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Él, sin pensarlo, le responde: "Soy Mengano Del Campo". San Pedro no se inmuta
y replica: "No te pregunté tu nombre, te pregunté quién eres".
El hombre no hace mucho caso y responde: "soy el segundo hijo de Pedro Fuentes
y Flor del Águila". San Pedro le dice "No te pregunté quiénes fueron tus padres,
sino quién eres tú".
El hombre, impaciente y nervioso, replica: "soy padre de tres niños". San Pedro
cierra el libro y le dice: "No te pregunté si tenías hijos, te pregunté quién eres".
Él, nervioso, le responde: "soy un hombre; sí, un hombre, así me hizo Dios". San
Pedro lo mira fijamente y le dice: "No te pregunté tu sexo, sino quién eres".
El hombre llora desconsolado porque tiene miedo. Y San Pedro murmura: "Todos
son iguales, se ufanan de tantas cosas y olvidan lo indispensable". Se levanta, toca
su barbilla, da unas vueltas y le dice al hombre: "Por esta vez, haré una excepción
contigo. Regresa y averigua quién eres, sólo es una tarea; siempre fue sólo una.
Porque quiero una respuesta cuando vuelvas."
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Jaén
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Introducción:
Antes de nada, necesitamos saber para qué todo esto. ¿Un grupo de
jóvenes? ¿con qué objetivo? ¿es necesario?
Nos encontramos en un momento crucial de la pastoral Juvenil. El papa
Francisco nos dice que seamos “Jóvenes con zapatillas”, que nos movamos, que
trasmitamos, que seamos visibles, que llevemos la Buena Nueva a todos los
rincones… y… ¿Cuál es nuestra realidad? Pues una realidad en la que impera el
relativismo, el hedonismo, la pasividad y la apatía hacia la religión. Hace falta una
pastoral juvenil de Emergencias.
En España, en Jaén, estamos viviendo una Iglesia envejecida (muy
envejecida), mayoritariamente femenina, con muy poca participación en los
sacramentos (especialmente Reconciliación y Eucaristía) y con casi nula
participación de los jóvenes en la vida parroquial.
Y trabajar con jóvenes supone que lo que no hagamos hoy ya no se va a
hacer. Hoy o nunca. Dentro de unos años ya no serán jóvenes, habrán perdido
todo ese entusiasmo, rebeldía, afán de cambiar y mejorar las cosas…
En Jaén la PJ debe ser semilla. Quizá no veamos los frutos, pero debemos
confiar en que esa semilla germinará… algún día. Una Pastoral Juvenil como
siembra.
Sí, para todo eso hacen falta agentes de pastoral juvenil. Agentes que:
Detecten y hagan un diagnóstico de la realidad juvenil de su parroquia,
movimiento…
Que decidan y se asesoren sobre qué medidas tomar para atraer a los
jóvenes.
Que sepan qué hacer con esos jóvenes ya atraídos. Para qué los queremos.
y… ¿para qué los queremos?
Razones:
La primera y fundamental: la Buena Noticia. La noticia de la Salvación
no nos la podemos quedar, debemos trasmitirla.
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Para mantener nuestra Iglesia. O eso o desaparece…
Porque tenemos la obligación de ser referentes en algo: El Proyecto de
Vida. El proyecto de vida es un camino con un horizonte. Para todos,
ese horizonte es la felicidad. Pero puede ser que erremos (y erramos) en
el camino, dejándonos engañar por cantos de sirena que nos desvían,
nos lian, nos hacen perder el tiempo… Para los cristianos hay un
camino: La Buena Noticia, Jesucristo, Él es el Camino y a la vez es el
destino. Así no hay errores.
Ya sabemos algo:
Pastoral Juvenil como siembra
PJ como equipo de emergencias (061)
PJ como proyecto de Vida.
2.- Formarse en los temas que interesan y formarse desde una perspectiva
cristiana. No basta con saber de sexualidad, sino de sexualidad desde la fe.
3.- Fomentar y favorecer el encuentro con Cristo: Buscar los espacios en los
que ese encuentro pueda ser posible.
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PRIMERA PARTE: EL PERFIL DEL ANIMADOR
“Si un líder quiere ser líder él solo, es un tirano. O sea, el verdadero liderazgo es
fecundo y, cada uno de ustedes, cada uno de ustedes, tiene la semilla del liderazgo
adentro. Háganla crecer. Sean líderes en lo que les toca ser líderes. Líderes de
pensamiento, líderes de acción, líderes de alegría, líderes de esperanza, líderes de
construcción de un mundo mejor”.
El Papa aseguró que “ese es el camino para ustedes, pero la semilla la tienen
ustedes. Los liderazgos únicos hoy son y mañana no son. Si no siembran liderazgos
en los demás, no sirven, son dictadores. Yo no tengo ganas de ser dictador. Por
eso, me gusta sembrar, no sé”.
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Actitudes Básicas.
Es bueno recalcar las actitudes básicas, las cuales nos ayudarán a aprender y
madurar en Cristo, y que son imprescindibles para un buen liderazgo cristiano,
como por ejemplo:
¡Cuidado con la honestidad! No se quiere decir que digamos todo lo que pensamos
o sentimos. El amor “cubrirá una multitud de pecados” (1 Ped. 4:8). Antes de
hablar, debemos hacernos las siguientes preguntas:
1) ¿Es verdad?
2) ¿Es necesario contar esto?
3) ¿Lo digo con amor?
Alguien ha dicho que carácter (valor moral) es lo que somos cuando nadie nos
mira. No sólo seguimos las ideas, la actitud o el comportamiento de la mayoría.
Hacemos lo más correcto.
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b. La humildad. El lider humilde reconoce que tiene mucho que aprender y mucho
que mejorar. Está dispuesto a modificar sus ideas y su manera de vivir, para
conformarse a la palabra de Dios. Es todavía verdad que “Dios se opone a los
orgullosos, pero da gracia a los humildes” (1 Ped. 5:5).
d. El arrepentimiento. Que Dios nos muestre lo que hay en nuestra vida que
debemos cambiar. El hermano realmente arrepentido busca primeramente, y con
lágrimas, el señorío de Jesucristo. Busca una renovación constante. (Ro. 12:1-2; Ef.
4:23; Col. 3:10 y su contexto).
f. El deseo de obedecer. Cristo dijo: “Ustedes son mis amigos si hacen lo que les
mando” (Jn. 15:14). La fe bíblica resulta en una vida diferente; es una “fe que actúa
mediante el amor” (Gal. 5:6). Una vez que obedecemos una cosa que Dios nos
enseña, Dios ya puede enseñarnos una cosa más. La obediencia resulta en un
ejemplo para los demás. Un ejemplo es enseñanza poderosa (Jn. 13:15, 17, 34; 1
Tes. 1:6; Fil. 3:17; 4:9; Heb. 13:7). Estamos llenos del Espíritu Santo en la medida
en que obedecemos a Dios.
g. La actitud de servicio. Hoy en día. Muchos quieren ser líderes. Pocos quieren
servir. En realidad el servicio es la actitud de Jesucristo, quien “no vino para ser
servido, sino para servir” (Mr. 10:45).
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2.- Segunda parte: la reunión
Pero ante todo, porque es la herramienta básica para lograr el objetivo priemro:
Felicidad en Cristo.
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Una vez iniciado el grupo, el dirigente debe echar mano de algunas cualidades
como la paciencia, tranquilidad, seguridad, capacidad de ayuda y entrega, facilitar
la comunicación.
No defenderse sino acompañar con tino hasta que los mismos miembros soliciten
apoyo. Que el nuevo rol no sea una regresión sino un crecer en la personalidad
de los miembros y en la autogestión.
EN CRISIS GRUPALES.....
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CRITERIOS PARA UNA METODOLOGIA DE LA PASTORAL JUVENIL.
Ver.
Es el momento de toma de conciencia de la realidad. Es partir de los hechos
concretos de la vida cotidiana, para no caer en suposiciones ni abstracciones y
buscar sus causas, los conflictos presentes que generan y las consecuencias que se
pueden prever para el futuro. Esta mirada permite una visión más amplia,
profunda y global que motivará más adelante a realizar acciones transformadoras
orientadas a atacar las raíces de los problemas.
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Juzgar.
Es el momento de analizar los hechos de la realidad a la luz de la fe y de la vida y
el mensaje de Jesús y de su Iglesia, para descubrir lo que está ayudando o
impidiendo a las personas alcanzar su liberación, llegar a vivir como hermanos y
construir una sociedad de acuerdo al proyecto de Dios.
Es el momento de preguntarse qué dicen la Palabra de Dios y los documentos de
la Iglesia y dejar que cuestionen la situación analizada y los presupuestos teóricos
que condicionaron la mirada del momento anterior. Juzgar ayuda a tomar
conciencia del pecado personal presente en la vida de cada uno y del pecado social
presente en las estructuras injustas de la sociedad.
Juzgar exige un conocimiento cada vez más profundo del mensaje cristiano, un
ambiente de oración, un diálogo profundo con Jesucristo presente en la vida de
los cristianos y en la vida sacramental de la Iglesia, una purificación cada vez mayor
del egoísmo y una explicitación de las razones fundamentales que animan la fe. Es
un momento privilegiado, pues en él se sitúa lo específicamente cristiano de esta
propuesta metodológica.
Actuar.
Es el momento de concretizar en una acción transformadora lo que se ha
comprendido acerca de la realidad (ver) y lo que se ha descubierto del plan de
Dios sobre ella (juzgar). Es el momento de la práctica nueva y del compromiso. El
Actuar impide que la reflexión quede en lo abstracto. Se debe estar atento para
que lo que se proponga realizar no sea fruto de intuiciones momentáneas o
decisiones voluntaristas, sino fruto maduro de la reflexión realizada.
La acción transformadora es ante todo una acción liberadora. Parte de las
necesidades de las personas y busca atacar las raíces del problema. Hace participar
a otros. No queda reducida sólo a la esfera de lo personal sino que procura incidir
realmente en la realidad social. Es un proceso lento, y exige mucha paciencia.
Revisar.
Es el momento de la evaluación. Es tomar conciencia hoy de lo realizado ayer para
mejorar la acción que se realizará mañana. Puesto que la realidad es dinámica, la
evaluación enriquece y perfecciona la misma visión de la realidad y, al mismo
tiempo, sugiere acciones nuevas más profundas, críticas y realistas. Se trata de
verificar el grado de cumplimiento de los objetivos y la forma de asumir las
responsabilidades, de evaluar el proceso, de preguntarse por las consecuencias de
las acciones que se están realizando y de encontrar formas para afianzar los logros,
superar las dificultades y continuar avanzando.
Este es un momento muy importante de la metodología, muchas veces olvidado
o dejado de lado. Sin él no se pueden alcanzar los frutos esperados. Sin evaluación,
la acción deja de ser transformadora, no se valoran los logros ni se aprende de los
errores, no se estimulan nuevas acciones, el grupo se detiene y muere.
Celebrar.
El Celebrar revela y alimenta la dimensión litúrgica y sacramental de la realidad
(ver), del discernimiento de la voluntad de Dios (juzgar) y del compromiso
transformador (actuar). La celebración fortalece la fe y pone al grupo y a sus
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miembros en contacto directo con el Misterio central del cristianismo: la pasión,
muerte y resurrección de Jesucristo.
LOS METODOS.
¿Tema?
Lo primero es saber cuál es el tema que queremos o necesitamos elaborar.
Buscar información.
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Necesitamos reunir toda la información como sea posible, ya sea escrita, en video
o en audio. No debemos olvidar que nuestra principal fuente de conocimiento y
guía es la Palabra de Dios que puede ser la Biblia y los documentos de la Iglesia.
Definición.
Para definir el tema debemos cuidar que sea de una forma que los jóvenes lo
entiendan y asimilen con facilidad. Podemos empezar por preguntarles ¿Qué
entienden por...?, para luego darles la definición que hemos preparado, en algunas
ocasiones es bueno dar primero una definición de diccionario, y después una
definición que vaya acorde con nuestra identidad.
Causas.
Las causas deben abarcar tanto el origen como los antecedentes del tema, para dar
a los jóvenes una visión histórica y sobre todo para que ellos vean que no es algo
que nos estamos sacando de la manga lo que decimos.
Ejemplo.
Llamamos ejemplo a un hecho de vida, o una pequeña historia que involucre una
situación en la cual se involucre a nuestro tema. Esta la podremos sacar de los
libros que tenemos, y mucho mejor si se tiene un video o audio casete que se
preste para la ocasión, recordemos que es más fácil de retener pues lo jóvenes le
prestan más a tensión. En dado caso que no encontremos nada que podamos
utilizar es en este momento cuando tenemos que utilizar una fuente inagotable de
materiales, nuestra imaginación.
Preguntas.
Una vez que tengamos este ejemplo es conveniente que hagamos algunas
preguntas a los muchachos para hacer aterrizar este en la realidad y que sea mucho
más asimilable. Las preguntas deben ser coherentes y fáciles de entender. Siempre
debemos hacer algunas preguntas relacionadas con Dios; ¿Qué pensara Dios de
esto?... ¿Cómo verá Dios esta situación o hecho?... ¿Por qué Dios permite que
suceda esto?, etcétera.
Buscarlas.
Muchas ocasiones quienes elaboramos un tema nos vamos a buscar la cita bíblica
que más hemos escuchado o que primero se nos viene a la mente, mas debemos
cuidar este aspecto, y es aquí donde como coordinadores tenemos que estar
empapados de la Palabra de Dios, par a saber buscar todas las citas bíblicas que
nos sea posible así como las citas de los documentos de la Iglesia. Una vez que
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tengamos todos debemos discernir cual es la que mejor se acomode a nuestro tema
y estén más de acuerdo con la realidad de nuestro grupo.
Interpretarla o Entenderla.
Antes que nada tenemos que entender muy bien la lectura que utilizaremos, puesto
que si no estamos convencidos de lo que estamos hablando no podremos
interpretar como se debe la Palabra de Dios, y es cuando damos pretexto a la mal
información de nuestros jóvenes.
Darla a entender.
No todos interpretamos las lecturas de la misma forma, algunos las mal
interpretamos además habemos quienes no tenemos la capacidad de entender lo
que escuchamos o leemos. Por esta razón tenemos que buscar la forma en que los
jóvenes entiendan esta lectura de la forma correcta, para esto podemos utilizar
algunos métodos como son: preguntas como estas; ¿Quiénes aparecen en la
lectura?... ¿Qué situaciones se presentan y en qué orden aparecen?... ¿Cuál es el
tema central de la lectura?... ¿Qué me llamo más la atención?... ¿A que me invita
esta lectura?... y cosas así, dinámicas que nos ayuden a recordar lo que la lectura
nos narra, o algún juego que lleve el mismo propósito.
Conclusión.
No hablamos de conclusión como fin, sino de la manera en que afecta a la
comunidad esta realidad, tratamos de dar una explicación o complementación de
este tema.
Compromiso.
Siempre que preparemos un tema, este nos debe llevar a comprometernos en algo.
No se puede concebir un tema sin compromiso, pues todo lo que hayamos hecho
no serviría de nada. El compromiso debe ser para llevar a cabo en la comunidad
o para evitar que se haga algo, dependiendo del cómo afecta la situación
planteada.
Propuestas concretas.
Los jóvenes, normalmente, no se quieren comprometer, y si lo hacen es muy difícil
que cumplan. Nosotros tenemos la obligación de llevar al grupo una propuesta
concreta para cumplir con el compromiso. La propuesta debe ser sencilla y
fácilmente realizable, además de ser posible debemos plantear una fecha y hora
para juntos cumplir lo que hemos prometido.
Evaluar.
Al proponer el compromiso, pondremos una fecha para evaluar el cumplimiento
de este. La evaluación no debe ser ni a corto ni a largo plazo, el plazo debe ser
razonable. En esta evaluación sabremos si realmente se cumplió con el objetivo
del tema.
Celebrar.
En la planeación de nuestro tema hay que incluir una fecha para celebrar los logros
que alcancemos.
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METODOLOGÍA PARA LA ELABORACIÓN DE UNA REUNIÓN
Desarrollo de la reunión
Algunos pasos sugeridos para llevar a cabo la reunión son los que a continuación
se presentan, también proponemos algunos tiempos para dar a cada parte de la
reunión.
Cada coordinador debe ser capaz de decidir cuales pasos seguir para desarrollar su
reunión. Puede agregar o quitar los presentados según su criterio y la realidad de
su comunidad.
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“… Una vez vivía un pueblo en el lecho de un gran río cristalino.
La corriente del río se deslizaba silenciosamente sobre todos sus habitantes:
jóvenes y ancianos, ricos y pobres, buenos y malos, y la corriente seguía su camino,
ajena a todo lo que no fuera su propia esencia de cristal.
Cada criatura se aferraba como podía a las ramitas y rocas del lecho del río,
porque su modo de vida consistía en aferrarse y porque desde la cuna todos habían
aprendido a resistir la corriente.
Pero al fin una criatura dijo: ‘Estoy harta de asirme. Aunque no lo veo con
mis ojos, confío en que la corriente sepa hacia dónde va. Me soltaré y dejaré que me
lleve adonde quiera. Si continúo inmovilizada, me moriré de hastío.’
Las otras criaturas rieron y exclamaron ‘¡Necia! ¡Suéltate y la corriente que
veneras te arrojará, revolcada y hecha pedazos, contra las rocas, y morirás más
rápidamente que de hastío’
Pero la que había hablado en primer término no les hizo caso, y después de inhalar
profundamente se soltó; inmediatamente la corriente la revolcó y la lanzó contra las
rocas.
Más la criatura se empecinó en no volver a aferrarse, y entonces la corriente
la alzó del fondo y ella no volvió a magullarse ni a lastimarse.
Y las criaturas que se hallaban aguas abajo, que no la conocían, clamaron:
¡Ved un milagro! ¡Una criatura como nosotras, y sin embargo vuela! ¡Ved al
Mesías, que ha venido a salvarnos a todas!
Y la que había sido arrastrada por la corriente respondió: ‘No soy más
mesías que vosotras. El río se complace en alzarnos, con la condición de que nos
atrevamos a soltarnos. Nuestra verdadera tarea es este viaje, esta aventura.
Pero seguían gritando, aún más alto: `¡Salvador!’, sin dejar de aferrarse a
las rocas. Y cuando volvieron a levantar la vista, había desaparecido, y se quedaron
solas, tejiendo leyendas de un Salvador.”
“Ilusiones”, de Richard Bach
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