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Nicolás Maquiavelo

Fue un escritor y político renacentista que vivió en Florencia a comienzos del siglo XVI. Cuando la
influyente familia de los Médicis recobraron el control de la ciudad, Maquiavelo perdió su empleo
y ‘El Príncipe’ fue un obsequio para la nueva administración, con miras a recuperar su puesto.

Aprende el por qué la traición y la crueldad pueden ser tan útiles como la integridad y la
compasión

El Príncipe
Para mantener su recién adquirido principado, un príncipe debe hacer que sus súbditos se sientan
valorados mientras se defienden de sus oponentes.
Resumen del libro El Príncipe de Nicolás Maquiavelo

Imagínate que eres un príncipe del renacimiento que acaba de conquistar un nuevo territorio. La
población de este nuevo principado probablemente no te quiere como su gobernante y te ve
como un invasor y un extranjero. ¿Cómo logras mantenerlos bajo control?

La primera regla para un príncipe es que siempre debes tratar de mudarte al principado. La
proximidad de su nuevo gobernante hará que los nuevos súbditos se sientan apreciados, mientras
que disuadirá a eventuales adversarios que intenten recuperar el área.

Si no te es posible estar físicamente, la segunda mejor opción es enviar una colonia de tus propios
súbditos de confianza para que vivan en el principado. De esta manera, tus nuevos súbditos
comenzarán a acostumbrarse a las tradiciones y costumbres de tu gente y progresivamente se
adaptarán a ellas.

Una segunda regla es que siempre debes tomar medidas para protegerte de quienes quieren
arrancarte el poder. Para lograrlo, defiende a los líderes más débiles y cercanos a tu principado. Si
los proteges de enemigos más poderosos, se unirán a tu gobierno gustosos y la alianza de tales
estados será lo suficientemente fuerte como para advertir a quienes intenten destronarte que no
será tarea fácil.

La tercera regla es estar constantemente alerta hacia amenazas futuras; mantenerte vigilante y
actuar preventivamente. Así como las enfermedades son más fáciles de tratar en sus comienzos,
también es más fácil detener el avance de un rival al inicio de su ataque, como por ejemplo
después de su primer movimiento.

Los antiguos Romanos usaron esta táctica cuando ocuparon Grecia. No permitieron que ninguno
de los líderes locales se volviese más fuerte que los otros, no importa cuán leal fuese hacia los
Romanos.

La importancia de estas reglas puede verse en la experiencia de Luis XII de Francia quien invadió el
norte de Italia. Luego de conquistar exitosamente la tierra, rápidamente perdió el control de la
misma porque violó todas estas reglas.

No repitas su error.

“Cualquiera que propicie el poder de otro, atraerá la ruina para sí mismo”


2. Los principados pueden ser o bien fáciles de conquistar pero difíciles de gobernar, o difíciles de
conquistar pero fáciles de gobernar.

Cuando Alejandro el Grande murió en el 323 AC luego de conquistar el Reino Persa, todos
pensaron que sin su autoridad los Macedonios perderían rápidamente el control sobre los Persas.
Aun así, lograron mantener el poder por muchos años. ¿Cómo lo lograron?

Antes de contestar esta pregunta, es importante entender que existen diferentes tipos de
principados:

Primero, algunos tienen un sistema de gobierno del tipo gobernante-barón. Francia es un buen
ejemplo; el Rey de Francia es quien manda en el país, pero lo hace a través de muchos nobles
llamados barones quienes actúan independientemente. Este sistema es tremendamente inestable
y puede llevar a fracturar el principado; es muy común que los barones confabulen y terminen
derrocando al Rey.

En este sentido, Francia era muy fácil de conquistar: solo tenías que convencer a unos cuantos
barones de tus planes y el reino se desmoronaría rápidamente. El problema es que al llegar al
poder, tendrías el mismo problema que el rey anterior.

Pero también existen principados que funcionan bajo un sistema de gobernante-sirviente. Para
alcanzar este sistema, un príncipe comenzará su reinado asegurándose que todos aquellos con
ambiciones políticas sean eliminados de tal manera que todos los nobles terminen por alinearse
con el príncipe y sus planes. Esta dinámica crea un país muy unido que impondrá una sólida
resistencia si tratan de conquistarlo.

Cuando Alejandro conquistó Persia, era un principado así. En ese momento, el Rey Darío había
abolido todas las instituciones y obligado a todos los líderes de la sociedad a seguirlo lealmente.
Esto significó que Alejandro debió luchar ferozmente para hacerse con la región, pero también
significó que al morir éste no existían líderes autónomos o regiones independientes para iniciar
una rebelión. Por eso, los Macedonios podían continuar su reinado por generaciones después de
la muerte de Alejandro.

El tipo de principado que quieras crear, es tu decisión; ambos tienen sus ventajas, así que la
selección debe obedecer a las circunstancias que te rodean y a tus propias capacidades.

“En Turquía, una vez que la familia del gobernante ha sido eliminada, no queda nadie a quien
temerle”

3. Adquirir nuevos principados depende a partes iguales de fortuna y virtud.


Hay muchas maneras en las que un príncipe puede ganar el control de un principado; la fuerza
militar es un camino común; otra opción son los tratados internacionales.

Aún así, no importa el método a través del cual quieras adquirir tu principado; necesitarás
combinar gran virtud y buena fortuna para tener éxito.

Después de todo, hasta el gobernante más virtuoso requiere un poco de suerte para ser capaz de
hacer uso de sus virtudes. Capturar una ciudad o un reino con tu propia fuerza armada demuestra
que tienes grandes virtudes como coraje, fuerza moral, carácter y liderazgo. Pero esas virtudes no
te servirán de nada si no tienes a la fortuna de tu lado.

Considera a Rómulo, el fundador del Imperio Romano. La fortuna lo forzó a abandonar Alba
cuando aún era un bebé, llevándolo así un día a establecer los cimientos de Roma. Si no hubiese
sido obligado a abandonar su ciudad, quizás habría terminado siendo un granjero desconocido sin
haber nunca tenido la posibilidad de demostrar sus virtudes.

Por supuesto, lo contrario también es posible; si has sido bendecido por la fortuna, necesitarás
demostrar virtud para capitalizar tu buena suerte. Por ejemplo, a veces puedes convertirte en
Príncipe debido a un azar del destino, más que a tus propias condiciones.

En este nuevo principado, tus oponentes serán mucho más fuertes que quienes te apoyan, pues
mientras que los primeros se concentrarán en verte caer, los segundos no sabrán qué esperar de
ti.

Esta situación quiere decir que tendrás que actuar rápida y virtuosamente para fundar los
cimientos de un largo reinado. Controla a los nobles en tu principado y construye tu propio
ejército. Sin estas precauciones, tu fortuna no durará y serás derrocado.

Definitivamente tanto la fortuna como la virtud son necesarias para convertirse en príncipe. Sin la
virtud, cualquier fortuna se desvanece. Sin la fortuna, tus virtudes serán inútiles.

“No hay nada más difícil de ejecutar, que introducir un nuevo orden político”

4. Tanto la crueldad como el apoyo popular, son formas de convertirse en Príncipe.

En el 317 AC, un hombre llamado Agatocles creció como un simple hijo de alfarero. Al hacerse
mayor, reunió un batallón de mercenarios y tomó la ciudad de Siracusa, en Sicilia. A pesar de su
juramento de atenerse a la constitución democrática de la ciudad, mató a 10.000 de sus rivales y
se convirtió en un tirano.

Esta historia demuestra que la crueldad es una forma de alcanzar el poder. La ausencia de piedad
y la traición pueden ayudarte a tomar el control de un principado, aún cuando el daño realizado a
tus ciudadanos no pueda considerarse virtuoso.
Pero la crueldad solo funciona cuando es usada correctamente. Si es necesario alcanzar el poder,
entonces tu crueldad debe ser veloz; lanza un mortal y certero golpe. Aunque la gente se indignará
al principio, puedes ir reduciendo gradualmente la violencia y así calmar a la población. Esto es
precisamente lo que Agatocles hizo y logró mantenerse en el poder.

Una táctica mucho menos prudente es ser muy escrupuloso al comienzo del propio mandato e ir
incrementando la crueldad gradualmente.

A pesar del éxito de Agatocles, la crueldad no es la única manera de alcanzar el poder. También
puedes alcanzarlo protegiendo a tus ciudadanos, pues así propiciarás que apoyen tu causa. En este
caso, si eres un príncipe, debes asegurarte que tus ciudadanos viven en condiciones
suficientemente buenas como para que quieran apoyarte. El significado de ‘suficientemente
buenas’, depende lo que acostumbren hasta ese momento. Por ejemplo, si han sido esclavos,
serán felices con solo ser liberados.

El objetivo principal es hacer que tus ciudadanos se sientan en deuda contigo. Si lo hacen, habrán
más probabilidades de que te apoyen aunque tengan que pasar por tiempos duros. Pero si tu
mandato se concentra en el terror, ellos no sentirán que te deben nada.

La crueldad puede parecer una forma más fácil de alcanzar el poder que persuadir a la población
de que te apoye, pero esta última es la forma más fácil de mantenerse en el trono.

“No puede considerarse una virtud el matar a tus conciudadanos; así se obtiene poder, pero no
gloria”

5. Todo Príncipe debe dominar el arte de la guerra.

Aunque la diplomacia es una herramienta útil, en el momento de la verdad el hombre desarmado


tendrá que obedecer al hombre armado. Por lo tanto, el dominar el arte de la guerra es clave para
volverte príncipe y mantenerte así.

Por supuesto, es crucial para alcanzar tu dominio en primer lugar; la mayoría de los príncipes han
ganado sus reinos conquistándolos a través de la guerra. Pero aún en la paz, es esencial que
mantengas tus habilidades bélicas a punto, porque una guerra es la manera más común de perder
tu principado ante tus rivales.

Es más, tus ejércitos también juegan un rol clave en la sociedad que estás construyendo: Leyes e
instituciones no pueden existir sin ejércitos poderosos que los sostengan.

Dado que la fuerza militar juega un papel tan importante para mantener el poder, debes
prepararte continuamente a ti mismo y a tu ejército para la guerra. Mantenlos en buena condición
de ataque y asegúrate de que mantienes tu propias habilidades mentales y físicas listas para el
combate.
Por ejemplo, Siempre que recorras tu principado, estudia el panorama y la tierra pensando en
formas en las que podrías usar el terreno para montar una mejor defensa en caso de un ataque
sorpresa.

Otra forma de prepararte para un enfrentamiento es aprender de los grandes maestros que
vivieron antes que tú. Los comandantes más exitosos estudiaron a sus predecesores: Alejandro
Magno estudió a Aquiles, mientras que César imitó a Alejandro.

Mientras que es importante ser un buen líder civil en tiempos de paz, no debes olvidar nunca que
la buena fortuna puede cambiar. La guerra puede estar a las puertas de tu principado, y la única
forma de mantener el poder es que tanto tú y tu ejército estén listos.

“No es razonable que un hombre armado obedezca a un hombre desarmado, por voluntad propia”

6. Para proteger tu principado, necesitas tu propio ejército. Nada de mercenarios ni tropas


auxiliares.

¿Qué tenían los Romanos, Espartanos y Suizos en común?

Históricamente, tenían poblaciones bien armadas que les permitieron permanecer como estados
independientes y libres por siglos.

Aquí yace una de las lecciones clave para todo príncipe: solo un ejército local puede defender
efectivamente un principado.

Los mercenarios, o tropas independientes que lucharán a cambio de tu dinero, no sirven de nada.
No tienen nada que perder si tu reinado cae, por lo que no están comprometidos con él. En
cualquier batalla podrían salir corriendo al primer encuentro con el enemigo pues pensarán que
no vale la pena morir por lo que les pagas.

Así, serán una molestia y una carga en tiempos de paz exigiéndote sus salarios; durante la guerra,
igual dejarán que tus enemigos te destrocen.

Aunque llegaras a encontrar un comandante mercenario suficientemente capaz y entregado para


luchar por ti en tiempos de guerra, no pasará mucho tiempo antes de darse cuenta que él mismo
puede derrocarte con sus tropas.

En repetidas veces, Italia cometió el error de confiar en mercenarios durante los siglos XV y XVI, y
como resultado fue conquistada por los reyes franceses Carlos y Luis, así como sufrir la invasión de
Fernando de Aragón cuando sus mercenarios huyeron.

Otro error garrafal que puede cometer un príncipe es depender de tropas auxiliares de príncipes
aliados para proteger sus dominios. Una vez que las fuerzas de otro príncipe han entrado a tus
dominios, nunca lograrás zafarte de ellos.
Un ejemplo de esto puede constatarse cuando los griegos permitieron que 10.000 soldados turcos
ingresaran a sus tierras para protegerlos de sus vecinos. Cuando cesó la guerra, los turcos se
rehusaban a irse y terminaron ocupando Grecia durante siglos.

Ya ves, siempre perderás si tratas de confiar en tropas auxiliares. Si son vencidas en la batalla, tu
principado caerá. Pero si ganan, se quedarán y serás su esclavo.

La única forma de proteger tu principado es crear un ejército de tus propios ciudadanos que sea
leal a ti y a tu principado.

“Los suizos están muy bien armados y también son muy libres”

7. Un príncipe debe equilibrar la generosidad y la miseria.

Una vez que te conviertas en príncipe, el mundo ya no te verá de la misma manera. La gente
comenzará a esperar cosas de ti que no esperarían de sus conciudadanos.

Es por ello que características personales como ser educado o generoso pasan de ser simples
aspectos privados a pilares de vital importancia para la estabilidad de tu principado. Como tales,
su atractivo también cambia pues las características que claramente son positivas para un
ciudadano común no necesariamente lo serán para un príncipe.

Considera la generosidad; un individuo generoso es admirado. Pero si tú como gobernante quieres


hacerte con una reputación de generosidad, nunca será suficiente gastar en tu pueblo pues la
gente muy pronto se acostumbrará a los beneficios que les ofreces. Una y otra vez tendrás que
aumentar esos regalos, lo que agotará tus arcas rápidamente. La única solución sería establecer
fuertes impuestos, que a su vez terminarán por neutralizar todas las ventajas de tu inicial
generosidad.

Así que para ser un príncipe exitoso, necesitas equilibrar generosidad y miseria.

Usa la generosidad para ganar poder, especialmente cuando te encuentres en una situación en la
que tu pueblo tiene voto sobre quién debería ser príncipe. Así es como César llegó a ganarse
Roma; invirtió una fortuna en pan y circo para aumentar su popularidad.

Pero esta generosidad no puede durar una vez que te has hecho príncipe; para entonces, deberías
mostrarte como mísero para ir aumentando tus gastos progresivamente y ganar popularidad
lentamente, sin incurrir en problemas financieros.

Éste es el mismo patrón que siguió César; tan pronto como alcanzó la posición que buscaba,
moderó sus gastos para no llevar su imperio a la quiebra.

A la larga, tus súbditos estarán mucho más satisfechos si simplemente les dejas estar en paz con
impuestos relativamente ligeros. Así que ser mísero con los fondos del estado para mantener
impuestos moderados puede ser mejor que la generosidad, después de todo.
“Gastar la fortuna de otros no reduce tu reputación, más bien la aumenta”

8. Un príncipe exitoso puede usar la crueldad para su ventaja, pero debe evitar ser odiado.

Una de las grandes amenazas que el Imperio Romano enfrentó fue la guerra contra Aníbal y su
ejército cartaginés. El éxito de Aníbal es atribuido a su extrema crueldad; por ejemplo, crucificaba
a sus propios soldados si llegaban a indicarle direcciones erróneas. Inyectó tal terror dentro de su
propio ejército que lo mantuvo unido en momentos críticos, como al cruzar los Alpes.

Para un príncipe, la lección es que la crueldad, usada bien, puede serte muy útil.

Por supuesto, todo príncipe quiere ser visto como piadoso o justo, pero para poder preservar su
poder y mantener a sus ciudadanos unidos, debe también estar dispuesto a usar el miedo.

Ser temido es una opción mucho más segura para un príncipe que ser amado. Como lo sabe
cualquier adulto, las promesas basadas en el amor son rotas todo el tiempo, así que ser visto
demasiado débil y flexible puede ser aprovechado por aquellos que quebrantarán las leyes para
sus propios intereses. El miedo de un castigo terrible siempre servirá para evitar este tipo de
acciones.

De hecho, ¿Acaso no eres un líder piadoso mientras mantienes las calles de tu principado seguras,
por el temor a castigos extremos para quienes rompan la ley?

Usar la crueldad es especialmente efectivo para mantener el control de tu ejército. Los soldados
admiran cierto grado de crueldad, así que aceptarán que la uses para mantenerlos disciplinados. El
éxito de Aníbal es prueba de la efectividad de esta estrategia.

Aún cuando puedes usar la crueldad para ventaja propia, debes evitar llegar al punto en el que la
gente te odie. Trata de encontrar el equilibrio correcto. Por ejemplo, no castigues sin razón a
inocentes o les quites sus propiedades o sus mujeres, o se volverán en tu contra. Confabularán
para derrocarte y al final, tu crueldad extrema tendrá un efecto contrario al que buscabas
originalmente.

La mejor forma de evitar que tu pueblo se rebele es mantenerlos, hasta cierto punto, con miedo.

“Todo príncipe debe ser considerado piadoso y no cruel”

9. Un príncipe exitoso sabe cuándo usar el engaño y cuándo ocultarlo.


Si uno le preguntara a un príncipe cuál es el animal con el que mejor se identifica, la respuesta más
probable sería el león. De hecho, la fuerza bruta del león es una cualidad importante, pero ningún
príncipe debe subestimar los beneficios del intrigante zorro.

Una de las formas en las cuales puedes emular al zorro está en las promesas que haces; un
príncipe no necesita mantener su palabra todo el tiempo.

Por supuesto, la integridad es una virtud importante para todos los líderes pues las leyes y
contratos son la base de instituciones seguras. Pero para ser como el zorro, debes saber cuándo
olvidar tus principios y favorecer tus propios intereses.

Por ejemplo, si un líder rebelde te está dando dolores de cabeza, ¿Por qué no invitarlo a conversar
sobre un tratado de paz… y entonces ejecutarlo sin mayor alboroto? Esto resolverá el problema
limpiamente.

Si tu consciencia comienza a molestarte, recuérdate a ti mismo que los demás tampoco


mantendrían su palabra si sus propios intereses dependieran de ello.

Solo asegúrate de que el mundo exterior nunca vea este lado oscuro. Puedes ser traicionero, pero
debes dar siempre la impresión de actuar de buena fe y alineado con valores religiosos y
humanitarios.

Existe un área, de hecho, en la que debes ser absolutamente fiel a tu palabra: las alianzas de
relaciones exteriores. Si ocurre un conflicto entre otros dos principados vecinos, debes escoger un
lado rápidamente y mantener tu apoyo incondicional.

Tardar demasiado o parecer indeciso es la peor opción, pues el ganador del conflicto terminará
por volverse también en tu contra por no haberlo apoyado claramente en primer lugar.

Tener aliados y enemigos claramente definidos también te ayuda a actuar más rápidamente y te
obliga a actuar con decisión. Un buen príncipe siempre es un gran amigo o un verdadero
adversario para los otros príncipes; jamás una media tinta.

“El príncipe que depende exclusivamente de las palabras de los hombres, termina en la ruina”.

10. Un príncipe debe ensamblar un grupo de consejeros y saber cuándo y cómo pedirles su
opinión.

En la historia han vivido muchos grandes líderes, y todos ellos en algún momento necesitaron
asesores pues nadie puede dominar absolutamente todos los campos. Por eso, la forma en la que
un príncipe ensambla un grupo de consejeros y recurre a ellos, dice mucho sobre sus habilidades
de liderazgo.
La calidad de tus asesores depende de ti; solo tú conoces las áreas en las que flaquean tus
conocimientos así que queda de tu parte escoger a los mejores expertos y ministros para
apoyarte.

Una vez que los has escogido, necesitas mantener una buena relación con tus ministros para
asegurarte de que están alineados con tus intereses. Para mantener una buena relación, debes
tener siempre un ojo sobre ellos. Si descubres que alguno está trabajando en pro de sus propios
intereses antes que los tuyos, debes execrarlo inmediatamente. Por otra parte, aquellos que te
sean leales y útiles deben recibir honores y un salario que sea lo suficientemente generoso como
para que no piensen en confabular en tu contra.

También es importante que un príncipe sepa cómo solicitar consejos. Tus asesores deben
entender que valoras sus sabias opiniones y no los castigarás en caso de ser brutalmente
honestos. Si no están seguros de eso, todo lo que oirás serán inútiles halagos y versiones
suavizadas de la realidad con el fin de salir bien parados ellos mismos. Si parece que alguien está
renuente a expresarse, debes preocuparte mucho pues claramente estará tratando de esconder
algo.

Por otra parte, estar demasiado abierto a las opiniones puede ser contraproducente; si permites
que cualquiera se te acerque y comience a hablar libremente, la gente comenzará a cuestionar tus
propias decisiones. Es por ello que tú eres quien debe decidir cuándo recibir asesoría, y que tus
consejeros no emitan sus opiniones sin que se las hayas pedido.

“La primera cosa que uno hace para evaluar la prudencia de un líder, es ver a la gente que le
rodea”

11. Entra en acción – nunca dejes tu destino únicamente en las manos de la fortuna.

En este punto has leído suficientes consejos sobre cómo tener éxito como príncipe, y puedes estar
pensando que nada de esto es útil pues el destino de cualquier príncipe yace en las manos de la
fortuna o de Dios.

Pero esa creencia es solo parcialmente cierta; tú puedes influenciar lo que pase en el futuro.

Comprende que Dios quiere que tengamos libre albedrío. Él no nos lo habría otorgado a menos
que hubiese algo de poder en nuestras decisiones para influenciar nuestro futuro. Debemos
asumir que la mitad de ese futuro es parte del destino pero la otra mitad puede ser modelada por
nuestras propias acciones.

Y aunque la fortuna juega un papel importante en el éxito de un príncipe, puedes protegerte de su


frágil naturaleza. Si has sido exitoso gracias a la buena suerte, debes estar preparado para cuando
la marea cambie.

Imagina que tu fortuna es un río que por años ha fluido en calma, haciendo tus campos fértiles y
florecientes. Como líder sabio que eres, deberías construir presas como prevención contra
posibles inundaciones. De esta manera, si tu fortuna se convierte en una tormenta, solo sufrirás,
pero no perecerás.

Por supuesto: no es posible prepararse para todos los giros del destino. Algunos son, simplemente,
imposibles de prever.

Así que, en vez de tratar siempre de adivinar el futuro para estar preparado, debes dar un paso
adelante y modelarlo tú mismo. La historia ha demostrado que la mejor forma de hacerlo es
siendo impetuoso, más que cauteloso. Por ejemplo, considera al Papa Julio II, quien quería iniciar
una guerra contra Bolonia. En vez de esperar a que sus aliados aceptaran su plan, decidió marchar
directamente a la ciudad. Venecia y Francia fueron sorprendidas e incapaces de objetar la acción, y
la campaña fue un éxito.

Maquiavelo afirma que debes pensar sobre la fortuna como una mujer que prefiere a un hombre
tempestuoso, antes que uno excesivamente cerebral y cauteloso.

“La fortuna muestra su poder donde no existe una virtud sólida que se le resista”

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