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LA META, LA CARRERA Y EL PREMIO

OBJETIVO

Comprender la importancia de nuestro papel como siervos de Dios, correr la carrera de la


vida, la cual nos lleva a un objetivo por cumplir: La gran comisión.

INTRODUCCIÓN

✓ ¿CUAL ES NUESTRO OBJETIVO?

"Nuestro padre, Néstor Chamorro, vivió por una causa, hizo suya la causa de Dios y
trabajó hasta el último día de su vida por ella"

Nuestro objetivo es su misma causa: la gran comisión. Él nos enseñó la pasión, entrega y
consagración a ésta. Nos enseñó a no rendirnos ante las dificultades, a dar lo mejor y
hacerlo hasta el final.

“prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”


(Filipenses 3:14).

1. LA META

Es el lugar que señala el final de una carrera. Al definir nuestro objetivo, meta o punto de
llegada, estamos definiendo el cumplimiento de nuestros deseos, proyectos y anhelos, es
decir nuestra realización.

Abrazar una causa es que haga parte de nuestro proyecto personal. Eso significa la gran
comisión, un proyecto personal para nuestras vidas.

✓ Proseguir a la meta

“No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro
asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús” (Filipenses 3:12).

o No que lo haya alcanzado ya...

Dios nos ha dado muchas cosas en medio de nuestra vida, hemos alcanzado con fe y de
manera sobrenatural llegar a lugares donde jamás pensamos que tendríamos o
pasaríamos. Dios ha sido fiel, nos ha mostrado su grandeza y si quisiéramos contar los
testimonios, no nos alcanzaría el tiempo.
Sin embargo, no podemos conformarnos, todavía nos falta mucha tierra por conquistar y
debemos PROSEGUIR, continuar. Proseguir es no conformarnos con lo que tenemos,
avanzar hacia adelante, correr sin que nada nos detenga ni nos estorbe en la carrera que
tenemos.

o Alcanzar la salvación

Proseguir es luchar por alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí. Cristo
me amó, me sanó, me libró, pero también me realizó. Me alcanzó para hacer de mí un
instrumento útil, para servirse de mí.

¿Es posible alcanzar la salvación? ¿Está bien dicho este término?

“que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que
está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero” (1 Pedro 1:5).

"El consagrado se guarda en su carrera mediante la fe y por el poder de Dios en su vida,


para alcanzar la salvación que está preparada para el tiempo postrero, refiriéndose esto a
las futuras generaciones, las cuales recibirán la salvación como fruto de nuestra
consagración."

Alcanzar la salvación está relacionado, no con la nuestra, sino con la de las generaciones
futuras que serán impactadas por el consagrado, formando los renuevos y sellos que
llegarán a ser legatarios.

Proseguir es dar fruto de manera constante como hábito en nuestras vidas.

2. LA CARRERA

La carrera es personal, única, la corro con una única premisa: Hacer la voluntad de Dios
es el camino perfecto.

Yo conozco el camino, pero correrlo es personal, y yo tomo la decisión de cómo hacerlo.

Cuando entiendo el camino perfecto no estimó ni siquiera preciosa mi vida para mí


mismo, sino para cumplir el objetivo que he hecho mío, y esto hace que avance más
rápido con humildad, entendiendo que no es porque corra o me esfuerce, sino por su
misericordia.

“Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que
acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio
del evangelio de la gracia de Dios” (Hechos 20:24).

✓ Despojándonos de lo que nos estorba

“Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad?” (Gálatas 5:7).
Podemos terminar corriendo nuestra propia carrera por no hacer el objetivo parte de
nosotros, y terminamos corriendo una carrera basada en nuestro propio interés, una
carrera que resultará siendo en vano, porque nos apartamos del camino perfecto y
llegamos al fin de la carrera, la cual es la disolución y el desenfreno.

Cuando corremos con una carga, nos estancamos, y aquel que se estanca, termina
también retrocediendo, volviendo atrás. En otros casos, terminamos corriendo la carrera
del mal, la cual nos lleva a aferrarnos al poder, al robo o al adulterio, tres factores que
decía nuestro padre en la fe que debíamos, como siervos, cuidarnos de caer en ellos.

¿Qué nos puede estorbar para cumplir el objetivo?

o Falta de sanidad en el corazón (amargura)

“Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna
raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados” (Hebreos 12:15).

o El pecado

“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos,
despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la
carrera que tenemos por delante” (Hebreos 12:1)

o La amistad con el mundo

“Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y


lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís
mal, para gastar en vuestros deleites ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del
mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se
constituye enemigo de Dios (Santiago 4:2-4)

o El adversario

“Porque vosotros, hermanos, vinisteis a ser imitadores de las iglesias de Dios en Cristo
Jesús que están en Judea; pues habéis padecido de los de vuestra propia nación las
mismas cosas que ellas padecieron de los judíos,” (1 Tesalonicenses 2:14).

3. EL PREMIO

“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se
lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis (1 Corintios 9:24).
El legatario ha entendido que la manera en que tiene que correr la carrera es como
consagrado; así obtendrá el premio después de cruzar la meta cumpliendo el objetivo .
Entendemos que el premio no es la salvación, porque ésta no depende de nuestra carrera
personal; esa carrera la corrió Cristo por nosotros y le cumplió a su Padre siendo
obediente hasta la cruz. Entonces, el premio está relacionado con el supremo llamamiento
al cumplir el mandato superior al cual fuimos enviados por Cristo: cumplir la Gran
Comisión. Mientras corremos hacia cumplirlo, en el camino somos perfeccionados, la
meta nos espera hasta llegar a la medida y estatura de Cristo, perfectos en nuestro
camino por las obras de fe. El apropiarnos de esa perfección aquí en la tierra, es nuestro
premio, siendo participes de lo que Él ya hizo, para tener el pleno entendimiento de su
obra llegando a ser como Él.
Al consagrado no le importa perderlo todo y tenerlo por basura para alcanzar a Cristo.
“Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del
conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo
por basura, para ganar a Cristo” (Filipenses 3:8).

APLICACIÓN TEOTERÁPICA

Tenemos una meta a la cual llegar, un objetivo por alcanzar. Es necesario correr nuestra
carrera sobre el camino perfecto el cual es hacer su voluntad; correr, pero sin nada que
me estorbe, correr siendo libre, sin cargas ni peso que me asedie, correr sin perder el
norte para disfrutar del premio, del premio del supremo llamamiento, es decir, el premio es
la realización de cumplir con nuestro propósito mientras estemos en esta tierra.

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