You are on page 1of 1

LIBRES EN CRISTO

En este tiempo de cuaresma, como tiempo de preparación, tiempo de penitencia y


sacrificios, tiempo de oración, queridos hermanos, tenemos que hacerlo con convicción.
Nuestra religión, nuestra iglesia (digo nuestra iglesia porque es una gracia haber nacido
en esta iglesia y haberme bautizado en ella) es muy hermosa. La iglesia es bella, es santa,
es virtuosa, es paciente, es alegre y muy pujante. La iglesia posee una libertad tan
sublime que no obliga a nadie de sus “miembros” a hacer lo que tiene que hacer.
Por eso, el cristiano, el católico tiene que ser santo, virtuoso, paciente, emprendedor,
alegre y sobre todo, LIBRE. Y no porque te obliguen, no porque esté mandado en la ley
de Dios solamente; sino porque yo quiero ser santo; yo quiero ser bueno; yo quiero ser
fiel. Yo quiero rezar, yo quiero hacer ayuno, yo quiero ir a misa. Todo esto lo hago
porque YO QUIERO. Nadie me obliga.

Por eso que nuestras obran valen mucho a los ojos de Dios si los hacemos libremente.
Tengamos en cuenta “que la ley no ha sido instituida para el justo (…) sino para los que se
oponen a la santa doctrina”1. Por eso que esas pequeñas obras hechas con voluntad
valen mucho.
Dios, en esta cuaresma no quiere que te pases horas rezando, que te mueras de hambre
por los ayunos, o te debilites por las penitencias que hagas: no, de ninguna manera.
La oración que Dios quiere que hagas son estos:
 Come con alegría lo que tu esposa (o tu esposo) haya cocinado, dando gracias a
Dios.
 Cocina con alegría, trabaja con entusiasmo, ven a misa alegre, disfruta a tus
familiares, dale gracias a Dios por lo que tienes y no vivas lamentándote por lo
que te falta.
 Esfuérzate para que con tu vida ayudes a otros a dar razones para seguir
viviendo.

¿Para qué ayunamos, si tú no nos ves? ¿Para qué nos sacrificamos, si no te das por
enterado?’
Es que el día en que ustedes ayunan encuentran la forma de hacer negocio y oprimen a sus
trabajadores. Es que ayunan, sí, para luego reñir y disputar, para dar puñetazos sin
piedad.
Ese no es un ayuno que haga oír en el cielo la voz de ustedes.
¿Acaso es éste el ayuno que me agrada? (…) El ayuno que yo quiero de ti es éste, dice el
Señor: Que rompas las cadenas injustas y levantes los yugos opresores; que liberes a los
oprimidos y rompas todos los yugos; que compartas tu pan con el hambriento y abras tu
casa al pobre sin techo; que vistas al desnudo y no des la espalda a tu propio hermano.
Entonces surgirá tu luz como la aurora y cicatrizarán de prisa tus heridas; te abrirá
camino la justicia y la gloria del Señor cerrará tu marcha. Entonces clamarás al Señor y te
responderá; lo llamarás y te dirá: ‘Aquí estoy’”.2

Así sea.

1 1Tim. 1, 9.10
2 Isaías: 58, 5-9

You might also like