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LAS PUERTAS DEL CORAZÓN

Un reino en guerra civil, no puede subsistir. Una


familia dividida, no puede subsistir. (Mc 3, 22-30)
El guión de este post, que sirve para razonar a propósito de este Evangelio, nos lo dejó
escrito el Papa Francisco cuando apenas estrenaba el puesto de Obispo de Roma.

¿Existe una guerra civil en nuestras vidas? La referencia de Jesucristo en este pasaje del
Evangelio de Marcos, ¿se puede aplicar de alguna forma a nuestra situación actual?

Sin conocerte de nada te diría que sí. Que tanto tú como yo caemos con frecuencia en las
emboscadas que nos tiende en más pertinaz de nuestros enemigos. Quien no descansa con
sus tentaciones y nos sirve en bandeja excusas para participar en su guerrilla más rentable:
la crítica.

Dice Jesús que nadie puede meterse en la casa de un hombre forzudo si primero no lo ata.
Se trata hoy de entender cómo comenzamos a atar a ese Malamén que con tanto sigilo
se pone en medio de las familias unidas.

Se dice que las empresas que venden alarmas para los hogares y los comercios no han
sufrido crisis alguna, más bien al contrario, en estos tiempos parece que aumentaron sus
ingresos. La protección personal es algo que nos preocupa y si no es con alarmas,
blindamos nuestras residencias con todo tipo de medios físicos que compliquen el acceso.

También hay una parte de nosotros a la que tenemos que limitar el acceso para impedir
entrar en esa temible guerrilla de la critica a la que con mucha frecuencia somos
invitados. Para evitarlo hemos de poner puertas a nuestro corazón.

Puertas que impidan que nuestro enemigo campe a sus anchas sembrando un campo de
minas dentro del motor de nuestro sentimientos.

Una de las tentaciones preferidas del diablo es la que va dirigida a la unidad. A través de
las insidias y las murmuraciones el enemigo trata de quebrar la unión de familias,
entornos profesionales, fraternidades o amistades forjadas a lo largo de los años.

No ataca con las armas que manejan los ejércitos o los grupos especiales de operaciones
militares. Nuestro enemigo controla una sofisticada arma que jamás pudo dominar
ninguno de los más avezados ingenieros, ni siquiera los gobiernos que más invierten en
defensa supieron nunca advertir los ataques de ese implacable medio de destrucción: la
lengua.

Para evitar los efectos de ese arma letal que atenta contra las personas a través de la crítica
sólo hay un antídoto: apostar por la unidad. Para ello hemos de reflexionar en silencio
cuántas veces cedemos a la difamación o a la calumnia, y cuantas menos veces
pedimos perdón a Dios por ello en la confesión. Aún así, sería este uno de los pecados
que estaría en el “top 10” de los que se manejan en los confesionarios de todo el mundo.
El Papa Francisco compara la crítica con un crimen no causado por las armas sino por
la lengua.

Es mejor no hablar mal de nadie, y lo que conviene siempre es hacer penitencia por
los que se equivocan.

A veces se acepta la crítica como algo habitual, algo que podemos manejar, pero estamos
jugando con fuego, pues la crítica cultiva la envidia y ésta es capaz de destruir una familia
o una comunidad cualquiera.

El diablo, mal que nos pese, ha plantado esa semilla en cada uno de nuestros corazones,
y su fruto no puede otro que la desolación.

“Un cristiano, antes de criticar, debe morderse la lengua“, dice el sumo pontífice.

Es un ejercicio de responsabilidad moral iniciar un entrenamiento personal dirigido a


eliminar los efectos de la crítica en nuestro entorno: “jamás hablar mal del otro, jamás
abrir nuestros oídos a la crítica.Y si escucho que alguno critica, ¡callarlo!” – continua
Francisco-, “la buena semilla, si: hablar bien de los demás, sí, ¡pero la cizaña, no!”.

El Papa nos recuerda que contamos con ayuda para combatir en esta ardua batalla. Nos
invita a movilizar para esta tarea a nuestro ángel custodio.

Cada uno de nosotros gozamos de la compañía de un ángel, encargado de custodiar


nuestra alma en amistad con Jesucristo y la gracia de Dios. Ese es el ángel de la
guarda o ángel custodio.

El mismo al que mi hija le pide que “no la deje ni de noche ni de día”, es una persona
angélica que Dios ha destinado para la protección de cada uno de nosotros y que
compite en la misma división de ese tan poderoso que el que viste de rojo.

Pidiendo ayuda a nuestro ángel, probablemente será más fácil no caer en la crítica sin
necesidad de morderse la lengua.

Nos ayudará cuando vengan malos sentimientos contra alguien o sea fácil que se nos
escurra de nuestra boca la crítica destructiva…es en ese momento cuando debemos mover
los ojos de nuestro corazón en dirección a ese ángel que custodia nuestros sentimientos
y las puertas de nuestro corazón.

Lázaro Hades.

Gracias Dios mío por tu amor infinito.

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