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"¿quÉ Afirma La Negacion?

"

(*) Reunion Lacanoamericana De Psicoanalisis De Tucuman 2003

Alejandro Montoro

Le prohibieron la manzana
solo entonces la mordió
la manzana no importaba
nada más la prohibición... (1)

Surgido del trabajo de Cartel sobre estados límites en las neurosis, el trabajo sobre el texto
“La negación” y los comentarios al respecto me generaron la siguiente idea: el inconciente
es un “no”. Esta afirmación, sin duda excesiva ya que introduce problemas ontológicos como
el ser del Icc, es puesta en el inicio, pues comanda las reflexiones que aquí se hacen,
ubicando a la negación tanto en la dimensión de eficacia o falla en operaciones constitutivas,
como abriendo el camino para pensar la operatoria clínica.
Resulta dificil un trabajo sobre la negación en psicoanálisis que no recorra explícitamente lo
planteado por Lacan en varias ocasiones -La identificación, La lógica del fantasma o la
puntuación de Nassif en el seminario del acto analítico-, en lo atinente a tipos de negaciones,
donde predominan las cuestiones lógicas; ni aquellas donde predominan las perspectivas
clínicas en lo atinente al concepto de “resistencia” que desarrolla en la “Introducción...” y en
la “Respuesta al comentario de Hyppolite”. Aquí se tomarán algunas aristas del texto de “La
negación” , y como pensar ésas aristas clinicamente.
Freud en el texto mencionado comienza por hacer referencias eminentemente clínicas acerca
del “no” en el discurso de los pacientes y su relación con la represión, para luego situar a la
negación como el origen psicológico del juicio. Lo cito:
“Puesto que es tarea de la función intelectual del juicio afirmar o negar contenidos de
pensamiento, las consideraciones anteriores nos han llevado al origen psicológico de esa
función. Negar algo en el juicio quiere decir, en el fondo, «Eso es algo que yo preferiría
reprimir». El juicio adverso {Verurteilung} es el sustituto intelectual de la represión, su «no» es
una marca de ella, su certificado de origen; digamos, como el «Made in Germany». Por medio
del símbolo de la negación, el pensar se libera de las restricciones de la represión y se
enriquece con contenidos indispensables para su operación...

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Resalto: se libera de la represión pero es su marca.
Esta última vertiente es tomada por el comentario de Hyppolite asignando al trabajo de Freud
una notable riqueza filosófica.
En su trabajo, Hyppolite toma una referencia en apariencia textual de Freud que no se
encuentra del mismo modo en la traducción de Amorrortu, que dice:”me he dado cuenta en la
vida corriente de que cuando, como sucede a menudo, queremos decir `no quiero por cierto
ofenderle con lo que voy a decir´, hay que traducir por `quiero ofenderle´. Es una voluntad que
no escasea.”
Ante esto Hyppolite sostiene lo que sigue: “éstas observaciones llevan a Freud a una
generalización llena de audacia, y en la que va a plantear el problema de la denegación –así
prefiere llamarla- en cuanto podría ser el origen mismo de la inteligencia. Así es como
comprendo el artículo en toda su densidad filosófica”.
...
Densidad filosófica de un texto clínico, densidad filosófica para trabajar alucinación y acting
out. Las dimensiones filosóficas y las clínicas son precisamente eso: dimensiones. No portan
en sí mismas nada que las haga excluyentes. Es un problema cuando, en una confusión de
planos lógicos, los desarrollos filosóficos se anteponen y comandan sobre los clínicos, y
generan una discusión entre teoría y teoría. Los llamo filosóficos pues lo que diferencia a la
filosofía del discurso de la ciencia, es que el producto científico se articula inexorablemente
con la experiencia, no así el filosófico.. (una graciosa definición de un texto de Eco dice que
“el filósofo es el que lo sabe todo, pero nada más”).
Dicho de otro modo, no basta con señalar el entramado y relaciones lógicas que el concepto
tiene con lo que se podría denominar como praxis, sino subrayar con doble trazo que las
reflexiones conceptuales cobran su máxima realización (su “concretud” diría seguramente
Hyppolite) si abrevan y hunden sus raíces en los derroteros clínicos. Se evoca aquí algo que
creo aun en veremos en nuestro campo y es la implicación entre lo Universal, lo Particular y lo
Singular.
...
Si las viñetas del “lenguaje común en la vida corriente” (me refiero al “no quiero ofenderle”)
permiten inferencias acerca del origen mismo de la inteligencia, no parece demasiado
aventurado situar ésta perspectiva de la negación en su enhebramiento con la operatoria de
interdicción a que la clínica convoca (particularmente en los llamados “estados límites” o
“clínica de borde”). Un escenario donde los pacientes se presentan –en una posible definición
freudiana de esos estados – con un marcado deficit en los procesos de simbolización, con una
vida pulsional indomeñada, con un narcisismo.hiperintenso, entre otras características.
Allí donde se puede suponer la pérdida pero no está registrada ni se visualiza por ningún lado.
Si el No es una marca registrada de la represión –nos dice Freud- el problema clínico es como
introducirlo.
...
Asumiendo el riesgo de forzamientos y saltos, que éste tiempo de trabajo con “la negación”

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implica, y quedar yo mismo entrampado en una confusión de planos lógicos, les propongo un
fragmento clínico, en el interés de poder, en lo atinente al psicoanálisis, elevar a la filosofía a
la dignidad de la clínica.
...
Luego de un largo tratamiento que incluyo tres interrupciones y otros tantos retornos, una
paciente -que tiene 27 años y a la que veo desde los 21- hacía vislumbrar una nueva huída.
Había podido, en ese trayecto de tratamiento, pasar de llorar durante toda la sesión, a ofrecer
muchas escenas constitutivas de su vida, incluídas aquellas de abuso por parte de su
hermano 5 años mayor y del marido de una tía. De poner el producto de un trabajo de otrora
–que aborrecía- en una cajita para que lo maneje la madre, a guardar su propio dinero de un
muy digno trabajo que se procuró. De no poder llegar tarde a la casa sin llamar a la madre
-vivían las dos solas- a mudarse a vivir con su novio.
Hubieron varios de éstos movimientos trabajosos e interesantes, pero el análisis se interumpía
cuando la vía conducía al padre. Separado de la madre a sus 10 años, aun recuerda “como
si fuera hoy” el día que ubica como de la separación. Ella estaba con el padre en la puerta de
la casa y éste se fue a comprar galletitas. Dirá “tardó como una hora, lo fui a buscar y estaba
hablando con una mujer, era una vecina. Llegó mi mamá y se armó”. Producida la separación
la madre la llevó a dormir en su cama y comenzó a impedir de diversas maneras que vea al
padre. Este trabajaba en una herrería en el fondo de la casa donde habían vivido desde
siempre. Ella, por expresa directiva materna, debía cerrar las persianas y hacer silencio para
que él no supiera que estaba. Desde allí lo miraba por las hendijas.
Relata algunas escenas agradables con el padre cuando era más pequeña, en que la llevaba
con él de la mano a entregar presupuestos y lo recuerda alegre y silbando mientras trabajaba.
En éstos últimos años se veían salteado, buscándose siempre en los lugares donde nunca
estarían.
Algunas notas del padre fueron armando la dirección de la cura. El trabajo con ésta
muchacha no transitaba en los inicios y por mucho tiempo –como imaginarán- por los
senderos de la interpretación, sino del ofrecimiento de algunas construcciones y
fundamentalmente por el sendero de algunas bromas –cuando era posible- y de la música.
Era notable el efecto de ablandamiento y distensión y por consiguiente de emergencia de la
palabra que se producía cuando se entonaba alguna estrofa. Creo que fue eso lo que le
permitió cierta textura para emprender caminos propios; y también, que era eso lo que la
hacía volver.
Pero, ¿por qué se iba?.
En tiempos de sus retiradas la agresividad comandaba, el padre volvía a ser un “pollito
mojado”, un inservible y mentiroso. La madre la volvía a mandar a la pieza del incesto.
Nuevamente al encierro.
Resalto otra escena: ella llorando por algo y la madre la encierra en el lavadero y le dice “que
no te escuche tu papá porque si te escucha va a venir a ver que te pasa”.
Retomo la pregunta, ¿Por qué se iba?

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“no hables, porque si hablás aparece tu papá”. Esa era la voz materna.
Y en el análisis se habla.

Decía al principio de éstos fragmentos, que se preanunciaba una nueva huída. Agresiva,
minimizando el valor de un posible encuentro con el padre, enojándose ante cualquier
intervención que cuestionara a su mamá, dirá hablando de su padre “además no sé donde
vive, creo que con una hermana y no tiene teléfono..”
...
El saber en reserva pero operante, las estrategias en la dirección de la cura, las resonancias
del análisis de control, articuladas irremediablemente a la función “deseo de analista”, se
soportan en una lógica nada facil de describir y formalizar –y que creo una deuda
fundamental que el psicoanálisis debe asumir y desarrollar-, pero hacen que uno se pueda
escuchar diciendo:
“Basta, se terminó acá. Basta de seguir esperando que venga con las galletitas. Para la
próxima averiguás donde vive o el teléfono y lo llamás o lo vas a buscar, sino esto se termina
acá”.
Luego de los odios iniciales, lo buscó y lo encontró. Vió con asombro que vivía con la misma
mujer de la escena de las galletitas, y que es apreciado por los hijos de ella; que trabaja y
mantiene su casa. La invita a comer, le hace asados que era lo que él sabía que a ella le
gustaba. Ella lo ha invitado varias veces a la casa y de allí relata una escena que privilegia:
“me parece increíble ir caminando del brazo de mi viejo por la calle hasta el colectivo”.
Por supuesto tardó mucho en poder decirle a su madre del reencuentro.
Es en éste tiempo que puede empezar a hablar de tener un hijo y hace una semana me
preguntó, con gran timidez, si podíamos escuchar música en la sesión.
...
Comparto un fragmento y particularmente una intervención -que cada quien evocará
repetidamente de su clínica- para seguir pensando acerca de la negación.
Dice Freud en su texto:
“...La función del juicio tiene, en lo esencial, dos decisiones que adoptar. Debe atribuir o
desatribuir una propiedad a una cosa, y debe admitir o impugnar la existencia de una
representación en la realidad....”
...
Decía que aun a riesgo de forzamientos y saltos pretendía elevar a la filosofía a la dignidad de
la clínica.
Pues bien, parece haber una muchacha que solo a partir de algún nivel de interdicción al
cuerpo materno pudo hacer juicios de atribución y de existencia.
Solo a cuenta de perderse de la mirada cristalizante del superyo, de restarse de ser objeto del
goce del Otro es que parece haber juicio.
Otro fragmento de Freud:
“La afirmación -como sustituto de la unión- pertenece al Eros, y la negación -sucesora de la

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expulsión-, a la pulsíón de destrucción...”
Sobre esto, comparto con ustedes una pregunta –que así formulada tienen el carácter de
hipótesis-: La negación, ¿sucesora de la expulsión o condición de posibilidad?
Parece necesario para responder esto, producir una distinción entre la llamada “negación
fundante” y la negación como “aufhebung” de la represión. Aquí aufhebung está utilizada por
Freud en el sentido de “levantamiento”; Hyppolite la nombra como concepto clave de la
dialéctica Hegeliana y la traduce como “negar, suprimir y conservar”. Creo que ésta forma de
entenderla no muestra qué habría de nuevo. Parece más propiciatorio otra traducción del
mismo concepto como “suprimir, conservar y superar” que mostraría lo nuevo que sugiere la
frase: “voy a decirte lo que no soy, cuidado, es exactamente lo que soy”. Ahí sí creo que hay
“levantamiento”.
Ahora, si hay aufhebung de la represión es que hay represión y si hay represión parece
situable la “negación fundante”, articulable al movimiento de alienación, en tanto condición de
posibilidad de un sujeto.
“...en un campo de objetos, no es concebible ninguna relación que engendre la enajenación,
si no es la del significante...”.
“...tenemos por origen el dato de que ningún sujeto tiene razón de aparecer en lo real, salvo
que existan allí seres hablantes...”.
Estas son dos citas de “Posición del Inconciente” que se me arman en serie con lo que sigue
del texto de Freud:
“La oposición entre subjetivo y objetivo no se da desde el comienzo. Sólo se establece porque
el pensar posee la capacidad de volver a hacer presente, reproduciéndolo en la
representación, algo que una vez fue percibido, para lo cual no hace falta que el objeto siga
estando ahí afuera...”.

Algunas ideas finales


El inconciente es un “no”, en tanto sienta las bases de su estatuto. Un no como pasaje, como
función que instituye su ser. En la viñeta parece leerse que la prohibición se articula a la ley,
constituye la libertad y abre el camino del deseo.
En el texto nombrado de “Posición del Icc”, en su estilo de “lo digo pero no”, o “no lo digo
pero sí” (ya que hablamos de lo que afirma la negación), Lacan sostiene:
“El icc. no es una especie que defina en la realidad psíquica el círculo de lo que no tiene el
atributo (o la virtud) de la conciencia”
“El icc. es un concepto forjado sobre el rastro de lo que opera para constituir al sujeto”
El inconciente es un concepto... que se forja...en las marcas de una operación.
...
Tomo el último fragmento del texto de Freud:
“Armoniza muy bien con esta manera de concebir la negación el hecho de que en el análisis
no se descubra ningún «no» que provenga de lo inconciente, y que el reconocimiento de lo
inconsciente por parte del yo se exprese en una fórmula negativa. No hay mejor prueba de

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que se ha logrado descubrir lo inconciente que esta frase del analizado, pronunciada como
reacción: «No me parece», o «No (nunca) se me ha pasado por la cabeza».
No hay fórmula negativa porque la encarna, la porta como función. Aquí toma su valor que sea
la “marca registrada” de la represión.
Finalizo con algo que reconoceremos de nuestros analizantes ante algunas intervenciones:
“no es eso”. Les propongo: No/es eso.

NOTAS:

(1) Fragmento de “Fanfarria del cabrío” del CD “Luzbelito” de los Redonditos de Ricota.

Referencias bibliográfícas

S. Freud,
“La negación”. Obras Completas, tomo XIX.Ed. Amorrortu, 1979.

Jean Hyppolite,
“Comentario hablado sobre la verneinung de Freud”. En “Escritos II” de J. Lacan . Ed. Siglo
XXI Editores,1975.

J. Lacan,
“Introducción al comentario sobre la verneinung de Freud”. En “Escritos I”. Ed Siglo XXI
Editores, 1975
“Respuesta al comentario sobre sobre la verneinung de Freud de J: Hyppolite”. Id.
“Posición del inconciente”. En “Escritos II”. Ed. Siglo XXI Editores,1975

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