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MATERIA: INTRODUCCIÓN AL CONOCIMENTO DE LA SOCIEDAD Y


EL ESTADO

CÁTEDRA: FLAVIO FLOREAL GONZALEZ

PARTE 2 APUNTE 3

TEMA: LAS PROVINCIAS Y LA CIUDAD DE BUENOS AIRES EN EL


SISTEMA FEDERAL

POR FLAVIO FLOREAL GONZALEZ

¿Qué fuimos los argentinos antes de ser argentinos?

Fuimos americanos y provincianos.

En efecto, podríamos decir que durante las primeras décadas del siglo XIX,
concretamente, durante el período de las guerras de la independencia, los habitantes
de estas tierras identificados con la causa libertadora se reconocían como americanos
antes que como miembros de una nación argentina que todavía no existía.

Pero, por otra parte, después de finalizadas las luchas por la independencia, esos
mismos habitantes comenzarán a identificarse durante la primera mitad del siglo XIX
con el “pago chico” que lo cobija, concretamente, con las provincias en las que les tocó
vivir durante aquella etapa de nuestra historia en la que se alternaron períodos de
guerra civil con los distintos intentos que hubo para lograr la unidad de todas las
provincias en un solo estado.

En verdad, la nación argentina, tal como la conocemos, recién comenzó a forjarse en


la segunda mitad del siglo XIX cuando, apagados los ecos de la guerra civil, se
conformó un nuevo estado de naturaleza federal que aglutinó a todas las provincias. El
nuevo estado comenzó a desarrollar políticas de todo tipo – por ejemplo a partir de la
educación pública - para conformar paulatinamente la nueva nacionalidad.
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Las provincias preexistieron a la nación

En función de lo dicho, debe ser entendida la frase que dice que las provincias
preexisten a la nación. Son ellas quienes conformaron el estado nacional que hoy
regula y gobierna buena parte de nuestras vidas. Son ellas quienes optaron por
organizarse en un estado federal para conservar su autonomía y las atribuciones que
consideraron propias. Son ellas quienes decidieron qué atribuciones iban a conservar y
cuáles iban a traspasar a la nación para ser gestionadas a nivel federal.
Específicamente, la Constitución Nacional dice que ellas conservan todo el poder “no
delegado” a la Nación. Y no está de más recordarlo pues hoy muchas veces parece
que las cosas funcionan al revés. Desde la firma de la Constitución en 1853 hasta
nuestros días, utilizando a veces como excusa situaciones de emergencia, las
provincias fueron cediendo a favor de la nación recursos fiscales, el control de
recursos económicos y atribuciones propias de sus gobiernos al punto de alterar el
sistema de equilibrios con los que se concibió el federalismo que iba a organizar a
nuestra nación. Por ejemplo, en su momento las provincias acordaron con la nación
ceder un porcentaje de sus recursos para sostener el sistema jubilatorio nacional. No
hay que perder de vista que uno de los puntos pendientes de la reforma constitucional
de 1994 es la sanción de una nueva ley de coparticipación que regule cómo se
distribuyen los recursos tributarios entre la nación y las provincias.

La relación entre la nación y las provincias

El marco general en el que debe desenvolverse la relación entre la nación y las


provincias está definido en la Constitución Nacional.

Así, por ejemplo, se dispuso que podrían admitirse nuevas provincias, pero eso
sí, no podría erigirse une nueva en el territorio de otra u otras, ni de varias
formarse una sola, sin el consentimiento de las legislaturas de las provincias
afectadas y del Congreso Nacional.

Asimismo, queda absolutamente vedada la guerra entre provincias debiendo


someter sus diferendos a la Corte Suprema de Justicia de la Nación. También las
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provincias admitieron la posibilidad de una intervención federal en sus territorios


para garantizar que no se altere la forma republicana de gobierno o para
sostener o restablecer a sus autoridades en caso que hayan sido ilegítimamente
depuestas. Además acordaron eliminar las aduanas provinciales para conformar
entre todas un solo territorio aduanero de alcance nacional que sería gestionado
por el gobierno federal.

Ya hemos dicho que ellas conservaron todo el poder no delegado a la nación. En


función de ello, por ejemplo, las provincias pueden dictar normas que regulen la
educación de los niños en su territorio, o definir políticas sociales o de desarrollo
económico, pero no pueden acuñar moneda, recaudar impuestos a la
importación, dictar normas sobre ciudadanía, ni conformar un ejército.

Un párrafo aparte merece la discusión que se dio sobre el dominio originario de


los recursos naturales. Durante mucho tiempo se discutió si tal dominio
correspondía a la nación o a las provincias. Obviamente, no estamos en
presencia de un tema menor. Por ejemplo, el modo de zanjar esa discusión iba a
determinar quién tenía jurisdicción sobre el control de recursos estratégicos como
el petróleo. Finalmente, la discusión se saldó a favor de las provincias en la
reforma constitucional de 1994 cuando se definió que esos recursos pertenecían
a su dominio originario sin perjuicio del rol que tenga el gobierno federal en la
gestión de los mismos.

La organización constitucional de las provincias

De este modo, en función de la autonomía con la que cuentan, cada provincia ha


dictado para sí una Constitución bajo el sistema representativo republicano, de
acuerdo con los principios, declaraciones y garantías de la Constitución Nacional.

Ellas deben entonces cumplir con el principio de división de poderes.

Luego, merced a su autonomía, cada una de ellas definirá cómo se conformará


cada uno de esos poderes y qué atribuciones tendrán. Por ejemplo, Mendoza no
admite la reelección de su gobernador mientras que Córdoba sí. Hay provincias
que tienen un cuerpo legislativo bicameral (como la provincia de Buenos Aires)
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mientras otras sólo tienen una legislatura conformada por un solo cuerpo (por
ejemplo Jujuy). También definirán cómo se organizan las competencias del Poder
Judicial dentro de sus territorios.

Además, las constituciones provinciales tienen también capítulos donde


reconocen los derechos y garantías de sus habitantes. Estos capítulos suelen
reflejar los mismos derechos que otorga la Constitución Nacional pero adaptados
a la realidad local. Por ejemplo, la Constitución Nacional define que todos los
habitantes del país tenemos derecho a un ambiente sano, luego, la Constitución
de la Ciudad de Buenos Aires manda efectuar una estudio de impacto ambiental
en todas aquellas actividades que puedan ser riesgosas para el medio ambiente.

La Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Por ser la capital federal del país, la ciudad de Buenos Aires no era autónoma. El
Intendente municipal era el funcionario elegido por el Presidente de la Nación
para delegarle la gestión cotidiana de la ciudad. Recién después de la reforma de
la Constitución Nacional de 1994, la ciudad logró su autonomía pudiendo dictar
su propia Constitución en el año 1996. La Constitución de la Ciudad es una
norma de avanzada en materia de reconocimiento de derechos para sus
habitantes. Fue también en ese año que sus ciudadanos pudieron elegir a su
Jefe de Gobierno por primera vez.

La autonomía de la ciudad ha dado lugar a bastantes controversias en cuanto a


sus alcances. La Ley Nacional N* 24.588 – denominada ley Cafiero - intentó
acotar la autonomía de la ciudad, especialmente, en materia de seguridad y
justicia. Con el paso del tiempo, sin embargo, se fue ampliando su autonomía al
punto de que se ha traspasado parte de la Policía Federal para integrar una
policía local y también algunas competencias judiciales. No obstante, hay que
decir que en materia judicial no hubo grandes avances en función de lo que
veremos más adelante.

La ciudad, al igual que las provincias, también está organizada en base al


principio republicano de división de poderes. Así cuenta con:
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 Jefe de Gobierno (poder ejecutivo)

 Legislatura (poder legislativo)

 Tribunal Superior de Justicia, Consejo de la Magistratura, Ministerio


Público y tribunales inferiores (poder judicial)

Jefe de gobierno

El Jefe de Gobierno - junto con el Vicejefe - es elegido en forma directa por el


voto de la mayoría absoluta de los ciudadanos en condiciones de votar. Si en la
primera elección ninguna fórmula obtuviera mayoría absoluta de los votos
emitidos, con exclusión de los votos en blanco y nulos, se convoca a una
segunda vuelta del que participarán las dos fórmulas más votadas. Como puede
apreciarse, la mayoría exigida para ganar en primera vuelta es más elevada que
la que existe a nivel nacional para elegir al Presidente de la Nación. Por ello son
comunes las segundas vueltas para elegir al Jefe de Gobierno de la ciudad.

El Jefe de Gobierno tiene un mandato de cuatro años y puede ser reelegido una
sola vez. Luego tiene que dejar pasar un período. Tampoco pueden sucederse
recíprocamente con el vicejefe de gobierno más de un período. El Jefe de
Gobierno puede ser removido del cargo por un juicio político sustanciado por la
Legislatura.

El Jefe de Gobierno tiene a su cargo la administración de la Ciudad, la


planificación general de la gestión y la aplicación de las normas. Dirige la
administración pública y procura su mayor eficacia y los mejores resultados en la
inversión de los recursos. Participa en la formación de las leyes según lo
dispuesto en la Constitución de la Ciudad, tiene iniciativa legislativa, promulga las
leyes y las hace publicar, las reglamenta sin alterar su espíritu y las ejecuta en
igual modo.

Elige a un Jefe de Gabinete de Ministros y a los Ministros encargados de


secundarlo en sus funciones.
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Legislatura

Es unicameral, está integrada por 60 diputados o diputadas.

La Legislatura es la encargada de sancionar las leyes, declaraciones y


resoluciones para hacer efectivos los derechos consagrados en la Constitución
Nacional y en la Constitución de la Ciudad. Así puede dictar normas en una gran
variedad de temas según los procedimientos fijados por la Constitución de la
Ciudad para cada caso.

En algunos casos, la Constitución de la Ciudad exige aprobar leyes por mayorías


más exigentes. Por ejemplo:

 exige mayoría absoluta del total de sus miembros (31 diputados) para
aprobar el código contravencional;

 demanda una mayoría aún más exigente (dos tercios del total) para
sancionar el código electoral y la ley de partidos políticos.

También la Constitución de la Ciudad manda que algunas leyes sean


sancionadas por un procedimiento de doble lectura. Eso quiere decir que para
ser sancionado un proyecto de ley debe contar con:

 una aprobación inicial;

 una audiencia pública para que la ciudadanía pueda opinar sobre sus
méritos;

 una segunda votación donde se sancionará o rechazará el proyecto


según sea el caso.

Puede decirse que han quedado sujetas a este tipo de procedimiento aquellas
cuestiones trascendentes para el desarrollo estratégico de la ciudad o que en el
pasado se vieron expuestas a casos de corrupción, por ejemplo la aprobación o
modificación de:
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 Códigos de Planeamiento Urbano, Ambiental y de Edificación;

 Plan Urbano Ambiental de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires;

 Desafectación de los inmuebles del dominio público;

 Toda concesión, permiso de uso o constitución de cualquier derecho sobre


el dominio público de la Ciudad;

 Las que consagran excepciones a regímenes generales.

La legislatura también tiene importantes funciones institucionales ya que tramita


el juicio político al jefe de gobierno y designa a funcionarios de diversos órganos
(por ejemplo defensor del pueblo o la auditoría) y de entes descentralizados.

Poder Judicial

El Poder Judicial de la Ciudad de Buenos Aires está integrado por:

 Tribunal Superior de Justicia (como lo dice su nombre, es la máxima


instancia del poder judicial local);

 Consejo de la Magistratura (participa proceso de selección de jueces y en


la administración del Poder Judicial de la Ciudad);

 Tribunales inferiores (integrado por los juzgados de primera instancia y las


cámaras de apelación);

 Ministerio Público. (compuesto por una Fiscalía general, una Defensoría


General y una Asesoría de Incapaces).

Hoy la competencia judicial local se ve acotada al trámite de juicios en los que el


Gobierno de la Ciudad es parte y que son de naturaleza contencioso
administrativa y tributaria. Además se sustancian actuaciones en materia
contravencional y de faltas. Algunos ilícitos penales también fueron traspasados
a los tribunales de la ciudad. Sin embargo, ha quedado pendiente el traspaso de
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las demás competencias ordinarias (civiles, laborales, penales, comerciales,


etc.) que en las otras jurisdicciones son directamente tramitados a nivel
provincial.

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