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A mediados del siglo XVIII la región del río Orinoco, hasta entonces territorio olvidado de la
Corona Española, pasó a estar en el centro de las miradas europeas. Siendo un escenario
político de frontera, el Orinoco fue una intersección de muchos caminos: holandeses
contrabandistas, judíos colonos de Surinam, portugueses, españoles, indios Caribe,
Otomacos y Guahibos, ingleses, negros cimarrones, jesuitas, capuchinos catalanes y
franciscanos. El afán de redescubrir esta frontera produjo un auténtico interés cientifista que
inició con su descripción por parte de los jesuitas misioneros y que concluyó a comienzos
del siglo XIX con los cuatro años del viaje de Humboldt y Bonpland a América.
Como un juego de espejos, pretendo contar una parte de la historia del pensamiento
occidental, no desde el escenario de debate, sino desde el lugar de encuentro. Pienso este
concepto, encuentro1, desde la perspectiva de Gilles Deleuze como una intersección de
cruces, oportunidades y acercamientos, un nodo donde diversas tensiones se entrelazan y
1
Deleuze,1980, pp. 10-11.
producen agenciamientos. Esta noción es afín a una idea de historia cruzada2, en la que
estudiar el contacto permite comprender los fenómenos sociales como tensiones
dinámicas, no como resultados de procesos. En este caso en particular, aunque la
supremacía de la razón produjo la ilusión de un pensamiento universal, esto sólo fue posible
a partir de la enunciación del otro y de una experiencia emocional, en la segunda mitad del
siglo XVIII.
Se puede entender la historia del pensamiento del siglo XVIII dentro de una incesante
oscilación entre la ciencia y el arte. En este siglo la observación, además de refinar la
condición artística de la imagen, fue también el motor de la divulgación científica la cual, a
través de la difusión, la reproducción y la estandarización, permitió mostrar el mundo y
establecer una comunidad de conocedores del mismo. Sin embargo, no siempre es fácil
comprender esta relación, sobre todo porque la historiografía actual evade el problema de
la estética y la visualidad científica dentro de una unidad, y los estudia desde campos
específicos: la historia de la ciencia, del arte o de la filosofía, entre otras. El presente
ensayo, buscando modestamente restablecer esa unidad, propone reconocer el lugar de
lo sensible como conocimiento a través de una experiencia del siglo XVIII: las imágenes del
río Orinoco.
2
Zimmermann, 2003, pp.7–36.
(IMAGEN 2 - Athanasius Kircher - China Illustrata - Frontispicio - Amsterdam - 1667)
Aunque otras comunidades religiosas habitaron el Orinoco y escribieron sobre éste, quienes
lo hicieron visible y público fueron los jesuitas. Desde su fundación en 1539 por San Ignacio
de Loyola, la Compañía de Jesús, se definió como una comunidad de la acción, sustentada
en principios marciales que a partir de sus Constituciones y de sus Ejercicios Espirituales,
tenían como fundamentos la lucha contra el demonio y la expansión de la fe. De la misma
manera, gestada en la Universidad de la Sorbona, la Compañía se sustentó en profundos
estatutos escolásticos que forjaron una intelectualidad, una erudición y un conocimiento del
mundo particulares. Fue una empresa global3, que organizó su expansión a través de un
orden de la escritura, el cual mediante informes, cartas annuas, relaciones, ensayos e
historias, tejieron una red de conocimiento en la que el mundo se concebía como una
unidad por afianzar en la fe. Su pensamiento y su escritura se sustentaron en un
conocimiento teológico y filosófico, así como un conocimiento práctico de la astronomía y
la lingüística, implementado en los sistemas educativos de la Ratio Studiorum4. En ello, la
retórica, como sistema de oralidad, de escritura pero también como sistema de
entendimiento, contribuyó a definir su pensamiento y su visión del mundo.
Las singularidades del arte jesuita, saturado, recargado, confuso, producto de unas
narrativas encubiertas y profundamente alegóricas, fueron parte de su sello estilístico, lo
que contribuyó entre otras cosas a que Jackob Burckhardt, se pronunciara
desfavorablemente del arte barroco con la definición de “estilo jesuita”5. La visualidad de la
Compañía de Jesús contribuyó a producir, a través de la difusión de una imagen
característica y particular, una comprensión global del mundo en el que ellos abanderaban
la expansión del catolicismo.
3
Fajardo,2006, pp.37-44.
4
Dominique Julia, 2006, pp.13-36.
5
Levy, 2004, pp.29-40.
(IMAGEN 3 -Heinrich Engelgrave - Lux Evangelica - Antwerp - apud viduam et haeredes
Joannis Cnobbari - II-p 238 - Emblema XX -1634)
Los jesuitas encontraron en la cultura del impreso un apoyo que les sirvió de estrategia para
garantizar la unidad tanto ideológica como estética. El texto impreso no fue sólo una
cuestión de referencia sino también parte de su estructura ideológica; si la escritura trazaba
la estructura de la Compañía, el impreso garantizaba su difusión. Los grabados que
acompañaron dichos textos eran más que un elemento decorativo, eran los encargados de
organizar la retórica de lo visual en el texto e identidad jesuita. Además de la ekphrasis6, es
decir el ejercicio de hacer imágenes con palabras, se estableció en los textos de la
comunidad una dialéctica entre las imágenes y los textos. Esto lo podemos ver en la
emblemática jesuita, una amplia tradición de la que Richard Dimmler7 ha logrado hacer el
inventario de miles de libros impresos, que permiten entender que la relación de texto e
imagen en el jesuita trascendía el tema de la oralidad o la escritura.
6
Deckonink, 2005, p.68.
7
Dimler, 2007.
conocimiento que surge a partir de un teatro, de las formas en que se difunde la escolástica
en los encubrimientos del mensaje8. La imagen actuaba como catalizador de encuentros,
morales, alegóricos, en algunos casos inverosímiles, entre la palabra ejemplarizante y los
códigos simbólicos que lo sustentaban. Detrás del ejercicio edificante del emblema, había
una configuración de narrativas visuales, que no se trazaba en línea recta o de la A a la Z,
sino que reproducía los matices de muchas líneas narrativas. Los emblemas no eran
imágenes de fácil lectura, y así como otras expresiones visuales, se apoyaron en una
complejidad narrativa cuyo entramado fue definido por el saber escolástico9. Aunque en el
grabado alegórico parece obvio, esto queda un poco al margen cuando se habla de eso,
confuso y muchas veces subestimado, denominado "ciencia jesuita".
8
Dimler, 1999, p.280.
9
Dekoninck, 2008.
10
Fabre, 2008.
El barroco se sustenta en una idea de experiencia singular. Aunque el barroco se define
por una retórica, por un discurso, por unos principios estilísticos y escolásticos, no hay que
dejar de lado el sustento de la experiencia: una experiencia en ocasiones mística, espiritual,
que reconoce en la exacerbación de lo que se siente, una forma de comprender el mundo.
La creación desde la experiencia barroca deviene en una condición estética. Justamente
el barroco reivindica el mensaje a través de los sentidos y antes de colonizarse en fórmulas
y nociones de forma y equilibrio, destaca las condiciones emocionales del cuerpo, del sentir
y de la imagen, lugar donde se nutre el pensamiento jesuita.
(IMAGEN 4. Bayle de los Indios Mapuyes. Grabado B/N. En “El Orinoco ilustrado…,
Joseph Gumilla, 1741, Madrid, InventorTomás González)
11
Ewalt, 2008,p.15
naciones que habitan en la rivera del Orinoco", texto en el cual pretendió dar a conocer
ante la corona española, ante los misioneros y también ante una comunidad científica, ese
espacio desconocido para todos que era la región orinoquense. El libro tuvo una amplia
recepción, sobre todo por parte de la comunidad científica, que no dio tregua alrededor de
las críticas y comentarios, como Cornelius de Pauw que veía en el libro de Gumilla un texto
"un poco profano en la boca de un misionero” 12. Lejos de alejarse de la respuesta científica,
Gumilla se acercó a esta comunidad con una segunda edición, a cuatro años de la primera,
ampliada, más descriptiva en lo que refiere a los términos "científicos", y con un título
completamente sugestivo: El Orinoco ilustrado y defendido.
Para los ilustrados del siglo XVIII, el pensamiento jesuítico comenzaba a relegarse de la
esfera científica, y la retórica barroca se despreció como un anacronismo inútil para la
ciencia, que pretendía aislar en el conocimiento religioso de las causas objetivas del
pensamiento. En el centro del huracán, el texto de Gumilla se leía, se debatía, se traducía
y presentaba a Europa un relato de América totalmente inédito, a pesar de que su escritura
conservó el estigma del texto misionero y religioso.
12
De Pauw, Recherches philosophiques sur les Américains, ou memoires intéressants pour servir a l’Histoire
de l'Espece Humaine, p.164. Traducción libre.
(IMAGEN 5. Instrumento
musical. Grabado B/N. En “El Orinoco ilustrado…, Joseph Gumilla, 1741, Madrid
Tomás González)
Los grabados de Gumilla fueron realizados por Mateo González13, grabador zaragozeño
reconocido por grabados de hombres ilustres de España, por emblemáticas y por algunas
estampas religiosas. Si bien ya los jesuitas habían impreso relatos del Orinoco como parte
de sus "historias del Nuevo Reyno de Granada", esta era la primera ocasión en que se
imprimía un libro que tenía como eje central el Orinoco, y además era la primera historia de
la región que se acompañaba de manera visual.
13
http://www.unav.es/catedrapatrimonio/paginasinternas/pieza/emblematudela/, consultada a abril 11 de
2013, y Roy, 2006.
(IMAGEN 6: Los médicos del Orinoco llamados Piaches. Grabado B/N. En “El Orinoco
ilustrado…, Joseph Gumilla, 1741, Madrid, Tomás González)
Veremos un ejemplo en la imagen titulada: "Los médicos llamados piaches". Se trata de
una descripción en la que se explican los usos paganos de los indios aruacas en el tema
de la medicina, y la manera cómo se realizan los cuidados. Se ve el uso de las maracas y
los ritmos como parte de la sanación. Dos de los médicos expulsan viento y fuego de la
boca sobre el pecho de la india doliente. En la esquina inferior a la izquierda hay un indio
que consume Yopo, aspirándolo por la nariz. Esta sustancia, un polvo extraído y procesado
de un árbol de curuba, según refiere Gumilla, "Hace creer a los indios que habla con el
demonio”14. La narración visual se articula directamente con el texto de manera fluida. En
el caso de los textos impresos religiosos los grabados cumplían la función de "estampa"
como imagen de devoción. Pero en esta ocasión, la imagen debía proveer la representación
de un espacio. En el caso del yopo, como en el uso y la actividad de los instrumentos
musicales, hay un interés específico por entender el objeto descrito en su práctica15. Es
imposible conocer de forma detallada la relación de Gumilla con el inventor y el grabador
de sus imágenes, pero lo que sí se puede precisar es la relación minuciosa de la imagen
con las descripciones. A la par de esta descripción narrativa, iniciaba el comentario
científico, que pasaba de ser enunciación para convertirse en transporte, traslado,
conocimiento visual del Orinoco.
14
Gumilla, El Orinoco ilustrado y defendido: historia natural, civil y geographica de este gran rio y sus
caudalosas vertientes., p.138 Tomo 1.
15
Rodd, 2011, pp. 36–45.
16
Nova, 2011.
IMAGEN 7: Veduta di un campo indiano. Grabado B/N. Fecha 1780. Roma, Inventor: L.
Guerrini. Grabador: F. Faccenda, Imprenta de Luigi Perego
En 1780 Philipo Salvatore Gilij publicó el "Saggio di Storia Americana"17. Sólo el título es ya
inquietante. No se puede traducir como "sabio" o "ensayo" a manera de texto escrito; antes
bien, es un título que tiene una condición científica puntual y como tal se articula a la
definición anglosajona de "Essay", que traduce ensayo, pero como prueba, demostración,
o experimento. El punto de origen de esta denominación es el rumoroso texto de Locke de
1690: "An Essay concerning human understanding"18, traducido al español como "Ensayo
sobre el entendimiento humano". Y aunque el saggio de Gilij mencionaba a América, su
descripción se concentró exclusivamente en el Orinoco.
17
Gilij, Saggio di storia americana o sia Storia naturale, civile, sacra De regni, e delle provincie Spagnole di
Terra-ferma nell'America meridionale.
18
Yolton, 1996, p.509-511, y Locke, An essay concerning Human understanding.
En 1767 la Compañía de Jesús fue expulsada del territorio americano, Gilij se encontraba
en Roma, y como otros jesuitas tras el destierro, quizo reivindicar lo local y la exploración
en el detalle de América como conocimiento. En la defensa de lo particular, Gilij se
autorizaba en este ensayo como un "científico de la experiencia".
Aunque muchas de las imágenes de la obra de Gilij fueron inspiradas en los grabados de
la obra de Gumilla, su observación era diferente. Técnicamente, la imagen estuvo mucho
mejor elaborada y los grabados son mucho más grandes, detallados y precisos. Las
descripciones de la población, las actividades o las plantas, continuaban la tradición de los
libros de inventarios que indicaban, a través de una nomenclatura, el lugar de lo visto en el
grabado en la descripción textual. La imagen y el texto se articulan como un gabinete de
curiosidades como garantía de verdad; su descripción comenzaba a ser más detallada.
(IMAGEN 8: Armi degli Orinochesi. Grabado B/N. Fecha 1780. Roma, Inventor: L.
Guerrini. Grabador: F. Faccenda, Imprenta de Luigi Perego)
En el caso de "Armi degli indiani", sorprenden las formas neoclásicas que adquieren los
indios. En posturas heróicas de batalla, los indios armados de lanzas, masas, tambores y
arcos adoptan una forma casi mitológica, pues están defendiendo a la luna, violentada por
su amante en una noche de eclipse. La narración misma describe con maravilla, a través
de recursos como las hipérboles, las acciones que hacen todos procurando defenderla: "los
Guajanies creyendo a la luna sin comida, y para que no tenga hambre, se disponen a
hacerle de comer en donde viven. Las mujeres Otomacas se colocan brazaletes para
invitarla a descansar, produciendo mientras tanto infinitas lágrimas para apaciguarla. Lo
mismo hacen los salivas llorando intensamente, y quizás todos los otros.”19 Más que una
especie de instante "fotográfico", la imagen grabada actúa como es un inventario de
prácticas, usos, herramientas y costumbres, por eso vincula las prácticas de diversas
comunidades indígenas en un solo plano, pues antes que representar la realidad, producir
un paisaje humano, lo que se procura es exhibir una clasificación. Como las planchas de la
"Encyclopèdie" de Diderot, o como cualquier grabado de un texto científico del siglo XVIII.
19
Gilij, Saggio di storia americana o sia Storia naturale, civile, sacra De regni, e delle provincie Spagnole di
Terra-ferma nell'America meridionale,p. 236 tomo 2.
20
Ripa, Iconologia.
21
Winckelmann, Storia delle arti del disegno presso gli antichi.
22
Tonci, Descrizione ragionata della Galleria Doria : preceduta da un breve saggio di pittura.
La difusión del libro de Gilij en el siglo XVIII, en comparación del de Gumilla, fue bastante
discreta. Para los años setenta su libro nunca fue traducido, no vio una segunda edición, y
sus imágenes no tuvieron la difusión que tuvieron las de Gumilla. Si era una imagen
científica ¿porqué se anulaba? pensando en la objetividad de la mirada, como lo plantean
Martin Jay y Lorraine Daston23, estamos hablando de un cambio en el siglo XVII de un
régimen de la mirada, en la que la representación visual como dato científico, como una
estandarización, procuró estructuras objetivas del conocimiento en la que se rechazaba,
cada vez más, el pensamiento escolástico jesuita.
23
Jay, 2006, Cap. 2. Y Daston, 2010, p. 58
24
Kant, Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración?, pp.63-71
teórico de la ilustración, a través del pensamiento de David Hume y John Locke, no sólo le
dio un lugar a la condición emocional o sentimental del pensamiento, sino que además
supeditó la actividad racional al uso de las emociones25. Por ello las imágenes de Gumilla
y Gilij hicieron parte de una experiencia objetiva porque justamente la condición emocional,
que fue también condición creadora en el pensamiento jesuita, no fue dejada nunca de lado.
25
Hume, D. A treatise of human nature. pp.145-155.
Schiller, amigo cercano de Humboldt, realizó en oposición a la "Crítica del Juicio" de Kant26.
El pensamiento de Schiller se sustentaba en la idea de fuerza vital, y del instinto como
cualidad de objetividad27. Lo curioso es que este concepto de "fuerza vital" lo apropió de
Humboldt, quien, en su obra, relacionó constantemente las fuerzas del cosmos con los
instintos naturales. En el diario alemán "Las horas", del que Schiller era editor, Humboldt
colaboró esporádicamente y sus aportes se dirigían a esta idea: la de lograr un
conocimiento objetivo del mundo a través de una estética.
26
Schiller. Kallias, Cartas sobre la educación estética del hombre. pp.1-200
27
Humboldt. Tableaux de la Nature, p.6.
28
González, B. 2006.
29
Castro Morales, 2008, pp. 167-182
(IMAGEN 11: Alexander von Humboldt - Recueil d'observations de Zoologie - pp22 -
Astroblepus Grixalvii- Pimelodus Cyclopum-1805)
En las láminas zoológicas, podemos ver estas continuidades emocionales que produjeron
las imágenes del Orinoco, visuales y escritas, una sensibilidad que Humboldt nunca
abandonó. La comunidad del explorador alemán, que involucró desde geógrafos y físicos,
hasta poetas de comienzos del XIX, nos lleva a preguntarnos por esa categoría del
pensamiento científico, si barroca, ilustrada o romántica, y quizás a salir de esos rótulos
para entender los tejidos del pensamiento del siglo XVIII. Los caminos de una posible
ciencia emocional.
Bibliografía
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Humboldt” en Actas del Simposio Alexander von Humboldt entre volcanes: reunión
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18-23 August, 1996, eds. Manning, J., & Vaeck, V.. Leuven, Brepols, 1999
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