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JURISPRUDENCIA
CSJN/AR & CORTE IDH
PERÍODO 2017
MÓDULO D
LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
Índice
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CASO ZEGARRA MARÍN VS. PERÚ 1
1Caso Zegarra Marín Vs. Perú. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de
15 de febrero de 2017. Serie C No. 331. La sentencia puede consultarse en
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_331_esp.pdf Nota de resumen:
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/resumen_331_esp.pdf
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Derechos Humanos se respetó el principio de presunción de inocencia de Zegarra
Marín, así como si la sentencia fue debidamente motivada.
La Corte Interamericana reiteró que la presunción de inocencia es un eje
rector en el juicio y un estándar fundamental en la apreciación probatoria que
establece límites a la subjetividad y discrecionalidad de la actividad judicial.
Reiteró que en procesos penales la carga probatoria recae en el Estado. En
este caso en particular, en la sentencia condenatoria se señaló expresamente que
Zegarra Marín no había llegado a desvirtuar en su totalidad las imputaciones en su
contra, invirtiéndose de esta manera la carga de la prueba en su contra.
En relación con el alcance del principio de presunción de inocencia, la Corte
resaltó que este principio es un eje rector en el juicio y un estándar fundamental en
la apreciación probatoria que establece límites a la subjetividad y discrecionalidad
de la actividad judicial. Así, en un sistema democrático la apreciación de la prueba
debe ser racional, objetiva e imparcial para desvirtuar la presunción de inocencia y
generar certeza de la responsabilidad penal.
Respecto del valor probatorio de las declaraciones de coimputados, la Corte
recordó que “más allá de la compatibilidad de instituciones que buscan la
colaboración de ciertos implicados con la parte acusadora a cambio de
determinadas contraprestaciones […] con la Convención Americana, […], lo cierto
es que es posible afirmar la limitada eficacia probatoria que debe asignarse a la
declaración de un coimputado, más allá de su contenido específico, cuando es la
única prueba en la que se fundamenta una decisión de condena, pues
objetivamente no sería suficiente por sí sola para desvirtuar la presunción de
inocencia”.
Así, resaltó que las declaraciones de los co-acusados revisten valor
indiciario y, por consiguiente, forman parte de la prueba indirecta o indiciaria,
debiendo valorar sus contenidos conforme a los principios de la sana crítica; es
decir, que para alcanzar una condena es necesario que sean varios los indicios y
que, entre ellos, sean serios y precisos, así como concordantes. El coimputado no
tiene el deber de presentar declaraciones dado que realiza un acto sustancial de
defensa, a diferencia del testigo.
La Corte subrayó la relevancia de la motivación a fin de garantizar la
presunción de inocencia, principalmente en un proceso penal. Las sentencias
deben reflejar las razones por las que fue posible obtener la convicción sobre la
imputación y la responsabilidad penal, así como la apreciación de las pruebas para
desvirtuar cualquier hipótesis de inocencia y, sólo así, poder confirmar o refutar la
hipótesis acusatoria. En este caso, no se analizó la prueba, ni se señaló en qué se
fundó la culpabilidad, como tampoco se establecieron las circunstancias en las que
ocurrieron los hechos, ni la correspondencia de las conductas con los delitos
imputados. Esta omisión de motivación del fallo tuvo un impacto directo en el
ejercicio de los derechos a la defensa y a impugnar el fallo en perjuicio de Zegarra
Marín.
Respecto de la carga probatoria y la inversión de la misma, la Corte reiteró
que la demostración fehaciente de la culpabilidad constituye un requisito
indispensable para la sanción penal, de modo que la carga de la prueba recae en la
parte acusadora y no en el acusado, y que el acusado no debe demostrar que no ha
cometido el delito que se le atribuye, ya que el onus probandi corresponde a quien
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acusa y cualquier duda debe ser usada en beneficio del acusado. En consecuencia,
al presumir la culpabilidad del inculpado, requiriendo que sea éste quien
demuestre su inculpabilidad, se vulnera el derecho a la presunción de inocencia.
Asimismo, destacó que la carga de la prueba en procesos penales se sustenta en el
órgano del Estado, por lo que no existe la obligación del acusado de acreditar su
inocencia ni de aportar pruebas de descargo. Es decir, la posibilidad de aportar
contraprueba es un derecho de la defensa para invalidar la hipótesis acusatoria,
contradiciéndola mediante contrapruebas o pruebas de descargo compatibles con
hipótesis alternativas (contra-hipótesis), que a su vez la acusación tiene la carga de
invalidar.
En relación con lo anterior, la Corte encontró que el principio de presunción
de inocencia no se respetó en el caso bajo análisis, toda vez que la sentencia
condenatoria del señor Zegarra Marín invirtió la carga de la prueba al establecer
que “no surgi[ó] una prueba de descargo contundente que lo h[iciera] totalmente
inocente de los ilícitos que se le imputa[ban]”.
Adicionalmente, la Corte estimó que el recurso de nulidad planteado por
Zegarra Marín contra la sentencia careció de eficacia, en vista que el tribunal que
revisó el fallo no realizó una revisión integral de la sentencia condenatoria. Esto
vulneró el derecho a recurrir el fallo ante juez o tribunal superior, así como a la
protección judicial de Zegarra Marín, en tanto que no contó con un recurso efectivo
que tutelara sus derechos. Al respecto, la Corte recordó que el recurso efectivo
implica que el análisis por la autoridad competente de un recurso judicial no puede
reducirse a una mera formalidad, sino que debe examinar las razones invocadas
por el demandante y manifestarse expresamente sobre ellas.
En razón de lo anterior, la Corte concluyó que, para efectos del presente
caso, el Estado violó el principio de presunción de inocencia del señor Zegarra
Marín y no garantizó la motivación del fallo. En particular, se le invirtió la carga
probatoria, las declaraciones de lo coimputados no fueron corroboradas ni
analizadas con la prueba en su conjunto, a fin de determinar la responsabilidad
penal más allá de toda duda razonable, lo cual además quedó evidenciado con la
falta de motivación de la decisión judicial, vulnerando la obtención de una fallo
debidamente razonado, el cual garantizara la posibilidad de su impugnación. Por
tanto, el Estado fue declarado internacionalmente responsable de la violación de
los artículos 8.1 y 8.2 de la Convención Americana, en perjuicio del señor Zegarra
Marín.
Como consecuencia de estas violaciones, la Corte declaró que la sentencia
emitida en el proceso penal en contra de Zegarra Marín carece de efectos jurídicos
y, por tanto, el Estado debe dejar sin efecto las consecuencias que derivan de ésta.
Igualmente, el Tribunal ordenó el pago de una cantidad fijada por daño inmaterial.
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CASO GUTIÉRREZ HERNÁNDEZ Y OTROS VS. GUATEMALA 2
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Caso Gutiérrez Hernández y otros Vs. Guatemala. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 24 de agosto de 2017. Serie C No. 339. Nota de referencia:
http://www.corteidh.or.cr/docs/comunicados/cp_32_17.pdf Sentencia completa:
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_339_esp.pdf
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De modo general, la Corte va subrayar la necesidad de descalificar la
práctica de devaluación de la víctima en función de cualquier estereotipo negativo,
idónea para culpabilizar a una víctima, y neutralizar la desvaloración de eventuales
responsables.
Y, en particular, advierte que cuando se utilizan estereotipos en las
investigaciones de violencia contra la mujer se afecta el derecho a una vida libre de
violencia, más aún en los casos en que estos estereotipos por parte de los
operadores jurídicos impiden el desarrollo de investigaciones apropiadas,
denegándose, además, el derecho al acceso a la justicia de las mujeres. A su vez,
cuando el Estado no desarrolla acciones concretas para erradicarlos, los refuerza e
institucionaliza, lo cual genera y reproduce violencia contra la mujer.
Estas prácticas no son un hecho aislado en Guatemala, ya que en los casos
Veliz Franco y otros y Velázquez Paiz la Corte constató la tendencia de los
investigadores a desacreditar a las víctimas y culpabilizarlas por su estilo de vida, o
ropa, así como a indagar sobre aspectos relativos a sus relaciones personales y
sexualidad.
Todo ello derivó en que el caso no se investigara de manera seria, con rigor
ni exhaustivamente, manteniéndose en la impunidad por más de 17 años. Esto
constituyó una forma de discriminación en el acceso a la justicia por razones de
género. A su vez, se vulneró el derecho al plazo razonable. Por tanto, el Estado fue
encontrado responsable por violar tanto el derecho a la igual protección de la ley
como el deber de respetar y garantizar sin discriminación los derechos contenidos
en la Convención Americana, los derechos a las garantías judiciales y protección
judicial, así como el deber estatal de actuar con la debida diligencia para investigar
y en su caso sancionar la violencia contra la mujer de la Convención de Belém do
Pará, en perjuicio de Mayra Angelina Gutiérrez Hernández y sus familiares.
Por otro lado, si bien actualmente se desconoce el paradero de Mayra
Angelina la Corte Interamericana no encontró elementos suficientes para
determinar que lo ocurrido haya constituido una desaparición forzada con la
intervención de agentes estatales o la aquiescencia de éstos. No obstante, debido a
que en este caso las investigaciones realizadas por el Estado no han sido diligentes,
el Tribunal señaló que tampoco es posible descartar esta hipótesis.
En virtud de estas violaciones, la Corte ordenó como medidas de reparación
que, en un plazo razonable, se conduzca la investigación por la desaparición de la
víctima eficazmente y libre de estereotipos negativos de género, se determine su
paradero, así como se paguen indemnizaciones por concepto de daño inmaterial y
por el reintegro de costas y gastos
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CASO LAGOS DEL CAMPO VS. PERÚ 3
3 Caso Lagos del Campo Vs. Perú. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 31 de agosto de 2017. Serie C No. 340. El texto íntegro de la Sentencia puede consultarse en el
siguiente enlace:
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_340_esp.pdf Resumen disponible en
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/resumen_340_esp.pdf
4 CONVENCIÓN AMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Capítulo III, Derechos Económicos, Sociales y
Culturales. Artículo 26. “Desarrollo Progresivo. Los Estados Partes se comprometen a adoptar
providencias, tanto a nivel interno como mediante la cooperación internacional, especialmente
económica y técnica, para lograr progresivamente la plena efectividad de los derechos que se
derivan de las normas económicas, sociales y sobre educación, ciencia y cultura, contenidas en la
Carta de la Organización de los Estados Americanos, reformada por el Protocolo de Buenos Aires,
en la medida de los recursos disponibles, por vía legislativa u otros medios apropiados”.
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deben ser entendidos integralmente y de forma conglobada como derechos
humanos, sin jerarquía entre sí y exigibles en todos los casos ante aquellas
autoridades que resulten competentes para ello.
Para determinar el alcance y contenido del derecho a la estabilidad laboral
en los términos del artículo 26, la Corte Interamericana recurrió de manera
interpretativa a la Carta de la OEA y la Declaración Americana sobre Derecho y
Deberes del Hombre, así como a las reglas de interpretación establecidas en el
artículo 29 de la Convención, al corpus iuris internacional y regional, y a la
legislación peruana.
En este sentido, determinó que las obligaciones del Estado en cuanto a la
protección del derecho a la estabilidad laboral, en el ámbito privado, se traducen
en deberes específicos para el Estado.
En el caso en particular, la Corte resaltó que frente al despido improcedente
por parte de la empresa, el Estado peruano no había adoptado las medidas
adecuadas con el fin de proteger la vulneración del derecho al trabajo imputable a
terceros, por haber avalado el despido en sus instancias judiciales. Por ende, no se
le reinstaló en su puesto de trabajo ni recibió ninguna indemnización ni los
beneficios correspondientes. Con motivo de ello, Lagos del Campo perdió su
empleo, la posibilidad de acceder a una pensión por jubilación, así como de ejercer
sus derechos como representante de los trabajadores. En vista de lo anterior, la
Corte consideró que el Estado peruano no tuteló el derecho a la estabilidad laboral,
derivado de la interpretación del artículo 26 de la Convención Americana, en
relación con los artículos 1.1, 13, 8 y 16 de la misma.
Asimismo, en relación con el derecho a la libertad de pensamiento y
expresión, la Corte Interamericana consideró que el ámbito de protección de este
derecho resulta particularmente aplicable a contextos laborales. El Estado no solo
debe respetarlo sino también garantizarlo a fin de que los trabajadores o sus
representantes puedan también ejercerlo, de manera tal que en caso en que exista
un interés general o público, se requiere de un nivel reforzado de protección de la
libertad de expresión, especialmente respecto de quienes ejercen un cargo de
representación.
Respecto de la entidad de las declaraciones publicadas en la revista “La
Razón”, el Tribunal notó que de las manifestaciones publicadas en la entrevista, en
lo general, se desprende que el objetivo del señor Lagos del Campo era denunciar
las alegadas irregularidades, es decir, de informar sobre una situación, que a
criterio de éste vulneraba los intereses que él representaba, acompañados quizás
de comentarios críticos u opiniones. Por el contrario, del contenido de tales
expresiones en el presente contexto no se denota que tuvieran un manifiesto
ánimo injurioso, difamatorio, vejatorio o doloso en contra de alguna persona en
particular o que tendieran a afectar el producto de la empresa. Si bien la
publicación contenía particulares expresiones altisonantes sobre la situación
denunciada, éstas no revestían una entidad tal que traspasara el umbral de
especial protección del carácter de las denuncias expuestas en el marco del
referido contexto.
Concretamente la Corte concluyó que el Estado avaló una restricción al
derecho a la libertad de pensamiento y de expresión de Lagos del Campo, a través
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de una sanción innecesaria en relación con el fin perseguido y sin una debida
motivación.
Lo anterior debido a que, de acuerdo con las circunstancias del presente
caso, no existió una necesidad imperante que justificara el despido del señor Lagos
del Campo. En particular, se restringió su libertad de expresión sin tomar en
consideración que sus declaraciones se referían a cuestiones de interés público, en
el marco de sus competencias, las cuales estaban protegidas además por su calidad
de representante de los trabajadores como Presidente del Comité Electoral. Por
tanto, el Estado peruano violó los artículos 13.2 y 8.2 de la Convención Americana.
En lo que atañe a la violación de la libertad de asociación, la Corte indicó
que en materia laboral este derecho no solo se aplica a los sindicatos sino a
cualquier organización destinada a la representar los intereses legítimos de los
trabajadores.
En este caso, el despido irregular de Lagos del Campo le impidió continuar
con su cargo de representación de los trabajadores y acudir a la reunión del Comité
Electoral que él mismo había convocado. Adicionalmente, el Tribunal reiteró que la
libertad de asociación tiene dos dimensiones, pues recae tanto en el derecho del
individuo de asociarse libremente y utilizar los medios apropiados para ejercer esa
libertad, como en los integrantes de un grupo para alcanzar determinados fines en
conjunto y beneficiarse de los mismos. Asimismo, los derechos derivados de la
representación de los intereses de un grupo tienen una naturaleza dual, pues
recaen tanto en el derecho del individuo que ejerce el mandato o designación como
en el derecho de la colectividad de ser representada, por lo que la violación del
derecho del primero (el representante) repercute en la vulneración del derecho
del otro (el representado). En razón de ello, la Corte encontró que el despido del
señor Lagos del Campo trascendió a la violación de su derecho individual a la
libertad de asociación, pues privó a los trabajadores de la Comunidad Industrial de
la representación de uno de sus líderes, en especial en la elección que habría
tenido lugar bajo su supervisión como Presidente del Comité Electoral.
De igual forma, la Corte advirtió que el despido del señor Lagos del Campo,
al haber sido realizado en represalia por sus labores de representación, pudo tener
un efecto amedrentador e intimidante en los demás miembros de la Comunidad
Industrial. En vista de lo anterior, concluyó que el Estado es responsable por la
violación del artículo 16.1 y 26 en relación con los artículos 1.1, 13 y 8 de la
Convención Americana.
En lo que respecta al derecho de acceso a la justicia, la Corte observó que
Lagos del Campo interpuso al menos siete recursos judiciales y solicitudes ante
órganos judiciales en el ámbito interno, con el fin de anular la decisión de segunda
instancia que consideró su despido como regular. Al analizar la respuesta judicial
la Corte Interamericana consideró diversas irregularidades y omisiones, por lo que
concluyó que el Estado había violado los derechos a las garantías judiciales y
protección judicial.
En vista de estas violaciones, la Corte ordenó como medidas de reparación
que se publique la sentencia y se indemnice al demandante por el daño material
sufrido, lo cual incluye los salarios que dejó de percibir, la pensión de jubilación y
los beneficios sociales correspondientes.
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Los jueces Roberto F. Caldas y Eduardo Ferrer Mac-Gregor Poisot, hicieron
conocer a la Corte sus votos individuales concurrentes, y los jueces Eduardo Vio
Grossi y Humberto Antonio Sierra Porto, sus votos individuales parcialmente
disidentes, los cuales acompañan la Sentencia.
5 Corte IDH. Caso Trabajadores Cesados de Petroperú y otros Vs. Perú. Excepciones Preliminares,
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 23 de noviembre 2017. Serie C No. 344. Disponible en el
enlace http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_344_esp.pdf Nota de resumen
disponible en http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/resumen_344_esp.pdf
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demandantes no constituye per se una violación al derecho de acceso a la justicia.
Sin embargo, recordó que todo juez tiene la obligación de asegurar que los
procesos se lleven a cabo con el debido respeto de aquellas garantías que sean
necesarias para asegurar un juicio justo, lo que incluye el deber de motivar
adecuadamente las sentencias. En ese sentido, la Corte constató que la motivación
del fallo de segunda instancia no permitió conocer con suficiencia cuáles fueron los
hechos, motivos y normas en que se basó la autoridad para tomar su decisión, a fin
de descartar indicios de arbitrariedad.
Asimismo, la Corte consideró que se violó de manera autónoma el derecho
al trabajo de los trabajadores cesados. En este sentido, el Tribunal reiteró su
precedente en el Caso Lagos del Campo Vs. Perú, en el cual afirmó su competencia
para conocer y resolver controversias relativas al artículo 26 de la Convención
Americana. Para tales efectos, determinó que el derecho al trabajo incluye el
derecho a garantizar el acceso a la justicia y a la tutela judicial efectiva, tanto en el
ámbito público como en el ámbito privado de las relaciones laborales.
Como consecuencia de estas violaciones, la Corte ordenó, como medidas de
reparación, entre otras, la indemnización de los trabajadores por concepto de los
aportes pensionales de los que fueron privados tras su despido, el lucro cesante y
el daño inmaterial. Además, se ordenó al Estado el pago de gastos y costas, así
como el reintegro de los gastos del Fondo de Asistencia Legal de Víctimas.
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Corte IDH. Identidad de género, e igualdad y no discriminación a parejas del mismo sexo.
Obligaciones estatales en relación con el cambio de nombre, la identidad de género, y los derechos
derivados de un vínculo entre parejas del mismo sexo (interpretación y alcance de los artículos 1.1, 3, 7,
11.2, 13, 17, 18 y 24, en relación con el artículo 1 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos). Opinión Consultiva OC-24/17 de 24 de noviembre de 2017. Serie A No. 24. Nota de
referencia. http://www.corteidh.or.cr/docs/comunicados/cp_01_18.pdf. Texto completo de la OC:
http://www.corteidh.or.cr/docs/opiniones/seriea_24_esp.pdf
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Convención Americana al reconocimiento de los derechos patrimoniales derivados
de un vínculo entre personas del mismo sexo.
En el marco de un proceso ampliamente participativo se recibieron 91
observaciones escritas por parte de Estados, organismos estatales, organizaciones
internacionales y nacionales, instituciones académicas, organizaciones no
gubernamentales e individuos. De la misma manera los días 16 y 17 de mayo se
celebró una audiencia pública en San José de Costa Rica, donde la Corte recibió las
observaciones orales de 40 delegaciones.
El 24 de noviembre de 2017, la Corte Interamericana de Derechos Humanos
adoptó una Opinión Consultiva sobre Identidad de Género e Igualdad y no
Discriminación a parejas del mismo sexo la que fue notificada el día 9 de enero de
2018.
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Estados están en la obligación de reconocer, regular, y establecer los
procedimientos adecuados para tales fines.
A su vez, la Corte Interamericana especificó cuáles deben ser las
condiciones mínimas a las que deben adecuarse estos procedimientos internos:
estos deben estar destinados a reflejar la identidad de género auto-percibida;
deben basarse en un consentimiento libre e informado; no deben exigir
certificaciones médicas o psicológicas que resulten irrazonables o patologizantes;
deben ser de carácter reservados, proteger los datos personales y no reflejar
cambios de identidad de género; deben ser expeditos y tender a la gratuidad en la
medida de lo posible, y no deben requerir la acreditación de operaciones
quirúrgicas y/o hormonales. Asimismo, la Corte concluyó que los trámites
materialmente administrativos son los que mejor se ajustan a dichos requisitos. La
Corte precisó además que ese procedimiento no necesariamente debe ser regulado
por ley.
Por otro lado, en atención a la pregunta formulada por Costa Rica sobre el
procedimiento de cambio de nombre establecido en el artículo 54 del Código Civil,
la Corte consideró que el mismo podría ser compatible con la Convención
Americana para los cambios de datos de identidad conforme a la identidad de
género de los solicitantes, siempre y cuando sea interpretado, bien sea en sede
judicial o reglamentado administrativamente, de manera tal que corresponda a un
trámite materialmente administrativo y cumpla con los requisitos mínimos citados
anteriormente.
Finalmente, el Tribunal también indicó que el Estado de Costa Rica, con el
propósito de garantizar de la manera más efectiva la protección de los derechos
humanos, podrá expedir un reglamento mediante el cual incorpore los estándares
antes mencionados al procedimiento de naturaleza materialmente administrativa,
que puede proveer de forma paralela.
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pro persona. La Corte consideró que este sería el medio más sencillo y eficaz para
asegurar los derechos derivados del vínculo entre parejas del mismo sexo.
Asimismo, a juicio del Tribunal, “crear una institución que produzca los mismos
efectos y habilite los mismos derechos que el matrimonio, pero que no lleve ese
nombre carece de sentido, salvo el de señalar socialmente a las parejas del mismo
sexo con una denominación que indique una diferencia sino estigmatizante, o por
lo menos como señal de subestimación”. Con base en ello, la Corte consideró que
no era admisible la existencia de dos clases de uniones solemnes para consolidar
jurídicamente la comunidad de convivencia heterosexual y homosexual, ya que “se
configuraría una distinción fundada en la orientación sexual de las personas, que
resultaría discriminatoria, y por tanto incompatible con la Convención Americana”.
La Corte estimó que en ocasiones la oposición al matrimonio de personas
del mismo sexo está basada en convicciones religiosas o filosóficas. Si bien
reconoció el importante rol que juegan dichas convicciones en la vida y dignidad
de las personas que las profesan, consideró que éstas no pueden ser utilizadas para
condicionar lo que la Convención Americana establece respecto de la
discriminación en razón de orientación sexual. Agregó que en sociedades
democráticas debe existir coexistencia mutuamente pacífica entre lo secular y lo
religioso; por lo que el rol de los Estados y de la Corte Interamericana, es reconocer
la esfera en la cual cada uno de éstos habita y en ningún caso forzar uno en la
esfera de otro.
El Tribunal entendió que del principio de la dignidad humana deriva la
plena autonomía de la persona para escoger con quién quiere sostener un vínculo
permanente y marital, sea natural (unión de hecho) o solemne (matrimonio).
Observó la Corte que esta elección libre y autónoma forma parte de la dignidad de
cada persona y es intrínseca a los aspectos más íntimos y relevantes de su
identidad y proyecto de vida. Añadió que siempre y cuando exista la voluntad de
relacionarse de manera permanente y conformar una familia, existe un vínculo que
merece igualdad de derechos y protección sin importar la orientación sexual de
sus contrayentes. El Tribunal sostuvo que al afirmar esto, no se encontraba
restando valor a la institución del matrimonio, sino por el contrario, lo estimaba
necesario para reconocerle igual dignidad a personas que pertenecen a un grupo
humano que ha sido históricamente oprimido y discriminado.
La Corte recordó, además, que conforme al derecho internacional, cuando
un Estado es parte de un tratado internacional, como la Convención Americana,
dicho tratado obliga a todos sus órganos, incluidos los poderes judicial y
legislativo. Es por tal razón que estima necesario que los diversos órganos del
Estado realicen el correspondiente control de convencionalidad aplicando los
estándares establecidos en esta Opinión Consultiva.
No obstante lo expuesto, esta Corte sostuvo que era posible que algunos
Estados deban vencer dificultades institucionales para adecuar su legislación y
extender el derecho de acceso a la institución matrimonial a las parejas del mismo
sexo, las cuales son susceptibles de imponer un trámite no exento de dificultades
políticas y de pasos que requieren cierto tiempo. Dado que estas reformas son
fruto de una evolución jurídica, judicial o legislativa, que va abarcando otras zonas
geográficas del continente y se recoge como interpretación progresiva de la
Convención, el Tribunal instó a esos Estados a que impulsen realmente y de buena
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fe las reformas legislativas, administrativas y judiciales necesarias para adecuar
sus ordenamientos, interpretaciones y prácticas internos.
En el marco del proceso, que surgió por la Solicitud formulada por el Estado de
Colombia el 14 de marzo de 2016, se recibieron 51 observaciones escritas por parte de
Estados, organismos estatales, organizaciones internacionales y nacionales,
instituciones académicas, organizaciones no gubernamentales e individuos. También, el
22 de marzo de 2017 se celebró una audiencia pública en Ciudad de Guatemala, donde
la Corte recibió las observaciones orales de 26 delegaciones.
Finalmente, la Opinión Consultiva OC-23/17 sobre ‘‘Medio Ambiente y
Derechos Humanos’’ fue suscripta el 15 de noviembre de 2017 y notificada el día 7 de
febrero de 2018.
Allí la Corte Interamericana desarrolló por primera vez el contenido del derecho
al medio ambiente sano. En el ámbito interamericano se encuentra regulado, tanto por lo
dispuesto en el artículo 11 del Protocolo de San Salvador, como en el artículo 26 de la
Convención Americana, que contiene los derechos económicos, sociales y culturales.
Igualmente, el Tribunal destacó la relación de interdependencia e indivisibilidad que
existe entre los derechos humanos, el medio ambiente y el desarrollo sostenible.
Ello implica que la Corte les asigna, siguiendo el criterio de “Lagos del Campo”,
la condición allí adscripta de justiciabilidad directa de los derechos económicos,
sociales y culturales del artículo 26 de la Convención Americana, “que deben ser
entendidos integralmente y de forma conglobada como derechos humanos, sin jerarquía
entre sí y exigibles en todos los casos ante aquellas autoridades que resulten
competentes para ello”
En su desarrollo la Corte Interamericana estableció las obligaciones derivadas de
respetar y garantizar los derechos a la vida e integridad personal en el contexto de la
protección al medio ambiente.
Particularmente, determinó que los Estados deben:
prevenir los daños ambientales significativos, dentro o fuera de su
territorio, lo cual implica que deban regular, supervisar y fiscalizar las
actividades bajo su jurisdicción, realizar estudios de impacto ambiental,
establecer planes de contingencia y mitigar los daños ocurridos;
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Corte IDH. Medio ambiente y derechos humanos (obligaciones estatales en relación con el medio
ambiente en el marco de la protección y garantía de los derechos a la vida y a la integridad personal -
interpretación y alcance de los artículos 4.1 y 5.1, en relación con los artículos 1.1 y 2 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos). Opinión Consultiva OC-23/17 de 15 de noviembre de 2017. Serie
A No. 23. Nota de referencia. http://www.corteidh.or.cr/docs/comunicados/cp_04_18.pdf . Fallo
completo: http://www.corteidh.or.cr/docs/opiniones/seriea_23_esp.pdf
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actuar conforme al principio de precaución frente a posibles daños graves
o irreversibles al medio ambiente, que afecten los derechos a la vida y a
la integridad personal, aún en ausencia de certeza científica;
cooperar con otros Estados de buena fe para la protección contra daños
ambientales significativos;
garantizar el acceso a la información sobre posibles afectaciones al
medio ambiente;
garantizar el derecho a la participación pública de las personas, en la
toma de decisiones y políticas que pueden afectar el medio ambiente, y
garantizar el acceso a la justicia, en relación con las obligaciones
estatales para la protección del medio ambiente.
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ambiental no incluyen un análisis social, este análisis debe ser realizado por el
Estado al momento de supervisar dicho estudio),
abarcativo de todos los daños (tantos aquellos de los proyectos existentes
como por los proyectos asociados al proyecto principal),
realizado con una amplia participación (los Estados deben permitir que las
personas que pudieran verse afectadas o, en general, cualquier persona
interesada, tengan oportunidad de presentar sus opiniones o comentarios
sobre el proyecto o actividad antes que se apruebe, durante su realización y
después que se emita el estudio de impacto ambiental).
respetando las tradiciones y cultura de los pueblos indígenas
.
Obligación de transparencia activa. Abarca el deber de los Estados de publicar
de manera oficiosa la información pertinente y necesaria sobre el medio ambiente, tales
como información sobre la calidad ambiental, el impacto ambiental en la salud y los
factores que lo influencian. Además, advierte que dicha obligación de transparencia
activa cobra particular importancia en casos de emergencias ambientales que requieren
la difusión inmediata y sin demora de la información relevante y necesaria para cumplir
con el deber de prevención (213-223).
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