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En su respuesta a la pregunta ¿Qué es la ilustración?

, el filósofo alemán Immanuel Kant se detuvo


a reflexionar sobre dos ámbitos de la libertad e, incluso, sobre dos reinos de la inteligencia del
hombre: el uso público de la razón, por un lado, y el uso privado de la razón, por el otro. Para
aquellos que están interesados en formar parte de los debates públicos (la legalización de la
mariguana, por ejemplo, el aborto o la pena de muerte), saber distinguir cuándo tenemos el
derecho de hacer uso de nuestra razón para un fin público y cuando sólo para uno privado es
imprescindible. Según Kant, sólo podemos hacer uso privado de nuestra razón (sólo podemos
criticar o juzgar alguna anomalía de nuestro entorno) cuando lo criticado es parte de nosotros
mismos. Por ejemplo, los que trabajan en el gobierno, en una universidad o en una empresa
comercial, no pueden criticarla públicamente a menos que renuncien a ella, porque sería cumplir
con ese presupuesto que vulgarmente conocemos como “morder la mano que te da de comer”. Lo
pueden hacer, sí, de forma privada, dirigiendo una carta al gobernador, rector o al gerente de la
empresa comercial, donde le expresen sus reticencias o inconformidades, y luego seguir los
propios cauces que la normativa de tal institución señalen, a menos que se encuentren frente a
una autoridad despótica. En cambio, aquellos que no pertenecen a ese entorno laboral, pero que
conocen de cerca su problemática, pueden hacer uso público de su razón para enjuiciarlo,
señalando sus yerros e intentando con ello corregirlos. Kant dice que aquellos que, pudiendo, no
hacen uso público de su razón, por cobardía o pereza, están en la minoría de edad intelectual. Que
es, en cambio, los que valientemente llegan a ejercer su razón públicamente, y sin necesidad de
apoyarse en otros, los que se convierten en ilustrados. Esa es, para Kant, la verdadera ilustración.
El ejercicio constante de la crítica, por lo demás, en su forma pública o privada, es la única manera
en que una sociedad puede salir de su letargo y avanzar hacia mejores formas de progreso.
También se es ilustrado, por tanto, cuando no sólo se critica sino cuando se acepta la propia crítica
como una medida natural de nuestro propio crecimiento intelectual y humano.

El filósofo Immanuel Kant(1724-1804) en un pequeño e importantísimo escrito ¿Qué es la


ilustración? Diferencia entre uso público de la razón y uso privado. Por uso público se entiende el
uso que cualquiera puede hacer de su razón, como alguien que es miembro de una comunidad
global o cosmopolita de lectores(Leserwelt).

Tal libertad en su uso es ilimitada. Al uso público Kant contrapone el uso privado que es el que
cabe hacer de la propia razón en el desempeño de una determinada función o puesto civil que se
haya confiado; es decir, es un uso restringido a cierto ámbito, un uso particular y no general.
Entonces tiene límite(s).

No se niega la labor de predicar la palabra de un Dios a la luz una serie de escritos sagrados ni su
función de consejero de una grey. Y se comprende la solidaridad para con él expresada en el
escrito que firma Mons. Barrantes. Pero lo que tampoco se pone en duda, y que es lo más
importante es que el obispo Francisco Ulloa es un ciudadano costarricense, sujeto como todos a
las leyes de la república. Y en esto último en lo que se apoya y da fuerza a nuestra reflexión. Por
causa de su ciudadanía, es por lo que se ha logrado una condena del TSE mediante un recurso de
amparo electoral solicitado por otros ciudadanos, esto es, su acción no ha quedado impune.

Estoy seguro de que nadie puede impedirle al obispo Ulloa o a cualquier otro clérigo que haga uso
público de su razón, mediante escritos, por ejemplo, pero deben eso sí, los “pastores del rebaño”
respetar la existencia de una directriz muy sabia emanada de la constitución, así como de una más
reciente proveniente del nuevo código electoral(artículo 136) que los obliga a hacer un uso
privado de la razón en el sentido kantiano.

Berreos clericales aparte, la jerarquía católica costarricense ostenta un poder fáctico muy fuerte,
asimetría imposible de invisibilizar(excepto, claro está, para los obispos infractores). Y si no que lo
digan los diputados de liberación nacional que recularon de sus propuestas de eliminar la palabra
Dios de la juramentación tal como está en la constitución(art. 194) o de eliminar el anti-moderno
y polémico artículo 75 de la misma solo días después del llamado del obispo Francisco Ulloa:
¡Excelente ejemplo de antiilustrados, según la terminología kantiana!. La injerencia de la iglesia
católica tiene bloqueada en este país la educación sexual en escuelas y colegios y la fecundación in
vitro desde hace ya varios años, el anticonceptivo de emergencia, las uniones entre personas de
un mismo sexo (aunque ellos afirman que respetan a las personas y claman a gritos por derechos
humanos) y nada raro que se opongan más adelante a los tratamientos con células madre
embrionarias. No cabe duda de que si le dejara al clero competir con los legisladores y
mandatarios, es decir, de juzgar por encima de cualquier otro poder o tribunal (imagino, por
supuesto, civil) pronto volveríamos a la Edad Media.

Es mucha la responsabilidad que carga la jerarquía eclesial como para que malinterprete los
llamados de atención de las instituciones civiles y delos ciudadanos que las animan. En palabras
del sabio de Königsberg: “Una época no puede aliarse y conjurarse para dejar a la siguiente en un
estado en que no le haya de ser posible ampliar sus conocimientos, rectificar sus errores y en
general seguir avanzando hacia la ilustración”. (Kant, ¿Qué es la ilustración?).

La Ilustración es la salida del hombre de su autoculpable minoría de edad. La minoría de edad


significa la incapacidad de servirse de su propio entendimiento sin la guía de otro. Uno mismo es
culpable de esta minoría de edad cuando la causa de ella no reside en la carencia de
entendimiento, sino en la falta de decisión y valor para servirse por sí mismo de él sin la guía de
otro. Sapere aude! [¡Atrévete a saber!] ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento!, he aquí
el lema de la Ilustración.

La pereza y la cobardía son las causas de que una gran parte de los hombres permanezca,
gustosamente, en minoría de edad a lo largo de la vida, a pesar de que hace ya tiempo la
naturaleza los liberó de dirección ajena; y por eso es tan fácil para otros el erigirse en sus tutores.
¡Es tan cómodo ser menor de edad! Si tengo un libro que piensa por mí, un director espiritual que
reemplaza mi conciencia moral, un médico que me prescribe la dieta, etc., entonces no necesito
esforzarme. Si puedo pagar, no tengo necesidad de pensar; otros asumirán por mí tan fastidiosa
tarea. Aquellos tutores que tan bondadosamente han tomado sobre sí la tarea de supervisión se
encargan ya de que el paso hacia la mayoría de edad, además de ser difícil, sea considerado
peligroso por la gran mayoría de los hombres [. . .]

Por tanto, es difícil para todo individuo lograr salir de esa minoría de edad, casi convertida ya en
naturaleza suya. Incluso le ha tomado afición y se siente realmente incapaz de valerse de su propio
entendimiento, porque nunca se le ha dejado hacer dicho ensayo.[. . .] Por eso, pocos son los que,
por esfuerzo del propio espíritu, han conseguido salir de esa minoría de edad y proseguir, sin
embargo, con paso seguro.

Pero, en cambio, es posible que el público se ilustre a sí mismo, algo que es casi inevitable si se le
deja en libertad.

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