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Gorostiaga, María (2010) Cómo colaborar con la orientación vocacional de los jóvenes.

Herramientas para orientadores, profesores y padres. Aique. Buenos Aires

PRIMERA PARTE

El alumno como protagonista

Esta primera parte se aboca al autoconocimiento por parte del alumno para que
pueda:

• Aceptarse, valorarse y respetarse a sí mismo.


• Elegir entre alternativas profesionales y ocupacionales que estén en
consonancia con su persona.
• Comprometerse con el estudio y el trabajo como inserción en la comunidad.
• Respetar a los otros en su originalidad.
• Saber lo que quiere, querer lo que sabe, hacer lo elegido y amar lo que
haga.
• Empezar a construir su proyecto de vida.

La orientación vocacional es un proceso que comienza en los primeros años de vida.


"¿Quién soy?", "¿qué quiero ser cuando sea grande?" son preguntas que se hacen los
niños desde muy temprana edad, y que después se van callando con la escolaridad.
Está en nosotros despertarlas para que la reflexión continúe integrando nuestras
experiencias de vida.

Este proceso de orientación es un aprendizaje para crecer en el conocimiento de sí


mismo y adquirir mayor confianza para elegir una alternativa motivadora como
compromiso de carrera o de ocupación laboral. La búsqueda de información y la toma
de decisión pueden aplicarse a cualquier decisión importante que, en el futuro, tomen
los alumnos.

La felicidad está unida a un proyecto de vida que enriquece, ayuda a crecer y motiva
para continuar con entusiasmo frente a los desafíos que se presentan en la vida. Ese
proyecto tiene que estar en concordancia con quiénes somos y con lo que buscamos.

La función del docente, como tutor u orientador, es facilitar este proceso de elección
vocacional, dando las herramientas apropiadas a las circunstancias de los alumnos y
conduciéndolos sin imponer directivas ni condicionamientos en las actividades. Por
ejemplo, si soy docente de una escuela en una zona con dificultades económicas,
elegiré actividades orientadas a carreras cortas o a salidas laborales inmediatas. Pero
pueden darse aportes de fundaciones o becas que permitan a los alumnos realizar
estudios más largos y costosos. Por tanto, voy a estar abierto a las posibilidades de
esas alternativas desde el comienzo del proceso de orientación.

Mi realismo como profesor, mis expectativas, mi experiencia de vida o mi sentido


práctico de la vida no deben imponerse sobre la libertad de elección de los alumnos.
Las respuestas que nos den no llevan necesariamente a una dirección en la decisión.
Es clave que los alumnos estén abiertos a múltiples posibilidades y no se encasillen,
desde el comienzo del proceso, en una carrera u ocupación determinada. Las
decisiones implican un proceso largo de reflexión personal.

Son muchas y muy variadas las actitudes que pueden ayudar o entorpecer nuestra
labor como orientadores. El respeto y el cuidado que tengamos en la dirección de las
estrategias o actividades son clave para que los alumnos se sientan con libertad en sus
elecciones. Nuestra tarea consiste en ayudarlos a interpretar las consignas de las
herramientas (cuestionarios, inventarios, estudios de casos, aprendizajes de servicio,
proyectos de vida, emprendimientos, investigaciones, análisis de autores o de
historias, paneles con profesionales, etcétera) y a aunar los resultados de ellas para
volcarlos en la propia reflexión. La compaginación de estos resultados ayudará al
alumno a conocerse más a sí mismo para poder tomar una decisión. Este conocimiento
es una labor personalizada que el alumno debe llevar adelante por sí mismo, aunque
muchas veces necesita que el profesor o el tutor lo guíen en la reflexión y en la toma
de decisión.

El modelo de orientación que buscamos es aquel en que el alumno es un sujeto activo


del programa llevado a cabo por el profesor-tutor. Es el alumno el que implementará la
toma de decisión de su carrera o de su ocupación. Para ello, debe integrar, a lo largo
del proceso de orientación, el conocimiento de sí mismo y la información de la realidad
académico-laboral.

Todos los profesores somos, de alguna manera, tutores de nuestros alumnos, en el


sentido de que participamos de la orientación escolar, personal y vocacional pues
buscamos su desarrollo personal, al mismo tiempo que colaboramos en el desarrollo
académico y comunitario, e incidimos en los intereses y en las motivaciones que se
despiertan en los alumnos a lo largo de la escolaridad.

Los padres pueden participar de este programa con la realización de entrevistas


ocupacionales y con su participación en paneles de profesionales o en dinámicas de
grupo.

Un proceso basado en múltiples perspectivas

El desarrollo del proceso de orientación vocacional-profesional se enfoca en varios


pasos:

• Conocimiento de sí mismo en sus preferencias, recursos, valores y circunstancias


personales.
• Búsqueda y procesamiento de la información sobre la realidad académica y
laboral.
• Análisis y reflexión para discernir sobre las alternativas posibles.
• Toma de decisión de una carrera u ocupación en el contexto de un proyecto de
vida personal y comunitaria.
• El proceso de orientación vocacional-profesional está fundado en un proceso de
aprendizaje, que considera:
• La etapa evolutiva del alumno con sus características psicopedagógicas como base
para implementar el proceso de orientación en cada nivel.
• La formación escolar como base para toda educación posterior. La motivación de
educar para aprender a aprender.
• El trabajo conjunto del tutor con los profesores y la institución, la familia y la
comunidad con su entorno para que la orientación tenga diversas perspectivas.
• La historia de vida, las expectativas, el entorno familiar, la personalidad y sus
valores.
• La felicidad de cada alumno y su desarrollo único y original como objetivos de una
elección que se realiza en libertad, teniendo en cuenta la comunicación y
cooperación con su comunidad para decidir con responsabilidad.
• La sociedad actual con demandas en las decisiones de aprendizaje y
perfeccionamiento frente a los cambios y exigencias laborales.
• Las inteligencias múltiples, la diversidad de las competencias y la fuerza de los
valores e intereses personales, como puntos de partida del autoconocimiento para
la decisión.
• El fortalecimiento de la autoestima como base de una sana inteligencia emocional,
tanto intra- como interpersonal.
• La motivación como conjunción entre los desafíos y las capacidades. (La
motivación intrínseca facilita el querer seguir aprendiendo y el querer seguir
preguntándose durante toda la vida).
• La proactividad del alumno para llevar adelante el proceso de elección y decisión.
Esto significa que el alumno es autor de su propio proceso, elabora un plan para
buscar información y procesarla y una estrategia para tomar la decisión.
• La interacción permanente entre el juicio crítico y el pensamiento creativo para
conformar proyectos de vida. Ya trabajamos en la escuela el juicio crítico en una
variedad muy amplia de materias y actividades, por eso debemos poner el énfasis
en desarrollar la inteligencia creativa frente a un mundo aceleradamente
impredecible.

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