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Según Gelman, el conteo es el medio por el cual el niño se representa el número de elementos de un conjunto dado
y razona sobre las cantidades y las transformaciones aditivas y sustractivas. Las capacidades de conteo y
razonamiento numérico son, como ya hemos dicho, muy precoces, y Gelman mantiene que si a veces el niño
fracasa en la tarea de contar, se debe sobre todo a los condicionamientos
ligados a la tarea. Así, las acciones materiales que hay que realizar para que se pueda contar una colección: separar
los elementos contados de los que quedan por contar, ir marcando los elementos ya contados, situar los elementos
en una disposición espacial que permita la identificación de cada elemento, etc., lo que llamamos enumeración,
son tareas complejas para los niños en edad preescolar, que carecen de estas competencias procedimentales.
A pesar de lo anterior, Briand19 ha probado que los conocimientos enumerativos son ignorados, tanto por las
instituciones escolares como por los enseñantes, que no hacen ninguna transposición didáctica de estos saberes,
que se convierten así en objetos didácticamente invisibles. Como la institución escolar exige de una forma u otra
que el alumno sepa contar, y por tanto enumerar, estos conocimientos quedan bajo la responsabilidad del alumno,
quien deberá adquirirlos mediante sus actividades sociales y familiares fuera de la escuela
Puntear, tocar los objetos o desplazarlos a medida que se van contando supone,como señala Fuson, la necesidad
de fijar la vista en un objeto concreto, aislarlo en un punto particular del espacio y en un momento particular de
tiempo, lo que crea unidades espacio-temporales que permiten la correspondencia término a término de la que
hablaremos a continuación. Los llamados principios de Gelman y Gallistel expresan las competencias que posee
un individuo cuando tiene que hacer frente a la tarea de contar, y son los cinco que siguen:
Este principio tiene por objeto etiquetar una colección de manera que
pueda ser diferenciada de otras, razón por la cual las palabras-número de
la cantinela deben ser necesariamente distintas, sin que una misma
palabra pueda ser reutilizada.
El aprendizaje de la serie numérica estable requiere tiempo, y es necesario
esperar a los 4 años y medio para que el niño pueda repetir la serie de
números hasta el 10 de forma correcta. Hay que tener en cuenta, sin
embargo, que los aprendizajes numéricos son muy variables de unos
niños a otros, pues no
hay que olvidar que el número tiene una componente sociocultural
importante.
Principio de abstracción
Contar una colección supone interesarse solo por el aspecto cuantitativo de la misma, dejando de lado las
características físicas de los objetos contados. Por esa razón, las colecciones A y B tienen el mismo cardinal, y ello
con independencia de que las bolas de A
sean rojas y las de B azules, y sin importar
si tienen diferente tamaño.
En realidad, los niños no conservadores,
que se dejan confundir por índices
perceptivos engañosos, ponen de
manifiesto en algunos casos la
transgresión de este principio. Así, dirían
que hay más en B, porque las bolas azules
son más grandes que las rojas, lo que
supone tomar en consideración aspectos
no determinantes para la cardinalización
Los niños que aplican la regla del último número pronunciado contestan
seis si se les pregunta cuántas bolas hay, y cuando se les pide que
muestren los seis, señalan la bola negra.
La adquisición del principio de cardinalidad supone dar significación
cardinala los símbolos numéricos, y se produce entre los 4 y 5 años,
dependiendo del nivel de estructuración de la cantinela en que se
encuentre el niño, aspecto que abordaremos a continuación.
La adquisición de la cantinela
En todo caso, nos interesa saber cómo adquieren los niños los códigos visuales y auditivos, es decir, las
designaciones orales y escritas de los números.
Sabemos que la construcción de la serie numérica verbal es laboriosa, comienza hacia los dos años y no termina
hasta el final del primer año de Educación Primaria, si bien la edad y el tiempo de adquisición son muy variables
de un niño a otro, dependiendo de factores como la interacción social y la práctica extraescolar.
Aunque los niños al principio recitan la cantinela, cuentan sin ningún significado cardinal. Tomando en
consideración las aportaciones de Vigotsky sobre la relación entre pensamiento y lenguaje, habría que pensar que,
en la medida en que el lenguaje se interioriza, esto permite comenzar la construcción inicial de la idea de cardinal,
de manera que la cardinalidad queda posteriormente integrada en el conteo, pasándose de un recitado mecánico a
una enumeración basada en la cardinalidad.
II. Nivel incortable. La cantinela se compone de palabras individualizadas, que solo pueden ser recitadas en
escrupuloso orden. El recitado no puede empezarse en cualquier número, la cadena es un todo incortable. Hay
ya, sin embargo, una cierta significación cardinal y ordinal del conteo, se tiene conciencia de que llegar más lejos
en el recitado significa una mayor cantidad. El niño empieza a tener la posibilidad de realizar una correspondencia
término a término, siempre empezando por uno, y con enormes dificultades para pararse en el recitado una vez
contados todos los elementos de la colección, pues llevar el control de dónde pararse supone una carga cognitiva
muy pesada. La serie solo puede ser recitada partiendo de uno. El niño puede empezar a resolver problemas
sencillos, siempre verbales, de carácter aditivo y sustractivo. Puede menzar el conteo por uno. Empieza a formarse
la habilidad de poder recitar hasta el número deseado.
Esta fase puede durar mucho tiempo, y puede llegar hasta más allá de los cinco años, dependiendo de la frecuencia
de utilización y del grado de ejercitación del niño.
III. Nivel cortable. Puede comenzar a contar empezando por cualquier número y puede pararse donde desee. Hay
una mejor coordinación entre las nociones de sucesor y cardinalidad, y una clara relación ordinal entre los
elementos de la cantinela. Empieza el conteo hacia atrás, aún con grandes dificultades
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y usando procedimientos muy pesados (por ejemplo, contar primero hacia delante y después reproducir la serie al
revés), mezclando con frecuencia palabras-número de la secuencia hacia delante.
Hay una gran flexibilidad en el uso de la cantinela, y por tanto el niño dispone de medios más eficaces para
resolver problemas aditivos verbales.
IV. Nivel numerable. Cada elemento de la serie tiene entidad propia, es una cadena unitaria en la que cada
palabra tiene una entidad cardinal. Hay una fusión de las significaciones ordinales y cardinales. Se puede contar
en ausencia de los objetos a contar. Aparecen dos nuevas habilidades: contar X a partir de un número Y, contar de
X a Y para encontrar el número de palabras que separan
X de Y, habilidades que también se dan en el conteo hacia atrás aunque con más errores.
V. Nivel terminal. La cadena se convierte en bidireccional. Hay una fuerte automatización de acceso y
recuperación de los elementos de la serie, lo que permite contar con habilidad hacia adelante y hacia atrás,
pudiendo cambiar muy deprisa de dirección. Hay posibilidades de obtener combinaciones aditivas, a través de
composiciones, descomposiciones y reagrupamiento de términos, lo que facilita encontrar el resultado de adiciones
y sustracciones y el desarrollo del cálculo pensado. Se llega a la última etapa piagetiana de construcción de la serie,
como serie encajada, unitizada, bidireccional y cardinalizada
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