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ACERCAMIENTOS FILOSÓFICOS

AL PROBLEMA DE LA AMISTAD

Leticia Flores Farfán


Lu is Gerena Carrillo
(coordinadores)

SAMADHI A GUilAR . JESUS MANUEL ARAIZA


IsRAEL CovARRUBIAS • JuAN CRISTóBAL CRuz REVUELTAS
JAIRO EscoBAR MoNeADA • LETICIA FLORES FARFAN
LUIS GERENA CARRILLO • LILIANA MOLINA GONZÁLEZ
EDGAR MoRALES FLORES • Lu1s MuÑoz OuvEIRA
ARMANDO V!LLEGAS

A FíNITA E DITORIAL
UNIVERSIDAD A UTÓNOMA DEL E STADO DE M ORELOS
Esta publicación fue financiadt~ 1JOr 1 11 '/,mlrr•.lrlt" "'''"' d Desarrollo ÍNDICE
(PIDE) 2014.

Este libro acreditó el proceso de r visróll por 1'•111 h IJdfn l.r modalidad
doble ciego, recurriendo a dictaminador s . xlt~rrro• • .r /,¡ lnstrtución.

Acercamientos filosóficos al problema de la tlllli~lcid 1 l ticia


Flores Farfán, Luis Gerena Carrillo, coordrr1,1c.loro~ . 11 Presentación
México : Universidad Autónoma del Estado d Mor los : Leticia Flores Farfán
Afínita Editorial, 2014. Luis Gerena Carrillo
246p.
ISBN 978-607-8332-97-7 UAEM
ISBN 978-607-8013-28-9 Afínita Editorial
21 La casa: de la amistad con el yo, con las cosas
y con el mundo
Samadh i Agui lar
1. Amistad 2. Amistad - Fi losofía 3. Amistad - Aspectos
sociológicos

41 Aristóteles: amistad y vida contemplativa


en Magna Moralia 11
Primera edición 2014 Jesús Manuel Araiza

©D. R. 2014 Leticia Flores Farfán, Luis Gerena Carrillo


©D. R. 2014 UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MORELOS 53 ¿Es posible hablar de estancias de la amistad en el
Av. Universidad núm. 1001 contexto de la democracia contemporánea? Una
Col. Chamilpa, C.P. 62209 mirada a través de algunos debates recientes
Cuernavaca, More/os Israel Covarrubias
publicaciones@uaem.mx

©D. R. 2014 AFíNrTA EDITORIAL M~xrco S. A. DE C. V


Golfo de Pechora núm. 12-B 77 La amistad como prOblema y como programa
Lomas Lindas, C.P. 52947 Juan Cristóbal Cruz Revue ltas
Atizapán de Zaragoza
Estado de México
afinitaeditoria/@yahoo.com.mx 93 Amistad y comunidad en Siegfried Kracauer
Jairo Escobar Moneada

Oueda prohibida, salvo excepción prevista por la ley, cualquier forma


de reproducción, distribución, comunicación pública y transforma- 117 Políticas de la amistad, políticas de la pertenencia.
ción de esta obra sin contar con la autorización de los titulares de Una mirada a la idea de <<vivir juntos» en Grecia antigua
la propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados Leticia Flores Farfán
puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual.

145 Amistad y justicia en República (1-1v)


IMPRESO EN M~XICO ~ PRINTEO IN MEXICO
Luis Gerena Carrillo
LA CASA: DE LA AMISTAD CON EL YO, CON LAS
COSASYCONELMUNDO .

amadl:Ji Aguilar*

( :omencemos formulando una pregunta que será la guía de


l'\te trabajo: ¿qué vínculos son los que aproximan, en amistad,
.1 la casa, las cosas de casa y las cosas del mundo? Creemos
que la noción de cercanía o proximidad había sido poco estu-
diada en la filosofía , hasta que Heidegger, Levinas, Sloterdijk y
B.t helard la ponen en la mesa de discusión en contraposición
.1 la relaciones determinadas y ejecutadas en la Modernidad.
\e trata de vínculos que impiden que un elemento domine
.d otro; que lo someta y le reduzca a objeto. Podemos decir
que es un recibimiento sin reservas en su propia reserva, que
nunca es fingida o interesada; una reserva que nunca procede
dd cálculo o de la prevención codificada. La amistad, de acuerdo
1 on Blanchot, es un vínculo sin dependencia que resguarda la

t·xtrañeza y la distancia existentes entre los extremos que pone


n relación.
Iniciemos con la noción de casa a través de lo que Emmanuel
J.,·vinas estudia con el nombre de morada, entendida en tér-
minos de las relaciones de proximidad, cercanía o si se quiere
dt• amistad con la casa y las cosas de casa, este tema es tratado en su
principal obra Totalidad e infinito. En ella hay un intento de desli-
~·•rse de la tradición filosófica desde ella misma, abordando temas
1 .tra terísticos que no quedarían determinados por una conciencia

unencional, sino, más bien, por una conciencia no-intencional.


\1· abordan ahí, por ejemplo, aspectos relativos a la separación

• f cultad de Humanidades, Universidad Autónoma del Estado de


Morelos.

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LA CASA: DE LA AMISTAD CO N EL YO, CON LAS COSAS Y CON EL MUNDO ACERCAMIENTOS FILOSÓFICOS AL PROBLEMA DE LA AMISTAD

como vida, a la interioridad, al gozo, a la corporalidad, al ali- Presentar la habitación como una toma de conciencia de una
mento y la sensibilidad, al yo y la dependencia, a la alegría y el cierta conjunción de cuerpos humanos y edificaciones, es dejar
amor a la vida, etcétera. de lado, es olvidar el derrame de la conciencia en las cosas, que
Sin embargo, es la casa entendida como morada uno de los no consiste, para la conciencia, en una representación de cosas,
temas principales. La idea de morada describe el movimiento de sino en una intencionalidad específica de concretización.3
la separación, pero no se trata de la simultaneidad de la distancia
entre los términos y su unión, sino que en la misma escisión se Las cosas familiares, las cosas de casa, la habitación y la
mantiene esta separación. Hay que entender la separación como misma casa, no son meros utensilios, tampoco son objeto de
vida interior; interioridad que aparecerá como una presencia en representación. Todos ellos son, principalmente, concreción
lo de sí, esto es, habitación y economía <palabra que adquiere de nuestra vida en lo de sí, separada y recogida. Lo familiar
un sentido literal: relaciones en el seno de lo Mismo). no es ciego, opaco o carente de significación. Sin necesidad de
Para Levinas la casa ocupa un lugar privilegiado en la vida del q ue la conciencia sea representación, ya hay luz en las cosas.
hombre. Su sentido es un en lo de sí, consecuencia de la separa- Para Levinas:
ción y condición de posibilidad de la relación con la alteridad.
la conciencia de un mundo es ya conciencia a través de este
El papel privilegiado de una casa no consiste en ser el fin de mundo. Algo de este mundo visto, es órgano o medio esencial
la actividad humana, sino en ser condición y, en este sentido, de la visión: la cabeza, el ojo, los lentes, la luz, las lámparas, los
el comienzo. El recogimiento necesario para que la naturale- libros, la escuela. La civilización del trabajo y de la posesión
za pueda ser representada y trabajada, para que se perfile solo Íntegra, surge como concretización del ser separado que efectúa
como mw1do, se realiza como casa. El hombre está en el mun- su separación. 4
do como habiendo venido desde un dominio privado, desde un
<<en lo de sÍ>>, al que puede retirarse en todo momento.' Lo anterior remite a la encarnación de la conciencia y a la
habitación, entendida como existencia a partir de la intimidad
Representación y recogimiento se originan concretamente como de una casa que es, para Levinas, concreción primera. Pero el
habitaci6n en una morada. La morada y el habitar constituyen papel activo del hombre es primordial en la construcción de
un eje para la subjetivación. Bachelard decía que <muestra alma la morada, esta por sí mis no construye subjetividad sino
es una morada. Y al acordarnos de las casas, de los cuartos, que se construye en la medida en que el hombre se implica, a
aprendemos a morar en nosotros mismos)). 2 Tomando en su vez, en la construcción. «El aislamiento de la casa no suscita
cuenta que el estudio del gozo muestra que el ser no se reduce mágicamente, no provoca "químicamente" el recogimiento,
a acontecimientos empíricos, mostrar la habitación como la la subjetividad humana. Es necesario invertir los términos: el
mera toma de consciencia de un conjunto de cuerpos y edifi- recogimiento, obra de la sep~ración, se concreta como exis-
caciones es olvidar el derrame de la conciencia en las cosas. lcncia en una morada, como existencia económica)),5 porque
la existencia humana es recogimiento en la separación que el

1. Emmanuel Levinas, Totalidad e infinito. Ensayo sobre la exterioridad. 3 E. Levinas, Totalidad e infinito .. . o p. cit., p . 170.
Salamanca, Sígueme, 1987, p . 170. 4 /bid., pp. 170-171 .
2. Gaston Bachelard, La poética del espacio. México, FCE, 2005, p. 30. '> . lb id., p . 171.

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LA CASA: DE LA AMI STAD CO N EL YO, CO N LAS COSAS Y CO N EL MU NDO AC ERCAM IENTOS FILOSÓ FICOS AL PROBLEMA DE LA AM ISTAD

hombre da sentido a su morada. El yo existe recogiéndose en fdicidad>>.8 En Levinas no hay la consideración de un ser que
la casa, donde la economía es también concreción primera a , ufre el defecto, la carencia, sino de un ser feliz, gozoso. De
partir de la casa; la economía expresa la posibilidad primera, o~hf q ue el deseo metafísico, tal como él lo piensa, no proceda
aquello que, por así decirlo, está a la mano, pero no como dt necesidad alguna.
un útil sino como trabajo con respecto a la relación con los Esta dimensión es anterior, no es teoría ni práctica, es el gozo,
objetos del mundo, que es una relación que tiene la estructura 1 egoísmo de la vida, la felicidad por el mismo hecho de existir.
de vivir de, esto quiere decir que las cosas del mundo no son No es fundación en el ser, sino la superación del ser. «La sepa-
objetos de representación, ni de uso, sino de gozo, son aquello r.a ·ión se ejerce como forma positiva de este compromiso. No
de lo que vive el sujeto. Si el recogimiento es una expresión de r sulta de un simple corte como un alejamiento espacial. Ser
la separación, también lo son el gozo y el alimento. parado es estar en lo de sÍ>>. 9 La interioridad del gozo es la sepa-
l .ll ión en sí, el modo por el cual la separación puede producirse
La alimentación, como medio de revigorización, es la trasmuta- 11 la economía del ser. «Libertad que se refiere a la felicidad,
ción de lo Otro en Mismo, que está en la esencia del gozo: otra la ·ha de felicidad y que, en consecuencia, es compatible con un
energía, reconocida como otra. reconocida -lo veremos- como t' l que no es causa sui, que es creado. 10
lo que sostiene el acto mismo que se dirige hacia ella. llega a ser, La casa expresa la separación originaria. Levinas recorre la
en el gozo, mi energía, mi fuerza, yo. Todo gozo, en este sentido,
hn.tgen de un medio fluido en el que se baña el sujeto como
es alimentación. 6
presión de la amistad entre la subjetividad naciente y el ele-
IIH"nto. La subjetividad solo surge con la experiencia de la
En la separación, la vida es asimilación y gozo. Todo gozo, 111orada, es un segundo nacimiento del yo, lo que se visualiza
para Levinas, es alimentación, los objetos alimentan la vida. t tllll la limitación de un espacio interior. Refugiándose en casa,
Así pues, la vida del yo es ocupación y trabajo, y con ello 1 lleva a cabo un gesto de despliegue; esta no anula la rela-
alegría o tristeza. La vida es vida de trabajo y alimento, en lon on el exterior sino que permite, por un lado, abordarlo
ambos, hay contenidos que ocupan o llenan la vida, en otras dr un modo nuevo que no es el de la sumisión gozosa al ele-
palabras, la relación de la vida con las condiciones mismas de 1111"111 , y por el otro, apropiarse del objeto que tiene enfrente.
su vida es alimento y contenido de esta vida, amistad, lazos o l' ·ro se trata de un objeto ~ivido que ocupa la vida en tanto que
vínculos con las cosas de casa y de la vida. «La vida es amor u hjt'IO, la visión del objeto forja, en palabras de Levinas, la alegría
a la vida, relación con contenidos que no son mí ser, y sin 1 l.a vida. <<No es que se trate de la visión de la visión: la relación de
embargo más queridos que mi ser: pensar, comer, dormir, leer, 1 vida con su propia dependencia frente a las cosas, es gow, el cual,
trabajar, calentarse al sol». 7 Estos contenidos y la felicidad son 111110 alegría, es independencia. Los actos de la vida no son rectos
los premios que se obtienen durante la vida por arriesgar la 11
t ltlll dirigidos hacia su finalidad>>. El principal movimiento de
misma. «La vida que es vida de algo, es felicidad. La vida es 1 vida como separación no es la reflexión, no es saber, sino gow y
afectividad y sentimiento. Vivir es gozar de la vida. Desesperar la hi 1,1 ión.
de la vida solo tiene sentido porque la vida es, originalmente,
1/.trl' p. 134.
1 llotd , p. 165.
6. /bid., p. 130. 10 lhtd.. p . 166.
7. /bid. , p. 131 . ,, lhi 1., p. 131 .

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LA CASA : DE LA AMISTAD CON EL YO, CO N LAS CO SAS Y CON EL MUNDO
ACER CAMIENTOS FILOSÓFICOS A L PRO BLEMA DE LA AMI STAD

Lo útil se subordina al gozo de las cosas. No respiramos para a partir de sí mismo como una interioridad separada Es en este
vivir, sino que vivimos respirando. La vida es el gozo de los el~­ momento donde el existir se jugará entre el adentro y el afuera:
mentos con los que nos satisfacemos. Aquí lo element~l todavia
no tiene el estatuto de cosa, sino que se trata de un mvel on:o-
A partir de la morada, el ser separado rompe con la existencia
lógico en que la cualidad aún no tiene la categoría d~ sustanCI~: natural, que se baña en un medio en el que su gozo, sin seguri-
es cualidad pura sin sujeto. En otras palabra~., el ~enomeno pn- dad, crispado, se invierte en preocupación. Al circular entre la
mordial de la consciencia no es la representaciOn, smo el gozo. El visibilidad y la invisibilidad, está siempre a punto de partir para
gozo es la apropiación inmediata de la cosa en la que s_e gene~a lo interior, de lo cual su casa, o su rincón, o su tienda, o su caver-
la afirmación originaria del yo. Cuando afirma esto Levm_as ?eF na, es el vestíbulo. La función original de la casa no consiste en
clara la crítica a la subjetividad idealista y propone sustitUir el orientar el ser por la arquitectura de la edificación en descubrir
esquema cogito-cogitatum por la correspondencia vivir d~ ... que un lugar, sino en romper lo pleno del elemento, en abrir en él
la utopía en la que el «yo>> se recoge al habitar en lo de sí. 13
en Levinas es vivir del alimento. «El hambre es la necesida~, ~a
privación por excelencia y, en ese sentido precisamente, vivir
de ... no es una simple ton:a. de co~sciencia de _lo q~e llena la 1.a interioridad es la interioridad del yo que se produce como
vida. Esos contenidos son vivtdos: alimentan la vida>>. . . . , 1111 psiquismo, en palabras de Levinas, es decir, separación y
Para Levinas, la intencionalidad originaria es asimtlaciOn privacidad frente a la objetividad de la totalidad. Esta separa-
gozosa del mundo exterior y satisfacció? por l~s alimentos terres- ' i<'>n o ruptura, es el gozo de la satisfacción como horizonte y
final idad de toda actividad.
tres, pero esta satisfacción se da en la mmediatez. El hombre se
alimenta de los alimentos por trozos, y vive a expensas de ello~, La casa se ve como un resguardo frente al anonimato de la
lo que lo convierte en esclavo. Para superar_ este e~tado de sumi- 1il'rra, el bosque y el aire, estableciéndose como una ruptura de

si()n elemental la subjetividad humana se distancia de ~a natur_a- l.1 existencia natural; sin embargo, la casa no aísla. «El gozo extá-
llt o e inmediato al cual-aspirado de algún modo por el abismo
leza que la envuelve, lo que lleva a establecer u~ espaciO propio
desde el que opone su propia interioridad a la misma naturaleza. lm icrto del elemento- ha podido entregarse el yo, se aplaza y
Se trata de transcender a la inmediatez del gozo construyen~o e· d mora en la casa. Pero esta suspensión no aniquila la rela-
una frontera entre el yo y el no-yo, lo que significa la renuncia le'm del yo con los elementos>>. 14 Desde la casa veo a través de la
a la satisfacción inmediata Esta es una de las funciones que tiene la ve• n1ana el mundo que puedo dejar o tc;>mar mediante el trabajo.
noción de casa, pues frente a la intemperie de la na~aleza, la casa es 1ravés de este el elemento pierde su ser para servir al gozo
un espacio de acogida que le proporciona a su habitante la pro:~c­ el 11uien lo toma. «La posesión neutraliza este ser: la cosa en
1 1110 que tener es un ente que ha perdido su sen>.15
ción necesaria del entorno y la posibilidad de volver la ~tenc10n
sobre sí mismo, es decir, en amistad o vínculo mantemda en la En este sentido, la relación hombre-cosa no es una relación
diferencia. . '''"' 11-cara, como lo plantea Levinas, pues la mano cuando se
La casa en este sentido es un espacio de clausura en el Inte- ¡uoxima a un elemento lo hace con una finalidad: «El poder
rior que siempre tendrá su contraste en el exterior,.es d~ci~, en 1 l.1 mano que toma, o que arranca, o que tritura, o que amasa,
el mundo circundante. El hombre se afirma como mtenon~ad
separada y en cuanto habita la casa, es un psiquismo que eXIste 11 fllld., p.174.
1 1/nd., p . 174.
12. /bid. , p. 130. l'o /llid., p. 17 6.

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LA CASA: DE LA AMI STAD CON EL YO, CON LAS COSAS Y CON EL MUN DO
ACERCAM IE NTOS FILOSÓFICOS AL PROB LEMA DE LA AM ISTAD

relaciona al elemento con un fin, con un objetivo, objetivo de la


necesidad y no con un infinito con respecto al cual se defini~ía p ·ro al mismo tiempo estamos sometidos sobre una tierra que
110 ofrece todo lo vital.
la cosa».16 De tal modo que esa relación se establece como resis-
tencia, pero la materia no puede resistirse a la conceptualización Asegurada la interioridad, la morada se muestra como espacio
de la idea, «d trabajador lo llevará a cabo y ella no se opone sl'parado del mundo y al mismo tiempo trinchera a partir de
frontalmente, sino como abdicando ya ante la mano que busca l.1 cual puede proyectarse. Levinas insiste en que la morada ha
permitido recogernos en nuestra interioridad, pero también nos
el punto vulnerable, que, astuta y con malas artes, la alcanza late-
ralmente».17 Así, la cosa doblegada es llevada a la morada y se impulsa a salir al mundo, trabajar y poseer. Las cosas nos causan
~ozo, pero también es un proceso recíproco: nos dirigimos hacia
transforma en mueble-cosa que guarda cierta relación, relación
de amistad con el cuerpo. l.1s cosas y la.s tomamos; al mismo tiempo, las cosas nos dan feli-
' idad y nos hacemos dependientes de ellas:
A través del trabajo la cosa es sacada del apeiron, esta se con-
vierte en algo a la mano y es llevada a la morada, ocurriendo,
sin embargo, que dicha cosa teje relaciones con el cuerpo ~u.e Vivimos de «buena sopa>>, de aire, de luz, de espectáculos, de tra-
bajo, de ideas, de sueños, etcétera .. . No se trata aquí de objetos
dispone de ella. El gozo, que se había planteado como sensibi-
de representaciones. Vivimos de ellos. Esto de lo que vivimos,
lidad,1 8 adopta entonces una postura ambigua al empezar ~ser no es tampoco «medio de vida>>, como la pluma es medio con
determinado por lo que él no es. No se trata esta de una Situa- relación a la carta que permite escribir; ni un fin de la vida,
ción violenta, pues el desplazamiento del gozo por el gozo de las como la comunicación es el fin de la carta. Las cosas de las
cosas es planteado por Levinas como un dulce veneno que se que vivimos no son instrumentos, ni aun utensilios, en el sen-
introduce plácidamente en la vida. , tido heideggeriano del término. Su existencia no se agota en
La vida para Levinas es cuerpo, pero de acuerdo con el: el esquematismo utilitario que los diseña, como la existencia
<<La vida es cuerpo, no solamente cuerpo propio en el que des- de martillos, agujas o máquinas. Son siempre, en cierta medida
-y aun los martillos, las agujas y las máquinas lo son- objetos
punta su suficiencia, sino encrucijada de fuerzas físicas, cuerpo-
del gozo, que se ofrecen al «gusto>>, ya adornados, embellecidos. 20
efecto».19 Es como si esta alienación construyera hombres y
mujeres dependientes de las cosas, en una palabra, es~lavos.
Somos cuerpo y por ello somos dueños de nosotros mismos, 1· 11 Levinas tenemos un acercamiento al sentido de la casa
111.1s allá de la mera in rumentalidad. Y, más allá de Levinas,
h.1y que reconocer que reencontrar a la realidad y a los objetos
16. /bid., p. 177.
qu( nos rodean cada mañana, en el mismo orden que la vida, no
,., ninguna ilusión; es lo que brinda la sensación de ser la misma
17./dem.
paso na y que representa la experiencia primordial del yo. La
18. Se trata de la sensibi lidad que es la modalidad del gozo. Cuando se
interpreta la sensibilidad como representació n y pensamiento mutilado, hh·n tidad en cada individuo se explica en términos de lo recor-
se está obligado a invocar la finitud de nuestro .pensam1ento p~ra dar 1l.1do y depende de que el orden de los propios dominios no
cuenta de estos pensamientos oscuros. La sens1bi11dad que descnb1mos e perturbe de un día para otro. Si nos despertáramos siempre
a partir del gozo del elemento, no pertenece al orden del pensamiento, 111 otro lugar o alrededor de o~jetos extraños se perdería la
sino al del sentimiento, es decir, al de la afect1v1dad en la que se ag1ta
el egoísmo del yo. No se conoce, se viven las cualidades sensibles: el
r guridad de ser aquel que se acostó la noche anterior. Sin
verde de estas hojas, el rojo de este poniente. 1111bargo, perderse a sí mismo no significa perder toda relación
19. /bid., p. 182.
'() /b id.,p.129.

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LA CASA: DE LA AMISTAD CO N EL YO, CON LAS COSAS Y CON EL MUNDO ACERCAMIENTOS FILOSÓFICOS AL PROBLEM A DE LA AMISTAD

con nuestra identidad, sino que se observa corno una expe- después, encerrar el acontecimiento de morar que no tiene
riencia de pérdida de suelo, de tierra firme, donde lo que se medida común con el saber. 21
pierde son las referencias para realizar el siguiente movimiento.
Despertar sin la seguridad de ser el mismo que se acostó es En Levinas, el gozo corno satisfacción y felicidad es previo
tener la experiencia de un sí mismo repentino y angustiado la representación y a la teoría, aunque no a cierta lumino-
frente al mundo en caos externo, es decir, un sí mismo sin •idad: <<Al goce le pertenecen esencialmente un saber y una
mundo. En Bachelard, la casa y la acción doméstica es lo que lum inosidad».22 En Bachelard también se habla de la rela-
mantienen la seguridad del ser. Limpiando un mueble se i6n casa-luz, pero de otro modo: << Solo por su luz la casa es
siente nacer en la dulce acción doméstica, las cuales devuelven humana. Ve corno un hombre. Es un ojo abierto a la noche.
a la casa en cuanto morada no tanto su originalidad como sí Y otras imágenes sin fin vienen a florecer la poesía de la casa en
su origen. Es corno si los objetos se mostraran rehechos de l.a noche. A veces brilla, como una luciérnaga entre la hierba, el
nuestras manos a modo de correspondencia con la amistad r de la luz solitaria>>. 23
de las cosas. Después del gozo, un segundo aspecto subrayado por
La morada humana es condición de posibilidad de nuestro 1 t•vinas es el del recibimiento. Para Levinas toda intimidad nece-
mundo, es lo que hace posible el vínculo originario entre sujeto il.a y requiere un recibimiento. El rostro del otro es, a la vez,
y mundo, y abre la interioridad representando su imagen primi- Jllt'sencia interpeladora, pero, también retirada y ausencia. Para
tiva; por ello la casa es previa a toda representación y objetiva- 1t•vinas el terna del otro no abstracto, que me llama desde su
ción. En este sentido, existir en el mundo es actuar y esto tiene 111\tro corno el del indigente o la mujer, un rostro que se niega
por objeto nuestra propia existencia. ·' l.1 posesión, es uno de los ternas centrales de toda su filosofía.
Se puede ver la casa corno un utensilio, porque pertenece al 1·1 yo es sí mismo, soledad, que rechaza toda inclusión en un
universo de cosas materiales necesarias para la vida; en cuanto ~c'ncro, de esta manera determina la presencia de lo absoluta-
a la construcción, no se negará que pertenece a un mundo de lllt"nte otro, <<la ruptura de la totalidad que se lleva acabo por el
objetos. La casa, de tal forma serviría para la habitación y el H"W -o por la soledad del gozo- es radical. Cuando la presencia
resguardo; pero que esto sea así no desautoriza el hecho de que • rhi a del Otro cuestione este egoísmo, no destruirá su sole-
todo lo que se considera objeto se produzca a partir de una d.ad».24 Es el carácter del yo corno soledad y gozo, satisfacción
morada. Dicha morada no se sitúa en el mundo objetivo, sino Y pi nitud, lo que permite la presencia de lo absolutamente Otro,
que contrariamente, el mundo objetivo se sitúa eri relación con pcm1ue ha roto con la totalidad. El hombre es al gozar en la felicidad
la morada: y no al comprender el ser. En este sentido la interioridad no encierra
1yo en sí mismo, sino que as<:gura la separación, corno casa, que se
Concretamente, la morada no se sitúa en el mundo objetivo, 11111 ma al yo. <<La interiorjdad debe, al mismo tiempo, estar abierta
sino que el mundo objetivo se sitúa con relación a mi mora- Y t nrada. De este modo se describe la posibilidad de despegar
da. El sujeto idealista que constituye a priori su objeto y aun
en el lugar donde se encuentra, no lo constituye, hablando
rigurosamente, como a priori, sino precisamente después, des- '1 /bid, p. 170.
pués de haber morado, como ser concreto, en él, que desborda J 1 Levinas, El tiempo y el otro. Barcelona, Paidós, 1993, p. 103.
el saber, el pensamiento y la idea en la que el sujeto querría,
'1 (, Bachelard, La poética del espacio, op. cit., p. 66.
'11 1 . Levinas, Totalidad e infinito ... o p. cit., p . 170.

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AC ERCAMIENTOS FILOSÓ FICOS AL PRO BLEMA DE LA AM ISTAD
LA CASA: DE LA AMI STAD CON EL YO, CON LAS COSAS Y CON EL MUNDO

de la condición animal». 25 Pero lo que decíamos es que el Otro los elementos con los que Levinas se interna en lo más íntimo
es también recibimiento. La casa no es apego a la tierra, sino que del hombre, es decir, en su morada, su alimento y su carácter fe-
hace posible la acogida por un lado, y por el otro, el trabajo y la menino. «Pero al fundar la intimidad de la casa, la idea de Infi-
propiedad. 26 ¿De dónde procede la acogida? ¿De dónde procede l~it.~ no provoca la separación por una fuerza cualquiera de opo-
el carácter de recibimiento? ¿De dónde procede la amistad con la \1 10n y de correspondencia dialéctica, sino por la gracia feme-

diferencia? nina de su irradiación». 29


La morada también es posibilidad de acoger al otro que se La intimidad y la familiaridad de la casa son como una dulzura
presenta en mi casa. El Otro es un rostro que se muestra, que me lJUe se difunde sobre las cosas, que nace de una amistad con el
habla, que me aborda y que escapa a mi posesión; es también yo. La intimidad que no implica familiaridad es una intimidad
el rostro que me llama y es recibido en mi casa, no desde un wn alguien; el recogimiento se refiere a un recibimiento. Para
territorio neutral, «el recogimiento en una casa abierta al Otro lJUe la intimidad del recogimiento pueda darse en la ecumeni-
-la hospitalidad- es el hecho concreto e inicial del recogimiento l idad del ser, es necesario que la presencia del otro no se muestre

humano y de la separación, coincide con el deseo del Otro ab- 'ol? como rostro i~cisivamente, sino que al mismo tiempo se
solutamente trascendente»Y La casa ante la presencia del rostro l"l'tlfe, en su ausencia. La interioridad de la casa se produce en la
pierde toda instalación y exterioriza disponibilidad de la relación dulzura y el calor de la intimidad. «Pero la interioridad de la casa
con el Otro; esta relación de amistad o el vínculo que tiene lugar t•stá hecha de la extraterritorialidad en el seno de los elementos
en el mundo y consiste en decir el mundo al otro, en palabras de d ·1 gozo del cual se nutre la vida».30 Esta interioridad no es un
LeviAas, es brindar el mundo al otro, un dar originario. Se trata l'Stado subjetivo del alma, sino un «acontecimiento en la ecu-
pues de hablar del mundo al otro como primer gesto ético. menicidad del ser: un delicioso "desfallecimiento", 31 en el orden
En la interioridad es donde tiene sentido el espacio vital que ontológico.
habitamos, pues es en la morada donde el hombre se refugia y La familiaridad, para Levinas, es una realización, una energía
encuentra, en este espacio, la familiaridad y los alimentos que lo d · la separación o de individuación. «La familiaridad y la inti-
nutren. Pero respondamos a la pregunta formulada. El recibi- midad se producen como una dulzura que se expande sobre la
miento procede de lo femenino. Los nutrimentos como el rostro f.rz de las cosas». 32 Bachelard pone el ejemplo de la limpieza de
femenino, 28 permiten mirar el mundo y al otro desde su con- un mueble; cuando se one en el trapo de lana -que calienta
creción y no desde su abstracción. Gozo, dulzura y soledad son wdo- un poco de cer en la mesa, en ese gesto se crea ya un
nuevo objet? y así se inscribe este en la casa humana. Los objetos
25. /bid., p.167. que son cuidados de esta manera nacen de una luz íntima·
26. Para Levinas lo más importante es que la relación con el otro no
lomo en ~eidegger, estos objetos ocupan no solo un lugar e~
anula la separación, no surge en una tota lidad ni la establece. La alte- un orden, smo que comulgan con ese orden. En este sentido, el
ridad es constitutiva. El otro es el otro, no el resultado de la identidad. ~ ·sto doméstico despie ta los muebles dormidos.
Tanto el yo como el otro no pueden ser clasificados en ningún género .
Esta re lación va constituir el origen de la significatividad, de hecho, en
esto consiste la mora lidad, en la responsabilidad ante el Otro. )9. E. Levinas, Totalidad e infinito .. . op. cit., p . 169.
27 . E. Levinas, Totalidad e infinito ... op. cit., p. 190. lO. /bid., p. 168.
28. Sobre el tema de /o femenino se recomienda el libro de T. Chanter, l1 . /bid., p . 169.
Time, Death and the Femenine: Levinas with Heidegger. Stanford, Stan-
ford University Press, 2001. l/.. /bid., p. 172.

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LA CASA: DE LA AMISTAD CON EL YO, CON LAS COSAS Y CON EL MUNDO ACERCAM IENTOS FILOSÓFICOS AL PROBLEMA DE LA AMISTAD

La casa es ocasión de un nuevo nudo de significaciones: nues- del espacio físico frente al espacio interior doméstico que es
tros movimientos antiguos se integran en una nueva entidad tibieza y dulzura, como si la casa misma acogiese al habitante
sensorial, movimientos que alcanzan de pronto una significación n un gesto hospitalario. Pero Levinas hace derivar la dulzura
más rica. La significación alcanzada por el hábito reorganiza de del Otro, del rostro del Otro en su paradójica ausencia: «Y el
pronto nuestro equilibrio y satisface nuestra espera. No obstante, O tro, cuya presencia es discretamente una ausencia y a partir
el hábito que nos interesa destacar en este caso no es el hábito de la cual se lleva a cabo el recibimiento hospitalario por excelencia
que simboliza la costumbre, el hábito repetitivo y mecánico, que describe el campo de la intimidad, es la Mujer. La mujer es
o como inercia del devenir psíquico. En este sentido, como dice la condición de recogimiento, de la interioridad de la Casa y
Bachelard, «el hábito es la antítesis exacta de la imaginación crea- de la habitación». 36
dora».33 El hábito al que aludimos es el relacionado justamente La particularidad de lo femenino es su condición prelin-
con las imágenes primordiales; se trata de un hábito orientado ~üísta, prólogo del logos; lo femenino de la casa dice un alma
a devolver la unidad fundamental de la práctica humana. Son a c:n ella y abre la descripción fenomenológica bachelariana a una
través de estos hábitos que la amistad se muestra en la medida rica alrededor de la noción de hospitalidad. En la casa el habi-
en que suavizan la estancia en el mundo, son hábitos que ayudan tante y el extranjero son acogidos por su hospitalidad: la casa
al hombre en su adaptación a este, de los que goza y se nutre.34 lo es en tanto que la habita lo femenino, el carácter de lo feme-
Respecto a esta idea, Bachelard encuentra un fragmento literario nino.37 Inicialmente, la hospitalidad produce una asimetría, una
de Henri Bosco hablando de Sidonia, una sirvienta: d •sigualdad inevitable, pero esta relación asimétrica no priva al
otro de la capacidad y la responsabilidad de actuar en favor de
Esta vocación de felicidad, lejos de perjudicar su vida práctica, 1,, hospitalidad. «Se trata siempre de responder de una morada,
alimentaba sus actos. Mientras lavaba una sábana o un mantel. d' su identidad, de su espacio, de sus límites, del ethos en cuanto
mientras lustraba cuidadosamente un tablero de la panadería, o t·srancia, habitación, casa, hogar, familia, lugar-propio». 38
pulía un candelabro de cobre, le brotaban del fondo del alma La posibilidad de la casa de_abrirse al Otro es tan esencial
esos pequeños movimientos de alegría que animaban sus fatigas 1 la esencia de esta como las puertas o las ventanas cerradas,
domésticas. No esperaba haber terminado su tarea para volver
¡¡firma Levinas. La hospitalidad es lenguaje,39 que permite la rela-
a adentrarse en sí misma y contemplar allí las imágenes sobre-
naturales que la habitaban. Mientras trabajaba en la labor más 16. E. Levinas, Totalidad e infinito ... op. cit, pp. 172-173.
trivial las figuras de ese país se le aparecían familiarmente. 35
1/ . Lo femenino debe entenderse como el carácter de lo femenino, no
hablamos de la mujer, sino de lo femenino que se encuentra tanto en el
Tanto Levinas como Bachelard vieron en la casa una dimen- hombre como en la mujer.
sión aún no tematizada: la calidez y la dulzura esenciales 18. Jacques Derrida, La hospitalidad. Buenos Aires, Ediciones de la Flor,
de la morada. Destacan en este sentido la frialdad y la dureza 1'000, p . 149.
19. Pero el lenguaje cump le la puesta en común original, la que se
1 fiere a la posesión y supone la economía. La universalidad que una
33. G. Bachelard, El aire y los sueños. Ensayo sobre la imaginación del
tosa recibe de la palabra que la arranca al hic et nunc, pierde su misterio
movimiento. México, FCE, 2002, p. 22.
1 n la perspectiva ética en la que se sitúa el lenguaje. El hic et nunc se
34. Anta ine de Sa int-Exupéry sabía de estos hábitos cuando escribía en 11 monta a la posesión en que la cosa es tomada, y el lenguaje que la
Le Petit Prince: «C'est le temps que tu as perdu pour ta rose qui fait ta ' 1 signa para el otro es una desposesión original , una primera donación.
rose si importante>>, p. 78. 1d generalidad de la palabra instaura un mundo común. El aconteci-
35. G . Bachelard, La poética del espacio, op. cit., p . 101. rni nto ético, situado en la base de la generalización, es la intención
profunda del lenguaje. (E. Levinas, Totalidad e infinito ... op. cit., p. 191 .)

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LA CASA: DE LA AMI STAD CO N EL YO, CON LAS COSAS Y CO N EL MUN DO ACERCAMIENTOS FILOSÓFICOS AL PROBLEMA DE LA AM ISTAD

ción trascendente con el Otro. «El lenguaje no pertenece a las n·cogimiento, de la interioridad de la casa y de la habitación.
relaciones que se pueden traslucir en las estructuras de la lógica Pero no se trata de una constatación empírica.
formal: es contacto a través de una distancia, relación con lo La morada y lo femenino se observan como un binomio
que no se toca, a través de un vaCÍo». 40 La hospitalidad como indisoluble; el lugar donde se instaura el sentido radical del
el lenguaje no aborda asimilando, se relaciona con aquel que man- rt·sguardo es la casa por darse en ella el espacio absoluto del aban-
tiene su separación. Hospitalidad y lenguaje que no totalizan. dono, es decir, lo femenino. La morada, la habitación, la casa son
La visión del rostro como rostro, es una cierta manera de hos- l.a posibilidad de reposo. La morada es también lugar de la com-
pedarse en una casa o, por decirlo de una manera menos singular, pli idad; ahí toda la transformación de la naturaleza acontece
· una cierta forma de vida económica. Ninguna relación humana 1om o apropiación y en ese espacio el trabajo encuentra sentido.
o interhumana podría desarrollarse fuera de la economía, ningún h la labor de lo femenino lo que da pie al espacio corporal
rostro podría ser abordado con las manos vacías y la casa cerrada: tlt• la confianza, la amistad, el descanso y el alimento, porque se
el recogimiento en una casa abierta al Otro -la hospitalidad- .alejan de la inmediatez y se convierten en recibimiento. En este
es el hecho concreto e inicial del recogimiento humano y de la \l'ntido, lo femenino es lo que hace la existencia de un mundo
separación, coincide con el Deseo del Otro absolutamente trans- f.uniliar e íntimo:
cendente.41 Hospitalidad que solo es posible por la amistad entre
los elementos diferentes, en el encuentro y la separación. Estas fronteras entre lo interior y lo exterior, el espacio ce rrado
La imagen de la puerta abierta es la hospitalidad, el compro- de la vida doméstica y el espacio abierto de la vida pública que
miso de recibir y el derecho de visitar. La hospitalidad es una ina- caracteriza la oposición entre lo masculino y lo femenino, pro-
plazable necesidad del mundo contemporáneo, porque la forma porciona un espacio doméstico que posibilita simultáneamente
de vida de este mundo responde a estructuras que poco tienen la protección y la representación de la vida familiar. 42
que ver con el respeto y hospitalidad hacia el otro, el extraño. En
casa acogemos libremente al otro en la cercanía que lleva consigo ( :uando hablamos de la mujer nos referimos al carácter de lo
una cierta distancia, respetando el hecho de que ese otro a quien frmenino , no al género; este carácter se le atribuye a la mujer
se recibe en casa no soy yo, sino precisamente un extraño. En por ser más predominante en ella, pero que no lo tiene en
esto consiste justamen'te la claridad de la puerta entreabierta, la rxdusiva. Es el anima d Bachelard la que correspondería a
que llamamos la puerta hospitalaria. La puerta, elemento cons- lo femenino de Levinas, y la fuente de hospitalidad. Así pues,
titutivo, se proyecta hacia el cosmos, la naturaleza y hacia uno dt·sde la tematización levinasiana de la morada y lo femenino
mismo; de esta forma, la puerta también conduce a lo sagrado. r nos permite recuperar la cuestión de la hospitalidad, de la
En cambio, la imagen de la puerta cerrada no solo indica falta de dulzura del recibimiento, del recogimiento y del regreso, a una
hospitalidad, sino falta de relación, vínculo o amistad; la falta de 11'lación originaria en la que somos, en un primer momento,
vida e intercambio. ··n el inicio, acogidos en amistad y cuidado por Otro.
La calidez y la dulzura, de las que habla Levinas, no pueden
avenirse con la cerrazón. Dulzura, recibimiento y, en cierto
sentido, amistad, van de la mano. Lo femenino es condición del

40. /bid., p. 190. ·1J Joan Bestard Ca mps, Casa y familia. Barcelona, lnstitutd' Estudis
41./dem. ll.d arics, 1986, p . 113.

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LA CASA: DE LA AM ISTAD CON EL YO, CON LAS COSAS Y CON EL MUNDO ACERCAMIENTOS FILOSÓFICOS AL PROB LEMA DE LA AMISTAD

La noción de casa como morada abordada en esta investiga- BIBLI OGRAF[A


ción es la topografía de nuestro ser íntimo. El topoanálisis,
como análisis para el alma humana, empieza por la casa, como
planteará Bachelard. Nosotros habitamos en nosotros mismos, E. Levinas, El tiempo y el otro. Barcelona, Paidós, 19 93.
nuestra alma es una casa donde nuestros recuerdos y nuestros
_ , Totalidad e infinito. Ensayo sobre la exterioridad Salamanca,
proyectos habitan. Todo conocimiento del yo es cercanía a los
Sfgueme, 1987.
espacios amados, espacios configurados necesariamente por
vínculos de amistad o lugares de nuestra vida íntima. El alma ( ;, Bachelard, El aire y los sueños. Ensayo sobre la imaginación del
será un conjunto de espacios de adhesiones y no el flujo de movimiento. México, FCE, 2002.
un ser que se disipa. Es decir, espacios de amistades que nos
_ , La poética del espacio. México, FCE, 200 5.
proporcionan espacios de confianza y recogimiento necesarios
para tener un mundo filosóficamente hablando. _, La tierra y las ensoñaciones del reposo. México, FCE, 2oo6.
La casa, como toda imagen originaria, tiene un carácter onto-
J, Bestard Camps, Casa y fam ilia. Barcelona, Institutd' Estudis
lógico: permite pensar el ser que somos. Es también la primera
Balearics, 1986.
imagen vivida del yo; de un yo que toma conciencia de sí mismo
en relación con el mundo. Por ello, Bachelard afirma que la J, Derrida, La hospitalidad. Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 2ooo.
casa es el medio por el cual afrontamos el cosmos. La imagen
M. Blanchot, Espacio literario. Barcelona, Paidós, 1992.
de la casa es intermediaria entre el hombre y el universo, en este
sentido es un ser de confianza; la casa es la imagen del yo que ha ll Cassigoli, Morada y memoria. Barcelona, UNAM, IIA, IIE, Gedisa,
sabido construir con y ante el mundo. UlO.
Esta idea no solo es subrayada por Bachelard sino, como
hemos visto, por Levinas. También para este último es condición
para tener mundo. Esta se hace posible por la gracia femenina.
Lo femenino es la condición del recogimiento, de la interioridad
de la casa y de la habitación. La intimidad es elemento funda-
mental que lleva implícita la amistad y familiaridad; el recogi-
miento siempre es un recibimiento, una acogida humana. En
este sentido, el carácter femenino es esencial para la noción de
casa, pues es «en la dulzura del rostro femenino, en el que el ser
separado puede recogerse y gracias al cual habita>>.43

43. E. Levinas, Totalidad e infinito ... op. cit., p. 169.

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