You are on page 1of 14

PSICOLOGÍA

25 de enero de 2018
Nora Merlin, sobre la articulación entre psicoanálisis y política

“El populismo es un
freno de mano al
neoliberalismo”
Es psicoanalista, docente de la UBA y discípula de Ernesto Laclau. En uno de sus
últimos trabajos, establece la diferencia entre masa y pueblo, desmorona los
prejuicios sobre el populismo y plantea cómo puede ser entendida la
representación política desde el psicoanálisis.
Por Oscar Ranzani




Imagen: Sandra Cartasso

La psicoanalista Nora Merlin, docente de la carrera de Psicología de la


Universidad de Buenos Aires, viene trabajando desde su tesis doctoral la
articulación entre psicoanálisis y política. Discípula del recordado
intelectual Ernesto Laclau, Merlin es autora de Populismo y Psicoanálisis
(Editorial Letra Viva), que acaba de ser reeditado. En este libro logra
desmoronar con sólidos argumentos teóricos la categorización peyorativa
que históricamente se le dio al concepto de populismo, sobre todo en
América latina, donde se impulsó vigorosamente la idea de asociarlo a
regímenes totalitarios. A lo largo de 135 páginas, Merlin destaca la
diferencia entre masa y pueblo desde una perspectiva psicoanalítica,
define el significado del líder en cada uno de estos dos casos, plantea
cómo puede ser entendida la representación política desde el
psicoanálisis y cierra el libro con el análisis del peronismo, el movimiento
que en la Argentina fue denostado como “populista”, de acuerdo al
significado que le otorgó la derecha argentina, históricamente más
cercana a las ideas totalitarias y en oposición a las progresistas. Merlin
reedita Populismo y Psicoanálisis en una configuración política argentina
muy convulsionada, donde vuelve a redefinirse el concepto de la
construcción populista.

La autora destaca que le interesa la política, la cultura y lo social desde


hace muchos años. “También vi que al Freud de la última época le
importaba mucho la cultura, estaba muy preocupado por el ascenso del
nazismo, por la guerra, por la construcción de masas”, explica la autora
en la entrevista de PáginaI12. Por otra parte, si bien Lacan no se dedicó
especialmente a pensar la cultura, “ubicó el discurso capitalista dentro de
los otros discursos: el de la histérica, el de la universidad, el del
psicoanálisis. Lo puso en relación a los otros discursos”, señala Merlin
acerca de la arquitectura teórica de su trabajo. A partir de ahí, la también
Magíster en Ciencias Políticas pensó que era posible establecer una
relación entre política y psicoanálisis. Pero luego aclara: “Al principio,
pensé qué le podía aportar el psicoanálisis a la teoría política. Entonces,
empecé a pensar en la pulsión de muerte, el síntoma, las
identificaciones, el fantasma. Todo eso es útil e imprescindible, pero
cuando fui avanzando en la articulación entre política y psicoanálisis me
di cuenta de que había un espacio novedoso entre ambas. Cada
disciplina mantiene su especificidad, un campo específico, pero al mismo
tiempo hay un espacio de intersección sumamente fecundo, que no es ya
sólo lo que el psicoanálisis le aporta a la teoría política sino ese espacio
de intersección, a pesar de las especificidades. Cuando encontré los
textos de Laclau vi que era lo que estaba buscando. El hace una
articulación importante a la teoría política”, subraya Merlin.

–El libro parte de establecer una diferencia entre masa y pueblo.


¿Cuáles son las principales en términos psicoanalíticos?

–Es una diferencia fundamental que hay que hacer, que estaba
pendiente porque si no se hace esa diferencia se empasta todo porque
se diría que el fascismo es igual al populismo y eso es un disparate, un
punto de ignorancia que es necesario resolver. Mi trabajo estuvo
orientado sobre todo a deconstruir esa diferencia y establecerla. Si no se
hace esa diferencia se homologa, por ejemplo, el peronismo al fascismo.
Lo que establezco en el libro es que Freud aporta la categoría de masa y
Laclau aporta la categoría de pueblo. Imaginariamente uno tiende a
pensar la masa como un grupo de gente en la calle haciendo lío o
manifestándose. Esto es un reduccionismo teórico. En realidad, lo que
ofrece Freud es un dispositivo que él toma de la organización de la
Iglesia y del Ejército que llama “masas artificiales”. Toma ese modelo
para pensar la construcción de masa. A partir de esta configuración uno
puede comprender que hay instituciones y cultura organizadas como
masa. La conformación o el dispositivo de la masa consiste en dos
operaciones: la idealización y la identificación. Esto significa que un
montón de individuos ponen en el mismo lugar al objeto ideal.

–¿El líder de la masa vendría a ocupar el ideal del yo de los


individuos?
–Exactamente. Y luego se identifican horizontalmente entre sí, al punto
que uno puede decir que hay una uniformidad, un sistema completo y
circular.

–¿Y el pueblo?

–Es completamente distinto. Por empezar, es una categoría discursiva.


Para desarrollar su última teoría del populismo, Laclau tomó el
psicoanálisis, la lingüística, la retórica y, a partir de esos elementos,
produjo su teoría. Es una construcción discursiva y tiene efecto de
significación. También es performativa. Esto quiere decir que la realidad
no es un punto de partida sino que es una construcción que tiene un
efecto de significación. La unidad de análisis del populismo es la
demanda.

–En ese sentido, ¿cómo funciona la demanda social en el


populismo? ¿Hay una necesidad de reconocimiento dirigida al
Otro?

–La demanda es un concepto fundamental en psicoanálisis y toda


demanda se dirige a un Otro. El pueblo es un efecto contingente, un
aporte a la democracia. Amplía el concepto de democracia. No se opone
sino todo lo contrario: la radicaliza. Entonces, la demanda es un pedido
que se realiza a las instituciones o al Otro social. Y esas demandas se
van articulando y van desarrollándose en una lógica de diferencias y
equivalencias y se va formando una construcción hegemónica. Ahora,
esa construcción hegemónica no está fundamentada en el líder, como en
el caso de la masa, donde psicoanalíticamente el líder ocupa el lugar del
ideal y es el único sujeto en la masa y todos los demás son objetos.
–En cambio, en el pueblo el líder es objeto y quienes integran el
pueblo son sujetos, ¿no?

–Claro, uno podría decir que el pueblo es un sujeto, es un nuevo agente


político que propone Laclau. Es un sujeto porque se realiza por voluntad
popular. La voluntad popular es un concepto fundamental. Jean-Jacques
Rousseau hablaba de esta, aunque nunca dijo cómo se construía. Vino
Laclau a decir cómo se construye un pueblo basado y fundamentado en
la voluntad popular. Algunos dicen –prejuiciosamente– que va en contra
de la república, pero la verdad es que es todo lo contrario. El pueblo,
como decía, radicaliza la experiencia democrática porque le aporta el
componente de soberanía. Laclau dice que el pueblo es una construcción
singular: no se puede extrapolar lo que pasa en otros populismos.
Algunos dicen: “Esto va a ser Venezuela”. Eso es una estupidez, un
prejuicio malicioso que tiende a embarrar teóricamente la postura. Es
también un prejuicio ideológico porque el concepto de pueblo le da
dignidad a un concepto que estuvo muy denostado y que lo sigue
estando lamentablemente.

–¿En qué medida el líder populista es, en términos lacanianos, un


otro semejante y en qué medida podría ser considerado un gran
Otro, representado por las instituciones y el Estado?

–En realidad, hay que hacer una diferencia. El líder de pueblo es quien
escucha el ruido de las voces de la calle y las convierte, le da
significación política. Hay demandas que no entran en la cadena del
populismo. Uno tampoco sabe cuáles entran y cuáles no, pero finalmente
se establece una lógica articulatoria. Esas demandas son todas
diferentes entre sí porque Laclau se basa para establecer su categoría
en la teoría de Saussure de la lingüística. Es un sistema de diferencias y
oposiciones y cada elemento vale por su relación de oposición con los
otros. Entonces, nunca se sabe el efecto de significación ni cómo se van
a articular, ni qué demandas entran, ni cuáles no. Luego se va
estableciendo una lógica de articulación, pero después cuando se va
estableciendo el adversario político entran en una lógica de equivalencia.
Ya había una cierta lógica de equivalencia porque todas eran un pedido,
pero cuando se recorta el adversario se profundiza esa equivalencia y se
mantiene el aspecto diferencial porque no es que se subsumen todas las
demandas, no es que se transforma en una masa, en un todo: hay
pluralidad, hay tensiones.

–¿En la masa hay una sobrestimación del líder? ¿Esto se puede


asociar con lo que pasa, en términos afectivos, con el objeto de
amor en el enamoramiento donde el yo le cede a su objeto su libido
narcisista?

–La masa es una estructura puramente libidinal. Esto significa que es


una estructura imaginaria. ¿Qué se produce en la masa?: “Yoes”, un yo
más otro yo más otro yo. O sea, un conjunto de individualismos. La base
de la masa es la sugestión. Es la misma operación que funciona en la
hipnosis y en el enamoramiento. Una de las razones por las que Freud
abandonó la hipnosis fue por el poder que centraliza el líder o el
hipnotizador. Ese poder que le confiere la situación de hipnosis implica
manipulación, imposición, poder. El poder del pueblo no es el poder del
líder: es el poder organizado por voluntad popular. Es construcción
hegemónica. En el populismo intervienen elementos afectivos, cuerpos,
pasiones, pero también intervienen discursos. Entonces, el sujeto no está
cumpliendo órdenes por sugestión, como sí sucede en la masa. Para dar
un ejemplo de masa: los medios de comunicación generan cultura de
masas. A medida que se fueron instalando en la cultura, se fueron
desarrollando. La televisión, sobre todo, vino a ocupar el lugar del ideal y
desde ahí se fue profundizando la cultura de masas, a tal punto que hoy
en día es un problema la concentración que tienen los medios de
comunicación en relación con las democracias. Algunos dicen: “El
populismo va en contra de las democracias”. Yo puedo demostrar que la
concentración mediática, que forma cultura de masas, va en contra de la
democracia.

–¿Por qué puede haber populismo, en tanto estructura, tanto de


izquierda como de derecha?

–Esa es toda una discusión. Dentro de los que estudiamos el fenómeno


del populismo hay algunas discrepancias. Laclau afirmó que el populismo
es un dispositivo que puede dar como resultado el populismo de derecha
y el populismo de izquierda. Pero también afirmó otra cosa en sentido
opuesto: el populismo necesita siempre de lo heterogéneo para su
construcción. Hay un heterogéneo radical, que sin eso no es posible la
construcción hegemónica porque ese heterogéneo tiene que ver con la
condición discursiva y de la demanda. Esto significa que el discurso no
puede dar cuenta absolutamente de la cosa o del referente. Entonces,
siempre hay un heterogéneo radical que, al mismo tiempo, causa la
política. Laclau dijo las dos cosas. Ahora, el poder, según Lacan, el
discurso capitalista, tiene estructura circular; es decir, rechaza la
imposibilidad, la representación y todos los efectos que se deducen de
ahí. Entonces, el poder tiene una estructura cerrada. Mi tesis es que la
masa es el paradigma del neoliberalismo, es el modo social. Digo el
modo social, no discursivo. La masa es más una categoría moral que
política. Es un todo. Jorge Alemán se inclina más a pensar que el
populismo tiene que ser sólo de izquierda –y yo me inclino más a esa
posición– por esta inclusión de lo heterogéneo que produce estructuras
precarias, frágiles. Hay cierta estabilidad, pero al mismo tiempo no es la
estructura del poder.

–¿Cuánto influye la realidad psíquica en la idea de representación


política?

–El populismo es un nuevo modo de representación. Amplía el binomio


representante-representado. Es decir, la democracia moderna inaugura
el binomio representante-representado. Descriptivamente, hay una
sociedad previa que requiere ser representada. La construcción
hegemónica es una nueva construcción de la representación: implica una
representación que se realiza y que cuando se realiza reproduce lo
representado.

–Y el concepto de participación en el populismo, ¿cómo se


introduciría en esto que menciona?

–El populismo permite un sujeto capaz de vivir una experiencia política y


de realizar una forma de cómo quiere vivir, según su voluntad, que sería
la voluntad como construcción colectiva. Entonces, la representación
clásica –que no se opone al populismo sino que la teoría del populismo la
amplía–, implica un sujeto, de alguna manera, mortificado, excluido de la
experiencia política, donde no pone en juego ni su cuerpo, ni sus afectos
ni sus pasiones. El populismo incluye un aspecto que uno podría decir
que es democracia participativa. Es un prejuicio decir que el populismo
se opone a la democracia representativa porque los pueblos requieren
Estados fuertes, con instituciones capaces de representar los intereses
populares. Y la apuesta populista es a un Estado que tenga sus raíces en
el pueblo. En este momento, diría que hay una disputa por la concepción
de la democracia y de los Estados; es decir, una disputa entre lo que
podrían ser los populismos y el neoliberalismo.

–¿Cómo llegó la derecha a resignificar el concepto de populismo


para denostarlo y que se impregne en el cuerpo social?

–El populismo siempre fue un concepto absolutamente degradado. El


esfuerzo que hizo Laclau fue sacarlo del lodo y devolverle dignidad, del
mismo modo que hizo Jean-Martin Charcot, en su momento, con la
histeria. La histeria también era una categoría que implicaba simulación,
impostura, mentira. Y Charcot le devolvió dignidad. Laclau hizo el mismo
movimiento respecto del populismo. De todas maneras, pienso que
estamos perdiendo la batalla. Si bien hay mayor apertura y estudio en las
academias, al mismo tiempo la campaña mediática es tan imponente, tan
impresionante y están demonizando todos los populismos. El modelo es
Venezuela, como el mal absoluto, el mal radical. Tanto en América latina
como en Europa se usa el antipopulismo chavista como modelo a
oponerse.

–¿Qué lugar cree que ocupa el populismo en la actual configuración


política de la Argentina?

–Laclau vino a inscribirse en el posmarxismo y eso nos trajo algunas


malas noticias, como dice mi amigo Jorge Alemán. Una de ellas es que
no hay revolución, ni está asegurada la emancipación, ni hay un sujeto
que vaya a llevar adelante la tarea histórica. Todo eso cayó y estamos
haciendo el duelo. Al mismo tiempo, mi punto de vista es que el
populismo es una herramienta que puede ser pensada como freno de
mano, un concepto de Walter Benjamin. Sería un freno de mano al
neoliberalismo dentro del juego democrático, dentro del capitalismo y del
juego político.

–Al comienzo hablaba del peronismo y esa denostación del


populismo cobró un impulso muy fuerte para cuestionarlo. ¿En el
peronismo hay que hablar del pasaje de la masa a la construcción
populista?

-Sí, cuando Perón fue tomando importancia política y tomando contacto


con los trabajadores produjo un nuevo actor político: la masa. La verdad
es que la masa fue un elemento inédito en la cultura, sobre todo
compuesta por trabajadores. En un momento, cuando esto comenzó a
demonizarse se produjo el 17 de octubre, que todos ya sabemos de qué
se trató. Y yo ubico ahí un hito respecto de la construcción de pueblo. A
partir de la demanda de “Libertad a Perón” o de “Excarcelación”
comenzaron a organizarse distintos movimientos como sindicatos,
trabajadores que se fueron sumando y aglutinando. Esto fue un cambió
en la construcción. Ahí yo ubico el primer pasaje a partir de la demanda
de “Libertad a Perón” que se fue profundizando luego con la demanda
que se produjo tras el golpe de la Revolución Libertadora y el exilio de
Perón. Era la demanda por la vuelta de Perón, que se configuró como la
resistencia peronista. A partir de esas dos demandas se empezó a
producir una profundización en el pasaje de masa a pueblo. Se fueron
sumando nuevos actores como, por ejemplo, la juventud, se desarrolló
una gran militancia barrial, en las fábricas, los movimientos villeros,
etcétera. Fueron aumentando los eslabones de lo que iba a ser la cadena
de equivalencias.
* Nora Merlin es también autora de Colonización de la subjetividad.
Medios masivos de comunicación en la época del biomercado, con
prólogo de Víctor Hugo Morales (Ed. Letra Viva).

En esta nota
 NORA MERLIN
 PSICOANÁLISIS
 POLÍTICA
 POPULISMO
 MASA
 NEOLIBERALISMO
por Taboola

Te Recomendamos

Los crímenes del franquismoHabrá una audiencia en Casación Penal

Tierras para los vecinosFuncionarios municipales sumaron sus críticas al


anuncio de Angelini

Con la idea de seguir de rachaRiver viajó para enfrentar mañana a Emelec


por la Copa Libertadores

ÚLTIMAS NOTICIAS
Policías con restos de cocaína y marihuanaAnálisis de los agentes
que mataron por la espalda a Facundo Ferreira
Hace 28 min
Afuera del Congreso sigue el verdurazoProtesta de pequeños
productores
Hace 59 min
Al recinto contra los tarifazosIniciativa opositora en Diputados
Hace 19 min
“Hay una decisión política de no otorgar más pensiones"Los
despidos en la Agencia Nacional de Discapacidad
Hace 2 hs
Segundo día sin bancosSigue el paro contra la oferta salarial del 15
por ciento
Hace 2 hs

Ver más
ESCRIBEN HOY:
 Adriana Meyer
 Beatriz Vignoli
 Carlos Rodríguez
 Cristian Carrillo
 Diego Brodersen
 Eduardo Toniolli
 Emir Sader
 Federico Kucher
 Gustavo Veiga
 Javier Aguirre
 Javier Lewkowicz
 Juan Carlos Tizziani
 Juan Ignacio Provéndola
 Karina Micheletto
 Lorena Panzerini
 Manuel Quaranta
 Mariana Carbajal
 Marta Riskin
 Miguel Jorquera
 Oscar Ranzani
 Pablo Esteban
 Raúl Dellatorre
 Raúl Mercer
 Ricardo Beltrán
 Sebastian Abrevaya
 Silvina Friera
 Soledad Vallejos
 Talíria Petrone
 Tomás Lukin

You might also like