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DGDC VI PORNOGRAFÍA
sonrojo por su procacidad. Obras de ese tipo, sidad económica de la mujer. Así como la
aunque se presenten a veces como literatura o prostitución es una degradación comerciali-
arte, no son más que pornografía. A pesar de zada de la íntima comunicación sexual en be-
los frecuentes elogios acerca de la potenciali- neficio sobre todo de los varones, la pornogra-
dad creativa del sexo, la cruda realidad de la fía audiovisual es una fórmula tecnológica de
pornografía es siempre monótonamente la sustitución de ese comercio carnal.
misma: «no tiene una importancia literaria La realidad de muchas películas, programas
eminente» (STEINER 91). En cambio, a lo largo de televisión o imágenes disponibles en inter-
del siglo XX ha cobrado una importancia cre- net es que son del todo explícitas sexualmente.
ciente la pornografía audiovisual tanto por el La mayor parte de ellas bajo ningún concepto
formidable crecimiento de los medios de co- pueden ser consideradas obras de arte, sino
municación audiovisuales –en los últimos que son estrictamente obras pornográficas
años internet– como por la denominada «revo- porque son producidas, comercializadas y
lución sexual» de los años 60, que ha hecho consumidas como excitantes sexuales. No es
prácticamente banal tanto la exhibición de la una cuestión de qué se exhibe, hasta dónde se
intimidad conyugal como la proliferación en enseña, sino que guarda relación directa con
los medios de comunicación de todo tipo de los propósitos de sus autores y distribuidores.
perversiones. Realmente, en la sociedad occi- Se trata de productos comerciales diseñados
dental sólo se considera verdaderamente re- para producir o favorecer la excitación sexual
probable la denominada «pornografía infan- de la audiencia encarnando sus fantasías se-
til», esto es, el abuso sexual de niños y su xuales (MOSHER). Obviamente tienen estas
exhibición, mientras que las demás conductas condiciones las películas que se proyectan en
sexuales se presentan simplemente como «op- las salas especiales con esta finalidad, las que
ciones sexuales» de seres humanos adultos. se venden en las zonas correspondientes de
Sin embargo, las conclusiones de los estu- los videoclubs, o las imágenes que se distribu-
dios llevados a cabo –algunos con notable ri- yen gratuitamente o de pago a través de inter-
gor científico y experimental– de las películas net desde los sitios específicamente diseñados
pornográficas en el mercado muestran con «para adultos». Así lo saben tanto sus distri-
claridad que la pornografía es una expresión buidores como sus consumidores.
más de la multisecular explotación de las mujeres 3. Arte y pornografía: el problema del desnudo
como objetos de uso por parte de los varones. No La enseñanza de la Iglesia católica en este
sólo la pornografía es consumida principal- campo «no es efecto de una mentalidad puri-
mente por varones, sino que las películas por- tana ni de un moralismo estrecho, ni tampoco
nográficas para varones incluyen elementos y es producto de un pensamiento cargado de
temas sistemáticamente ofensivos y degra- maniqueísmo» (JUAN PABLO II, Audiencia gene-
dantes para las mujeres: las mujeres suelen ser ral, 29.IV.1981): no está en contra del desnudo
presentadas explícita o de una manera implí- artístico, sino radicalmente en contra de la
cita como esclavas sexuales (COWAN-DUNN; desnaturalización del sexo mediante su utili-
LINZ-MALAMUTH 1993). Estas afirmaciones re- zación comercial o su deliberada exhibición
sultan de gran importancia para entender la ante terceras personas, porque tales conductas
pornografía y dan también razón de que el degradan la dignidad de la comunicación se-
origen clásico del término «pornografía» sea xual y envilecen a las personas. A este res-
el de escritura (grafia) relativa a la prostitución pecto, vale la pena recordar la luminosa ense-
(porneia). Para sus consumidores las imágenes ñanza de Juan Pablo II en la audiencia del
pornográficas son un sustituto audiovisual de 6.V.1981: «En el decurso de las distintas épo-
la prostitución, más higiénico, más econó- cas, desde la antigüedad –y sobre todo, en la
mico, e incluso puede que más práctico. A su gran época del arte clásico griego– existen
vez, la prostitución es un sucedáneo, un susti- obras de arte cuyo tema es el cuerpo humano
tuto degradado, irresponsable y pasajero, de en su desnudez; su contemplación nos per-
la genuina comunicación amorosa humana. mite centrarnos, en cierto modo, en la verdad
Mientras en el amor humano hace falta la libre total del hombre, en la dignidad y belleza –in-
voluntad de entrega mutua de un varón y de cluso aquella "suprasensual"– de la masculini-
una mujer, en la prostitución bastan de ordi- dad y feminidad. Estas obras tienen en sí, como
nario el dinero y el deseo del varón y la nece- escondido, un elemento de sublimación, que con-
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duce al espectador, a través del cuerpo, a todo involucrado alguien que ha recibido el sacra-
el misterio personal del hombre. En contacto mento del orden. Así el c. 1395 del CIC de
con estas obras –que por su contenido no in- 1983 castiga al clérigo concubinario y al «que
ducen al "mirar para desear" tratado en el Ser- con escándalo permanece en otro pecado ex-
món de la Montaña–, de alguna forma capta- terno contra el sexto mandamiento del Decá-
mos el significado esponsal del cuerpo, que logo» (§ 1), o bien al que «cometa de otro
corresponde y es la medida de la "pureza del modo un delito contra el sexto mandamiento
corazón"». En otras palabras, el desnudo es del Decálogo, cuando este delito haya sido co-
–puede ser cuando es artístico– hermoso e in- metido con violencia o amenazas, o pública-
cluso un elemento de sublimación. mente o con un menor» (§ 2). En varios de
Sin embargo, proseguía Juan Pablo II en esos supuestos encajan perfectamente ciertos
aquella misma ocasión, «hay también produc- comportamientos pornográficos.
ciones artísticas –y quizás más aún reproduc- Con la creciente utilización de internet en el
ciones [fotografías]– que repugnan a la sensi- ámbito de las instituciones de la Iglesia cató-
bilidad personal del hombre, no por causa de lica han salido a la luz casos escandalosos de
su objeto –pues el cuerpo humano, en sí acumulación de imágenes pornográficas en
mismo, tiene siempre su inalienable digni- ordenadores de alguna parroquia, seminario,
dad–, sino por causa de la cualidad o modo hospital u otra entidad de la Iglesia a causa
en que se reproduce artísticamente, se plasma, de la conducta abusiva e irresponsable de uno
o se representa. Sobre ese modo y cualidad o varios desaprensivos (ROSETTI). La norma
pueden incidir tanto los diversos aspectos de general es clara: en la Iglesia no puede haber
la obra o de la reproducción artística, como jamás ningún tipo de pornografía y bajo nin-
otras múltiples circunstancias más de natura- gún concepto. En el CIC se establece taxativa-
leza técnica que artística. Es bien sabido que a mente el carácter delictivo de la actuación de
través de estos elementos, en cierto sentido, quien en un espectáculo público o en un me-
se hace accesible al espectador, al oyente, o al dio de comunicación social atente gravemente
lector, la misma intencionalidad fundamental de contra las buenas costumbres (c. 1369).
la obra de arte o del producto audiovisual. Si En torno al año 2000 estalló una fuerte crisis
nuestra sensibilidad personal reacciona con en la Iglesia de los Estados Unidos de Amé-
repugnancia y desaprobación, es porque esta- rica. Salieron a la luz muchas denuncias por
mos ante una obra o reproducción que, junto abuso sexual de menores, sobre todo varones
con la objetivación del ser humano y de su de entre 11 y 17 años, cometidos bastantes
cuerpo, en su intencionalidad fundamental años antes por parte de sacerdotes. Un por-
supone una reducción a rango de objeto, de ob- centaje no despreciable de las acciones que se
jeto de "goce", destinado a la satisfacción de la con- pusieron en conocimiento de la justicia consis-
cupiscencia misma. Esto colisiona con la digni- tían en mostrar a la víctima fotos o vídeos por-
dad del hombre, incluso en el orden nográficos, despojarle de la ropa o presentarse
intencional del arte y de la reproducción». Es- desnudo ante ella. En muchos casos concurría
tos textos de Juan Pablo II advierten clara- además otro tipo de acciones más graves. Para
mente que la malicia no está en el desnudo, hacer frente a la grave situación, la Conferen-
sino en la intencionalidad de quienes reducen
cia de los Obispos Católicos de los Estados
el cuerpo humano a objeto de goce para satis-
Unidos (USCCB) promulgó el 8.XII.2002, tras
facer su propia concupiscencia o la concupis-
recibir la recognitio de la Santa Sede, las Essen-
cencia del espectador.
tial Norms for Diocesan/Eparchial Policies Dea-
4. Cuestiones particulares en la vida de la ling with Allegations of Sexual Abuse of Minors
Iglesia by Priests or Deacons (revisadas en el 2006). Se
La disciplina eclesiástica siempre ha reac- trata de una ley particular complementaria a
cionado frente a determinados comportamien- la legislación universal sobre la materia. En el
tos pecaminosos contra el sexto mandamiento texto aprobado en 2002, se afirma en el preám-
del Decálogo, que la tradición de la Iglesia ha bulo que «el abuso sexual de un menor in-
entendido «como referido al conjunto de la se- cluye el acoso sexual o la explotación sexual
xualidad humana» (CCE 2336), por violar la de un menor y otras conductas mediante las
ley moral y atentar contra la dignidad hu- que un adulto utiliza al menor como objeto de
mana, de modo especial cuando se encuentra satisfacción sexual».
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