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OFRENDAS Y DIEZMOS
INTRODUCCIÓN
Hay algo que resalta con claridad en la Biblia, y es que adoración y ofrendas están
íntimamente ligadas. O sea, que mayordomía viene a ser en esencia adorar y ofrendar. El
primer gran privilegio del cristiano es adorar, es decir, rendir culto a Dios. <<Al Señor tu Dios
adorarás, y a él solo servirás>> (Mat. 4:10). La mayordomía del dinero hay que verla como un
resultado, un fruti de nuestra adoración a Dios. Por eso, presentar nuestras ofrendas debe ser
<<delante del Señor>>, en su culto en el templo, como una parte importantísima de la adoración
que le damos a él, y no algo que parezca ser secundario u obligatorio desde el punto de vista
legalista. Adoramos a Dios ofrendando y ofrendamos a Dios adorando. Adorar sin ofrendar es
sólo ceremonia; ofrendar sin adorar es hipocresía.
En el templo o en la célula, el pueblo del Señor se reúne para adorar a Dios a través de
los himnos, de la música, del canto del Coro, de la lectura de la Biblia, de las oraciones, del
sermón, y también, ineludiblemente, a través de las ofrendas.
El diezmo es la décima parte de las entradas o ganancias netas, dedicadas a Dios para
fines religiosos y como expresión de adoración a él. La práctica de dar los diezmos es muy
antigua, y se la conoció aun entre los pueblos no hebreos.
I. SISTEMA DE OFRENDAS
1. El ofrendar en la Biblia
La revelación bíblica empieza y termina con relatos sobre el ofrendar.
La Biblia, de principio a fin está enmarcada dentro de la enseñanza de la mayordomía, o sea
que todo en nuestra relación con Dios es un continuo dar: El nos da sus bendiciones a
nosotros y nosotros le damos nuestra gratitud y gozo a El. En el centro de todo está el
sentimiento y el acto de dar.
Encontramos en el relato de la ofrenda de Abel. Véase Gn. 4:2-4. Abel adoró ofrendando. Y
fue ofrenda y adoración porque la misma Biblia nos dice que él lo hizo en fe: He. 11:4.
El Antiguo Testamento cierra con la profecía de Malaquías, y en ese libro también se no habla
de las ofrendas, en la forma de una fuerte reprensión al pueblo de aquel entonces por robarle
a Dios el no traer los diezmos al alfolí; y también al ofrecer <<pan inmundo>> y el <<el animal
ciego para el sacrificio>>.
Mt. 2:11 se nos dice de los magos del oriente que visitaron al Niño Jesús.
Aquí la adoración se expresó ofrendando.
Y entonces, en el libro del Apocalipsis, se nos describe (Ap. 4:9-11). Es de suma importancia
el hecho de que la revelación bíblica se cierra con un acto de adoración y ofrendas en el cielo
mismo, lo cual no es otra cosa sino el triunfo esplendoroso de la mayordomía.
1) Las ofrendas eran ofrecidas a Dios, pero debían ser traídas por el oferente al tabernáculo
y ser presentadas al sacerdote, Lv. 1:2-3; 2:1, 2; 5:8.
2) La ofrenda debía ser de animal completo y sin defecto.
Dios nunca aceptaría ofrenda defectuosa, Lv. 3:1; 22:20.
3) La ofrenda debía ser voluntaria, Lv. 1:3; 19:5; 22:18,21; Dt. 16:10
4) Nadie debía presentarse delante de Dios sin ofrenda.
Ex. 23:15, <<... y ninguno se presentará delante de mi con las manos vacías>>, Dt. 16:16,17.
4) Los sacerdotes participaban de las ofrendas. Lv. 2:3; 7:6,7; 6:16-18.
5) Con el correr del tiempo, el pueblo se volvió hipócrita en cuanto a las ofrendas, y fue
reprendido y castigado por Jehová Dios, Is. 1:11-14; Mi. 6:6-8; Mal. 1:7-9.
En el Nuevo Testamento, las enseñanzas sobre el ofrendar tienen por base las del Antiguo
Testamento.
El ofrendar es más que un deber: es un privilegio y una bendición. Se le llama <<la gracia de
dar>>. Desde luego, ahora las ofrendas no consisten de animales sacrificados, puesto que el
sacrificio de Cristo en la cruz del Calvario fue el cumplimiento perfecto y satisfactorio de lo que
los sacrificios en el templo representaban. Pero sí los principios que justificaban el ofrendar en el
Antiguo Testamento, en vista de que en la vida del evangelio también debemos adorar a Dios
presentándole nuestras ofrendas, y nuestra es, igualmente, la responsabilidad de sostener
económicamente la obra del Señor.
De manera que el dinero es uno de los temas de predicación de la iglesia, y en ello también
debemos ser buenos mayordomos.
1) Jesús encomió el acto de dar y ofrendar. Lucas 21:1-4; Mateo 25:6-13; 26:6-13.
Jesús alabó a la viuda porque ofrendó, con sacrificio, con fe y con humildad, sin
ostentación. Y Jesús alabó también a la mujer que le ungió en Betania, en casa de Simón
el leproso, porque la ofrenda de esta mujer fue una ofrenda voluntaria, fue una ofrenda
para él, fue una ofrenda generosa y fue una ofrenda de visión profética y misionera.
2) Jesús le dio importancia a la motivación espiritual de las ofrendas. Mateo 5:23,24.
En estos dos versículos podemos ver que Jesús aceptó y aprobó el sistema de ofrendas
del Antiguo Testamento, pero al mismo tiempo señaló la importancia de la rectitud de la
vida espiritual. El oferente debe estar en paz con sus hermanos y en comunión con Dios.
3) Jesús combatió el pecado de la codicia e indicó el verdadero valor de la vida. Mateo 6:19-
21; Lucas 12:15. El avaro hace de su dinero un dios y le rinde culto. Esto viene a ser un
pecado de idolatría. La vida no consiste en lo que tenemos sino en lo que somos. Las
palabras de Cristo nos delinean la filosofía correcta de la vida.
4) Jesús enseñó la confianza en Dios, quien es nuestro Padre proveedor. Mateo 6.25-34.
Vivimos nuestra vida también desde un ángulo material, por eso muchas de nuestras
necesidades son de esta índole. Y es de aquí de donde nacen muchas de las
preocupaciones y aflicciones de los hombres. Pero el secreto para una vida feliz y
tranquila está en poner toda nuestra confianza en nuestro buen Padre celestial. La
preocupación de Dios es proveernos de todo lo que necesitamos. Fijemos nuestra mente
en tres de esas promesas: Fil. 4:19, He. 13:5,6
5) Y, finalmente, Jesús enseñó la mayordomía como la esencia y la clave de una vida útil,
armónica y feliz mateo 6:33
Estas palabras son un magistral resumen de la vida cristiana: las cosas materiales son
solamente medios hacia un fin; la meta de la vida es el reino de Dios. Las cosas que nos
<<serán añadidas>>, según el contexto de este versículo, son las que tienen que ver con
el cuerpo y la vida material. <<¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?>>
El apóstol Pablo nos da una exhortación muy pertinente a este respecto: <<Porque nada
hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento
y abrigo, estemos contentos con esto>> 1 Ti. 6:7,8
2) Los obreros del Señor deben vivir de las ofrendas del pueblo del Señor. 1 Cor. 9:7-14;
Mateo 10:10b. No debe haber la menor duda de que es enseñanza totalmente bíblica el que
las congregaciones cristianas locales sostengan económicamente a sus pastores y
predicadores. Y los que son ministros del evangelio no deben de ningún modo avergonzarse
de recibir un salario justo y digno de las congregaciones a las cuales sirven. Claro, hay que ser
obreros diligentes, esforzados y responsables. <<El labrador, para participar de los frutos,
debe trabajar primero>> (2 Ti. 2:6)
Las iglesias que son fieles en su mayordomía deben sentirse muy contentas de que sus
ofrendas tienen un uso tan importante y tan hermoso como es el de sostener dignamente a los
obreros del Señor. Veamos algunas citas bíblicas que definen y robustecen esta importante
doctrina: Mt. 10:10; 1 Co. 9:11, 13,14; Gá. 6:6; 1 Ti. 5:17-18.
El principio detrás de la práctica del diezmo rige para el sostén económico de la obra del
evangelio, pues Pablo dice que <<ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que
vivan del evangelio>> (1 Cor. 9:11-14)
Aunque Pablo en este capítulo está dando instrucciones y sentado principios sobre los
derechos que un apóstol tiene en una iglesia cristiana gentil, él está basando su
enseñanza en cómo las iglesias deben sostener financieramente a los ministros del
evangelio, en lo que fueron las instrucciones y la revelación de Dios a su pueblo de Israel
en el Antiguo Testamento.
Para quién son los diezmos y las ofrendas y adónde debemos entregarlos.
1) Son dedicados a Dios, principalmente para el sostén de su culto y de su obra. <<...
que tomen para mí ofrenda;...>> Ex. 25:1,2. véanse también Ex. 35:4-5; Lv.
1:2,3,9,13,17; He. 13:15; Col. 3:23,24.
Todas nuestra ofrendas son <<al Señor>>.
2) Debemos traerlos al templo, al lugar de la adoración pública a Dios. Dt. 12:5,6,11;
Neh. 13:12; 2 Cr. 31:10-12; Mal. 3:10; Hch. 4:33-35.
5. Cuáles son algunos de los resultados cuando cumplimos fielmente con la mayordomía del
dinero.
1) La obra del Señor se extenderá más y las iglesias serán más pujantes en todo.
La obra del Señor es espiritual en su naturaleza, pero para llevarla a cabo se necesita de
los medios materiales y humanos. Esto no se puede desconocer, a menos que seamos
ciegos a las realidades que confrontamos. El dinero, por consiguiente, viene a ser
necesario para pagar un salario digno y justo a los obreros del Señor; para construir
templos cómodos y decentes en los que se adore a Dios y se predique su palabra; para
comprar mobiliario adecuado y los materiales audio-.visuales que se necesitan para el
programa de educación cristiana; para pagar los servicios públicos, luz, agua, etcétera;
para comprar la literatura para los múltiples ministerios de la iglesia; para enviar y
sostener a misioneros extranjeros; y para pagar todos los gastos internos de la
congregación.
Una iglesia, pues, cuyos miembros dan sus diezmos y ofrendas al fondo de ella, no se
verá limitada en cumplir su ministerio de evangelismo, de enseñanza, de beneficencia y
de recreación que el Señor le ha encargado, sino que será una iglesia en crecimiento,
gozosa y misionera.