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Al que se descansaba en su pecho, al que expresaba mejor el afecto, al único que le acompaño en

su última agonía, aquel a quien le encargo a su propia madre, al que escucho “¡consumado es!”,
el que vio su corazón destrozarse, al testigo fiel y confiable; ah aquel no le entrego la
responsabilidad de dirigir su rebaño, sino de una manera polémica se la dio al imprudente, al
inseguro, al iracundo, al cobarde, al acusado, al supuesto descalificado, al que le prometió la íntima
compañía que es la fidelidad y no le cumplió, ah aquel que le negó públicamente tres veces con
juramento y maldición, al que le dio un mal testimonio y perdió su dignidad de apóstol y discípulo,
a ese no solo le dio las llaves de su reino sino también le confió el cuidado y el gobierno de su
Pueblo.

Donde el hombre vio a un pecador, Dios vio a un testigo, donde el hombre vio un cobarde Dios
vio un confesor, donde el hombre vio a un desertor, Dios vio a un amante, donde el hombre vio a
un reincidente pescador Dios vio un ferviente Apóstol, porque solo Dios y no el hombre conoce el
destino…

No fue con Juan sino con Pedro.

Por lo tanto no serán tus méritos en la fe los que te harán confiable para ejercer un cargo ante
Dios, no será tu obediencia la que te reservara un ministerio, ni tampoco tu supuesta
irreprensibilidad la que te donara el servicio, esto no es por méritos propios, no es por anhelos,
deseos o por esfuerzos sino es por la presciencia de Dios.

Y Dios ya conoció a todos los hombres así que los ministros ya están escogidos desde antes que
hayan nacido por la sencilla razón que Dios no necesita probar para aprobar puesto que es
omnisapiente y libre entre sus asuntos.

El Señor Jesús le dijo a Pedro, “De cierto te digo que cuando eras más joven te ceñías e ibas a
donde querías, más cuando ya seas viejo extenderás tus manos y te ceñirá otro y te llevara a donde
no quieras”… dándole referencia con que muerte iba de glorificar a Dios.

Y así el gallo, (el símbolo de la culpa), ceso de cantarle a Pedro, pero su ministerio, (la voluntad
de Dios), hasta el día de hoy no cesa-

Su perdón nos otorga un nuevo episodio, nuevos días, una nueva oportunidad para demostrar lo
que no pudimos en el ayer es decir de lo que Dios quiso con nosotros hacer.

El Señor Jesús dijo, “Si alguno quiere ser mi discípulo “olvídese” de sí mismo, coja la cruz y
sígame.” Y dejando “sus vidas” le siguieron; ¿Qué es tu vida?...

Su persona inolvidable, su invitación irresistible y su pasión nos estimula a toda renuncia de la


propia vida y a la legítima devoción de una nueva. El Ágape, su esencia; la Verdad, su voz…por
ello dijo “El que abandone su vida por Mí la encontrara y el que se aferre a su vida la perderá.”

Porque solo el que deje su vida por la VIDA con la decisión de ya no volverla a recuperar, será
aquel que pueda con ligereza de espíritu y entusiasmo de corazón caminar detrás de Él.

Utilizamos la lengua de judíos y griegos, pero solo atendemos al Evangelio que vino del cielo.

Es desde los apóstoles y no desde el texto de fe, pues la Tradición dejada es antes de todo
testificado escrito y la sucesión no es una teoría sino es un testimonio porque solo los testigos
hacen testigos.

¡La mentira gobierna hasta que la Verdad llega!- Desde el siglo I hasta el XXI, lo
demás es traición a los mártires, Amen.
Solo el que deja su vida con la decisión de ya no volverla a recuperar, aquel puede con ligereza
de espíritu y entusiasmo caminar detrás de Él.

Cristo nos desea evitar el sufrimiento eterno.

El segundo es el primer seguidor.

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