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DERECHO CIVIL III.

RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL.
PROFESOR: NELSON CASTRO ESPINOZA.

La expresión "responsabilidad" merece de por sí un análisis, porque en el sentido amplio se emplea


como algo que implica en sí misma la culpabilidad de una persona; así, lo normal es decir que un
individuo es responsable de un hecho cuando ese hecho le es imputable, es decir, cuando ha
realizado ese hecho con suficiente voluntad y discernimiento.
Es este precisamente el sentido que se le da a la expresión "responsabilidad" en el derecho penal
(también se le da esta acepción en la moral).
En el derecho civil la situación es distinta, porque esta expresión no es definida por su fundamento,
sino por el resultado de ella y al hablar de resultado nos estamos refiriendo a las consecuencias
jurídicas que un hecho produce para su autor. En ese sentido se dice que una persona es
responsable cuando está obligada a indemnizar el daño que ha causado.
Es decir, en el derecho civil hay responsabilidad cada vez que una persona tiene que reparar el
perjuicio que otra persona ha sufrido.
Por eso es que en derecho civil se define la responsabilidad como "la obligación que pesa
sobre una persona de indemnizar el daño sufrido por otra".
La responsabilidad civil puede emanar de distintas causas, dicho de otro modo, varias pueden ser
las fuentes de la responsabilidad civil. Así, tenemos que son fuentes de la responsabilidad civil:
1. - El contrato, originando la infracción de las estipulaciones contractuales (responsabilidad
contractual).
2. - El delito y el cuasidelito civil, que originan la responsabilidad delictual y cuasicontractual o
aquiliana.
3. - Por último, también es fuente de responsabilidad civil la ley, la cual origina la responsabilidad
legal.
La responsabilidad que emana del delito civil, del cuasidelito civil y de la ley, constituye la
denominada "responsabilidad extracontractual", cuya fuente principal son los delitos y cuasidelitos
civiles. Los casos de responsabilidad legal son excepcionales.
Estas expresiones de "delitos" y "cuasidelitos" se emplean tanto en el derecho civil como penal, y si
bien es cierto que en ambas ramas del derecho se trata siempre de hechos ilícitos, los que
constituyen delitos y cuasidelitos presentan tales diferencias entre sí que no es posible confundirlos.
Así, el delito civil "es el hecho ilícito cometido con la intención de dañar y que ha causado
injuria o daño en otra persona". El cuasidelito es el hecho culpable cometido sin la intención
de dañar y que ha inferido injuria o daño a otra persona (arts.1437 y 2284).
Lo que caracteriza al delito y cuasidelito civil es el hecho de inferir injuria o daño a otra persona.
Por ello, un hecho ilícito que no causa injuria o daño a otra persona no constituye delito ni cuasidelito
civil, porque la consecuencia del delito y cuasidelito es el deber de reparar el daño, y ello sólo es
procedente cuando el daño se ha causado: "sin daño no hay responsabilidad civil" (así fluye de los
arts.1437 y 2314).
El delito y cuasidelito civil se asemejan entre sí en que ambos son hechos ilícitos, ambos causan
daño y ambos producen obligaciones.
La diferencia que existe entre ellos se encuentra en la intención que el autor ha tenido. Así, el delito
civil es el hecho ilícito cometido con la intención de cometer daño; aquí la voluntad del autor era
causarle daño a otra persona. En cambio, el cuasidelito se ha ejecutado sin intención de dañar. Lo
que sucede es que el delito civil supone dolo: el daño ha sido deseado por el autor del hecho; en
tanto que el cuasidelito civil supone culpa, es decir, una falta de diligencia o de cuidado del autor. Es
por eso que en materia civil un mismo hecho puede ser delito o cuasidelito según si ha habido o no
intención de dañar a otra persona.
Esta distinción entre delito y cuasidelito es una distinción clásica y tradicional, pero en realidad ella
no presenta utilidad y, aún más, hoy en día se sostiene que es totalmente inútil hacer esta distinción,
y también se señala que carece de justificación teórica porque ambos son hechos ilícitos, porque
uno y otro obligan al autor a reparar el daño causado en su totalidad y el monto de la indemnización
se regula atendiéndose al daño causado y no a la naturaleza del hecho que originó el daño.
Luego, es muy posible que la indemnización causada por un cuasidelito civil sea mayor a la
originada en un delito civil. Es por estas razones que el CC sometió a los delitos y cuasidelitos civiles
a una misma y única reglamentación en los arts.2314 y siguientes. Estos hechos ilícitos pueden
consistir en la ejecución de un hecho, lo cual recibe el nombre de culpa in cometendo; o también
pueden constituir una abstención, caso en cual se habla de culpa in omitendo.
En el primer caso son de acción, como el que mata a otro intencionalmente o el que hiere a otro al
disparar un arma imprudentemente. En el segundo caso estamos frente a una omisión, como sería
el caso de aquellas personas que estando obligada a realizar una acción, no lo realiza.
El CC admite estas clasificaciones en varios artículos (2320, 2321, 2322, 2323), pero esta es una
clasificación más bien doctrinaria, porque desde el punto de vista práctico todas ellas producen el
mismo efecto y se rigen por las mismas reglas: obligan al autor a indemnizar el daño causado si el
hecho o la abstención que lo originaron es ilícito.
Artículos 2314 en adelante de MEMORIA.

Concepto de delito y cuasidelito en materia civil y penal:


No obstante emplearse la misma denominación, ambos conceptos difieren substancialmente. Lo
esencial en el delito y cuasidelito civil es el daño causado a otra persona o a la propiedad de otro.
En cambio, en materia penal el delito es toda "acción u omisión voluntaria penada por la ley" y el
cuasidelito penal es "toda acción u omisión culpable penada por la ley" (arts.1 y 2 CP).
En el derecho penal una acción u omisión voluntaria o culpable constituye delito o cuasidelito sólo
cuando está penada por la ley (como dicen los penalistas: nullum crimen sine lege). En cambio, en el
derecho civil, delitos y cuasidelitos son hechos ilícitos que causan daño, de modo que si no hay daño
no hay delito o cuasidelito civil, pudiendo eso sí haber delito o cuasidelito penal.
La explicación de esta distinción es la siguiente: se justifica en que el hecho civilmente ilícito crea un
problema de orden privado, enfrentando al autor del daño con su víctima, el derecho civil se
preocupa de que la persona que ha experimentado el daño obtenga la correspondiente reparación,
es decir, enfoca el delito y el cuasidelito civil como fuente de las obligaciones.
En cambio, en el hecho penalmente ilícito el conflicto se produce entre el responsable de ese hecho
y la sociedad; el derecho penal mira al delito y al cuasidelito como un atentado contra el orden social
y le importa defender a la sociedad en contra de estos hechos penalmente ilícitos.

Esta disparidad de conceptos entre el derecho civil y penal produce varias consecuencias:
a) Puede suceder que un mismo hecho constituya a la vez delito o cuasidelito penal y civil, lo que va
a suceder cuando el hecho ilícito esté penado por la ley y cause un daño a otro, lo que sucede en el
caso de las lesiones, en el homicidio, en el hurto, robo, etc.
b) Otra consecuencia es que un hecho puede constituir sólo delito o cuasidelito penal y no ser
delito o cuasidelito civil. Ello va a suceder cuando el hecho esté penado por la ley pero no cause
daño a la persona o propiedad de otro, por ejemplo: delito de manejo en estado de ebriedad, en los
delitos tentados o frustrados. Es por esta razón que en el CP se dice que de todo delito nace una
acción penal para el castigo del culpable y puede nacer una acción civil para obtener la reparación
del daño, esto es, la restitución de la cosa o su valor y la indemnización de perjuicios. Esta acción
civil va a nacer cuando el hecho ilícito sea a la vez delito o cuasidelito penal y civil.
c) La última consecuencia es que un hecho ilícito puede constituir delito o cuasidelito civil sin
constituir delito o cuasidelito penal, lo que va a suceder cuando se trate de un hecho que cause un
daño pero que no está penado por la ley.
Esta última situación es la que se presenta con mayor frecuencia porque el concepto de delito o
cuasidelito civil es más amplio que el de delito o cuasidelito penal. Así por ejemplo: son de esta
calidad la ingratitud del donatario (art.1428), la injuria atroz del alimentario (art.324), el fraude
pauliano (art.2468).
La responsabilidad extracontractual emanada de los delitos y cuasidelitos civiles tiene especial
importancia en los tiempos modernos y ella deriva del desarrollo industrial, de los diversos medios
de transporte, del uso de fuentes de energía, etc.; ello porque el problema de la responsabilidad civil
es obtener que todo daño causado a la persona o propiedad de otro sea reparado.
En definitiva, el problema se reduce a determinar quién tiene que soportar el daño: el autor, la
víctima u otra persona.

Las distintas clases de responsabilidad


La responsabilidad puede ser moral o jurídica.
La responsabilidad jurídica, a su vez, puede ser penal o civil.
La responsabilidad civil puede ser contractual, extracontractual o legal.
La responsabilidad extracontractual puede ser delictual o cuasidelictual y, en general, recibe el
nombre de aquiliana.
También puede ser objetiva o subjetiva.
La responsabilidad legal se llama también sin culpa.
La responsabilidad moral o ética se origina o proviene por la infracción a normas morales o de
carácter religioso y, en general, lo que ella origina son problemas de conciencia para el infractor.
Esta responsabilidad requiere la existencia de una valoración prescriptiva previa que permita
discernir qué son actos compatibles con el bien propio, ajeno o social, y qué acciones en cambio son
destructivas de esos valores.
Por su parte, la responsabilidad jurídica es la que proviene de la violación de deberes jurídicos
y que produce consecuencias jurídicas.
Puede provenir de un hecho que causa daño a la persona o propiedad de otro.
También puede provenir de una omisión que produzca iguales efectos, o bien, de un hecho penado
por la ley por ser contrario al orden social.
La responsabilidad penal proviene de los delitos o cuasidelitos penales, y ella es independiente del
daño que el delito o cuasidelito pueda producir.
Existe esta responsabilidad penal aún cuando el hecho no produzca daño alguno y la consecuencia
de ella es que acarrea sanciones penales cuya aplicación se persigue y se hace efectiva mediante la
acción penal que nace de todo delito.
Por su parte, la responsabilidad civil proviene de todo hecho u omisión que causa un daño a la
persona o a la propiedad de otro y esta responsabilidad civil puede ser contractual, delictual,
cuasidelictual y, en ciertos casos, legal, atendiendo esto al origen de esta responsabilidad.
Para que exista responsabilidad civil es requisito indispensable que se haya causado un daño, sea
a la persona o a la propiedad de otro y, este daño puede originarse en la violación o incumplimiento
de una obligación preexistente, o en la ejecución de un hecho ilícito y, aún sin culpa alguna, como
sucede en la responsabilidad legal.
El efecto que de ella se deriva es la obligación de reparar el daño causado.
Debe tenerse presente que la responsabilidad penal y la responsabilidad civil delictual o
cuasidelictual pueden coexistir respecto de un mismo hecho, ello sucede cuando el delito o
cuasidelito del cual derivan la responsabilidad civil y penal sea a la vez delito o cuasidelito civil y
penal, ello porque ha inferido un daño a la persona o propiedad de otro y, además, porque es una
acción u omisión penada por la ley. Es lo que sucede en el caso del hurto, del robo, de las lesiones,
que son a la vez delitos civiles y penales.
Pero, no obstante que pueden coincidir, estas 2 responsabilidades son independientes entre sí y su
coexistencia resulta solamente de que el mismo hecho es a la vez civil y criminalmente delictuoso.
La independencia de estas dos formas de responsabilidad queda en claro en algunas disposiciones
del CC, como sucede en el art.2314 ("...sin perjuicio de..."); lo mismo sucede en el art.10 CPP. Por
otro lado, estas dos clases de responsabilidad presentan diferencias:
1. Hay diferencias en cuanto a la sanción, pues, tratándose de delitos y cuasidelitos civiles, la
sanción es la indemnización del daño causado; en tanto que, en el caso de los delitos y cuasidelitos
penales, las sanciones son de carácter represivo (presidio, reclusión, relegación, etc.). En este
último caso, el objeto de la sanción no es la reparación del daño que se ha causado, sino que es el
proteger a la sociedad de la acción del delincuente.
2. Es también diferente la jurisdicción llamada a conocer y juzgar una y otra clase de
responsabilidad. Tratándose de la responsabilidad penal, la jurisdicción le corresponde a los
tribunales con competencia en lo criminal; en tanto que de la responsabilidad civil pueden conocer la
justicia civil o la criminal, a menos que la acción tenga por objeto la restitución de la cosa o su valor,
ya que en tal caso deben deducirse ante el juez que conoce del proceso penal.
3. Hay también diferencias en cuanto a la capacidad para incurrir en responsabilidad civil y en
responsabilidad penal. En materia penal la capacidad se adquiere a los 18 años, pero la
responsabilidad de los menores de 18 años y mayores de 14 años se regulará por la Ley Nº 20.084
de responsabilidad Juvenil. En tanto que, en materia de responsabilidad civil, la capacidad se
adquiere a los 16 años, debiendo sí considerarse que los mayores de 7 y menores de 16 son
civilmente responsables si han actuado con discernimiento (art.2319).
4. Existen también diferencias en cuanto a las personas a quienes afectan estas clases de
responsabilidad. La responsabilidad penal afecta exclusivamente a la persona del delincuente, se
trata de una responsabilidad personalísima y por la naturaleza misma de esta responsabilidad y por
las sanciones que ella produce, sólo recae en las personas naturales, no hay responsabilidad penal
de las personas jurídicas (art.39 CPP). En tanto que, la responsabilidad civil, afecta al autor del daño
y a sus herederos (art.2316 inc.1) y puede afectar tanto a las personas naturales como a las
jurídicas.
5. También se distinguen en cuanto a las personas que pueden perseguir la responsabilidad. La
acción penal, cuando se trata de delitos de acción penal pública, puede ejercerla toda persona e
incluso el juez puede perseguir de oficio esta responsabilidad (con la excepción de los delitos de
acción penal privada).En cambio, la acción civil de responsabilidad compete a la persona que sufrió
el daño y a sus herederos.
6. Por último, hay también diferencias en cuanto a la prescripción. Respecto de la acción penal hay
varios plazos, dependiendo de la calificación que se le de al hecho delictuoso y que va de los 6
meses hacia arriba. En cambio, la acción civil tiene un único plazo de prescripción, que es de 4 años
contados desde la perpetración del acto (art.2332).
La responsabilidad contractual proviene de la violación o incumplimiento de un contrato y ella
consiste en indemnizar al acreedor del perjuicio que le causa el incumplimiento de la obligación o su
incumplimiento tardío o imperfecto (art.1556). En la responsabilidad contractual existe un vínculo
previo entre los sujetos de esta responsabilidad, vínculo que es el contrato que no se ha cumplido o
que se ha cumplido en forma tardía o imperfecta.
La responsabilidad delictual o cuasidelictual proviene de un hecho ilícito, intencional o no, que ha
inferido injuria a la persona o propiedad de otro, es decir, es la que proviene de los delitos y
cuasidelitos civiles.
En esta forma de responsabilidad no existe un vínculo jurídico previo entre el autor y su víctima que
sirva de fundamento a esta responsabilidad. La responsabilidad contractual supone necesariamente
la existencia de una obligación anterior, ella se produce entre personas ligadas por un vínculo
jurídico preexistente y es la violación de este vínculo que la responsabilidad sirve de sanción.
En tanto que, la responsabilidad delictual o cuasidelictual supone la ausencia de una obligación
previa entre el autor y la víctima. Se produce entonces entre personas que son extrañas entre sí; por
ello es que esta responsabilidad es fuente de obligaciones, en tanto que la responsabilidad
contractual es solamente la sanción impuesta por el incumplimiento de una obligación.
Pero, hay autores como Planiol, que no aceptan la distinción entre estas dos clases de
responsabilidad (contractual y extracontractual).
Planiol sostiene que estas dos formas de responsabilidad son idénticas y ello porque ambas crean
una obligación: reparar el daño causado. Pero, Planiol va aún más allá, sosteniendo que ambas
clases de responsabilidad suponen una obligación anterior, que en la responsabilidad contractual
nace del contrato y en la extracontractual nace de la ley; y en ambas la fuente de la responsabilidad
es el incumplimiento de las obligaciones. Afirma Planiol que el incumplimiento de una obligación
contractual constituye un hecho ilícito.
No obstante, la mayoría de la doctrina no participa de esta opinión, señalando que si bien es cierto
que la culpa tanto contractual como extracontractual es un hecho ilícito, no es efectivo que ellas
consistan en ambos casos en la violación de una obligación anterior. Es claro que hay violación de
una obligación anterior en la responsabilidad contractual, pero no es efectivo que ello suceda en la
responsabilidad extracontractual, porque en ésta no existe ningún vínculo jurídico previo entre el
autor del daño y la víctima del mismo.
Planiol funda su teoría en que hay un obligación preexistente emanada de la ley, obligación que no
es otra que la de no causar daño a otro. Pero, esta concepción merece algunas críticas:
- no existe norma que establezca esta obligación.
- por otro lado, pareciera ser más un principio de carácter moral que netamente jurídico.
Además, no puede dársele el sentido jurídico de obligación porque ésta supone necesariamente un
acreedor y deudor y en la responsabilidad delictual y cuasidelictual no puede hablarse de deudor y
acreedor con anterioridad al hecho ilícito, toda vez que las calidades de acreedor y deudor nacen
después del hecho ilícito.
Es efectivo que ambas clases de responsabilidad llevan a la reparación del daño causado, pero eso
no obsta a su distinta naturaleza. En la responsabilidad contractual hay una sanción al
incumplimiento del contrato, es justamente uno de los efectos que la ley atribuye a la fuerza
obligatoria del contrato.
(Ver supercontrato según Planiol).

Entre la responsabilidad contractual y la delictual o cuasidelictual (extracontractual) se


presentan numerosas diferencias, entre las cuales caben destacar las siguientes:
a) En materia contractual la culpa admite graduaciones, así hablamos de culpa grave, leve y
levísima (art.44). En materia de responsabilidad extracontractual, la culpa no admite esas
graduaciones, se habla lisa y llanamente de culpa. (En materia extracontractual la culpa sería leve,
de conformidad con el artículo 44 del Código Civil, ej. artículo 2323 ..”como un buen padre de
familia”).
b) También se presentan distinciones con respecto al peso de la prueba: en materia de
responsabilidad contractual, habiendo incumplimiento del deudor, se presume su culpa y le va a
corresponder al deudor, para poder exonerarse de responsabilidad, el probar que actuó con la
debida diligencia o cuidado. En tanto que en la responsabilidad delictual o cuasidelictual civil la
víctima va a tener que probar que el daño que le fue causado es imputable a dolo o culpa del autor
del hecho, salvo ciertos casos excepcionales.
c) Hay diferencias también en cuanto a la capacidad: en materia contractual coincide con la
capacidad general para obligarse (18 años y menor siempre y cuando esté autorizado). En materia
de responsabilidad delictual o cuasidelictual civil la plena capacidad se alcanza a los 16 años, no
obstante que el menor de 16 y mayor de 7 es responsable si el juez determina que actuó con
discernimiento.
d) También hay diferencias en cuanto a la solidaridad: en la responsabilidad contractual si varios
deudores violan una obligación contractual, entre ellos no hay solidaridad, a menos que se hubiere
pactado expresamente (art.1511). En cambio, si hay varios autores de un delito o cuasidelito civil,
van a responder solidariamente del daño causado (art.2317).
e) En relación con la prescripción: la acción para perseguir la responsabilidad derivada de un delito
o cuasidelito civil prescribe en el plazo de 4 años, contados desde la perpetración del hecho
(art.2332). La acción para perseguir o hacer efectiva la responsabilidad contractual prescribe
normalmente en 5 años (art.2515).
f) Necesidad de la mora, para que exista responsabilidad contractual salvo en las obligaciones de
no hacer es necesario constituir en mora al deudor. En la responsabilidad extracontractual no es
necesario constituir en mora.
g) Extensión de la obligación de reparar, los alumnos se recordaran del daño moral. (en
responsabilidad contractual se responde de los perjuicios directos y previstos, y de los imprevistos
siempre que haya dolo y en cuanto al daño moral, se discute, sin embargo hoy se está aceptando
por parte de la jurisprudencia. Con respecto a la responsabilidad extracontractual, siempre se
responde del daño moral).
h) Avaluación de perjuicios. En materia contractual se permite la avaluación anticipada de los
perjuicios (cláusula Penal), lo anterior no se admite en la responsabilidad extracontractual, debe
acreditarse el monto de los daños.
i) Prescripción de la acción, En la responsabilidad contractual el plazo de prescripción se rige por
las reglas comunes señaladas en el art. 2515, mientras que la prescripción de la acción en materia
de responsabilidad extracontractual es especial de cuatro años, art. 2332.

Cúmulo u opción de responsabilidad:


¿Un mismo hecho puede generar al mismo tiempo responsabilidad contractual y extracontractual?.
El nombre de "cúmulo" nos puede inducir a error, porque el problema consiste en determinar si el
incumplimiento de una obligación emanada de un contrato da origen exclusivamente a
responsabilidad contractual, o si en el caso de que origine también responsabilidad delictual o
cuasidelictual, el acreedor puede elegir una u otra clase de responsabilidad para obtener la
reparación del daño.
En caso de aceptarse esta opción se estaría permitiendo al acreedor situar su caso personal en el
terreno más conveniente para sus intereses.
Por consiguiente, no significa, no obstante, de hablar de cúmulo de responsabilidades, porque si
esto se permitiera se daría lugar en el fondo a una doble reparación del mismo daño, lo cual implica
un enriquecimiento sin causa.
El problema se radica entonces en si es posible que el acreedor elija una u otra responsabilidad.
Desde el punto de vista práctico esto significaría, en caso de aceptarse el cúmulo, que el acreedor
podría elegir la responsabilidad más conveniente a sus intereses, porque ambas responsabilidades
no están sometidas a las mismas normas.
Así, en el campo contractual el acreedor no necesita probar la culpa del deudor, pero está limitado
en cuanto a la naturaleza de los perjuicios que debe demandar: solamente en ciertos casos podrá
demandar los perjuicios directos imprevistos (sólo cuando prueba dolo), y no puede demandar los
indirectos. En cambio, en la responsabilidad delictual o cuasidelictual, quien sufrió el daño va a tener
que probar la culpa o dolo, pero podrá demandar la indemnización de todo daño que se le haya
causado (art.2314).
La doctrina en general rechaza el cúmulo de responsabilidades, sosteniendo que la infracción de
una obligación contractual da origen solamente a responsabilidad contractual. (Alessandri, Aveliuk)
El acreedor cuyo deudor viola o no cumple en la forma convenida o retarda el cumplimiento de una
obligación emanada del contrato, no puede demandar perjuicios con arreglo a los arts.2314 y
siguientes.
Permitir que el acreedor pueda prescindir del contrato y perseguir la responsabilidad del deudor
conforme a las normas de los arts.2314 y sgtes. sería entrar a desconocer la fuerza obligatoria del
contrato y, aún más, sería desconocer aquellas cláusulas en que las partes pudieran haber eximido
o limitado la responsabilidad del deudor.
Cabe recordar que conforme al art.1554 inc. final y art.1558 inc. final, las partes pueden modificar las
normas sobre responsabilidad contractual haciendo que el deudor tenga una responsabilidad menor
e, incluso, eximiéndolo de responsabilidad.
El admitir el cúmulo de responsabilidad significaría desconocer la validez y eficacia de estas
cláusulas, porque si las partes han eximido de toda responsabilidad al deudor o han limitado dicha
responsabilidad a cierta cantidad de dinero o han convenido que sólo va a responder de culpa grave
en caso de incumplimiento de la obligación, no puede permitirse que se recurra a las normas de los
arts.2314 y sgtes. para hacer efectiva una responsabilidad cuando lo ha eximido de ella, o para
demandar una suma mayor cuando se ha limitado la responsabilidad a una determinada cantidad, o
pretender una responsabilidad mayor cuando se ha limitado a una cierta especie de culpa. La razón
para no aceptarlo está justamente en el art.1545: si ellos convinieron determinada cosa, a ello hay
que atenerse (fuerza obligatoria de los contratos).
La mayoría también sostiene que también se podría aceptarse la opción entre responsabilidad
contractual y extracontractual siempre que se tratare de un ilícito penal.
No obstante, se podría demandar por responsabilidad contractual y en subsidio extracontractual y
viceversa. (Una en subsidio de la otra).

Fundamentos de la responsabilidad extracontractual:


Para fundar la responsabilidad extracontractual existen principalmente 2 tendencias o teorías:
I.- La teoría clásica o de responsabilidad subjetiva o por culpa.
II.- La teoría moderna, también llamada objetiva o sin culpa.
I.- Teoría de la responsabilidad subjetiva: (Teoría de la culpa)
Para esta teoría, el fundamento de la responsabilidad que la ley impone de indemnizar el
daño causado es la culpabilidad del agente, del autor del daño. Es precisamente la actitud ilícita del
autor del delito o cuasidelito civil la que impone a éste la necesidad de responder de su conducta.
Para esta teoría son 2 los requisitos fundamentales que deben reunirse para que exista
responsabilidad extracontractual:
1. El daño,
2. Que el daño se haya originado por culpa o dolo de quien lo ha provocado.
Se le denomina justamente teoría de la responsabilidad subjetiva o por culpa porque el
fundamento mismo de la obligación indemnizatoria es la actuación ilícita del autor del daño.
Esta teoría subjetiva es la que sigue el CC francés y también el CC chileno.
Según esta teoría, como las personas pueden actuar libre e independientemente, cada una de ellas
debe aprovechar los beneficios que le reporta su actividad y soportar los daños que le causa la
naturaleza o el hecho ajeno. No basta, para esta teoría, con que una persona sufra un daño en sí
misma o en sus bienes para que surja la obligación de repararlo.
Para que exista obligación de indemnizar ese daño, es necesario que provenga del dolo o culpa del
autor: sin dolo o culpa no hay responsabilidad.
Josserand señala que el dolo y la culpa en materia de responsabilidad extracontractual son una
especie de pecado jurídico, de manera que quien no ha actuado con dolo o culpa no tiene
responsabilidad.
Esta teoría subjetiva es criticada en la actualidad, señalándose que ella se conformaba a los
requerimientos de la sociedad de la época de su formulación, pero que no responde en manera
alguna a los de la sociedad actual, ello porque en este sistema la víctima de un daño va a poder
obtener la reparación del daño mismo sólo si prueba el dolo o la culpa del autor. De tal manera que,
si no logra probar ese dolo o esa culpa, su demanda va a ser rechazada, debiendo la víctima
soportar la totalidad del daño. Es precisamente esta prueba la que enfrenta a la víctima del daño a
un serio problema, porque en numerosos casos la prueba de la culpa o del dolo es sumamente difícil
y en otros es imposible; así, por ejemplo, a un trabajador de una empresa que sufre un accidente de
trabajo le será sumamente difícil probar que ese accidente se debió a culpa o dolo de la empresa.
Ahora, si bien es cierto que este es el gran defecto de esta teoría, se han buscado diversos caminos
para palear sus inconvenientes. Tanto la ley, la jurisprudencia como la doctrina, sin alterar el
fundamento subjetivo de esta teoría, han adoptado diversas medidas y soluciones a los problemas
que ella plantea. Así, en primer lugar, el legislador, para liberar a la víctima de la prueba de la
responsabilidad, ha establecido en su favor diversas presunciones legales (en nuestro CC tales
presunciones se encuentran en los arts.2320, 2322, 2326, 2328 y 2329). Cuando existen estas
presunciones, la víctima va a tener que probar solamente los hechos de los cuales la ley deduce la
culpa; luego, establecidos estos hechos, se va a presumir la culpa de la persona civilmente
responsable y le va a corresponder a ella probar que no hubo culpa para exonerarse de
responsabilidad. Estas presunciones pueden ser simplemente legales o de derecho:
 Son simplemente legales en todos los artículos señalados precedentemente.
 Son de derecho en los arts.2321 y 2327.
En segundo lugar, la jurisprudencia ha ampliado cada vez más el concepto de culpa; así por
ejemplo: se ha resuelto que el ejercicio abusivo de un derecho puede importar culpa y generar
responsabilidad; también se ha resuelto que hay culpa en el no ponerse a tono con el progreso
(ejemplo: empresario que trabaja con máquinas obsoletas).
También se ha inventado otro camino, que es el de sustituir la responsabilidad delictual o
cuasidelictual por la contractual, y ello porque la responsabilidad contractual pone al acreedor en una
posición más ventajosa que la de la víctima en la responsabilidad extracontractual, desde el
momento en que el peso de la prueba en la responsabilidad contractual recae o le incumbe al
deudor. Ahora, Cómo se hace esta sustitución? Partiendo de la base de que ciertos contratos,
además de las obligaciones y derechos consignados en ellos, generan una obligación de seguridad
(es lo que sucedería con el contrato de trabajo, el cual daría origen a una obligación de esta
naturaleza, porque el empleador está obligado a garantizar la seguridad de los trabajadores, de tal
modo que si se produce un accidente de trabajo, él constituiría una infracción a este deber de
seguridad, posibilitando el cobro de la respectiva indemnización) y, en este caso, el peso de la
prueba no sería de cargo de la víctima, sino que le correspondería al empleador, de tal forma que
para exonerarse de responsabilidad el empleador tendría que acreditar que no hubo culpa.

II.- Teoría moderna o de la responsabilidad objetiva o sin culpa: (Teoría del Riesgo Creado)
También se la llama teoría del riesgo, ello porque no se atiende a la conducta, a la culpabilidad del
agente, sino que al resultado material de esa conducta, es decir, al daño que se causa. Para esta
teoría, la obligación de indemnizar exige fundamentalmente la existencia de un perjuicio ocasionado
a una persona por la conducta del autor del daño. Se la denomina teoría del riesgo porque a falta de
culpa se funda en la idea de que toda persona que desarrolla una actividad crea un riesgo de daño
para los demás (piénsese en un empresario de buses). Ahora, si ese riesgo se concreta, es decir, si
se produce el daño perjudicando a una persona, el que creó la posibilidad de riesgo tiene que
indemnizar a la persona dañada, exista o no culpa, porque la obligación de indemnizar se origina por
el riesgo creado y no por el acto que provoca el daño.
El problema que plantea esta teoría es la extensión que debe dársele a esta noción, y al respecto
hay diversas opiniones:
 Algunos diferencian entre actos normales y anormales, originando la obligación de indemnizar
sólo los anormales.
 Otros consideran el problema desde un punto de vista distinto y hablan del riesgo-beneficio,
sosteniendo que toda persona que desarrolla una actividad para obtener beneficios para ella, tiene
que responder, como contrapartida de esos beneficios, de los daños que le cause a otra persona.
Esta teoría es también criticada, siendo la principal el hecho de que ella es peligrosa, porque si hay
que reparar de todas maneras el daño, puede producirse la idea de que ante el derecho es
indiferente actuar con o sin diligencia.
De modo que aún la persona más diligente, si causa un daño a otro, va a tener que indemnizarlo, y
para defenderse de esta posibilidad de indemnizar todos estos daños y no actuar con la diligencia
debida, puede contratar seguros sobre la materia.
Por otro lado, hay que tener presente que el derecho civil se funda principalmente en la teorías
subjetivas, y en estas materias no puede dejar de considerarse a la persona y a su accionar para
adoptar un criterio meramente material, considerándose sólo el efecto que se ha producido.
Hoy en día existen algunas leyes que se rigen por la responsabilidad objetiva, como sucede con el
caso de algunas sustancias peligrosas o de energía nuclear, en que generándose el daño, se
responde inmediatamente sin probar la culpa o dolo del deudor.

Elementos de la responsabilidad extracontractual:


De los arts. 2284, 2314 y 2319 se desprende que para que un hecho genere responsabilidad
delictual o cuasidelictual civil, es necesario que concurran los siguientes elementos:
I.- Que el hecho u omisión provenga de dolo o culpa del autor.
II.- Que el autor sea capaz de delito o cuasidelito civil.
III.- Que el hecho u omisión cause un daño a la víctima.
IV.- Que entre el hecho u omisión doloso o culpable y el daño causado exista una relación de
causalidad.
(Repasar responsabilidad contractual)

I.- Que el hecho u omisión provenga de culpa o dolo del autor:


Para que un hecho u omisión que causa daño a otra persona genere responsabilidad delictual o
cuasidelictual civil, es indispensable que haya habido dolo o culpa del autor en su ejecución, porque
en el sistema del CC origina responsabilidad el hecho perjudicial liso y llano.
La clasificación en delito y cuasidelito civil se funda en las diferencias de actitud del autor del daño,
siendo todos sus demás elementos comunes. La diferencia está en que en el delito civil hay dolo, en
tanto que en el cuasidelito civil hay culpa y, salvo este aspecto, no existe ninguna otra diferencia
entre ellos, hasta tal punto que la responsabilidad no es mayor si hay dolo que si hay culpa, porque
la extensión o intensidad de la responsabilidad se mide por el daño causado y no por el actuar del
autor.
El dolo, definido en el art.44, existe cuando de parte del autor del daño ha existido el propósito
deliberado de causarlo, es decir, cuando con la acción u omisión lo que se persigue es causar un
daño. El dolo presenta la particularidad de transformar en ilícito todo acto, por lícito que éste haya
sido en sí mismo.
Así, incluso el ejercicio de un derecho se hace ilícito cuando lo único que se persigue es causarle un
daño a otra persona.
El dolo se aprecia en concreto, según las circunstancias del autor, porque el dolo incluye un
elemento sicológico: la intención de causar el daño y la prueba de este dolo le va a corresponder a la
víctima del daño, ello porque el dolo no se presume.
En cuanto a la culpa, el CC la define en el art.44, referida ella a la culpa contractual, que es la única
que admite las graduaciones que ahí se señalan. Pero, el concepto mismo de culpa es igual en
ambas clases de responsabilidad. De todas las definiciones que da el art.44, se puede concluir que
la culpa es "la falta de aquella diligencia o cuidado que los hombres prudentes emplean
ordinariamente en sus actos o negocios propios" (culpa leve). En cuanto a la forma de apreciar la
culpa, en la doctrina hay dos concepciones:
a) la de la culpa objetiva o en abstracto.
b) la de la culpa subjetiva o en concreto.

a) En la culpa objetiva o en abstracto se compara la actitud del autor del daño con la actitud que
habría tenido una persona prudente expuesta a la misma situación, es decir, aquí se adopta un tipo
ideal y se determina cómo habría reaccionado éste enfrentado a la misma situación que dio origen al
daño.
b) En tanto que, en la culpa subjetiva o en concreto se procede a determinar la situación
personal del autor del daño al tiempo del hecho que lo originó. (Para cada caso en concreto)
El CC chileno adopta la primera posición, esto es, la de la culpa en abstracto, y establece también
cuál es el sujeto ideal de comparación, siendo éste el del buen padre de familia (art.44). Es decir, en
el sistema del CC lo que debe hacerse es comparar la conducta del autor del daño con la que habría
tenido un hombre prudente de la misma profesión u oficio, colocado en el mismo lugar, tiempo y
circunstancias externas que el autor del daño, y lo que habrá que determinar es si este tipo ideal
habría actuado o no en igual forma o habría tomado otras precauciones que el autor del daño. Si se
concluye que habría actuado de modo diferente al autor del daño, hay culpa, en caso contrario no.
Hay ciertas obligaciones que están establecidas por la ley o en algún reglamento. Si el daño se
produce por infracción a esta obligación, no es necesario proceder a la apreciación de la culpa del
autor, porque en ese caso estamos ante lo que se denomina "culpa contra la legalidad". (Ej. las
que se dan en el ámbito municipal, como las infracciones de tránsito, u ordenanzas municipales
como mantener perros sueltos).
Lo que sucede es que es frecuente que el legislador o la autoridad, con el fin de precaver accidentes
o daños, dicte ciertas normas prohibiendo la ejecución de determinados actos. En tales casos,
cuando una persona infringe esa prohibición, va a existir culpa por el solo hecho de realizar el acto
prohibido, o bien, por no haber realizado lo ordenado por la ley, significando aquello que no se ha
dado cumplimiento por el autor del daño a las medidas de prudencia o precaución establecidas por
el legislador para evitar la producción de un daño.
En materia de cuasidelitos civiles la culpa no admite graduaciones, es decir, no se diferencian en
esta materia entre culpa grave, leve o levísima, como sucede en materia de responsabilidad
contractual. En este campo, cualquiera que sea la culpa, hace al autor del daño responsable de la
totalidad de éste.
En cuanto a la prueba de la culpa, la regla general en materia de responsabilidad extracontractual,
es que ella tiene que ser probada por la víctima. La regla es diferente de aquella que se aplica en
responsabilidad contractual, en la cual la culpa se presume y corresponde al deudor probar que no
ha incurrido en culpa (art.1547 inc.3).
En materia de responsabilidad extracontractual no existe una norma similar a la del art.1547 inc.3,
por consiguiente, tiene que aplicarse la regla general en materia probatoria que es el art.1698. Este
hecho hace que sea difícil para la víctima obtener la reparación del daño causado, ya que la prueba
de la culpa presenta dificultades, no obstante que aquí no existen limitaciones en materia de prueba
porque se trata de probar hechos, pudiendo por consiguiente, recurrirse a todos y cada uno de los
medios probatorios. No existen en este campo limitaciones a la prueba testimonial, como sucede en
la responsabilidad contractual. (1708 y 1709).
En relación con esto, hay que detenerse en 2 temas, que son:

1.- Las llamadas obligaciones de prudencia y las obligaciones de resultado.


Esta es una elaboración de la doctrina y jurisprudencia francesa. En las llamadas obligaciones de
resultado o determinadas la obligación es concreta, en el sentido de que el deudor debe obtener un
resultado determinado. En cambio, en las obligaciones de prudencia, el deudor solamente se obliga
a poner de su parte la diligencia necesaria, a conducirse con la prudencia que se requiere para
obtener un resultado determinado, pero no se obliga a obtener ese resultado. Ej. cuando mando a
construir una casa el resultado es la casa. Cuando me realizo un trasplante no existe esta
obligación de resultado, no se puede asegurar el resultado, por tanto la obligación es de medio o de
prudencia.
En las obligaciones de resultado hay incumplimiento cuando no se obtiene el resultado prometido y
en las obligaciones de prudencia hay incumplimiento cuando el deudor no pone de su parte toda la
diligencia necesaria para obtener el resultado que se busca. Esta diferencia tiene importancia en
materia probatoria, porque en las obligaciones de resultado el acreedor no tiene nada que probar, el
peso de la prueba recae sobre el deudor, el cual va a tener que acreditar que se obtuvo el resultado
prometido y, en caso de no haberse obtenido ese resultado, el deudor va a tener que probar que ello
no se debió a la culpa suya; en cambio, en las obligaciones de prudencia va a haber que probar que
el deudor no actuó con la debida diligencia para obtener el resultado buscado, y esta prueba
corresponde al acreedor. La importancia de esto es que ello no opera solamente en materia de
responsabilidad contractual, sino que también en materia de responsabilidad extracontractual.
Ambos tipos de responsabilidades llevan a distinguir entre obligaciones de prudencia, llamadas
también de medio, en que el peso de la prueba corresponde al acreedor, y obligaciones de
resultado, en que el peso de la prueba recae sobre el deudor.

2.- Las presunciones de culpa:


En Chile, la doctrina mayoritaria se inclina por no aceptar esta distinción (obligaciones de medio y de
resultado), fundándose en que en materia de responsabilidad contractual el legislador en el art.1547,
establece una presunción de culpa. Como el problema de la prueba de la culpa es complicado y se
pone de cargo de quien ha sufrido el daño el probar que el autor de ese daño actuó con culpa, el
legislador ha establecido presunciones de responsabilidad para ciertos y determinados casos; así
sucede, por ejemplo, en los casos de responsabilidad por el hecho ajeno, de responsabilidad por
hecho de las cosas, en los casos de accidentes de tránsito, etc. (hecho propio, hecho ajeno y hecho
de las cosas).
En relación con esta materia se ha planteado entre nosotros una discusión acerca de lo que
establece el art.2329 inc.1 en relación con lo dispuesto en el art.2314 y que tiende a determinar cuál
es el alcance de la norma del art.2329.
Algunos estiman que esta norma lo único que hace es reiterar lo establecido en el art.2314, norma
que impone a quien ha cometido un hecho ilícito la obligación de reparar el daño que de el se deriva.
Pero, Alessandri estima (en su obra sobre la responsabilidad extracontractual) que en el art.2329
hay una presunción de responsabilidad por hecho propio, en aquellos casos en que el daño
proviene de un hecho que por su naturaleza o por las circunstancias en que ese hecho se realizó,
puede atribuirse a dolo o culpa del autor. Para ello, se funda principalmente en 3 puntos para
sustentar su tesis:
 En la ubicación del art.2329, el cual está situado inmediatamente después de las presunciones
de responsabilidad por hecho ajeno o por hecho de las cosas.
 En cuanto a la redacción del art.2329, esta norma nos dice "...que pueda imputarse..." y no "que
sea" imputable: entonces, para que exista responsabilidad basta con que sea lógico entender que
hubo culpa.
 Por último, argumenta con los ejemplos del art.2329, ya que todos ellos suponen por sí solos que
hubo culpa.
Sin embargo, estos no son los únicos casos de presunción de responsabilidad, porque también
existen algunas presunciones de derecho de responsabilidad y es lo que sucede en los casos de los
arts.2321 y 2327. En esta materia hay que tener cuidado en no confundir los casos de presunción de
responsabilidad con la llamada "responsabilidad objetiva", porque cuando hay presunción de
responsabilidad y se trata de presunciones simplemente legales, el deudor puede eximirse de
responsabilidad acreditando que no hubo culpa de parte suya; en cambio, en la responsabilidad
objetiva, como la culpa no es elemento de esa responsabilidad, aún cuando el deudor acredite su no
existencia, va a ser igualmente responsable. Donde hay una vinculación más estrecha con la
responsabilidad objetiva es con la presunción de derecho de responsabilidad, porque ésta no admite
la prueba de falta de culpa.
El problema que plantea la noción de culpa es que ella es relativa y va a depender normalmente de
las circunstancias de hecho existentes en el momento determinado. Sin embargo, es posible señalar
algunos casos generales de culpa, como son los siguientes:
a) La infracción de la ley o de reglamento. (Principalmente leyes u ordenanzas municipales)
b) El abuso de derecho.
c) Las relaciones de vecindad.
d) La culpa por omisión.

a) El abuso de derecho:
La regla en esta materia es que si una persona actúa ejerciendo un derecho que le corresponde,
aunque cause daño a otro no tiene responsabilidad. Pero, en ciertos casos, el ejercicio de un
derecho puede hacer responsable al titular de ese derecho cuando lo ejerce en forma abusiva. Esto
es lo que configura la llamada "teoría del abuso de derecho".
El Derecho tiene un fin, por tanto cuando el titular de este Derecho se escapa o se aleja de este fin,
ocasionando daño a otro, existiría un abuso del Derecho. Ej. el caso de los pozos de agua.
La doctrina no está de acuerdo en cuáles son los requisitos que deben concurrir para que haya
abuso de derecho, pero en general se aceptan los siguientes requisitos:
1. - Tiene que existir un derecho: si una persona actúa sin que exista un derecho y causa daño a
otro, se está ante los casos generales de responsabilidad.
2. - Ese derecho tiene que ser de ejercicio relativo, lo cual constituye la regla general. Pero, hay
algunos casos en que la ley le da a ciertos derechos el carácter de absolutos, es decir, no les señala
limitación alguna: en estos derechos absolutos no cabe el abuso de derecho. Como ejemplos de
derechos absolutos, podemos citar los siguientes:
 El derecho del padre o de la madre de autorizar el matrimonio: estos no tienen que dar
razones para fundar su negativa.
 En materia de condición resolutoria tácita (art.1489): el acreedor tiene un derecho absoluto,
en cuanto puede demandar el cumplimiento o la resolución del contrato a su arbitrio, en caso de no
cumplirse por el otro contratante lo pactado.
3.- Que el ejercicio del derecho sea abusivo: aquí es donde se plantea el grave problema de esta
teoría porque es sumamente difícil precisar cuándo hay abuso en el ejercicio de un derecho. Hay
autores que incluso sostienen que no puede hablarse de abuso de derecho, sino que lo que habría
sería un exceso en su ejercicio. Pero, hay legislaciones que señalan en qué casos puede entenderse
que hay abuso de derecho; así, en Alemania el CC en su art.226 dice que: "el ejercicio de un
derecho no está permitido cuando no pueda tener otro fin que causar daño a otro". Esto
prácticamente equivale al dolo, porque se entiende que habría abuso de derecho cuando ese
derecho se ejerce con el solo fin de causar perjuicios a otra persona y sin reportarle utilidad al titular
de ese derecho.
Otros, en doctrina, señalan que los derechos deben ejercerse de buena fe, en el sentido de que el
ejercicio del derecho no debe sobrepasar el objeto en cuya consideración se otorgó ese derecho al
titular.
Otras legislaciones siguen un camino diverso, limitándose a sancionar el abuso de derecho, y dejan
al juez la calificación de si hay o no abuso de derecho.
En la doctrina francesa, seguida entre nosotros por Alessandri, se estima que el abuso de derecho
no difiere de otros casos de responsabilidad extracontractual, y sostiene que habrá lugar a él
siempre que concurran los requisitos de la responsabilidad extracontractual, esto es, una acción u
omisión, dolosa o culposa, que cause daño a otro y con la particularidad que la acción va a
corresponder al ejercicio de un derecho.

El abuso de derecho a la luz de la legislación chilena: en nuestra legislación no existen normas


expresas relativas al abuso de derecho, sólo hay algunas normas aisladas que dicen relación con
esta materia. Hay casos, entre estas normas, en que al establecer derechos absolutos, el legislador
no acepta el abuso de derecho, como sucede por ejemplo con el art.1489. Hay otras circunstancias
en las cuales el legislador hace aplicación de los principios del abuso de derecho.
En cuanto a la doctrina y jurisprudencia nacional, ellas aceptan el abuso de derecho en situaciones
no contempladas en la legislación, como sucede por ejemplo en el caso del art.2110: este es un
caso en que el legislador consagra el abuso de derecho porque no acepta la renuncia que a una
sociedad se hace en forma intempestiva o de mala fe. (Cuando esta renuncia sea perjudicial. Otra
norma que establece el abuso del Derecho es el artículo 280 del Código de Procedimiento Civil, con
respecto a las medidas prejudiciales).
En otros casos, el legislador sanciona con la obligación de indemnizar perjuicios el ejercicio de
acciones temerarias.
Los tribunales han acogido la teoría del abuso de derecho principalmente en relación con el ejercicio
abusivo de acciones criminales, como sería el caso del querellante que ejerce la acción criminal a
sabiendas de que el querellado es inocente (antiguamente se daba mucho esta situación). Se ha
sostenido por los tribunales que si del ejercicio de un derecho se deriva un daño, mediando dolo o
culpa, éste se transforma en un delito o cuasidelito civil.
El efecto que produce el abuso de derecho es que se sanciona a quien ha hecho uso abusivo de sus
facultades con la indemnización por los perjuicios que hubiere causado.

b).- Culpa derivada de las relaciones de vecindad:


Las relaciones de vecindad plantean un problema en relación con el ejercicio de las facultades que
confiere el derecho de dominio, porque una de las limitaciones que se señalan para el derecho de
dominio son las que derivan justamente de las relaciones de vecindad. Así, hay numerosos casos en
que la obligación de indemnizar los daños causados a vecinos se fundan en el abuso del derecho de
dominio.
El problema es que en la actualidad los roces entre vecinos pueden ser muy frecuentes, lo cual nos
lleva necesariamente a exigir un mayor respeto hacia el derecho ajeno. Donde con mayor frecuencia
se pueden plantear estos problemas es en los inmuebles acogidos a la ley de propiedad horizontal
(recordar que ésta no sólo se aplica a los edificios en altura, sino que también a los condominios). Es
por ello que la ley en materia de propiedad horizontal exige la dictación de un reglamento de
copropiedad, reglamento que generalmente contiene numerosas prohibiciones para prevenir
molestias a las personas que viven en el propio edificio, estableciéndose sanciones para el caso de
infracción, sin perjuicio de las indemnizaciones de perjuicios que procedan.

c).- La culpa por omisión:


La culpa no sólo puede provenir de una acción, sino que también puede originarse en una omisión,
es decir, por no actuar. Lo normal en estos casos va a ser que la omisión se produzca en el ejercicio
de una determinada actividad, principalmente por no adoptarse una precaución que debió tomarse o
por preverse un determinado peligro. Algunos la llaman "culpa-negligencia", para oponerla a la
"culpa-imprudencia", que sería la culpa por acción.
También se sostiene que hay culpa no sólo en la omisión, sino también en la abstención de realizar
un hecho, como sería el caso de un médico que sin una razón fundada se niegue a atender a un
herido en un accidente.

Hechos que alteran o eximen de responsabilidad:


Estos son hechos que excluyen la existencia de culpa o de dolo y otros que, no obstante existir culpa
o dolo, hacen que no se responda civilmente o que se modifique la responsabilidad. En el primer
caso, estamos ante las llamadas "eximentes de responsabilidad" y, en el segundo, ante las llamadas
"cláusulas de irresponsabilidad".
Las dos producen el mismo efecto, cual es que el autor no sea civilmente responsable, pero en el
fondo existen diferencias entre ambas, ello porque las eximentes de responsabilidad suponen la
ausencia de culpa o dolo en el autor; en cambio, en las cláusulas de irresponsabilidad hay culpa o
hay dolo, pero no se responde de ellas porque así se ha convenido.
Entre los hechos que alteran o eximen de responsabilidad podemos señalar los siguientes:
1.- El caso fortuito y la fuerza mayor.
2.- El estado de necesidad.
3.- El hecho de un tercero.
4.- La culpa de la víctima.
5.- Las causales eximentes de responsabilidad, especialmente de orden penal.
6.- Las convenciones de responsabilidad.
7.- Legítima Defensa.

1.- El caso fortuito:


Está definido en el art.45: "Se llama fuerza mayor o caso fortuito al imprevisto al que no es posible
resistir...". Cuando hay caso fortuito o fuerza mayor no hay culpa del autor del daño y éste queda
eximido de toda responsabilidad. Es diferente el caso fortuito que la ausencia de culpa, puesto que
éste supone un hecho imprevisto e irresistible, en tanto que en la ausencia de culpa se ha probado
que se actuó con la debida diligencia o cuidado, siendo accidental el daño causado.
La verdad es que en el caso fortuito hay ausencia de voluntad, sin ella no hay responsabilidad.
Pero, no siempre la existencia de un caso fortuito implica que se exima de responsabilidad, porque
hay ciertos casos en que no obstante haber caso fortuito, va a haber responsabilidad. Ello sucede,
en primer lugar, cuando el caso fortuito proviene de culpa (art.934); ello es así porque el caso fortuito
exime de responsabilidad cuando él es la única causa del daño. (Aquí estaríamos frente a culpa, no
caso fortuito).
En segundo lugar, el caso fortuito no exime de responsabilidad en los casos que la ley establece y
que veremos más adelante. Esta imposibilidad de cumplir tiene que ser de carácter absoluto, es
decir, que la obligación no se pueda cumplir por nadie, de acuerdo al ideal de un buen padre de
familia.

2.- El estado de necesidad:


Es aquella situación que se plantea cuando una persona se ve obligada a causar un daño a otra
persona para evitar uno mayor a sí misma o a un tercero. Aquí hay también un hecho imprevisto,
pero no es irresistible, sino que se puede resistir, pero a costa de causar un daño a otra persona.
(Se ocasiona un daño con el objeto de evitar un mal mayor).
El problema que plantea el estado de necesidad es que hay un claro conflicto de intereses, porque
por un lado está el interés de aquél que para evitarse un daño a sí mismo o a otro, le causa un daño
a un tercero y, por otro lado, el interés de la víctima del daño. De modo que el problema que plantea
el estado de necesidad es el de decidir cuál de estos intereses es el más legítimo. Es comprensible
la actitud de aquella persona que para evitar un daño mayor opta por causarle un daño a un tercero
que es ajeno al hecho, pero también hay que considerar que el que sufre el daño no ha tenido parte
alguna en los hechos que lo motivan y, en caso de aceptarse que el estado de necesidad sea
eximente de responsabilidad, ese tercero sufriría íntegramente el daño.
La legislación chilena no contempla al estado de necesidad, por ello, para acogerlo, debe hacerse
una asimilación a alguna situación reglamentada, como ausencia de culpa, caso fortuito, etc.

3.- El hecho de un tercero:


Aquí hay que distinguir si el hecho del tercero es o no la única causa del daño:
a) Si el hecho del tercero es la única causa del daño, pero el acto no es doloso ni culpable, no hay
responsabilidad. Si es doloso o culpable, se responderá sólo en los casos de responsabilidad por
hecho ajeno (por ej. de los hijos); de lo contrario será caso fortuito y responderá el tercero.
b) Si el hecho del tercero concurre con otro a causar el daño, debe distinguirse:
 Si en el autor del daño y en el tercero se dan los requisitos de la responsabilidad, ambos son
responsables solidariamente.
 Si en el tercero no se dan los requisitos de la responsabilidad, va a responder exclusivamente el
autor del daño, a menos que para él el hecho del tercero sea un caso fortuito.

4.- La culpa de la víctima:


No siempre los daños se producen debido a la culpa del autor del daño, sino que a veces se origina
la culpa en quien la sufre, esto es, en la víctima. Cuando hablamos de culpa de la víctima, tenemos
que hacer una distinción y ver cuál es la causa del daño:
a) Hay ciertos casos en que la única causa del daño es la culpa de la víctima. En este caso, no hay
responsabilidad para el autor, porque no hay culpa suya (es lo que ocurría, por ejemplo, si el peatón
no cruza la calzada cumpliendo las reglas del tránsito).
b) La otra situación es aquella en que hay un concurso de culpa, hay tanto culpa de la víctima como
del autor del daño. En este caso, se aplica el art.2330, produciéndose una rebaja de la
indemnización, la cual se va a determinar por el tribunal correspondiente. (Con causa).

5.- Las eximentes de responsabilidad:


Estas tienen importancia en materia penal, porque en ella hay ciertas circunstancias que eximen,
atenúan o extinguen la responsabilidad penal. Si bien tienen gran importancia en materia penal, no
la tienen en materia de responsabilidad civil; así, se ha resuelto que una sentencia absolutoria de
responsabilidad penal, si se ha fundado en circunstancias eximentes de responsabilidad penal, no
produce cosa juzgada en materia civil.
La doctrina ha analizado la posible influencia de estas eximentes de responsabilidad penal en
materia civil en 2 casos específicos: en el estado de necesidad y en la legítima defensa.
Pero, en general, no se acepta la influencia de estas eximentes penales en la responsabilidad civil,
hasta el punto de que se ha resuelto en la jurisprudencia que la amnistía que favorece al autor de un
delito no extingue su responsabilidad civil.
6.- Las convenciones sobre responsabilidad:
Esta es una materia que ha sido objeto de discusión tanto en la responsabilidad contractual como en
la extracontractual, y lo que se discute es la validez de las cláusulas convencionales destinadas a
modificar o a suprimir la responsabilidad del autor del daño. En nuestro país estas cláusulas son en
general aceptadas en materia de responsabilidad contractual, teniendo como base lo dispuesto en el
art.1547 inc.final. El problema se plantea con la procedencia de estas cláusulas en materia de
responsabilidad extracontractual, esto es, en el campo de los delitos y cuasidelitos civiles. Es posible
que en algunos casos se presenten también estas cláusulas en los hechos ilícitos, por ejemplo: si
antes de una carrera de automóviles se conviene entre los participantes la irresponsabilidad por los
accidentes que pudieran ocurrir.
En realidad, hay 2 clases de cláusulas o convenciones sobre irresponsabilidad:
1. aquellas que eximen de toda obligación de indemnizar.
2. las que limitan la responsabilidad, por ejemplo, a una suma determinada.
Las cláusulas de irresponsabilidad no son lo mismo que las eximentes de responsabilidad, pues en
las eximentes el hecho ilícito no existe, en tanto que en las cláusulas de irresponsabilidad el hecho
ilícito existe, pero sucede que el daño derivado de él no se va a indemnizar total o parcialmente.
También son diferentes estas cláusulas de los seguros en favor de terceros, porque cuando hay
seguros en favor de terceros lo que sucede es que hay un cambio de la persona que va a
indemnizar: aquí no va a indemnizar el autor del daño, sino que el asegurador; en tanto que cuando
existen estas convenciones no hay obligación de indemnizar o esta se reduce.
La regla general en materia de delitos y cuasidelitos civiles ha sido sostener la ilicitud de estas
cláusulas, ilicitud que se funda en que las reglas sobre responsabilidad delictual y cuasidelictual civil
son, en su mayor parte, de orden público y, por consiguiente, no pueden ni modificarse, ni derogarse
por los particulares.
En lo que si hay general acuerdo es en que después de cometido el hecho ilícito la víctima pueda
renunciar o transigir respecto de las indemnizaciones que le corresponden. Lo que no se admite es
que con anterioridad al hecho ilícito se establezca la irresponsabilidad o se atenúe la
responsabilidad del eventual autor del daño.
Sin embargo, en los últimos tiempos ha surgido una tendencia que dice que aquella posición incurre
en una confusión de algunos aspectos de la responsabilidad penal con algunos aspectos de la
responsabilidad delictual y cuasidelictual civil, señalando que en materia penal sí está en juego el
interés social, el cual está representado por la represión del delito, pero que en el campo de los
delitos y cuasidelitos civiles, en lo que dice relación con la indemnización del daño causado, está en
juego sólo el interés personal de la víctima, la cual puede perfectamente renunciar a la
indemnización antes o después del delito.

II.- Que el autor sea capaz de delito o cuasidelito civil:


Capacidad Delictual:
La regla general en esta materia es que toda persona natural o jurídica es capaz de delito o
cuasidelito civil. Sólo son incapaces los que carecen de suficiente juicio y discernimiento para
comprender el alcance del acto que están ejecutando. Ello es así, pues, de acuerdo con el sistema
seguido en esta materia por el CC, sólo hay responsabilidad delictual o cuasidelictual civil cuando la
acción provenga de dolo o culpa del autor y, solamente podrá haberlos cuando éste tenga voluntad,
cuando se dé cuenta de la trascendencia del acto que realiza.
Lo que debe tenerse en cuenta es que la capacidad en materia de responsabilidad delictual o
cuasidelictual es más amplia que en materia de responsabilidad contractual, porque hay personas
que no pueden obligarse a través de un contrato porque no tienen capacidad para celebrarlo, pero
que si pueden resultar obligadas como consecuencia de un delito o cuasidelito civil que han
cometido, siempre que tengan suficiente juicio y discernimiento.
Se funda esto en la idea de que los seres humanos adquieren la noción del bien y del mal con
mucha anterioridad al momento en que llegan a adquirir la experiencia y la madurez suficiente para
poder actuar en los negocios jurídicos y comprende la proyección y consecuencia de ello. (Por ello la
capacidad es más amplia en materia extracontractual).
En el art.1447 se establece una distinción entre los absoluta y los relativamente incapaces en
materia contractual, norma ésta que no tiene aplicación en el campo de los delitos y cuasidelitos
civiles, porque en esta materia hay reglas propias de la responsabilidad extracontractual, las cuales,
por ser normas especiales, prevalecen por sobre las del art.1447, que es de carácter general. La
norma importante sobre capacidad en materia de responsabilidad extracontractual es la del art.2319.
Se comete el error de denominar este requisito de capacidad como "imputabilidad", lo cual acontece,
por ejemplo, en los arts.2328 y 2329. La imputabilidad en realidad supone que el delito o cuasidelito
civil ha sido cometido por una persona capaz, de tal suerte que si no hay capacidad, desaparece la
responsabilidad.
La regla general en materia de responsabilidad extracontractual es la capacidad para responder de
los daños causados por un hecho ilícito. Sólo hay 2 categorías de incapaces:

a) Incapacidad por menor de edad; infantes y menores:


1.- Los infantes: art. 2319 inc. 1º; de acuerdo al art.26 CC, infante o niño es todo aquel que no ha
cumplido los 7 años.
2.- Los mayores de 7 años y menores de 16, los cuales pueden ser o no responsables según si
han cometido o no el hecho ilícito con o sin discernimiento. Si han cometido el hecho ilícito con
discernimiento, son responsables; en caso contrario, no (art.2319). Por tanto, queda a la
determinación del Juez el determinar si el menor de 16 y mayor de 7 años cometió delito o
cuasidelito sin discernimiento.

b) Los dementes: estas son personas las que al tiempo de ejecutar el hecho, están privados de
razón por causas patológicas.

Requisitos:
1.- Que la demencia sea actual; al momento de ejecutarse el hecho el autor debe estar
imposibilitado de deliberar normalmente.
En este sentido se plantea el problema --totalmente teórico-- de si el demente es siempre
irresponsable o si tendría responsabilidad en el caso de haber actuado en un intervalo lúcido, porque
aquí no hay una regla como el art.465 en materia contractual, que establece que el demente
declarado en interdicción no responde ni siquiera de los actos o contratos ejecutados o celebrados
en un intervalo lúcido. Pero, ésta es una discusión teórica, porque la psiquiatría no acepta la
existencia de los intervalos lúcidos.
2.- Que la demencia sea total: El agente debe estar absolutamente impedido de darse cuenta del
acto y de sus consecuencias.
3.- Que la demencia no sea imputable a la voluntad del sujeto; Aquí cobra importancia la
responsabilidad del ebrio: el ebrio responde de los daños que haya causado aún cuando la ebriedad
lo tenga en un estado de privación de razón (art.2318). Aquí se plantea también una discusión de
carácter doctrinaria, porque la ley establece esta norma tomando como base el que el ebrio es el
responsable de su ebriedad, pero qué sucede si el estado de ebriedad se debe a obra de terceros y
el ebrio ha sido colocado en esta situación en contra de su voluntad?. Tendrá o no responsabilidad
en este caso? La doctrina estima que no, pero la ley no hace distinción alguna.
Ahora, la misma regla del art.2318 se aplica o debe aplicarse a las personas que actúan bajo
influencia de estupefacientes.

Responsabilidad del guardián del incapaz: los incapaces no responden de los daños causados
por ellos, pero pueden ser responsables de esos daños la persona a cuyo cuidado estén; así lo dice
el art.2319 inc.1. La persona a cuyo cuidado está el incapaz es responsable siempre y cuando
pueda atribuírsele a culpa de esa persona el origen del daño, esto es, a la falta de cuidado o
vigilancia que debió guardar respecto del incapaz.
Cuando hay responsabilidad de la persona a cuyo cuidado está el incapaz, presenta la particularidad
de que esta persona va a poder repetir lo que se haya pagado en contra del incapaz. La posibilidad
de repetir lo que se ha pagado por un daño causado, se concede sólo al que responde de un daño
ajeno en el caso que el autor del daño esté dotado de capacidad para cometer un delito o cuasidelito
civil (art.2325).
Ahora, en materia de responsabilidad civil debe tenerse presente que hay una norma diferente de la
que existe en materia penal respecto de las personas jurídicas, porque éstas son incapaces de delito
o cuasidelito penal, ello, sin perjuicio de la responsabilidad de la persona natural que haya actuado
en el delito; pero, si hay responsabilidad civil de las personas jurídicas (art.39 CPP).
Cabe consignar que hay ciertas materias muy especiales en que las personas jurídicas son
responsables de delitos o cuasidelitos penales, como ocurre en materia de cambios internacionales

III.- Que el hecho u omisión cause daño a otra persona:


La existencia del daño es requisito indispensable de la responsabilidad extracontractual, porque lo
que se persigue en esta materia es precisamente la reparación del daño sufrido por la víctima, de tal
manera que en una determinada circunstancia pueden concurrir todos los demás requisitos de la
responsabilidad extracontractual: una acción u omisión, de parte de una persona capaz, que haya
actuado con dolo o culpa; pero, si no hay daño, no hay delito o cuasidelito civil.
Para estos efectos, daño “es todo menoscabo que experimenta un individuo en su persona y bienes,
la pérdida de un beneficio de índole material o moral, de orden patrimonial o extramatrimonial”.
No implica sólo la pérdida de un derecho, sino también, de la provocación de una legítima ventaja.
Para que el daño de lugar a la indemnización de los perjuicios, tiene que reunir ciertos requisitos:
- tiene que ser cierto,
- no tiene que haber sido ya indemnizado, y
- tiene que lesionar un derecho o interés legítimo.
Ej. De derecho a la vista. Un señor que cultivaba flores, y a raíz de determinado hecho quedó ciego,
lo que evidentemente provoca un gran menoscabo en su estilo de vida. Por lo tanto el daño debe
mirarse tanto del punto de vista patrimonial como extrapatrimonial.
a).- Que el daño sea cierto (lo que se denomina "certidumbre de daño"): esto significa, que sea real,
efectivo, que tenga una existencia concreta. Por esta razón es que no se acepta la indemnización
del daño eventual, es decir, de aquel daño que no se sabe si va o no a existir; por ejemplo: una
persona no podría demandar perjuicios por la muerte de otra de quien recibía ayuda ocasional o
esporádica y de carácter esporádico. En este caso, se trataría de un daño eventual, porque esa
ayuda, por sus características, podría cesar en cualquier momento. (al contrario, no se indemniza el
daño eventual, el posible). Precisar que el daño eventual es distinto al daño futuro, el que sí sería
indemnizable.
El problema que plantea el daño eventual es que el juez, por las características de ese daño, no
podría fijar su cuantía ni su duración.
La exigencia de la certidumbre del daño no excluye la indemnización del daño futuro, es decir, aquel
que aún no se ha producido, siempre que ese daño futuro sea cierto, es decir, que no haya duda en
orden a que ese daño se va a producir; así por ejemplo: el lucro cesante es un daño futuro y no hay
discusión acerca de la certidumbre del lucro cesante.

b).- El daño no tiene que haber sido indemnizado, es decir, es improcedente el cúmulo de
indemnizaciones. El principio en esta materia es que no puede pedirse la indemnización o
reparación de un perjuicio ya reparado, porque hay ciertos casos en que la víctima tiene sólo acción
por el total de los perjuicios en contra de varias personas, como sucede con la acción solidaria
contemplada en el art.2317. En estos casos, una vez obtenida la reparación o indemnización total
del daño de una de esas personas, no pueden volverse a cobrar los daños a otra de las personas
obligadas.
Se plantea aquí el problema del cúmulo de indemnizaciones, esto es, aquel caso en que la víctima
ha obtenido de un tercero ajeno al hecho ilícito la reparación total o parcial del daño que ha sufrido,
como por ejemplo: cuando ha sido indemnizado por una compañía de seguros. La duda es si podrá
en este caso dirigirse también por los daños en contra del autor del hecho ilícito. La solución más
aceptada en esta materia es que si la indemnización obtenida del tercero extraño al hecho ilícito ha
reparado totalmente el daño sufrido, la obligación de indemnizar se extingue y no puede exigirse
nuevamente su reparación, aún cuando esto signifique un beneficio para el autor del daño, ya que
éste se libera en todo o parte de la obligación de indemnizar, porque, la regla general es que el
tercero que ha pagado no puede repetir en contra del autor del daño, a menos que la víctima le ceda
las acciones correspondientes o la ley se las confiera (es justamente esto último lo que sucede en
materia de seguros). Sin embargo en materia de seguros opera la subrogación, por lo tanto la
indemnización pagada por la compañía pasa a tomar el lugar del hechor del daño.

c).- El daño tiene que lesionar un derecho o interés legítimo: el hecho ilícito puede lesionar derechos
patrimoniales (como el derecho de dominio) o extrapatrimoniales (como el honor de una persona).
Puede ser que una persona víctima de un hecho ilícito sobreviva a ese hecho ilícito y muera con
posterioridad sin haber cobrado su indemnización; en este caso, el derecho a demandar la
indemnización es transmitido a sus herederos, porque la víctima adquirió el derecho a ser
indemnizada, de modo que ese derecho estaba en su patrimonio y por eso pasa a sus herederos.
Pero, si la víctima del hecho ilícito fallece instantáneamente, nada transmite a sus herederos, porque
nada alcanzó a adquirir; pero, en este caso, los herederos, personalmente ahora, podrían haber
sufrido un daño como consecuencia del fallecimiento de la víctima y, en este caso, si concurren los
requisitos legales para la indemnización de perjuicios, los herederos podrán demandar perjuicios,
pero no los cobran en su calidad de herederos sino que en su calidad de víctimas del daño personal
que ellos han experimentado.

Clasificación de los daños:


Los daños admiten diversas clasificaciones, sin embargo, estas clasificaciones no tienen una gran
importancia en materia de responsabilidad extracontractual, porque el principio imperante en esta
materia es que todo daño debe ser indemnizado.
Es aquí inversa la situación a la que se plantea en la responsabilidad contractual, en la cual hay
limitaciones en cuanto a los daños que se indemnizan.
En materia de responsabilidad extracontractual hacen excepción a este principio de que todo daño
debe ser indemnizado los perjuicios indirectos, los cuales no son objeto de indemnización, porque
falta un requisito de la responsabilidad extracontractual, cuál es la relación de causalidad entre el
hecho ilícito y el daño causado.
El problema que se planteaba en materia de responsabilidad extracontractual y que puede
considerarse hoy en día resuelto en ésta, es la procedencia de la indemnización del daño moral,
problema que aún subsiste en materia de responsabilidad contractual, porque una de las
clasificaciones que admite el daño es la que distingue entre daño material y daño moral, siendo el
daño material aquel que sufre un individuo en su patrimonio o en su propia persona física, y el daño
moral aquel que afecta los atributos o facultades morales o espirituales de la persona.
En general, el daño moral está configurado por el sufrimiento que experimenta una persona por una
herida, una ofensa en su honor o por la muerte de un ser querido. El daño moral puede presentarse
unido al daño material o en forma aislada o independiente.
La procedencia de la indemnización del daño moral fue bastante discutida, argumentándose que la
indemnización tiene por objeto hacer desaparecer el daño que la persona ha experimentado y que,
en el caso del daño moral, no es posible hacer desaparecer ese daño.
También se argumentaba con que es difícil establecer la indemnización en el caso del daño moral.
Si bien es cierto que las argumentaciones eran razonables, hoy en día se acepta en forma general la
indemnización del daño moral en Chile en materia contractual por las siguientes razones:
 No es efectivo que las indemnizaciones siempre sean reparadoras en el sentido de hacer
desaparecer el daño, sino que en ciertos casos es compensadora del daño que se produjo, debiendo
considerarse que también hay daños materiales que tampoco se pueden hacer desaparecer y,
señalándose que la indemnización, en el caso del daño moral, tiende a hacer más llevadero el dolor
por las satisfacciones que produce.
 La dificultad en establecer la indemnización y los posibles abusos a que ello pudiera prestarse no
puede servir de pretexto para negar la compensación, porque igual situación puede presentarse en
los daños materiales.
 Las normas sobre indemnización en materia de delitos y cuasidelitos civiles son amplias y no
hacen ninguna distinción, ordenando indemnizar todo daño: arts.2314 y 2389.
 Por otro lado, en el art.2331 se niega expresamente la indemnización del daño moral y, si así lo
hace en este caso, es porque en los demás se acepta.

Prueba del daño: corresponde a la víctima la prueba del daño, siendo la determinación del monto
del mismo una cuestión de hecho.
Con respecto al daño moral, existe una tasación distinta según el grado de parentesco con la
víctima.

IV.- La relación de causalidad (Nexo causal):


Para que surja la obligación de indemnizar no basta con la sola concurrencia de los requisitos vistos,
es decir, no es suficiente que el autor del daño sea capaz, que haya actuado con culpa o dolo y que
se haya causado el daño, sino que además es necesario que entre la culpa o el dolo y el daño exista
una relación de causalidad, es decir, que el daño causado sea el efecto o la consecuencia del actuar
doloso o culpable del autor.
Este requisito está contemplado en nuestra legislación en dos disposiciones fundamentales:
arts.2314 y 2329 inc.1. El art.2314, al emplear la expresión "inferido" está denotando la exigencia de
la relación de causalidad. Lo propio acontece con el art.2329, al emplear la expresión "imputarse".
La relación de causalidad tiene que concurrir, sea que el daño provenga de una acción u omisión,
sea que se trate de una responsabilidad simple o compleja. También debe estar presente la relación
de causalidad en la responsabilidad objetiva y en los casos de responsabilidad sin culpa; pero, en
estos casos, la relación de causalidad se presenta en una forma distinta, porque ella tiene que existir
entre el hecho y el daño y no entre el daño y la culpa o el dolo, como acontece en la responsabilidad
subjetiva.

Existe relación de causalidad cuando la acción u omisión culpable o dolosa es la causa


directa y necesaria del daño, de tal forma que de no mediar el hecho u omisión culpable o doloso,
el daño no se habría producido.
No tiene importancia a este respecto que el daño tenga una o varias causas, o que se produzcan
coetáneamente con el hecho o con posterioridad. Lo esencial es que el dolo o la culpa sea la causa
directa y necesaria del daño, de tal suerte que de no mediar ellos, el daño no se habría producido.
Si el daño se hubiere producido de todos modos, aun sin el hecho culpable o doloso, no hay relación
de causalidad y el hecho ilícito no habría sido la causa directa y necesaria del daño causado.
En la relación de causalidad se nos presenta un problema: cuando la causa del daño es una sola no
hay mayor dificultad en cuanto a la relación de causalidad, pero es frecuente que las causas del
daño sean múltiples y, aún más, estas varias causas pueden presentarse en distintas formas; así, en
algunos casos ellas pueden ser concurrentes y, en otros sucesivas, pero presentándose en tal forma
que si una de esas causas hubiere faltado el daño no se habría producido.
En estos casos, basta que entre esas causas se encuentre un hecho u omisión culpable o doloso
para que exista relación de causalidad, siempre que ese culpable o doloso haya sido el elemento
necesario y directo del daño, es decir, que sin él el daño no se habría producido, aun cuando
concurrieron los demás hechos.
Esta situación es la que configura la llamada "teoría de la equivalencia de las condiciones", llamada
así porque todos los hechos que han concurrido a producir el daño son considerados como causa de
todo el daño y, por consiguiente, como equivalentes. Esta teoría fue formulada por Von Buri y hoy en
día es admitida por la generalidad de los autores.
Entre nosotros, Alessandri sostiene que esta teoría es la aceptada por el CC en materia de
responsabilidad por el hecho ajeno. Indica que en este caso son causas del daño:
 El hecho ajeno que sería la causa inmediata,
 La falta de cuidado o vigilancia de la persona civilmente responsable, que sería la causa mediata.

Las dos causas han concurrido a la producción del daño y la falta de vigilancia o cuidado del
civilmente responsable ha sido tan necesaria para la producción del daño que, si esta persona
hubiese tenido la debida diligencia o cuidado, el daño no se habría producido.
En general, la jurisprudencia ha seguido esta teoría, la cual presenta algunas ventajas:
1. juega en su favor la sencillez que ella presenta.
2. juega en su favor el que a través de ella se favorece a la víctima, la cual no va a tener que estar
analizando una por una las condiciones que produjeron el daño.
No obstante, esta teoría también ha sido objeto de críticas, principalmente porque su aplicación
pudiera conducir en ciertas circunstancias a situaciones absurdas; así, si hay muchas causas de un
mismo daño, algunas de mayor relevancia que otras, por aplicación de esta teoría podría suceder
que una causa insignificante culpable o dolosa, entre varias otras de mayor relevancia, pudiera llevar
a la indemnización total del daño.
Por eso ha surgido otra teoría, la llamada "teoría de la causa eficiente, adecuada o
determinante". Su autor es Von Kries, quien planteó que entre todas las causas que concurran a la
producción de un daño, debe elegirse aquella que normalmente ha de producir el daño, es decir,
aquella que entre varias causas ha desempeñado un papel preponderante en la ocurrencia del
perjuicio. Sin embargo, esta teoría no ha sido generalmente aceptada.
Ahora bien, la relación de causalidad puede ser mediata o inmediata:
1.- Es inmediata cuando el daño deriva directamente del hecho ilícito, es decir, cuando entre el
hecho y el daño no se interpone otra causa, como sería el caso de la persona que manejando su
automóvil atropella a otra y le da muerte inmediatamente.
2.- Es mediata cuando entre el hecho ilícito y el daño se interponen otras causas, las cuales
también han influido en la producción del daño, como sería el caso en que un vehículo atropella a
una persona a cuyas expensas vive otro individuo y la víctima muere con posterioridad.
Cronológicamente, aquí se dan las siguientes situaciones:
- el atropello con consecuencia de lesiones,
- la muerte de la víctima,
- la pérdida que experimenta la persona que vivía a expensas de la víctima.
En el hecho, el que la relación de causalidad sea mediata o inmediata, no tiene mayor relevancia,
porque lo que importa es que el daño sea la consecuencia directa y necesaria del hecho ilícito, de tal
suerte que si el hecho ilícito no se hubiere presentado, el daño no se hubiere producido. La relación
de causalidad existe por mediato o alejado que sea el hecho ilícito, de tal suerte que la relación de
causalidad desaparece cuando el daño no tenía por causa el hecho ilícito. Es lo que sucede cuando
con posterioridad al hecho ilícito, como el caso fortuito, el hecho de la víctima o el hecho de un
tercero, siendo esta causa extraña la que en definitiva produce el daño. Así por ejemplo, sucedería
en el caso de una persona que ha sufrido lesiones leves por un hecho ilícito, y esa persona muere
porque no se cuidó o porque hubo una negligencia médica. En este caso, hubo hecho ilícito, pero la
causa del daño (muerte) no es el hecho ilícito, sino que es esta causa extraña (el no haberse
cuidado o la negligencia médica, en su caso).

Presunciones de responsabilidad o de culpa:


Uno de los problemas graves que presenta la responsabilidad delictual o cuasidelictual civil es el de
la prueba, especialmente de la culpa, la cual recae sobre la víctima. Para paliar los problemas que
ella presenta, el legislador ha establecido algunos casos de presunciones de responsabilidad o
presunciones de culpa.
De acuerdo con el sistema de responsabilidad subjetiva (que es el aceptado por el CC), la víctima de
un hecho ilícito tiene sobre sí el peso de la prueba de la culpa o dolo del autor, lo cual evidentemente
presenta dificultades para la víctima. Para atenuar estos inconvenientes y hacer más expeditos el
ejercicio de la acción que a la víctima le corresponde, el legislador en ciertos casos supone la
existencia de culpa, es decir, presume la responsabilidad del autor del daño. Cuando estamos ante
estas presunciones, la víctima no debe probar ni el dolo ni la culpa, solamente va a tener que
acreditar la existencia del hecho que produjo el daño, es decir, va a tener que probar los hechos de
los cuales la ley deriva la presunción. En este caso, se invierte el peso de la prueba, porque no es la
víctima la que va a tener que probar la ausencia de culpa, es decir, debe acreditar que el daño se
debe a caso fortuito, culpa de la víctima o hecho de un tercero.
Los casos de presunción de responsabilidad son agrupables en tres categorías:
1. Presunciones de responsabilidad por hecho propio (art.2329).
2. Presunciones de responsabilidad por hecho ajeno (art.2320, 2321 y 2322).
3. Presunciones de responsabilidad por hecho de las cosas (arts.2323, 2324, 2326, 2327 y 2328).

1).- Presunciones de responsabilidad por hecho propio:


Alessandri sostiene que en el art.2329 inc.1 se establece una presunción de responsabilidad o de
culpa por hecho propio, opinión ésta que no es compartida por la doctrina y jurisprudencia.
Alessandri ve en esta disposición solamente una repetición de la norma general consagrada en el
art.2314.
El art.2329, en general, es una muestra de la concepción subjetiva que, en materia de
responsabilidad, inspira al CC, destacando principalmente los 2 elementos fundamentales de ésta: la
culpa y el dolo.
Lo que sucede es que esta disposición en su inc.1 establece la regla general en materia de
responsabilidad delictual o cuasidelictual civil al decir que: "por regla general todo daño que pueda
imputarse a malicia o negligencia de otra persona, debe ser reparado por ésta".
Cuando el CC utiliza la expresión "malicia", se está refiriendo al dolo y, con la expresión
"negligencia", se está refiriendo a la culpa.
Pero, esta norma del art.2329 añade en su inc.2: "son especialmente obligados a esta reparación..."
y hace una enumeración de las personas obligadas a reparar. En cuanto a esta enumeración, la
norma se aparta de la regla general del inc.1; ello, sostienen los autores, queda evidenciado por la
redacción del inc.2., quienes toman como base la expresión "especialmente" y dicen que la norma
se separa de la regla general, porque se está refiriendo necesariamente a aquello que se diferencia
de lo general y la singularidad que tiene esta situación de apartarse la norma de la regla general es
que, en estos casos enumerados, hay una presunción de culpa del autor.
La importancia de establecer una presunción de culpa del autor es que se modifican por este hecho
las reglas generales en materia de prueba de la responsabilidad delictual y cuasidelictual civil,
porque en estos casos que enumera el art.2329, como se presume la culpa del autor, la víctima no
va a tener que entrar a probar la culpa de éste, sino que es el autor del daño quien va a tener que
probar que actuó con la debida diligencia o cuidado.
Uno de los motivos principales que origina la responsabilidad delictual o cuasidelictual civil deriva de
los accidentes causados en la actualidad por vehículos motorizados y sucede que ya en el CP se
establecieron normas para los accidentes causados por vehículos de tracción mecánica o animal y
en que resultaren personas lesionadas o se produjere la muerte.
La norma del CP nos dice que en estos accidentes causados por vehículos de tracción mecánica o
animal en que resultare herido un peatón, se presume la culpa del conductor del vehículo dentro del
radio urbano cuando el accidente se hubiere producido en el cruce de las dos calzadas o en la
extensión de los 10 metros anteriores a la esquina; ocurrido el accidente en otro lugar que no sea
éste, se presume la culpa del peatón (art.492 CP). Por su parte, la actual Ley del Tránsito (L.18290),
consagra una serie de presunciones de culpa en su art.172.
Ducci fue el primero que señaló que el artículo 2329 establecía presunciones de culpa.
Alessandri extendió la presunción de culpa por hecho propio del artículo 2329 “una presunción de
culpabilidad cuando el daño proviene de un hecho que por su naturaleza o circunstancias en que se
realizó es susceptible de presumirse culpa o dolo del agente”. Por tanto habrá que analizar cada
caso en particular. Ej. las demandas interpuestas en contra de las Municipalidades por el mal
estado de las veredas.
Algunos señalan que los casos mencionados en el artículo 2329, serían más que presunciones de
culpa, sino más bien presunciones de responsabilidad, abarcándose todos los requisitos.
OJO: VER JURISPRUDENCIA Y DOCTRINA.

2).- Presunciones de responsabilidad por hecho ajeno:


La regla general en esta materia está dada en el art.2316: cada persona responde por sus delitos o
cuasidelitos o por la persona de quien se es heredero. Es decir, la regla general es que la persona
responde por hecho propio y no por hecho ajeno.
Pero, hay casos de excepción, porque hay circunstancias en que una persona va a entrar a
responder por hechos ajenos, lo que va a suceder cuando el autor del delito o cuasidelito está bajo
el cuidado o bajo la dependencia de la persona que va a responder por el hecho ajeno: este es una
caso de responsabilidad civil que la ley presume (art.2320 inc.1).
El fundamento de esta responsabilidad por hecho ajeno radica en que la ley estima que cuando una
persona tiene a otra bajo su cuidado o dependencia, aquélla tiene que vigilar a esta última para
evitar que cause daño. Pues bien, el legislador razona sobre la base que es de suponer que si la
persona que está al cuidado o bajo la dependencia de otra causa un daño es porque la persona que
debía vigilarla no empleó el cuidado suficiente para evitar que el hecho se produjera.. De modo que
lo que la ley hace es presumir en estos casos que el daño se produjo porque no se empleó la debida
diligencia para cuidar o controlar a la persona que se tiene a cargo, ya que si la hubiere empleado el
daño no se habría producido.
Es decir, el fundamento de la responsabilidad por el hecho ajeno es la culpa en que ha incurrido una
persona que tenía a otra bajo su cargo, cuidado o dependencia al no actuar con la debida diligencia
o cuidado, con la particularidad de que esta culpa se presume y, por ende, no debe probarse por la
víctima.
En los casos de responsabilidad por el hecho ajeno hay una presunción de responsabilidad, la cual
consiste en suponer que el daño se produjo por culpa de la persona encargada de vigilar al autor del
daño y es esa culpa la que la ley presume.
Basta ver los casos de responsabilidad por hecho ajeno para ver cuál es el principio que inspira a
todas estas presunciones.

Requisitos de la responsabilidad por el hecho ajeno:


1.- Tiene que haber un vínculo de subordinación o dependencia entre el autor del daño y la
persona responsable, o sea, que la persona que comete el daño tiene que estar subordinada a la
persona que responde civilmente. El fundamento de esta responsabilidad es la falta de vigilancia y,
para que exista este fundamento, es necesario que se tenga autoridad respecto de la persona por
quien se responde. El art.2320 es muy claro al respecto al decir que se responde por los hechos de
aquellos que estuvieren a su cuidado.
En los casos que la ley señala, se presume la existencia de este vínculo de subordinación; así por
ejemplo: el padre, para eximirse de la responsabilidad por el hecho del hijo, tendrá que probar que
no lo tenía a su cuidado y, en los demás casos, el que invoca la responsabilidad va a tener que
probar el respectivo vínculo entre las personas.
2.- Es necesario que sean capaces de delito o cuasidelito civil, tanto el hechor como el
responsable: ello fluye del art.2319, norma que establece la capacidad como elemento del delito o
cuasidelito civil y exige la concurrencia de la capacidad sin distinguir si se responde por hecho propio
o por hecho ajeno y, como la ley no distingue, el requisito se aplica a ambos casos. Es decir, la
persona que comete el hecho ilícito tiene que ser capaz de delito o cuasidelito civil y también tiene
que ser capaz, en el mismo sentido, la persona que lo tenía a su cuidado. En caso contrario, no hay
responsabilidad por el hecho ajeno.
Si la persona que comete el delito o cuasidelito civil es incapaz, tiene aplicación el art.2319 y va a
responder por este hecho ilícito la persona que lo tiene a su cuidado, sólo si puede imputársele
negligencia.
La diferencia entre estas dos situaciones está en que si el autor del daño es capaz, se presume la
culpa de la persona que lo tenía a su cuidado. En cambio, si es incapaz, la víctima va a tener la
culpa del guardián, porque la ley exige como requisito para su responsabilidad el que pueda
imputársele negligencia.
(Incapaces: menores de 7 años y dementes. Respecto de los mayores de 7 y menores de 16 años,
tendrá que determinarse si actuaron con o sin discernimiento y mayor de 16 años tiene capacidad).

3.- La comisión de un hecho ilícito por la persona de cuyos actos responde el guardián: en la
responsabilidad por el hecho ajeno se está respondiendo por el daño causado por la persona por
quien se responde derivado de un delito o cuasidelito civil, es decir, respecto del hecho cometido por
la persona por quien se responde, tienen que concurrir todos los elementos de la responsabilidad
delictual o cuasidelictual civil.

4.- La víctima va a tener que probar la culpa del subordinado o dependiente: esto es así porque
lo que la ley presume es la culpa del guardián, es decir, de la persona que tiene a su cargo a otra
persona, pero no se presume la culpa del hechor y por eso la víctima, para que se configure la otra
presunción, debe probar la culpa del hechor.

Casos de responsabilidad por hecho ajeno:


Algunos de los cuales están expresamente señalados en el art.12320. Hay otros que pueden
encuadrarse en el inc.1 del art.2320 y, finalmente, también hay algunos que se encuentran
establecidos en otras leyes. Estos casos son los siguientes:

1.- La responsabilidad del padre o la madre por los hijos menores que habiten con ellos. Para
que se configure esta responsabilidad tienen que concurrir los siguientes requisitos:
a).- Esta responsabilidad afecta al padre y, a falta de éste, a la madre. Ello es así porque
corresponde a los padres el cuidado personal y la educación de sus hijos (arts.222, 233 y 237). El
legislador parte de la base que si el hijo menor de edad ha cometido un hecho ilícito, ello se debe a
1
Este artículo establece una presunción simplemente legal, a diferencia del artículo 2321 que establece una
presunción de derecho.
que los padres no han cumplido su obligación de cuidado y educación y, en este caso, la
responsabilidad le corresponde en primer lugar al padre, porque a él están subordinados los hijos
(art.219) y, en su defecto, a la madre.
b).- Tienen que ser hijos menores de 18 años. Por los hijos mayores de edad no responden los
padres, sino que personalmente el autor del daño. Por esta razón, si el hijo de familia comete un
delito o cuasidelito civil y tiene peculio profesional o industrial, no va a responder el padre, porque
cuando es así, ese hijo se mira como mayor de edad (art.240) (respecto sólo del peculio
profesional).
Esta institución de la patria potestad (conjunto de derechos que la ley confiere al padre sobre los
bienes del hijo) termina por la emancipación y no con la obligación de cuidado del hijo, por
consiguiente, no elimina la responsabilidad por los hechos ilícitos de él.
c).- Que el hijo habite en la misma casa del padre o madre: esta exigencia de la ley se basa en
que solamente puede exigirse esta obligación de vigilancia o cuidado del padre o la madre en el
caso que el hijo conviva con ellos, ya que si no viven juntos es difícil que el padre o la madre puedan
dar cumplimiento a esa obligación. De tal suerte que si el hijo no habita en la casa de su padre o
madre, no va a existir la presunción de responsabilidad, es decir, el padre o la madre no van a
responder de los delitos o cuasidelitos civiles cometidos por el hijo menor, salvo la situación
excepcional que se contempla en el art.2321, en el cual hay responsabilidad de los padres por los
actos del hijo, no obstante que no habiten en la misma casa. (Presunción de derecho).
d).- Que el padre, con la autoridad que le corresponde y a través del ejercicio de ésta, haya
podido evitar el hecho ilícito, porque si no fuere así no hay responsabilidad para ellos (art.2320
inc. final).
De estos requisitos, tan solo el peso de la prueba le corresponde a los padres en el último caso y, lo
que ellos deberán probar allí es que no obstante su diligencia y cuidado no pudieron impedir el
hecho ilícito, prueba que no le es admisible en la situación que contempla el art.2321. Las demás
condiciones tienen que ser probadas por la víctima del hecho ilícito.
Por lo tanto, la forma de que los padres se eximan de responsabilidad es probando de que tuvieron
toda la diligencia y cuidado, sin embargo no les fue posible evitar el hecho.

2.- La responsabilidad del guardador (tutor o curador) por los hechos del pupilo: para que se
configure esta responsabilidad es necesario que el pupilo viva bajo la dependencia de éste. De tal
manera que esta responsabilidad afecta a aquellos guardadores a quienes se encomienda la tuición
o el cuidado personal del pupilo, porque no todo guardador tiene tuición o el cuidado personal del
pupilo, ya que hay algunos a quienes lo que se encarga es la administración de los bienes del pupilo,
tal es la situación que se presenta con los curadores de bienes, los curadores especiales y los
curadores adjuntos.
De tal suerte que un curador de bienes no va a tener responsabilidad por los hechos ilícitos que
hubiere cometido el pupilo por la sencilla razón de que él no tiene el cuidado personal de éste (la
curaduría de bienes está tratada en los arts.473 y sgtes.).
Si el pupilo no tiene capacidad delictual o cuasidelictual civil, no existe la responsabilidad por hecho
ajeno, es decir, no opera la presunción de culpa y el guardador sólo va a responder si se prueba su
culpa conforme a las reglas generales (art.2319).
Ahora bien, no obstante existir esta presunción, el guardador puede liberarse de la responsabilidad
que recae sobre él probando que no pudo evitar el hecho ilícito no obstante haber ejercido la
autoridad que le corresponde y haber empleado el cuidado a que estaba obligado en su calidad de
tal (art.2320 inc. final). (Presunción simplemente legal).
3.- La responsabilidad de los jefes de escuelas y colegios por sus discípulos: estas personas
están afectadas por una responsabilidad por los hechos ilícitos de sus discípulos mayores o
menores de edad (la ley no hace distinción). Pero, esta responsabilidad existe y subsiste sólo
mientras el discípulo esté al cuidado del jefe de la escuela o colegio respectivo.
También en este caso, los jefes de escuelas o colegios pueden liberarse de su responsabilidad
probando que no obstante su autoridad no pudieron impedir el hecho.

4.- La responsabilidad de los artesanos y empresarios: según el CC, se entiende por artesano la
persona que ejerce un oficio o arte meramente mecánico y, por empresario, la persona que se
encarga de la ejecución de una obra o explotación de un determinado servicio o espectáculo.
Los artesanos y empresarios responden de los hechos ilícitos de sus aprendices o dependientes.
Por aprendiz se entiende aquella persona que se está iniciando en el conocimiento de un
determinado oficio y, por dependiente, la persona que está al servicio de otra y sujeta a su autoridad.
La responsabilidad de los artesanos y empresarios por los hechos de los aprendices o dependientes
se refiere o comprende solamente los hechos ejecutados por el aprendiz o dependiente mientras se
encuentra bajo la vigilancia o cuidado del artesano o empresario. Esto implica que la víctima va a
tener que probar que el delito o cuasidelito civil se cometió mientras el aprendiz o dependiente se
encontraba bajo el cuidado del artesano o empresario. Pero, aún cuando el hecho ilícito se
cometiera mientras el aprendiz o dependiente esté bajo la vigilancia del artesano o empresario,
éstos van a poder liberarse de responsabilidad probando que no obstante su autoridad y cuidado, no
pudieron impedir el hecho ilícito.
(La responsabilidad del empresario por hechos del dependiente: artículos 2320 y 2322, materia que
actualmente es muy estudiada por ser la más recurrida, porque quien tiene dinero para responder es
el empresario2). El empresario responde tanto por el hecho propio como por el hecho de sus
dependientes. La responsabilidad por el hecho propio se funda en las reglas generales: artículos
2314 y 2329 y por hecho ajeno en los artículos 2320 y 2322. El que el empresario responda por el
hecho de sus dependientes tiene su fundamento legal en normas de distinta generalidad, en los
artículos 2320, 2322 y otras fuera del Código Civil, como por ej. en la Ley del Tránsito. En cuanto a
las diferencias de los artículos 2320 inciso 4º y 2322, se señala que si bien el artículo 2322 se refiere
a la relación de amos y criados, la jurisprudencia ha extendido su aplicación a toda relación de
dependencia en el ámbito laboral. Pero tanto conceptualmente como en la práctica no tiene mucho
sentido ver la diferencia de ambas disposiciones, puesto que estableciéndose estos supuestos de

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Para profundizar el tema ver libro de responsabilidad por hechos del dependiente de don Pedro Zelaya.
cuidado y dependencias habrá lugar a esta presunción por hecho ajeno, y el empresario sólo podrá
eximirse probando que ha tenido el debido cuidado y vigilancia y sin embargo no ha podido evitar el
hecho ilícito.
Estas disposiciones han dado lugar a la denominada responsabilidad objetiva, por cuanto es él quien
ha generado el riesgo con el desarrollo de su actividad.

5.- Otros casos fuera del art.2320: existe uno muy particular en el art.2322, aquí el legislador
emplea la expresión "amo", entendiéndose por tal la persona que tiene a sus servicios a empleados
domésticos; y por "criados" o "sirvientes", las personas empleadas en esos menesteres. El amo
responde sólo de los actos ejecutados por el sirviente o criado que se realicen mientras este último
desempeñe sus funcione, labores o cumple las órdenes que se le han impartido.
No hay si responsabilidad por los actos ejecutados por éstos y que sean ajenos a las funciones que
les corresponden, ni tampoco por los actos que importen un abuso de las funciones que le
corresponden al criado o dependiente.
El civilmente responsable, en este caso, puede liberarse de responsabilidad por los hechos de sus
criados o dependientes, aún cuando lo hayan cometido en el ejercicio de sus funciones, si prueba
que esas funciones fueron ejercidas de un modo impropio, que el civilmente responsable no podía
prever ni impedir empleando el cuidado ordinario y la autoridad que le compete. Esto no significa que
en esta situación no haya responsabilidad, sino que significa que el amo no va a responder, siendo
el criado o dependiente el civilmente responsable.
Ver responsabilidad del empresario en Abeliuk.
Culpa organizacional o culpa anónima: tanto la doctrina como la jurisprudencia han introducido este
concepto, en relación a que de acuerdo a las complejidades de la producción, pueden ser
responsables varios agentes, que por regla general se desconoce quién es el culpable. Por tanto si
se desconoce, responde la empresa en su totalidad, como hecho propio.

Descarga de la presunción:
Cumplidos los requisitos señalados, se presume la responsabilidad del empresario. Para
descargarse de la presunción, el empresario deberá probar que realizó todas las debidas diligencias
para evitar el accidente, y que la culpa del dependiente no resulte atribuible a la culpa del
empresario, y que ha tomado todas las precauciones de capacitación, vigilancia, elementos técnicos,
etc, deberá probarse cada uno de los deberes de cuidado. Exige que además se pruebe que aún
probándose el cuidado debido, no se hubiera podido impedir el accidente.

Cúmulo de responsabilidades:
La del dependiente que ha provocado directamente el daño y la del empresario que responde por el
hecho de su dependiente.
Aunque en principio la víctima puede demandar al empresario, al dependiente o a ambos,
usualmente será suficiente iniciar la acción indemnizatoria en contra del empresario.
En el evento de que el empresario sólo responda por el hecho ajeno (sin culpa directa), se aplicará
lo dispuesto en el artículo 2325, sin embargo si ha existido culpa efectiva de ambos, no tiene
aplicación dicha disposición.

6.- Casos fuera del CC: por ejemplo, en la Ley del Tránsito se establece la responsabilidad del
propietario del vehículo por los hechos ilícitos que haya cometido el conductor.

Efectos de la responsabilidad por hecho ajeno:


Produce única y exclusivamente efectos civiles: jamás tiene efectos de carácter penal. Los efectos
civiles que produce son:
1.- Se establece una presunción de responsabilidad, la cual generalmente es simplemente legal.
2.- La víctima no solamente puede demandar perjuicios a la persona responsable por el hecho
ajeno, sino que también puede demandar al autor del hecho ilícito y, además, el tercero que paga la
indemnización, puede repetir en contra del autor del hecho ilícito pidiéndole la devolución de lo que
él hubiere pagado.
La razón del primer efecto está en que la responsabilidad por hecho ajeno tiene por fundamento la
idea que de parte del responsable ha habido un descuido, una negligencia, es decir, una culpa por
falta de vigilancia de la persona que está sometida a su autoridad y, es por ello que se presume la
responsabilidad de esta persona, presunción esta que es simplemente legal, ya que la regla general
en la materia nos la da el inc. final del art.2320.
Pero, hay un caso en que la presunción no es simplemente legal, sino que es presunción de derecho
y es la presunción de responsabilidad de los padres que se contempla en el art.2321.
El segundo efecto, no lo dice expresamente la ley, sino que se deriva de la aplicación de las reglas
generales, porque el autor ha cometido un delito o cuasidelito civil y porque es plenamente capaz en
lo que dice relación con los hechos ilícitos y, por consiguiente, queda comprendido en las
disposiciones generales de los arts.2314 y 2329 inc.final.
Por lo demás, no hay ninguna norma legal expresa que excluya la posibilidad de dirigirse contra el
hechor, es decir, si la víctima del hecho ilícito no ha sido reparada por la persona civilmente
responsable, va a poder accionar en contra del autor del hecho ilícito. No va a ser esta la situación
frecuente y normal, porque la presunción de responsabilidad se encuentra establecida, entre otras
razones, por la posible insolvencia del hechor o autor. Basta analizar los casos de responsabilidad
por hecho ajeno contemplados en el art.2320 para concluir que en la mayor parte de ellos el autor o
hecho no tiene la capacidad económica suficiente como para responder de los perjuicios que hubiere
causado.
Lo que no puede hacer la víctima del hecho ilícito es demandar al hechor y al tercero civilmente
responsable en forma conjunta, porque la regla general en esta materia es que no existe solidaridad,
salvo en el caso del propietario de un vehículo, que responde solidariamente con el conductor.
No obstante que no puede demandar conjuntamente al autor y al tercero responsable, la víctima
podría hacerlo en forma subsidiaria, de tal modo que uno responde si el otro no puede hacerlo.
Tampoco le está permitido por la ley el que pueda acumular la responsabilidad por hecho ajeno
proveniente de distintas causas, como sería el caso de un hijo menor que a la vez es estudiante: no
podría acumular la responsabilidad del padre o de la madre y la del director de la escuela o colegio.
Por último, la ley le reconoce a la persona civilmente responsable el derecho de repetir lo que se ha
pagado en contra del hechor (art.2325). Para que exista este derecho a repetir por parte del tercero
civilmente responsable, deben concurrir determinados requisitos:
a) El hecho ilícito tiene que haber sido cometido por persona capaz.
b) Que el tercero civilmente responsable pague la indemnización.
c) El hecho ilícito tiene que haberse cometido sin orden de la persona que pretende repetir.
d) Que el hechor tenga bienes sobre los cuales pueda dirigirse el civilmente responsable.
e) Casos de presunción de responsabilidad por hecho de las cosas: se presenta cuando ellas
actúan con independencia de la acción del hombre, esto es, por la fuerza misma de la naturaleza o
por la falta de intervención de la acción humana.
Aquí la responsabilidad se funda en la falta de vigilancia o de precaución por parte de la persona que
tiene a su cuidado la cosa o se sirve de ella. Es justamente esta falta de vigilancia o cuidado lo que
constituye la culpa, la cual se presume, mejorando con ello considerablemente la situación de la
víctima.
Dentro de esta presunción de responsabilidad se puede distinguir:
1.- Responsabilidad por hecho de los animales,
2.- Responsabilidad por ruinas de un edificio,
3.- Daños causados por una cosa que cae o se arroja de la parte superior de un edificio.

1.- Responsabilidad por hecho de los animales: está tratada en los arts.2326 y 2327,
disposiciones que establecen la responsabilidad del dueño o de la persona que se sirve de un
animal ajeno por el daño causado por éstos, e incluso por aquellos daños que causaren después de
haberse soltado o extraviado.
La responsabilidad se funda en estos casos en el deber de vigilancia de esas personas que deben
mantener con el objeto de evitar que el animal cause daño a otro. De tal suerte que si el animal
causa daño a un tercero, se presume que el dueño o el que lo tenía bajo su responsabilidad no
emplearon la debida vigilancia o cuidado y les corresponde entrar a probar la ausencia de culpa. La
víctima nada deberá probar, porque la culpa se presume.
Hay ciertos casos en que la prueba de culpa por parte del dueño o del que tenía el animal bajo su
responsabilidad ni siquiera es admisible, como sucede en la situación contemplada en el art.2327
respecto del animal fiero del que no se reporta utilidad para la guarda o servicio de un predio.

2.- La responsabilidad por ruina de un edificio: está tratada en los arts.2323 y 2324. En estas
disposiciones las expresiones "edificio" y "ruina" están tratadas en un sentido muy amplio. La palabra
"edificio" se refiere a toda construcción que se adhiera al suelo en forma permanente y "ruina" no
implica necesariamente la destrucción total de la obra.
Esta responsabilidad recae sobre el propietario cuando ha omitido las reparaciones necesarias o ha
faltado de alguna manera al cuidado de un buen padre de familia. Esto es así porque al propietario
de un edificio le corresponde mantenerlo en buenas condiciones y, si no lo hace, el incumplimiento
de esta obligación se mira como una culpa del propietario.
Ahora, si la ruina del edificio se debe, no a la falta de cuidado del propietario, sino que a defectos en
la construcción del mismo, la responsabilidad va a recaer sobre el constructor y, para hacerla
efectiva, habrá que considerar el respectivo contrato de construcción.
3.- El daño causado por una cosa que cae o se arroja de la parte superior de un edificio:
(art.2338)
Aquí debe tratarse de una cosa que no forma parte del edificio (no debe estar adherida a éste),
porque si así fuera no se estaría en esta situación, sino que en la anterior, esto es, en el caso de la
ruina de un edificio con la consiguiente responsabilidad del dueño. En este caso, la responsabilidad
no es del dueño.

Características de la acción indemnizatoria.


Para obtener la reparación de los perjuicios, la víctima tiene una acción indemnizatoria, la cual
presenta las siguientes características:
 Es una acción personal: se ejerce en contra de la persona responsable del daño.
 Es siempre una acción mueble, porque tiene por objeto, normalmente, el cobro de una suma de
dinero y, en ciertos casos, la ejecución de un hecho.
 Es una acción patrimonial y, como tal, es renunciable, transable, prescriptible y
susceptible de ser cedida.

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