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Andes 8 (2011): 327-355

La presencia casma, chimú e inca


en el valle de Culebras
Patrycja Prządka-Giersz

Desde el año 2002, arqueólogos polacos y peruanos están realizando prospecciones y excavaciones
arqueológicas en el valle del río Culebras, en la costa norte del Perú. Hasta la fecha se han descubierto
más de cien sitios arqueológicos hasta ahora desconocidos. Se han propuesto también algunas
interpretaciones en cuanto a su función, su cronología y los patrones de asentamiento. En el presente
artículo presentamos los resultados de las investigaciones llevadas a cabo durante ocho temporadas
subsiguientes, analizando sus implicaciones. A partir de los hallazgos arqueológicos provenientes del
valle de Culebras, reconstruimos los patrones de asentamiento, la subsistencia y la producción artesanal
de las sociedades prehispánicas, poniendo énfasis en los componentes derivados del Horizonte Medio,
así como el impacto chimú e inca en las sociedades precolombinas locales.

Since 2002 the Culebras valley has been the focus of an extensive archaeological surface survey and
limited excavations at selected sites, carried out by Polish and Peruvian scholars. Over one hundred
previously unknown archaeological sites have been recorded so far, and tentative interpretations of
their chronology, functions and settlement patterns have been suggested. In this article, we report
results of eight field seasons and discuss their implications. We employ fieldwork data from the
Culebras valley to reconstruct settlement patterns, subsistence and craft production, focusing on
post-Middle Horizon components, as well as the impact of Chimú and Inca cultures on local pre-
Hispanic societies.

E n la prehistoria de las sociedades andinas, todavía se encuentran periodos que


están menos reconocidos en algunas regiones que en otras. Esta situación se
refiere en particular a la zona límite entre la costa norte y la costa central del Perú,
donde la naturaleza exacta de la ocupación cultural durante los últimos siglos
antes de la llegada de los españoles sigue siendo un enigma y objeto de varias es-
peculaciones, no necesariamente fundamentadas por datos empíricos. Los inves-
tigadores cada vez dan más importancia a la complejidad de las transformaciones
ideológicas y socio-políticas que tenían lugar en estos tiempos. Dichos procesos,
que se iniciaron en el fin del Horizonte Medio y el comienzo del Periodo Inter-
medio Tardío, a principios del siglo X, se mantuvieron hasta la conquista de los
incas, es decir hasta el siglo XV. Fueron cambios muy generales, que correspon-
dían a aspectos diversos de la vida cotidiana y ceremonial de los habitantes de esta
región del Perú. En el inicio de dicha época, en diferentes regiones del mundo an-
dino, se desarrollaron nuevas entidades políticas independientes. Su importancia

Patrycja Prządka-Giersz ■ Universidad de Varsovia, Instituto de Estudios Inderdisciplinarios “Artes


Liberales” y Centro de Estudios Precolombinos, ul. Krakowskie Przedmieście 26/28, 00-927 Varsovia;
correo-e: p.przadka@uw.edu.pl
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Figura 1. Mapa de la costa norte del Perú, con indicación de los sitios más importantes
de los periodos tardíos.
La presencia Casma, Chimú e Inca en el valle de Culebras 329

y naturaleza tenía su reflejo tanto en la riqueza artística y costumbres funerarias,


como en patrones de asentamiento. En estos tiempos, tuvo lugar el crecimiento
de la diversidad de especializaciones y las técnicas de producción. Se empezó a pro-
ducir cerámica a gran escala, gracias al uso masivo de molde, paleteado y nuevos
tipos de hornos (Shimada 1994). Además, aparecieron nuevos estilos de decora-
ción de la cerámica, tanto ceremonial como doméstica, que se extendían en gran-
des áreas de la costa y la sierra (Castillo 2000; Kaulicke 1997; Makowski 2006; Shady
y Ruiz 1979; entre otros). Este proceso de cambios socioculturales fue acompaña-
do por un incremento de la población el mismo que se ha reflejado también en el
tamaño de asentamientos y en la construcción de centros administrativos de par-
ticular envergadura, como Pacatnamú, Chan Chan o Túcume (Figura 1). Según las
evidencias arqueológicas, el crecimiento de las poblaciones fue generalmente con-
dicionado por la expansión de la frontera agrícola –se construyó el único sistema
de irrigación intervalle que conectaba tres cuencas: La Leche, Zaña y Lambayeque–
y por algunos avances tecnológicos, como por ejemplo la introducción de bron-
ce arsenical como materia prima para la confección de herramientas agrícolas
(Hocquenghem y Vetter 2005).

Durante este periodo, a raíz de las transformaciones culturales surgieron


nuevas entidades políticas como Lambayeque-Sicán y Chimú, en la costa norte,
Chancay e Ychsma en la costa central e Ica-Chincha en la costa sur (Eeckhout 2004;
Krzanowski 1991, 2008; Makowski y Vega Centeno 2004; Menzel 1959; Moore
y Mackey 2008; Shimada 1995; entre otros). Dentro del mosaico cultural de esta
época, la cultura Chimú fue la que jugó un papel importante en la organización
política de la costa norte. Como indican algunos investigadores, los chimús logra-
ron controlar toda esta parte del litoral desde Tumbes y, por corto tiempo, pudie-
ron haber extendido su dominio hasta la costa norcentral (Mackey y Klymyshyn
1990; Moore y Mackey 2008; Ravines 1980; entre otros). Al principio, el termino
chimú estaba referido a las manifestaciones culturales, en particular al estilo de la
cerámica recurrente en Chan Chan y en los contextos funerarios. Esta cerámica se
caracterizaba, entre otros factores, por las formas de las botellas escultóricas con
asa-estribo, las vasijas de dos cuerpos con doble pico asa puente y botellas globula-
res. La mayoría de estas piezas era de color negro o gris, dependiendo del ambiente
de reducción en el que estuvieron horneados.

Desde los primeros trabajos concentrados en el fenómeno político del reino


Chimú y su supuesta unidad cultural, varios investigadores, siguiendo las sugeren-
cias de Tello (1929), indicaban que dentro de su dominio se registraban variadas
identidades étnicas. Ramos de Cox (1951) trató de correlacionar algunas expre-
siones culturales del valle de Piura con la etnia de los tallanes. Por su lado Carrión
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Cachot (2005 [1959]) manifestó que existían relaciones entre la iconografía chimú
y la cerámica impresa de molde de la costa norcentral, al sur de su área de influencia,
mientras que Zevallos Quiñones (1971) demostró la existencia del estilo y cultura
Lambayeque, anterior a la de Chimú. Actualmente, la comprensión de esta cultura se
afirma en la estupenda cantidad de información obtenida durante las investigaciones
de Shimada (1985, 1995) y sus colaboradores en el sitio Batán Grande. Los resultados
de estas investigaciones han revolucionado el conocimiento de la cultura Lambaye-
que-Sicán y asimismo permitieron entender mejor los antecedentes del reino Chimú.

A base de fechados radiocarbónicos, se supone que alrededor de 1310 – 1325 d.C.


los señores chimús conquistaron los centros de la cultura Lambayeque-Sicán
(Keatinge y Conrad 1983; Moore y Mackey 2008:789). En poco tiempo dominaron
todo el valle de Jequetepeque y fundaron nuevos asentamientos, como Talambo
y Algarrobal de Moro, que se distinguían de las estructuras locales por sus rasgos
arquitectónicos, como amplios patios, audiencias y series de almacenamientos
(Briceño Rosario 1996; Castillo et al. 1997; Keatinge y Conrad 1983; Mackey 2004).
Durante el siglo XIV d.C. los señores de Chan Chan iniciaron su conquista más ha-
cia el norte. Como lo muestran las evidencias arqueológicas, entre 1360 y 1400 d.C.
los chimús consolidaron el territorio recién conquistado desde el valle del río de
Jequetepeque hasta el valle de La Leche. Antes del año 1450 d.C. los chimús ex-
pandieron su control hasta Tumbes, pero como sugieren varios autores, probable-
mente no lograron consolidar su poder en el territorio del extremo norte (Moore
y Mackey 2008).

Mientras que la frontera norte del dominio chimú está bien definida, gracias
a las investigaciones efectuadas durante las últimas décadas, el límite de su hegemo-
nía en la parte sur de la costa norte sigue siendo objeto de diferentes especulaciones,
no necesariamente fundamentadas por los resultados de los trabajos arqueológicos.
Como hemos mencionado anteriormente, según la fuente anónima del siglo XVII,
el tercer rey de Chimor llamado Ñancenpinco llevó la conquista de las tierras hasta
el valle de Santa. Kolata (1990) sitúa este momento alrededor del año 1200 d.C.,
luego de la supuesta derrota de la dinastía Sicán de Batán Grande. Durante la gran
expansión del reino Chimor, iniciada en el siglo XIV d.C., las conquistas se exten-
dieron también hasta el sur de la costa norte.

Sobre la base de los últimos trabajos realizados en esta parte del litoral perua-
no, se supone que alrededor de 1350 d.C. los chimús lograron expandir su domi-
nio hasta el valle de Casma, donde construyeron su centro provincial de Manchán
(Mackey 1987; Mackey y Klymyshyn 1990). Pero, como lo presumen Mackey
y Klymyshyn, la conquista del Chimor al sur no fue uniforme en todo el territorio
La presencia Casma, Chimú e Inca en el valle de Culebras 331

y se caracterizó por diversas estrategias de control político. Aunque el área entre


los valles de Chao, Santa y Nepeña quedó bajo la influencia política directa de los
señores de Chan Chan, en todo el territorio comprendido entre los valles de Virú
y Casma no existen evidencias arqueológicas de la presencia de centros admi-
nistrativos con claras características chimús (Mackey y Klymyshyn 1990; Moore
y Mackey 2008; Topic 1990). El centro de Manchan, anteriormente considerado
como la sede principal del poder chimú en el valle de Casma, se componía general-
mente de una serie de estructuras aglutinadas dentro de las cuales se encontraban
plazas amplias, pequeños depósitos y áreas identificadas como residencias de la elite
local (Mackey 1987). Dentro de las estructuras aisladas, que se localizaban en la
parte noroeste del sitio, solamente tres edificios poseían las características propias
de arquitectura residencial de la elite Chimú. Se caracterizaban por la presencia de
audiencias, sistemas laberínticos de accesos y patios con nichos y rampas. Dentro
de dicho complejo aún no se han registrado las plataformas funerarias, lo cual según
los investigadores del sitio indica que Manchan no tenía el estatus imperial (Moore
y Mackey 2008). Además, como subraya Moore (1985, 1989), dentro del complejo
principal de arquitectura monumental se encontraba una zona de viviendas con
áreas de preparación de comida y áreas de producción artesanal (textiles, objetos
de madera, chicha; entre otros). Como muestran las últimas pruebas arqueológicas
del valle de Casma, aparte del caso de Manchan y de Quebrada de Santa Cristina no
se han evidenciado otros sitios de origen claramente chimú y, asimismo, no se han
aportado pruebas del cambio cultural, político y económico de la estructura local
(Moore y Mackey 2008).

Patrones de asentamiento tardío en el valle del río Culebras

Como hemos mencionado anteriormente, uno de los aspectos menos co-


nocidos de la prehistoria es el concerniente al límite meridional de la expan-
sión chimú. A base de las fuentes etnohistóricas y la distribución de la cerámi-
ca ceremonial del estilo Chimú, varios especialistas sugerían que los soberanos
de Chan Chan conquistaron la costa peruana hasta el valle de Chillón (Mackey
y Klymyshyn 1990; Ravines 1980; entre otros), aunque recientemente algu-
nos estudiosos prefieren hablar de “influencias” y/o “importaciones” chimú
en la costa central, ubicando su frontera política sur en el valle de Huarmey
(Dulanto 2008; Makowski 2006; Moore y Mackey 2008). Este problema se hace aún
mayor en el contexto de la falta de investigaciones arqueológicas sistemáticas realiza-
das en los valles al sur de Casma, que podrían respaldar tales sugerencias. A raíz de
varias hipótesis acerca de los cambios sociopolíticos que tenían lugar en el extremo
sur de la costa norte después de la caída del imperio Huari, surgen las siguientes pre-
guntas, consideradas como fundamentales para nuestro estudio:
332 Patrycja Prządka-Giersz

a) ¿Qué tipo de transformaciones culturales caracterizaban la costa norcentral


en el principio del Periodo Intermedio Tardío?
b) ¿Qué nuevos estilos se desarrollaron en esta época de la prehistoria andina en
esta región de la costa?
c) ¿Los chimús consolidaron su poder en los valles más al sur del valle de Casma?
Y si esto no fue así ¿Qué entidad política estaba en poder de estas tierras?
d) ¿Cuáles fueron sus manifestaciones culturales (arquitectura, cerámica, estilo
del arte figurativo, textiles)?
e) ¿Qué tipo de cambios socioeconómicos sucedieron después de la conquista
inca en la costa norcentral del Perú?

Estamos convencidos de que la mejor manera de responder a las interrogantes


planteadas, fue comenzando las propias investigaciones arqueológicas al sur del va-
lle de Casma, en el vecino valle de Culebras. Cabe subrayar que este valle hasta aho-
ra no ha sido investigado sistemáticamente, formando una de las últimas manchas
blancas en el mapa arqueológico de la costa norte del Perú.

Los trabajos realizados en el valle de Culebras nos demostraron que la zona con-
siderada hasta ahora como una región de poca importancia arqueológica, cumplía
un papel significativo en el mapa del desarrollo cultural prehispánico de los Andes
Centrales (Prządka y Giersz 2003; Prządka 2009). El resultado final del proceso de
investigación fue el establecimiento de la escala cronológica local para el valle de
Culebras, compuesta por diez periodos consecutivos, mencionados por Giersz en el
presente tomo.

Entre las fases más significativas de la prehistoria de la región, se encuentran las


que correspondían a los últimos seis siglos antes de la conquista española, durante
las cuales se observó el gran aumento de nuevos sitios en todo el valle bajo del río
Culebras. Se trata de tres periodos de la cronología local: fase Santa Rosa (850 – 1000
d.C.), fase Ten Ten (1000 – 1450 d.C.) y fase Chacuas Jirca (1450 – 1523 d.C.).

La fase Santa Rosa (850 – 1000 d.C.)

Después de un corto periodo de la indirecta influencia huari sobre la población


local del valle de Culebras (portadores de la cultura material Virú-Gallinazo y Moche-
Mochica), la zona de estudio sufrió una reconfiguración del patrón de asentamiento.
Durante la fase Santa Rosa (850 – 1000 d.C.), emparentado con las épocas 3 y 4 del
Horizonte Medio según la cronología de Menzel (1964), el número de sitios arqueo-
lógicos aumenta significativamente. Entre los 38 sitios pertenecientes a esta fase se
pueden diferenciar: un centro público, 13 asentamientos, 22 cementerios y dos sitios
La presencia Casma, Chimú e Inca en el valle de Culebras 333

fortificados (Figura 2). Los asentamientos primarios (Pv34-94, Pv34-96, Pv34-98) se


concentran en la parte media de la cuenca, con su núcleo en las cercanías del pueblo
moderno de Santa Rosa.

El único sitio con rasgos de un centro ceremonial es Playa el Castillo (Pv34-


2; Figura 3). El sitio está ubicado junto al mar, en el lado norte de la Caleta de
Culebras. Es el gran cerro fortificado de plano circular con cuatro niveles de terrazas
y unas estructuras de adobe de planta rectangular ubicadas dentro de los espacios
cercados por muros de piedra. Su función primaria podría ser la de un templo de-
dicado al culto marino y/o de un puesto de vigilancia dedicado al control del litoral
y del trafico marino. Los ejemplos de cerros fortificados, ubicados junto al mar, son
característicos para la época; basta recordar tales sitios, como Cerro Azul del valle de
Cañete (Rostworowski 2004:91) o Cerro Pasamayo y Cerro Colorado de la zona del
Norte Chico (Krzanowski 2008:84-88). Un fechado radiocarbonico calibrado con 2σ
entre 660-1020 d.C., proveniente de la capa del relleno constructivo relacionada con
la nivelación del cerro proporciona el terminus post quem para la construcción de este
conjunto arquitectónico.

La cerámica de la fase Santa Rosa no evidencia grandes cambios estilísticos


(Figura 4). La alfarería muestra semejanzas con la de la fase anterior (el principal
componente cerámico es la alfarería de cocción oxidante, decorada en el estilo Casma
Impreso de Molde que presenta un repertorio iconográfico, basado tanto en la vieja
tradición Moche, como en nuevos elementos culturales del norte y del sur), aunque
muchos rasgos estilísticos derivados de las viejas tradiciones costeñas desaparecen.
Por otro lado, aparece un nuevo estilo local de cerámica ceremonial que guarda seme-
janzas con el estilo Wari-Santa (Gambini Escudero 1983-1984:178) y la cerámica reco-
nocida por Larco Hoyle bajo los nombres de Huari Norteño B y Huari-Lambayeque.

La fase Ten Ten (1000 – 1450 d.C.)

Entre los siglos X y XI d.C. en la costa norcentral surgieron nuevas entidades


políticas independientes o reinos locales de diferente carácter e importancia, lo que
tenía su reflejo tanto en la riqueza artística, como en patrones de asentamiento.
Este proceso concierne a varios aspectos: la cultura material, el incremento de la
población y el brusco aumento de los asentamientos y centros administrativos con
la arquitectura monumental. Durante la fase Ten Ten el valle de Culebras llegó a su
máxima complejidad socio-económica (Figura 5). Entre los 61 sitios registrados hasta
la fecha se pueden diferenciar: 2 centros públicos, 27 asentamientos, 19 cementerios
y 13 sitios fortificados o puestos de vigilancia concentrados generalmente cerca de los
centros públicos. Se nota una distribución homogénea de los sitios dentro del sector
334 Patrycja Prządka-Giersz

Figura 2. Patrón de asentamiento prehispánico en el valle de Culebras durante


la fase Santa Rosa (850-1000 d.C.).
La presencia Casma, Chimú e Inca en el valle de Culebras 335

Figura 3. Vista aérea del sitio Playa El Castillo (Pv34-2) hecha a base de tres fotografías realizadas
con ayuda de una cometa (foto: Maciej Słomczyński).
336 Patrycja Prządka-Giersz

Figura 4. Muestra de cerámica proveniente del valle de Culebras: a) de la fase Santa Rosa,
b) de la fase Ten Ten, c) de la fase Chacuas Jirca.
La presencia Casma, Chimú e Inca en el valle de Culebras 337

Figura 5. Patrón de asentamiento prehispánico durante la fase Ten Ten (1000 – 1450 d.C.).
338 Patrycja Prządka-Giersz

estudiado. La mayoría de los asentamientos se sitúa sobre las laderas elevadas de te-
rrazas fósiles o en las entradas a las quebradas laterales, y se asocia con una nueva red
de caminos.

Un asentamiento y centro público de gran importancia para la época es el sitio Ten


Ten I (Pv34-74), el cual presentaremos más adelante. Generalmente la arquitectura
es de piedra. En pocos casos se registró construcciones de adobe y/o de piedra, que
solamente se encuentran en asentamientos y centros públicos primarios. En los sitios
hemos registrado también las estructuras de quincha relacionadas con áreas domesti-
cas y de producción.

El principal componente cerámico de la fase Ten Ten consta de alfarería del es-
tilo Casma Inciso (Figura 4). Cabe subrayar que entre los estilos que caracterizaban
la parte norcentral de la costa durante el Periodo Intermedio Tardío, este estilo de
cerámica utilitaria llama la atención especial. Los ceramios decorados en este estilo
particular se caracterizan principalmente por una excesiva decoración que cubre
sus cuerpos, y que abunda en diversos diseños plásticos. Esta ornamentación se
destaca por el motivo del círculo estampado con un punto en el centro, que apa-
rece en diferentes variantes decorativas. El primero que definió con más precisión
este estilo fue Collier (1962:415), quien analizó la cerámica proveniente del valle de
Casma. Este estilo particular se caracteriza por la fina decoración incisa con diseños
geométricos (mayormente de círculos y puntos) y adornos zoomórficos aplicados
(como pájaros, serpientes o monos). Los resultados de varias investigaciones efec-
tuadas en este tramo del litoral peruano mostraron que dicha cerámica se desprende
en este tiempo desde el valle de Virú en el norte, hasta el valle de Fortaleza en el sur
(Collier 1962; Daggett 1983; Fung y Pimentel 1973; Proulx 1973; Thompson 1964;
Wilson 1988). Además, según los autores (como p.e. Fung y Pimentel 1973;
Koschmieder 2004; Tello 1956; Wilson 1988), la cerámica pertenecía a una cultura
local que se desarrolló en esta parte de la costa tras los procesos culturales que tu-
vieron lugar en las últimas fases del Horizonte Medio.

La fase Chacuas Jirca (1450 – 1532 d.C.)

En el último periodo prehispánico, en la fase Chacuas Jirca, el valle del río


Culebras fue incorporado al Imperio Inca. Entre los 39 sitios establecidos durante este
periodo se puede diferenciar 3 centros públicos, 16 asentamientos, 13 cementerios
y 7 sitios fortificados (Figura 6). Excepto tres sitios, los demás presentan una ocupación
de la fase anterior. Como en la fase Ten Ten, los asentamientos se encuentran en todas
partes del valle. Los tres centros públicos se sitúan en lugares estratégicos, en las princi-
pales rutas intra e intervalle. La arquitectura es generalmente de piedra. Solamente en
La presencia Casma, Chimú e Inca en el valle de Culebras 339

Figura 6. Patrón de asentamiento prehispánico durante la fase Chacuas Jirca (1450 – 1532 d.C.).
340 Patrycja Prządka-Giersz

los centros públicos se encuentran edificaciones de adobe. Asimismo encontramos las


estructuras de quincha relacionadas con zonas domésticas y de producción.

Uno de los centros más relevantes de la época es sin duda Chacuas Jirca (Pv34-87),
un sitio ubicado en la margen izquierda del río Culebras, en la parte alta de la cuenca,
construido aprovechando unas elevaciones naturales y pedregosas, al pie del Cerro
Perolito (Figura 7). El asentamiento se compone de cuatro sectores de estructuras
aterrazadas (sectores A, B, C y D) que se extienden sobre aproximadamente 27 ha
de superficie. En su plano predominan los recintos cuadrangulares y rectangulares
con subdivisiones internas. Todas las estructuras fueron construidas de piedra con
argamasa de barro. Hay que notar que el sitio Ten Ten adquiere en este periodo las
características urbanas y alcanza su máxima complejidad.

Durante la fase Chacuas Jirca se continúa la producción de alfarería local del


estilo Casma Inciso. Aparecen también nuevos estilos decorativos, relacionados con
las tradiciones provenientes de la sierra peruana y sobre todo de la tradición inca
(Figura 4). Por otro lado, la cerámica de los estilos Inca Polícromo y Chimú-Inca
constituye menos de uno por ciento de toda la muestra registrada.

Ten Ten: el centro administrativo-ceremonial primario


en el valle de Culebras de los periodos tardíos

Un asentamiento y centro público de gran importancia para el entendimiento de


la de las transformaciones socio-políticas sucedidas en la costa norcentral del Perú
durante los periodos tardíos es el sitio Ten Ten I (Pv34-74), ubicado en la margen
derecha del río Culebras, en el valle medio-bajo, a unos 16 kilómetros de las orillas del
mar y a una altura promedio de 250 msnm (Figura 8).

El sitio tiene unas 100 hectáreas de extensión. Ten Ten es un sitio multicomponen-
te. Se distinguen cuatro sectores del sitio dependiendo de la naturaleza de relieve y el
tipo y la función de la arquitectura registrada. El principal sector del sitio comprende
un complejo monumental ubicado en la entrada de la quebrada Huaco. La mayor
parte de este sector consiste en plataformas construidas con adobe sobre las cuales hay
un sistema de estructuras con varias divisiones internas, de un carácter administrativo
y residencial. Dentro de la monumentalidad de los edificios de barro se encuentran
plazas y pirámides públicas (Figura 9).

Con el sitio corresponden seis puestos de vigilancia con restos de estructuras de-
fensivas y habitacionales ubicadas sobre los cerros vecinos. Un estudio de cuencas de
visibilidad demostró que los puestos de vigilancia podrían cumplir el papel de control
La presencia Casma, Chimú e Inca en el valle de Culebras 341

Figura 7. Vista al Sector B del sitio Chacuas Jirca (Pv34-87).

Figura 8. Vista panorámica al sitio Ten Ten (Pv34-74).


342 Patrycja Prządka-Giersz

SECTOR D

SECTOR C

SECTOR B

SECTOR A

N
Equidistancias: 10 m
Datum vertical: nivel medio del mar

Copryright PAVC '08

Figura 9. Plano del sitio Ten Ten (Pv34-74).


La presencia Casma, Chimú e Inca en el valle de Culebras 343

Figura 10. Cuencas de visibilidad de sitios fortificados directamente relacionados


con el centro primario de Ten Ten I (Pv34-74).

visual de tráfico de gente y bienes en el camino intervalle norte-sur entre los valles de
Huarmey, Culebras, Río Seco y Casma (Figura 10).

En cuanto a las técnicas constructivas y el patrón arquitectónico, Ten Ten guarda


muchas semejanzas con el sitio El Purgatorio del lindante valle de Casma (Tello 1956;
Vogel y Vilcherrez 2007; Wilson 1995). Este último sitio está considerado como
la capital de una nueva entidad política, el supuesto estado Negro-Blanco-Rojo de
Wilson (1995:203-206) que surgió alrededor del año 900 d.C. Dadas las circunstan-
cias, nuestro interés científico se centró en los estudios sistemáticos del sitio Ten Ten
con el fin de obtener mejores fundamentos cronológicos y entender la naturaleza de
esta nueva cultura arqueológica en un contexto local.

Entre los años 2003 y 2007 hemos realizado los trabajos arqueológicos en diver-
sos sectores del sitio Ten Ten. Debido a la extensión de la arquitectura, se trataba
por lo general del levantamiento, el análisis de vestigios de construcciones y la re-
colección controlada de superficie, así como las excavaciones limitadas a amplios
sondeos relacionados con la limpieza de trazo arquitectónico y la documentación
de la columna estratigráfica maestra.
344 Patrycja Prządka-Giersz

La estratigrafía vertical observada en el sitio es relativamente compleja. En los


conjuntos de arquitectura monumental del Sector B se ha establecido la existencia
de 44 unidades estratigráficas, desde la superficie actual hasta el nivel culturalmente
estéril. En términos generales, en todo el sitio podemos observar tres momentos
cruciales para su desarrollo.

El inicio de la fase más temprana del asentamiento se relaciona con la aparición


de arquitectura de quincha, que fue registrada en el área del Sector B del Conjunto
III (Figura 11). Este periodo está indudablemente relacionado con la aparición del
estilo local de cerámica Casma Inciso y el declive de la cerámica impresa de molde
de manufactura descuidada y la cerámica de estilos Blanco-Negro-Rojo y Wari-
Santa indudablemente relacionados con los fines del Horizonte Medio (épocas 3 y 4
del Horizonte Medio; fase Santa Rosa del valle de Culebras; Giersz y Prządka 2008).
La fecha obtenida para la muestra de carbón recolectada del fogón hallado dentro
de la estructura de quincha fue calibrada con 2σ dando un lapso entre 980-1315 d.C.
Estas construcciones de quincha rapidamente fueron reemplazadas por las cons-
trucciones de adobe. Se trata de los conjuntos de arquitectura pública de carácter
ceremonial. La fecha de la muestra de carbón (de 645±55 BP) procedente del fogón
relacionado con la última remodelación del piso que se extendía directamente so-
bre las estructuras de quincha, dio con una probabilidad de 95 por ciento (2σ) una
edad que varía entre 1270-1410 d.C. Durante este periodo se observa en el sector
mencionado una notable dinámica de crecimiento arquitectónico y renovación del
espació público.

Las estructuras del Conjunto III ganaron altura gracias al uso de la técnica ar-
quitectónica de cuartos de relleno con piedras, cascajo y material de descarte. Es-
tas remodelaciones fueron acompañadas por ceremonias rituales de deposición de
ofrendas dentro de los rellenos constructivos y nuevos pisos.

La presencia de sapos (Buffo sp.) y esponjas de río (Luffa operculata) dentro de


los pequeños hoyos haría suponer que se trataría de un tipo de ofrenda relacionada
con rituales asociados al culto a la fertilidad y/o al agua. Dentro de los pequeños po-
zos, llenos de arena suelta, se encontraron restos de sapos bien conservados. Algu-
nos tenían trenzas hechas de cabello humano, y en los cráneos, en la parte superior
se registraron las huellas de pintura roja (cinabrio).

Es significativo que las practicas de las ofrendas relacionadas con remodelaciones


de pisos son conocidas en varios sitios de los periodos tardíos de diferentes regiones
de la costa peruana, como por ejemplo en Cajamarquilla, en la costa central, o en el
sitio Farfán en el valle de Jequetepeque (Mackey 2006:353; Narváez Luna 2006:35-60).
La presencia Casma, Chimú e Inca en el valle de Culebras 345

T5 m
280 msn
B/8
B22

parte
destruida
B16
230
msn

B17
m

CONJUNTO V B13
B15

B14 B12

B/7
B11
B18 B/4
B/5
B/1 CONJUNTO IV
B1 B10
B19
corr

B/3
B/2
B2 B/6
e
dor

B9
B20
-ram

B3
CONJUNTO III B21
pa

plaza B8

B5
B4
B7

B6 N

Figura 11. Plano detallado del Sector B del sitio Ten Ten (Pv34-74).

La diferencia entre los hallazgos encontrados en diferentes regiones se basa ge-


neralmente en el contenido de las ofrendas dispuestas, que mayormente consistían
de restos de plantas, huesos de animales y material cerámico.

Apoyándose sobre los resultados de tres fechados radiocarbónicos calibrados


con 2σ, provenientes de diferentes etapas de la remodelación de las Estructuras B1
y B2 del Sector B, fechamos esta parte de la secuencia ocupacional del sitio entre
aproximadamente 1270-1440 d.C. (Figura 11). Es importante subrayar que dichas
fechas corresponden bastante bien a la posición cronológica atribuida a la supuesta
cultura Casma y otras culturas de la costa norte del Periodo Intermedio Tardío.
346 Patrycja Prządka-Giersz

Durante esta fase de la ocupación del sitio sobresale la presencia de diversos


alfares, y lo que es significativo, es que ninguno de ellos está asociado directamente
a la cerámica del estilo Chimú. Sin embargo, parece que el sitio durante esta etapa
del desarrollo se limitaba solamente al Sector B, cuya arquitectura monumental de
adobe ocupaba alrededor de 3,5 hectáreas.

A la luz de evidencias recuperadas en las excavaciones, puede sostenerse que


el mayor crecimiento físico del sitio fue asociado con el proceso de desarrollo so-
cioeconómico, que tuvo lugar en el siglo XV (en la fase Chacuas Jirca de la crono-
logía local del valle de Culebras). Durante este periodo el sitio pudo ocupar un rol
prominente, posiblemente bajo la influencia cultural y política del Imperio Inca. Se
observa el surgimiento de talleres de producción, áreas de producción especializa-
da, barrios de población dependiente y residencias de elite. Este proceso coincidió
con la aparición de tres nuevos componentes cerámicos: la alfarería utilitaria deri-
vada del clásico estilo Casma Inciso, y también la cerámica ceremonial de los estilos
Chimú-Inca e Inca Polícromo.

En el Sector B, el Conjunto III se convirtió en un centro residencial compuesto


por varios recintos techados y ambientes amplios que estaban directamente rela-
cionados con depósitos para almacenamiento localizados al lado oeste del muro
perimetral y viviendas con muros de piedra, que contenían diversas banquetas
y pequeños depósitos de uso doméstico. Durante este momento, dentro del Con-
junto IV aparecieron también nuevas construcciones de uso público con ambien-
tes amplios. Dichas edificaciones corresponden a un único evento de construcción
y se caracterizan por cimientos de piedra sobre los que construían paredes de adobe.
Probablemente en el mismo episodio de construcción aparecieron extensas áreas de
almacenamiento al norte del Conjunto IV. La comunicación entre las estructuras
ubicadas en la parte norte y las edificaciones localizadas en el sur facilitaba el prin-
cipal corredor-rampa del sector que dividía el área en dos conjuntos arquitectónicos
(Conjunto III y IV; Figura 11). El área total de la arquitectura monumental del sec-
tor alcanzó 4,35 ha de terreno.

Durante la misma etapa de construcción el sitio creció en tamaño y compleji-


dad, extendiéndose a nuevos sectores de la arquitectura administrativa y domésti-
ca. Aunque no se dispone de datos suficientes para definir el momento exacto de la
fundación de todos los complejos arquitectónicos del sitio, podemos suponer que
a la luz del desarrollo del Sector B aparecieron las principales edificaciones de los
sectores C y D. En el fondo de la quebrada Huaco, en un lugar estratégico, surgió
un extenso complejo de edificaciones que alcanzó el área de 4,57 ha. Fue un sec-
tor de función principalmente administrativa que comprendía áreas de almacena-
La presencia Casma, Chimú e Inca en el valle de Culebras 347

miento y de la producción especializada que fueron rodeadas por aglomeraciones


de arquitectura doméstica habitada posiblemente por artesanos especializados y la
elite dirigente.

A base de los resultados de excavaciones realizadas en la zona de almacenamiento


del Sector C (Figura 8), resulta que en algunos depósitos subterráneos se guardaba
un tipo de fertilizante de origen natural, utilizado posiblemente en la agricultura. Se
pudo observar una dependencia entre el material constructivo de las estructuras y su
funcionamiento. Las edificaciones públicas y administrativas fueron construidas ge-
neralmente de adobe mientras que las estructuras domésticas fueron levantadas prin-
cipalmente de piedra. Un rasgo común de las edificaciones encontradas en esta área es
que fueron levantadas durante un único episodio constructivo, lo que fue demostrado
tanto por la estratigrafía como por la homogeneidad de las técnicas de construcción
y el material cerámico. Entre la fragmentaría de cerámica predominaban las vasijas
grandes de almacenamiento tipo tinaja, y también vasijas utilitarias como cántaros
y ollas. Junto con este material, en la superficie aparecieron también escasos fragmen-
tos de la cerámica de estilo Inca Polícromo. Apoyándose sobre el resultado de un fe-
chado radiocarbónico (Gd-11775: 270±40 BP), esta parte de la secuencia ocupacional
del sitio se data entre aproximadamente 1480-1680 Cal. AD, 2σ.

Junto con el surgimiento de las áreas de producción y de almacenamiento, se


desarrolló el sector de viviendas residenciales, ubicado en el fondo de la quebrada,
afuera del segundo gran muro de contención, en una ladera de regular pendiente
(Sector D). Como mostraron las investigaciones realizadas dentro de esta zona,
aparte de las viviendas se encontraban áreas techadas de producción especializada
y depósitos subterráneos. Estas edificaciones corresponden a un único evento de
construcción. Un fechado radiocarbónico (calibrado con 2σ Gd-15810: 370±60 BP)
obtenido para la muestra de carbón recolectado del fogón del área doméstica ubi-
cada en las terrazas, fue calibrado dando un lapso entre 1430-1650 d.C. El material
relacionado con este momento de la ocupación se caracterizaba por la presencia de
los alfares de la tradición estilística Casma y también la cerámica reducida del estilo
Chimú-Inca. Entre las formas utilitarias predominaban ollas, cántaros medianos
y grandes, así como las vasijas grandes de almacenamiento tipo tinaja. Cabe
notar que este sector consta de un complejo más grande de la arquitectura domés-
tica del sitio, que ocupa un área de 4,79 ha y a juzgar por el conteo preliminar de
unidades habitacionales en las terrazas, pudo haber sido habitado por alrededor
de 100 familias. Sin embargo, para obtener las estimaciones más detalladas de
la densidad de población prehispánica del lugar, sería necesario realizar excava-
ciones más extensas con el fin del reconocimiento de la función de terrazas de
diferentes conjuntos.
348 Patrycja Prządka-Giersz

Probablemente en la última etapa del desarrollo del sitio, surgieron dos comple-
jos de arquitectura residencial en los sectores A y B. Se trata de las residencias de
elite o palacios ubicados al pie de cerros, cuyos tamaños y diseños reflejan una nota-
ble fuerza de trabajo invertida en su construcción, y por lo mismo sus altos estatus.
Todas estas estructuras fueron construidas durante un único episodio constructivo
y parece que fueron ocupadas durante un periodo relativamente corto. El área total
de arquitectura abarcó 8,7 ha. Los resultados de dos fechados radiocarbónicos pro-
venientes de material botánico del relleno constructivo de la estructura principal
del Sector A, han dado fechas muy tardías. Un fechado radiocarbonico calibrado
con 2σ obtenido del relleno constructivo del Nivel 1 dio una edad que varía entre
1450-1700 cal d.C. Entre la fragmentería predominaban tiestos de cerámica redu-
cida del estilo Chimú-Inca, entre estos cuencos y botellas, y también fragmentos de
vasijas utilitarias como cántaros y escudillas.

A la luz de los datos expuestos e inferencias planteadas resulta claro que la su-
puesta presencia o influencia directa chimú en el sitio no tiene fundamentos firmes.
La falta de cerámica y textiles del estilo Chimú, y los típicos elementos arquitectó-
nicos de esta cultura como audiencias, patios con nichos y plataformas funerarias,
entre otros, forma la base científica que sustenta nuestra hipótesis. Sin embargo, no
podemos despejar la posibilidad que la población de Ten Ten mantenía contacto
permanente con poblaciones de los valles del norte, con las cuales podrían estar
relacionados por intercambios de recursos económicos.

Un aspecto importante es que el sitio durante su apogeo de crecimiento territo-


rial se convirtió en un centro de producción artesanal. Aunque hasta ahora no se
ha hallado algún horno en el sitio, existen evidencias que soportan la hipótesis de
la producción de la cerámica del estilo Casma Inciso en este lugar. Entre el mate-
rial recogido durante los trabajos se encontraron varios fragmentos de cerámica sin
cocción o mal quemada, y también diferentes tipos de moldes. Además, durante las
excavaciones se recuperó una muestra de herramientas usadas en el proceso de la
producción de cerámica.

Otro aspecto importante de la economía del sitio lo constituyó la producción de


textiles, cuya presencia en el material arqueológico fue muy numerosa. La colección
abarcó tanto los textiles decorados como los textiles llanos. La principal materia
prima de la cual han sido hechos los textiles recuperados fue el algodón, que forma
aproximadamente el 90 por ciento de toda la muestra. Además fue evidenciado,
pero en menor proporción, el empleo de fibra de camélido. Hemos registrado tam-
bién algunos textiles en los cuales se utilizó tanto el algodón como la fibra de camé-
lido. Con respecto a los colores de tejidos, predominan tonalidades naturales de las
La presencia Casma, Chimú e Inca en el valle de Culebras 349

fibras como marrón, beige, blanca y crema, pero también se utilizaban los tintes que
fueron empleados para obtener el repertorio más amplio de los colores. Entre los
colores registrados destacan el verde, rojo y negro, pero el uso del último color fue
menos frecuente en todo el material del sitio y aparece solamente en los textiles de-
corados. La evidencia arqueológica de numerosas valvas de Concholepas concholepas
con huellas de diversos tipos de pigmento, puede indicar que los tintes fueron ela-
borados localmente. Además, hemos encontrado un telar de cintura envuelto en un
tejido llano. Dentro del paquete se encontraron 20 instrumentos (en forma de va-
ras) que se denominan rodillos y servían para separar dos secciones de la urdimbre.
Las herramientas llevaban las huellas de uso, y en algunas de ellas fueron amarrados
hilos alrededor de uno de sus extremos. Este tipo de telar fue comúnmente usado
en los tiempos prehispánicos en diferentes regiones del territorio andino. Como
mostraron los análisis efectuados, la mayoría de los textiles desde el punto de vista
tecnológico y estilístico correspondía a la tradición de la costa norte de los periodos
tardíos, con fuertes influencias locales. Entre los motivos destacan aves marinas
estilizadas, olas escalonadas, serpientes bicéfalas y algunas formas geométricas.

En cuanto a la densidad de la población prehispánica de Ten Ten, en esta etapa


de estudio es imposible dar una cifra exacta. Esto se debe generalmente a la falta de
excavaciones arqueológicas amplias y sistemáticas en todas partes del sitio. Además,
debido al carácter de la arquitectura del sitio, estamos muy lejos de la reconstruc-
ción del número de habitantes por medio de la aplicación de uno de los modelos
y algoritmos usados por diferentes investigadores para este tipo de cálculos. En el
caso de Ten Ten, las zonas estrictamente habitacionales se concentran en dos secto-
res (A y D) en las laderas de cerros. Apoyándose generalmente en los conocimientos
previos de cálculo de habitantes de estas zonas, el sitio en el momento de máximo
apogeo pudo estar poblado por cerca de 150 a 200 familias.

Parece muy probable que el sitio adquirió un peso significativo en tiempos de los
incas, posiblemente por ubicarse en el camino principal intervalle de la costa norte-
sur. De acuerdo al avance de estudios en otros valles de la costa peruana, se puede
considerar que los incas en su conquista se basaron en la centralización del poder
de las organizaciones políticas regionales conquistadas para desarrollar su propia
administración. En este contexto cabe subrayar que la cerámica del estilo Inca, tanto
en Ten Ten, como en otros sitios de la costa norcentral y norte, es muy escasa y nin-
gún detalle arquitectónico formal o tecnológico sugiere un parentesco directo con
la tradición arquitectónica inca. Más bien se percibe una continuidad cultural desde
la época anterior. Esta situación es muy parecida al caso de otros sitios de los perio-
dos tardíos que se ubicaban en el camino principal costero del sistema vial incaico
Capac Ñan, como Manchan del valle de Casma o Farfán del valle de Jequetepeque.
350 Patrycja Prządka-Giersz

Por otro lado, hay que notar que el desarrollo socioeconómico del centro del
valle de Culebras fue posiblemente influenciado por el cambio climático que suce-
dió después de la ocurrencias del fenómeno El Niño alrededor del año 1460 d. C.
(Salaverry Llosa 2006), cuando aparecieron condiciones climáticas favorables para
el desarrollo de agricultura.

Basándonos en los resultados del estudio resulta que la dieta de la población local ha
sido basada principalmente en la agricultura con un apoyo supletorio en la fauna marina
y terrestre. Hemos identificado en total 31 especies de vegetales y 36 especies de animales
–tanto silvestres como domésticas– que fueron utilizadas a escala comunitaria. Las espe-
cies alimenticias que fueron más frecuentes en el material analizado son maíz (Zea mays,
38,5%), guanábana (Annona muricata, 31,5%) y lúcuma (Pouteria lucuma, 7%). Un rasgo
llamativo es que las frutas han sido registradas en todos los contextos del sitio, lo que pue-
de sugerir que diferentes grupos de los pobladores del sitio tenían el acceso a estas plantas.
La importancia de la lúcuma y la guanábana en la dieta de las sociedades de la costa norte
a partir del Periodo Intermedio Tardío está subrayada también por varios investigadores
(S. Pozorski 1980; Pozorski y Pozorski 2003). Similares resultados han sido reportados
igualmente por Koschmieder (1997, 2004), quien mostró el predominio cuantitativo de
maíz y guanábana en la dieta de la población del sitio Puerto Pobre en el valle de Casma.
Los resultados del análisis de los restos de la fauna nos indican que los moluscos fueron
la más importante fuente de proteínas en la dieta de la población del sitio Ten Ten.

Dada su localización, tamaño y la cantidad de estructuras de carácter tanto pú-


blico como residencial, el sitio Ten Ten parece haber cumplido el papel del principal
centro administrativo y residencia de la nobleza local respecto a esta parte de la cos-
ta peruana. De hecho, Ten Ten cuya área total alcanzó 100 ha, entre la cual la arqui-
tectura ocupó 22,41 ha, supera en extensión a otros asentamientos contemporáneos
de los valles de Culebras y Huarmey. Además, sobre los cerros que rodeaban el sitio,
se ubicaban seis sitios satélites de los cuales se podría controlar visualmente la en-
trada del camino al valle de Culebras desde el sur y el norte. El carácter especial del
Ten Ten cobra mayor significación frente al hallazgo de la presencia de los menores
asentamientos del carácter habitacional, ubicados alrededor del sitio. El otro centro
de la costa norcentral que se puede comparar con Ten Ten, en cuanto a la extensión,
planificación, técnicas constructivas y el material cerámico es el sitio El Purgatorio
localizado en el valle bajo de Casma.

Conclusiones

De acuerdo con las evidencias presentadas, se puede suponer que el valle de


Culebras, considerado hasta ahora como una zona de poca importancia arqueoló-
La presencia Casma, Chimú e Inca en el valle de Culebras 351

gica, cumplía un papel significativo en el mapa del desarrollo cultural prehispánico


de los Andes Centrales, sobre todo durante los últimos siglos antes de la conquista
española. Las evidencias arqueológicas presentadas sugieren que después de la caída
del Imperio Huari la zona de estudio sufrió fuertes cambios sociopolíticos y cultu-
rales que se vislumbran en la brusca transformación del patrón de asentamiento y la
aparición de nuevos estilos decorativos y tecnologías de producción de cerámica.
A la luz de dichos procesos, alrededor del siglo XI d.C., en la costa norcentral surgió
una nueva entidad cultural y política, cuya cultura material posee sus peculiares
elementos diagnósticos, como por ejemplo la cerámica finamente decorada con in-
cisiones e improntas de caña (estilo Casma Inciso), lo que pone en duda la aún vi-
gente suposición sobre la presencia directa chimú en esta parte del litoral peruano.
En el caso del valle de Culebras, el centro primario de esta nueva entidad política
ha sido el sitio Ten Ten I (Pv34-74). Las excavaciones arqueológicas realizadas en
este sitio arrojaron los primeros datos sobre la naturaleza y la cronología de este
importante centro administrativo y ceremonial de la cultura Casma. La columna
estratigráfica maestra registrada en los perfiles culturales de los principales compo-
nentes de arquitectura monumental de carácter público, complementada por una
serie de fechados radiocarbónicos, reveló que el sitio tuvo tres momentos cruciales
durante su desarrollo, convirtiéndose de un asentamiento relativamente pequeño
(3,5 ha) con una arquitectura simple, a un centro ceremonial y administrativo de
gran envergadura (22,41 ha de arquitectura monumental dispersa en el área total de
1 km2). Lo que sorprende, es la relativamente tardía cronología de desarrollo y creci-
miento territorial del sitio (a partir del siglo XIV d.C. –según los fechados C14– con
su apogeo en la época Inca). Este último hallazgo exige repensar las viejas ideas de
Tello (1956) y Wilson (1995) sobre la cronología del fenómeno cultural Casma y la
fecha exacta del surgimiento de su supuesto estado regional.

Estamos convencidos de que la complejidad de diferentes problemas que apa-


recen en la región de la costa norcentral del Perú, y en toda el área cultural de los
Andes, requiere de nuevos fundamentos, entre ellos de una cronología relativa ba-
sada en contextos primarios, con una buena definición de estilos, y la cual requiere
asimismo de estudios sobre identidades tecnológicas de las poblaciones, para no
caer en el círculo vicioso cultura-estilo-ethnos. Esperamos que el presente trabajo
haya servido para aclarar algunos tópicos no sin generar un sinfín de nuevas inte-
rrogantes, abriendo una nueva discusión académica.

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