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Primer Año Universitario

Teoría de la Educación

Resumen del Capítulo “La educación y los valores” en Furter Pierre (1996).
Educación y vida. Editorial Magisterio Río de la Plata. Argentina.

Los valores son cualificaciones éticas o estéticas que se le otorgan a las


personas, otros seres vivos, objetos, producciones culturales. Los valores se
conciben como proyecciones que los hombres hacen de las esencias en la
contingencia de sus actividades. El valor se refiere a una esencia que precede
cualquier valoración; por esto, es permanente, eterno e inalterable; el valor será
aquello que revista lo permanente de la esencia. El deber del hombre consistirá en
descubrirlos en la diversidad mediata, en actualizarlos por un proceso de
interiorización o de encarnación en sus obras, cuya importancia será
completamente secundaria.

Por eso, para describir la actividad axiológica es necesario considerar tres


características:

1.- Es siempre concreta. Se refiere siempre a una situación dada, que antecede
cualquier acto reflexivo y aún más la toma de conciencia del valor como tal.

2.- No existe sin un sujeto que se descubre responsablemente involucrado en ella.

3.- No acaba con el descubrimiento de los valores, sino que es una apertura para
llamarnos a nuevas perspectivas de acción.

Los valores “dan tiempo al tiempo” y se abren sobre un pasado en el que


vamos a encontrar la materia de nuestra valoración. La valoración es subjetiva y
está impregnada por la realidad en que se vive, es una forma de relacionar los
valores con la situación dada. La valoración debe ser responsable, crítica y
creativa y no se cierra sobre uno mismo sino que obliga a una definición en
relación con los otros.

La valoración abrirá las siguientes perspectivas para la educación de


nuestro tiempo:

1.- Exigirá la participación activa del alumno y del profesor.

2.- Obligará al alumno y al profesor a abrirse mutuamente.


3.- Fundamentará el proyecto común de dar un sentido a nuestro mundo.

Para un análisis de la valoración es necesario precisar objetivos, tener


presente los fines para la educación de nuestro tiempo y que la finalidad es un
constante perfeccionamiento nunca acabado y siempre intenso.

Las personas autónomas nos manejamos con valores y subjetivamente le


otorgamos jerarquías provisorias para distinguir lo importante de lo secundario. Lo
que sí es importante que el docente y los alumnos se manejen con la misma
escala de valores.

La democratización de una verdadera enseñanza comienza con una


franca y real relación con el alumno. Si el educador ya no goza, a priori, de la
autoridad, no significa que no sea un maestro, sino que puede manifestar su
capacidad de demostrar autoridad a través de su competencia y empeño
profesional.

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