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Santiago, siete de mayo de dos mil trece.

VISTO:
En estos autos rol C-1.485-2010, del 1° Juzgado Civil de San
Bernardo, juicio en procedimiento ejecutivo, caratulado “Fortinio Méndez,
Sandra Flaminia con Roberto Arévalo y Compañía Limitada”, doña Sandra
Flaminia Fortino Méndez dedujo demanda ejecutiva de cobro de obligación
de dar en contra de la empresa Roberto Arévalo y Compañía Limitada,
representada por don Roberto Arévalo Cámpora.
Funda su demanda señalando que mediante escritura pública fecha 13
de junio de 2007, vendió, cedió y transfirió a la empresa demandada un
paquete de 500 acciones de la empresa Roberto Arévalo S.A., en la suma de
$132.000.000 -en su valor expresado en Unidades de Fomento-, que la
compradora se obligó a solucionar a la ejecutante mediante el pago de
$100.000.000 el día 10 de julio de 2007 y el saldo de $32.500.000 en
cuarenta y ocho cuotas iguales, mensuales y sucesivas, el último día de cada
mes, en el domicilio de la vendedora.
Sostiene que el ejecutado no dio cumplimiento a su obligación de
pagar ninguno de los dividendos referidos precedentemente y que
hallándose todas las cuotas impagas, opera la causal de exigibilidad
inmediata del total del crédito según las normas generales, por lo que pide
la ejecución y el consecuente pago del monto total al que tales parcialidades
ascienden, esto es, de 1.750,97 Unidades de Fomento en su valor en pesos,
más reajustes legales.
Expone que la deuda es líquida, actualmente exigible y que su acción
no se encuentra prescrita.
Solicita, en definitiva, se requiera de pago y se cobre a la ejecutada la
suma de 1.750,97 Unidades de Fomento, en su equivalente en pesos, más
intereses legales, con costas.
El demandado opuso a la demanda ejecutiva las excepciones
previstas en los numerales 4°, 7º, 9° y 14º del artículo 464 del Código de
Procedimiento Civil, esto es, la de ineptitud del libelo por falta de algún
requisito legal en el modo de formular la demanda, en conformidad a lo
dispuesto en el artículo 254; la de falta de alguno de los requisitos o

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condiciones establecidos por las leyes para que el título tenga fuerza
ejecutiva, sea absolutamente, sea con relación al demandado; la de pago
parcial de la deuda y la de nulidad de la obligación.
Fundó la segunda de las mencionadas defensas argumentando, en
resumen, que el artículo 437 del Código de Procedimiento Civil requiere
para la ejecución que la obligación sea actualmente exigible, condición que
no concurriría en el caso en particular, puesto que de la simple lectura de la
escritura pública que sirve de título ejecutivo en este proceso sería posible
colegir que no se indicó la época en que se comenzarían a hacer exigibles
las cuotas en que se dividió el saldo de precio y porque tampoco se
estableció cláusula de aceleración.
El ejecutante, por su parte, evacuando el traslado respectivo solicitó
el rechazo de las excepciones formuladas, con costas.
Por sentencia de diecinueve de octubre de dos mil once, escrita a
fojas 83, el señor juez titular del tribunal a quo acogió la excepción de pago
parcial de la deuda y rechazó, con costas, todas y cada una de las demás
excepciones deducidas en el libelo de fojas 19, ordenando,
subsiguientemente, proseguir la ejecución respecto del saldo insoluto, según
liquidación que dispuso practicar al señor secretario, en su oportunidad
procesal.
Apelado el fallo por la ejecutada, una de las Salas de la Corte de
Apelaciones de San Miguel, por sentencia de cuatro de julio de dos mil
doce, que se lee a fojas 126, lo confirmó.
En contra de esta última decisión, la aludida parte, ha deducido
recurso casación en el fondo.
Se ordenó traer los autos en relación.
CONSIDERANDO:
PRIMERO: Que el recurrente sostiene que la sentencia de segundo
grado que, en lo pertinente al presente arbitrio, confirmó el fallo de primera
instancia, rechazando, en definitiva, la excepción de falta de alguno de los
requisitos o condiciones establecidos por las leyes para que el título tenga
fuerza ejecutiva, ha sido dictada con infracción a los artículos 2, 1444,

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1494, 1497, 1545, 1546, 1563 y 1700 del Código Civil, según pasa a
explicar:
Señala, en síntesis, que se habrían transgredido los preceptos que se
denuncian vulnerados, al omitir los jueces del mérito considerar que las
partes contratantes de la escritura pública de 13 de junio de 2007 libre y
voluntariamente consintieron en establecer cuarenta y ocho plazos diferidos
para el pago del saldo de precio, sin señalar la época en que tales cuotas
comenzarían a hacerse exigibles y que no se estipuló cláusula de
aceleración en razón de ninguna circunstancia fáctica, infiriendo los
sentenciadores del fondo, a su juicio, erradamente, que tal data debiese
entenderse que se iniciaba al mes siguiente de la fecha de la convención y
que un pago parcial efectuado por la ejecutada respecto de cuotas vencidas -
de $20.000.000- debiese interpretarse, además, como una renuncia
voluntaria tácita de su parte al plazo originalmente acordado, situación que
habría transformado la obligación en pura y simple, por lo que, por ende, a
la época de la demanda, resultaba ella íntegramente exigible, conclusiones
todas que refuta como desacertadas, manifestando que una correcta exégesis
y aplicación de la normativa que acusa quebrantada debió conducir a los
magistrados de la instancia a acoger la excepción prevista en el numeral 7°
del artículo 464 del Código de Procedimiento Civil, por no ser la obligación
sub lite actualmente exigible;
SEGUNDO: Que para una adecuada inteligencia del asunto y
resolución del recurso de casación en el fondo interpuesto, cabe tener
presente las siguientes circunstancias del proceso:
a).- Por escritura pública de fecha 13 de junio de 2007 doña Sandra
Flaminia Fortino Méndez vendió a Roberto Arévalo y Compañía Limitada
un paquete de 500 acciones de la sociedad Roberto Arévalo S.A. en
$132.500.000, precio que la compradora se obligó a pagar con la suma de
$100.000.000 a más tardar el 10 de julio de ese año y el saldo de precio,
ascendente a $32.500.000, “en cuarenta y ocho cuotas, iguales mensuales de
seiscientos sesenta y siete mil ochenta y tres pesos, en su equivalente a
Unidad de Fomento, pagaderas el último día de cada mes, en el domicilio
de la vendedora”.

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b).- El 22 de abril de 2010 doña Sandra Flaminia Fortino Méndez
interpuso demanda ejecutiva de cobro de obligación de dar en contra de
Roberto Arévalo y Compañía Limitada -la cual le fue notificada el 11 de
junio de ese mismo año-, señalando, en resumen, que la ejecutada -
compradora del paquete accionario- había incumplido su obligación de
pago del saldo de precio y que “en razón de las cuotas impagas, opera la
causal de exigibilidad inmediata del total del crédito según las normas
generales”.
c).- Entre otras excepciones, la demandada formuló a la demanda
ejecutiva, aquella prevista en el numeral 7° del artículo 464 del Código de
Procedimiento Civil, esto es, la de falta de alguno de los requisitos o
condiciones establecidos por las leyes para que el título tenga fuerza
ejecutiva, la cual sustentó, básicamente, en la circunstancia de no haberse
fijado la fecha en que las cuotas debían comenzar a pagarse, haciéndose,
por ende, jurídicamente exigibles y en el hecho de no haberse estipulado
cláusula de aceleración en razón de alguna circunstancia fáctica que
eventualmente pudiera permitir al vendedor alegar la caducidad
convencional de los plazos voluntariamente otorgados al comprador.
d).- La ejecutante al evacuar el traslado respectivo, adujo únicamente
que “nos hallamos frente a una obligación pura y simple y no sujeta a
modalidad o condición, y su cumplimiento debe hacerse bajo el principio
legal de la buena fe desde el momento en que se pactó su configuración
jurídica. Esto es, y conforme a la cláusula cuarta del instrumento que la
contiene, en cuotas mensuales desde el momento que se fue generada la
obligación, al día 13 de junio de 2007”.
e).- La sentencia de primera instancia, confirmada por la de segundo
grado, rechazó la aludida defensa de la ejecutada;
TERCERO: Que la sentencia recurrida que reprodujo parcialmente y
confirmó el fallo del tribunal a quo, rechazando, en definitiva, la excepción
de falta de alguno de los requisitos o condiciones establecidos por las leyes
para que el título tenga fuerza ejecutiva, reflexiona al efecto, después de
dejar asentado como hechos de la causa que efectivamente el título
ejecutivo sub lite no indica la fecha a partir de la cual se harían exigibles las

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cuarenta y ocho cuotas en que se acordó el pago del saldo de precio y que
tampoco contiene estipulación de cláusula de aceleración, que “no es
procedente acoger la referida excepción puesto que si bien se trató de una
obligación a plazo la que contrajo el ejecutado, el hecho que no se fijara la
fecha a partir de la cual se haría exigible el pago de cada una de las cuotas,
debe entenderse como la expresión de la voluntad de las partes en cuanto
que ello aconteciera al mes siguiente de la convención, que es la situación
de normal ocurrencia, puesto que de no ser así nunca podría reclamarse el
pago, lo que, ciertamente, conduce al absurdo”, añadiendo, enseguida, que
“los hechos deben ser puestos en relación con la alegación que formuló el
ejecutado en cuanto al pago parcial de la deuda con el abono que hizo por la
suma de $ 20.000.000, que el tribunal acogió, lo que viene a significar que
de su parte se produjo la renuncia al plazo, lo que transformó la referida
obligación en una pura y simple y de esta manera se hizo posible exigir el
cumplimiento forzado de la misma, por el saldo insoluto”;
CUARTO: Que el artículo 464 del Código de Procedimiento Civil
estatuye que: “La oposición del ejecutado sólo será admisible cuando se
funde en alguna de las excepciones siguientes:…
7ª. La falta de alguno de los requisitos o condiciones establecidos
por las leyes para que dicho título tenga fuerza ejecutiva, sea
absolutamente, sea con relación al demandado”.
Por su parte el artículo 434 del mismo estatuto legal expresa que: “El
juicio ejecutivo tiene lugar en las obligaciones de dar cuando para
reclamar su cumplimiento se hace valer alguno de los siguientes
títulos:…2°. Copia autorizada de escritura pública”;
QUINTO: Que el juicio ejecutivo, independientemente del texto
legal que lo recoja, de aplicación general o especial, consiste en un
procedimiento de carácter compulsivo o de apremio, donde todas las
actuaciones se orientan a la realización de bienes para los efectos de
cumplir con la obligación contenida en el título ejecutivo.
Su fundamento es, sin lugar a dudas, la existencia de una obligación
indubitada que consta en un título ejecutivo.
El legislador parte de la base de que existe una presunción de verdad

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acerca de la existencia de una obligación, en el hecho de constar ésta
precisamente en un título ejecutivo.
“El título ejecutivo presenta una naturaleza análoga a la de una
prueba privilegiada en términos tales que el acreedor dotado de él goza de
la garantía jurisdiccional de solicitar el embargo de bienes suficientes del
deudor y todo el peso de la prueba recae sobre el último. Este debe
desvanecer la presunción de autenticidad y de veracidad que el título
supone. Concluyese de aquí que si el ejecutado no rinde probanza alguna en
apoyo de sus pretensiones, sus excepciones no pueden prosperar y ellas
deben ser rechazadas”. (C. Concepción, 14 de julio de 1967. R., t. 64, sec.
2ª, pág. 33).
“Para que los derechos y las obligaciones que les son correlativas
sean una realidad, es menester que existan medios compulsivos para
obtener su cumplimiento, que, de otro modo, quedaría entregado por entero
a la voluntad de los deudores.
Cuando esos derechos son obscuros o disputados, se hace necesario
seguir un procedimiento ordinario que los declare o establezca
precisamente. Pero cuando ellos se encuentran ya declarados en una
sentencia o en otro documento auténtico, corresponde exigir su realización
por medio de un procedimiento más breve y de carácter coercitivo. Este
último procedimiento no es otro que el juicio ejecutivo, que, de acuerdo con
las ideas anteriores, puede definirse en esta forma: Juicio ejecutivo es un
procedimiento contencioso especial que tiene por objeto obtener, por vía de
apremio, el cumplimiento de una obligación convenida o declarada
fehacientemente, que el deudor no cumplió en su oportunidad”. (Raúl
Espinosa Fuentes, “Manual de Procedimiento Civil”, “El Juicio Ejecutivo”,
Actualizado por Cristián Maturana Miquel, Editorial Jurídica, 2003, pág. 7);
SEXTO: Que según puede colegirse de la definición anteriormente
apuntada, el procedimiento ejecutivo en general tiene por objeto perseguir
el cumplimiento de ciertas obligaciones de carácter indubitable, que han
sido convenidas por las partes en forma fehaciente o declaradas por la
justicia en los casos y con las solemnidades que la ley señala.
En el caso de que se trate de un derecho dudoso o disputado, no

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demostrado de modo indubitado, será menester que previamente se le
establezca y determine, normalmente a través de un juicio de lato
conocimiento.
En tal sentido se ha declarado que el juicio ejecutivo no es
declarativo de derechos, por lo cual no puede iniciarse con títulos que no
lleven en si mismos aparejada la ejecución y que necesiten de discusión
previa entre los interesados o de fallos judiciales para fijar su verdadero
valor y alcance jurídico, sin que sea suficiente para ello el hecho de
reconocerse una firma puesta en el documento, ya que en esta situación
corresponde verificar si la obligación efectivamente consta en el documento
y si reúne las condiciones de líquida, actualmente exigible y no prescrita.
(C. Suprema, 19 de enero de 1994, rol Nº 2.305);
Como se sabe, son requisitos o presupuestos de existencia de un
juicio ejecutivo: la concurrencia de un título ejecutivo donde se contenga la
obligación que se trata de cumplir; que la obligación sea líquida; que la
obligación sea actualmente exigible; y que la acción respectiva no se
encuentre prescrita;
SÉPTIMO: Que una obligación es actualmente exigible cuando no
está sujeta en su nacimiento o cumplimiento a alguna modalidad, sea una
condición, plazo o modo.
En este mismo entendido se ha señalado que no es factible escindir
las obligaciones contraídas de su fuente ordinaria, en la cual fueron
establecidas en ejercicio de la autonomía de la voluntad, determinadas
exigencias, a cuyo cumplimiento, en la forma acordada, se halla
subordinada la exigibilidad de las obligaciones.
Por su parte, cabe reflexionar que la exigencia en comento debe ser
evaluada al instante en que el tribunal analiza la concurrencia de los
requisitos para dictar la resolución “despáchese”, que da lugar al
mandamiento de ejecución y embargo.
Se ha dicho al respecto que “para la dictación del mandamiento el
tribunal debe previamente hacer un atento examen de los presupuestos
procesales, la legitimación activa y pasiva, la aptitud del libelo y si la
obligación que el título representa es actualmente exigible, líquida y no

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prescrita ejecutivamente. El vocablo “examen” que emplea el texto -artículo
441- así lo indica porque el léxico él denota la idea de “indagación y estudio
que hace acerca de las cualidades y circunstancias de una cosa o hecho” que
por lo mismo impone al juez una actitud vigilante y responsable”. (Hugo
Pereira Anabalón, La Fase de Conocimiento en el Juicio Ejecutivo. Juicio
Ejecutivo. Panorama Actual, págs. 44 y 45, Editorial Jurídica Conosur
Limitada, agosto 1995).
En suma, la exigibilidad de la obligación debe ser “actual”, esto es,
existir a la época de entablarse la demanda ejecutiva y no en un momento
posterior. Al solicitarse la ejecución el titulo debe llevar aparejado todos los
requisitos necesarios para que tenga fuerza ejecutiva y, si no es así, y pese a
ello el tribunal despacha la ejecución, el ejecutado puede apelar de tal
resolución u oponer, en el plazo pertinente, la excepción del articulo 464 N°
7 del Código de Procedimiento Civil, en relación con lo prevenido en el
artículo 437 del mismo cuerpo de leyes;
OCTAVO: Que no habiéndose estipulado por las partes ninguna
circunstancia fáctica que conforme a sus criterios ameritara la caducidad
convencional de los plazos otorgados al comprador para solucionar el
remanente del precio, resulta impertinente considerar, como lo hicieron los
jueces de alzada, que el pago parcial del deudor haya tenido por objeto la
renuncia del plazo que originalmente le fuera conferido al efecto -situación
que por lo demás ni siquiera fue esgrimida con tal carácter por la parte
ejecutante-, pues si bien el artículo 12 del Código Civil estatuye que podrán
renunciarse los derechos conferidos por las leyes, con tal que sólo miren al
interés individual del renunciante y que no esté prohibida su renuncia,
parece evidente que la indispensable actuación del renunciante a través de
la cual se exteriorice tal decisión requiere para estimarla así de una, a lo
menos, inequívoca conducta en tal sentido, puesto que aparece impertinente
suponer una renuncia cuando de aquella se siga un perjuicio para el deudor
que la fijación del plazo pretendió precisamente evitar;
NOVENO: Que, ahora bien, teniendo en consideración las
circunstancias fácticas en las que la ejecutada sustentó la excepción de falta
de requisitos del título para gozar de fuerza ejecutiva, las que pretendieron

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demostrar básicamente que aquél carecía de actual exigibilidad, es menester
reflexionar que siendo hechos de la causa, establecidos por los jueces del
fondo en uso de las facultades que les son privativas, que el título ejecutivo
sub lite no indica la fecha a partir de la cual se harían exigibles las cuarenta
y ocho cuotas en que se acordó el pago del saldo de precio y que tampoco
contiene estipulación de cláusula de aceleración, resulta evidente que
efectivamente carece de un requisito indispensable para estimarlo dotado de
fuerza ejecutiva, con miras a conceder a la ejecutante la posibilidad de
obtener el cumplimiento forzado de la obligación que reclama.
Lo normal es que en una obligación dividida en diferentes cuotas con
sucesivos vencimientos, cada cuota vence, es decir, se hace exigible su
cobro, independientemente. Pues bien, lo que se anota se altera cuando se
acuerda una clausula de aceleración, que es aquella estatuida en cualquier
contrato o titulo de crédito que contenga una obligación de pagar en cuotas,
consistente en que la ocurrencia de ciertas circunstancias previstas permitirá
al acreedor demandar el saldo de la deuda anticipadamente.
En la especie, como se ha visto, no se convino ninguna cláusula de
aceleración y por otra parte, el ejecutante, no cobra cuotas de la deuda, sino
que, lisa y llanamente la totalidad de ella;
DECIMO: Que los errores de concepto que se aprecian en el
raciocinio de los jueces del fondo, según se advierte en el motivo tercero,
constituyen trasgresión a la normativa legal denunciada como infringida por
el recurrente, la cual ha influido sustancialmente en lo dispositivo del fallo,
desde que la equivocada aplicación realizada de tales preceptos, los ha
llevado a rechazar la excepción prevista en el artículo 464 N° 7 del Código
de Procedimiento Civil, opuesta por la parte ejecutada, respecto de la
escritura pública de 13 de junio de 2007, en circunstancias que procedía
acogerla y declarar que el título ejecutivo sub lite carece de fuerza ejecutiva
respecto de la obligación cuyo cumplimiento se reclama, al no haber sido
ella actualmente exigible a la época en que la concurrencia de tal exigencia
debió ser analizada, razón por la cual el recurso de nulidad en estudio
deberá ser admitido.

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Por estas consideraciones y de conformidad, además, con lo dispuesto
en los artículos 764, 767, 785 y 805 del Código de Procedimiento Civil, se
acoge el recurso de casación de fondo deducido en el primer otrosí de la
presentación de fojas 128, por el abogado don Quirino Alfredo Ríos
Catalán, en representación de la ejecutada, Roberto Arévalo y Compañía
Limitada, en contra de la sentencia de cuatro de julio de dos mil doce,
escrita a fojas 126, la que se invalida y reemplaza por la que se dicta a
continuación, separadamente y sin nueva vista.
Regístrese.
Redacción a cargo del Ministro Sr. Guillermo Silva Gundelach.
Nº 5.887-12.-
Pronunciado por la Primera Sala de la Corte Suprema, por los
Ministros Sres. Nibaldo Segura P., Juan Araya E., Guillermo Silva
G., Sra. Rosa Maria Maggi D. y Abogado Integrante Sr. Raúl Lecaros
Z.

Autorizado por la Ministra de fe de la Corte Suprema.

En Santiago, a siete de mayo de dos mil trece, notifiqué en Secretaría


por el Estado Diario la resolución precedente.

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