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El proyecto está basado esencialmente en la capacidad de México para atraer los capitales
extranjeros. Ahora bien, vivimos una década en la que éstos son más bien escasos a nivel
mundial, y si bien la firma del Tratado puede dar cierto dinamismo a la economía la
situación sigue siendo incierta a principios del año 1994. El modelo está excesivamente
abierto al exterior: de una economía cerrada se pasó abrupta y precipitadamente a una de
las cinco economías más abiertas del mundo, sin dar tiempo a que la producción nacional
se adaptase; no se tomaron medidas para proteger a la industria interna ni se elaboró un
plan de desarrollo industrial. Esto ha provocado desde 1992 un estancamiento e incluso
quiebras con el consiguiente desempleo.
Entre los impactos a la sociedad de mayor magnitud como resultado de la aplicación de las
medidas del modelo neoliberal se encuentran los actuales índices de pobreza,
marginación, pérdida de empleos y el gradual crecimiento del empleo informal. Es preciso
recordar que este tipo de modelos orientados en la producción guardan gran impacto en
el ámbito ecológico puesto que el modelo neoliberal traduce sus acciones en degradar el
medio ambiente y tomar recursos naturales, preciso es mencionarlo ya que ahonda más
en las míseras condiciones de la población.
El contexto dentro del cual se debe evaluar la cuestión mexicana es el de un país de desarrollo
medio y que se caracteriza por grandes desigualdades, entre clases y grupos sociales, entre
regiones y entre el campo y la ciudad. Si bien es cierto que México no es un país primermundista,
como lo quiere el equipo gobernante, tampoco es un país pobre que carece de recursos y
riquezas. La intensa problemática social se deriva de una distribución altamente regresiva del
NEOLIBERALISMO Y POBREZA
ingreso y la riqueza, y no del subdesarrollo en abstracto. Uno de los resultados, para no decir
objetivos, principales de la política económica actual es la profundización de esta desigual
distribución del ingreso, como se puede observar en el cuadro 1. De esta manera, en todo el
período 1983-92 hay una disminución sostenida del porcentaje del ingreso nacional disponible que
corresponde a los trabajadores, partiendo de una distribución por sí desfavorable al trabajo.
Roberto González Amador afirma que el modelo neoliberal impuesto hace tres décadas ha
dejado un crecimiento promedio anual de 2 por ciento desde entonces y apenas un
aumento de 0.06 por ciento en los ingresos de los trabajadores mexicanos. Las reformas
estructurales recién aprobadas no aseguran un mayor crecimiento al registrado desde los
años 80 y tampoco se prevé un viraje de la actual política económica.
Los seis sexenios neoliberales, incluido el del presidente Enrique Peña Nieto, han
convertido a México en un país maquilador, de manera que ha beneficiado a unas cuantas
empresas cuyos negocios son las rentas. Una especie de corporatocracia.
Entre los efectos negativos de las políticas neoliberales están la precarización del mercado
laboral, así como el enajenante abaratamiento de la mano de obra mexicana, que hoy se
cotiza por abajo de los trabajadores de China.
Los mexicanos estamos peor ahora que cuando dieron inicio las políticas dirigidas a
implementar un modelo neoliberal en el país, y que sirvió de laboratorio económico para
el Fondo Monetario Internacional.
Otros países donde fueron aplicadas las medidas neoliberales, a la par que en México, hoy
tienen economías sólidas y son generadoras de productos y marcas, como en Corea del
Sur, que produce sus propios televisores y automóviles. En cambio, México fue reducido a
un país de maquila donde se ensamblan automóviles o pantallas, pero cuyas marcas son
de trasnacionales extranjeras.