes escenarios se
desarrollaban en mi cabeza. Había una buena posibilidad de que el hombre que 68
había pensado era mi padre supiera que no lo era. Es posible que también
supiera que Wills tampoco era su hijo. Debía estar preparado para eso. También
necesitaba hablar con Hilda para descubrir qué era lo que sabía.
Había demasiado ocurriendo y ella prefería dormir. No parecía
preocupada por Wills.
Cuando finalmente salió de la habitación, estaba completamente vestida,
peinada y maquillada. La esencia de su perfume que una vez me había
convertido en una ruina caliente ahora me hacía estremecer. Esa esencia solo
me provocaba arrepentimiento.
—Buenos días —dijo brillando como un rayo de luz, como si su hijo no
hubiese estado solo y asustado. Como si el hijo que habíamos creado no
necesitara ser rescatado. Se había tomado su jodido tiempo para vestirse y ahora
era toda sonrisas. Mis manos se convirtieron en puños a ambos lados y fantaseé
con golpear una pared. Mi ansiedad creció hasta que la ira tomó su lugar.
—Él es mío —le dije y esperé para ver su reacción. Tenía que saber si ella
sabía más de lo que había dejado escapar.
Se detuvo por un momento. Sus ojos se entrecerraron y sonrió. —Bien. Esto lo
hace más fácil, ¿verdad? —Su respuesta no reflejaba alivio. Estaba más ensayado
que otra cosa.
—¿Lo sabías? —demandé—. No tengo tiempo para tus malditos juegos.
¿Sabías que era mío? —Mi voz comenzó a elevarse.
Sus ojos se abrieron sorprendidos ante mi furia que era imposible de ocultar.
—¿Cómo podría saberlo, Winston? —Colocó las manos en su cintura de
manera defensiva—. Estuve follando contigo y con tu padre al mismo tiempo. Era
estúpida y negligente. Pero él era viejo y necesitaba tu juventud y belleza. Tu polla
siempre estaba allí y lista para complacerme. Él no podía satisfacer mis
necesidades. Tu sí. Me sentía atraída por su poder y su dinero, pero era adicta a
follarte. Así que no, ¡nunca estuve segura de quién era el padre de Wills! —Sus
mejillas estaban rosadas y sonrojadas. Podía ver la manera en que se movía hacia
mí y la manera en que su pecho se alzaba y caía con rapidez. Era obvio lo que
quería. Lo que estaba pensando. Definitivamente no se centraba en Wills en este
momento.
—Pero no te importó, ¿o sí? —repliqué y me alejé, poniendo distancia entre
nosotros. No quería que se acercara. Sus decisiones, su egoísmo… me repugnaba.
Sin embargo, sus recuerdos habían hecho que pensara en cosas que quería y
extrañaba. Cosas que yo no quería volver a experimentar.
—Estaba confundida, Winston. Asustada. Tu padre es un hombre poderoso.
Estaba haciendo lo que debía para protegernos a ambos.
De nuevo, no mencionó a Wills. Como si su bienestar no tuviera nada que
ver con ella.
—Parece que no eres la única mujer en casarse con el tipo y no saber quién
era el padre del hijo que llevaba en su vientre. Mi madre hizo lo mismo. Sin
embargo, no se sabe quién es mi padre. Tendré que preguntarle a ella. Lo que sí
sé es que me dejó con ese hombre al igual que tú hiciste con Wills. Sin estar 69
completamente segura si era el padre de tu hijo o no. Pero el dinero que te
ofreció era más importante que el bienestar de tu hijo. —El dolor que me había
causado mi madre estaba manifestándose y yendo contra Hilda. Y se lo merecía.
Había hecho lo mismo. Eran iguales: egoístas y egocéntricas.
—¿De qué hablas? —Su ceja perfectamente depilada apenas se arqueó
gracias al Botox que sabía debía estar bajo su piel.
—Mi madre era como tú. Estaba follando con alguien más mientras estaba
con mi padre. Llegaron los resultados del ADN y no solo confirmaron que Wills era
mío —me detuve y la observé. Quería asegurarme que entendiera todo esto.
Cada jodida palabra—. Wills tampoco es un nieto. NO hay relación sanguínea
entre el hombre que siempre asumí era mi padre y Wills. Sin embargo, Wills es mi
hijo. Entonces, ¿qué te dice eso?
Sus ojos se abrieron y su mandíbula cayó. Parpadeó muchas veces. Dejé
que la información ahondara en ella. Se cubrió la boca con la mano izquierda.
Me volteé y me alejé. Su cándido asombro solo me enfureció más. Esto era algo
que yo mismo forcé. Ella nunca me hubiera forzado a comprobar la paternidad
de Wills. Lo hice sin provocación. Era yo el que quería saber. Ella no quería a Wills.
Su aparición aquí no tenía nada que ver con Wills, ahora lo sabía. Vi a través de
su pobre excusa.
—¿Por qué estás aquí, Hilda? ¿Qué quieres?
Me estudió por un momento. Las verdaderas y las mentiras atravesaron su
mirada mientras decidía qué era lo que quería decirme.
—¡Dime la jodida verdad, maldita sea! —grité con frustración.
No retrocedió. —Vine por ti. Te quiero a ti. Tú quieres a Wills y puedo
ayudarte a tenerlo. Pero te quiero a ti —dijo las palabras mientras recorría su seno
izquierdo con una mano—. Éramos buenos juntos, Winston. Lo sabes.
Me quedé de pie allí. Ya nada me sorprendía demasiado. Pero esto, el
momento que eligió para sacar a relucir esta artimaña, fue como si me
abofeteara en el rostro. Más prueba de que no le preocupaba en nada nuestro
hijo. Había tenido un hijo con una mujer desalmada. Él tenía una madre muy
parecida a la mía, y yo lo había hecho. Era mi culpa.
—Lucharé por mi hijo con o sin tu ayuda, Hilda. Ahora tengo el poder que
necesito. Es estúpido que pienses que podemos volver a lo que teníamos cuando
era un chico. Patético. También es una pérdida de tiempo. No te necesito aquí. Si
te preocuparas por Wills, entonces respetaría tu presencia. Pero esta… ¿oferta
que has hecho? No la quiero. No creo tener estómago para repetirlo.
Enderezó los hombros como si hubiera nacido con dinero en lugar de
casarse con él. —¿Es por esa chica? —Sus palabras sonaban amargas.
—Esa chica es la mujer que he esperado amar durante toda mi vida. Ella
me salvó.
Hilda rodó los ojos y suspiró. —Creí que eras más inteligente. Jesús, Winston.
Eres patético. Ninguna vagina es tan buena. Has tenido un montón. No me digas
que la suya es mágica.
Esta no era una conversación que iba a tener con nadie, especialmente no 70
con Hilda.
—Si quieres ayudar a Wills, quédate. Pero recuerda cuál es la razón por la
que te quedas y cuál es tu lugar. Si no quieres nada más que intentar follarme,
vete ahora. Haces que pierda mi tiempo.
Una gran parte de mi quería conducirla hasta la puerta. Me temía que su
presencia podía arruinar las cosas de Beulah. No confiaba en Hilda, pero era la
madre de Wills. Incluso aunque fuera una perra descuidada, seguía siendo su
madre. Él necesitaba ver que luchaba por él.
—Es mi hijo. Me quedo.
18
Traducido por Lipi Sergeyev
Beulah
G
eraldine había pedido ir a visitar a Heidi cuando llegué esta
mañana. Ella ya había hecho la masa para pasteles y comenzó a
hacer glaseado de queso crema cuando entré por la puerta. La
idea de ver a mi hermana hacía que las cosas parecieran más brillantes. 71
Al dejar a Stone esta mañana, me sentí como si nos estuviéramos
distanciando. No tenía una razón para sentirme así. Y era consciente de que mis
inseguridades aumentaron después de descubrir que él era un padre. Tampoco
ayudó que Hilda se quedara en su casa. Sin mencionar que era posible que yo
estuviera cargando a nuestro hijo. Mis emociones estaban por todos lados.
La idea de Geraldine era mejor. Concentrándome en Heidi estaba a salvo.
Por suerte para mí, Geraldine también me hizo hacer galletas porque eran
la receta de su abuela y sabía que a Heidi y May les encantarían. Eso me dio aún
más para ocupar mis pensamientos. Casi era el almuerzo cuando terminamos de
hornear y Geraldine había dado sus toques finales a todo.
Pensé que Stone podría pasar por aquí, o esperaba que lo hiciera. Estar
separados era difícil en este momento. Las cosas parecían tan rocosas y de
repente me convertí necesitada. No me gustó ese sentimiento en absoluto.
—Tengo este hermoso vestido rosa con volantes. Puedes girar y los volantes
bailan a tu alrededor. Es la perfección ¿Crees que a Heidi le gustaría eso? Está
colgando en mi armario. Cada vez que lo veo, deseo que alguien pueda
disfrutarlo como lo hice una vez. Las dos sabemos que acabaré retozándolo aquí
con el tiempo cuando esté en un trance loco. También podría dárselo a alguien
que pueda usarlo.
No pensé que Heidi pudiera usar un vestido como ese. ¿Ella lo disfrutaría sin
embargo? Absolutamente. Pensaría que era una princesa y dudaba que alguna
vez se lo quitara. Lo que significaba que se volvería lúgubre y manchado. No se
sabe cuánto pagó Geraldine por el vestido. Dárselo a Heidi para jugar me ponía
nerviosa.
—Sé que le encantará el vestido, pero me temo que no lo apreciará. Ella
querría jugar afuera en eso. Habría manchas de suciedad y manchas de
glaseado, le expliqué con una sonrisa. La oferta era increíblemente generosa. No
pensé que Geraldine entendiera a Heidi tan bien. Incluso después de nuestras
visitas.
Geraldine se rió y agitó una mano. —¡A quién le importa eso! Quiero que se
divierta en eso. Ese vestido era para divertirse. Emoción. Aventura. No de polvo en
el armario de una anciana —dijo y luego juntó las manos—. Lo voy a conseguir
ahora. Nos lo llevamos con nosotras. Ella incluso puede usarlo mientras come estos
pastelitos y galletas. Será la mayor emoción que el vestido haya visto en décadas.
Abrí la boca para discutir, pero Geraldine se había ido. Ella era rápida para
su edad, especialmente cuando quería serlo. Observé mientras ella subía
corriendo las escaleras —o mejor dicho, caminaba rápidamente. Ir a visitar a
Heidi siempre la ponía de buen humor. Estaba agradecida por eso porque hacía
lo mismo por mí. Necesitaba ver a Heidi hoy. Su sonrisa aliviaría el constante dolor
en mi pecho. El que presagiaba, advirtiéndome que lo inevitable estaba por
venir.
Esta tarde vería a mi doctor. Geraldine ya sabía que me iba temprano para
una cita. Cuanto más se acercaba el momento de irme a mi cita, más nerviosa
me sentía. Estaría allí sola. Stone pensó que era para una visita de rutina y para 72
ponerme en control de la natalidad. No podía decirle que me estaba haciendo
una prueba de embarazo. Él tenía demasiado con que lidiar.
Por más que lo intenté, no podía dejar de pensar en él e Hilda solos. Juntos.
Me preguntaba qué estaban haciendo y de qué estaban hablando. ¿Todavía
estaba atraído por ella? ¿Se acuerda de cómo era tener relaciones sexuales con
ella y quería volver a hacerlo? Sonaba ridículo, pero mi curiosidad me estaba
devorando.
—¿Qué número de calzado usa Heidi? —preguntó Geraldine mientras
bajaba por la escalera con un par de zapatillas de satén rosa. Si hubieran sido
tacones, habría estado en contra, pero las zapatillas eran como zapatillas de
ballet y Heidi estaría bien en eso. Su equilibrio no era el mejor. Los tacones siempre
habían sido difíciles para ella. Ella se había torcido el tobillo probando los mío
antes de mi graduación.
—Siete —le dije, sabiendo que los zapatos que llevaba encajaría
perfectamente.
—Estos son siete y medio. —Sonrió—. Me pongo un ocho ahora. Mi pie ha
crecido con la edad. Pero estos se sienten como si estuvieras caminando en una
nube. Ella los amará.
—Ella no sabrá cómo manejar tanta emoción. Una visita sorpresa es una
cosa. También estamos tomando las golosinas, el vestido y los zapatos. Va a
pensar que es Navidad.
Geraldine estaba sonriendo de oreja a oreja. A ella le gustaba hacer cosas
para la gente. Era una de las muchas razones por las que era fácil de amar. Tenía
un gran corazón. Heidi la había tomado inmediatamente. Ella estaría feliz de verla
de nuevo hoy.
—¿Stone ha visitado a Heidi contigo?
Su pregunta me hizo detenerme. No quería responder a eso. Tan imperfecto
como era Jasper, él había visitado a Heidi conmigo. Él sabía que ella era
importante para mí y que él quería ser parte de mi vida. Stone nunca había
preguntado o mostrado interés.
De nuevo, mis emociones eran crudas. Estaba siendo sensible. Sacudiendo
eso, sonreí y mentalmente me tranquilicé diciéndome que todo estaba bien.
Stone era retraido, silencioso, reservado para sí mismo. Jasper era diferente le
gustaba las multitudes.
A Stone también le gustaban las multitudes. O al menos parecía que lo era
cuando estaba en las fiestas de Jasper. Aunque habían sido su gente —con los
que había crecido y había ido a la escuela.
No. Yo no me haría esto a mí misma. Estaba desenterrando un drama de
donde no había ninguno. —Stone está ocupado. Rara vez tiene tiempo para
dormir. No puedo esperar que encuentre tiempo para visitar a mi hermana —le
dije sabiendo que no tenía que defenderlo con Geraldine. Ella lo entendía mejor
que nadie.
—Hum… —Frunció el ceño mientras caminábamos hacia la puerta—. Tiene
73
tiempo para tener relaciones en mi despensa mientras piensa que estoy
durmiendo la siesta. Supongo que si él puede hacer eso, puede visitar a tu familia
contigo.
Abrí mi boca y la cerré tres veces, incapaz de pensar en la cosa correcta
qué decir aquí.
—Deja de batir tu mandíbula o una mosca va a entrar ahí. Ahora ven.
Vamos a ver a tu hermana. No voy a hablar más sobre Stone hoy. Pero te diré
esto —se detuvo y me miró—, tienes que hacer una posición. Déjale saber lo que
esperas y mereces. No dejes que corra sobre ti o que aproveche tu buena
naturaleza. Es un hombre, Beulah, y todos son un poco egocéntricos hasta que los
sacudimos un poco.
Todo lo que pude hacer fue asentir. No pensé que Stone fuera egocéntrico
en absoluto, pero no iba a discutir con ella. Ella continuaría y nos quedaríamos sin
tiempo. Tenía tres horas para visitar a mi hermana y conducir a Geraldine de
regreso a casa para arreglarla antes de mi cita.
—Los hombres no saben qué tan bien lo tienen cuando se encuentran a sí
mismos. Valoramos nuestro peso en oro. —Geraldine marchó hacia el garaje que
albergaba su Mercedes.
No hice ningún comentario.
—¿Crees que debería usar este vestido rosa en la boda Millers?
No tenía idea de quiénes eran los Millers. Empecé a preguntar cuando ella
agregó—: No puedo creer que Claudia se case tan joven. Nos quedan años de
nuestra juventud. ¿Qué está pensando ella?
Reduje mi ritmo y me pregunté si debería volver a la casa. No podría llevar
a Geraldine a ver a Heidi así.
—¡Todavía no me he enrollado el cabello! —jadeó Geraldine antes de
volverse y correr hacia la casa—. No puedo ir así. ¿Por qué no me lo dijiste?
La vi caminar dentro de la casa. Las galletas y pastelitos que sostenía olían
bien. Busqué una galleta de azúcar glaseada y le di un mordisco. Mastiqué
lentamente y esperé. Cuando Geraldine no regresó, sabía que no estaría saliendo
de esta pronto.
Visitar a Heidi tendría que esperar.
74
19
Traducido por Lipi Sergeyev
Stone
G
eraldine no respondía su teléfono. Beulah no estaba respondiendo
al suyo. Eran más de las siete y el consultorio del médico cerró hace
dos horas. Hilda estaba bebiendo mi buen vino y escuchando un
ruidoso jodido reality show en la sala de estar. 75
Y todo lo que quería era estar a solas con Beulah. Hoy ha sido un infierno.
Aunque mis abogados se sintieron positivos ahora que teníamos pruebas de
que el ADN decía que Wills era mío y yo tenía a su madre lista para estar a mi
lado apoyándome para luchar por él, todavía estaban preocupados por el poder
que había detrás del nombre de mi padre… o el hombre que pensé que era mi
padre.
Wills me había llamado hoy, y cuando Hilda pidió hablar con él todo su
tono cambió. Él estaba nervioso. Tenso. No quería hablar con ella. Ella no era una
fuente de consuelo para él y yo entendía sus sentimientos demasiado bien. Pero
Wills no tenía una Geraldine en su vida.
Eché un vistazo al reloj otra vez y decidí buscar a Beulah. No podría
quedarme aquí preguntándome dónde podría estar. Mi ritmo en frente de la
puerta no estaba ayudando a nadie. La risa de borrachera de Hilda también me
irritaba los nervios. Ella tenía una aventura en Chicago a la que necesitaría volver
eventualmente. No esperaba que se quedara aquí mucho tiempo. Por mucho
que la necesitara en la corte, no la necesitaba en mi casa.
La perilla de la puerta se giró y me congelé. Mi primer instinto fue agarrarla
y abrirla, pero esperé a que Beulah la abriera y entrara.
Apenas había entrado por la puerta cuando solté—: ¿Dónde has estado?
—Fui duro y exigente. Me encogí ante el tono de mi voz. Mi preocupación y
pánico se habían acumulado y no pude evitar mi reacción.
Sobresaltada, saltó y se quedó allí mirándome con los ojos muy abiertos por
el miedo. No había tenido la intención de asustarla. Sin embargo, mi maldita voz
había sido demasiado.
—H-hoy era m-mi cita con mi médico —tartamudeó.
—Yo sé eso. He estado contando este día. Pero la oficina del doctor cerró a
las cinco. Son más de las siete.
Beulah todavía parecía confundida por el tono que estaba usando. Estaba
tratando de suavizarlo, pero no estaba funcionando. Estaba dejando que mi
ansiedad me controlara.
—Geraldine tuvo un trance esta noche. No podía dejarla así. Tuve que
llevarla conmigo. Ella regresó mientras estábamos allí. En lugar de volver a su casa
y prepararle la cena, quiso salir a comer. Entonces lo hicimos.
—¿Por qué no me llamaste para ayudar? ¿O al menos responder tu
teléfono? He estado preocupado.
—Debería haberlo hecho. Lo siento. No me llamaste hoy y pensé que
estabas ocupado. Tuve que apagar el teléfono en el consultorio del médico y
olvidé volver a encenderlo después. Lo siento mucho. No pensé que estarías en
casa o habría llamado para explicarte. —Su tono era sincero pero ella era
diferente. Parecía casi a la defensiva. Como si quisiera gritarme, pero se estaba
conteniendo.
—¿Esperabas que llamara hoy temprano? —Trataba de decidir qué estaba
molesta, pero no me lo dijo. Lo escondería. O intenta hacerlo. 76
—Solo si quisieras. Sé que estás ocupado. —Sus palabras fueron bonitas.
Amables. Pero su tono, la expresión de sus ojos decían algo completamente
diferente.
—Debería haber llamado antes. Lo siento —dije pensando que debía ser
así.
—Está bien. Voy a mantener mi teléfono encendido a partir de ahora. —Su
cabeza se volvió hacia la sala de estar de donde venía el ruido de la televisión.
Nunca tuvimos la televisión encendida allí. Era extraño. Fuera de lugar. No las
noches normales que teníamos aquí. La presencia de Hilda nos estaba poniendo
a los dos tensos.
—Ven conmigo. —Le tendí mi mano. Hizo una pausa por un segundo,
estudiando mi mano. Finalmente, colocó la de ella en la mía. Cerré mis dedos
con fuerza y suavemente la arrastré por el pasillo hacia mi habitación.
Necesitaba alejarme del recordatorio de Hilda. Todo ese maldito sonido.
Cerrando la puerta firmemente detrás de nosotros, me volví hacia ella y la
agarré por la cintura para atraerla hacia mí. —¿Recibiste la inyección? —le
pregunté queriendo estar dentro de ella sin preocupación.
No respondió al principio. Tuve un momento de desilusión. Había estado
esperando este día. No me había retenido antes, lo sabía, y todavía teníamos
que tener cuidado. Especialmente ahora. Tenía que luchar por Wills. Si algo
sucediera, necesitaría más apoyo y atención de la que tenía que dar en este
momento.
—Es seguro —dijo simplemente.
Tirándola hacia mí, enterré mi cabeza en su cabello e inhalé. Me empape
en su calidez y olor. Como siempre, me calmaba y me daba la tranquilidad que
necesitaba.
El ruido de la televisión estaba bloqueado.
Estábamos solos.
Aproveché ese momento para disfrutar de nuestra soledad. Nosotros.
Solo por un momento.
No podía evitar la emoción que sentí al saber que podía correrme dentro
de ella. El impulso de tomarla era más fuerte y más dominante que mis otros
sentimientos en este momento.
Busqué debajo de la falda corta de su vestido de verano, encontré sus
bragas y las bajé. Movió sus caderas, ayudándome hasta que cayeron por sus
piernas y salió de ellas.
Agarrando su cintura, la levanté y la llevé a mi cama y la arrojé sobre ella.
Sus piernas se abrieron y sus ojos siguieron cada uno de mis movimientos. No tuve
tiempo para los juegos preliminares. No esta vez. Tenía que entrar dentro de ella
—me tranquilizaba que estaba aquí y que estábamos bien.
Mis pantalones se habían ido con facilidad y me subí sobre ella y la relajé 77
mientras levantaba sus rodillas y caderas para facilitar el acceso. Deslizarme a
través de su resbaladiza calidez arrancó un gemido de placer de mí. Me había
encontrado pensando en este mismo momento varias veces hoy. Ahora
estábamos aquí, y no quería irme.
Agarré su pierna izquierda y la puse sobre mi hombro haciendo mi
penetración más profunda. Todo se sentía más intenso. La cabeza de Beulah se
presionó contra la suave ropa de cama y dejó escapar un grito. Entonces dijo mi
nombre. Varias veces. Empecé a bombear en ella más rápido. Estaba
emocionado con la idea de alcanzar mi clímax dentro de ella haciendo que mis
movimientos se volvieran más frenéticos.
Yo era como un maldito adicto. Necesitando esta solución.
—¡Stone! —gimió y arañó mi espalda.
La presioné fuertemente contra mí el sonido de nuestros cuerpos uniéndose
se hizo más rápido y más fuerte. Su respiración se había convertido en un jadeo y
el mío era pesado y rápido. Sus brazos estaban fuertemente apretados alrededor
de mi cuello cuando se encontró con cada una de mis embestidas, presionando
más profundo.
—Oh, oh, oh. —Su clímax estaba cerca. Su cuerpo comenzó a temblar y sus
uñas se clavaron en mi carne. El sudor en sus muslos mientras su piel se frotaba
contra la mía lo hacía rápido y suave—. Me estoy viniendo —gimió y hundió la
cabeza en mi pecho mientras daba tres empujes más duros y grité mi liberación.
Ella gritó, cantando mi nombre mientras el calor de mi semilla la llenaba.
—Joder, nena, eso es todo. Tómalo —dije tirando de su cabello para poder
mirarla a los ojos mientras la llenaba—. ¿Sientes eso? —le pregunté presionando
más profundamente dentro de ella.
—Sí. —Tenía los ojos pesados y estaba temblando—. Es caliente.
Solté un último gruñido cuando terminé de vaciarme en ella. Esto era lo que
necesitaba todo el jodido día. Me sentía mejor ahora. Me sentía jodidamente
perfecto.
Tirando de ella hacia atrás en mis brazos, la abracé y nos quedamos allí
hasta que su respiración se ralentizó. Cuando supe que estaba dormida, cerré mis
ojos y la seguí.
78
20
Traducido por micafp_2530
Beulah
S
tone todavía estaba dormido cuando me desperté a la mañana
siguiente. Me quedé envuelta en sus brazos, mirando por la ventana
donde el sol estaba a punto de levantarse. Era temprano y había
dormido toda la noche. No nos habíamos movido ya que esta era la posición 79
exacta en la que me había quedado dormida. El sexo fue increíble. Estaba más
sensible. Me preguntaba si eso era por el embarazo.
Aún era temprano, pero la prueba de orina en el consultorio del médico
confirmó que estaba embarazada. No necesitaba dar sangre para confirmarlo.
Mi período no llegaría este mes. No sabía cómo esconder eso. Stone no era del
tipo de no querer sexo simplemente porque estaba sangrando.
Incluso ahora, con todas estas incógnitas, con las decisiones que tenía que
tomar, quería dar la vuelta y abrir las piernas para que volviera a entrar en mí.
¿Qué estaba mal conmigo? Estaba pensando en el sexo y tenía una vida por la
que preocuparme ahora.
Mi mano fue a mi estómago plano.
Geraldine había vuelto en sí misma mientras estábamos en la sala de
espera, así que se quedó en la sala de espera. En lo que a ella respectaba, yo
estaba allí para control de natalidad. No le dije nada más. Sin embargo, tener a
alguien allí esperándome me había dado algo de paz. No había estado sola.
La alegría cuando el doctor entró a la habitación y me felicitó fue
abrumadora. Solo duró unos momentos antes de que la realidad se hundiera.
Decirle a Stone iba a ser difícil. Tendría que decírselo eventualmente. ¿Cuánto
tiempo podría esperar? ¿Cuánto duraría la batalla que estaba a punto de
enfrentar? Temía que fuera más de nueve meses y esperarlo no sería una opción.
Su mano cubrió la mía y me sacudí en respuesta. Cuando él pasó sus dedos
por los míos y presionó un beso a un lado de mi cabeza, me relajé. Se estaba
despertando. Él no había estado leyendo mis pensamientos. Su mano sobre mi
estómago fue solo un reflejo.
—Buenos días. —Su voz era profunda y ronca por el sueño—. ¿Dormiste tan
bien como lo hice yo?
—No creo que me haya movido. —Era la primera noche completa en la
que había dormido al menos en unos días.
Él me besó en la oreja.
—Yo tampoco. Pero vas a necesitar una ducha esta mañana. Nos fuimos a
la cama desordenados. —La sonrisa en su voz cuando dijo eso me hizo reír contra
la almohada.
—¿Crees que es gracioso? —preguntó mientras levantaba mi pierna y se
movía detrás de mí.
No tuve tiempo de darle una respuesta antes de que estuviera dentro de
mí. De nuevo. Y se sintió maravilloso.
Él tomó mi pierna y la colocó sobre su cadera mientras se mecía
lentamente dentro y fuera de mí. No lo había hecho así antes. Todo lo que sabía
era que desde ese ángulo se frotaba contra algo increíble dentro de mí. Era eso o
yo era tan sensible allí abajo que cualquier cosa que me tocara tenía mis ojos
girando en mi cabeza.
Moví mi pierna tan alto como pude, abriéndome a él. Incapaz de 80
detenerme, me incliné y toqué mi clítoris. Era más grande de lo normal y el puro
placer de solo tocarlo hizo que todo mi cuerpo se estremeciera.
—Joder, sigue haciendo eso. Lo que sea que hagas, tu coñito apretado me
está apretando la polla como un vicio. —Gimió en mi oído.
Empecé a tocarlo a medida que la humedad de nuestro acto sexual se
filtraba haciéndolo resbaladizo y fácil. Cada roce de mis dedos me hizo apretar a
Stone con fuerza y él a cambio hizo ruidos para dejarme saber que lo aprobaba.
—¿Te estás tocando a ti misma? —preguntó al oído.
—Sí —admití, incapaz de importarme. En este punto, me levantaría mientras
miraba si eso significaba que iba a tener el orgasmo dentro de mí.
—Jesús —susurró y su mano cubrió la mía. Él no me lo impidió, pero pasó su
mano sobre la mía mientras yo continuaba mi atención al punto que ahora
palpitaba bajo mis dedos—. Sigue tocándolo —jadeó.
No tenía que preocuparse. Nunca planeé parar. Estaba demasiado cerca.
—Dime cuando te estés por venir —dijo.
Mi cuerpo estaba empezando a apretarse. La explosión estaba llegando.
No estaba segura de poder advertirle. Mi voz se había ido.
Logré decir un—: Estoy a punto. —Y su mano apartó la mía del camino.
Grité de frustración, pero su mano había reemplazado a la mía y él pellizcó el
apretado botón necesitado que me envió a la dicha.
Sus caderas se estrellaron contra mi trasero mientras sostenía su mano sobre
mi clítoris.
—¡Santo cielo! —gritó y la calidez de su liberación se extendió a través de
mí. Sentirlo dentro de mí envió a mi cuerpo a otro clímax. Mis gritos se encontraron
con los de él, y estábamos perdidos en un estado de belleza juntos. Nada
importaba.
Mis orgasmos nunca habían sido así de intensos. No sabía que había otro
nivel para ellos. Me preguntaba si era por el embarazo. Tendría que buscarlo más
tarde. Pero si esto era una ventaja del embarazo, me iba a convertir en
ninfómana y esperaba que Stone pudiera seguirme el ritmo. Incluso ahora con mi
cuerpo exhausto por la actividad de la mañana, sabía que estaría lista de nuevo
si lo intentaba. Pensar en él deslizándose dentro y fuera de mí me hizo comenzar a
despertar otra vez y tuve que apretar los ojos fuertemente para detenerme.
—Te bañaría pero si nos bañamos juntos no vas a llegar a tiempo a
Geraldine —dijo riendo.
Me volví en sus brazos y le sonreí. En este momento, mis preocupaciones no
estaban allí con nosotros. El tiempo que estábamos gastando ahora nos amaba.
Contento. Tenía todo el día para pensar en todo lo demás y en cómo nos
afectaría mi embarazo. En este momento, solo quería disfrutar de Stone.
—Realmente me gusta el control de natalidad —dijo y luego presionó un
beso en mis labios.
El recordatorio, sin embargo, fue suficiente para sacudir mi estado
81
adormecido de euforia. No tenía una respuesta para eso porque sería mentir y
pronto iba a tener que decirle la verdad. Tenía que esperar un buen momento
para decírselo. Él estaba lidiando con demasiado en este momento y no me
sentía cómoda diciéndole todavía.
—Me gusta esa posición —dije cambiando el tema de vuelta al sexo.
Él no se había salido todavía. Su erección no desapareció por completo y él
hizo que se moviera dentro de mí. Sorprendida, me reí y me sonrió
maliciosamente.
—Será mejor que saques tu culo de esta cama o Geraldine estará
cocinando su propio desayuno.
La idea de sexo en la ducha sonaba bien para mí, pero él tenía razón. Tenía
que prepararme para el trabajo.
—¿Estarás en casa cuando llegue aquí esta noche? —Ya lo extrañaba. Y
me sentía pegajosa de nuevo.
—Me verás antes de eso. —Me besó en los labios—. Ahora pon algo de
distancia entre tu coñito caliente y mi polla. Por favor. Tiene una mente propia.
Riendo, me bajé de la cama y corrí a la ducha.
Por un momento la vida fue hermosa. Sencilla. Sin secretos. Solo por un
momento.
82
21
Traducido por León
Stone
G
uardé mi teléfono en mi bolsillo después de hablar con mi padre. Él
aún no sabía nada y estaba en Londres tratando con la tienda
departamental de allí. Esa tienda en específico era nueva y
requería más de su tiempo. Asegurarme de que se hubiera ido y ponerle una 83
fecha a su regresó era mi primer pasó.
Marianna me había dejado entrar y me dirigió hacia donde podía
encontrar a Wills. Marianna era la nueva ama de casa/niñera. Estaba en sus
sesentas y ligeramente pasada de peso. Obviamente, mi madrastra la había
escogido. Tenía que admitir que era más inteligente que las otras madrastras. Si se
lo hubiera dejado a él, Marianna tendría nombre de stripper y sería más joven,
con grandes pechos y menos moral.
Un bonus era que me gustaba Marianna y también a Wills. Ella no era muy
maternal, pero era amable. El necesitaba eso en este lugar. Especialmente ahora
que era considerado lo suficientemente grande para ser golpeado por el hombre
que pensaba que tenía el derecho.
Golpeé la puerta de la sala de juegos una vez y la abrí despacio. Wills
estaba sentado cruzado de piernas en el sofá con un control remoto en la mano.
Un videojuego se mostraba en la larga pantalla frente a él, una carrera de
motocicletas. La música era fuere y no me había escuchado golpear o entrar.
—¡No! —le gritó al juego—. ¡No AHORA!
Lo contemplé mientras los frenos de la motocicleta se soltaban y salía fuera
de control.
—¡Hijo de puta! —Lanzó el control.
Carraspeé y él giró la cabeza. Cuando me vio, su primera expresión fue
sorpresa que rápidamente se transformó en una sonrisa que se apoderó de su
cara. Todo sobre verlo hoy era más. No pensaba que pudiera amarlo más de lo
que ya lo hacía. Pero al estar allí, mirándolo y sabiendo que era mío, me di
cuenta de que había estado conteniéndome. Protegiéndolo en caso de que
averiguara que no era mi hijo. Ahora mi pecho se sentía como si fuera a explotar
mientras caminaba hacia él.
—¡Stone! —Saltó y corrió hacia mí. Sus brazos estaban en el aire y la boca
que había hablado en un tono demasiado viejo para su edad ya no estaba. El
chico de seis años se estaba lanzando a mis brazos, completamente confiado en
que lo atraparía.
—Hola amigo. —Lo cargué y lo abracé con fuerza. La emoción apretaba
mi garganta. Cerré mis ojos por un momento para controlarme. Quería tomarlo y
huir. Rescatarlo de este lugar. Esconderlo de la fealdad que ya había
presenciado.
Saber que no podía llevármelo ahora hacía más difícil estar parado aquí y
no llorar. Solo era un pequeño. Un niño. Y ese bastardo lo había lastimado.
Asustado. Tomado una pieza de su inocencia que nunca recuperaría. Ninguna
cantidad de amor que pudiera darle borraría ese momento. Ese terror. Estaba allí
y siempre estaría en sus pesadillas. En sus pensamientos. Moldearía el hombre en
el que se convertiría y odiaba el hecho de que no era capaz de salvarlo.
Me culparía a mí mismo por no moverme más rápido. Por esperar y ser
paciente como los abogados me habían sugerido. Sabía que el día en el que mi
padre comenzaría a golpearlo llegaría y quería sacarlo antes de que lo hiciera.
Pero no lo había logrado. 84
—¡Viniste! No llamaste esta mañana y pensé que no vendrías. —El alivio y la
alegría en sus ojos casi me ponía de rodillas.
—¿Ayer no hablaste con tu mamá? —le pregunté. Hilda había dicho que le
diría que vendría. Ya le había asegurado que sí, pero le pedí a ella que se lo
recordara. Sabía que sus llamadas eran monitoreadas y no quería que mi padre
fuera alertado de que había hablado con Wills demasiado pronto. Se pondría
sospechoso. No necesitaba eso. No ahora.
Asintió.
—Llamó pero no me dijo. Dijo que te visitaría. Pero eso es todo.
No preguntó si ella vendría. Tenía seis años y no le importaba si su madre
vendría a verlo. Le había pedido que viniera conmigo, pero había recibido una
llamada de su novio casado y se había ido llorando. No estaba segura de si
estaba en mi casa o se había ido a Chicago.
—Se suponía que debía decírtelo. Lo siento. Debí haber llamado —le dije.
Necesitaba ser reconfortado. No conseguía eso en otro lado en este mundo.
Hilda debería de haber pensado en eso. Pero raramente pensaba más allá de sus
necesidades y deseos.
—¿Puedo ir a Savannah contigo? —Me preguntaba esto muy seguido.
Quería quedarse conmigo. Mi padre nunca lo permitía. Decía que estaba
demasiado ocupado para tontear con el “chico”. Y lo había dicho frente a Wills.
—Pronto, lo prometo —repliqué—. Pero hoy iremos a la tienda M&M para
comprarte una bolsa de las que te encantan con cualquier palabra que quieras.
Pensé que luego podríamos visitar el zoológico, y lanzar la pelota.
—No tengo una pelota —dijo seriamente.
—Oh, es cierto. Olvidé la parte en donde compramos una en Nike Town —
añadí.
Estaba sonriendo ahora. Me había dicho la última vez que visité que no
tenía una pelota y que quería aprender a lanzar una.
—¿Podemos irnos ahora? —Se retorció para bajarse de mis brazos.
—Absolutamente. Necesito uno de esos M&M amarillos.
Sonrió. En ese momento, me vi a mi mismo. Una foto de mi juventud. Era
diferente ahora que lo sabía. No estaba imaginando las similitudes, estaban allí y
eran reales. Era mi hijo.
—El amarillo es un color de niñas —me dijo, como si debiera de saberlo.
—Demonios si lo es —argumenté.
—Debería de ser azul o verde —dijo con autoridad—. Incluso el rojo es mejor
que el amarillo.
—No me molestes. Te compraré rosas si lo haces —le advertí.
Sus ojos se ampliaron.
—¿En serio? 85
—Demonios que lo haré. Se requiere un hombre de verdad para comer los
rosas —le dije.
Frunció el ceño.
—No puedes conseguir los rosas en ningún lado además de la tienda M&M.
Ni siquiera ponen esos en la bolsa —dijo como si esto fuera importante.
Me encogí de hombros.
—Qué mal.
—¿Crees que podamos llegar al zoológico para ver a los leones marinos ser
alimentados? —cambió el tema una vez más.
—Revisaré la hora en mi teléfono y me aseguraré de llegar a eso.
—En los próximos meses, comenzarán a comer más de lo normal. Hacen
eso para prepararse para el invierno. Los engorda y la grasa los hace cálidos.
Me impresionaba que supiera eso.
—¿Aprendiste de ello en la escuela? —le pregunté.
—No, leí sobre ello.
—¿Conseguiste un libro de animales? —le pregunté, preguntándome quién
se lo había comprado.
—Lo busqué en google —respondió.
—¿Te gustaría un libro de animales? —le pregunté, ya que estaba lo
suficientemente interesado como para googlearlo.
Asintió.
—Sí, eso sería genial.
Le compraría cada libro que tuvieran en la tienda si los quería.
86
22
Traducido por León
Beulah
S
tone no regresó de manhattan durante los siguientes dos días, pero
llamaba pronto. Su tono era diferente, casi feliz.
Hilda no había regresado. Cuando lo hiciera o si lo hacía, se 87
suponía que debía llamar inmediatamente a Stone. No estaba segura de si
quisiera pasar tiempo a solas con ella. Pero Stone la necesitaba y esperaba que
no se echara para atrás. Tener ambos padres biológicos haría la diferencia.
Cuando llegué a casa después de las siete y vi que el auto de Hilda no
estaba, le mandé un mensaje a Stone para hacerle saber que aún no había
señales de ella. La costa estaba despejada, así que me dirigí a la entrada. Antes
de que pudiera alcanzar la puerta, Marty o Mack la abrió y salió. La sonrisa en su
cara y su guiño cuando me vio me dijeron que era Mack.
—Hola, bonita. ¿Aún estás sola? —preguntó.
—Sí. Stone no ha regresado. Está pasando tiempo con su hermano —
repliqué. Se sentía raro llamar a Wills su hermano. Decidimos que era lo mejor
continuar las cosas así hasta que se manejaran.
Cabeceó hacia la puerta.
—Marty está haciendo un desastre, lo que significara que estará delicioso.
Eres bienvenida a unirte. Solo somos nosotros esta noche.
Me pregunté en donde estaban los otros. Especialmente ya que sabía que
tenían vida sexual con los otros ocupantes en el edificio.
—¿Qué le pasó a tu cita usual? —le pregunté.
—Noche de pelea por Pay Per View. No lo quiso ver. Odia la violencia.
No tenía idea de cuál noche. Asentí de todas maneras.
—Gracias, pero comí con Geraldine. Sabía que vendría a casa a un
apartamento vacío.
—¿Qué pasó con el trasero caliente que estaba quedándose? Disfrutaba
sus intentos de desnudarme.
—¿Hilda? —Me sorprendió su comentario.
—Supongo. Nunca me dijo su nombre. En sus treintas, pero tenía algo de
cirugía y lucía más joven. Siempre puedo darme cuenta. Las manos dicen la
edad. Solo tienes que poner atención. También era muy caliente, lo que la hace
como de treinta y cinco. He encontrado aquellas que jadean con necesidad son
aquellas que el hombre es demasiado viejo para mantenerlas saciadas.
Esa era más información de la que necesitaba. No quería pensar en Hilda
haciéndole lo mismo a Stone cuando no estaba cerca.
—Es una de las madrastras de Stone —expliqué. Le dejé fuera que era la
madre de Wills. No sabía por qué, pero no quería compartir eso.
—Maldición, esa debió haber sido una buena vida. Madrastras calientes y
medio desnudas —se rió Mack—. En fin, si cambias de opinión, ven a comer. La
puerta siempre está abierta.
Recordando que Hilda y Stone habían estado juntos una vez me
enloqueció un poco. Había estado leyendo sobre las hormonas del panfleto que
el doctor me dio. También había sugerido sitios webs para visitar por más
información.
Sabía que mis pegajosas y celosas emociones eran normales. Y que 88
pasarían. Estaba lista para que pasaran. No me gustaba esto. Mis ojos picaron de
repente y estaba al borde de las lágrimas.
—Gracias. —Me apresuré a rodearlo, avergonzada de mi reacción a sus
palabras. Me sentía como una lunática y probablemente si él me viera pensaría lo
mismo.
—¿Estás bien? —exclamó mientras corría por las escaleras. Había regresado
para revisarme. Grandioso.
—Sí, estoy bien. —Me esforcé para sonar bien, pero mi voz se quebró y corrí
más rápido las escaleras, necesitando alejarme de él antes de que empezara a
llorar y me escuchara.
Esconder que estaba embarazada no iba a ser lo más fácil que hubiera
hecho alguna vez. Especialmente si esto iba a durar semanas, posiblemente
meses. Necesitaba leer más de ello. Tenía que haber maneras de controlar mis
cambios de humor.
Una vez adentro del apartamento dejé salir las lágrimas y un sollozo salió.
Incluso mientras lloraba no sabía exactamente por qué. ¿Por qué hace siete años
Stone había tenido sexo con Hilda? Incluso eso sonaba ridículo. Cubriéndome la
cara, me deslicé contra la pared y lloré.
Extrañaba a mi mamá. Podría decirle. Ella sabría qué debería de hacer.
Estaría para contestar todas mis preguntas.
Me sentía sola. No podía decirle a Stone. Ya tenía mucho con lo cual lidiar y
estaba la posibilidad de que no quisiera al bebé. No cuando luchaba por el niño
que ya tenía.
Estaba asustada. ¿Qué tal si hacía algo mal? ¿Qué tal si la noche en la que
bebí había lastimado al bebé? ¿Qué si era una terrible madre?
Las lágrimas continuaron y también mis pensamientos. No luché contra ello.
Solo lo dejé seguir hasta que no hubo más lágrimas y estaba exhausta por el
quiebre. Una vez que estuve seca, suspiré y me puse de pie. Mi cuerpo estaba
débil y comencé a ir a la habitación, pero me detuve y en su lugar fui a la cocina.
Necesitaba agua.
¿O necesitaba algo más? ¿Cómo leche? ¿Estaba tomando suficiente leche
para el bebé o eso importaba cuando estabas embarazada? De nuevo más
preguntas que no tenía a nadie quien preguntarle. Comencé a ir por mi teléfono
y googlearlo, pero decidí que solo bebería la leche.
Al sacar el vaso lo llené a la mitad y lo bebí antes de enjuagarlo y ponerlo
en el lavatrastos. Necesitaría comprar un libro sobre esto. Una que pudiera revisar
cuando tuviera esas preguntas.
El niño dentro de mi solo me tenía a mí ahora mismo. Tenía que asegurarme
de cuidarlo. No dañarlo. No podía olvidarme de comer. También necesitaba
ejercitarme más. Tal vez debería de correr con Fiona. ¿O correr haría que el bebé
se cayera? Eso no era posible.
Necesitaba un libro de “cómo hacer”.
89
Comenzaría a caminar a partir de ahora. Podía levantarme una hora antes
y caminar todas las mañanas. Y necesitaría comer algo primero, ¿no? ¿O eso me
haría vomitar? ¿No se supone que ya debería de estar vomitando?
Tenía que dejar de pensar en esto. La preocupación tampoco era buena.
El doctor me lo había dicho. Especialmente cuando preguntaba un millón de
cosas.
Un baño caliente sonaba bien. Pero no demasiado caliente. ¿Eso
importaba?
—¡Ugh! ¡Necesito un manual de instrucciones! —dije en voz alta a nadie. Mi
voz hizo eco en el largo pasillo y seguí el solitario sonido a la habitación de Stone.
Quería estar cerca de él esta noche. Dormir en su habitación ayudaría.
Mi teléfono sonó y vi su nombre en la pantalla. Una sonrisa
instantáneamente tocó mis labios.
—Hola —dije, sintiéndome mucho mejor.
—¿Estás bien? —preguntó, no sonando tan feliz.
—Sí, ¿por qué?
—Mack llamó. Dijo que pensó que te había hecho llorar, pero no estaba
seguro. No sabe qué dijo, pero corriste con lágrimas en los ojos.
Mierda. Me había visto. Iba a ser vista como la novia loca.
—Oh, estoy bien. No lágrimas, solo bebí mucha agua y estaba apresurada
por ir al baño —mentí con facilidad. Era un poco asustador lo buena que era en
ello.
Stone no respondió de inmediato. Tal vez no era tan buena como pensaba.
—Estaré en casa en la mañana —dijo, con tono aún serio—. ¿O me
necesitas seta noche? ¿Heidi está bien? ¿Jasper te ha contactado?
No se había creído lo de tener que orinar. Bueno, al menos apestaba como
mentirosa.
—Estoy bien. En serio.
—Llámame si me necesitas. Te amo —dijo las últimas palabras con fuerza.
Como si necesitara que recordara eso.
—También te amo —repliqué. Y era en serio. Pero no estaba segura de que
nuestro amor estuviera listo para lo que estaba delante.
90
23
Traducido por Blue
Stone
H
oy antes de irme, había estado planeando confrontar a mi madre
acerca de mi padre. Quería que me explicara por qué no
compartimos ADN. Después de hablar con Mack y escuchar la
incertidumbre y emoción que Beulah estaba tratando de ocultar por teléfono la 91
noche anterior, sabía que tenía que volver a casa. No había tiempo para localizar
a mi madre. Me mentiría de todos modos. Renunciar al heredero del imperio
Richardson no era algo que ella haría sin pelear.
La única forma en la que podía llegar a casa, a Beulah, antes de que
despertara esta mañana era rentar un avión privado. Lo cual hice. Se encontraba
triste y no podía deshacerme del sentimiento que estaba a punto de perderla.
Incluso cuando sabía que ella no era del tipo de sobreponerse a los problemas
familiares. El mal presentimiento todavía estaba en mis entrañas. Se me escapaba
y tenía que encontrar una manera de aferrarme.
Pasar más tiempo con ella sería un comienzo. No sabía cómo iba a manejar
eso con lo que estaba a punto de adentrarme. Empezar a luchar por la custodia
de Wills estaba por desarrollarse. Tenía que estar preparado para irme en
cualquier momento. Tenía que estar completamente preparado para la furia de
mi padre y su contraataque.
Frustrado con mis opciones limitadas, abrí la puerta del apartamento y
entré. Faltaban tres horas para que Beulah tuviera que levantarse. No quería ser la
causa de que ella perdiera el sueño, pero también necesitaba la tranquilidad de
estar a su lado, en la cama, abrazándola.
Cerré la puerta detrás de mí, dejé mis llaves sobre la mesa junto a la puerta
y me dirigí al pasillo. El dormitorio que había sido suyo estaba oscuro y vacío. Eso
fue tranquilizador. No había dormido allí desde la otra noche cuando no estaba
allí. No trataba de distanciarse de mí. La quería en mi cama cuando no estaba
allí. Me gustaba saber que se encontraba cerca de mis cosas.
La puerta de mi habitación estaba cerrada. La abrí lentamente y entré. Se
hallaba oscuro y me tomó un momento para que mis ojos enfocaran, y la vi
durmiendo en mi cama. Estaba acurrucada en el lado donde normalmente
dormía yo. Definitivamente no trataba de alejarse de mí. Se acercaba tanto
como pudo a mí mientras yo no estaba.
Me quité los zapatos, vaqueros y camisa. Tan silenciosamente como pude,
me acerqué a la cama y me acomodé detrás de ella. Se despertaría en unas
horas y probablemente gritaría cuando se dé cuanta que no estaba sola. En su
sueño, se acercó a mis brazos e hizo un sonido de satisfacción.
Inhalando, dejé que su dulce aroma me consuele. Ella estaba aquí. En mi
casa. Con mis cosas. No me iba a dejar. Mis preocupaciones probablemente
fueron causadas por el estrés que sufría con la obtención de la custodia de Wills.
Nunca tuve a alguien a quien tuviera miedo de perder. Ahora tenía dos. Beulah y
Wills. Cuando vives la mayor parte de tu vida habiendo amado solo a dos
personas, es difícil adaptarte a amar a los demás. No solo amarlos, sino amarlos
con una ferocidad desconocida.
Es jodidamente aterrador y te hace vulnerable. No me gustaba sentirme
vulnerable, pero no lo haría de otra manera. Sin la vulnerabilidad, no había
Beulah. No había Wills. Aceptaba la debilidad. Con alegría.
—¿Está bien el bebé? —murmuró.
92
Frunciendo el ceño, me levanté sobre mi codo y la miré. No estaba
despierta. Sus ojos todavía estaban cerrados. ¿Qué bebé? ¿Wills? Ya no era un
bebé. Supongo que para ella lo era. Se conocerían pronto. Wills la amaría.
—Sí, él está bien —le aseguré, aunque estaba seguro que se encontraba
durmiendo.
—Mmm. —Se acurrucó más cerca de mí.
Posé un beso en su sien y cerré los ojos. No había estado cansado durante
el viaje aquí. Ahora que la tenía en mis brazos y sabía que estaba a salvo, el
sueño comenzó aparecer.
Los sueños llegaron rápidamente. Trabajaba, pero viviendo en la casa que
había compartido con mis amigos durante la universidad. Ellos estaban ahí con
otros que no había visto desde la graduación. Era una escena normal con
bebidas y juegos. Estaba parado mirando y vi a Hilda entrar con Wills a su lado.
Eso estaba fuera de lugar. Ella nunca apareció así, y no había visto a Wills desde
Navidad. Frunciendo el ceño, comencé a caminar hacia ella cuando Beulah
entró detrás. Su rostro estaba cubierto de lágrimas y tenía los ojos hinchados y
rojos. Había estado llorando.
El pánico se apoderó de mí cuando un grito de sorpresa me sacó de mi
sueño y mis ojos se abrieron de golpe.
Beulah estaba sentada mirándome con su mano sobre su boca y sus ojos
muy abiertos.
—Lo siento, no quise gritar. Me desperté y alguien estaba detrás de mí. Eso
me asustó. Vuelve a dormir —susurró después de apartar la mano de su boca.
Levanté mi mano, y la atraje hacia mí de su mano libre. Se acercó
voluntariamente. Sus labios se encontraron con los míos suavemente y el sueño
fue olvidado. Ya no recordaba los detalles exactos o dónde había estado en el
sueño. No era importante. Esto sí.
Beulah se movió hasta que la mitad de su cuerpo cubría el mío. Su suave
piel se sentía como seda. Mis manos se deslizaron debajo de la camiseta con la
que había dormido y la encontré desnuda. Ya no tenía sueño.
—Vuelve a dormir —dijo rompiendo el beso.
—No quiero —le respondí y comencé a dejar un rastro de besos por su
cuello y hacia su clavícula.
—Llegaste tarde —discutió, pero su voz se agudizó cuando le di un
pequeño mordisco en el cuello.
—Llegué hace aproximadamente una hora —le dije.
—¡Stone! Necesitas dormir —dijo mientras sus manos intentaban alejarme.
Deslicé una mano entre sus piernas y la encontré mojada. Apartó mi mano y gritó
suavemente—. Déjame decidir lo que necesito. —Sonreí ante su respuesta
mientras seguía provocando su cuerpo ya excitado.
Su respiración se profundizó y su cabeza cayó sobre mi pecho. Hizo un
sonido similar al de un gatito cuando pasé un dedo por su centro y lo deslicé
dentro de su estrecho interior. Sus paredes vaginales lo apretaron y mi polla se 93
crispó en respuesta. Quería estar donde estaba mi dedo. No lo culpaba.
Levantando una rodilla, abrí sus piernas y la atraje por completo mientras
acomodaba su entrada sobre mi pene ahora duro.
—Siéntate allí —exigí.
Ella había terminado de discutir sobre mi sueño. Sus manos fueron a mis
hombros mientras equilibraba su cuerpo y luego bajó su trasero hasta que llegó a
la conexión que ambos esperábamos. Esperaba que fuera lento, pero me
sorprendió haciéndolo rápido y tomándolo de una sola embestida.
—¡Dios! —gritó y echó la cabeza hacia atrás como si hubiera estado
anhelando esto durante años.
—Tómalo —le dije.
Abrió los ojos y me miró. Sus párpados estaban pesados y su boca
ligeramente abierta. Las mejillas sonrojadas, y un toque de locura en su mirada. Le
gustaba la idea de tener el control. Raramente le concedía eso cuando se
trataba de sexo, pero verla sobre mí de esta manera era tan emocionante que
no podía entender la razón.
Mis manos estaban debajo de su camisa agarrando su cintura. Ella tomó el
dobladillo y lo levantó por su cabeza, desnudándose sobre mí. Incapaz de
apartar la mirada, me quedé fascinado al ver su cuerpo desnudo cuando
comenzó a rebotar en mi polla.
Cada balanceo y sacudida de sus senos emparejaba mi estimulación visual
con la sensación de que mi pene entraba y se empapaba en su coño de seda.
Agradecido por el control de embarazo, gemí sabiendo que ella necesitaba
venirse pronto porque iba correrme malditamente rápido con sus hermosas tetas
frente a mí.
Su jadeo se hizo más fuerte y sus pechos rebotaban más. Su cabello cayó
sobre sus hombros y rozó sus pezones antes de echar la cabeza hacia atrás una
vez más. Estaba perdida mientras se acercaba su clímax. Su vagina temblaba
cuando se acercaba a la cima.
Necesitaba que se apresurara. Estaba casi allí.
Usando mis dedos, pasé la yema del dedo pulgar sobre su clítoris y ella gritó
mi nombre antes que se echara de golpe sobre mí. Vi que su cuerpo sacudirse y
empezar a temblar.
Tomando sus caderas, las agarré con fuerza y la sostuve allí sobre mí.
—¡Mierda! —Levantando mis caderas, mantuve mis ojos fijos en ella y me
escuché murmurar maldiciones mientras la llenaba con mi propia liberación. Sus
muslos estaban sudorosos contra los míos mientras los apretaba y lo tomaba todo.
Cada onza. Su cabello había caído, rozando mi pecho mientras ella jadeaba
para calmar su respiración. Dejó caer la cabeza hacia delante, agotada.
Mis temores, inquietudes y cualquier otra razón por la que sentí que tenía
que volver a ella ahora habían sido aliviados. No se sentía como si se estuviera
escapando.
94
Se bajó de mí y se inclinó para presionar un beso en mi boca.
—Esa fue una buena manera de despertar. —Sonrió tímidamente.
—Diablos, sí, lo es. ¿Quieres volver a dormir y volver a hacerlo antes de
levantarte?
Soltó una risita y caminó hacia el baño. La vi irse pensando que esto iba a
estar bien. Podría mantener todo controlado. No tenía de renunciar a uno para
tener el otro. Ella también quería que tuviera a Wills. Estaba de mi lado. Mis
inseguridades estaban muy arraigadas y tenía que detener el control que tenían
sobre mí. Beulah no se parecía en nada a mi madre.
24
Traducido por micafp_2530
Beulah
S
eis días después del regreso de Stone, Hilda todavía no había
regresado. Él no estaba hablando de eso, pero yo sabía que ella no
estaba aquí con respecto a él. Necesitaba que Hilda enfrentara la
custodia de Wills. Ella lo sabía. Odiaba ver la tensión y el estrés en sus ojos. El ceño 95
fruncido con el que lo atrapé cuando pensaba también me hizo preocuparme
por todo. Sabía que no me lo estaba diciendo todo. Solo tengo fragmentos.
Hilda no había llamado ni devuelto sus llamadas. Él había compartido eso
conmigo anoche. Prepararse para luchar contra esto sin ella era su próximo paso,
pero le sugerí que volara a Chicago para hablar con ella. Él no pensó que
ayudaría. Solo buscaba lo que llamara su atención. Para ella esto no se trataba
de Wills. Había hecho eso obvio con sus acciones.
Nuestro sexo no se vio obstaculizado por nada de esto. Egoístamente,
estaba agradecida. Desperté varias veces a punto del orgasmo. Mi cuerpo
estaba haciendo cosas locas. Yo quería tener sexo todo el tiempo. Era como si el
simple acto de caminar me estimulara tanto que comencé a sentir dolor por la
liberación. Stone se mostraba complaciente y no parecía preocupado por mis
nuevas tendencias ninfómanas. Sabía que tenían que ser causados por mi
embarazo.
Disfruté tener sexo con él antes. Me encantaba. Pero esto era diferente.
Solo necesitaba liberarme. Parecía poco romántico y honestamente a veces lo
era. El sexo era todo lo que mi cuerpo parecía desear. No la dulzura que había
deseado antes. Estaba ansiosa por ser usada. Mi cara se sonrojó al pensarlo.
De pie en el baño, me quedé mirando mi cuerpo en el espejo. Mis pechos
eran sensibles. Tanto así que acariciarlos me hacía estremecer entre las piernas.
Eso era nuevo. También dolían por el simple hecho de haber sido tocados por un
sujetador. Había andado sin uno por un par de días seguidos pensando que
ayudaría, pero todo lo que realmente había hecho era estimularme más lejos de
mi camisa, burlándose de ellos constantemente.
Apreté mis piernas y la sensibilidad ahí abajo no era solo porque
constantemente estaba pidiendo que me follaran, sino porque también se sentía
más sensible. Había buscado en Google ambas cosas y aparentemente era
normal y esperado. La mayoría de los hombres disfrutaban de esta parte del
embarazo con sus esposas o novias. Stone ni siquiera se daba cuenta de que
disfrutaba eso exactamente. Para él, simplemente lo hacíamos como maníacos
porque podíamos.
Mis caderas no estaban más anchas y mi estómago aún estaba plano.
Estuve una semana después de mi período esperado. Leí que significaba que
tenía cinco semanas de embarazo. Mi cuerpo no se sentía diferente, excepto por
el constante estado de calentura. No me enfermé. No tenía antojos de comida.
De repente, Stone le gritaba a alguien. Agarré mis vaqueros y mi camiseta y
me vestí rápidamente antes de correr para ver qué pasaba. Cuando abrí la
puerta del dormitorio, Stone estaba gritando otra vez, pero no pude oír a nadie
más.
Seguí el sonido de su voz hasta la cocina donde estaba parado
escuchando a su teléfono. Tenía el rostro enrojecido y su furiosa mirada dirigida
hacia la pared mientras la persona del otro lado de la llamada seguía hablando
con él. No ayudaba. Solo lo enojaban más.
—¿Cómo pudiste? —Agarró una silla de la mesa de la cocina y la arrojó
contra la pared. Ahora había marcas obvias en la pared y una pequeña 96
abolladura mientras la silla yacía con una pata rota en el suelo. Salté hacia atrás
insegura de si debería tratar de calmarlo o moverme a otra habitación para
protegerme.
—¡Wills no es su hijo! ¡Eres una zorra loca!
Empecé a salir de la habitación para esperar en la sala de estar. Eso me
hizo detenerme. La llamada telefónica fue sobre Wills. Hilda había hecho algo. Por
los sonidos de eso, ese algo era terrible.
—¡Lo quiero! —Fue su respuesta a lo que se dijo en el otro extremo.
Mientras escuchaba, su respiración era rápida, su rostro estaba tan enojado
que estaba nerviosa. Pero no salí de la habitación. Esperé a que terminara la
llamada. Estaba enfrentando otro obstáculo más. Uno que fue causado por la
madre de Wills.
—Bien. —Su voz estaba extrañamente calmada ahora, baja y fría sin
emoción. Su calma era más aterradora que los gritos—. Has lo que necesites
hacer. Encuentra tu felicidad. Terminaré esto. —Terminó la llamada y su teléfono
permaneció allí apretado mientras respiraba pesadamente a través de su nariz.
No me moví. Él no habló y el tiempo pasó. Aunque quería ir a él y abrazarlo.
Quería consolarlo. No pensé que estuviera bien estar cerca de él en este
momento. Él necesitaba espacio. Y eso significaba para mí también.
No había visto ni escuchado de Wills desde la semana pasada. Había
intentado llamar, pero la niñera siempre decía que Wills no estaba disponible o
que no estaba en casa. Stone no quería presionar demasiado por miedo a llamar
la atención de su padre. Como lo demuestra su reacción a la llamada telefónica
de Hilda, hoy había sucedido algo más. Stone parecía decidido y roto al mismo
tiempo. Lo que Hilda había hecho no cambiaba que Wills era el hijo biológico de
Stone.
—La esposa del senador descubrió a Hilda. Es por eso que ella vino aquí. No
por Wills. El senador le ha suplicado que regrese y la ha puesto en el maldito
Malibú. Ella está en California. No me está ayudando. No va a ayudar a su hijo.
Dijo que llamaría la atención no deseada hacia ella que su querido senador no
quiere. Y si presiono esto más, va a renunciar a todos los derechos sobre Wills. Deja
que el hijo de puta se quede solo y ella vivirá como una amante adinerada.
Su voz no estaba enojada ahora, estaba vacía. Hueca. Su dolor era
evidente, pero era la falta de emoción cuando dijo las palabras era tan
inquietante. No creí que se estuviera rindiendo, pero sus palabras sonaron
derrotadas.
—A él ni siquiera le gusta ella. Wills. A él no le gusta Hilda. Él quiere quererla.
Creo que tiene conflictos. —Stone se rió con fuerza, pero no había humor—.
Jodidamente entró en conflicto sobre lo que siente por su madre y tiene seis años.
Jesús, va a estar tan jodido como yo. Cuanto más lucho para detener esto, peor
se pone. Me da un descanso y luego retrocedo varios metros.
No me moví. Quería. Dios, quería ir a él tan mal. Pero me quedé quieta.
Estaba lidiando con todo hablando en voz alta. Decirme era su forma de tratar. Él
ni siquiera me había mirado todavía. Su enfoque todavía estaba en la pared que 97
había dañado frente a él.
Se pasó una mano por el pelo y suspiró.
—No estaba destinado a tener hijos. Yo nunca los quise. ¿Cómo diablos se
espera que yo sea un padre para un niño cuando no tengo un modelo a seguir?
¿Por qué no me di cuenta de que no tenía ninguna habilidad para ser padre
cuando tenía quince años? Los adolescentes deben estar jodidamente
encerrados hasta que puedan pensar con algo más que sus pollas.
Mi corazón lentamente se hundió aún más mientras continuaba acerca de
cómo no se suponía que fuera padre. Cómo no podía manejar la
responsabilidad. Cómo no tendría ni idea de cómo hacerlo bien. Él creía todo lo
que estaba diciendo. La forma en que las palabras parecían arremeter y cortarlo
cuando salieron de su boca dejaba muy claro que no quería que fueran verdad,
pero él creía que sí.
—No soy padre. Ningún niño se merece esto. —Se señaló a sí mismo—. Es
por eso que te quería en control de natalidad. Lo jodí un par de veces, pero el
destino no volvió a cometer el mismo error conmigo. Afortunadamente, no
creamos una vida. No podría lidiar con eso. Especialmente ahora. —Me miró. Sus
ojos estaban tan oscuros y perdidos. La angustia que había vivido desde su
infancia clara en sus profundidades azules. Mientras me enseñaba su alma,
compartía todo el dolor, encontré una manera de evitar romperme. Me mantuve
unida y encontré una fuerza que no sabía que poseía mientras lo escuchaba.
Él no quería que la vida creciera dentro de mí. Él no podía lidiar con la
paternidad. Había llamado al hecho de quedar embarazada un error. Él no se dio
cuenta, pero lo hizo. Y aunque no estaba de acuerdo con él. Conocía al hombre
que era. Sabía que sería un padre excelente. Lo que importaba era que no
pensaba eso. Y no quería ser padre. Creía firmemente que era imposible para él
ser un buen padre.
La necesidad de cubrir mi estómago con ambas manos para proteger al
bebé de sus palabras era fuerte, pero me resistí. Stone no podía saber.
Mentalmente, él no estaba preparado en este momento. Tenía a Wills para
concentrarse y claramente lo estaba agotando. Su nivel de estrés estaba en su
punto más alto.
Y no quería un hijo, ni siquiera conmigo. Mi corazón estaba destruido, pero
no me rompería. No podía porque ya no era solo yo. Tenía a alguien además de
Heidi que me necesitaba. Sería todo lo que este niño tendría. Haría cualquier
cosa, absolutamente cualquier cosa para asegurarme de que cuidaran a mi
bebé.
Wills no tenía una madre que hiciera eso por él. Si Stone no luchara por él,
nadie lo haría. Pero Stone no quería ser padre. Trataba de obtener la custodia de
Wills porque no tenía otra opción. Este bebé, mi bebé, no sería una carga. Sería
una bendición. Lo que Stone había llamado un error, lo elevaría para creer que
era un regalo especial de Dios. Elegido por mi madre para completarme y
traerme alegría. Mantendría mi dolor de corazón y mis angustias ocultos.
—Tendré que volar de regreso a Manhattan. Necesito reagruparme con mis 98
abogados y decidir qué hacer ahora. También debería consultar a Wills para ver
si está bien.
Simplemente asentí. Sí, él necesitaba ir. Y yo también.
Se acercó y se paró frente a mí. El impulso de correr hacia él y abrazarlo ya
no estaba allí. Esa emoción, esos sentimientos de algún modo se habían
desvanecido o simplemente se habían apagado por sus palabras. Sus brazos se
envolvieron a mí alrededor y lo abracé. Mi mente me dijo que no permitiera que
esto me afectara mientras mi corazón dolía tanto que era difícil respirar. Los dos
no estaban en la misma página.
No dejé de amarlo porque no quería un hijo. No querer un hijo simplemente
me impedía quedarme con él. Tal vez algún día no lo amaría. Tal vez ver crecer a
nuestro hijo me recordaría lo que podría haber sido. Había sido más fuerte. Si él
nos hubiera querido.
25
Traducido por Julii.Camii
Stone
B
eulah se ha aislado de nuevo. Había luchado en contra de irme.
Entonces consideré llamar a Gerry y ver si Beulah podía tomarse la
semana libre para poder volar a Nueva York conmigo. Gerry la habría
dejado, por supuesto, pero Beulah no habría sido feliz conmigo. Ella estaría 99
preocupada por dejarla. Hubiera tenido una pelea en mis manos.
Finalmente, decidí que estaba siendo paranoico. Toda esta mierda con la
que lidiaba tenía que estar jugando con mi cabeza. Beulah había sido más que
afectuosa toda la semana. Habíamos jodido cada centímetro de la casa. Esta
mañana me había visto molesto y despotricando y eso la había asustado. Ella
nunca había visto ese lado de mí.
Dejar ya no era una opción, tenía que irme. Mi primera parada sería
comprobar a Wills ya que no había estado disponible para llamadas telefónicas
toda la semana. Luego estaba haciendo un viaje a la casa de mi madre. Ella
necesitaba responder algunas preguntas para mí. Tendría que trabajar para
obtener la verdad, pero tenía tiempo. Sin sus respuestas, no podría seguir
adelante con mi vida. Y ahora que Hilda ya no luchaba por Wills, tenía más
trabajo en mis manos.
Envié un mensaje de texto a Beulah tan pronto como aterricé en el
aeropuerto JFK, pero ella no respondió y había pasado más de una hora. Llegué
para verificar a Wills y luché por si debería llamarla o verificar a Wills primero.
Decidí que ella podría estar ocupada y le daría más tiempo. Si ella no hubiera
respondido en un par de horas, llamaría.
Cuando llegué a la puerta principal y toqué el timbre, esperaba que la
puerta se abriera en cuestión de segundos, como siempre hacía. El personal de
mi padre siempre fue demasiado eficiente. Si no fueran él los despidia.
Sin embargo, después de un par de minutos todavía estaba parado afuera.
Llamé de nuevo y esperé. El tiempo marcaba lentamente y nadie llegaba a la
puerta. Esto no era normal, Fue tan anormal que empecé a preocuparme. Saqué
mi teléfono del bolsillo y llamé al número que alcanzaría a la niñera de Wills.
Sonó y luego fue a un correo de voz.
Llamé a la línea principal de la casa.
Nuevamente recibí el correo de voz.
Por mucho que no quisiera, llamé a mi padre. Esta era su casa y nadie
estaba contestando la puerta o el teléfono, y eso era tan fuera de lugar que no
había una explicación razonable para eso. Mi preocupación fue escalada para
temer mientras mi estómago se revolvía. Will no había estado disponible toda la
semana pero al menos yo había hablado con la niñera.
Este silencio fue diferente
El correo de voz de mi padre era la última señal de advertencia que
necesitaba. Había algo extraño. Este repentino corte de comunicación no era
solo una coincidencia. No estaban todos ocupados. Esto había sido planeado. La
incapacidad de los Wills para hablar conmigo toda la semana ahora se sentía
más sospechosa que comprensible.
Me alejé de la casa mientras marcaba la oficina de mi padre. Es posible
que no responda, pero sabía que Richardson Enterprises estaría abierta al público.
—Buenas tardes, Richardson Enterprises. ¿Cómo puedo dirigir tu llamada? —
Era Margaret. Tenía treinta y siete años, se había divorciado, tenía tres hijos y 100
estaba durmiendo con Harold del departamento de marketing. Harold estaba
casado y tenía treinta años, sin hijos. Conocía a los empleados de mi padre. Hice
punto para saber todo sobre ellos. Algo que nunca hizo y que yo esperaba que
me ayudara algún día.
102
26
Traducido por Julii.Camii
Beulah
A
unque estaba a millas de distancia, todavía sentía el tiempo
acabandose para a mi.
Stone había enviado un mensaje de texto y llamado hoy. En 103
ambas ocasiones no había podido responder. Hablar con él y escuchar su voz era
demasiado. Besarlo para despedirlo sabiendo que era la última vez que lo
besaba, me paralizó emocionalmente. Estuve al borde de las lágrimas todo el día.
Más de una vez me había encontrado agradeciendo a Geraldine por el trabajo y
todo lo que había hecho por mí. Cómo significaba su amistad tanto y cómo
siempre apreciaría nuestros recuerdos. No pude decirle que me iba porque eso
significaría que tendría que decirle por qué.
Por el niño creciendo dentro de mí, no podría hacerlo. Tenía a alguien más
para proteger ahora. Este bebé vendría primero por el resto de mi vida. No era
algo de lo que tuviera que acordarme, simplemente vino de forma natural. Saber
que Stone no quería al bebé me hacía sentir aún más ferozmente protector.
Como si pudiera ser suficiente para ambos padres.
Si le dijera a Geraldine, tendría que decírselo a Stone. En cambio, hice que
nuestro último día fuera importante. Pasé tiempo haciendo todas las cosas que
había deseado, hice sus comidas favoritas y nos sentamos afuera como a ella le
gustaba hacer. Escuché sus historias y me reí disfrutando del momento. Este sería
mi último recuerdo con ella y lo empapé todo.
Una vez que subió a tomar una siesta, preparé comidas adicionales y las
puse en la nevera. Ella estaría bien hasta que Stone regrese. Cuando salí de su
casa. Fui a ver a Heidi. Fue inesperado y mucho más tarde de lo que había
visitado antes.
Heidi había sido mi mundo por tanto tiempo. Ella había sido mi prioridad
número uno. Ahora ella estaba a salvo. Cuidada. Algún día tendría que
asegurarme de que Stone recibiera un reembolso por su protección. En este
momento no tenía otra opción. Tendría que deberle a él.
Salir de la ciudad significaba dejar a Heidi aquí. Volvería por ella cuando
pudiera. La visitaría pero no tan a menudo como lo hacía ahora. Ella estaba feliz
con sus amigos y su casa. Sacarla de todo eso fue injusto, especialmente cuando
no podía asegurarme de que tuviera los cuidados y la comida adecuados. Aquí
era donde ella estaría más segura.
Cuando Heidi salió de su habitación y me vio caminando por el pasillo, me
sonrió y corrió a abrazarme ferozmente. La abracé fuertemente. Tratando de no
llorar. No lo entendería. Lo sabía. Pero tenía que decirle. Ella era la única persona
a la que no podía ir sin decirle por qué. Ella dependía de mí. Y nunca quise que
pensara que me había ido para siempre como mamá.
—¡Beulah, me sorprendiste! —dijo en voz alta con tanta felicidad en su voz.
Esto iba a ser difícil.
—Quería verte —le dije y la besé en la mejilla.
—¡Hice una funda de almohada hoy! Ven a ver! —Agarró mi mano y me
llevó a su habitación.
Fui, agradecida de que íbamos a estar solos en su habitación. Nadie para
escucharme o escuchar las preguntas de Heidi. Ella corrió a su cama y le quitó
una almohada. Estaba cubierto de flores pintadas. Margaritas amarillas como las
que tanto amaba nuestra madre. Sabía que ella la recordaba. Me escocían los
ojos cuando vi ese recuerdo que se veía en la almohada que había pintado. No 104
quería que pensara que me iba a ir como nuestra madre. Ella necesitaba saber
que siempre estaría aquí. Explicarle que a ella le parecía tan difícil. Su capacidad
de entender la diferencia no era exactamente clara. No estaba segura de lo que
Heidi entendía completamente o no. A veces pensé que lo sabía y otras veces
me preguntaba si descubrió más de lo que yo creía o le daba crédito.
—Es hermoso —le aseguré mientras tocaba las bonitas flores amarillas.
—Aprendí a coser en una máquina. Nos enseñaron y fue divertido. —Su
emoción era contagiosa.
Otra razón por la que me encantaba aquí. No era solo un centro de
atención. Le enseñaron a Heidi cosas que yo nunca pude. La hacían sentir como
si fuera capaz de mucho más de lo que el mundo le permitía creer que era.
—Tendrás que enseñarme un día —le dije—. Me encantaría saber cómo
coser.
Heidi asintió con entusiasmo. —May cosió una falda. Es rosada y tiene
corazones blancos. Es demasiado grande para ella, pero Tammy dijo que podría
usarlo.
Tammy era una de las enfermeras. Y no tenía dudas de que Tammy usaría
la falda con orgullo. May estaría tan contenta y los demás quedarían
impresionados. Este lugar le proporcionó a Heidi la familia que necesitaba y de la
clase que no podía darle. Estaba luchando por encontrar el camino en el mundo
y ahora iba a tener que construir una vida para criar a un niño. Una vida donde
podría apoyar al niño y darle todo lo que mi madre nos había dado.
—Heidi, necesito hablar contigo sobre algo. Es un secreto. Algo que solo
puedo decirte y nadie más puede saber. ¿Lo entiendes? —No estaba segura de
que esta fuera la manera de decirle, pero sabía que mi tiempo era limitado. Tenía
que hacer un movimiento esta noche. Hablar con Heidi era lo único que tenía
que hacer aparte de recoger mis cosas del lugar de Stone.
Asintió y un ceño frunció el ceño. —Puedo guardar un secreto. Lo prometo.
Sabía que ella se esforzaría mucho para nunca decir lo que iba a decirle.
Pero también sabía que iba a ser difícil para ella aceptar o comprender. Dejarla
sola por un tiempo no era algo con lo que ella hubiera tratado alguna vez. No
sabía si ella podría aceptar lo que iba a compartir con ella.
Puse mi mano en mi estómago y la miré. Pensé en cómo mamá le diría esto.
Cómo le explicaría a Heidi que no tenía otra opción. Canalizando a la mujer que
nos había amado y criado, respiré profundamente y sostuve su mirada. —Dentro
de mi estómago hay un bebé. Está creciendo. Y mi estómago se pondrá grande y
el bebé nacerá. ¿Entiendes eso? —Hice una pausa para darle un momento para
asimilar eso. Digerirlo. Averiguar cómo eso la afecta. Lo que significa para ella.
Sus ojos se agrandaron y ella asintió lentamente. —Vas a ser una mami.
Sus simples palabras fueron tan poderosas. Iba a ser la madre de alguien.
Iba a ser la persona en la que confiaban para vivir. Yo. Me tragué el miedo
arañando mi garganta y amenazando con detener mi flujo de oxígeno.
Ella no preguntó quién era el papá. Simplemente porque nunca había visto
un padre en nuestra vida. No hubo papá Ella no sabía que había un hombre
105
requerido para crear un bebé. En cambio, preguntó—: ¿Es un niño o niña bebé?
—La excitación en su voz era evidente.
—No lo sé todavía. No lo sabré por mucho tiempo todavía. —Unos meses
fueron para siempre para Heidi. Por eso decirle que tenía que irme era tan difícil.
No me mantendría alejado durante meses. Sabía que no podía hacerle eso. Pero
volver por aquí iba a ser difícil. Una vez al mes era todo lo que podía prometer
ahora. Hasta que supe más sobre dónde viviré y trabajaré.
—¿Seré capaz de sostenerlo? —Todavía estaba con los ojos abiertos de
asombro.
—Sí. Serás la mejor tía del mundo.
Se tapó la boca con una mano como si acabara de contarle las noticias
más fantásticas que había escuchado. Esperé a que ella pusiera sus
pensamientos en palabras. —¿Voy a ser una tía? —susurró ella como si fuera el
secreto supremo.
Asentí. —La única tía que tendrá este bebé —le dije.
No tenemos tías. Pero Heidi sabía lo que eran porque tenía amigos aquí que
tenían tías. También había visto suficiente televisión para entender lo que era una
tía.
—¡Oh Dios mío! —chilló y aplaudió rápidamente mientras saltaba de arriba
abajo.
De nuevo, luché por contener las lágrimas. Porque tan feliz como ahora ella
todavía no le había dicho lo que todo esto significaba para nosotros. Cómo
cambiaría su rutina. Cómo no estaría aquí tanto. Cómo una vez más, ella tendría
que ajustarse para cambiar.
Ella me abrazó y me abrazó con fuerza. —Seré la mejor tía de la historia —
prometió.
No tenía dudas de que lo sería. La sostuve contra mí y cerré mis ojos
fuertemente luchando contra la emoción. Toda mi vida la había protegido lo
mejor que pude. Estuve allí para ella, la amé y me preocupé por ella. Ella había
sido mi principal fuente de alegría. Ahora, iba a dejarla. Poner tiempo y espacio
entre nosotros, mientras que mi primera prioridad se convirtió en alguien nuevo.
—Sé que lo serás —respondí—. Pero necesito decirte algo más. Algo que
tiene que pasar debido al bebé dentro de mí. No será para siempre, sino por un
tiempo. Cambiará las cosas y no será fácil. Te pondrá triste, me pondrá triste —me
detuve y la estudié por un momento. Traté de decidir qué entendió ella. Tenía los
ojos muy abiertos mientras esperaba que yo le dijera más. Había tanta confianza
allí. Su mundo estaba a salvo. No entendía el dolor, la tristeza o el miedo que
estaba afuera.
Estaba muy agradecido por eso.
—Tengo que cuidar al bebé y para hacerlo tengo que mudarme para
encontrar una nueva casa y un nuevo trabajo. No viviré cerca de aquí. No puedo
estar cerca y cuidar al bebé. Hay alguien que no quiere que tenga este bebé.
Necesito mantener al bebé a salvo de ellos. Volveré una vez al mes y te veré. 106
Traeré galletas y me quedaré el día. No será para siempre, sino por un tiempo.
Hasta que pueda descubrir algo más. Por ahora, necesito encontrar un lugar en
otra ciudad. —Dejé de tener miedo de haber dicho demasiado. Más de lo que
ella entendería.
No respondió de inmediato. Nos quedamos quietas, abrazadas pero lo
hicimos en silencio. Vi su expresión cambiar y luché contra el impulso de decir
más. Intenta más difícil de explicar. Sabía que necesitaba tiempo para dejar que
esto se asimilara, para resolverlo y resolverlo. Con suerte, podría aceptar este gran
cambio.
—¿Podrán estar seguros tú y el bebé si te vas? —me preguntó. Su pregunta
en voz baja, pero la sinceridad y la preocupación eran desgarradoras. Nunca
quise hacer que Heidi se preocupara. Yo quería que viviera feliz.
—Sí. Encontraré un lugar donde estaremos a salvo.
Frunció el ceño. —Quiero que ambos estén a salvo.
La apreté fuertemente en un abrazo. —Me aseguraré de que lo seamos.
—¿Lo prometes?
—Sí, lo prometo —respondí mis ojos llenos de lágrimas y lentamente
comencé a gotear por mis mejillas—. Y volveré aquí para verte cada vez que
pueda.
—Me gusta el rosa —dijo.
—Traeré galletas rosas y pastelitos —le aseguré.
—No. Me gusta hacer mantas rosas Me gusta la ropa rosa. Quiero que el
bebé sea una niña.
Una pequeña risa se escapó de mí, ahogando la tristeza que me pesaba.
Solo Heidi podía hacer eso cuando estaba tan bajo. —Tal vez lo será. Solo por ti.
No respondió de inmediato y no presioné por más. Esto fue más suave de lo
que esperaba. Mi corazón se estaba rompiendo. Estaba tan orgulloso de ella que
también estaba estallando.
—Si es un niño, aprenderé a amar el azul —dijo finalmente después de
varios minutos.
No respondí. Estaba demasiado ahogado para decir algo. En cambio, la
abracé. Mi única familia. Todo lo que tenía en este mundo. Mi regalo especial en
la vida. Mi hermana.
107
27
Traducido por Walezuca
Stone
D
ejé caer el teléfono en mi mano cuando terminó la llamada. En el
fondo, sabía que ella se había ido. Creyendo que era difícil de
aceptar. Las preguntas sin respuesta colgaron en la balanza y supe
que nunca podría llegar a preguntarlas. Gerry no sabía mucho. Ella dijo que ayer 108
Beulah había estado diferente. Triste, muy agradecida y asustada. Cuando no
había aparecido esta mañana, Gerry no estaba sorprendida. Esperó hasta
después del almuerzo para llamarme.
Era el día después de mi noveno cumpleaños, cuando mi padre vino a
decirme que mi madre no volvería a visitarme. Se había ido a vivir a Francia con
su nuevo prometido y no volvería. No me había asegurado que llamaría o que
podría extrañarme. No me había explicado por qué no había sabido nada de
ella en mi cumpleaños. Y cuando me había desgarrado por la sensación de
abandono, él me había abofeteado en la cara y me había dicho que me tenía
jodidamente que crecer. Un hombre no lloraba. Él fue duro y vivió su vida a su
propio ritmo. Una mujer siempre te dejaría y habría muchas esperando para
tomar su lugar.
Había sido un niño y nada de eso tenía sentido en ese momento. La marca
dejada por su mano, sin embargo, dejó un impacto. Fue la última vez que lloré.
Incluso solo en la noche cuando sentía que no había nadie a quien molestar.
Incluso sabiendo que no era querido y que no tenía ningún propósito en la vida,
no lloré. Porque en el fondo quería que ese bastardo estuviera orgulloso de mí. Se
había necesitado mucho más abuso emocional y negligencia para finalmente
destruir ese deseo. El día que sostuvo a mi hijo en sus brazos y me dijo que los
hombres de verdad construyeron su ejército de hijos de una mujer a la vez, decidí
que no quería tener nada que ver con él. Él no era nada de lo que yo me
esforzara por ser y se convirtió en todo aquello contra lo que luchaba.
Confiar en alguien lo suficiente como para amarlos había sido tan
malditamente imposible para mí que casi había perdido a Beulah. Luego, cuando
cedí a lo que claramente deseaba y me permití amarla, me dejó cuando más la
necesitaba —al igual que mi madre.
Beulah
S
i no fuera por Heidi, apagaría mi teléfono. Ver el nombre de Stone en la
pantalla dolía, pero dejó de llamarme ayer. Dolía que se estuviera 112
rindiendo tan rápido. Negué con la cabeza frustrada ante mi tren de
pensamiento. Era mejor que Stone me dejara ir. Si él supiera sobre el bebé, me
dejaría de todos modos. No iba a ser una carga para él y tampoco lo era mi
bebé.
Fiona también había llamado varias veces ayer y hoy. Me sentí culpable
por no haberle respondido. Estaba preocupada cuando me fui la otra noche.
Eventualmente, le dije que no era solo yo a quien tenía que cuidar, ella había
dejado de tratar de convencerme para que me quedara. Cuando ella se detuvo
para pensar eso, me fui.
Mi teléfono comenzó a sonar una vez más y miré hacia abajo para ver el
nombre de Jasper. Eso me sorprendió.
Dirigí mi atención de nuevo a la interestatal frente a mí. Manejé a
Jacksonville, Florida la primera noche, finalmente me detuve en un área de
descanso con seguridad las veinticuatro horas para dormir en mi automóvil.
Incluso con la seguridad había bloqueado las puertas, me metí en el asiento
trasero y cubrí todo mi cuerpo.
Había dormido siete horas sin interrupciones. Cuando salió el sol y el auto
comenzó a calentarse incluso con las ventanas cerradas, me levanté y utilicé ese
día para explorar la ciudad. Quería averiguar si este podría ser mi nuevo hogar.
Desafortunadamente, la ciudad era enorme y en todas partes donde me
dirigía me sentía insegura. También estaba demasiado cerca de Savannah.
Después de un día de estudiar el área, volví a la misma área de descanso y dormí.
Esta mañana comenzó mi viaje aunque no tenía ni idea de dónde. Volví a la
carretera esta mañana, había decidido girar hacia el oeste en lugar de continuar
mi camino hacia el sur. Miré un mapa en mi teléfono y vi que una vez que saliera
de Florida en esta interestatal, entraría en Alabama. Utilizar gasolina significaba
que estaría gastando dinero, y cuanto más lejos de Heidi, más dinero gastaba
para volver con ella. Comencé a mirar cada ciudad que pasaba
preguntándome si este sería el lugar en el que estaría feliz de vivir.
Mi teléfono emitió un sonido extraño y lo revisé para ver qué estaba
haciendo, pero nada parecía fuera de lo común. El letrero indicaba que las
salidas de Tallahassee se acercaban y había oído hablar de Tallahassee. Decidí
parar y conseguir comida para evitar que mi estómago gruñera.
Podría buscar en Google Tallahassee para averiguar si este podría ser un
lugar donde encontrare un hogar, un trabajo y criaría a mi hijo. Hasta ahora,
había gastado cincuenta dólares en gasolina y mi tanque estaba casi en un
cuarto. Tenía que tener cuidado de no alejarme mucho más de Heidi.
Aunque ella se las arregló para que tuviera que irme por el bebé mucho
mejor de lo que esperaba, pude ver la incertidumbre y la tristeza en sus ojos
cuando nos despedimos. Estaba asustada y odiaba saber que la dejaba. Tengo
como objetivo visitarla más de una vez al mes. Pensar en eso hacía que
Tallahassee pareciera ideal ya que planifiqué mi siguiente paso.
Entré en el estacionamiento de un restaurante de comida rápida y
encontré un lugar para estacionar. Mi culpa por no haber respondido a Fiona me
estaba molestando. Tenía mucha culpa en este momento, al menos podría aliviar 113
eso.
Envié un mensaje de texto a Fiona para asegurarle que estaba a salvo y
que estaba donde tenía pensado quedarme. Le agradecí su amistad y agregué
que los extrañaría a todos y que algún día volvería a verlos. Luego lo envié.
Sintiéndome mejor con una persona en mi vida, dejé mi teléfono y busqué en mi
bolso para ver cuánto dinero tenía. Tenía un presupuesto y normalmente la
comida no era algo que tuviera en cuenta tan cuidadosamente. Tenía que
comer bien porque no solo estaba comiendo para mí. Una barra de chocolate y
una botella de agua no iban a ser una opción de comida ahora.
El dinero en mi cuenta bancaria era suficiente para alquilar un pequeño
asequible apartamento, pagar los servicios públicos para transformarlo y comprar
alimentos. Eso solo duraría dos meses como máximo. Tenía que encontrar un
trabajo de inmediato. Un trabajo donde pudiera trabajar hasta que haya dado a
luz. Si pudiera conseguir un trabajo con un seguro de salud, sería aún mejor, pero
no iba a hacerme ilusiones. Sabía que podía calificar para la ayuda estatal.
Saqué cinco dólares de mi dinero, salí del auto y entré para usar el baño y
pedir un poco de desayuno. El lugar estaba lleno pero era uno de los restaurantes
de comida rápida más populares cerca de la salida. Vi a una madre con un
bebé en la cadera y un niño pequeño a su lado sosteniendo la mano de su
padre. Estaban discutiendo lo que los niños querían comer. Parecía fácil. O lo
hicieron parecer fácil. ¿Sería tan fácil cuando fuera solo yo parada allí con mi
bebé? Ningún hombre para ayudar a llevar la bandeja o sostener al niño mientras
iba al baño. Pequeñas cosas como esa. Mi madre lo había hecho. Pero no podía
recordar si había sido difícil con ella entonces. Cuando éramos pequeñas así.
La línea de los baños no estaba mal y vi como una madre cambiaba un
pañal y otra ayudaba a su niño a lavarse las manos. Con cada bebé y niño que vi
empecé a imaginar a mi bebé y cómo se vería. A través de toda la ansiedad y la
preocupación había emoción. Sonreí mientras terminaba allí y seguí a una madre
con un bebé en el ajetreado comedor.
De pie en la fila, tuve tiempo de planear lo que ordenaría usando mis cinco
dólares de manera eficiente. Pollo asado y manzanas frescas con un vaso de
agua estaba por debajo de mi presupuesto. También fue la opción más
saludable que pude encontrar en el menú. Lo tengo y me dirijo al
estacionamiento. Comer en la paz de mi automóvil sería más fácil que encontrar
una mesa en esa multitud. Sin embargo, solo di algunos pasos en dirección a mi
automóvil y cuando mis ojos se enfocaron, vi la figura parada allí. Era un hombre
apoyado en mi auto con expresión seria. Parpadeé varias veces para ver si
estaba viendo cosas. Pero incluso con el sol de la mañana en mis ojos era
claramente Jasper Van Allan parado al lado de mi auto.
No me moví. ¿Cómo me encontró aquí? ¿Por qué vino a buscarme? Todas
estas preguntas pasaron por mi cabeza mientras lo miraba. Él no se movió,
continuó mirándome. No lo quería aquí. Tenía demasiado con lo que lidiar y
Jasper era un problema añadido. No podía enterarse de mi bebé. No podía
averiguar por qué me había ido y no le estaba diciendo nada.
Caminé hacia mi auto para enfrentarlo. No tenía otra opción si quería en mi 114
auto. Esto arruinaría mi comida tranquila. Mi mente corría con cada escenario
diferente que lo hubiera llevado aquí a mí. Nada de esto tenía sentido. No le
había dicho a nadie a dónde iba. Ni siquiera yo sabía a dónde iba.
—Sorpresa —dijo con una pequeña sonrisa tirando de sus labios cuando lo
alcancé. Todo lo que podía hacer era estar allí mirándolo. No tenía nada que
decirle. La última vez que había visto a Jasper, había dejado en claro que nunca
más volvería a verlo.
—Di algo, Beulah. Mirarme no nos llevará a ninguna parte. —Parecía
entretenido. No me divertía. De ninguna manera.
—¿Por qué estás aquí? —le pregunté. Él quería que dijera algo, así que ahí
estaba.
—Para encontrarte. Hubiera pensado que era obvio.
Miré alrededor del estacionamiento y volví a mirarlo. —Estoy en Tallahassee
Florida, Jasper. Nadie sabe dónde estoy. Me fui sin decir una palabra a propósito.
Entonces no, eso no es obvio. No hemos hablado desde el día después de que
tan cruelmente acuchillaste a tu mejor amigo con información que realmente no
sabía con certeza con la esperanza de volverme contra él. Mi pregunta es, ¿por
qué estás aquí? No te pedí que vinieras, ni te quiero aquí.
Él hizo una mueca. —Ay. ¿Cuándo te volviste malvada?
—La verdad a veces duele. No me hace malvada. Me hace honesta —le
respondí.
Levantó su hombro izquierdo con un pequeño encogimiento de hombros y
luego asintió. —Tienes razón. Lo que hice fue la mayor idiotez que pude hacer.
Pero amar a alguien puede hacerte enloquecer cuando la has perdido y no
puedes encontrar una forma de vivir sin ella.
Suspiré. Él había regresado a lo de amarme. Aunque solo hace unos meses
me enamoré de Jasper por un breve y breve cuento de hadas, me pareció una
vida más. Todo fue antes de conocerlo, realmente. Antes de conocer las
mentiras, los secretos, y eso fue antes de conocer a Stone. Stone había sido un
misterio. Después de llegar a conocerlo, incluso su sonrisa podría hacer que todo
lo que estaba mal en mi mundo fuera correcto. Fue antes de que supiera lo que
significaba darle tu corazón completamente a alguien más.
—¿Por qué estás aquí? —repetí en lugar de hablar sobre el pasado.
Necesitaba decirlo allí. Olvidado.
Él dejó caer sus manos desde la posición cruzada sobre su pecho. —Porque
corriste. Estás sola. Y yo… queremos que estés a salvo.
¿Nosotros? Fruncí el ceño. —¿Quiénes somos nosotros?
Su ceja derecha se levantó como si acabara de hacer una pregunta
estúpida. —Sabes quién.
Esperé un momento para que aclarara, entonces mi corazón tonto se
aceleró cuando dije su nombre—: ¿Stone?
Jasper asintió.
—¿Stone te envió?—pregunté encontrando eso difícil de creer. 115
Jasper
M
antener mi cabeza en recto iba a ser un reto. Cuando la estaba
rastreando era más fácil concentrarse en hacerlo para Stone.
¿Odio que él tenga su amor? Sí, pero desde que terminé nuestra
amistad con mi cretino movimiento me di cuenta de que no lo odiaba. Él tenía a 117
la mujer que yo quería. La única mujer que alguna vez había deseado
completamente. Pero no lo odiaba. Lo extrañaba. Él siempre tenía una respuesta.
No podía llamarlo y eso me dolió. Fue un dolor diferente que perder a Beulah,
pero igual de influyente.
Esta había sido mi manera de arreglarlo. Tenía que arreglar lo que había
perdido con el mejor amigo que había tenido. Sin embargo, una vez que salió del
lugar de comida rápida llevando esa bolsa de comida y sus ojos fijos en mí, lo
sentí. El tirón hacia ella. ¿Por qué no podría seguir adelante y dejarla ir? Ella
estaba en lo cierto al principio. No podríamos estar juntos. No solo porque
estábamos jodidamente relacionados. Pero debido a la mierda retorcida que mis
padres habían hecho. Esa oscuridad siempre estaría allí entre nosotros.
Cuando la miré sentada dormida en el asiento del acompañante, era difícil
no recordar todo eso. En el silencio de su auto, todo lo que podía recordar era
cómo se sentía abrazarla. Cómo su sonrisa arreglaba todas las cosas malas. Y la
forma en que se sentía hacerle el amor. Saber cómo se sentía estar dentro de ella
era lo más difícil de olvidar. Dudaba que alguna vez lo hiciera. Temía que solo la
vería cuando estuviera dentro de otra persona. Que no podría realmente
entregarme a nadie más.
Esperaba que se quedara con Stone. Pensé que serían algo de para
siempre. Era el tipo de persona en quien sabías que podías confiar. Él era sólido. Él
era honesto. Y la amaba de la manera en lo yo lo hacía. Porque ella huyo, no lo
sabía. No me lo había dicho y no estaba realmente convencido de que lo
supiera. Tenía que haber un secreto bastante grande. Beulah no era de los que
corrían por un malentendido. Ella necesitaría una razón. Una grande.
Bostezó y se estiró, lo que llamó mi atención nuevamente. Cambié mis ojos
para mirarla brevemente antes de volver a mirar el camino frente a mí. No era
que fuera hermosa. He estado con muchas mujeres hermosas. Era más que su
belleza. Algo más profundo y puro que no podría ser fingido. Estaba allí
atrayéndome. Haciéndome querer ser digno de ella.
—¿Dónde estamos? —preguntó con voz ronca.
—A una hora de Macon —respondí.
—¡Georgia! —preguntó sentándose rápidamente.
—Sí, te dije que íbamos al norte —le recordé. El norte de Tallahassee estaba
en Georgia.
—Pero necesito salir del estado. Al menos. Es por eso que fui al sur. Florida
estaba cerca, pero todavía estaba a una distancia de Savannah. —Sonaba
asustada. Quería saber por qué necesitaba irse de Savannah. ¿Qué era lo que la
estaba haciendo hacer esto? Sabía que Stone no era una amenaza. Tenía que
haber algo más.
—Estaba pensando en Tennessee, pero si eso es demasiado, podemos ir al
este y dirigirnos a Carolina del Sur. No muy lejos, pero en un estado diferente —le
dije.
Ella gimió. —Eso sería demasiada gasolina. Estoy con un presupuesto. No
podemos seguir conduciendo por todo el sureste. Necesito tomar una decisión e ir 118
allí.
Eché un vistazo al tanque de gasolina. Lo llené hace una hora. —Estoy
pagando el combustible mientras este contigo —le dije—. No discutas conmigo.
Hice el viaje por carretera más largo de lo que pretendía que fuera. La gasolina
es de mi parte.
Ella levantó un lado de su boca en una sonrisa, pero no discutió. Estaba
preocupada por el dinero. Una vez más, ¿por qué dejaría un trabajo que parecía
amar y la seguridad del departamento de Stone? ¿Qué era lo que la hacía
correr? Empecé a preguntar y me detuve. No iba a decirme, no tenía sentido
curiosear.
—¿Hambrienta? —pregunté. Habían pasado cuatro horas desde su
desayuno y no había sido mucho. Esperaba que sacara un panecillo de pollo. Por
eso era famoso ese lugar. Pero ella tenía pollo asado y manzanas. No es
exactamente satisfactorio.
Ella asintió. —Sí.
Empecé a buscar una salida con buena comida. O al menos comida
decente. No habría tantas opciones en este tramo de interestatal. No hasta que
nos acerquemos a una gran ciudad. —¿Para qué estás de humor? —pregunté.
Ella se encogió de hombros. —Cualquier cosa. No soy exigente.
Ya lo sabía, pero odiaba ser el que elegía.
—¿Mexicano? —pregunté.
Ella no dijo nada y yo la miré, se estaba mordiendo el labio inferior. Pensé
que le gustaba la comida mexicana, pero la extraña expresión nerviosa que
estaba haciendo me hizo pensar que había cambiado de opinión.
—Entonces, quizás mexicano no. ¿Qué hay de italiana? ¿La pasta suena
bien? —le pregunté volviendo a mirarla para ver su reacción.
Pareció aliviada y soltó el labio que estaba masticando. —Eso suena bien —
respondió. No pregunté qué pasaba con el mexicano, pero me iba a molestar.
—Creo que hay un lugar italiano por delante. Vi el letrero unos pocos
kilómetros detrás. Tienen buenos palitos de pan. Sin embargo, no he estado allí en
años. Desde mis primeros días en la universidad.
Ella no dijo nada. Le envié un mensaje de texto a Stone mientras llenaba el
tanque y le hice saber que la había encontrado y nos dirigíamos hacia el norte
desde Tallahasse. No estaba listo para ser su amigo otra vez. Tenía que trabajar en
mi propia mierda y aceptar esto. Lo que estaba haciendo y por qué. Entonces
podría enfrentarlo y pedirle disculpas. Intentar salvar una amistad de la que
nunca pensé que estaría.
Él simplemente había enviado un mensaje de texto. “Gracias”. Nada más.
Sin preguntas. Honestamente, su indiferencia me había enojado. ¿No quería
saber cómo estaba ella? ¿Si estaba enojada? ¿Triste? ¿Herida? ¿Cualquier cosa?
Joder, él era un buen hombre. Lo sabía. Pero cuando se cerraba, lo hacía por
completo. ¿Estaba planeando hacerlo eso? ¿Podría él? Y si lo hiciera, ¿podría
119
elegir entre los dos?
Eché un vistazo a su perfil. Estaba sola en este mundo. No sabía detalles,
pero sabía que no saldría de Savannah fácilmente. Heidi era demasiado
importante para ella. Tenía que haber una muy buena razón. Y no creía que fuera
su culpa. Stone era el único que sabía que podía ser tan oscuro que era difícil
estar cerca de él. Él podría apagar y retirarse. Era más fácil creer que había
cometido un error. Él le había hecho creer que ella no era deseada. Que pensar
que ella había hecho algo para causar esto.
Su amistad era algo que necesitaba en esta vida. Lo sabía ahora mejor que
antes. Estar sin él no había sido fácil. Pero amar a Beulah era lo mismo. Estar sin
ella no era fácil. Si finalmente tuviera que elegir uno, sería la opción más difícil de
mi vida.
—Jasper —dijo en voz baja.
—¿Sí?
—Necesito que te detengas. Ahora. —Había pánico en su voz. Encendí la
luz intermitente y disminuí la velocidad para salir de la carretera. No era seguro
estar en el lado de la interestatal, pero no la interrogué. En el momento en que
detuve el auto, abrió la puerta, saltó e inmediatamente se inclinó por la cintura y
comenzó a vomitar. Una y otra vez.
La miré un segundo antes de que se hundiera. Comenzó a tener sentido.
Alcanzado la manija de la puerta, salí del auto y caminé hacia ella. Las
circunstancias para su carrera, la tristeza, la fácil aceptación de mi presencia.
Todo fue por esto.
Cuando terminó, puso sus manos sobre sus rodillas y levantó su cabeza para
mirarme. Estaba pálida. Sus ojos parecían más grandes de lo normal y ahora
estaban llorosos. —Gracias —dijo y luego se puso de pie. No dijo más, solo giró
regresó al auto, sacó una servilleta del bolsillo interior, se lavó la cara, volvió a
poner la servilleta en la bolsa y se giró para colocarlo en el suelo. Cuando lo hizo
me miró de nuevo—. Sé que estoy tirando basura, pero no puedo… Lo necesito
fuera del auto.
El olor a pollo. Vomitar después de la mención de la comida mexicana.
Nunca había pasado tiempo con una mujer embarazada, pero había visto
suficiente televisión y películas. Stone no tenía ni idea. Si lo hiciera, lo que sea que
estuviera haciendo en ese momento era tan importante que me llamó para ir a
buscarla, sería descartado. Estaría aquí con ella. Haciendo lo que pudiera para
que volviera.
Ella subió al auto y cerró la puerta. Caminé de vuelta, pensando para
volver en sí, sabía que iba a tener que decírselo. Merecía saberlo. Ella necesitaba
que él lo supiera. Pero antes de hacerlo iba a tener que responder algunas
preguntas. No iba a dispararle directamente otra vez por información de la que
no sabía. Iba a ser más cuidadoso esta vez.
Al arrancar el auto, volví a la carretera interestatal. No dije nada. La deje
sentada allí y pensar. Tenía que saber que no era un completo idiota. Lo que
acababa de suceder no era una intoxicación alimentaria o un virus estomacal. Si 120
lo hubiera sido, habría sido peor. Estaría encorvada en el asiento débil y enferma.
El lugar italiano aparecía en el siguiente letrero de salida y, aunque no
estaba seguro de que pudiera comer todavía, tomé a salida de todas formas.
Nuestro silencio continuó hasta que estuve estacionado y estábamos sentados
mirando al frente. Ambos esperando a que el otro hable. Quería que me dijera.
No quería ser quien la acosara con preguntas, pero lo haría si tenía que hacerlo.
—Él no quiere niños. Dijo que tener un hijo sería un error. —Su voz era tan
suave que tuve que esforzarme para escucharla.
Stone pensó que nunca debería ser padre. Lo había dicho más de una vez
que no sabía nada al respecto. Él no tenía ningún ejemplo a seguir. Todo lo que
tenía era Gerry y eso no era suficiente, o al menos eso creía.
—Pero dijo que no sabía nada de ti —le dije, asegurándome de haber
entendido bien. Porque si él supiera que estaba cargando a su hijo y hubiera
dicho eso, jodió arreglar nuestra amistad. Lo encontraría y golpearía su trasero o
lo intentaría. La verdad siempre supe que Stone era el más peligroso. Él había
estado luchando desde que era joven. Esa era la única cosa que su padre
abusivo le había enseñado. Fuerte, duro y frío. Pero también podría ser el mejor
humano que hayas conocido. Fue una combinación única.
—No podía decírselo. No después de eso. No quiero que mi bebé sienta
alguna vez que fue un error. O no deseado. Y si él se siente así, nuestro hijo
también lo sentirá.
Ella habló como si cada palabra la lastimara físicamente. No me miraba.
Pude ver su mentón temblar mientras lucha por contener su emoción. Cuando
Stone se enterará, dudaba que alguna vez se perdonara a sí mismo.
—Entiendo. Pero también conozco a Stone. A menudo dice lo que piensa y
no considera cómo podría cambiar si la situación se presentara. Sé que él te ama.
Lo entiendo más que nadie. Y sé cómo se siente y el sacrificio que estaba
dispuesto hacer para garantizar tu seguridad llamándome, también sé que estás
equivocada sobre cómo se sentirá con respecto al bebé.
Si él no me perdonaba nada más, lo que acabo de decir debería
limpiarme de todos los otros pecados que cometí contra él. Beulah estaba tan
vulnerable ahora mismo. Podría aprovechar eso y darle una vida que no creía
que tendría ahora. Podría intervenir para ser un padre para el bebé. Finalmente
me amaría. Podía ver ese escenario y sería un mentiroso si no admitiera que era
tentador. Pero también era incorrecto.
Conocía al padre del bebé. Sabía la verdad. Y sabía que él la querría a ella
y a este bebé. No era una madre soltera abandonada que necesitaba que la
salvara. Si lo fuera, con gusto lo haría y agradecería a Dios por una segunda
oportunidad. Pero este no era mi momento de suerte. No estaba destinado a ser
para nosotros.
—¿Puedes comer? —le pregunté en lugar de empujar o tratar de
convencerla de algo más.
Ella se giró para mirarme. Una pequeña sonrisa triste tocó sus labios. —En
realidad, estoy anhelando esos palitos de pan que mencionaste. 121
Por ahora, la alimentaría. Cuando volviera a dormir, decidiría qué hacer y
cómo manejarlo. El futuro de Stone dependía de eso y esta vez no iba a
decepcionarlo
30
Traducido por Veritoj.vacio
Beulah
D
e alguna manera había logrado comerme tres palitos de pan y un
plato de ravioles. Cuando había vomitado por primera vez no
estaba segura de poder comer otra vez. Si no era pollo o mexicana,
parecía que estaba bien en el departamento de hambre y alimentación. El 122
restaurante era más caro que mi presupuesto. Jasper había amenazado con
hacer una escena si no le permitía pagar por la comida. Cuando intenté ordenar
solo ensalada y palitos de pan, me ordenó ravioles, lasaña y fetucini Alfredo. Tuve
que prometer comer los ravioles para detenerlo de ordenar todo lo demás en el
menú.
Durante el almuerzo no mencionó a Stone, el embarazo o lo que el
pensaba que yo debería hacer a continuación. En su lugar, me contó divertidas
historias acerca de la universidad. La historia acerca de Sterling cuando se había
quedado fuera de la casa sin ropa y tuvo que correr desnudo hasta los vecinos y
pedirles usar su teléfono casi me hizo orinar en los pantalones. Los vecinos tenían
alrededor de setenta años y llamaron a la policía. Había corrido y se había
escondido en el bosque, quedándose ahí toda la noche hasta que alguien
despertó en la casa y finalmente lo dejó entrar.
No olvidé completamente mis problemas. Pero por un breve momento, me
reí y disfruté la distracción. Una vez que regresamos al auto, mi tristeza regreso.
Cerré los ojos y dormí fácilmente. Al menos eso era algo de lo que no tenía que
preocuparme. Mi cuerpo iba a descansar aun si mi mente no estaba
cooperando.
Cuando desperté otra vez los arboles eran diferentes. Ya no eran tan
verdes. Era casi como si el otoño estuviera cerca y no fuera fines de agosto. Me
senté y miré alrededor. —¿Dónde estamos? —Sabía que no era Georgia. Con una
rápida mirada al reloj en el tablero me di cuenta de que había dormido por
cuatro horas.
—En algún lugar en Carolina del Sur —respondió con una sonrisa. Como si
esa respuesta fuera suficiente.
—¿Dónde en Carolina del Sur? —presioné.
—En realidad no estoy muy seguro. No he visto alguna señal en un rato. A
mitad del camino, supongo.
—¿A mitad del camino? ¿Cuál es nuestro destino? Pensé que íbamos a
detenernos en algún lugar de este estado.
Se encogió de hombros. —Imagine que ya que no has planeado nada
todavía echaríamos una mirada a Carolina del Norte. Ver qué piensas de eso.
Tenemos tiempo. Esta aventura esta sobre mi hasta que te deje donde quiera que
tu decidas finalmente.
Frustrada, agarré mi teléfono para ver si podía averiguar dónde estábamos
y que tan lejos de Savannah estábamos. Tenía que haber una ciudad por aquí
que fuera una buena opción. —Carolina del Norte está muy lejos —espeté.
—No dije que tenías que establecerte ahí. Solo pensé que podríamos ir.
—Ugh —gemí—. Necesito encontrar un trabajo Jasper. Un lugar donde vivir.
No tengo tiempo para pasear y explorar. Tu tampoco. Tienes una empresa que
manejar.
—Está bien por ahora. Está a una llamada telefónica de distancia. Además 123
se está haciendo tarde. Deberías salir y estirar las piernas. Vamos a buscar un
lugar para pasar la noche.
Levanté las manos. —He estado durmiendo en zonas de descanso para
ahorrar dinero. Los dos no cabemos cómodamente en este auto y no vas a pagar
una habitación de hotel. He perdido un día cuando debería haber estado
buscando una casa.
Las lágrimas quemaban mis mejillas mientras la frustración crecía. No
debería haber dormido todo el día. Esto era mi culpa. Estaba estropeándolo todo
y necesitaba concentrarme.
—¿Dormiste en tu auto? ¿En áreas de descanso? —me preguntó.
—¡Si! Es gratis.
—Jesús —murmuró algo más por lo bajo pero no le entendí y no me
importaba. No estaba indefensa. Fui inteligente al respecto.
—Se dónde podemos detenernos esta noche. Mañana dejaré que me
guíes. Lo prometo. Pero esta noche, vas a dormir en una cama de un jodido hotel.
Hazlo por mi seguridad si no por la tuya. Porque si Stone alguna vez descubriera
que te permití dormir en este auto me mataría con sus manos.
Dudaba eso pero también sabía que Jasper no iba a dejar pasar esto.
Estaba segura que nunca había dormido en un auto en su vida. No imaginaba
que empezaría esta noche. Sin importar cuanto lo exigiera.
—Bien. Pero mañana esto termina. Encuentro una ciudad y me quedo ahí.
Tomas un avión de regreso a Manhattan y vives tu vida. Olvida lo que sabes y
confía en mis decisiones. —Incluso mientras lo decía me preguntaba si lo haría.
Había una posibilidad de que le dijera a Stone. Después me enfrentaría eso. La
decisión de Stone no iba a cambiar la mía.
—Haré lo que digas —respondió.
Me costaba creer eso. Pero tenía que confiar en él y dejar que nos llevara a
un hotel. El día casi había terminando. Y tenía razón, quería salir y caminar por ahí.
Las piernas me dolían por estar en el auto la mayor parte del día.
Una señal adelante decía Beaufort. Habia escuchado de Beaufort. Estaba
demasiado cerca a Savannah. ¿Qué estaba haciendo? Esta no era mi idea de
distancia. —¿Por qué estamos tan cerca de Savannah? Este no es el camino a
Carolina del Norte —dije afirmando lo obvio. No nos estaba llevando hacia
Carolina del Norte.
Se encogió de hombros. —Pensé que podríamos conducir hasta la costa.
Más tiempo perdido y gasolina. La costa era demasiado cara. Ya sabía eso.
Necesitaba una pequeña ciudad lejos del agua. No debí haber dormido. Debería
haber estado haciendo planes. Y enojarme con él era injusto.
—Tienen algunos hoteles decentes aquí —dijo como si eso lo hiciera todo
mejor.
—Sí, hoteles que costaran una fortuna.
Frunció el ceño. —No realmente. Aquí es el rio, no la costa verdadera. 124
Solo puse los ojos en blanco. Jasper pensaría que cualquier cosa con
menos de cinco estrellas era promedio. Era su mundo y nunca pertenecí a él,
para empezar.
Permanecí en silencio mientras elegía un hotel que no estaba en el agua
pero tampoco era barato. Cuando se detuvo al frente, giró su rostro hacia mí. —
Traerán tu bolso. —Quería agarrar mi maltrecho bolso de lona y llevarlo dentro
conmigo pero salí y logré sonreír al hombre que estaba sosteniendo mi puerta
abierta antes de dirigirme al edificio.
Enojada y molesta, permanecí de mal humor mientras Jasper nos registraba
en el hotel. Me trajo una llave de la habitación. —Intenta descansar un poco —
hizo una pausa y sus ojos parecieron casi como si estuviera pidiendo disculpas—.
Solo quiero ayudar. Ese es mi objetivo. Para arreglar todo el daño que había
causado.
Me sentí mal por ser tan difícil. No había sido nada más que amable y
paciente conmigo. Si era sincera, no estar sola había hecho esto más fácil. No
estaba tratando de molestarme. Esta era solo su manera de hacer las cosas. —
Gracias. Has estado genial el día de hoy. Yo solo… tengo muchas cosas en mi
mente y no quise ser tan irritable.
Sonrió. —Todo saldrá bien.
Un día tal vez lo estaría, no por algún tiempo. Aunque no dije eso.
Simplemente asentí. —Buenas noches —dije en su lugar.
—Buenas noches Beulah. —La manera en que dijo mi nombre sonó como si
significara más. Había algo en su tono que me llamó la atención. Me detuve y lo
estudié por un momento. Entonces imaginé que estaba leyendo demasiado en
eso. Estaba emocionalmente cruda estos días.
Con una última sonrisa, lo dejé y fui a encontrar mi habitación.
125
31
Traducido por Veritoj.vacio
Stone
M
e quedé fuera del hotel en Beaufort, Carolina del Sur donde Jasper
había dicho que la llevaría. Cuando me llamó temprano hoy no
había querido responder su llamada. Mi padre acababa de enviar
el mensaje de su abogado al mío que si continuaba el curso de la acción que 126
estaba tomando me arrepentiría.
Él sabía que iba a pelear por Wills. Es por eso que lo había enviado lejos.
Wills no estaba en un internado, había descubierto eso muy rápido. Se estaba
quedando en la casa más nueva de mi padre en Londres. El internado había sido
una cortina humo.
Respondí la llamada porque Beulah estaba con él. No había esperado que
me llamara cuando estaba con ella. Estaba seguro de que tomaría ventaja de la
situación e intentaría recuperarla. Esa fue la razón por la que respondí.
Lo saludé diciéndole que no tenía tiempo para su mierda. Si no podía
cuidarla, enviaría a alguien más. Lo que dijo a continuación, sin embargo, me
trajo aquí.
—Envía a alguien más a cuidar a la mujer que lleva a tu hijo, que cree que
jodidamente no lo quieres, y creo que tú llamándolo un error, ha sido el
movimiento más estúpido de tu vida.
Me quede parado congelado conmocionado. Se había tardado en
decirlo. —¿Me escuchaste frío hijo de puta? Está embarazada. No está huyendo
de ti. Se fue para proteger a su bebé que cree que no puedes amar. Es eso lo que
estoy tratando aquí. Tuve que detenerme mientras vomitaba en la interestatal.
Tuve que obligarla a que me dejara pagar por su comida para que comiera algo
más que una maldita ensalada y tuve que amenazarla contigo para que me
dejara ponerla en un hotel esta noche. Porque ha dormido en su AUTO en una
maldita ZONA DE DESCANSO por las últimas dos noches. ¿Estas asimilando algo de
esto?
Miedo y pánico no comenzaban a describir lo que estaba sintiendo. —
¿Dónde esta? —pregunté.
—Te enviaré un mensaje de texto con la ubicación del hotel donde la
llevaré. Si no apareces, intervendré. Seré lo que necesite y con el tiempo me
amará de nuevo. Esta es mi ofrenda de paz. Ven a buscarla si ella y tu bebé son
lo que tú quieres. Si crees que no puedes ser un padre entonces déjame ser uno.
Tengo un ejemplo de mierda también, pero por eso se lo que no hay que hacer. Y
tú también.
Rápidamente terminó la llamada.
Y ordené un avión privado sin contactar a mis abogados, sin pensar en mis
próximos pasos con mi padre, eso podía esperar. Encontrar a Beulah y llevarla a
casa no. Tenía que salvar mi futuro.
Durante el vuelo hasta aquí, reproduje las palabras que había dicho la
última que habíamos estado juntos. Recordé como había repetido una y otra vez
acerca de no tener un bebé. Como dejarla embarazada sería un error que no
quería. Cada maldito recuerdo era como un cuchillo apuñalándome en el
pecho. Pensar que se había quedado ahí escuchándome y sabiendo que nuestro
hijo ya estaba creciendo dentro de ella. Estaba tan avergonzado de mí mismo.
¿Cómo no se desmoronó por completo ahí mismo? ¿Cómo había
permanecido tan malditamente fuerte y se mantuvo unida? Cualquier otra mujer
127
me habría arrojado algo a la cabeza y maldecirme por ser el bastardo que era.
Le envié un mensaje a Jasper. —Estoy aquí. ¿Qué número de habitación?
No respondió y me quede ahí esperando. Justo cuando estaba listo para
entrar y exigir saber dónde estaba, apareció Jasper. Salió por la entrada principal
y vino hacia mí. Un ceño de determinación en su rostro.
—Lo que hice antes, estuvo mal. Estaba herido, amargado, y estaba
desesperado por recuperarla. Pero había perdido algo más. Algo de lo que no
me había dado cuenta era más importante, mi mejor amigo. La única familia real
que tengo. Esto —dijo señalando el hotel—. Esto soy yo pidiendo perdón. Estuve
tentando de guardar su secreto. De ser el hombre que necesitaba. Pero no pude.
Su disculpa fue inesperada. Eso no fue lo que pensé que vendría a decir
aquí. Jasper era la única persona que conocía tan bien como a mí mismo.
Éramos diferentes pero ambos habíamos vivido infancias similares. Habíamos
pasado tiempos difíciles dependiendo el uno del otro.
—Olvidaste algo —dije.
Frunció el ceño pero no preguntó qué.
—Me llamaste porque la amas. No es todo acerca de mí. O nosotros. Es
acerca de ella también. Elegiste lo que sabias que quería en lugar de lo que tú
querías.
Rio suavemente pero no había humor ahí. —Tal vez así sea.
Extendí mi mano y la miró y después colocó la suya en la mía. Nos
estrechamos las manos y luego dio un paso adelante y nos abrazamos. Después
de una palmada en la espalda dio un paso atrás.
—Habitación 202. Aquí está la llave extra que tuve que hacer. Ve a arreglar
tu jodido desastre. Y la próxima vez piensa antes de que hables de más.
Tomé la llave. —Gracias —dije.
Jasper asintió, dando vuelta y caminó hacia el estacionamiento.
—¿A dónde vas? —pregunté sabiendo que no tenía auto aquí.
—Envié un auto rentado aquí después de que te llamé. Sabía que
aparecerías y quería continuar mi viaje por carretera.
Lo vi alejarse antes de entrar. No éramos lo que una vez fuimos pero
estábamos reparando. Sabía que un día volveríamos a tener eso otra vez. Seria
cuando supiera que no estaba mirando a mi esposa deseándola. Tendría que
encontrar su propia felicidad primero. Solo era comprensivo.
Dirigiéndome a la entrada, sostuve la llave en mi mano y pasos se hicieron
más largos y rápidos. La necesidad de verla me arañó. Quería abrazarla y
asegurarme de que estaba a salvo. El elevador estaba vacío ya que era mitad de
la noche y estaba fuera de su puerta en minutos.
Tomando la llave, toqué la cerradura y me sentí aliviado cuando la luz roja
no parpadeo porque había echado el cerrojo. Tocar a su puerta hubiera sido más
difícil. Había una buena posibilidad si el cerrojo estuviera puesto de que no
hubiera despertado y tendría que sentarme aquí hasta la mañana para verla. 128
R
izos marrón oscuro bailaban en el viento mientras la risa se extendía
por el campo. Sonreí mientras bebía mi té en el porche trasero de
nuestra casa. Amaba escuchar su risa. Nunca dejó de traerme una
sonrisa a mi rostro. Prim inclinó la cabeza hacia atrás para mirar a su hermano
mayor mientras él la empujaba en el columpio que había conseguido por su
tercer cumpleaños la semana pasada.
Wills también era su héroe. Desde el momento en que pudo caminar en dos
pies, lo había seguido. Cuando se iba a la escuela, se paraba en la puerta con
130
grandes lágrimas de cocodrilo observándolo irse. En el momento en que entraba
por la puerta en la tarde, corría hacia él con los brazos abiertos.
Hubo un tiempo en que temí que no conociera a su hermano. Que siempre
estaría oculto de ella. Stone había ido detrás de su padre con todo lo que tenía.
Abuso infantil había sido la primera acusación. No solo por Wills sino por el abuso
que el había sufrido. Después había presentado la prueba del ADN de Wills.
El juicio nunca llegó y la pelea terminó rápidamente. No porque su padre
diera marcha atrás sino porque sufrió una embolia que lo puso en coma por seis
meses. Durante ese tiempo Stone pudo conseguir la custodia temporal de Wills.
Tenerlo con nosotros había sido maravilloso pero aun nos atormentaba que
pudiera ser temporal. Ahora que teníamos a Wills perderlo era algo que ningunos
podría afrontar. Stone trabajó duro para para continuar construyendo un caso en
contra de su padre. Hilda no respondía a ningún contacto que intentamos con
ella. No quería perder la vida que ahora tenía en Malibu.
Cuando su padre no despertó del coma y su cuerpo comenzó a
desvanecerse, Stone fue llamado porque su actual madrastra no estaba en su
testamento en vida como la persona para tomar la decisión de sacarlo del
soporte vital. Stone lo era. No pudo hacer la llamada ese día. Era algo de lo que
tenía que asegurarse de que era lo correcto. Habló con varios doctores. Cada
uno le dijo que su padre estaba desapareciendo lentamente y cada vez había
menos actividad cerebral. Al punto de que si alguna vez despertaba estaría en
estado vegetativo en el mejor de los casos.
Stone no durmió esa noche. Se había sentado afuera en el porche.
Tomó la decisión final, y una semana antes de dar a luz a nuestra hija, el
padre de Stone fue enterrado. Su madrastra no impugnó el testamento porque ya
que recibió la casa en Manhattan y veinte millones de dólares. Mucho más de lo
que hubiera obtenido en un divorcio. El acuerdo prenupcial lo dejó muy claro.
Hilda una vez más firmó cediendo la custodia de su hijo. Esta vez a Stone
cuando los tribunales trataron de decir que Wills legalmente fuera con su madre.
Wills ni siquiera pidió ver a su madre. Empezó a aceptar que estaba a salvo con
nosotros. Que lo amábamos y que tenía un hogar con nosotros. Pronto comenzó
a actuar más como el niño que era que como el niño demasiado grande para su
edad.
A Heidi le encantaba venir a quedarse con nosotros los fines de semana y
pasar las vacaciones juntos. Adoraba a su sobrino y sobrina, y ellos la amaban.
Tenía una habitación en nuestra casa si alguna vez quería vivir con nosotros, pero
estaba feliz con su vida en Among The Spanish Moss.
La puerta detrás de mí se abrió y di vuelta para ver salir a mi apuesto
esposo. Estaba observando jugar a los niños con una sonrisa de satisfacción. Sus
ojos se movieron hacia mí. —¿Cómo te sientes? —preguntó.
Levanté mi taza. —El té de jengibre que Geraldine sugirió funciona bien.
Desearía haberlo sabido cuando estaba enferma con Prim.
Stone se acercó y me dio un beso en la cabeza. —¿Ya decidiste cuando
decirles? —preguntó refiriéndose a los niños.
Todavía no lo había hecho así que sacudí la cabeza.
131
Se encogió de hombros. —Cuando estés lista. Sin prisa. Podemos dejarles
pensar que estas engordando.
Lo empujé y me reí. —No es gracioso —dije sin siquiera divertirme un poco.
—Me gustas cuando estas grande y redonda. Es la única vez que sé que
Jasper no está mirando a mi esposa e imaginándola desnuda.
—El no hace eso —respondí después puse los ojos en blanco.
—Demonios, si lo hace.
Los niños amaban a su tío Jasper y estaba agradecida de que la relación
entre Stone y Jasper se hubiera restaurado. Se necesitaban el uno al otro. No eran
hermanos de sangre, pero eran hermanos en todo lo que importaba.
Stone se sentó en el sofá junto a mí y me llevó a su regazo. —Ven aquí.
Necesito abrazarte antes de que te pongas demasiado pesada.
—Si no te amara, te odiaría —le dije.
—No puedes odiarme. Soy tan malditamente adorable.
Tenía razón, lo era. En algún momento, no creía eso. En algún momento yo
tampoco lo creía. Pero la vida tiene una forma graciosa de llevar su fin de
maneras que nunca imaginaste.
Un chico entró a mi mundo un día y pensé que era la persona más grosera,
hermosa, e insólita que jamás había conocido. Y ahora no podría imaginar un día
sin él a mi lado.
Fin
132
Sobre la Autora
Abbi Glines puede ser encontrada saliendo con
estrellas de rock, paseando en su yate los fines de
semana, haciendo paracaidismo o surfeando en Maui.
Esté bien, quizá ella necesita mantener su imaginación
sólo enfocada en su escritura.
En el mundo real, Abbi puede ser encontrada
acerrando a niños (que siempre suelen aparecer que
no le pertenecen a ella) a todos sus eventos sociales,
escondida bajo las sábanas con su Macbook con la
esperanza de que su marido no la descubra viendo a
Buffy en Netflix de nuevo y escabulléndose a Barnes &
Noble para pasar horas perdida entre libros.
133
Traducido, Corregido
y Diseñado por:
134
¡Visítanos!
http://www.paradisebooks.org/