Professional Documents
Culture Documents
Reparto
Julián Bisbal Juan Carlos Gené
Carmen, su mujer Norma Aleandro
Don Bouza Hugo Caprera
González Beto Gianola
Alberto José Novoa
Chela Adriana Aizeniberg
Marta Beatriz Alemany
La madre Marta Gam
El padre Fausto Aragón
Vacaro Emilio Alfaro
Derisi Julio de Grazia
Morandi Pepe Soriano
Dora Hilda Suárez
Escenografía Antón
Dirección David Stivel
ESCENA I
(Cocina del departamento de Julián Bisbal. Es un ambiente pequeño; en el
centro una mesa cubierta con un hule a cuadros; atrás una cocina y un aparador; a
la izquierda una cocina eléctrica sumamente vieja. Son las ocho de la mañana de un
día jueves. Al comenzar la escena, Carmen, la mujer de Julián Bisbal, pone a
calentar café. Es una mujer de unos veintiocho años, fea, aunque con un dejo de
dulzura en el rostro. Se acaba de levantar de la cama; está despeinada Y cubierta con
una bata descolorida. Saca una taza del aparador y la coloca sobre la mesa. Luego se
dirige hacia la derecha y se asoma a la puerta que da a la habitación).
CARMEN: (Llamando.) ¡Julián! ¡Vamos! son las ocho ya. (Vuelve a la cocina;
mira el café y pone a calentar un jarro con leche.) Después te
amargás si el viejo Bazán te protesta. (Pausa.) Eso pasa por acostarte
tan tarde. No puede ser que te pases la vida durmiendo cinco o seis
horas. Cómo no vas a estar cansado todo el día. (Controla el café.) Tu
mamá dice que no te ve muy bien. Me lo dijo el otro día, ¿te conté? Le
dije que dormías poco y me dijo que tengo que obligarte a descansar.
(Se asoma a la habitación.) ¡Todavía estás en la cama! ¡Son más de
las ocho! ¡Vamos! (Se hace una pausa durante la cual, se presume,
LOS DÍAS DE JULIÁN BISBAL 2
JULIÁN: (Molesto.) ¡Por favor, Carmen! ¿Ahora salís con eso? (Breve pausa.)
Lo que pasa es que no aguanto más la oficina; es eso. No hay caso,
tengo que irme de Ribaudo y conseguirme otro trabajo. Un corretaje o
algo así. Algo que sea más libre.
CARMEN: Siempre estuviste en Ribaudo, Julián. Pero antes no era así. (Breve
pausa.) Hace un tiempo, cuando hablamos, me dijiste que no estabas
bien, que se te iba a pasar. Me pediste que te diera una semana de
tiempo, ¿te acordás? Pasó más de un mes. Estuve esperando a que te
decidieras a hablarme. (Pausa.) ¿Es otra mujer, Julián?
JULIÁN: ¿Eh?
CARMEN: Si te gusta otra mujer.
JULIÁN: (Protestando.) ¡No!... ¡Qué otra mujer! (Breve pausa.) Bueno, me
voy. (Inicia el mutis. Carmen se acerca y lo toma.)
CARMEN: Julián... No nos vamos a separar nunca, ¿no?
JULIÁN: Se me hace tarde, Carmen.
CARMEN: Contestame, Julián. ¿No nos vamos a separar nunca?
JULIÁN: (Molesto.) Está bien... No. (La besa.) Chau.
CARMEN: (Lo retiene.) Dame un beso bien. (Julián la besa en la boca,
rápidamente.) ¿Vas a ir a la cena, hoy?
JULIÁN: Y sí... Chau.
CARMEN: Chau. (Julián sale rápidamente. Carmen se sienta frente a la mesa,
pensativa. Las luces decrecen rápidamente.)
ESCENA II
(Un café de barrio, ubicado en la esquina de la casa de Julián. Un mostrador y
varias mesas. Detrás del mostrador se halla su dueño, Don Bouza, un hombre de
unos cincuenta Y ocho años, leyendo el diario de la mañana. Un instante después
entra Julián y se acerca al mostrador.)
JULIÁN: Buen día, Don Bouza
DON BOUZA: Hola... (Don Bouza se dirige hacia la máquina de café.)
JULIÁN: Rápido ese cafecito, Don Bouza, que estoy apurado.
DON BOUZA: Tranquilo, hombre, tranquilo... "Vísteme despacio, que estoy
apurado". ¿Sabe quién dijo eso? Napoleón. Y es una gran verdad.
Piénselo. Quiere decir que las cosas que se hacen con apuro siempre
tardan más. "Vísteme despacio, que estoy apurado." Se lo dijo a su
ayudante. (Breve pausa.) ¿Se quedó dormido hoy?
JULIÁN: Eh... Anoche estuve aquí hasta las dos. Gerardo trajo la guitarra y se
puso a cantar tangos... Yo me fui a las dos, pero algunos se quedaron.
Estuvo lindo. (Breve pausa. Julián enciende un cigarrillo.) Soy el
primero como siempre.
DON BOUZA: Eh... Todas las mañanas es igual. Hasta las diez no se vende más que
cuatro o cinco cafés. Cada vez viene menos gente. Antes sí que valía
la pena, pero ahora... (Coloca el café frente a Julián, )
JULIÁN: Usted tendría que poner un "grill" como hacen todos.
DON BOUZA: ¿En éste barrio? No vale la pena.
JULIÁN: Está a dos cuadras de la estación.
LOS DÍAS DE JULIÁN BISBAL 5
JULIÁN: Parece que no anda bien con tu amigo. ¿Se llevan mal?
GONZÁLEZ: Si apenas las conocernos... Las levantamos con el coche en la calle.
Anoche, a las nueve de la noche, hasta ahora. (Hace un gesto.) ¡Qué
locura! Y justo hoy que tenía que hacer una punta de cosas... El
miércoles que viene inauguro y todavía me falta la decoración. Y
bue... (Breve pausa.) ¿Y vos no vas a trabajar?
JULIÁN: Ya se hizo tarde. Prefiero no ir. No quiero tener un lío con el viejo
Bazán.
GONZÁLEZ: ¡El viejo Bazán! (Breve pausa.) ¡Qué época!, ¿eh, Gordo? A mí me
parece que hubieran pasado diez años. (Se hace una pausa.)
JULIÁN: ¿Tomás otro whisky?
GONZÁLEZ: No... Basta por hoy. Me voy a dormir.
JULIÁN: (Enciende un cigarrillo. Se hace una pausa.) Vos hiciste bien en irte
de Ribaudo.
GONZÁLEZ: ¡Pero si en Ribaudo no vas a ninguna parte! No tenés ningún porvenir.
JULIÁN: Sí, yo hace tiempo que quiero irme.
GONZÁLEZ: Hacés bien. En Ribaudo te morís de hambre y además tenés que
cumplir horario... ¡Por favor! Yo creo que si tuviera que volver a
Ribaudo me muero.
JULIÁN: Sí... pero el problema es a dónde voy. ¿En dónde voy a sacar veinte
mil pesos de entrada? Esta mañana le decía justamente a mi mujer que
lo bueno sería conseguirme un corretaje, ¿no te parece? Es un trabajo
libre, y hay cosas que dejan bien.
GONZÁLEZ: Claro.
JULIÁN: ¿Vos no sabés de algo?
GONZÁLEZ: (Restregándose los ojos.) No, Gordo... (Breve pausa.) Estoy muerto.
Hace diez días, no te miento... Desde el lunes pasado... estarnos a
jueves... sí, justo diez días que no duermo más de cuatro o cinco horas.
Y ahora, con el asunto del local, voy a tener un baile bárbaro. (Breve
pausa.)
JULIÁN: Y decime: ¿cómo empezaste con la fotografía?
GONZÁLEZ: Bueno, con un muchacho amigo que es fotógrafo: Aprendí a sacar y
me compré una máquina. Y así, ¿no? Después me di cuenta que el
gran negocio está en la venta de máquinas y me metí en eso.
JULIÁN: ¿Pero cómo se te dio? ¿Compraste una máquina y la vendiste, así?
GONZÁLEZ: Bueno, no. Conseguí una partida de contrabando, tenía unos pesos y
me metí. A partir de ahí empecé a hacer el negocio, ¿te das cuenta?
JULIÁN: (Hace un gesto de asentimiento. Luego de una pausa.) A mí siempre
me gustó mucho la fotografía. ¿Te llevó mucho aprender?
GONZÁLEZ: No, sacar es fácil. En poco tiempo le agarrás la mano.
JULIÁN: Las máquinas deben ser caras.
GONZÁLEZ: Depende. Un equipo profesional cuesta mucha plata. (Se hace una
pausa prolongada. Julián queda pensativo.) Bueno, Gordo, te dejo.
JULIÁN: ¿Por qué no tomás otra copa?
GONZÁLEZ: No, viejo, no doy más.
JULIÁN: Dale... Hace mucho que no nos vemos Charlamos un rato y después
almorzarnos juntos, ¿eh?
GONZÁLEZ: No, Gordo... Me voy a dormir: no doy más. (Se pone de pie y se
acerca al mostrador) ¿Cuánto es, patrón?
LOS DÍAS DE JULIÁN BISBAL 11
ESCENA III
(La casa de los padres de Julián Bisbal. El comedor de un departamento
modesto, cargado de muebles. Cuando comienza la escena han terminado de
almorzar. La madre está retirando algunas cosas de la mesa. Julián y el padre
permanecen sentados.)
MADRE: Comiste poco, Julián.
JULIÁN: No tenía mucho hambre.
MADRE: Si me hubieras avisado que venías, te hacía algo mejor.
JULIÁN: Está bien, vieja.
MADRE: ¿Querés otro café?
JULIÁN: No, gracias.
LOS DÍAS DE JULIÁN BISBAL 12
MADRE: Por eso. Porque tenés treinta años. (Breve pausa.) Y mirá lo que son
las cosas... Yo te tenía más confianza a vos que a Ricardito. Será
porque siempre fuiste mejor alumno... Sin embargo... (Pausa.) Pero
no. Un capricho. Y cuando vos te encaprichás... (Breve pausa.) ¿Por
qué no te ponés a estudiar otra vez?
JULIÁN: (Hace chasquear la lengua.) Eh... Cuando se trabaja todo el día y se
está casado...
MADRE: Algunos lo hacen. Es un sacrificio por unos años, pero después...
Aunque no sea ingeniero. Una carrera más corta: escribanía, por
ejemplo, como tu primo.. O dentista.
JULIÁN: ¡No, vieja, no puede ser!
MADRE: Si no te hubieras casado... (Julián hace un gesto de fastidio.) Ya sé...
Carmen es una buena chica, pero ¿por qué te apuraste a casarte?
Tenías tiempo.
JULIÁN: Está bien, vieja.
MADRE: Yo no digo... Es lógico que los hijos quieran casarse alguna vez. Pero
vos estabas bien aquí. No te faltaba nada. Siempre pasa así, ¿eh? Los
hijos se apresuran a irse y después extrañan la casa de los padres. Es la
ingratitud. (Se hace una pausa. Julián bebe un trago de coñac.)
JULIÁN: Escuchame, mamá... (La madre lo mira. Julián habla con dificultad.)
Bueno... quería hablar con vos de un asunto. (Breve pausa, Con
decisión.) Pienso irme de Ribatido.
MADRE: ¿Irte? ¿Porqué?
JULIÁN: Por muchas razones...
MADRE: ¡Pero Julián, eso es una locura!
JULIÁN: (Violento.) ¡Mamá, Dejame hablar! (Pausa.) Es un proyecto que
tengo; todavía no está decidido. Pienso conseguirme un corretaje, o
alguna cosa así. Algo que tenga más porvenir. Claro que al principio
no va a ser fácil. Vos sabés cómo son esas cosas... (Bebe un trago de
coñac.) Si dejo Ribaudo voy a tener que dejar el departamento
también. Además, dentro de dos meses vence el contrato y seguro que
nos van a aumentar. (Breve pausa.) Una solución sería que nos
viniéramos a vivir aquí.
MADRE: Aquí?
JULIÁN: Por un tiempo, nomás. Hasta que me estabilice. Qué sé yo... cuatro o
cinco meses.
MADRE: ¿Y dónde se van a meter?
JULIÁN: Bueno... pensé que si Ricardito nos deja la pieza y se acomoda aquí...
(Se hace una pausa. Julián se sirve más coñac y vuelve a beber.)
MADRE: No sé... Y Carmen, ¿qué dice?
JULIÁN: No hablé con ella. Es una cosa que se me ocurrió.
MADRE: (Luego de una pausa.) ¿Qué querés que te diga? Esto es muy chico.
Además... Con el carácter de tu padre. (Breve pausa.) ¿Pero estás
seguro que hacés bien en dejar Ribaudo? (Julián hace un gesto.) En
todo caso conseguí algo primero y después renuncia. Además, ahí
tenés antigüedad y eso es muy importante. Lo que vos tenés que hacer
es pedirles aumento de sueldo. ¿Cuánto hace que estás ahí? Ocho
años.
JULIÁN: Nueve .
LOS DÍAS DE JULIÁN BISBAL 15
ESCENA IV
(Una cantina, en el centro de Buenos Aires. En una de las mesas está sentado
Vacaro, un ex compañero de Julián Bisbal. Son poco más de las nueve del mismo día.
Sobre la mesa hay varias botellas de vino. Vacaro se sirve un trago, mira la hora y
luego con impaciencia hacia la entrada del local. En ese instante aparece Morandi.)
VACARO: ¡Morandi! (Se abrazan efusivamente.)
MORANDI: ¡Vacaro!. ¿Qué decís?
VACARO: ¿Cómo te va, viejo?
MORANDI: ¡Tanto tiempo! Pero vos estás siempre igual.
VACARO: Más o menos. Vení, sentáte. (Se sientan uno frente al otro y se
miran, sonrientes.)
MORANDI: La verdad es que fue una buena idea esto de reunirnos después de
tantos años. Yo siempre tuve ganas de llamarlos, pero una vez por una
cosa, otra vez por otra...
VACARO: Yo siempre me acordaba de la barra. Por fin, la otra noche encontré
una foto de cuarto año, cuando fuimos al Abasto... (Morandi asiente.)
Bueno, ahí mismo se me ocurrió llamarlos para ir a cenar. Te habrá
sorprendido cuando te llamé.
MORANDI: Te imaginás... Lo que menos me esperaba. Vos sabés que la empleada
me dice: lo llama un señor Vacaro. En el momento no pensé que
podías ser vos... ¡Después de tantos años! (Breve pausa.) Fue una
alegría realmente. Mirá, tal es así que hoy tenía una cena con otros
abogados que me interesaba mucho, pero decidí no ir.
VACARO: (Le pega un golpe afectuoso.) Vamos a recordar viejos tiempos, ¿eh,
Morandi? ¡Metele un trago! (Sirve vino y beben.) Supongo que
tendrás la noche libre, ¿no?
MORANDI: Mañana tengo una audiencia temprano.
LOS DÍAS DE JULIÁN BISBAL 17
Unidos, donde las cosas están definidas... ¿Pero aquí? ¡Por favor!
Todos vivos. (Se hace una pausa. Vacaro sirve los vasos. Por la
entrada aparece Julián y se acerca a la mesa. Ha estado tomando
toda la tarde y trae un estado de excitación. Los tres compañeros lo
reciben alegremente.)
VACARO: ¡Bisbal! (Se pone de pie y lo abraza.) ¿Cómo te va, Gordo?
DERISI: ¡Gordo! (También lo abraza.)
JULIÁN: ¿Qué tal, muchachos? ¡Hola, Morandi!
MORANDI: ¡Qué decís, tanto tiempo! (Lo abraza.) Té hiciste esperar.
JULIÁN: Se me hizo tarde... (Todos se sientan a la mesa. Los tres rodean a
Julián, lo miran y se ríen como si fuera el muchacho humorista de
doce años atrás.)
VACARO: Gordo... ¡qué ganas tenía de verte!
MORANDI: Estás siempre igual.
JULIÁN: Un poco más viejo. (Todos lanzan una carcajada, Julián los mira
perplejo.) Bueno, pasaron algunos años. (Más risas.)
MORANDI: ¡Qué Gordo atorrante! ¿Cómo te acordás, eh? Lo mismo que le dijiste
a la Marini. (Los demás asienten. Julián los mira sin entender.)
JULIÁN: ¿Ala Marini?
MORANDI: El primer día de clase, en quinto año. La Marini no te veía desde
primer año y te dijo: "Usted está igual, Bisbal". Y vos le contestaste
como ahora: "Un poco más viejo". (Todos ríen.)
DERISI: No hay caso, los gordos como vos no cambian nunca. (Julián hace un
gesto.)
VACARO: (Sirve el vaso de Julián.) Supongo que tomarás vino.
JULIÁN: Un trago. (Levanta la copa.) Salud. (Los demás levantan la copa y
beben.) ¿Y ustedes cómo andan?
MORANDI: (Riéndose.) Bien, Gordo, bien. (Todos están tentados con Julián y,
finalmente se echan a reír.) ¡Gordo! ¿Te acordás las jodas que hacías
en el colegio?
DERISI: ¡Mirá que nos hiciste reír! ¡Gordo atorrante! (Nuevas risas.)
JULIÁN: ¿Vos seguiste estudiando, Vacaro?
VACARO: (Riendo.) Me faltan cuatro materias para recibirme de ingeniero.
JULIÁN: ¿Y vos, Morandi?
MORANDI: (También riendo.) Soy abogado.
DERISI: Pero pronto va a ser bodeguero... (A Julián.) Alfredo Palacios... se
casa con la hija de un bodeguero. (Julián hace un gesto.)
MORANDI: Pero si precisás plata pedísela a Derisi... tiene una fábrica de alambre
tejido. En serio.
DERISI: La fábrica de mi viejo.
JULIÁN: ¿Y vos estás al frente de todo?
DERISI: Sí, pero es una fábrica chica.
MORANDI: Dale, no llorés que el Gordo no te va a pedir plata. (Ríen.)
JULIÁN: (Con toda seriedad.) ¿Y tienen corredores'
DERISI: (Riendo.) Sí, aquí y en el interior.
JULIÁN: ¿Y se gana bien con eso?
DERISI: (Señalándole la cara a Julián, entre risas.) ¡Qué hijo de puta!
MORANDI: ¡Dale, Gordo! ¿Cuándo te interesó a vos el alambre tejido? (También
riendo.)
LOS DÍAS DE JULIÁN BISBAL 20
MORANDI: Pero si este país lo hundieron los nacionalistas... ¡Ma que industria
nacional, Derisi! ¡Patrioterismo!
DERISI: (Violento.) ¡Pero vos no sabés lo que decís!
VACARO: (Alarmado.) Bueno... viejo. ¿Qué? ¿Vamos a arreglar el país, ahora?
¡Vamos! Hace doce años que no nos vemos y vamos a empezar a
discutir... ¡Déjense de líos! (Vacaro sirve los vasos de vino. Todos
beben en silencio. La discusión ha dejado un clima de tensión.)
JULIÁN: ¿Y en tu fábrica no precisan corredores, Derisi?
DERISI: ¡Dejate de joder, Gordo! ¿Todavía me cargás?
JULIÁN: Te hablo en serio...
DERISI: (Igual) ¡Largá, Gordo! (Julián queda en silencio, dolorido. Se hace
una pausa. Derisi lo mira, rompe a reír y lo abraza.)
DERISI: Está bien, Gordo. A vos se te puede admitir una cargada. ¿No es
cierto, Morandi? (La actitud de Derisi alivia la tensión. Morandi
sonríe.)
MORANDI: Claro. Al Gordo se le puede aguantar cualquier cosa. (Le toma la
cabeza como un luchador de judo.) ¡Gordo atorrante! ¡Sos un genio!
Cómo me hiciste reír... ¿Sabés?, vos tendrías que dedicarte a eso de las
imitaciones. ¿Nunca lo pensaste? En serio te lo digo. Si tenés una
facilidad bárbara. (A los demás.) ¿No es cierto?
VACARO: Por supuesto. Podrías trabajar en la televisión.
MORANDI: Pero te tendrías que tomar la vida más en serio... (Ríe. Breve pausa.)
¿Y dónde estás ahora, Gordo? ¿A qué te dedicás?
JULIÁN: Trabajo en una empresa metalúrgica... Ribaudo... En las oficinas.
DERISI: Supongo que te la pasarás imitando desde el jefe a todos los
empleados.
JULIÁN: No... Ya no hago más imitaciones.
DERISI: ¡Vamos, Gordo!
JULIÁN: En serio. Hoy... ¡qué se yo! Fue un día especial. Pero ya no es como
antes. Ahora soy un tipo amargado. (Los demás sonríen incrédulos.)
No, en serio... Lo que pasa es que allí donde estoy trabajando no estoy
muy bien, ¿entienden? Ando buscando otro trabajo, más libre. (A
Derisi.) Por eso te preguntaba de los vendedores de tu fábrica.
DERISI: (Incrédulo.) ¡Dale, Gordo!
JULIÁN: No, en serio, viejo. (Hace chasquear la lengua.) La verdad es que
todo me va muy mal. Finalmente soy un empleado... (Breve pausa.
Los amigos se miran desconcertados.) Y encima me casé... (Julián ha
dicho esto dentro de su propio problema, con absoluta sinceridad.
Pero la frase en sí y un gesto que acompaña hace creer a los amigos
que se trata de una broma y prorrumpen en sonoras carcajadas.)
MORANDI: ¡Me casé!... ¡Qué Gordo atorrante!
VACARO: ¡Qué genial!
DERISI: (Abraza a Bisbal.) ¿Vos sabés que creí que hablabas en serio? (En
medio de la risa y las expresiones de sus compañeros. Julián los
mira desconcertados. Las Pisas siguen por encima de las palabras
de Julián a las cuales nadie presta atención.)
JULIÁN: Pero Escuchame...
MORANDI: Pero yo también me lo tragué... Gordo, sos un actor. (Ríen todos.)
LOS DÍAS DE JULIÁN BISBAL 24
VACARO: ¿Cómo entramos todos, eh? (Riendo.) Parecía que hablaba en serio,
¿no, Morandi?
JULIÁN: (Casi con desesperación.) ¡Pero oíme, Vacaro!
MORANDI: ¡Qué Gordo atorrante! ¡Qué bien lo hizo!
JULIÁN: (Con patetismo.) ¡Pero estoy hablando en serio!
DERISI: Va, va, va... ¿Querés hacernos entrar de nuevo? ¡Vamos, Gordo!
(Siguen las risas.)
MORANDI: Una vez está bien. ..
JULIÁN: Perdonen, pero estoy hablando en serio...
VACARO: Nos tomaste de punto...
JULIÁN: (Casi llorando, grita.) ¡Pero les estoy hablando en serio, les digo! (El
grito de Julián provoca un silencio. Pero los tres no están
convencidos de que no sea una nueva "broma". Julián se toma la
cara, casi lloran do.) ¿No lo entienden? ¡Mi vida es un problema! Les
hablo en serio, muchachos. Créanme... No sé qué hacer... Tengo
treinta años y no hice nada en mi vida. (Bebe un largo sorbo de vino.
Está algo borracho.) ¡Mi Dios! Pasaron doce años, ¿se dan cuenta?
(Breve pausa. Julián los mira.) ¿Te acordás, Vacarito, que íbamos a
estudiar ingeniería juntos? (Vacaro asiente en silencio.) ¿Te acordás
los proyectos que teníamos?
VACARO: (Le pega un golpe afectuoso a Julián.) Claro, Gordo. Cómo me voy a
olvidar.
JULIÁN: ¿Cuántas materias te faltan?
VACARO: Cuatro.
JULIÁN: Cuatro... (Julián vuelve a beber.) Menos de un año. (Está totalmente
alterado. Trata de sonreír.) ¡Qué época bárbara aquella!, ¿eh
muchachos? (Los demás asienten en silencio.) ¿Se acuerdan los
proyectos que teníamos? ¿Qué pasó con todo?
VACARO: Bueno, Gordo, todo eso fue hace muchos años. Lo importante es que
ahora estamos todos juntos y tenemos que festejarlo. Sentate, Gordo.
(A los demás.) Bueno, ya podemos cenar. Son más de la diez. Dale,
Gordo, sentate, ¿Qué vas a comer?
JULIÁN: Nada. Yo me voy.
VACARO: ¿Te vas? Dale, Gordo, olvidate de todo. Cenamos y después vamos a
tomar una copa por ahí.
JULIÁN: (Ahora con decisión.) No, viejo, lo siento. Me voy.
VACARO: (Lo toma.) ¿Cómo te vas a ir, Gordo?
DERISI: En serio, Gordo. Quedate.
JULIÁN: No, muchachos. No puedo. Chau, Vacaro. (Le da la mano.)
VACARO: ¡Pero, Gordo...! Una noche que tengo libre.
JULIÁN: Chau, Morandi. (Le tiende la mano.)
MORANDI: Chau, Gordo. Llamame algún día.
JULIÁN: Chau, Derisi. (También le da la mano.)
DERISI: Chau, viejo.
JULIÁN: Chau. (Los mira un instante. Luego hace un saludo general y sale
lentamente hacia la calle. En la mesa se hace un silencio
prolongado, pesado y tenso.)
MORANDI: (Se sirve vino.) En fin... (Nueva pausa. Los tres no se miran entre sí.)
LOS DÍAS DE JULIÁN BISBAL 25
ESCENA V
(El departamento de Dora; es de un solo ambiente, viejo y pobremente
amueblado. En uno de los costados una "kitchinette " . Ha pasado una hora, cuando
suena el timbre de la calle. Dora sale del baño, cubierta con un batón y se apresura a
atender. Es una mujer que aparenta unos treinta y cinco años. Quizás fue bonita,
pero hay en ella algo de gastado y una expresión dura en el rostro. Entreabre la
puerta.)
DORA: ¿Quién es? (Alguien contesta desde afuera.) ¿Quién? (Abre la
puerta.) ¿Vos aquí? (En el dintel aparece Julián.) ¡Qué hacés, tanto
tiempo! Pasá. (Julián entra. La besa. Dora cierra la puerta.)
JULIÁN: Quería verte.
DORA: Linda hora para hacer visitas. Sobre todo después de tanto tiempo.
JULIÁN: Andaba por el centro y me acordé de vos. Te fui a buscar a
"Bagatelle".
DORA: Ahora no voy todos los días. Cuando tengo ganas.
JULIÁN: Sí, me dijo Rosa. Casi todas las chicas son nuevas.
DORA: (Asiente.) De antes quedamos Rosa y yo, nada más. La verdad es que
cada día está más aburrido. A tus amigos tampoco los vi más.
JULIÁN: No sé... Ahora no salgo casi nunca con ellos. (Pausa.) Muchas veces
pensé en ir a verte, pero... por una cosa o la otra... (Breve pausa.) ¿No
tenés nada para tomar?
DORA: Creo que hay ginebra. ¿Te gusta?
JULIÁN: Es lo mismo. (Dora se dirige hacia el armario y saca una botella de
ginebra y un vaso. Julián la mira un instante.) Estás muy linda.
DORA: ¿Sí? (Irónica.) Y eso que me ves sin maquillaje.
JULIÁN: No, en serio... Estás muy bien. (Dora coloca la botella de ginebra y el
vaso sobre la mesa. Luego se sienta frente a Julián. Este se sirve
medio vaso de ginebra y bebe un largo trago.) Hace mucho que
quería charlar con vos. (La mira un instante.) ¿Y vos me extrañaste?
DORA: (Se encoge de hombros.) Al principio, cuando de golpe dejaste de
venir. Después me enteré de que te habías casado.
JULIÁN: En cambio yo sí te extrañé. Casi no hubo un día que no me acordara
de vos. Sobre todo cuando se hacían las dos o tres de la mañana. (Le
toma la mano.) ¿Te acordás de las noches que pasamos juntos, eh?
(Ella hace un gesto.) Esas madrugadas que terminábamos tomando
café con leche con medialunas en el Ramos... (Breve pausa.) ¿Fue una
linda época, no? (Dora se encoge de hombros.) Para mí sí. Creo que
fue la mejor época de mi vida. (Julián bebe un trago de ginebra.) ¿Y
vos? ¿No te pensás casar?
LOS DÍAS DE JULIÁN BISBAL 26
Ella cree que soy un hombre feliz. (Dora saca el café del fuego y sirve
dos tacitas. Le extiende una a Julián y le alcanza el azucarero.)
DORA: ¿Y vos la querés?
JULIÁN: ¿A mi mujer? Sí... La quiero, como a una buena amiga. Es muy buena,
¿me entendés? Pero... (El bebe otro trago de ginebra.) Tengo que
emborracharme para poder besarla, para sentirla. (Hace chasquear la
lengua.) ¡Qué sé yo! Todo esto no tiene sentido... (Julián se toma la
cara con las manos y se queda un rato así. Dora se sienta junto a él
y lo abraza, enternecida, Julián, casi llorando.) Soy un pobre tipo,
Dora.
DORA: Vamos, viejo... ¿Qué te pasa? Tomaste demasiado. (Julián se abraza
a ella desesperadamente. Quedan un instante así, en silencio.)
JULIÁN: Quisiera quedarme así toda la vida. (Ella lo abraza más fuerte. Julián
le busca la boca y la besa desesperadamente. Ella lo deja hacer.)
Dora... mi vida... (Vuelve a besarla y a acariciarla.) No sabés lo que
te necesito... No tengo a nadie. (Breve pausa.) Quiero quedarme con
vos esta noche, ¿eh? (Se hace un silencio. Julián le toma la mano.)
Yo te quería, Dora. Ahora me doy cuenta que te quería en serio.
DORA: ¿Sí, chiquito? Me querías mucho, pero te casaste y no apareciste más.
Ni siquiera me dijiste que estabas de novio.
JULIÁN: Eh... No sabía lo que hacía en aquella época.
DORA: ¿Y ahora sí? (Se levanta y toma las tacitas. Las lleva al mármol que
hay junto a la "kitchinette". Julián se acerca a ella y la abraza.
Trata de besarla, pero Dora vuelve la cara hacia un lado.)
JULIÁN: ¿Qué paga?
DORA: Basta, viejo.
JULIÁN: ¿No querés besarme?
DORA: No.
JULIÁN: ¿Por qué? (Julián trata de besarla nuevamente. Dora vuelve la cara
y Julián la besa en el cuello, al mismo tiempo que busca su cuerpo
debajo del batón. Dora se desprende)
DORA: No, chiquito.
JULIÁN: ¿Qué pasa? ¿No querés estar conmigo?
DORA: No.
JULIÁN: ¿Por qué no?
DORA: Porque no tengo ganas.
JULIÁN: (La mira un instante y entiende que no se trata de una broma.) ¿Que
no tenés ganas? Es la primera vez que me lo decís. Recién te dejaste
besar.
DORA: Me dio lástima verte así.
JULIÁN: (Trata de tomarla.) Vamos, Dora... Yo te quiero.
DORA: ¡Por favor, Julián! Lo que querés es acostarte conmigo. No, viejo. Ya
no estoy para ese juego. Lo siento.
JULIÁN: ¿Por qué decís eso?
DORA: Porque te conozco. (Breve pausa.) Estoy cansada de ser utilizada, ¿me
entendés? (Julián la mira con cierta extrañeza.) Sí, viejo... no te
extrañe. El cuento del amor no me lo venden más.
JULIÁN: Yo no te estoy mintiendo.
LOS DÍAS DE JULIÁN BISBAL 28
DORA: Quizás en este momento no. ¿Pero qué va a pasar después? (Hace un
gesto.) Hace dos meses caí por última vez. Vino un chico a
"Bagatelle"... Veinticinco años... Tenía un año de casado. Muy rico el
chico. Me gustó. Me gustó realmente. Tenía algo de pibe... (Sonríe.)
Lo tuve que besar yo por primera vez, imaginate. (Breve pausa.)
¡Habló...! Habló toda la noche. Me recitaba versos... Mirá vos. (Breve
pausa.) Después vinimos acá... ¿Sabés qué me dijo? Que era la
primera mujer verdadera que conocía en su vida. No me tocaba...
Estaba sentado ahí (Señala.) y me miraba con sus ojos de nene.
Prácticamente yo tuve que hacerlo todo. Y me gustaba. No le pedí
nada, te lo juro. Sólo que se mantuviera así y me dejara hacer. (Hace
un gesto.) Cuando se sacó el gusto, lo primero que hizo fue mirar la
hora. Y hablar de su mujer, de su pobre mujercita que lo estaba
esperando. Casi se pone a llorar: "¿Cómo pude hacerle esto a mi
mujer?" Se vistió y se fue. (Hace un gesto.) No viejo... A esta altura
de mi vida, eso no. (Breve pausa.) Ahora salgo con un viejo... ¡qué sé
yo! Tiene más de sesenta años. Nos encontramos todos los miércoles
para cenar y bailar. Casi ni me toca y me da tres mil pesos por noche.
Eso es mucho más honesto, ¿entendés?
JULIÁN: ¿Pero no te gustaría estar esta noche conmigo?
DORA: Quizás, Pero ¿para qué? Para hacerme sentir lo que soy. No viejo: yo
soy una puta, pero no me gusta que me lo hagan notar.
JULIÁN: Por qué hablás así...
DORA: (Violenta.) ¡Por favor, Julián! Lo único que falta ahora es que me
tengas lástima.
JULIÁN: (Intenta tomarla.) Vamos, Dorita.
DORA: No me toques. Y por favor, andate.
JULIÁN: ¿Que me vaya?
DORA: Sí.
JULIÁN: Pero, ¿qué...? ¿Acaso hice algo que te molestó?
DORA: (Firme.) ¡Andate, por favor! (Breve pausa.) Y no vengas más a verme
acá. (Irónica.) Recibo en "Bagatelle ". (Se hace una pausa. Julián
comprende que tiene que irse. Toma el sobretodo y se lo coloca.)
JULIÁN: Está bien. Chau, Dora. (Sale hacia la puerta.)
DORA: Chau. (Julián sale lentamente mientras las luces van decreciendo.)
ESCENA VI
(Cocina de la casa de Julián Bisbal. La misma de la primera escena. Es la una
de la mañana cuando entra Julián. Se saca el sobretodo, se deshace el nudo de la
corbata y bebe un poco de agua. Ahora está sobrio, pero bajo los efectos de la
borrachera pasada. Carmen desde la habitación. Se ha arreglado un poco,
evidentemente, para agradar a su marido. Lo observa un momento, mientras Julián
bebe el vaso de agua.)
CARMEN: Llegaste... (Se acerca y le da un beso en la mejilla.) No te esperaba
tan temprano. ¿Se hizo la cena?
JULIÁN: Sí... Pero todos teníamos que trabajar mañana así que...
CARMEN: ¿Querés un café?
JULIÁN: Sí. (Carmen prende la cocina y pone a calentar café.)
CARMEN: ¿Qué dicen tus compañeros?
LOS DÍAS DE JULIÁN BISBAL 29
JULIÁN: Están bien. Cada cual en lo suyo. (Breve pausa.) ¿Vos saliste?
CARMEN: No. (Hace un gesto.) Quería que me vieras sin el batón. Tenés razón,
esta tarde lo estuve mirando y está a la miseria. El mes que viene,
cuando renueve el crédito, me voy a comprar otro. (Se hace una
pausa prolongada. Julián se toma la cabeza con las manos y se
queda en una actitud meditativa. Carmen controla el café. Riendo.)
Ah... Esta tarde habló papá, para ver si vamos el domingo. Le dije que
sí. Y empezó... "¿Seguro que van a venir? ¿No me vayan a fallar, eh?"
Le aseguré que íbamos. ¡Pobre viejo! Parecía un chico. Y a vos te
quiere con locura. (Ríe.) Dice que tenés que jugar un truco de pareja
con él. Y que llevés una botella de coñac, que si no, no te deja entrar.
Pero tenías que oírlo. ¡Estaba enloquecido! A toda costa quería hablar
con vos. Le dije que venías tarde, que tenías una cena. Bueno, ¡qué sé
yo las cosas que dijo!: "Ese gordo sí que la pasa bien". "Que venga
aquí a Garín, a trabajar la tierra". Ah... pero me hizo reír. (Carmen
sirve el café y coloca la taza delante de Julián. Se hace una pausa.)
El domingo vamos a tener que salir temprano.
JULIÁN: ¿Qué?
CARMEN: Para ir a lo de mamá. Digo que vamos a tener que salir temprano, para
que no nos pase lo de siempre, que llegamos justo para la hora de
almorzar. Quiero que a la mañana vayamos a visitar a la tía Chola. Ya
sé que a vos no te cae simpática, pero hace como un año que no la
vamos a ver. Ya la vez pasada se le estuvo quejando a mamá. Mamá
no me dice nada, pero se ve que le duele que no vayamos. Esta vez nos
vamos a dar una vuelta por la casa, ¿eh?
JULIÁN: Está bien, Carmen, está bien.
CARMEN: ¿Te dije que iban a estar Ester y Jorge con los nenes? ¡Tengo unas
ganas de verlos! ¡Mamá me dijo que a Pablito le enseñaron a que diga
tío! (Ríe.) ¡Qué rico! Si está el día lindo los voy a llevar hasta el
parque. (Breve pausa.) Lo ideal sería tomar el ómnibus de las nueve.
Llegamos a las diez y media. ¿Eh, Julián?
JULIÁN: (Áspero.) ¡Qué sé yo, Carmen! ¡Qué sé yo lo que voy a hacer el
domingo! Con todos los problemas que tengo y vos me venís a hablar
del domingo, de tu papá... y de tu tía Chola. ¡No sé lo que voy a hacer
el domingo!
CARMEN: Pero nos esperan, Julián. Les dije que íbamos a ir. Además es el
cumpleaños de papá. Estaba tan entusiasmado cuando le dije que
íbamos...
JULIÁN: Bueno, está bien, Carmen. Vamos a ir. ¡Vamos a ir! ¿Te parece bien?
(Estallando, de pronto.) ¡Carajo! ¿Por qué todo tiene que salir así?
Miralo al idiota ese de González. Lo encontré hoy. Tiene un negocio
de fotografía en la calle Santa Fe.. Cuando trabajaba en Ribaudo era
un infeliz, no sabía ni hacer un informe. Se los tenía que hacer yo.
Ahora está lleno de plata. Y encima me tuvo lástima. Sí, me tuvo
lástima. "Venime a ver al negocio..." Como si fuera no sé quién. Un
analfabeto. Una vez escribió en una nota levantar con be larga. Se hizo
famoso en toda la compañía. Ahora es un señor. Pero se fue de
Ribaudo. Se fue a tiempo.
CARMEN: (Tomándolo.) Bueno, Julián, no te pongás así. Ya se va a arreglar
todo.
LOS DÍAS DE JULIÁN BISBAL 30