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MODULO XIV:” EL PODER EJECUTIVO”

Actividad 2

a) Y b)

Elecciones Presidente y Vice


Constitución Nacional - Segunda Parte - Autoridades de la Nación - Título Primero -
Gobierno Federal - Sección Segunda - Del Poder Ejecutivo - Capítulo Segundo (De la forma y
tiempo de la elección del presidente y vicepresidente de la Nación)

Artículo 94. El presidente y el vicepresidente de la Nación serán elegidos directamente por el


pueblo, en doble vuelta, según lo establece esta Constitución. A este fin el territorio nacional
conformará un distrito único.

Artículo 95. La elección se efectuará dentro de los dos meses anteriores a la conclusión del
mandato del presidente en ejercicio.

Artículo 96. La segunda vuelta electoral, si correspondiere, se realizará entre las dos fórmulas
de candidatos más votadas, dentro de los treinta días de celebrada la anterior.

Artículo 97. Cuando la fórmula que resultare más votada en la primera vuelta, hubiere
obtenido más del cuarenta y cinco por ciento de los votos afirmativos válidamente emitidos,
sus integrantes serán proclamados como presidente y vicepresidente de la Nación.

Artículo 98. Cuando la fórmula que resultare más votada en la primera vuelta hubiere obtenido
el cuarenta por ciento por lo menos de los votos afirmativos válidamente emitidos y, además,
existiere una diferencia mayor de diez puntos porcentuales respecto del total de los votos
afirmativos válidamente emitidos sobre la fórmula que le sigue en número de votos, sus
integrantes serán proclamados como presidente y vicepresidente de la Nación.

Código Electoral Nacional - Título VII (Del sistema Electoral Nacional) - Capítulo I (De la
elección de presidente y vicepresidente de la Nación)

Art. 148. El presidente y vicepresidente de la Nación serán elegidos simultánea y directamente,


por el pueblo de la Nación, con arreglo al sistema de doble vuelta, a cuyo fin el territorio
nacional constituye un único distrito.

La convocatoria deberá hacerse con una anticipación no menor de noventa (90) días y deberá
celebrarse dentro de los dos (2) meses anteriores a la conclusión del mandato del presidente y
vicepresidente en ejercicio.

La convocatoria comprenderá la eventual segunda vuelta, de conformidad con lo dispuesto por


el artículo siguiente. Cada elector sufragará por una fórmula indivisible de candidatos a ambos
cargos.

Art. 149. Resultará electa la fórmula que obtenga más del cuarenta y cinco por ciento (45%) de
los votos afirmativos válidamente emitidos; en su defecto, aquélla que hubiere obtenido el
cuarenta por ciento (40%) por lo menos de los votos afirmativos válidamente emitidos y,
además, existiere una diferencia mayor de diez puntos porcentuales respecto del total de los
votos afirmativos válidamente emitidos, sobre la fórmula que le sigue en número de votos.

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Art. 150. Si ninguna fórmula alcanzare esas mayorías y diferencias de acuerdo al escrutinio
ejecutado por las Juntas Electorales, y cuyo resultado único para toda la Nación será anunciado
por la Asamblea Legislativa atento a lo dispuesto por el artículo 120 de la presente ley, se
realizará una segunda vuelta dentro de los treinta (30) días.

Art. 151. En la segunda vuelta participarán solamente las dos fórmulas más votadas en la
primera, resultando electa la que obtenga mayor número de votos afirmativos válidamente
emitidos.

Art. 152. Dentro del quinto día de proclamadas las dos fórmulas más votadas, éstas deberán
ratificar por escrito ante la Junta Electoral Nacional de la Capital Federal su decisión de
presentarse a la segunda vuelta. Si una de ellas no lo hiciera, será proclamada electa la otra.

Art. 153. En caso de muerte o renuncia de cualquiera de los candidatos de la fórmula que haya
sido proclamada electa, se aplicará lo dispuesto en el artículo 88 de la Constitución Nacional.

Art. 154. En caso de muerte de los dos candidatos de cualquiera de las dos fórmulas más
votadas en la primera vuelta electoral y antes de producirse la segunda, se convocará a una
nueva elección.

En caso de muerte de uno de los candidatos de cualquiera de las dos fórmulas más votadas en
la primera vuelta electoral, el partido político o alianza electoral que represente, deberá cubrir
la vacancia en el término de siete (7) días corridos, a los efectos de concurrir a la segunda
vuelta.

Art. 155. En caso de renuncia de los dos candidatos de cualquiera de las dos fórmulas más
votadas en la primera vuelta, se proclamará electa a la otra.

En caso de renuncia de uno de los candidatos de cualquiera de las dos fórmulas más votadas
en la primera vuelta electoral, no podrá cubrirse la vacante producida. Para el caso que la
renuncia sea del candidato a presidente, ocupará su lugar el candidato a vicepresidente.

c)

Del jefe de gabinete y demás ministros del Poder Ejecutivo

Art. 100.- El jefe de gabinete de ministros y los demás ministros secretarios cuyo número y
competencia será establecida por una ley especial, tendrán a su cargo el despacho de los
negocios de la Nación, y refrendarán y legalizarán los actos del presidente por medio de su
firma, sin cuyo requisito carecen de eficacia.

Al jefe de gabinete de ministros, con responsabilidad política ante el Congreso de la Nación, le


corresponde:

1. Ejercer la administración general del país.

2. Expedir los actos y reglamentos que sean necesarios para ejercer las facultades que le
atribuye este artículo y aquellas que le delegue el presidente de la Nación, con el refrendo del
ministro secretario del ramo al cual el acto o reglamento se refiera.

3. Efectuar los nombramientos de los empleados de la administración, excepto los que


correspondan al presidente.

4. Ejercer las funciones y atribuciones que le delegue el presidente de la Nación y, en acuerdo


de gabinete resolver sobre las materias que le indique el Poder Ejecutivo, o por su propia

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decisión, en aquellas que por su importancia estime necesario, en el ámbito de su
competencia.

5. Coordinar, preparar y convocar las reuniones de gabinete de ministros, presidiéndolas en


caso de ausencia del presidente.

6. Enviar al Congreso los proyectos de ley de Ministerios y de Presupuesto nacional, previo


tratamiento en acuerdo de gabinete y aprobación del Poder Ejecutivo.

7. Hacer recaudar las rentas de la Nación y ejecutar la ley de Presupuesto nacional.

8. Refrendar los decretos reglamentarios de las leyes, los decretos que dispongan la prórroga
de las sesiones ordinarias del Congreso o la convocatoria de sesiones extraordinarias y los
mensajes del presidente que promuevan la iniciativa legislativa.

9. Concurrir a las sesiones del Congreso y participar en sus debates, pero no votar.

10. Una vez que se inicien las sesiones ordinarias del Congreso, presentar junto a los restantes
ministros una memoria detallada del estado de la Nación en lo relativo a los negocios de los
respectivos departamentos.

11. Producir los informes y explicaciones verbales o escritos que cualquiera de las Cámaras
solicite al Poder Ejecutivo.

12. Refrendar los decretos que ejercen facultades delegadas por el Congreso, los que estarán
sujetos al control de la Comisión Bicameral Permanente.

13. Refrendar conjuntamente con los demás ministros los decretos de necesidad y urgencia y
los decretos que promulgan parcialmente leyes. Someterá personalmente y dentro de los diez
días de su sanción estos decretos a consideración de la Comisión Bicameral Permanente.

El jefe de gabinete de ministros no podrá desempeñar simultáneamente otro ministerio.

Art. 101.- El jefe de gabinete de ministros debe concurrir al Congreso al menos una vez por
mes, alternativamente a cada una de sus Cámaras, para informar de la marcha del gobierno,
sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 71. Puede ser interpelado a los efectos del
tratamiento de una moción de censura, por el voto de la mayoría absoluta de la totalidad de
los miembros de cualquiera de las Cámaras, y ser removido por el voto de la mayoría absoluta
de los miembros de cada una de las Cámaras.

Art. 102.- Cada ministro es responsable de los actos que legaliza; y solidariamente de los que
acuerda con sus colegas.

Art. 103.- Los ministros no pueden por sí solos, en ningún caso, tomar resoluciones, a
excepción de lo concerniente al régimen económico y administrativo de sus respectivos
departamentos.

Art. 104.- Luego que el Congreso abra sus sesiones, deberán los ministros del despacho
presentarle una memoria detallada del estado de la Nación en lo relativo a los negocios de sus
respectivos departamentos.

Art. 105.- No pueden ser senadores ni diputados, sin hacer dimisión de sus empleos de
ministros.

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Art. 106.- Pueden los ministros concurrir a las sesiones del Congreso y tomar parte en sus
debates, pero no votar.

Art. 107.- Gozarán por sus servicios de un sueldo establecido por la ley, que no podrá ser
aumentado ni disminuido en favor o perjuicio de los que se hallen en ejercicio.

Actividad 3
a)

Atribuciones del Poder Ejecutivo

Artículo 99.- El Presidente de la Nación tiene las siguientes atribuciones:

1. Es el jefe supremo de la Nación, jefe del gobierno y responsable político de la administración


general del país.

2. Expide las instrucciones y reglamentos que sean necesarios para la ejecución de las leyes de
la Nación, cuidando de no alterar su espíritu con excepciones reglamentarias.

3. Participa de la formación de las leyes con arreglo a la Constitución, las promulga y hace
publicar.

El Poder Ejecutivo no podrá en ningún caso bajo pena de nulidad absoluta e insanable, emitir
disposiciones de carácter legislativo.

Solamente cuando circunstancias excepcionales hicieran imposible seguir los trámites


ordinarios previstos por esta Constitución para la sanción de las leyes, y no se trate de normas
que regulen materia penal, tributaria, electoral o de régimen de los partidos políticos, podrá
dictar decretos por razones de necesidad y urgencia, los que serán decididos en acuerdo
general de ministros que deberán refrendarlos, conjuntamente con el jefe de gabinete de
ministros.

El jefe de gabinete de ministros personalmente y dentro de los diez días someterá la medida a
consideración de la Comisión Bicameral Permanente, cuya composición deberá respetar la
proporción de las representaciones políticas de cada Cámara. Esta comisión elevará su
despacho en un plazo de diez días al plenario de cada Cámara para su expreso tratamiento, el
que de inmediato considerarán las Cámaras. Una ley especial sancionada con la mayoría
absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara regulará el trámite y los alcances de
la intervención del Congreso.

4. Nombra los magistrados de la Corte Suprema con acuerdo del Senado por dos tercios de sus
miembros presentes, en sesión pública, convocada al efecto.

Nombra los demás jueces de los tribunales federales inferiores en base a una propuesta
vinculante en terna del Consejo de la Magistratura, con acuerdo del Senado, en sesión pública,
en la que se tendrá en cuenta la idoneidad de los candidatos.

Un nuevo nombramiento, precedido de igual acuerdo, será necesario para mantener en el


cargo a cualquiera de esos magistrados, una vez que cumplan la edad de setenta y cinco años.
Todos los nombramientos de magistrados cuya edad sea la indicada o mayor se harán por
cinco años, y podrán ser repetidos indefinidamente, por el mismo trámite.

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5. Puede indultar o conmutar las penas por delitos sujetos a la jurisdicción federal, previo
informe del tribunal correspondiente, excepto en los casos de acusación por la Cámara de
Diputados.

6. Concede jubilaciones, retiros, licencias y pensiones conforme a las leyes de la Nación.

7. Nombra y remueve a los embajadores, ministros plenipotenciarios y encargados de negocios


con acuerdo del Senado; por sí solo nombra y remueve al jefe de gabinete de ministros y a los
demás ministros del despacho, los oficiales de su secretaría, los agentes consulares y los
empleados cuyo nombramiento no está reglado de otra forma por esta Constitución.

8. Hace anualmente la apertura de las sesiones del Congreso, reunidas al efecto ambas
Cámaras, dando cuenta en esta ocasión del estado de la Nación, de las reformas prometidas
por la Constitución, y recomendando a su consideración las medidas que juzgue necesarias y
convenientes.

9. Prorroga las sesiones ordinarias del Congreso, o lo convoca a sesiones extraordinarias,


cuando un grave interés de orden o de progreso lo requiera.

10. Supervisa el ejercicio de la facultad del jefe de gabinete de ministros respecto de la


recaudación de las rentas da la Nación y de su inversión, con arreglo a la ley o presupuesto de
gastos nacionales.

11. Concluye y firma tratados, concordatos y otras negociaciones requeridas para el


mantenimiento de buenas relaciones con las organizaciones internacionales y las naciones
extranjeras, recibe sus ministros y admite sus cónsules.

12. Es comandante en jefe de todas las Fuerzas Armadas de la Nación.

13. Provee los empleos militares de la Nación: con acuerdo del Senado, en la concesión de los
empleos o grados de oficiales superiores de las Fuerzas Armadas; y por sí solo en el campo de
batalla.

14. Dispone de las Fuerzas Armadas, y corre con su organización y distribución según las
necesidades de la Nación.

15. Declara la guerra y ordena represalias con autorización y aprobación del Congreso.

16. Declara en estado de sitio uno o varios puntos de la Nación, en caso de ataque exterior y
por un término limitado, con acuerdo del Senado. En caso de conmoción interior sólo tiene
esta facultad cuando el Congreso está en receso, porque es atribución que corresponde a este
cuerpo. El Presidente la ejerce con las limitaciones prescriptas en el Artículo 23.

17. Puede pedir al jefe de gabinete de ministros y a los jefes de todos los ramos y
departamentos de la administración, y por su conducto a los demás empleados, los informes
que crea convenientes, y ellos están obligados a darlos.

18. Puede ausentarse del territorio de la Nación, con permiso del Congreso. En el receso de
éste, sólo podrá hacerlo sin licencia por razones justificadas de servicio público.

19. Puede llenar las vacantes de los empleos, que requieran el acuerdo del Senado, y que
ocurran durante su receso, por medio de nombramientos en comisión que expirarán al fin de
la próxima Legislatura.

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20. Decreta la intervención federal a una provincia o a la ciudad de Buenos Aires en caso de
receso del Congreso, y debe convocarlo simultáneamente para su tratamiento.

b)

Requisitos para el dictado de Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU)

“Artículo 99.- El Presidente de la Nación tiene las siguientes atribuciones:

3. Participa de la formación de las leyes con arreglo a la Constitución, las promulga y hace
publicar. El Poder Ejecutivo no podrá en ningún caso bajo pena de nulidad absoluta e
insanable, emitir disposiciones de carácter legislativo. Solamente cuando circunstancias
excepcionales hicieran imposible seguir los trámites ordinarios previstos por esta Constitución
para la sanción de las leyes, y no se trate de normas que regulen materia penal, tributaria,
electoral o el régimen de los partidos políticos, podrá dictar decretos por razones de necesidad
y urgencia, los que serán decididos en acuerdo general de ministros que deberán refrendarlos,
conjuntamente con el jefe de gabinete de ministros.”

La Constitución admite el dictado de decretos de necesidad y urgencia bajo la condición


sustantiva de que concurran circunstancias excepcionales que hagan imposible seguir los
trámites ordinarios previstos para la sanción de las leyes. Veda su dictado en cuatro materias;
penal, tributaria, electoral y sobre partidos políticos.

Este artículo nos indica que el Poder Ejecutivo no puede dictar disposiciones de carácter
legislativo (siguiendo así la teoría de Montesquieu de la división y control reciproco entre
poderes) pero da excepciones cuando sea imposible la sanción por el Congreso y mientras no
se traten de las materias anteriormente citadas.

Los requisitos formales de los decretos de necesidad y urgencia se exigen al momento de su


dictado y con posterioridad a ello. La decisión debe tomarse por el Presidente en acuerdo
general de ministros, incluido el jefe de gabinete. Es decir, la determinación de dictar un
decreto de necesidad y urgencia debe estar presidida de una consideración y debate en el
seno de gabinete. La Constitución no indica el quórum, pero se entiende que al ser una medida
excepcional, deben concurrir todos los ministros, quienes una vez debatido el asunto, están
obligados a firmar el decreto.

Después de la firma del decreto, corresponde el examen y control del mismo por el Poder
Legislativo. Para ello, el jefe de gabinete, personalmente y dentro de plazo de diez días, debe
someter la medida a consideración de la Comisión Bicameral. Esta debe elevar su despacho en
un plazo de diez días a cada Cámara para su tratamiento, A fin de reglar el trámite y los
alcances de a la intervención del Congreso, éste debe dictar una ley especial mediante una
mayoría absoluta de los miembros de cada Cámara.

Hay que tener en cuenta que la Corte Suprema, en el caso “Peralta” (previo a la Reforma del
94’), entendió que la convalidación por parte del Congreso podía ser también tácita, en caso
de silencio.

El fallo “Peralta” se invocó en varios casos para justificar la facultad del Poder Ejecutivo de
dictar estos decretos, luego expresamente incorporado en la Reforma del 94’.

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La Constitución, prevé el marco normativo en el cual una decisión del Poder Ejecutivo de
naturaleza legislativa será, excepcionalmente válida, en tanto concurran las circunstancias que
la misma norma establece. Esto señala el carácter excepcional de los decretos de necesidad y
urgencia.

El Estado de Derecho exige que se limite el dictado de decretos de necesidad y urgencia a


situaciones excepcionales, que tengan su origen en causas ajenas a quienes ostentan el poder,
además de someterlos a un estricto control parlamentario y judicial en casos concretos.

En la interpretación del Dr. Cassagne, las razones que justifican el dictado de este tipo de
reglamentos, deben existir simultáneamente en una situación caracterizada por: a) Una
necesidad que coloque al gobernante ante la decisión extrema de emitir normas para superar
una grave crisis o situación que afecte la subsistencia y continuidad del Estado o de grave
riesgo social, en tal sentido, la emisión del acto ha de ser inevitable e imprescindible y su no
dictado ser susceptible de generar consecuencias de muy difícil, sino imposible, reparación
ulterior; b) Una proporción adecuada entre la finalidad perseguida y las medidas que prescribe
el reglamento; y c) La premura con que deben dictarse las normas para evitar o prevenir
graves riesgos comunitarios.

Las circunstancias deben ser excepcionales de manera objetiva, con el fin de evitar que se
dicten estos reglamentos por intereses políticos o partidarios y no como reglamentación a una
situación de emergencia.

El ejercicio de los institutos de emergencia fue el argumento utilizado para producir severas
lesiones a nuestro Estado de Derecho, al orden constitucional, al sistema republicano y a los
derechos individuales.

En tal ejercicio, el Poder Ejecutivo actuó de manera exorbitante profundizando el hiper -


presidencialismo que padecemos.

El Poder Legislativo también fue responsable de estos desaciertos institucionales, al sancionar


las leyes respectivas, al efectuar delegaciones legislativas en el Poder Ejecutivo; no realizando
control político de las medidas y abdicando sus funciones esenciales.

En cuanto al Poder Judicial, no siempre ejerció un firme control de constitucionalidad, lo que


evidenció su falta de independencia.

Debemos afirmar que no hay ninguna emergencia que pueda estar por encima de la
Constitución Nacional ni que pueda suspender la vigencia de la misma

De la lectura de la manda constitucional se advierte que la producción de decretos de


necesidad y urgencia después de la Reforma de 1994, ya no podrá ser asumida por presidente
alguno. Sino que para su dictado deberán concurrir las voluntades del presidente, acuerdo
general de ministro, refrendo de jefe de gabinete y contralor por parte de la Comisión
Bicameral creada por la Constitución. Según Quiroga Lavié el decreto de necesidad y urgencia
es un instrumento de gobernabilidad, y lo malo que trae aparejado es que no existan normas
que lo regulen, porque la omisión de reglas impide poder determinar si ha habido o no
violación de las mismas. Ponerle reglas a una situación de excepción no significa otra cosa que
limitarla.

Procedimiento: Flexibilizando el principio de legalidad que consagra la Constitución Nacional


en el artículo 19, la normativa en análisis le atribuye al presidente de la Nación la posibilidad

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de dictar “decretos de necesidad y urgencia”. Se trata de dos calificativos que exceden al
voluntarismo subjetivista del presidente de la república; y donde el trámite ordinario, por más
acelerado que sea no proporciona una solución satisfactoria.

Cuando medien circunstancias excepcionales que hagan imposible seguir el trámite ordinario
previsto para la sanción de las leyes, el máximo jefe del Ejecutivo se instaura en colegislador
que decide e inicia el proceso normativo en el seno del gabinete (sin exigirse quorum).

Quedarán excluidas las siguientes cuatro materias: penal, tributaria, electoral y el régimen de
los partidos políticos. María Angélica Gelli en su Constitución Comentada explica que las dos
primeras prohibiciones concuerdan con el principio de legalidad inherente ellas, mientras que
las últimas son fruto de la desconfianza acaecida entre los líderes políticos del debate
convencional constituyente.

La decisión del presidente debe contar con el acuerdo general de ministros, incluido el Jefe de
Gabinete. Todos ellos deberán refrendar el decreto.

El jefe de gabinete personalmente procederá, en un plazo de diez días, a someter la cuestión


ante la Comisión Bicameral Permanente. Este instituto se integrará respetando las
proporciones políticas de cada cámara (50 % de los miembros de la cámara de diputados y 50
% de la de Senadores) y tiene a su cargo el examen y control de los decretos. Deberá expedirse
sobre la constitucionalidad y la oportunidad, el mérito y la conveniencia de las

medidas adoptadas. Su despacho, a pesar de ser un requisito formal, no es vinculante para el


Congreso.

Correrá un nuevo plazo de diez días para que la comisión remita su despacho al plenario de
cada cámara que le dará tratamiento inmediato y expreso.

Si la cuestión queda sin tratamiento, tanto por parte del Jefe de Gabinete como por la
Comisión Bicameral Permanente, se considera que las cámaras tienen competencia
constitucional directa. Pero sí éstas tampoco lo tratan, se entiende derogado; en virtud del
principio normativo del artículo 82 según el cuál, nunca hay aprobación legislativa tácita. O
aquello que Quiroga Lavé llama “la deslegalización ficta si no existe resolución legislativa
expresa”, en interpretación concordante con el artículo 71 bis que requiere la manifestación
expresa de la voluntad de las cámaras; bajo pena de nulidad absoluta.

Por otra parte, si los convencionales hubieran querido incorporar la aprobación ficta lo
hubieran hecho en el texto constitucional. El silencio no puede hacer nacer derecho público,
así lo tiene dicho la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia, más aún implica el rechazo
ficto de una pretensión jurídica.

El artículo 99 inciso 3 último párrafo consagra la sanción de una ley especial con mayoría
absoluta de la totalidad de los miembros de cada cámara con el propósito de regular el trámite
y los alcances de la intervención del congreso. Esta ley nunca fue sancionada e implica una
apertura en cuanto a la reglamentación legal, en lo que es la desembocadura trascendental
para el destino último de los decretos de necesidad y urgencia; fuertemente criticada por
Bidart Campos en su obra.

La ley especial que se dicte a tales efectos, debe prever un procedimiento único y conjunto
para la promulgación parcial de leyes del artículo 80; y

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deberá regular las etapas posteriores a la emisión y los requisitos adjetivos porque de lo
contrario se estaría modificando la normativa constitucional.

Hay un amplio control de constitucionalidad, que recae en un doble presupuesto:

a) el cumplimiento de los recaudos que exige la Constitución, y

b) la verificación del seguimiento ulterior.

Cuando se convierte en ley un decreto que fue inicialmente inconstitucional, el vicio no se


purga.

MODULO XV: “El poder Judicial”

Actividad 1
a)

El Poder Judicial de la Nación es uno de los tres poderes de la República Argentina y se


encuentra conformado por la Corte Suprema de Justicia, y por los demás tribunales inferiores,
tanto a nivel federal como a nivel provincial. Está regulado en la sección tercera de la segunda
parte de la Constitución de la Nación Argentina.

La designación de los jueces la realiza el Presidente de la Nación con acuerdo del Senado,
sobre la base de una terna integrada por candidatos seleccionados en concurso público por el
Consejo de la Magistratura, órgano de composición multisectorial, a quien corresponde el
control directo de los jueces y la administración del Poder Judicial.

Los jueces permanecen en sus cargos “mientras dure su buena conducta” y solo pueden ser
removidos en caso de infracciones graves, por un Jurado de Enjuiciamiento, integrado por
legisladores, magistrados y abogados.

La Constitución creó un doble orden judicial

Existen en el país, por un lado una Justicia Nacional que ejerce sus atribuciones en todo el
territorio de la república, con respecto a los asuntos mencionados en el artículo 116 de la
Constitución Nacional (competencia federal), y sin esa limitación en los lugares sometidos a la
potestad del gobierno nacional; y por el otro lado, una Justicia ordinaria y común que ejerce
sus funciones a través de los órganos judiciales que cada provincia debe crear y organizar con
prescindencia del gobierno central (artículos 5, 121, 123 de la Constitución Nacional) y cuya
competencia abarca el conocimiento de todos los puntos regidos por el derecho común y local,
con las limitaciones establecidas en el artículo 75 inc. 12 de la Carta Magna Nacional
(naturalización, nacionalidad, bancarrotas, falsificación de moneda corriente y documentos
públicos del Estado y las materias que requieran el establecimiento del juicio por jurados).

Justicia Federal

De acuerdo a lo establecido por el artículo 116 de la Constitución, corresponde a la Corte


Suprema y a los tribunales inferiores de la Nación, el conocimiento y decisión de todas las
causas que versan sobre puntos regidos por la Constitución y por las leyes nacionales, salvo los
casos que corresponden a la justicia provincial; y por los tratados internacionales; de las causas
concernientes a embajadores, ministros públicos y cónsules extranjeros; de las causas de
almirantazgo y jurisdicción marítima; de los asuntos en que la Nación sea parte; de las causas

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que se susciten entre dos o más provincias; entre una provincia y los vecinos de otra: entre los
vecinos de diferentes provincias: y entre una provincia o sus vecinos, contra un Estado o
ciudadano extranjero.

Corte Suprema de Justicia de la Nación

La Corte Suprema de Justicia de la Nación es el más alto tribunal de justicia del país. La Corte
tiene competencia originaria sobre determinadas materias que se encuentran reguladas en el
artículo 117 de la Constitución.

También es última instancia decisoria por vía de apelación, si el caso suscitare una cuestión
federal, que traiga aparejada la necesidad de decidir en un conflicto suscitado entre dos leyes
de igual o diferente rango o respecto de tratados internacionales.

Consejo de la Magistratura

Está regulado por una ley especial sancionada por la mayoría absoluta de la totalidad de los
miembros de cada Cámara del Congreso, tiene a cargo la selección en concurso público de los
candidatos a jueces y la conformación de ternas, de las cuales, el Presidente de la Nación con
acuerdo del Senado, elige al nuevo juez. Administra también el Poder Judicial, supervisa a los
jueces y pone en marcha el mecanismo para su remoción por un Jurado de Enjuiciamiento.

Justicia Provincial

Cada una de las provincias de Argentina, en base a la autonomía otorgada por la Constitución
Nacional en su artículo 5, establece la administración y organización de la justicia ordinaria
dentro de su territorio. Además, cada una de las provincias posee una organización judicial
propia para ejercer la justicia ordinaria.

Es por ello que en Argentina hay una organización judicial distinta en cada una de las
provincias de acuerdo a sus constituciones provinciales.

Atribuciones del Poder Judicial

Art. 116.- Corresponde a la Corte Suprema y a los tribunales inferiores de la Nación, el


conocimiento y decisión de todas las causas que versen sobre puntos regidos por la
Constitución, y por las leyes de la Nación, con la reserva hecha en el inciso 12 del artículo 75: y
por los tratados con las naciones extranjeras: de las causas concernientes a embajadores,
ministros públicos y cónsules extranjeros: de las causas de almirantazgo y jurisdicción
marítima: de los asuntos en que la Nación sea parte: de las causas que se susciten entre dos o
más provincias; entre una provincia y los vecinos de otra; entre los vecinos de diferentes
provincias; y entre una provincia o sus vecinos, contra un Estado o ciudadano extranjero.

Art. 117.- En estos casos la Corte Suprema ejercerá su jurisdicción por apelación según las
reglas y excepciones que prescriba el Congreso; pero en todos los asuntos concernientes a
embajadores, ministros y cónsules extranjeros, y en los que alguna provincia fuese parte, la
ejercerá originaria y exclusivamente.

Art. 118.- Todos los juicios criminales ordinarios, que no se deriven del derecho de acusación
concedido a la Cámara de Diputados se terminarán por jurados, luego que se establezca en la
República esta institución. La actuación de estos juicios se hará en la misma provincia donde se
hubiere cometido el delito; pero cuando éste se cometa fuera de los límites de la Nación,

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contra el Derecho de Gentes, el Congreso determinará por una ley especial el lugar en que
haya de seguirse el juicio.

Art. 119.- La traición contra la Nación consistirá únicamente en tomar las armas contra ella, o
en unirse a sus enemigos prestándoles ayuda y socorro. El Congreso fijará por una ley especial
la pena de este delito; pero ella no pasará de la persona del delincuente, ni la infamia del reo
se transmitirá a sus parientes de cualquier grado.

Actividad 2

a)

El Poder Judicial a 20 años de la reforma constitucional de 1994

I. Introducción:

Las reformas que se le hicieron a la Constitución en 1994 en lo que respecta al Poder Judicial
se ubican en la segunda parte de su texto, en la Sección Tercera: Del Poder Judicial, del Título
Primero, de la Segunda Parte, en los artículos 13, 114 y 115; en sus correlativos, concordantes
y afines, que llevan los números 53, 99 inciso 4, 120 y 129; y en las Disposiciones Transitorias:
Decimotercera, Decimocuarta y en el párrafo cuarto de la Decimoquinta, y que a continuación
se transcriben.

Artículo 53.- Sólo ella ejerce el derecho de acusar ante el Senado al presidente,
vicepresidente, al jefe de gabinete de ministros, a los ministros y a los miembros de la Corte
Suprema, en las causas de responsabilidad que se intenten contra ellos, por mal desempeño o
por delito en el ejercicio de sus funciones; o por crímenes comunes, después de haber
conocido de ellos y declarado haber lugar a la formación de causa por la mayoría de dos
terceras partes de sus miembros presentes.

Artículo 75.- Corresponde al Congreso:

20. Establecer tribunales inferiores a la Corte Suprema de Justicia; crear y suprimir empleos,
fijar sus atribuciones, dar pensiones, decretar honores, y conceder amnistías generales.

Artículo 99.- El Presidente de la Nación tiene las siguientes atribuciones:

4. Nombra los magistrados de la Corte Suprema con acuerdo del Senado por dos tercios de sus
miembros presentes, en sesión pública, convocada al efecto.

Nombra los demás jueces de los tribunales federales inferiores en base a una propuesta
vinculante en terna del Consejo de la Magistratura, con acuerdo del Senado, en sesión pública,
en la que se tendrá en cuenta la idoneidad de los candidatos.

Un nuevo nombramiento, precedido de igual acuerdo, será necesario para mantener en el


cargo a cualquiera de esos magistrados, una vez que cumplan la edad de setenta y cinco años.
Todos los nombramientos de magistrados cuya edad sea la indicada o mayor se harán por
cinco años, y podrán ser repetidos indefinidamente, por el mismo trámite.

19. Puede llenar las vacantes de los empleos, que requieran el acuerdo del Senado, y que
ocurran durante su receso, por medio de nombramientos en comisión que expirarán al fin de
la próxima Legislatura.

Artículo 113.- La Corte Suprema dictará su reglamento interior y nombrará a sus empleados.

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Artículo 114.- El Consejo de la Magistratura, regulado por una ley especial sancionada por la
mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara, tendrá a su cargo la
selección de los magistrados y la administración del Poder Judicial.

El Consejo será integrado periódicamente de modo que se procure el equilibrio entre la


representación de los órganos políticos resultantes de la elección popular, de los jueces de
todas las instancias y de los abogados de la matrícula federal. Será integrado, asimismo, por
otras personas del ámbito académico y científico, en el número y la forma que indique la ley.

Serán sus atribuciones:

1. Seleccionar mediante concursos públicos los postulantes a las magistraturas inferiores.

2. Emitir propuestas en ternas vinculantes, para el nombramiento de los magistrados de los


tribunales inferiores.

3. Administrar los recursos y ejecutar el presupuesto que la ley asigne a la administración de


justicia.

4. Ejercer facultades disciplinarias sobre magistrados.

5. Decidir la apertura del procedimiento de remoción de magistrados, en su caso ordenar la


suspensión, y formular la acusación correspondiente.

6. Dictar los reglamentos relacionados con la organización judicial y todos aquellos que sean
necesarios para asegurar la independencia de los jueces y la eficaz prestación de los servicios
de justicia.

Artículo 115.- Los jueces de los tribunales inferiores de la Nación serán removidos por las
causales expresadas en el Artículo 53, por un jurado de enjuiciamiento integrado por
legisladores, magistrados y abogados de la matrícula federal.

Su fallo, que será irrecurrible, no tendrá más efecto que destituir al acusado. Pero la parte
condenada quedará no obstante sujeta a acusación, juicio y castigo conforme a las leyes ante
los tribunales ordinarios.

Corresponderá archivar las actuaciones y, en su caso, reponer al juez suspendido, si


transcurrieren ciento ochenta días contados desde la decisión de abrir el procedimiento de
remoción, sin que haya sido dictado el fallo.

En la ley especial a que se refiere el Artículo 114, se determinará la integración y


procedimiento de este jurado.

Artículo 120.- El Ministerio Público es un órgano independiente con autonomía funcional y


autarquía financiera que tiene por función promover la actuación de la justicia en defensa de
la legalidad de los intereses generales de la sociedad en coordinación con las demás
autoridades de la República.

Está integrado por un procurador general de la Nación y un defensor general de la Nación y los
demás miembros que la ley establezca.

Sus miembros gozan de inmunidades funcionales e intangibilidad de remuneraciones.

12
Artículo 129.- La ciudad de Buenos Aires tendrá un régimen de Gobierno autónomo con
facultades propias de legislación y jurisdicción, y su jefe de gobierno será elegido directamente
por el pueblo de la ciudad.

Una ley garantizará los intereses del Estado nacional mientras la ciudad de Buenos Aires sea
capital de la Nación.

En el marco de lo dispuesto en este artículo, el Congreso de la Nación convocará a los


habitantes de la ciudad de Buenos Aires para que, mediante los representantes que elijan a
ese efecto, dicten el estatuto organizativo de sus instituciones.

Disposiciones transitorias

Decimotercera. A partir de los trescientos sesenta días de la vigencia de esta reforma los
magistrados inferiores solamente podrán ser designados por el procedimiento previsto en la
presente Constitución. Hasta tanto se aplicará el sistema vigente con anterioridad.

(Corresponde al Artículo 114)

Decimocuarta. Las causas en trámite ante la Cámara de Diputados al momento de instalarse el


Consejo de la Magistratura, les serán remitidas a efectos del inc. 5 del Artículo 114. Las
ingresadas en el Senado continuarán allí hasta su terminación.

(Corresponde al Artículo 115)

Decimoquinta. Hasta tanto se constituyan los poderes que surjan del nuevo régimen de
autonomía de la ciudad de Buenos Aires, el Congreso ejercerá una legislación exclusiva sobre
su territorio, en los mismos términos que hasta la sanción de la presente.

El jefe de Gobierno será elegido durante el año mil novecientos noventa y cinco.

La ley prevista en los párrafos segundo y tercero del Artículo 129, deberá ser sancionada
dentro del plazo de doscientos setenta días a partir de la vigencia de esta Constitución.

Hasta tanto se haya dictado el estatuto organizativo la designación y remoción de los jueces de
la ciudad de Buenos Aires se regirá por las disposiciones de los arts. 114 y 115 de esta
Constitución.

(Corresponde al Artículo 129)

Dichas reformas se refieren a la forma de seleccionar, designar, sancionar y remover a los


jueces; se crean el Consejo de la Magistratura y el Jurado de Enjuiciamiento de los jueces
inferiores, que aunque propiamente no integran el Poder Judicial, en los términos del artículo
108 (que lo limita a “la Corte Suprema de Justicia y por los demás tribunales inferiores”) tienen
que ver con los jueces y con el funcionamiento judicial; se establece como órgano extra poder
al Ministerio Público –fiscal y de la defensa-; y, además, se autoriza a la Ciudad de Buenos Aires
para que en su “estatuto organizativo” (llamado desde su dictado Constitución) establezca "un
régimen de gobierno autónomo, con facultades propias de legislación y de jurisdicción". Se
traslada la administración del Poder Judicial al Consejo de la Magistratura.

II. Qué se mantuvo y qué se omitió cambiar

1. La Convención constituyente no modificó la organización básica del Poder Judicial que


sigue siendo ejercida “por una Corte Suprema de Justicia, y por los demás tribunales inferiores
que el Congreso estableciere en el territorio de la Nación” (Art. 108), aunque con la creación

13
de un Ministerio Público autónomo (Art. 120) quedó en claro que el Ministerio fiscal no integra
ni el Poder Ejecutivo y ni el Poder Judicial, organismo que históricamente tuvo antes de 1994
distintas ubicaciones y dependencias institucionales. El Ministerio de la defensa al integrar
también el Ministerio Público quedó separado del Poder Judicial.

2. Se mantiene el control de constitucionalidad difuso que ejercen los jueces siguiendo la


doctrina del caso "Marbury versus Madison" fallado por la Corte Suprema de Estados Unidos
en 1803, que implícitamente receptó nuestra Ley Fundamental, según lo entendía Juan
Bautista Alberdi, aunque en el texto de 1853 nada se dice al respecto. Este criterio fue
sostenido por la jurisprudencia de nuestra Corte Suprema desde su creación como lo
demuestran los fallos en los casos “Ríos” (Fallos, 1:32), “Sojo” (Fallos, 32:120) y “Elortondo”
(Fallos, 33:162). Posterior a la reforma la Corte Internacional de Derechos Humanos agregará
la doctrina del “control de convencionalidad” a partir del: “Caso Myrna Mack Chang vs.
Guatemala” del 25/11/ 2003, Serie C; seguido del “CasoTibi vs. Ecuador”, del 7/9/ 2004; del
“Caso Vargas Areco vs. Paraguay”, del 26/9/ 2006 y del “Caso Almonacid Arellano y otros vs.
Chile”, del 26/9/2006

3. La reforma debió prever el control previo de constitucionalidad de los tratados


internacionales de integración, ahora regulados en el inciso 24 del artículo 75 de la
Constitución, mediante dictamen de la Corte Suprema de Justicia antes de la aprobación de los
mismos por parte del Congreso, para evitar las graves consecuencias que puede traer
aparejada la declaración de inconstitucionalidad a posteriori de un tratado marco o de las
normas dictada por los organismos supranacionales creados por el mismo. Esto está previsto
en otras constituciones como en la del Reino de España de 1978 en su artículo 95.

4. Debió prohibirse los tribunales administrativos, que tantas polémicas suscitaron en la


doctrina, judicializando los tribunales militares, fiscales y de faltas -policiales o municipales-,
para reafirmar mejor el principio de unidad de jurisdicción y de monopolio de la jurisdicción
por parte de los tribunales y jueces de la Constitución, con todas las garantías de
independencia e imparcialidad que ello importa, y que surgía del artículo 95, ahora 109 de la
Constitución reformada en 1994. Este artículo debió haber sido redactado como se hizo, en
forma más contundente, en la Constitución de Córdoba, reformada en 1987, que dispone en el
artículo 153 que “El ejercicio de la función judicial corresponde exclusivamente al Poder
Judicial de la Provincia.”

5. Debió fijarse el alcance de la "compensación" que los jueces perciben por los servicios que
prestan y cuya intangibilidad es garantía de su autonomía, como disponía el artículo 96, hoy
110, y que ha llevado a interpretaciones polémicas como ha sido el de la actualización de
dichas "compensaciones" en forma diferente que al resto de las remuneraciones del personal
estatal, y la exención de los impuestos, a la renta y las ganancias, creando así odiosos
privilegios que nada tienen que ver con la garantía de su independencia del poder político. Nos
parece que lo correcto hubiera sido cambiar la palabra "compensación" por la de
"remuneración", que usa el artículo 74 cuando se refiere a la retribución de los senadores y
diputados, o "sueldo" que usa el 92 para el presidente y vicepresidente.

6. No se estableció quién designa al Presidente de la Corte Suprema, que actualmente lo hace


ella misma y no el Poder Ejecutivo como ocurrió hasta 1930, y debió reemplazarse el requisito
de los ocho años del ejercicio de la abogacía para ser juez del Alto Tribunal, como establecía el
artículo 97, hoy 111, por el de ser doctor en derecho, con ocho años de ejercicio de la
abogacía, la magistratura, la docencia universitaria en alguna disciplina del derecho, o haber

14
sido legislador, y ser oriundo de diferentes provincias, para reafirmar y ser coherente, en esto
último, con el principio federal.

7. Se debió debatir y resolver sobre la discutida y perniciosa autarquía financiera de la Justicia,


que ha sido declarada para el Ministerio Público en el artículo 120, mientras que respecto del
Poder Judicial nada se dice en la Constitución, a pesar de haberse trasladado la administración
de los recursos y la ejecución del presupuesto al Consejo de la Magistratura, como prevé el
inciso 3 del artículo 114. El que debe fijar la remuneración o "compensación" de los jueces,
como dice la Carta Fundamental, debe ser el Congreso como encargados de aprobar la ley de
Presupuesto y no es conveniente delegarla en el Consejo de la Magistratura, ni en la Corte
Suprema.

8. Se omitió crear la Escuela de la Magistratura, como una dependencia del Consejo, para
mejorar la preparación de los futuros y actuales jueces y funcionarios de la Justicia y del
Ministerio Público, como existe en otros países y fue previsto en el inciso 3 del artículo 166 de
la Constitución de Córdoba.

9. Aunque no se trate de un tema exclusivamente de los jueces, debió revisarse las causales de
remoción por juicio político, y, ahora, del proceso ante el jurado de enjuiciamiento, aboliendo
la diferencia que hacía el artículo 45, hoy 53, entre "delitos", en el ejercicio de sus funciones, y
"crímenes" comunes, por anacrónica. Basta con decir "delitos", aunque se los pudo acotar
también a los dolosos. Agregar la casual de "indignidad", para resguardar mejor el decoro de
los funcionarios de esta jerarquía, hubiera sido importante como ya ocurrió en la Constitución
de Córdoba en el artículo 119.

10. Debió suprimirse cuando se destituye a los acusados por juicio político la atribución del
Senado de "declararles incapaces de ocupar ningún empleo de honor, de confianza o a sueldo
en la Nación", que establecía el artículo 51, hoy 60, ya que esto debe ser resuelto por los
tribunales ordinarios luego de la destitución y en aplicación de las penas que establece el
Código Penal, frente a conductas previamente tipificadas como delictuales. Lo paradójico es
que esta declaración ha sido suprimida para el caso de los jueces inferiores, como puede verse
en el artículo 115, lo que nos parece correcto, pero se mantiene respecto de los ministros de la
Corte Suprema y demás funcionarios sometidos a juicio político, sin que existan razones que
justifiquen la diferenciación. Debió preverse en el juicio político la posibilidad de que sean
suspendidos los acusados por el Senado, como se lo facultó al Jurado de Enjuiciamiento a
disponerlo por el artículo 115.

11. Se ha perdido una gran oportunidad de actualizar la competencia de la Justicia Federal y


reformar el artículo 100, ahora 116, e incorporar materias como la contencioso administrativo,
electoral, tributaria, de partidos políticos, militar y jurisdicción aeronáutica; suprimir los de
extraña vecindad y de extranjería, como se hizo en la reforma de 1949, y en Estados Unidos en
la Enmienda XI de 1798; y limitar las cuestiones en que sea parte la Nación, dejando para los
tribunales ordinarios las cuestiones en que sean parte sus órganos descentralizados,
autárquicos, paraestatales y empresas públicas.

12. En cuanto a la facultad del Congreso de establecer tribunales inferiores en el territorio de


la Nación (artículo 94 hoy 108) y de fijar la competencia apelada de la Corte Suprema (artículo
101 ahora 117), debió exceptuarse de la facultad presidencial de dictar decretos por razones
de necesidad y urgencia, que establece el artículo 99 inciso 3.

15
13. Igualmente debió reconocérsele atribuciones para resolver conflictos de competencia
entre tribunales inferiores y debió convertir la casación federal en el necesario recurso de
apelación plena –que revisa los hechos y el derecho- como lo indicó la Corte Suprema en el
caso “Casal, Matías Eugenio y otro s/ robo” de 2005.

14. También era necesario ampliar el antiguo artículo 102 y disponer que no solamente los
juicios criminales deben ventilarse en las provincias, sino los de todas las materias que no sean
de competencia originaria de la Corte Suprema, para evitar que se les obligue a los litigantes
del interior a recurrir a tribunales de la Capital Federal, como a la Cámara Nacional de Casación
Penal y como ocurrió con la Cámara Federal de la Seguridad Social hasta el reciente fallo
“Pedraza, Héctor Hugo c/ ANSeS” (6/5/2014) en que la Corte ordenó remitir las causas
radicadas en ese tribunal, recurridas en juzgados federales del interior, a las cámaras federales
de apelaciones respectivas.

15. Lo del establecimiento del juicio por jurados de los artículos 24, 67 inciso ll (ahora 75 inciso
12) y del 102 (hoy 118) debió ser suprimido del Texto Fundamental como ocurrió en la reforma
de la Constitución de 1949. La fracasada experiencia cordobesa, en lo que respecta a
incorporar jurados (scabinos) a las cámaras del crimen (art. 369 del Código Procesal Penal de
Córdoba aprobado por ley 8123) y del jurado, de 3 jueces y 8 jurados (ley 9182), confirma esta
afirmación. Estas normas reglamentaron lo dispuesto por el Artículo 162 de la Constitución
provincial que dispone: “La ley puede determinar los casos en que los tribunales colegiados
son también integrados por jurados.”, pero sin que el Congreso de la Nación (Art. 75 inc. 12)
haya autorizado su instalación.

16. El artículo 112, referido al juramento de los jueces de la Corte, debió suprimírsele la
primera parte, cuando se refiere a la "primera instalación", ya que ello fue una disposición
transitoria que carece de sentido mantenerla, como otras ya agotadas en su cumplimiento,
que quedan en los artículos 46, 47 supra y 49 de la Constitución ahora vigente, que debieron
ser suprimidas, por ser cláusulas muertas y por haber destinado el constituyente un lugar al
final del articulado con diecisiete nuevas "Disposiciones Transitorias". Debió mantenerse la
fórmula del juramento que dice: “administrando justicia bien y legalmente.”

17. No se modificó el artículo 75 inciso 12 y su correlativo 126 que establece que los tribunales
de provincia tienen que aplicar los códigos y no se le dio esa atribución a la ciudad autónoma
de Buenos Aires.

18. Se mantuvo el inciso 19 del artículo 99 que establece que el Presidente puede designar en
comisión jueces, sin acuerdo del Senado, cuando la vacante se produce estando en receso el
Congreso y las mismas duran hasta la expiración de la siguiente Legislatura. Con la limitación
del receso del Congreso a diciembre, enero y febrero ha perdido sentido, lo que estas
designaciones podrían concretar designaciones con fines políticos.

III. El Consejo de la Magistratura

Según el artículo 114 el Consejo de la Magistratura, es un órgano –integrado también por


jueces-, pero que carece de funciones judiciales o jurisdiccionales.

Dicho organismo, que no tiene rango superior al de la Corte ni al de ningún otro tribunal de la
República, es en realidad un órgano tan o más "extra poder" que el Ministerio Público, al que
se lo ha ubicado en una Sección aparte, la Cuarta, pero se lo ha investido de una atribución
muy importante, que es motivo de conflictos con los tribunales, especialmente con la Corte

16
Suprema, cual es el de "Administrar los recursos y ejecutar el presupuesto que la ley asigne a la
administración de justicia" (artículo 114, 3).

El Consejo se regula por una ley "especial", calificada innecesariamente de tal ya que la
reforma no ha categorizado este tipo de leyes como diferente al resto de las que dicta el
Congreso.

El Consejo está integrado "periódicamente", sin que la Ley fundamental defina plazos, por
representantes de los órganos políticos resultantes de la elección popular, o sea la Cámara de
diputados, el Senado y el Presidente de la República; de los jueces, de todas las instancias; de
los abogados con matrícula federal; y por otras personas del "ámbito académico y científico",
entendemos que referidas al derecho; sin establecer su número, formas de designación,
requisitos para el ejercicio del cargo, y procedimiento, causales y organismo encargado de la
remoción o destitución de dichos representantes.

La ley 26.080 de 2007 modificó la composición y la forma de designación de los consejeros y la


forma en que los mismos toman sus decisiones, lo que debió ser establecido por los
constituyentes y, por no haber encontrado consenso, estos se lo delegaron al Congreso, que al
hacerlo o reformarlo –como ocurrió en este caso- están ejerciendo función constituyente, sin
modificar a la Constitución formal, pero sí la material. Por este motivo era necesario que este
nuevo reparto de poder necesitara de un amplio consenso, como el que se logró en la ley
reformada.

De ésta forma se rompió el “equilibrio” de su integración “entre la representación de los


órganos políticos resultantes de la elección popular, de los jueces de todas las instancias y de
los abogados de la matrícula federal”, que exige el artículo 114 de la Constitución, y que logró
trabajosamente establecer el Congreso cuando lo reglamentó en las leyes 24.937 y 24.939. La
ley vigente redujo el número de consejeros de 20 a 13 dejando en manos del presidente de la
Nación el poder de veto, ya que con 5 votos, 4 de los legisladores oficialistas y e1 del
representante del Poder Ejecutivo, puede controlar las decisiones más importantes de ese
Cuerpo, que se toman con dos tercios de votos.

Además, el sector político se fortaleció al quedar con 7 miembros (3 senadores, 3 diputados y


el representante del Poder Ejecutivo), en desmedro de los jueces que reducen su presencia de
5 a 3, de los abogados que de 4 bajan a 2 y de los académicos que de 2 pasan a tener sólo uno.
El quórum para sesionar baja de 12 a 7. Reduce, además, el Jurado de Enjuiciamiento de 9 a 7,
el que deja de ser electivo y permanente, para sortearse cada 6 meses para atender las causas
que se plantean en ese lapso de tiempo.

El Consejo de la Magistratura dicta reglamentos relacionados con la organización judicial y


todos aquellos que sean necesarios para asegurar la independencia de los jueces y la eficaz
prestación de los servicios de justicia, como establece el inciso 6 del artículo 114. Esto debe
compatibilizarse con el reglamento interior que dicta la Corte Suprema (art.113) y la facultad
que este Alto Tribunal tiene de nombrar y, entendemos nosotros, sancionar y remover a sus
empleados.

El Consejo selecciona mediante concursos públicos a los postulantes a las magistraturas


inferiores (inciso 1); emite propuestas en ternas vinculantes, para el nombramiento de los
magistrados de los tribunales inferiores (inciso 2); administra los recursos y ejecuta el
presupuesto que la ley asigna a la administración de justicia (inciso 3); ejerce facultades

17
disciplinarias y decide la apertura del procedimiento de remoción de magistrados, en su caso
ordena la suspensión de los mismos, y formula la acusación correspondiente (inciso 5).

La creación del Consejo de la Magistratura en la reforma de la Constitución de


1994 (art. 114) respondió a la necesidad de posibilitar a todos los aspirantes a jueces inferiores
de la Nación a que participen de un proceso de selección objetivo que permita ofrecer a los
órganos políticos de designación a candidatos que reúnan las mejores condiciones de
idoneidad e independencia para el ejercicio de esos cargos; y a que cuando los jueces deban
ser sancionados o destituidos tengan un juicio justo, motivo por el cual se creó, también, el
Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados.

Al Consejo, siguiendo el modelo de los sistemas parlamentarios donde esta institución se


gestó, se le asignó la atribución, que hasta ese momento tenía la Corte Suprema, de
administrar los recursos, ejecutar el presupuesto y dictar los reglamentos del Poder Judicial, lo
que no era necesario y ha creado no pocos roces con el Tribunal que es cabeza del Poder
Judicial.

La Convención omitió crear una Escuela Judicial, para que los aspirantes a magistrados y los
jueces, funcionarios y empleados puedan tener una mejor formación y actualización científica
y técnica, lo que, por fortuna, fue salvado, más tarde, por la ley que reglamentó el Consejo que
la creó, pero su implementación se demoró sin razones que lo justifiquen y su funcionamiento
actual no cumple adecuadamente con esos propósitos.

Los constituyente no lograron acordar el número de integrantes que debía tener el Consejo,
pero sí quienes deberían estar representados en el mismo “los órganos políticos resultantes de
la elección popular”, los jueces y abogados (omitiendo a los integrantes del Ministerio Público)
pero la ley 24.937, reformada por la 23.039 (Texto Ordenado Decreto 816/99), que lo
reglamentó, mediante un razonable acuerdo político, en el que se dispuso que el Consejo se
integraba con 20 miembros (el presidente de la Corte, 4 jueces, 8 legisladores, 4 abogados, 1
representante de Poder Ejecutivo y 2 del ámbito científico y académico) y fijó así un
“equilibrio” entre estos tres sectores que, ahora, la nueva ley 26.080 desbarató.

La ley 26.080 modificó las bases del equilibrio exigido por la Carta Fundamental para la
composición y funcionamiento del órgano abre una nueva etapa en que puede quedar
comprometida la independencia del Poder Judicial por el poder de veto que tiene el gobierno
de turno.

Las diferencias más importantes que establece la ésta ley, además de las ya señaladas, se
refieren a que:

1. Excluye del Consejo al presidente de la Corte Suprema, que era a su vez su


presidente, contrariando a la Constitución cuando dice que al Consejo lo integran “jueces de
todas las instancias” (art. 114) y que el Poder Judicial es ejercido por la Corte Suprema y los
demás tribunales inferiores (art. 108). Su presencia podría evitar los frecuentes roces entre la
Corte y el Consejo.

2. Fija un plazo de un año de mandato para el presidente, el vicepresidente del


Consejo y el presidente de las comisiones internas, término que me parece muy breve si
tenemos en cuenta que el de los consejeros es de cuatro años (arts. 11, 12 y 13).

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3. Declara públicas a todas las sesiones de comisión, lo que no es necesario que siempre
sea así, ya que ello atentar contra, las muchas veces necesarias negociaciones para lograr
acuerdos.

4. Prohíbe, como lo hacía la ley anterior, que los consejeros integren o, al menos, presidan
los tribunales de concurso para los postulantes a magistrados inferiores (art. 13 inc. c), criterio
discutible, ya que esa es una función específica de los consejeros. La ley anterior decía que el
examen y la calificación de la prueba de oposición la hacía un jurado integrado por un juez, un
abogado y un profesor de derecho, que algunas veces no tenían un nivel superior a los que
concursan. La nueva ley excluye, sin razón, a los abogados y dice que los jurados se integran
con dos jueces y dos profesores. Las listas de jueces (en la ley anterior los abogados) o
profesores titulares, asociados y adjuntos regulares, eméritos o consultos de derecho,
designados por concursos en las universidades, de las que luego se sortearan a los 4 jurados,
las confecciona la comisión de Selección de Magistrados y Escuela Judicial, sin que haya pautas
o criterios fijados por la ley, que aseguren la idoneidad de los mismos para actuar como
jurados.

5. No aclara, como ocurrió con la ley reformada, que el representante del Poder Ejecutivo
debió al menos, ser ministro del Poder Ejecutivo, ya que los diputados, senadores, jueces y
abogados no puede hacerse representar por personas que no tengan su condición. El actual
representante del Poder Ejecutivo es una persona que no integra el gabinete, lo que hace muy
oscuro el carácter de la representación que inviste. Esta representación es, además,
cuestionable ya que el Poder Ejecutivo es el principal órgano al que controla el Consejo, y
mantenerla es identificar controlado y controlador.

6. Suprime, correctamente, la atribución, que la ley anterior le daba al Consejo, de dictar


“los reglamentos complementarios de las leyes procesales, así como las disposiciones
necesarias para la debida ejecución de esas leyes” (art. 7 inc. 2), ya que esto excede las
facultades que le acuerda la Ley Fundamental.

7. Debió suprimir la atribución del Consejo de entrevistar a los postulantes


para evaluar su “idoneidad, aptitud funcional y vocación democrática” (art.13 inc. C), después
del concurso de oposición y antecedentes que toma el jurado, ya que ello es lo debe hacerlo el
Senado antes de prestarle el acuerdo público al ternado propuesto por el Poder Ejecutivo (art.
99 inc. 4).

8. Reforma las comisiones internas permanentes del Consejo y establecer cuantos


integrantes tiene cada sector. No hay motivo para que en la de Selección de Magistrados y
Escuela Judicial no haya abogados, ni que la representación política sea simétrica a la de jueces
y académicos (4 para cada uno), mientras en las comisiones de Disciplina y Acusación (que la
ley las fusionan) y de Administración y Financiera, prevalece el sector político (art. 12), y sólo
en la de Reglamentación está en minoría el sector político, lo que tampoco tiene explicación.

9. Reforma la exigencia de dos tercios de votos por el de mayoría absoluta para que el
pleno del Consejo aplique sanciones a los magistrados, a propuesta de la Comisión de
Disciplina y Acusación (art. 7 inc. 12), lo que no tiene justificación, a pesar de que con la
reforma de la composición del Consejo los dos tercios pueden ser motivo de veto por parte de
los representantes del gobierno.

10. Innova al fijar el plazo de tres años para que la comisión resuelva la
apertura del procedimiento de remoción de magistrados a partir de la fecha de las denuncias,

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y que en caso de no hacerlo pasen las mismas al plenario para su consideración, criterio que
parece atinado, ya que las denuncias no pueden ser indefinidamente postergadas en su
tratamiento (art. 7 inc.7).

11. Ni la ley anterior ni la reforma se refieren a los casos en que se haya operado la
prescripción de los supuestos delitos que son motivo de las denuncias o de las acusaciones en
contra de los magistrados.

12. Suprime la potestad que la ley anterior daba al Consejo, de que, con el voto de tres
cuartas parte de sus miembros, se pueda remover a los legisladores y al representante del
Ejecutivo, dejando esa atribución a las cámaras o al Poder Ejecutivo, según corresponda,
siempre que les sea requerido por el Consejo con la misma mayoría. No se entiende por qué
no se hizo lo mismo con los jueces que tienen estabilidad en su cargo, mientras dure su buena
conducta, y que pueden ser removidos por juicio ante el Jurado de Enjuiciamiento (art. 7 inc.
14). Es correcta la exclusión de los diputados y senadores, por los privilegios que la
Constitución les reconoce y porque su actuación en el Consejo los es por integrar las cámaras,
pero parece razonable la exclusión del representante del Poder Ejecutivo, si el mismo no
detenta al mismo tiempo, como ocurre actualmente, un cargo del que puede ser removido por
juicio político, como el de jefe de gabinete o ministro.

13. Dispone que cuando el Senado no presta acuerdo al ternado propuesto por el
presidente, debe convocarse a un nuevo concurso, cuando la Constitución lo que expresa es
que la terna es vinculante (art. 114 inc. 2) por lo que el Ejecutivo, en ese caso, debe pedir el
acuerdo de otro de los integrantes de la terna.

14. No se mejoró, jerarquizó ni se le aseguró mayores recursos -del abultado presupuesto


que se le asigna al Consejo- a la Escuela Judicial, ni a estimular por la misma se mejore la
preparación y actualización de los jueces –que, en general, son remisos a participar en los
cursos que dictan -, a los funcionarios y empleados del Poder Judicial.

15. Debió modificarse la ley permitiendo la suplencias transitorias de los consejeros, ya que
la ley vigente, admite el reemplazo de los consejeros por sus suplentes en caso de renuncia,
remoción o fallecimiento, pero no se lo permite el reemplazo en caso de ausencias
temporales, lo que podría agilizar el funcionamiento del órgano, si tenemos en cuenta que los
legisladores y jueces, algunas veces, no asisten a las sesiones porque no están eximidos de
cumplir las funciones que tienen en las cámaras o en los tribunales (art. 2 infra).

16. Se fijó, correctamente, el plazo de cinco días para reponer a los jueces suspendidos que
no hayan sido removidos por el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados (art. 7 inc. 13); pero
no se legisló para aquellos casos en que el magistrado removidos por el Jurado, sólo por la
comisión de delitos, de los que luego hayan sido sobreseídos o absueltos por sentencia firme.

17. Dejó sin representantes de la Corte Suprema en el Jurado de Enjuiciamiento y modificó


su composición, al disminuir el número de jueces de 4 a 3, aumentar el de los congresistas de 3
a 4 y bajar de 2 a 1 el de los abogados (art. 22), lo que acrecienta el peso del sector político, sin
que haya razón que lo justifique. Si bien la Constitución no exige simetría entre los sectores
integrantes del Consejo ni del Jurado, en este caso la misma es más necesaria que en el caso
del Consejo ya que la Constitución dice que el mismo está integrado por “legisladores,
magistrados y abogados” (art. 115), en plural, lo que indica que no puede haber sólo un

20
abogado. Además, sus integrantes dejan de ser elegidos entre sus pares para pasar a ser
sorteados, lo que atenta contra el principio democrático. El voto, en la economía de la
Constitución, es más eficaz que el azar para determinar la idoneidad de los funcionarios.

18. Designar a los jurados por sorteo, cada seis meses, puede llevar a que al mismo tiempo
pueda haber más de un Jurado funcionando en causas iniciadas en semestres diferentes.

19. Determina ocho modos de entender el “mal desempeño”, que establece el artículo 53
de la Constitución, como causal para la destitución de magistrados, aunque no debemos
entender que excluya otros casos (art. 25), no parece una innovación necesaria. Si no se lo
reglamentó para los sometidos al juicio político no parece corresponder hacerlo para los
juzgados por el Jurado de Enjuiciamiento.

20. Mantiene vigente la aplicación supletoria del Código de Procesal Penal de la Nación en
el procedimiento del juicio político ante el Jurado, lo que ha traído muchas controversias, ya
que dicho cuerpo legal no se compatibiliza con el carácter que tienen estos de juicios (art. 26
inc. 8).

21.Se acotó las remuneraciones, al efectivo ejercicio de sus funciones, de los integrantes del
Jurado, que no sean legisladores o jueces, ya que estos -desde la ley anterior- se desempeñan
en forma honoraria (art. 29), lo que parece atinado.

La N.° 26.855, que integró el paquete de normas impulsada por el Poder Ejecutivo para
“democratizar” la Justicia –o sea para que el oficialismo político tenga mayoría en ese cuerpo-,
que fue bien declarada inconstitucional por la Corte Suprema en el caso “Rizzo, Jorge c/ Estado
Nacional” el 18 de junio de 2013, fijó otra forma de composición del Consejo; y que los
consejeros: abogados, magistrados, académicos fueran elegidos en elección popular, y no por
los distintos sectores, como exige el artículo 114 de la Constitución. Por esta interpretación
del Alto Tribunal esta ley no tiene aplicación.

IV. Selección de los jueces

Al Consejo de la Magistratura le corresponde "Seleccionar mediante concursos públicos los


postulantes a las magistraturas inferiores" (artículo 114, 1), sin aclarar si los mismos son por
antecedentes, por oposición, o de ambas maneras, y cuando habla de "magistraturas" -siendo
consecuente con la denominación del órgano-, y no de jueces, deja la duda si su competencia
alcanza a los integrantes del Ministerio Público, y en caso de que sí los alcanzara -lo que
debería definir la ley especial reglamentaria- no entendemos porqué se lo incorporó en la
Sección Tercera y no se lo ubicó como un órgano "extra-poder", como en realidad lo es, y no se
previó entre sus integrantes a miembros del Ministerio Público, como se hizo con "los jueces
de todas las instancias".

También le corresponde "Emitir propuestas en ternas vinculantes, para el nombramiento de


los magistrados de los tribunales inferiores". Aquí vuelve a referirse a "magistrados" y no ha
jueces, por lo que deja la duda si puede actuar en la designación de los miembros del
Ministerio Público, que la Constitución en ninguna parte establece cómo y quién lo debe
hacerlo.

No se aclara si para el caso de "nuevo nombramiento, precedido por igual acuerdo para
mantener (podría haber agregado ascender o trasladar) en los cargos" a los "magistrados"
inferiores que hayan cumplido setenta y cinco años, como prevé el tercer párrafo del inciso 4

21
del artículo 99, hay que obviar el trámite de selección de propuestas en terna que prevén los
incisos 1 y 2 del artículo 114, lo que parece razonable.

V. Nombramiento y acuerdo de magistrados

Entre las atribuciones del presidente de la Nación, que prevé el artículo 99 inc. 4, está la de
nombrar a los "magistrados" de la Corte Suprema de Justicia, usando la misma expresión que
usaron los constituyentes de 1853 en el entonces artículo 83, que luego de la reforma de 1860
pasó a ser 86, quizás porque la Corte Suprema de Justicia, que preveía el artículo 91 después
de 1860 pasó a ser 94, estaba "compuesta por nueve jueces y dos fiscales", por lo que
podemos pensar que la designación de sus ministros, el procurador general de la Nación y el
defensor general de la Nación, cargos que se constitucionalizan con el Ministerio Público en el
artículo 120, podrían estar comprendidos también en este procedimiento de designaciones,
como lo establecieron las sucesivas leyes reglamentarias.

El inciso 4 agrega al texto anterior que el acuerdo del Senado debe hacerse "en sesión pública,
convocada al efecto". Quizás lo mejor hubiera sido usar una expresión más abarcativa, como
procedimiento público u otra parecida, para incluir también el trámite de audiencia pública
que deberá hacer la Comisión de Acuerdo del Senado.

Cuando habla, a continuación, del nombramiento de los "jueces" de los tribunales federales
inferiores, no usa la expresión "magistrados", por lo que debemos pensar que se quiso excluir
las designaciones de fiscales o defensores inferiores. En este caso se requiere "una propuesta
del Senado, en sesión pública, en la que se tendrá en cuenta la idoneidad de los candidatos".
Esto último es obvio y una reiteración de lo que expresa el artículo 16, por lo que este criterio
vale también para el nombramiento y acuerdo de los magistrados de la Corte Suprema de
Justicia, aunque no se lo haya dicho en el primer párrafo del inciso 4.

VI. Nuevos nombramientos

En el tercer párrafo del inciso 4 del artículo 99 se incluye una importante modificación al
régimen de estabilidad de los "magistrados" una vez que cumplan los setenta y cinco años,
exigiendo un nuevo nombramiento, precedido de igual acuerdo, que no se mencionaba en la
Ley 24.309, y que ha sido seguramente el motivo por el que los ministros de la Corte Suprema
de Justicia al jurar la Constitución, según la Disposición Transitoria Decimosexta, lo hicieron
por una fórmula limitada a lo que se reformó de acuerdo con la ley declarativa de la necesidad
de la reforma. Sobre este particular creemos que estando habilitado el tema del
nombramiento y acuerdo de los magistrados para su reforma, los constituyentes tiene
competencia para hacerlo, sin estar obligados a seguir las indicaciones de la Ley 24.309, de la
que indudablemente se han apartado en este punto.

No parece conveniente lo del nuevo nombramiento, con igual acuerdo, por cinco años, ya que
ello debilita la garantía de independencia de los jueces. O se los hace cesar a la edad fijada o se
los mantiene mientras dure su buena conducta, pero esta situación intermedia es por demás
peligrosa. Entendemos, además, que mientras no se produzca el nuevo nombramiento, con
igual acuerdo, del mismo magistrado o de otros candidatos, aquel permanece en el cargo con
todas sus atribuciones y prerrogativas.

VII. Facultades disciplinarias

El Consejo de la Magistratura ejerce facultades disciplinarias sobre "magistrados", según el


artículo 114,3, lo que fue precisado en las leyes especiales que lo reglamentaron -y no en los

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reglamentos que prevé el artículo 114,6- ya que esta delicada competencia debe
circunscribirse a lo estrictamente administrativo y no puede inmiscuirse, directa o
indirectamente, en las competencias jurisdiccionales, ni afectar la estabilidad en el cargo, la
sede, el grado, ni la compensación o retribución de los magistrados. Aquí podrá aplicarse la ley
de ética pública que el Congreso dictó según lo exige el artículo 36, en su última parte, y que
para el caso de los jueces deberá prever, entre otros temas, el de sus relaciones con los medios
de comunicación.

VIII. Remoción o destitución de jueces

Los "miembros" de la Corte Suprema de Justicia siguen siendo pasibles de acusación ante el
Senado, mediante el procedimiento del juicio político, de acuerdo al artículo 53 - 45 del
anterior texto-, y de dicho procedimiento puede resultar la destitución del acusado, "y aún
declararle incapaz de ocupar ningún empleo de honor, de confianza o a sueldo en la Nación",
como dice el artículo 60, que antes llevaba el número 52.

El término "miembros" de la Corte es la misma expresión empleada por la Convención de


1853, que en el entonces artículo 41 hablaba de "los miembros de ambas Cámaras (suprimido
luego de 1860), a los de la Corte Suprema de Justicia", que según el artículo 91 estaba
compuesta "de nueve jueces y dos fiscales", por lo que dicha palabra debe considerársela en la
ley que reglamente al Ministerio Público abarcadora de los magistrados que lo componen y
que actúan por ante la Corte Suprema, como son el procurador general de la Nación y el
defensor general de la Nación, y a quienes también hay que someter a juicio político,
supliendo esta importante omisión de los constituyente de Santa Fe-Paraná.

Al Consejo de la Magistratura le corresponde "Decidir la apertura del procedimiento de


remoción de magistrados, en su caso ordenar la suspensión, y formular la acusación
correspondiente", según dispone el inciso 5 del artículo 114, cambiando la terminología que
usaban los antiguos artículo 45 y 52 (hoy 53 y 60). Mientras estos hablaban de "causas de
responsabilidad", de "formación de causa" y de "destitución", en el texto reformado se habla
de "apertura del procedimiento" y de "remoción", a más de omitirse, como dijimos antes, la
declaración de incapacidad para ejercer cargos en la Nación.

IX. Nuevos órganos y funcionarios

La constitucionalización de otros órganos y funcionarios que no sean el Congreso, la


Presidencia y sus ministros, y los tribunales de la Justicia Federal, englobados dentro de la
sistemática del Texto Fundamental en las Secciones nominadas Poder Legislativos, Poder
Ejecutivo y Poder Judicial respectivamente, ha complicado la lógica teórica del esquema
ideado por los constituyentes de Filadelfia y adoptada por los de Santa Fe en 1853.

Así para la incorporación de órganos como la Auditoría General de la Nación o el Defensor del
Pueblo, que nada tienen en su estructura y funcionamiento de parlamentarios, en la Sección
Primera del Poder Legislativo, aunque se los declare "de asistencia técnica del Poder
Legislativo" (artículo 85) o "instituido en el ámbito del Congreso de la Nación" (artículo 86), se
forzó el alcance de lo que puede alcanzar el concepto Poder Legislativo. Sin embargo se omitió
incorporar dentro del mismo a la Comisión Bicameral Permanente, mencionada de paso en el
artículo 99 inc.3, referido a los decretos por razones de necesidad y urgencia.

X. Jurado de Enjuiciamiento

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El art. 115 incorpora a la Constitución, otro órgano no jurisdiccional, que también pudo
haberse incluido en la sección del Poder Legislativo, el Jurado de Enjuiciamiento, que tiene por
objeto remover a los jueces de los tribunales inferiores de la Nación por las causales de juicio
político del artículo 53, y está integrado por legisladores, magistrados y abogados de la
matrícula federal, sin que se precise quien los designa, remueve, plazo de su mandato, ni
requisitos para el ejercicio del cargo.

Su fallo, a diferencia de lo que expresa el artículo 60 respecto del juicio político, es irrecurrible
y no tiene más efecto que destituir al acusado, si no es absuelto, y someterlo a la justicia
ordinaria si fuere pasible de ello. Se fija también un plazo de caducidad del procedimiento de
ciento ochenta días a partir de la decisión de abrir el procedimiento de remoción sin que se
haya dictado el fallo, lo que marca otra diferencia con el juicio político. La integración y
procedimiento del Jurado lo regula la misma ley "especial" que lo hace para el Consejo de la
Magistratura.

XI. El Ministerio Público

El Ministerio Público incorporado a la Constitución como órgano "extra-poder", en el artículo


120 de la nueva Sección Cuarta, está compuestos por funcionarios que actúan por ante los
tribunales federales . Se trata de un "órgano independiente con autonomía funcional", que se
lo ha desvinculado de una larga y perniciosa dependencia del Poder Ejecutivo, sin incorporarlo
al Poder Judicial, como aspiraban algunos autores, y a quién se le ha otorgado la "autarquía
financiera", que no se le dio -entiendo que correctamente- al Poder Judicial, y tiene por
función "promover la actuación de la justicia en defensa de la legalidad de los intereses
generales de la sociedad, en coordinación con las demás autoridades de la República",
omitiendo referir la que corresponde al ministerio pupilar, integrante como veremos también
del Ministerio Público.

Su dirección es bicéfala porque está a cargo del Procurador General de la Nación, responsable
del ministerio fiscal, y un defensor general de la Nación, que en realidad no defiende a la
Nación, entendida como estado federal, que era una de las funciones de los fiscales antes de la
reforma, sino que es cabeza del ministerio pupilar, en defensa de pobres, ausentes e
incapaces. La ley reglamentaria 24.946 determina los demás miembros que lo integran,
reconociéndoles la Constitución "inmunidades funcionales e intangibilidad de
remuneraciones", pero nada se dice la Ley Fundamental de su estabilidad o periodicidad (me
inclino decididamente por lo primero como indica la ley reglamentaria), la forma de
designación, sanción o remoción, ni de las condiciones para el ejercicio del cargo, ni su posible
vinculación con las competencias del Consejo de la Magistratura.

XII. Justicia en la ciudad autónoma de Buenos Aires

El último artículo de la Constitución, el 129, encomienda al Congreso a convocar a los


habitantes de Buenos Aires para que a través de sus representantes dicten el Estatuto
Organizativo de sus instituciones, para alcanzar un "régimen de gobierno autónomo, con
facultades propias de legislación y jurisdicción", lo que deja con destino incierto el futuro de
los tribunales nacionales con asiento en la Capital Federal. El Congreso tendrá que develar esta
incógnita y decidirá si los mismos pasarán, total o parcialmente, a la órbita del nuevo régimen
autonómico. Creo que en justicia al menos la financiación de dichos tribunales debe dejar de
estas a cargo de los contribuyentes de las provincias.

XIII. La reforma del Poder Judicial de la Nación

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1. El fallido intento de “democratizar” la justicia nos obliga, si queremos reformar la Justicia, a
comenzar por derogar las leyes que intentaron modificaron el Consejo de la Magistratura, N.°
26.855; las medidas cautelares, N.° 26.854; la de creación de las Cámaras de Casación, N.°
26.853; y el Decreto 856 de 2014 por el que se hace la designación de diez conjueces para la
Corte Suprema de Justicia acordado por el Senado por mayoría simple y no por dos tercios
como exige para estas magistraturas el artículo 99 inciso 4 de la Constitución; por ser
inconstitucionales y contrarias a la independencia del Poder Judicial.

2. Hay que pasar al gobierno de la ciudad de Buenos Aires, mediante un convenio, los llamados
tribunales Nacionales y los funcionarios del Ministerio Público que actúan ante los mismos, con
sede en Capital Federal, para que se integren al Poder Judicial de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires.

3. De acuerdo con el artículo 118 de la Constitución y lo resuelto en el caso “Pedraza” ya


citado, de la Corte Suprema, reducir la competencia territorial de la Cámara Nacional de
Casación (en adelante de Apelación) Penal a la Capital Federal, a la que se recurrirá en
apelación y no, como hasta ahora, en casación, con lo que se podrá revisar no sólo el derecho
sino también, como exige la Corte Suprema a partir del, ya mencionado, fallo “Casal”, los
hechos en que se funda el fallo. Las apelaciones de las sentencias de los Tribunales Orales
Federales del interior del país deberán ser atendidas por la Cámaras Federales de Apelaciones
con sede en el interior del país.

4. Gravar con del impuesto a las ganancias las remuneraciones de los jueces, que sean
designados o ascendidos a partir de ahora, y demás personal del Poder Judicial y del Ministerio
Público, manteniendo la inmunidad de los que están en funciones por lo dispuesto por la
Constitución (Art. 110). Antes de su aplicación deberá aumentarse el mínimo a tributar, para
todos los contribuyentes -no sólo para los judiciales y del Ministerio Público-; y recomponer las
remuneraciones de estos para compensar la reducción por pago del impuesto.

5. Reformar la ley 26.376 y disponer que sean jueces subrogantes los que integren ternas
elevadas por el Consejo de la Magistratura al Poder Ejecutivo para los cargos vacantes o para
remplazar al juez titular en los tribunales para los que han sido propuestos, según el orden de
las mismas. Si el Congreso designa otros jueces subrogantes deberá aprobarlos con las mismas
mayorías y siguiendo idénticos procedimientos que para los jueces titulares.

6. Incorporar a las causales del recurso extraordinario (Art. 14 ley 48) la arbitrariedad, y
ampliar el plazo para su interposición y del traslado a la otra parte, de 10 a 15 días. La
concesión deberá disponerla el tribunal en 30 días, si no lo hace queda concedido tácitamente.

7. Modificar el artículo 257 bis del Código de Procedimiento Civil y Comercial de la Nación,
reformado por la ley 26.790, cuando al regular el per saltum lo admite sólo en el recurso
extraordinario ante la Corte Suprema prescindiendo del recaudo del tribunal superior, sólo en
aquellas causas de competencia federal, debiendo admitirlas también en las que se tramitan
en los tribunales provinciales. La redacción actual establece una discriminación que atenta
contra el principio de igualdad ante la ley del artículo16 de la Constitución)

8. Contra las sentencias de la Corte podrá plantearse el recurso de aclaratoria en el plazo de 15


días.

9. Permitir que la constitución de domicilio, las notificaciones, la presentación de escritos


pueda hacerse electrónicamente en los tribunales federales, como ya lo dispuso la Corte

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Suprema para el domicilio y las notificaciones (Acuerdo No. 31/11), pero deberá uniformarse la
forma de hacerlo, incluyendo en el texto de la notificación la resolución o parte dispositivo de
la misma.

10. Autorizar a la Corte Suprema para que apruebe y publique un Código de Estilo, para
uniformar y mejorar la elaboración y comunicación de lo que se expresa y decide en el ámbito
judicial, que será obligatorio para la confección y redacción -en soporte papel o digital- de las
sentencias, acordadas, resoluciones, decretos, providencias, actas y demás documentación
que se usa en el Poder Judicial. Dicho Código determinará también la forma protocolar de la
redacción, según quién sea el emisor y el destinatario; el tipo de hoja, tipografía, tamaño,
interlineado, márgenes, sangrías, persona gramatical y pie de páginas; el encabezado, empleo
de logotipos o isologotipos, la numeración, la ubicación de fotografías e imágenes, y el lugar y
orden de las firmas, de los sellos de los referidos documentos. Fijará, además, las forma en que
se confeccionarán los expedientes, sus carátulas, folios y el modo como serán utilizados y
archivados.

11. Derogar la obligación a depositar la $ 15.000.cuando se interpongan recurso de queja ante


la Corte Suprema de Justicia, por denegación del recurso extraordinario.

12. La Corte Suprema y demás tribunales inferiores podrán dictar sentencias que resuelvan
varias causas de contenido idéntico que se encuentren en condiciones de ser resuelta, y una
copia de dicho fallo deberá ser incorporada en cada uno de los expedientes, como lo suele
hacer la Corte Suprema.

13. Suprimir el Tribunal Fiscal de la Nación (creado por ley 15.265) y crear en su reemplazo la
Cámara Federal en lo Fiscal, como un tribunal inferior el Poder Judicial, con sede en la Capital
Federal, a donde se recurrirá, al igual que a las Cámaras Federales de Apelaciones del interior
del país, las resoluciones de la AFIP y de la Aduana. De esta manera se cumpliría con el artículo
109 de la Constitución que establece que “En ningún caso el presidente de la Nación ejerce
funciones judiciales (…)” al tratarse el Tribunal Fiscal de un órgano administrativo dependiente
del Presidente de la Nación.

14. Establecer que los depósitos bancarios judiciales de los tribunales federales se harán en el
Banco de la Nación y los que correspondan a los tribunales nacionales, incluso antes que pasen
a depender del gobierno de la CABA, en el Banco de la Ciudad de Buenos Aires.

Como bien decía Alexander Hamilton “La justicia es la finalidad del gobierno. Es la finalidad de
la sociedad civil. Siempre se ha buscado y seguirá buscándose hasta que se alcance o hasta que
perezca la libertad en el empeño.” Este es el propósito de la Constitución al proclamar:
“afianzar la justicia”, y la razón de nuestra modesta reflexión.

b)

LA INDEPENDENCIA DEL PODER JUDICIAL. INDEPENDENCIA EXTERNA E INTERNA

El principio de separación de poderes supone una colaboración funcional entre todos los
órganos del estado respetando un mínimo de autonomía para el ejercicio de las funciones que
se les reconocen por mandato constitucional. Sin embargo, el principio de separación es un
presupuesto necesario pero insuficiente para garantizar la independencia de los poderes. La
independencia requiere que el poder judicial ejerza el gobierno sobre sí mismo.

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La independencia externa del poder judicial, principio fundamental del estado de derecho, se
garantiza, al menos, a través de los mecanismos de designación y remoción de los jueces, el
ejercicio de la potestad disciplinaria, y la administración de sus propios recursos.

Otra de las garantías tradicionales de la independencia de los jueces con respecto al poder
político es el de la inamovilidad que surgió expresamente en el siglo XVIII.

La Constitución debe garantizar no sólo la independencia externa del poder judicial con
respecto a los otros poderes del estado. en especial el poder ejecutivo, sino también la
independencia interna de los jueces en relación a los jueces de instancias superiores.

En conclusión, el juez, tal como señala Loewenstein (1) “... tiene que estar libre de influencias e
intervenciones extrañas, tanto si provienen del Gobierno, del Parlamento, del electorado o de
la opinión pública" pero, además, el juez, tal como sostuve anteriormente, debe estar libre de
cualquier intromisión por parte de los órganos judiciales superiores.
El reconocimiento del ejercicio de las facultades disciplinarias, la potestad de dictar
reglamentos, o la atribución de administrar los recursos o ejecutar el presupuesto del Poder
Judicial al Consejo de la Magistratura también garantiza la independencia de los jueces porque
el Consejo es parte del Poder Judicial, aun cuando no ejerza funciones judiciales. En otras
palabras, el poder judicial, a través de un órgano que es parte de él, ejerce el gobierno sobre sí
mismo.

Actividad 3

¿Qué es el Consejo de la Magistratura del Poder Judicial de la Nación?

El Consejo de la Magistratura es un órgano permanente del Poder Judicial de la Nación,


incorporado a la Carta Magna mediante la reforma constitucional realizada en el año 1994, y
se encuentra regulado por la Ley 24.937 (t.o. por Decreto 816/1999), norma esta última que
fue reformada parcialmente por la Ley 26.080 (t.o. por Decreto 207/2006).

Las atribuciones del Cuerpo han sido establecidas por el art. 114 de la Constitución Nacional,
en los siguientes términos:

“El Consejo de la Magistratura, regulado por una ley especial sancionada por la mayoría
absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara, tendrá a su cargo la selección de los
magistrados y la administración del Poder Judicial.”

“El Consejo será integrado periódicamente de modo que se procure el equilibrio entre la
representación de los órganos políticos resultante de la elección popular, de los jueces de
todas las instancias y de los abogados de la matrícula federal. Será integrado, asimismo, por
otras personas del ámbito académico y científico, en el número y la forma que indique la ley.”

“Serán sus atribuciones:

1. Seleccionar mediante concursos públicos los postulantes a las magistraturas inferiores.

2. Emitir propuestas en ternas vinculantes, para el nombramiento de los magistrados de los


tribunales inferiores.

3. Administrar los recursos y ejecutar el presupuesto que la ley asigne a la administración de


justicia.

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4. Ejercer facultades disciplinarias sobre magistrados.

5. Decidir la apertura del procedimiento de remoción de magistrados, en su caso ordenar la


suspensión, y formular la acusación correspondiente.

6. Dictar los reglamentos relacionados con la organización judicial y todos aquellos que sean
necesarios para asegurar la independencia de los jueces y la eficaz prestación de los servicios
de justicia.”

Además de lo expuesto, son atribuciones propias del Consejo:

• Organizar el funcionamiento de la Escuela Judicial, dictar su reglamento, aprobar sus


programas de estudio y establecer el valor de los cursos realizados, como
antecedentes para los concursos convocados. Planificar los cursos de capacitación para
magistrados, funcionarios y empleados del Poder Judicial para la eficaz prestación del
servicio de justicia.
 Elaborar el anteproyecto de presupuesto anual del Poder Judicial, de conformidad con
lo dispuesto en la Ley de Autarquía Judicial y la Ley de Administración Financiera, y
ejecutarlo.

¿Cómo está integrado?

El Consejo está integrado por trece miembros, de acuerdo con la siguiente composición:

1. Tres jueces del Poder Judicial de la Nación, elegidos por el sistema D`Hont, debiéndose
garantizar la representación igualitaria de los jueces de cámara y de primera instancia y la
presencia de magistrados, con competencia federal del interior de la República.

2. Seis legisladores. A tal efecto los presidentes de la Cámara de Senadores y de la Cámara de


Diputados, a propuesta de los bloques parlamentarios de los partidos políticos, designarán tres
legisladores por cada una de ellas, correspondiendo dos a la mayoría y uno a la primera
minoría.

3. Dos representantes de los abogados de la matrícula federal, designados por el voto directo
de los profesionales que posean esa matrícula. Uno de los representantes deberá tener
domicilio real en cualquier punto del interior del país.

4. Un representante del Poder Ejecutivo.

5. Un representante del ámbito académico y científico que deberá ser profesor regular de
cátedra universitaria de facultades de derecho nacionales y contar con una reconocida
trayectoria y prestigio, el cual será elegido por el Consejo Interuniversitario Nacional con
mayoría absoluta de sus integrantes.

¿Cómo se dividen las comisiones que lo conforman?

El Consejo de la Magistratura, por Ley, se divide en cuatro comisiones, integradas de la


siguiente manera:

1. De Selección de Magistrados y Escuela Judicial: tres jueces, tres diputados, el representante


del Poder Ejecutivo y el representante del ámbito académico y científico.

2. De Disciplina y Acusación: un representante de los abogados de la matrícula federal, dos


senadores, dos diputados, dos jueces, el representante del ámbito académico y científico y el
representante del Poder Ejecutivo.

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3. De Administración y Financiera: dos diputados, un senador, dos jueces, un representante de
los abogados de la matrícula federal y el representante del Poder Ejecutivo.

4. De Reglamentación: dos jueces, un diputado, un senador, un abogado y el representante del


ámbito académico y científico.

¿Cómo actúa?

De acuerdo al artículo 6° de la ley 24.937, el Consejo de la Magistratura actúa en sesiones


plenarias, por la actividad de sus comisiones y por medio de una Secretaría del Consejo, de una
Oficina de Administración Financiera y de los organismos auxiliares cuya creación disponga.

Las sesiones tanto de las comisiones como las plenarias son públicas, al igual que los
expedientes que tramiten en el Consejo de la Magistratura, especialmente los que se refieran
a denuncias efectuadas contra magistrados.

¿Cuánto tiempo permanecen los Consejeros en sus cargos?

Los miembros del Consejo de la Magistratura durarán cuatro años en sus cargos, pudiendo ser
reelectos con intervalo de un período. Los miembros del Consejo elegidos por su calidad
institucional de jueces en actividad o legisladores, cesarán en sus cargos si se alterasen las
calidades en función de las cuales fueron seleccionados, debiendo ser reemplazados por sus
suplentes o por los nuevos representantes que designen los cuerpos que los eligieron para
completar el mandato respectivo. A tal fin, este reemplazo no se contará como período a los
efectos de la reelección" (conf. art. 2º de la ley 26.080).

Actividad 4

JURISDICCION Y COMPETENCIA DE LOS TRIBUNALES NACIONALES: LEY N° 48

Artículo 1° – La Suprema Corte de Justicia Nacional conocerá en primera instancia:

1° De las causas que versan entre dos o más Provincias, y las civiles que versen entre una
Provincia y algún vecino o vecinos de otra o ciudadanos o súbditos extranjeros.

2° De aquellas que versen entre una Provincia y un Estado extranjero.

3° De las causas concernientes a Embajadores u otros Ministros diplomáticos extranjeros, a las


personas que compongan la Legación, a los individuos de su familia, o sirvientes domésticos,
del modo que una Corte de Justicia puede proceder con arreglo al derecho de gentes.

4° De las causas en que se versen los privilegios y exenciones de los Cónsules y Vicecónsules
extranjeros en su carácter público.

Art. 2° – Los Jueces Nacionales de Sección conocerán en primera instancia de las causas
siguientes:

1° Las que sean especialmente regidas por la Constitución Nacional, las leyes que hayan
sancionado y sancionare el Congreso y los Tratados públicos con naciones extranjeras.

2° Las causas civiles en que sean partes un vecino de la provincia en que se suscite el pleito y
un vecino de otra, o en que sean parte un ciudadano argentino y un extranjero.

3° Las que versen sobre negocios particulares de un Cónsul o Vicecónsul extranjero.

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4° Todo pleito que se inicie entre particulares, teniendo por origen actos administrativos del
Gobierno Nacional.

5° Toda acción fiscal contra particulares o corporaciones, sea por cobro de cantidades debidas
o por cumplimiento de contratos, o por defraudación de rentas nacionales, o por violación de
reglamentos administrativos.

6° En general todas aquellas causas en que la Nación o un recaudador de sus rentas sea parte.

7° Todas las causas a que den lugar los apresamientos o embargos marítimos en tiempo de
guerra.

8° Las que se originen por choques, averías de buques, o por asaltos hechos, o por auxilios
prestados en alta mar, o en los puertos, ríos y mares en que la República tiene jurisdicción.

9° Las que se originen entre los propietarios o interesados de un buque, sea sobre su posesión
o sobre su propiedad.

10. Las que versen sobre la construcción y reparos de un buque, sobre hipoteca de su casco;
sobre fletamentos y estadías; sobre seguros marítimos; sobre salarios de oficiales y marineros;
sobre salvamento civil y militar; sobre naufragios; sobre avería simple y gruesa; sobre
contratos a la gruesa ventura; sobre pilotaje; sobre embargo de buques y penas por violación
de las leyes de impuestos y navegación; sobre la nacionalidad del buque y legitimidad de su
patente o regularidad de sus papeles; sobre arribadas forzosas; sobre reconocimientos; sobre
abandono, venta y liquidación de créditos del buque; sobre cumplimiento de las obligaciones
del capitán, tripulantes, y en general sobre todo hecho o contrato concerniente a la
navegación y comercio marítimo.

Art. 3° – Los Jueces de Sección conocerán igualmente de todas las causas de contrabando, y de
todas las causas criminales cuyo conocimiento competa a la justicia nacional, a saber:

1° Los crímenes cometidos en alta mar abordo de buques nacionales o por piratas extranjeros,
serán juzgados por el Juez de Sección del primer puerto argentino a que arribase el buque.

2° Los crímenes cometidos en los ríos, islas y puertos argentinos serán juzgados por el Juez que
se halle más inmediato al lugar del hecho o por aquel en cuya sección se encuentren los
criminales, según sea el que prevenga en la causa.

3° Los crímenes cometidos en el territorio de las Provincias en violación de las leyes


nacionales, como son todos aquellos que ofenden la soberanía y seguridad de la Nación, o
tiendan a la defraudación de sus rentas, u obstruyan o corrompan el buen servicio de sus
empleados, o violenten o estorben la correspondencia de los correos, o estorben o falseen las
elecciones nacionales, o representen falsificación de documentos nacionales o de moneda
nacional, o de billetes de Banco autorizados por el Congreso; serán juzgados en la Sección
Judicial en que se cometieren.

4° Los crímenes de toda especie que se cometan en lugares donde el Gobierno Nacional tenga
absoluta y exclusiva jurisdicción, serán juzgados por los Jueces de Sección allí existentes.

5° Los delitos previstos por los artículos 142 bis, 149 ter, 170, 189 bis, a excepción de la simple
tenencia de arma de guerra salvo que tuviere vinculación con otros delitos de competencia
federal, 212 y 213 bis del Código Penal. (Inciso sustituido por art. 1° de la Ley N° 23.817 B.O.
5/10/1990).

30
Art. 4° – La Corte Suprema conocerá por apelación de las sentencias definitivas y de todo auto
que tenga fuerza de definitivo en todas las causas criminales iniciadas ante los Jueces de
Sección y en las civiles que quedan expresadas, siempre que el valor disputado exceda de la
cantidad de doscientos pesos fuertes; y la sentencia de segunda instancia sea que confirme o
revoque causará ejecutoria.

Art. 5° – Las cuestiones que se susciten entre los individuos de la tripulación de un buque
mercante, o entre alguno de ellos o su capitán, u otros oficiales del mismo, y cuya importancia
no pase de cincuenta pesos, serán decididas en juicio verbal por el capitán del puerto donde se
halle el buque con apelación para ante el Juez de Sección que conocerá también el juicio
verbal.

Art. 6° – Siempre que un Juez de Sección se excuse de conocer en una causa de su


competencia, o retarde el administrar justicia, se podrá ocurrir a la Corte Suprema por el
recurso de justicia denegada o retardada. Y siempre que conozca de causa que no le competa,
y rehusare inhibirse, podrá igualmente apelarse a la Corte que resolverá el artículo según su
mérito.

Art. 7° – La jurisdicción criminal atribuida por esta ley a la justicia nacional, en nada altera la
jurisdicción militar en los casos en que, según las leyes existentes, deba procederse por
consejos de guerra.

Art. 8° – En las causas entre una Provincia y vecinos de otra, o entre una Provincia y un súbdito
extranjero, o entre un ciudadano y un extranjero o entre vecinos de diversas Provincias; para
surtir el fuero Federal, es preciso que el derecho que se disputa pertenezca originariamente, y
no por sección o mandato, a ciudadanos, extranjeros o vecinos de otras Provincias
respectivamente.

Art. 9° – Las corporaciones anónimas creadas y haciendo sus negocios en una Provincia, serán
reputadas para los efectos del fuero, como ciudadanos vecinos de la Provincia en que se hallen
establecidas, cualquiera que sea la nacionalidad de sus socios actuales.

Art. 10. – En las sociedades colectivas, y en general en todos los casos en que dos y más
personas asignables pretendan ejercer una acción solidaria o sean demandados por una
obligación solidaria, para que caigan bajo la jurisdicción nacional, se atenderá a la nacionalidad
o vecindad de todos los miembros de la sociedad o comunidad, de tal modo que será preciso
que cada uno de ellos individualmente tengan el derecho de demandar, o pueda ser
demandado ante los Tribunales Nacionales, con arreglo a lo dispuesto en el inciso 2° del
artículo 2°.

Art. 11. – La vecindad de una Provincia se adquirirá para los efectos del fuero, por la residencia
continua de dos años, o por tener en ellas propiedades raíces, o un establecimiento de
industria o comercio, o por hallarse establecido de modo que aparezca el ánimo de
permanecer.

Art. 12. – La jurisdicción de los Tribunales Nacionales en todas las causas especificadas en los
artículos 1°, 2° y 3° será privativa, excluyendo a los Juzgados de Provincia, con las excepciones
siguientes:

1° En todos los juicios universales de concurso de acreedores y partición de herencia, conocerá


el Juez competente de Provincia, cualquiera que fuese la nacionalidad, o vecindad de los
directamente interesados en ellos, y aunque se deduzcan allí acciones fiscales de la Nación.

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2° En los lugares en que no haya establecidos Jueces de Sección o que se halle distante la
residencia de estos, los Fiscales o Colectores de rentas, o individuos comisionados al efecto
podrán demandar a los deudores del Fisco ante los Jueces de la Provincia.

3° Cuando se cometiere un crimen de los que por esta ley caen bajo la jurisdicción nacional, los
Jueces de Provincia de cualquier categoría podrán aprehender a los presuntos reos, que
pondrán a disposición del Juez Nacional de Sección correspondiente, con la remisión del
sumario que hayan levantado para justificar la prisión.

4° Siempre que en pleito civil un extranjero demanda a una Provincia o a un ciudadano, o bien
el vecino de una Provincia demande al vecino de otra ante un Juez o Tribunal de Provincia o
cuando siendo demandados al extranjero o el vecino de otra Provincia contesten a la
demanda, sin oponer la excepción de declinatoria, se entenderá que la jurisdicción ha sido
prorrogada, la causa se substanciará y decidirá por los Tribunales Provinciales; y no podrá ser
traída a la jurisdicción nacional por recurso alguno, salvo en los casos especificados en el
artículo 14.

Art. 13. – Las autoridades dependientes del Poder Ejecutivo Nacional prestarán todo auxilio
para la ejecución de las sentencias del Poder Judicial y siempre que un Juez Nacional dirija un
despacho precautorio a un Juez Provincial sea por hacer citaciones o notificaciones, o recibir
testimonios, o practicar otros actos judiciales, será cumplido el encargo. Y siempre que un
alguacil u oficial ejecutor presente una orden escrita de un Juez o Tribunal Nacional para
ejecutar una prisión o embargo, las autoridades provinciales y personas particulares estarán
obligadas a prestar el auxilio que les requiera para el cumplimiento de su comisión.

Art. 14. – Una vez radicado un juicio ante los Tribunales de Provincia, será sentenciado y
fenecido en la jurisdicción provincial, y sólo podrá apelarse a la Corte Suprema de las
sentencias definitivas pronunciadas por los tribunales superiores de provincia en los casos
siguientes:

1° Cuando en el pleito se haya puesto en cuestión la validez de un Tratado, de una ley del
Congreso, o de una autoridad ejercida en nombre de la Nación y la decisión haya sido contra
su validez.

2° Cuando la validez de una ley, decreto o autoridad de Provincia se haya puesto en cuestión
bajo la pretensión de ser repugnante a la Constitución Nacional, a los Tratados o leyes del
Congreso, y la decisión haya sido en favor de la validez de la ley o autoridad de provincia.

3° Cuando la inteligencia de alguna cláusula de la Constitución, o de un Tratado o ley del


Congreso, o una comisión ejercida en nombre de la autoridad nacional haya sido cuestionada y
la decisión sea contra la validez del título, derecho; privilegio o exención que se funda en dicha
cláusula y sea materia de litigio.

Art. 15. – Cuando se entable el recurso de apelación que autoriza el artículo anterior, deberá
deducirse la queja con arreglo a lo prescripto en él, de tal modo, que su fundamento aparezca
de los autos y tenga una relación directa e inmediata a las cuestiones de validez de los
artículos de la Constitución, leyes, Tratados o comisiones en disputa, quedando entendido, que
la interpretación o aplicaciones que los tribunales de provincia hicieren de los códigos Civil,
Penal, Comercial y de Minería, no dará ocasión a este recurso por el hecho de ser leyes del
Congreso, en virtud de lo dispuesto en el inciso 11, artículo 67 de la Constitución.

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Art. 16. – En los recursos que tratan los dos artículos anteriores, cuando la Corte Suprema
revoque, hará una declaratoria sobre el punto disputado, y devolverá la causa para que sea
nuevamente juzgada; o bien resolverá sobre el fondo, y aun podrá ordenar la ejecución
especialmente si la causa hubiese sido una vez devuelta por idéntica razón.

Art. 17. – La Corte Suprema decidirá las competencias que se susciten a instancia de parte,
sobre jurisdicción de los Jueces Nacionales.

Art. 18. – La Corte Suprema podrá establecer los reglamentos necesarios para la ordenada
tramitación de los pleitos, con tal que no sean repugnantes a las prescripciones de la Ley de
Procedimientos.

Art. 19. – La Corte Suprema y los Jueces de Sección tendrán la facultad de corregir con multas
que no excedan de cincuenta pesos fuertes, o prisión que no exceda de ocho días, las faltas de
respeto que se cometieren contra su dignidad en los alegatos o las audiencias de las causas, y
las que sus subalternos u otras personas cometieren contra su autoridad, obstruyendo el curso
de la justicia o en daño de las partes; sin perjuicio de las acciones que del hecho nacieren por
daños causados.

Art. 20. – (Artículo derogado por art. 28 de la Ley N° 23.098 B.O: 25/10/1984).

Art. 21. – Los Tribunales y Jueces Nacionales en el ejercicio de sus funciones procederán
aplicando la Constitución como ley suprema de la Nación, las leyes que haya sancionado o
sancione el Congreso, los Tratados con Naciones extranjeras, las leyes particulares de las
Provincias, las leyes generales que han regido anteriormente a la Nación y los principios del
derecho de gentes, según lo exijan respectivamente los casos que se sujeten a su
conocimiento en el orden de prelación que va establecido.

Art. 22. – Las causas que se hallen pendientes ante los Tribunales de Provincia a la
promulgación de esta ley, serán terminadas y fenecidas en los mismos Tribunales, aunque por
su materia o por las personas interesadas en ellas pudieran pertenecer a la jurisdicción
nacional.

Art. 23. – La presente ley será considerada como adicional y correctiva de la de 16 de Octubre
de 1862.

Art. 24. – Comuníquese a Poder Ejecutivo.

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