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Mors, Mortis

Instalación con videoarte


Escenografía: Un espacio rectangular amplio. Del techo cuelgan largas tiras de gaza
transparente color negro y morado. Sobre el piso se proyectan figuras caleidoscópicas de
variados colores que sugieren al espectador una sensación vertiginosa. En sonido cuadrafónico
se escuchan los siguientes canciones de Clan of Ximus: Stranger, Cry in the wind, This Word
(Tiempo aproximado 10 minutos). En el centro del lugar se encuentra un pequeño escenario
para el intérprete musical de serrucho que tocará piezas de Marin Marais durante 20 minutos
aproximadamente, una vez que la música de Clan of Ximus haya desaparecido. A la par de la
interpretación musical, tres personas realizaran diversas asanas de yoga que irán
intercambiando en tiempos determinados (cobra, flor de loto, escorpión, árbol, bailarina y
paloma).

V
V

Objetivo: generar en el espectador una experiencia estética audiovisual sobre la representación


de la muerte.

Proyección audiovisual: se realizará sobre uno de los muros del lugar a partir de video
editado con imágenes sobre la muerte de distintos artistas: Rembrandt, Grey, Giger y Posada,
así como fotos de autoría propia en torno a objetos que representan la transformación y la
muerte. En el audio se podrán oír extractos de diversos poemas (Gorostiza, Villaurrutia,
Cuervo).

***

I
Dormiremos en el hilo que niega la metafísica
“Sólo aquí en la tierra, sólo en la vida”.
¿Acaso la muerte ha sido
mentada como una blasfemia?

La luz lunar ciega mis pasos.


Algún día la muerte
tocará nuestros huesos…

***
Mariposa execrable,
profana mujer
¡Siempre escondéis la cabecilla
tras los que suponéis vivos!
¿Pero estás loca?
Ningún mendigo
tocaría tus alas…

II

Si en todas partes estás,


en el agua y en la tierra,
en el aire que me encierra
y en el incendio voraz;
y si a todas partes vas
conmigo en el pensamiento,
en el soplo de mi aliento
y en mi sangre confundida,
¿no serás, Muerte, en mi vida,
agua, fuego, polvo y viento?

VII

En el roce, en el contacto,
en la inefable delicia
de la suprema caricia
que desemboca en el acto,
hay un misterioso pacto
del espasmo delirante
en que un cielo alucinante
y un infierno de agonía
se funden cuando eres mía
y soy tuyo en un instante.

¡Oh inteligencia, soledad en llamas,


que todo lo concibe sin crearlo!
Finge el calor del lodo,
su emoción de sustancia adolorida,
el iracundo amor que lo embellece
y lo encumbra más allá de las alas
a donde sólo el ritmo
de los luceros llora,
mas no le infunde el soplo que lo pone en pie
y permanece recreándose en sí misma,
única en Él, inmaculada, sola en Él,
reticencia indecible,
amoroso temor de la materia,
angélico egoísmo que se escapa
como un grito de júbilo sobre la muerte
-¡oh inteligencia, páramo de espejos!
(…)

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