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Edgar H. Schein
SUMARIO
El propósito de este artículo es proveer algunas posibles explicaciones acerca del fracaso
de las innovaciones organizacionales en primer término, y también de su supervivencia y
difusión. En otros términos, porque las organizaciones fallan en aprender a aprender, y
cómo se mantienen entonces marginalmente competitivas. Las explicaciones típicas giran
alrededor de conceptos vagos como “resistencia al cambio”, o la “naturaleza humana”,
fallas de “liderazgo”. Yo voy a proponer una razón más fundamental para esa falla del
aprendizaje, derivada del hecho que en cada organización existe entre sus subculturas tres
culturas particulares, dos de las cuales tienen sus raíces fuera de la organización, y es por
lo mismo que están firmemente arraigadas en su particular serie de presupuestos.
Cada organización desarrolla una cultura interna basada en su éxito operacional, que es lo
que yo llamo la cultura del operador. Pero además cada organización también tiene en sus
varias funciones las de los diseñadores y tecnócratas que manejan el núcleo tecnológico de
la organización. Es lo que llamaré la cultura de los ingenieros y cuyo fundamental grupo
de referencia es la amplia comunidad ocupacional. Cada organización también tiene su
grupo de directivos, la dirección y sus inmediatos subordinados, que es lo que llamaré la
cultura de los directivos, porque en la naturaleza de sus trabajos constituyen una amplia
comunidad ocupacional en el sentido de que tienen problemas comunes que son únicos en
los roles directivos.
Estas tres culturas no están alineadas una con otra, y es esta falta de alineación la que
causa las fallas del aprendizaje organizacional, como lo mostraré en los próximos
ejemplos que aquí se encuentran. Esto traerá el problema acerca de si no hemos
considerado adecuadamente el problema inicial centrándonos en el aprendizaje
organizacional, cuando de hecho, es la comunidad ocupacional de los directivos e
ingenieros quienes deben comenzar su propio proceso de aprendizaje si los desafíos del
siglo XXI se deben alcanzar.
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Esta actitud de apertura y confianza permitieron a los miembros del equipo revelar los
problemas de diseño de ingeniería a medida que iban apareciendo, en vez de tener que
esperar a las soluciones posteriores, como era la anterior tradición de la compañía. (OLC
Learning History, 1995). La temprana identificación de estos problemas fue crucial en
función de evitar posteriores efectos interactivos que requerían costosos y complejos
rediseños. Por ejemplo, al cambiar el diseño del chasis se podría incrementar el peso lo
cual requeriría un diferente diseño de neumáticos, lo que a su vez, podría causar un mayor
ruido interno, y otros aspectos más. Al anticipar este tipo de problemas en forma
temprana, el grupo podría visualizar el automóvil de una forma más sistémica y el
rediseño podría realizarse entonces de una forma más rápida.
De cualquier manera, el listado de problemas tempranos causó a la alta dirección una falsa
impresión. Ellos consideraron que el equipo estaba “fuera de control” y ordenaron
retrotraer la situación a un estado anterior. El equipo consideró que la alta dirección no
había comprendido el valor de la identificación temprana de problemas y continuó usando
este nuevo aprendizaje asumiendo que los resultados finales hablarían por sí mismos. El
equipo estuvo en condiciones de completar el diseño antes del tiempo establecido y con
costos más bajos, pero en sentido contrario a lo esperado, la alta dirección nunca entendió
el porqué de la razón de estos notables resultados ni les adjudico el crédito de haber
aprendido una nueva manera de resolver problemas. A su vez, la alta dirección se atribuyó
el crédito de haber puesto al equipo dentro de control. El equipo no fue considerado
particularmente innovador y fue desarticulado. Muchos de sus miembros y líderes fueron
estimulados a aceptar un programa de retiro anticipado como parte de una reestructuración
de la compañía.
Ejemplo 2. Una compañía de seguros decidió orientarse hacia un programa de oficina sin
papeles (Roth, 1993). La dirección contrató a un especialista para implementar este nuevo
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En función de poder usar este nuevo sistema, los empleados debían aprender a utilizar una
serie de rutinas complejas computarizadas, que reemplazarían el tradicional trabajo con
papeles. En función de que la compañía también se encontraba bajo una presión de
financiera, había instituido un número de programas de productividad que hacían que los
gerentes operativos insistieran con que los empleados realizaran su tarea desarrollándola
de la manera habitual aun cuando el aprendizaje del nuevo sistema se estaba llevando a
cabo.
Los ingenieros y los vendedores del sistema desarrollaron una propuesta basados en
criterios técnicos, pero encontraron que la gerencia media no apoyaría esta propuesta
frente a la dirección a menos que fuera reformulada de manera de presentar datos sobre la
reducción de costos por menor utilización del personal. No se encontraron datos precisos,
así que el equipo “inventó” una serie de cifras que justificaban la compra de estos nuevos
y costosos equipos.
Cuando la propuesta era presentada a los altos niveles jerárquicos, la Comisión Interna
avisó que no colaboraría con este proyecto a menos que se garantizara que no se
reducirían los puestos de trabajos del personal ocupado. Esta no fue la única causa que
retrasó el proyecto, pero cuando finalmente las máquinas fueron instaladas, el proceso
productivo demostró ser menos efectivo y más costoso de lo que se había prometido. El
grupo de ingenieros se encontraba disconforme respecto de que su proyecto había sido
desde su punto de vista, subvertido y que todos los operarios que iban a ser reemplazados
se habían reentrenado y mantenido en sus puestos de trabajo, que los ingenieros
consideraban superfluos.
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los involucraban adecuadamente en las tareas en la que ellos eran finalmente responsables,
que creaban las condiciones que permitían a los empleados obtener retroalimentación para
poder monitorear su propia performance eran más efectivos que aquellos que no lo hacían.
Aquellos programas como el de los grupos sensitivos del National Training Labs (Schein
& Bennis, 1965) y el Grid gerencial (Blake, Mouton y McCanse, 1989) fueron por muchas
décadas considerados como soluciones adecuadas a todos aquellos problemas de
productividad, así como los programas de relaciones humanas y de gerencia participativa
de los años 40. Aun estos y otros similares programas han llegado y han desaparecido, y
no está lo suficientemente claro que es lo que las organizaciones han aprendido de ellos, o
porque estas innovaciones han desaparecido solo para ser reinventadas nuevamente con
nuevos nombres como empowerment y grupos autodirigidos.
Las lecciones de estos y de similares casos son complicadas. Por una parte uno puede
decir que forman parte de la vida natural de las organizaciones, y que responden a causas
de naturaleza política o humana. O por otra parte uno puede decir que estos proyectos y
programas fueron mal administrados, algunos por el grupo del proyecto o por el superior
jerárquico que estaba por encima de ellos. O uno puede decir que estos programas de
relaciones humanas fueron mal orientados desde el inicio. De cualquier manera, yo he
comenzado a percibir el efecto de un grupo de fenómenos más profundos en estos casos.
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CULTURAS Y SUBCULTURAS
Otro tipo de subculturas, aun menos reconocidas, reflejan las experiencias comunes de
determinados niveles dentro de una jerarquía. La cultura surge a través de experiencias
exitosas compartidas. Si la primera línea de supervisión descubre formas de conducir a sus
subordinados que son consistentemente exitosas, ellos gradualmente construirán un
conjunto de concepciones compartidas acerca de cómo ellos hacen su trabajo que puede
ser considerada como la cultura de los supervisores. De la misma manera, los niveles
gerenciales desarrollarán sus propias concepciones, y en cada nivel estas concepciones
serán mostradas o enseñadas como la manera en que se puede alcanzar puestos de más alta
jerarquía en ese nivel.
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Son estas culturas basadas en las jerarquías, las que crean los problemas de comunicación
asociadas con “venderles a los niveles superiores una nueva manera de hacer las cosas”,
“obtener la aprobación de un presupuesto por la compra de un nuevo equipo” u “obtener la
aprobación de una requisición de personal”. Cada vez que se cruzan los límites de estas
culturas, estas propuestas deben ser traducidas al lenguaje adecuado al nivel más alto al
que deben acceder. Deben reflejar los valores y creencias de ese nivel más elevado.
Desde otro punto de vista, el de los niveles más elevados, las decisiones deben ser puestas
de una forma en que los niveles más bajos puedan entender, a menudo estas traducciones
distorsionan o a veces subvierten lo que los mismos niveles más elevados querían.
Muchas veces yo he enfocado las culturas que surgen dentro de organizaciones a partir de
la experiencia de los miembros de una organización dada. Pero las comunidades
ocupacionales también generan culturas que cortan o cruzan las organizaciones (Van
Maanen & Barley, 1984). Por ejemplo, los pescadores alrededor del mundo desarrollan
similares visiones del mundo, así como los mineros, y como los miembros de una
industria particular basada en una particular tecnología. En estos casos las creencias
compartidas derivan de una educación común, los requerimientos de una definida
ocupación como las licencias que se deben obtener para practicarla, y los contactos
compartidos con otros en la ocupación. Las distintas culturas funcionales que percibimos
son de hecho, parcialmente el resultado de la participación en una más amplia comunidad
ocupacional que recorre a todas las organizaciones. Vendedores de todo el mundo,
contadores, operarios de ensamblaje, y los más importantes, los ingenieros, comparten
algunas tácitas creencias acerca de la naturaleza de su trabajo más allá de quien es su
empleador en un momento dado.
También descubrimos que similares perspectivas se aplican entre las organizaciones a los
niveles directivos, particularmente gerentes generales o CEO. Los números uno enfrentan
similares tipos de problemas en todas las organizaciones y en todas las industrias a través
del mundo, y por que los directivos tienen la misma educación en común, ellos forman
una visión del mundo en común, una serie de creencias acerca de la naturaleza de los
negocios y lo que implica manejar un negocio en forma exitosa.
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unidad local. Para alcanzar este punto debemos considerar que las distintas operaciones en
diferentes industrias reflejan las amplias tendencias tecnológicas en esas industrias. En un
nivel fundamental, como uno hace las cosas en una determinada industria refleja la
tecnología principal que creó esa industria. Y como esas tecnologías evolucionan, la
naturaleza de las operaciones cambia. Por ejemplo Zuboff (1988) ha explicado que la
tecnología de la información ha tornado obsoleta las tareas manuales en muchas
industrias, reemplazándolas por tareas conceptuales o intelectuales. En una planta química
los trabajadores no se encuentran circulando, oliendo, tocando o manipulando, se
encuentran en una sala de control, infiriendo las condiciones de la planta de varios
indicadores que aparecen en la pantalla de una computadora.
La cultura de los operadores está basada en las interacciones humanas y la mayoría de las
unidades de línea aprenden que altos niveles de comunicación, confianza y espíritu de
equipo son esenciales para que el trabajo se haga en forma eficiente. Los operadores
también aprenden que no importa cuán claramente estén definidas o especificadas las
reglas o reglamentos que definen cómo las cosas deben ser realizadas bajo diferentes
condiciones operacionales. La realidad es en cierto grado imprevisible y uno debe estar
preparado para usar las propias habilidades innovativas para enfrentarla. Si las operaciones
son complejas, como las de una planta nuclear, los operadores aprenden que ellos son
altamente interdependientes y que deben trabajar en forma conjunta como un equipo,
especialmente cuando deben enfrentar hechos inesperados. Reglas y jerarquías a menudo
desaparecen ante circunstancias imprevistas; los operadores son altamente sensibles
respecto que el proceso productivo es un sistema de funciones interdependientes, muchas
de las cuales deben trabajar juntas en orden a ser eficientes y efectivas. Estos puntos se
aplican a todo tipo de proceso productivo no importa si se hable de una función comercial,
administrativa o cualquier unidad de servicio.
La tragedia es que en la mayoría de las organizaciones, los operadores saben que para que
la tarea se cumpla de una manera eficiente, ellos deben adherir a los presupuestos antes
mencionados, pero ni el sistema de incentivos ni la gestión del día a día aceptan estas
suposiciones. Los operadores entonces aprenden a subvertir lo que ellos conocen y
empiezan a trabajar “a reglamento”, o a usar su capacidad para obstaculizar los esfuerzos
de la administración para aumentar la productividad. En función de entender por qué esto
sucede debemos examinar como las otras dos culturas operan en la organización.
En todas las organizaciones existe un grupo que representa a los elementos básicos de la
tecnología fundamental del trabajo de una organización y posee el conocimiento de cómo
esa tecnología debe ser utilizada. Esta comunidad ocupacional recorre naciones e
industrias y puede ser denominada la cultura de los ingenieros (Kunda, 1992). Esta cultura
es más visible en las tradicionales funciones de ingeniería que uno puede ver, como los
diseñadores e implementadores de toda clase de tecnologías: de la información,
investigación de mercado, sistemas financieros, y otras. Las creencias compartidas de esta
comunidad están basadas en una común educación, trabajo y experiencias, y los
requerimientos de sus tareas se mostrarán en la Tabla 2.
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En el diseño de complejos sistemas tales como los de aviones o plantas nucleares, los
ingenieros prefieren tener una rutina técnica que haga más confiable la seguridad, más que
descansar en el grupo para manejar las contingencias que pueden surgir. Los ingenieros
reconocen el factor humano y diseñan en función de ello, pero sus preferencias son hacer
cosas lo más automáticas posibles. La seguridad es construida dentro del diseño mismo.
Una vez le pregunté al piloto de una línea egipcia si prefería los aviones rusos o los
americanos. El me respondió que él prefería los aviones americanos y me dio la razón de
que los aviones rusos tenían uno o dos sistemas de back up, mientras que los aviones
americanos tenían tres. De una forma similar, una vez escuché a dos ingenieros durante un
aterrizaje en el aeropuerto de Seattle comentarse que la tripulación era totalmente
innecesaria. El avión podía fácilmente ser piloteado y ser aterrizado por una computadora.
En otras palabras, uno de los temas esenciales en la cultura de los ingenieros es la
preocupación por diseñar sistemas sin tener en cuenta el factor humano, más que tenerlo
en cuenta.
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La cultura del directivo entonces tiene en común con la de los ingenieros la de ver a la
gente y sus relaciones como el fin de la eficiencia y la productividad. Si uno debe tener
operadores humanos, debe minimizar el posible impacto en las operaciones y su costo en
la empresa.
En muchas industrias existe un inicial alineamiento entre las necesidades de la tarea como
la definen los operadores, la necesidad de los ingenieros de una más confiable y eficiente
operación, y la necesidad de los directivos de minimizar los costos y maximizar las
ganancias. Entonces no se observan mayores problemas.
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Cuando una organización trata de aprender de una manera generativa, cuando se intenta
reinventarse porque la tecnología y las condiciones ambientales han cambiado
drásticamente, es cuando estas tres culturas entran en colisión y se observa frustración,
baja productividad y las fallas de supervivencia y difusión de las innovaciones.
Por ejemplo, en su investigación en plantas nucleares, Carroll y Perin (1995) encontró que
los operadores en las plantas comprendían muy bien las interdependencias e interacciones
de todos los sistemas. Ellos vivían en un ambiente que tenía su propia ecología en la cual
las interdependencias eran visibles y en el cual la gestión de las interdependencias a través
del trabajo en equipo era crucial para la seguridad y la productividad. Pero en uno o dos
niveles más arriba, los superiores solamente veían temas técnicos y financieros
específicos, originados en mayor medida por fuerzas externas de la Agencia Reguladora
Nuclear y de su propio entorno de directivos, un punto de vista que puede ser llamado
“máquina burocrática”, mientras que el punto de vista de los operadores podría ser
descrito como un sistema socio técnico.
Las plantas eran diferentes en la forma de ser operadas pero cada una de ellas había
desarrollado su propio concepto de cómo mejorar sus operaciones. Estos planes de mejora
requerían inversiones adicionales en capacitación y rediseño de la planta, y también
esquivar algunas normas y procedimientos originados por el gobierno y la industria.
Cuando estos requerimientos eran articulados la comunidad de los ingenieros enfocaba
primariamente en encontrar soluciones estándar a los problemas, preferiblemente
soluciones libres de la intervención humana, y los directivos enfocaban primariamente en
temas de inversión y control de costos. La falta de alineamiento entre estas tres culturas a
menudo lleva a la inacción y a la continuidad de prácticas que son consideradas como
poco eficientes o efectivas.
En algunas situaciones las culturas de los operadores y de los directivos pueden chocar de
una forma disfuncional, como lo ilustra la investigación de Blake (Blake, Mouton y
MacCanse 1989). Existe una evidencia considerable que algunos accidentes aeronáuticos
son debidos a problemas de comunicación que resultan de la obsesión por el rango y la
jerarquía en la cabina de comando de los aviones. Por ejemplo, en un accidente a pocos
kilómetros del aterrizaje, las grabaciones revelaron que el ingeniero de vuelo había
avisado en diversas oportunidades que se estaban quedando sin combustible, mientras el
piloto que actuaba como el presidente del avión continuaba volando en círculos tratando
de arreglar un problema con el tren de aterrizaje. Cuando esta situación fue repetida en un
simulador de vuelo, el mismo fenómeno volvió a ocurrir: el piloto estaba muy ocupado
con su tarea y tan confortable en su situación jerárquica que literalmente no prestaba
atención a la información que se le estaba transmitiendo. Solamente cuando la persona que
transmitía esta información era un amigo, un igual o de un rango superior el piloto
prestaba atención a esta información. En otras palabras la cuestión jerárquica está en la
forma de solucionar el problema. Se encontró que las soluciones de ingeniería de proveer
luces de aviso o sonidos no resolverían el problema, ya que podría ser racionalizado o
interpretado como signos de un mal funcionamiento de la computadora.
En el límite entre la cultura de los ingenieros y la cultura de los directivos surgen otros
conflictos y problemas de comunicación. Esto lo percibí claramente en mi investigación
sobre los puntos de vista en la tecnología de la información (TI) como contraste con los
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puntos de vista de los especialistas, que claramente tienen una cultura y una mentalidad de
ingenieros. Mientras que los especialistas veían la información como discreta,
electrónicamente transmisible, los directivos veían a la información como holística,
compleja, imprecisa y dinámica. Mientras que los especialistas veían a la red de contactos
como una manera de eliminar jerarquías, los directivos veían a la jerarquía como algo
intrínseco al control y la coordinación de las instituciones. Mientras que los especialistas
veían a las computadoras y los sistemas inteligentes como una manera de mejorar la toma
de decisiones gerenciales, los directivos veían a la computadora como algo que limita y
distorsiona el pensamiento por enfocar solamente aquella información que puede ser
encuadrada y electrónicamente transmisible.
En la actividad educativa vemos los mismos conflictos entre los profesores, que valoran la
interacción con los estudiantes, y las propuestas de sofisticados sistemas computarizados,
y las restricciones impuestas a la escuela por los administradores. Si los ingenieros ganan,
el dinero es gastado en las computadoras y en tecnificadas aulas sofisticadas. Si los
administradores triunfan, se deteriorara el clima en las clases. En ambos casos, los
operadores, los profesores perderán dejando de lado la innovación en el aprendizaje.
IMPLICANCIAS
Diversos importantes puntos necesitan ser resaltados acerca de estas tres culturas. Dos de
ellos, las culturas de los directivos y de los ingenieros son comunidades ocupacionales que
han desarrollado un punto de vista común basado en la educación, la tecnología
compartida y la experiencia de trabajo.
Lo que esto significa es que si en una organización dada, los directivos y / o los ingenieros
aprenden a pensar como los operadores y se alinean con la cultura de los operadores, sus
reemplazos llevarían a la organización hacia atrás. El campo del desarrollo de la
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Es importante hacer notar que cada una de las tres culturas es desde sus puntos de vista
válida en el sentido de hacer lo que se supone que se debe hacer. Los directivos están
supuestamente preocupados por la salud financiera de sus organizaciones y los ingenieros
se supone que deben generar soluciones innovadoras a prueba de personas. Para crear
alineación entre estas tres culturas entonces, no es el problema decidir cuál de las tres
sostiene el punto de vista correcto, sino generar un mutuo entendimiento entre ellas para
desarrollar soluciones que puedan ser comprendidas e implementadas. Muy a menudo en
las organizaciones de hoy en día tanto los operadores asumen que los directivos y los
ingenieros no entienden y secretamente hacen las cosas a su manera, y los directivos y / o
los ingenieros asumen que los operadores necesitan ser controlados y forzados a seguir
políticas y manuales de procedimiento. En cada caso la efectividad y eficiencia se verán
afectadas porque no existe un plan común que cada uno pueda entender y comprometerse
a seguir.
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organización está en dificultades, esos subordinados son a menudo los primeros en ser
sacrificados como una evidencia de que las cosas se deben “arreglar”.
Por último la cultura de los ingenieros y directivos puede concordar en la creencia de que
la gente es un problema, pero pueden no estar de acuerdo completamente en cómo la
organización puede trabajar de un modo más efectivo. Los directivos reconocen que se
desarrollan en un ámbito de información imperfecta, de constante cambio y que deben
enfrentar situaciones de corto plazo, mientras que deben tener en cuenta los objetivos
estratégicos. Los ingenieros buscan constantemente las soluciones técnicamente perfectas
y permanentes que garanticen su desempeño de una forma segura bajo todas las
circunstancias, y por lo tanto producen soluciones que a consideración de los directivos
son mucho más costosas que las que ellos pueden afrontar. Por lo tanto los directivos y los
ingenieros se encuentran en una constante pelea por definir cuál es el grado de excelencia
de una solución y en cómo mantener reducidos los costos para mantenerse competitivos.
Para recapitular, creo que las organizaciones no aprenderán efectivamente hasta que se
puedan reconocer y confrontar las implicancias de estas tres culturas ocupacionales que he
enfatizado. Hasta que los directivos, los ingenieros y los operadores descubran que ellos
utilizan diferentes lenguajes, tienen distintos criterios acerca de lo que es importante y que
hasta que aprendan a tratar a las otras culturas como válidas, continuaremos viendo fallas
en el proceso de aprendizaje organizacional. Veremos cómo poderosas innovaciones que
surgen en el nivel operativo son ignoradas, subvertidas o castigadas, continuaremos
viendo como poderosas tecnologías son subutilizadas, continuaremos viendo como
enojados empleados atacan a impersonales programas de reingeniería, continuaremos
viendo a frustrados directivos que saben qué es lo que deben hacer pero que se sienten
impotentes al sostener ideas a través de complejos sistemas humanos, y continuaremos
viendo a académicos frustrados preguntándose por qué ciertas ideas como la involucración
del personal, análisis de sistemas socio técnicos, conceptos de compromiso organizacional
y responsabilidad social continuarán siendo ignorados para ser reinventados
posteriormente bajo otros nombres.
En primer término, debemos tomar estos conceptos culturales más seriamente de lo que
estamos considerando, en vez de considerar nociones superficiales sobre lo que
denominamos cambio cultural. Debemos reconocer y aceptar cuán profundamente estamos
comprometidos con estos criterios y creencias de directivos, ingenieros y operadores.
Después de todo hemos vivido en este sistema industrial por más de cien años y hemos
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evolucionado con estas creencias como una forma efectiva de enfrentar a nuestros
problemas. Cada una de estas culturas puede ser históricamente justificada por sí misma, y
cada una de ellas ha contribuido al éxito de este sistema industrial que hemos desarrollado.
En segundo lugar, debemos reconocer que una de las más importantes consecuencias de la
complejidad tecnológica, la globalización, y la transparencia universal es que algunas de
las antiguas concepciones ya no funcionan más. Ni los directivos, ni los ingenieros por sí
solos pueden resolver los problemas que un complejo sistema socio técnico como los que
una planta nuclear genera. Debemos encontrar vías de comunicación que crucen a través
de los límites culturales, en primer término para establecer algún tipo de comunicación
que estimule un mutuo entendimiento más que un mutuo reproche.
Las culturas de los ingenieros y de los directivos que yo he descrito no son nuevas. Las
hemos conocido todo el tiempo. Lo que es nuevo es que la cultura de los operadores en
todas las industrias se ha tornado más compleja e interdependiente, y ha estado fuera de
alineamiento con las otras dos culturas. Las implicancias son que cada una de estas
comunidades debe aprender cómo aprender y evolucionar hacia nuevos criterios y
supuestos. Nuestros esfuerzos han sido dirigidos primariamente a los niveles
operacionales de las organizaciones. Las culturas han sido consideradas como problemas o
dificultades, parcialmente porque los directivos e ingenieros no consideran lo suficiente al
factor humano. Aun estas culturas han evolucionado y sobrevivido manteniendo tanto
fortalezas como debilidades.
Puede ser que la clave para el aprendizaje organizacional sea el ayudar a los directivos e
ingenieros a aprender a aprender, cómo analizar sus culturas propias, y cómo desarrollar
estas culturas sobre sus fortalezas. Puede ser que estas comunidades aprendan de
diferentes formas o caminos, y debemos entonces desarrollar herramientas apropiadas de
aprendizaje para cada comunidad. El aprendizaje debe ser estructurado entre las industrias
en forma de consorcios de aprendizaje más que de una forma individual (Schein, 1995). Y
la educación de ingenieros y directivos debe examinar si las premisas y criterios
académicos en estos campos se desarrollan en la medida de lo necesario en relación a
tratar con las realidades actuales.
Estamos todavía lejos de haber resuelto los problemas del aprendizaje de las
organizaciones, pero yo estoy convencido que pensando acerca de las comunidades
ocupacionales y sus culturas comenzaremos a estructurar esos problemas de una manera
en que las soluciones para el siglo XXI comenzarán a hacerse visibles.
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Enfoque financiero
Enfocada absolutamente en las finanzas, sin crecimiento y salud financiera no hay
resultados para los accionistas o la sociedad
La supervivencia financiera implica una guerra perpetua con los competidores
La autoimagen del héroe solitario
El entorno económico es continua y permanente competitivo y hostil: “en una guerra
uno no puede confiar en nadie”
Por lo tanto el CEO debe ser un héroe solitario aislado. Debe aparecer como
sabiéndolo todo, teniendo un control total y ser indispensable: “tengo razón después de
todo estoy aquí. Ellos no tienen razón, no están hechos para estar en la cima”
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Uno no puede obtener información confiable desde abajo debido a que los
subordinados dicen lo que ellos piensan que yo quiero escuchar, por lo tanto como
CEO uno debe confiar solamente en el propio juicio cada vez más. Ejemplo: La falta
de un preciso feed back incrementa el propio sentido de certeza y dominio
Uno debe gritar para ser escuchado por todos, y por lo tanto el mensaje debe ser
simple y de una gran amplitud
Enfoque individualista y jerárquico
La organización y la administración son intrínsecamente jerárquicas; la jerarquía es la
medición del status y del éxito y básicamente del mantenimiento del control
Nosotros debemos ser un equipo, pero la responsabilidad debe ser individual; “ustedes
están compitiendo por mi puesto”
Uno debe delegar, debe confiar en la gente. Pero en la mayor medida que lo hace uno
pierde el control. En función de que el control es lo prioritario, la delegación debe ser
limitada y moderada
Por lo tanto, la voluntad de experimentar y tomar riesgos se debe extender solamente
en aquellos casos en que se puede mantener el control
Enfoque hacia el control y la tarea
Debido a que la organización es muy grande se transforma en algo despersonalizado y
abstracto, y por lo tanto debe ser manejada con reglas, rutinas (sistemas) y rituales
(maquinaria burocrática)
Las relaciones interpersonales implican el fin de la motivación y el control, ellos no
son cosas en sí mismos (el valor inherente de la amistad y la comunidad se pierde a
medida que uno crece en la jerarquía)
La atracción de una tarea es el desafío, un elevado nivel de responsabilidad, y el
sentido de logro (no las relaciones interpersonales)
El mundo ideal es aquel en que las organizaciones funcionan como un aceitado
mecanismo, necesitando solo ocasionalmente mantenimiento y reparación
La gente ruda es necesaria; son un mal necesario, no un valor intrínseco. Las personas
son un recurso como otros recursos a ser adquiridos y dirigidos, no terminan en sí
mismos
Una buena máquina organizativa bien aceitada no necesita a las personas en su
totalidad, sólo en la medida de las actividades para las cuales son contratadas.
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