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NEOLIBERALISMO Y POBREZA

“Para el neoliberalismo económico es prioritario formar buenos consumidores antes que


buenos ciudadanos. El consumidor es un cliente; el ciudadano es una persona.”-Antonio
Franco

Desde la década de los 70, en los países industrializados se empezó a hablar de la


necesidad de reformar o reestructurar el Estado cuando, bajo la influencia de la ideología
neoliberal, se pensó que las causas de la crisis imperante se encontraban en las políticas
seguidas por el Estado benefactor,4cuyo exceso de gasto generaba déficit e inflación. Por
lo tanto, si el problema era el Estado, había que reformarlo y reducirlo, al igual que sus
funciones. En particular, la crítica neoliberal estaba dirigida a impugnar el papel
interventor del Estado en la economía: el Estado debía cesar su función reguladora y dejar
la actividad productiva en manos de la iniciativa privada y al libre juego de las fuerzas del
mercado. Siguiendo esta línea de argumentación, Richard Day presenta su definición del
“proyecto neoliberal”, donde vincula también aspectos políticos y sociales. Este proyecto
involucra la expansión del capital a un marco global y la búsqueda de nuevos mercados,
pero también implica una expansión y profundización de “las sociedades de control”.
Estas sociedades de control se manifiestan en muchas de las prácticas de los países
desarrollados, aunque por supuesto también se presentan en regímenes autoritarios y
cada vez en mayor medida en aquellos que están en vías de desarrollo. La característica
de estas sociedades es la habilidad de monitorear todas las actividades de sus ciudadanos
y poner obstáculos que impidan la acción de los individuos fuera del sistema, como la
obligación estructural de adquirir licencias de conducir, pasaporte, números de seguro
social, y tarjetas de crédito.

El presidente Miguel de la Madrid (1982-1988), al iniciar su sexenio, hizo público el PIRE


(Programa Inmediato de Reorganización Económica) con el que se iniciaba el viraje hacia
el modelo neoliberal aplicando las estrategias elaboradas por el FMI para nuestro país,
que habían sido concertadas poco tiempo antes (noviembre de 1982) en una carta de
intención. Los acuerdos con el FMI se han proseguido desde entonces, En términos
generales, incluyen políticas de ajuste macroecómico y reformas de tipo estructural: entre
las primeras se contemplan la apertura comercial, la austeridad en el gasto público, una
prudente gestión monetaria y, como objetivos prioritarios, la estabilidad financiera, el
control de la inflación y el pago de la deuda; las segundas se articulan alrededor de tres
ejes: el sistema fiscal para incrementar ingresos, la desreglamentación interna (que prevé
la eliminación del control de precios, de las subvenciones y de cierta rigidez en el mercado
del trabajo) y externa (apertura hacia el exterior mediante la reducción de derechos
aduanales y el abandono del régimen de licencias de exportación así como el libre arribo
de inversiones extranjeras), y las privatizaciones (que contribuirían a reequilibrar
temporalmente las finanzas públicas)
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Es difícil comprender que siguiendo postulados originados en regiones completamente
alejadas de nosotros y ajenas a nuestra tan particular situación hayan influido en tal grado
y en tantos ámbitos que pertenecen al estado. Los principios planteados por el Fondo
Monetario Internacional y el Banco Mundial…

Un nombre que tiene gran influencia en el ámbito económico es Friedman, maestro de


Economía en Estado Unidos. Entre los estragos ocasionados por sus medidas y su
aplicación en México se encuentran que los benditos impuestos son pagados por los
grupos sociales con ingresos bajos y medios y del otro lado de este abismo social los
grupos de alto poder adquisitivo son menores contribuyentes al ingreso público.
Beneficiando a los que más tienen con lo cual se agrava la desigualdad.

El proyecto está basado esencialmente en la capacidad de México para atraer los capitales
extranjeros. Ahora bien, vivimos una década en la que éstos son más bien escasos a nivel
mundial, y si bien la firma del Tratado puede dar cierto dinamismo a la economía la
situación sigue siendo incierta a principios del año 1994. El modelo está excesivamente
abierto al exterior: de una economía cerrada se pasó abrupta y precipitadamente a una de
las cinco economías más abiertas del mundo, sin dar tiempo a que la producción nacional
se adaptase; no se tomaron medidas para proteger a la industria interna ni se elaboró un
plan de desarrollo industrial. Esto ha provocado desde 1992 un estancamiento e incluso
quiebras con el consiguiente desempleo.

Otro de los puntos erróneos hablando específicamente de México es su sistema de apoyo


social que en vez de incentivar CORRECTAMENTE el emprendimiento y denominarse como
sistema asistencialista. La sociedad ha sido obligada a ser meros clientes de apoyos que
suplen necesidades básicas a cambio del apoyo al gobierno en turno.

Entre los impactos a la sociedad de mayor magnitud como resultado de la aplicación de las
medidas del modelo neoliberal se encuentran los actuales índices de pobreza,
marginación, pérdida de empleos y el gradual crecimiento del empleo informal. Es preciso
recordar que este tipo de modelos orientados en la producción guardan gran impacto en
el ámbito ecológico puesto que el modelo neoliberal traduce sus acciones en degradar el
medio ambiente y tomar recursos naturales, preciso es mencionarlo ya que ahonda más
en las míseras condiciones de la población.

“Las dificultades en la obtención de un empleo o la permanencia en el mismo han llevado a


la creciente aceptación de que es preferible menos democracia y menores derechos
humanos en beneficio de mayores posibilidades de empleo que se traduzcan en una
mejora directa a la economía de la base estatal: La familia. Asimismo, ha conducido a la
aceptación por parte de los trabajadores de la cancelación de derechos sindicales y
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laborales, con figuras como asociados que sustituye al de empleado; de la subcontratación
outsourcing que, en la práctica cancela los derechos laborales…”

Nos encontramos en un clima ideológico en que se han debilitado los planteamientos de


la “soberanía nacional" en favor de los de la “globalidad" y en que se han oscurecido los
derechos de “los pueblos” frente a los de “los individuos”. El cambio se da también en el
desprestigio de la “justicia social”, concepto al que se opone el más antiguo de “justicia",
ya sin ningún adjetivo como quiere John Rawls. Las “luchas de liberación” y las “luchas de
clases" aparecen como un fenómeno terminado, como conceptos obsoletos. En vez de la
“liberación" se propone la “inserción” o la “integración”, y en vez de la lucha social, la
“solidaridad" humanitaria o empresarial. Al mismo tiempo se confirma que Bell tuvo razón
y que ya estamos al final de las ideologías. Incluso se piensa que “la batalla por salvar al
planeta remplazará la batalla ideológica como el tema capaz de organizar el nuevo orden
mundial". No todo es error. El cambio de categorías está lejos de ser puramente
ideológico: se da también en la realidad. Quienes sigan pensando en términos de meras
luchas nacionales por la soberanía de los estados-nación sin reparar en la nueva lucha
global, o piensen en términos de meras luchas nacionales contra el imperialismo sin
considerar las de las etnias; o en luchas por una cultura racionalista excluyente del papel
importantísimo de las religiones en la liberación; o sigan sosteniendo que la lucha por los
derechos sociales hace innecesaria la lucha por los derechos individuales; o que la lucha
de clases, contra la explotación, basta y excluye las luchas por la democracia y la libertad;
todos ellos serán absolutamente incapaces de comprender que los cambios que se
expresaron en los ochenta no sólo suponen el triunfo de nuevas hegemonías sino de
nuevas categorías.
Después de once años de políticas neoliberales la problemática social, desde antes grave, se ha
profundizado de manera dramática en México. La situación social es tan seria que, en el contexto
de una crisis política prolongada, amenaza con arrastrar al país entero a un conflicto cuyo alcance
y resultados son impredecibles. La insurrección indio-campesina, encabezada por el Ejército
Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) e iniciada el primer día de 1994 en el sureño estado de
Chiapas, es la expresión extrema de las tensiones y contradicciones creadas por el proyecto de la
fracción gobernante del Partido Revolucionario Institucional (PRI); proyecto que, por un lado,
excluye a decenas de millones y los condena a una marginalidad cada día más irresoluble y, por el
otro, ha cerrado, mediante el fraude electoral reiterado y la represión de luchadores sociales y
políticos, los espacios políticos institucionales de expresión y negociación de intereses.

El contexto dentro del cual se debe evaluar la cuestión mexicana es el de un país de desarrollo
medio y que se caracteriza por grandes desigualdades, entre clases y grupos sociales, entre
regiones y entre el campo y la ciudad. Si bien es cierto que México no es un país primermundista,
como lo quiere el equipo gobernante, tampoco es un país pobre que carece de recursos y
riquezas. La intensa problemática social se deriva de una distribución altamente regresiva del
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ingreso y la riqueza, y no del subdesarrollo en abstracto. Uno de los resultados, para no decir
objetivos, principales de la política económica actual es la profundización de esta desigual
distribución del ingreso, como se puede observar en el cuadro 1. De esta manera, en todo el
período 1983-92 hay una disminución sostenida del porcentaje del ingreso nacional disponible que
corresponde a los trabajadores, partiendo de una distribución por sí desfavorable al trabajo.

El modelo económico impuesto hace 30 años no puede calificarse de exitoso un modelo


neoliberal que mantiene en la pobreza a más de la mitad de la población, alrededor de 63
millones de mexicanos.

Roberto González Amador afirma que el modelo neoliberal impuesto hace tres décadas ha
dejado un crecimiento promedio anual de 2 por ciento desde entonces y apenas un
aumento de 0.06 por ciento en los ingresos de los trabajadores mexicanos. Las reformas
estructurales recién aprobadas no aseguran un mayor crecimiento al registrado desde los
años 80 y tampoco se prevé un viraje de la actual política económica.

No existe un documento oficial en donde se diga cuál es el efecto económico de las


reformas. La política neoliberal en curso afecta de manera negativa las expectativas de
ascenso social de las nuevas generaciones, pues hoy en día, las familias mexicanas no
planean a 15 años como solía ser, sino que la visión a futuro es de incertidumbre.

Los seis sexenios neoliberales, incluido el del presidente Enrique Peña Nieto, han
convertido a México en un país maquilador, de manera que ha beneficiado a unas cuantas
empresas cuyos negocios son las rentas. Una especie de corporatocracia.

Entre los efectos negativos de las políticas neoliberales están la precarización del mercado
laboral, así como el enajenante abaratamiento de la mano de obra mexicana, que hoy se
cotiza por abajo de los trabajadores de China.

Los mexicanos estamos peor ahora que cuando dieron inicio las políticas dirigidas a
implementar un modelo neoliberal en el país, y que sirvió de laboratorio económico para
el Fondo Monetario Internacional.

A nuestro parecer, las reformas emprendidas en la última década no han conducido


todavía a un Estado propiamente liberal; entre un Estado y otro se observan elementos de
continuidad y de ruptura. En efecto, al privatizar una gran cantidad de paraestatales la
dimensión del Estado se ha reducido; no obstante, difícilmente puede creerse que el
tamaño del Estado en sí haya disminuido mucho, ya que se creó un programa como el
Pronasol, la SEDUE desapareció en 1992 pero fue remplazada por la Sedesol, la Secretaría
de Programación y Presupuesto se disolvió el mismo año pero su personal se incorporó en
gran parte a Hacienda, y se mantiene una Secretaría de la Reforma Agraria que, después
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de la reforma del artículo 27, ha perdido razón de ser. La intervención del Estado en la
economía no ha desaparecido: es cierto que éste ha dejado de ser patrón al privatizar
empresas y que ha liberado la economía al desreglamentar los intercambios mercantiles.
Pero sí sigue interviniendo a través de rígidas políticas monetarias y financieras, lo que
repercute de una manera negativa sobre la producción nacional, en particular la micro y
pequeña industria.

Otros países donde fueron aplicadas las medidas neoliberales, a la par que en México, hoy
tienen economías sólidas y son generadoras de productos y marcas, como en Corea del
Sur, que produce sus propios televisores y automóviles. En cambio, México fue reducido a
un país de maquila donde se ensamblan automóviles o pantallas, pero cuyas marcas son
de trasnacionales extranjeras.

Un último ejemplo importante a mencionar es el caso del Ejército Zapatista de Liberación


Nacional (EZLN), en México. Lo que lo vuelve un caso único es su combinación de análisis
marxista y práctica indigenista, la vinculación de pensamiento nacional e internacional
estratégico y apoyo de las comunidades locales. Debido a que la Izquierda continúa siendo
marginada dentro del sistema político mexicano, algunos de los éxitos del EZLN han sido
los debates nacionales que han generado y las ganancias en autonomía que ha recibido. El
EZLN emergió en 1994 en el último año del presidente Carlos Salinas de Gortari, el 1 de
enero, día en que se inauguraba el TLCAN, con el Subcomandante Marcos como una figura
clave. Su declaración en contra del Estado mexicano resaltaba las políticas neoliberales, la
gran desigualdad entre las autoridades públicas y el resto de los mexicanos, y la necesidad
de democratización y justicia social (en este caso, particularmente para los pueblos
indígenas) en el país. Conformado por varias comunidades indígenas del estado de
Chiapas, también contaba con una fuerza constituida por guerrillas para así defenderse de
la amenaza del gobierno. El EZLN ocupó varias poblaciones de Chiapas en enero de 1994 y
obligó al gobierno mexicano a dialogar con ellos, un avance importante en el proceso
democrático a pesar de que el gobierno siempre presentaba la amenaza de usar a las
fuerzas armadas.
Aunque la intensidad del conflicto se vivió en la década de los 90’s, el EZLN sigue en pie y
viviendo en comunidades en su mayoría autónomas en el Estado de Chiapas. A pesar de
que continúan los problemas con el gobierno mexicano, su participación estratégica en
congresos internacionales que reúnen grupos frecuentemente llamados anti- y alter-
globalización les ha funcionado para conseguir apoyo internacional para sostener sus
comunidades, con Marcos apareciendo incluso en entrevistas internacionales. También
han sido organizadores de foros intercontinentales sobre identidades indígenas, y han
expresado su apoyo a la resistencia de los palestinos contra Israel. Es notorio que sus
objetivos y estrategias hayan cambiado con el paso de los años, principalmente
abandonando la idea de la lucha por medio de fuerzas armadas, y forjando en sus
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comunidades sistemas de salud, educación y agro-ecología sostenibles que usan como
evidencia para enseñar modos de vida alternativos a los planteados por el proyecto
neoliberal
Para concluir este artículo, es importante reflexionar sobre los retos que se enfrentan en
América Latina y las lecciones que los movimientos sociales nos enseñan. La desigualdad
económica todavía es un problema muy arraigado, que si bien en algunos países se ha
reducido (sobre todo después de regímenes de Izquierda), en otros continúa siendo muy
evidente. Problemas de autoritarismo y hermetismo de los sistemas políticos también
persisten, obligando a sectores de la población a actuar por fuera de ellos para defender
sus derechos. También es importante notar que el avance de la tecnología favorece que
algunos gobiernos neoliberales decreten medidas que excluyen a personas que no tienen
fácil acceso a aparatos electrónicos. Los movimientos sociales expuestos en este artículo
revelan que la vinculación entre diversos grupos de la sociedad civil es importante para
ejercer presión contra los gobiernos. Asimismo, permiten entender que el pensamiento
estratégico y adaptación al contexto histórico son necesarios para su permanencia (si
tienen una meta política a largo plazo, como el movimiento zapatista). Principalmente,
creo yo, la existencia de estos movimientos sociales exhibe las fallas y los malestares de
un capitalismo global, así como alternativas de vida fuera del proyecto neoliberal que
busca expandirse a escala global. En este sentido, considero que los movimientos sociales
que surgen son símbolos de afinidad y responsabilidad mutua, en la recuperación o
adquisición de un modo de vida más digno y sostenible.
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