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Entrevista con la psicoterapeuta brasileña Maria Izabel de Aviz, en donde explica el éxito de su
método terapéutico
Autor: Thácio Siqueira | Fuente: ZENIT
La doctora Maria Izabel de Aviz vive en Brasilia, donde también tiene su consultorio. Se graduó en
psicología en la Universidad Pontificia Católica de Paraná, en 1978. Especializada en recursos
humanos por la FAE/Curitiba y profesora de Psicología en la Universidad Católica de Brasilia en el
2010.
Hermana del cardenal João Braz de Aviz, prefecto de la Congregación de los Institutos de Vida
Consagrada, la doctora Maria Izabel, desde 1996 atiende como psicoterapeuta utilizando la
fenomenología como herramienta terapéutica.
En esta entrevista exclusiva con ZENIT, la doctora Maria Izabel de Aviz, explica el éxito de su
método terapéutico.
¿Qué es la fenomenología?
--Dra. Maria Izabel:
La fenomenología es una escuela filosófica fundada por Edmund Husserl, que comenzó en
Alemania, a finales del siglo XIX y en la primera mitad del siglo XX; por lo tanto la fenomenología es
una filosofía. Podemos entender la fenomenología como reflexión sobre un fenómeno o sobre
aquello que es visible.
Cuando decimos “cosas” no tratamos sólo del significado de cosas físicas, pero también de las
cosas abstractas y un conjunto de situaciones, como por ejemplo, el significado de cosas
culturales, eventos, hechos, que no son de orden estrictamente físico.
Necesitamos hacer una serie de operaciones para poder identificar el sentido de todo a aquello
que se nos manifiesta, y esas operaciones están en el campo de investigación de la psicología.
Ese fue el descubrimiento más importante que hice en mi vida profesional y de mi actuación en
psicología. Cuando percibí la riqueza, la seguridad y la profundidad del método fenomenológico
propuesto por Husserl comencé a entenderme más como profesional responsable y capaz de
ayudar a superar el sufrimiento de las personas que me buscaban para hacer la psicoterapia.
La fenomenología no es psicología, es una filosofía que indica que el ser humano es una sola
unidad formada por varios ámbitos que no pueden ser separados.
Sin embargo, la fuerte influencia del positivismo que impuso a la joven ciencia de la psicología la
demostración de los estados psíquicos usando los esquemas de las ciencias físicas, sus medidas y
representaciones, distanció a la fenomenología de la psicología, y enfatizó con fuerza los métodos
interpretativos y reducionistas para demostrar y conocer al ser humano.
Hoy un gran número de profesionales del área de las ciencias humanas hace un gran esfuerzo por
demostrar que “el ser humano comprende muchas cosas, pero no se entiende dentro de esa
posición positivista”.
No existe una psicología pura como ciencia positiva. La ciencia positiva no es la única base de la
psicología, porque la psicología no nace sólo de los hechos. La psicología necesita acercarse a la
filosofía para que esta le diga cómo es el ser humano. Por ello la psicología está buscando
nuevamente establecer con la fenomenología y la antropología una relación que le dé acceso al
conocimiento puro del ser humano, y la utilización de instrumentos propios de la fenomenología
para entender la estructura de la persona humana. La actuación psicológica hoy se hizo imposible
sin la base de la filosofía.
Voy a citar aquí como mi referencia, a la filósofa contemporánea Angela Ales Bello que es
profesora emérita de Historia de la Filosofía Contemporánea en la Universidad Lateranense de
Roma, y dirige el Centro Italiano de Investigaciones Fenomenológicas, asociado al The World
Phenomenology Institute, y forma parte del consejo de redacción de varias revistas italianas y
extranjeras.
Entender el pasaje sobre cómo las vivencias que están dentro de nosotros transcienden las cosas
que están fuera de nosotros, nos hace comprender: la relación mía conmigo mismo, de mí con el
otro que se asemeja a mí, y mía con el otro que es diferente de mí, y de mí con las cosas sin vida.
Con ese método todas las vivencias humanas pueden ser analizadas, sean consideradas positivas o
negativas, buenas o malas, dificultades o posibilidades, porque esa relación penetra los estados
corpóreos, los psíquicos y los que transcienden el cuerpo y la psiquis de la persona humana.
El hilo conductor es el análisis de la vivencia. Sólo entonces al paciente se le solicita tomar posición
hacia aquella vivencia.
Dar a mis pacientes --y a las personas que me buscan para desvelar las causas psicológicas de sus
sufrimientos--, las condiciones para trazar un camino propio en el conocimiento de sí mismos,
posibilitando el enfrentamiento de las indicaciones de la fenomenología con los empeños
personales.
Estoy convencida de que sólo partiendo de nuestras vivencias interiores percibimos y podemos
conocer cómo estamos hechos y lo es que verdaderamente humano.