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Tema:

Los 7 Hábitos De La Gente Altamente Efectiva

Sustentantes:

Viviana Yinett Alcantara Jaquez

Matriculas:

17-4099

Profesor:

Kirsy Garcia

Materia:

Ser Humano y Su Contexto


Introducción

Este hábito es uno de los más generales y no por ello menos aplicable que
los restantes. De hecho, aplica en todos los ámbitos de desarrollo,
empezando por nuestra vida personal. Se trata de una actitud, que
trasladada a nuestro ámbito laboral nos permitirá concentrar esfuerzos y
optimizar recursos.

Empiece con un fin en mente


A lo largo de nuestra vida nos plantearemos distintos objetivos, ¿cómo
podremos alcanzarlos? Para esto existen dos procesos para que podamos
lograrlos, uno es la planeación y el segundo, la ejecución. Stephen Covey
describe este principio en su libro los 7 hábitos de las personas altamente
efectivas y lo define como el hábito de: Empezar con un fin en mente. Con
esto se refiere a la capacidad de ser nuestros propios líderes y marcar
nuestras metas a futuro.
Para lograr lo que nos propongamos, es importante visualizar aquello
que aspiramos llegar a ser, proyectar una imagen clara de lo que deseamos
lograr. Para guiar nuestra vida hacia el éxito necesitamos estar en contacto
con nuestras metas y tenerlas fijas en todo momento, al hacerlo,
toda nuestra energía estará dirigida en conseguirlas.
Una vez que tengamos claro lo que queremos, debemos enumerar los pasos
que precisamos seguir para obtenerlo. Para comenzar, necesitamos definir
nuestra Misión Personal, ésta será un escrito en donde definamos cada uno
de nuestros objetivos dentro de las distintas áreas de nuestra vida; familiar,
laboral, social, personal, etc. Después debemos establecer los pasos
específicos que necesitamos realizar para lograr nuestra misión, es decir,
definir las actividades diarias que nos ayudarán a cumplirla.
Crear un mapa que defina a donde queremos llegar y cómo lo lograremos,
es la clave para realmente alcanzar todo aquello que soñamos. Ya sea
superación profesional, mejorar la vida en familia u obtener el éxito en todo
lo que emprendamos. Sin importar cuáles sean nuestras
aspiraciones, podrán hacerse realidad si plasmamos el camino
que seguiremos para conseguirlo.

Lo que nos plantea el segundo hábito


Este hábito nos dice que debemos empezar con un fin en mente, pero ¿qué
significa empezar con un fin en mente?
Cuando visualizamos el fin último de nuestras acciones, estamos definiendo
un marco de referencia general. En ese marco, encuadraremos nuestras
conductas y planes de acción, de forma que logremos llegar a esa meta.
Es algo así como definir un destino al cual quisiéramos llegar. Una vez que
lo tenemos claro pasamos al segundo paso: diseñar la estrategia para poder
llegar a ese destino.
Hay un ejemplo que suele resultar muy ilustrativo al momento de
comprender este hábito.
Imaginemos el día de nuestra muerte. Aunque parezca demasiado triste o
negativo el ejemplo, es realmente útil para comprender en profundidad el
espíritu de este hábito.
Ejemplo ilustrativo:
Piensa en el día de tu muerte. Piensa cuál sería el tipo de velatorio que
tendrías, y ya tienes una primera decisión: puedes manifestar con
anticipación a tus seres queridos cómo sería ese funeral o dejarlo librado a
sus voluntades.
Ahora piensa en las personas que estarían presentes, y en cuáles serían sus
comentarios. Por un momento, haz un minucioso análisis introspectivo y sé
sincero contigo mismo. ¿Qué te gustaría que cada uno de los presentes
dijeran de ti? Piensa en tu esposa o esposo, hijos, amigos, etc. Ahora piensa
en el dramático, pero posible hecho de que tu muerte ocurriera muy pronto.
¿Habría diferencias entre lo que dirían hoy esas personas y lo que desearías?
Seguramente que la gran mayoría de las personas responderíamos que SI.
De esta forma se establece un inmediato compromiso y fin que lograr.
Sabemos qué deseamos que dijeran de nosotros y sabemos que todavía
tenemos pendiente cosas para hacer y que eso suceda.
Tener un fin muy claro en nuestra mente, y saber con precisión a donde
queremos llegar, pero sabiendo de donde partimos. Este es el espíritu y el
concepto detrás de este hábito.
Otra forma ilustrativa de verlo es pensar, que cada acción o plan que
deseamos llevar a cabo debemos crearla dos veces: la primera vez debemos
visualizarla, imaginarla y pensar cada detalle en nuestra mente. La segunda
es materializar esa idea, llevarla a términos físicos y tangibles.

Cómo incorporar el segundo hábito en nuestro rol


de gestores de Calidad
Cuando hemos comprendido la importancia de tener un fin en mente,
podemos pasar al siguiente paso: ser líderes de ese fin, de forma que
podamos alcanzarlo con total éxito.
Cuando trabajamos en Sistemas de Gestión, tenemos muy claro la
importancia de definir con precisión la misión de la organización. Una vez
más, pasamos al terreno personal y veamos qué pasa con nuestra misión
personal. A veces puede sorprendernos que aún no la tenemos muy clara.
Hay que trabajar entonces para definirla.
Si tienes un grupo de trabajo a cargo, entonces es sencillo comprender la
necesidad de ser buenos líderes. Para ello debemos ejercitar nuestro
liderazgo personal. Una vez que hacemos el ejercicio de definir nuestro fin,
nuestras prioridades y lograr ser constantes con ello, podremos pasar al
siguiente paso. Este consiste en que podamos ser verdaderos líderes de
nuestro equipo de trabajo. Pero recuerda, ello solo será posible después que
logramos liderarnos a nosotros mismos.
Liderazgo y Administración

Enunciado de misión personal


En enunciado de la misión, filosofía o credo personales. Se centra en lo que
uno quiere ser (carácter) y hacer (aportaciones y logros), y en los valores o
principios que dan fundamento al ser y al hacer.
En el centro

Seguridad

Sabiduría Centro Guía


Poder
Por guía se entiende la fuente de dirección en la vida. Circunscritos por
nuestro mapa (nuestro marco de referencia interno que nos interpreta lo
que sucede afuera) están las normas, principios o criterios implícitos que día
tras día gobiernan nuestras decisiones y acciones.
La sabiduría es nuestra perspectiva de la vida, nuestro sentido del equilibrio,
nuestra comprensión del modo en que se aplican los diversos principios y
partes, y de las relaciones que establecen entre sí. Abarca el juicio, el
discernimiento, la comprensión. Es una Gestalt o unidad, un todo integrado.
El poder es la capacidad o facultad de actuar, la fuerza y potencia para
realizar algo. Es la energía vital para elegir y decidir. Incluye también la
capacidad para superar hábitos profundamente enraizados y cultivar.
Esos cuatro factores (seguridad, guía, sabiduría y poder) son
interdependientes. La seguridad y la guía clara otorgan verdadera sabiduría,
y la sabiduría se convierte en la chispa o el catalizador que libera y dirige el
poder. Cuando esos cuatro factores están presentes juntos, armonizándose
y vivificándose entre sí dan origen a la gran fuerza de una personalidad
noble, un carácter equilibrado, un individuo hermosamente integrado.

Centrarse en el
cónyuge. El
matrimonio puede ser la relación humana más íntima, la más duradera, la
que más desarrollo genera. Podría parecer natural y muy adecuado
centrarse en la esposa o el es poso.
Pero de la experiencia y la observación surge una realidad diferente. A lo
largo de los años, he trabajado con muchos matrimonios con problemas,
encontrando un hilo conductor común en casi todas esas relaciones
centradas en el cónyuge. Ese hilo es la fuerte dependencia emocional.

Centrarse en la familia. Otro centro común es la familia. También esto parece


ser natural y adecuado. Como área de dedicación y compromiso profundos,
proporciona grandes oportunidades para relaciones intensas, para amar,
compartir, para mucho de lo que hace que la vida sea digna de vivirse. Pero
como centro, paradójicamente, destruye los mismos elementos necesarios
para el éxito familiar.

Centrarse en el dinero. Otro centro lógico y extremadamente común de la


vida de la gente es el hecho de ganar dinero. La seguridad económica es
fundamental para las oportunidades de alcanzar logros importantes en
cualquiera otra dimensión. En una jerarquía o continuum de necesidades, la
supervivencia o la seguridad físicas aparecen en primer lugar. Mientras esas
necesidades básicas no están satisfechas (por lo menos en grado mínimo),
las otras necesidades ni siquiera se activarán.

Centrarse en el trabajo. Una persona centrada en el trabajo puede


convertirse en adicta y obsesiva, y forzarse a una producción salvaje
sacrificando su salud, sus relaciones y otras importantes áreas de la vida. Su
identidad fundamental proviene de su trabajo: «Soy médico», «Soy
escritor», «Soy actor».

Centrarse en las posesiones. Las posesiones son para muchas personas una
fuerza impulsora (no sólo las posesiones tangibles, materiales, tales como la
ropa de moda, casas, coches, barcos, joyas, sino también las posesiones
intangibles de la fama, la gloria, la posición social). La mayoría de nosotros
tenemos conciencia, por propia experiencia, de lo poco satisfactorio que es
ese centro, simplemente porque puede desvanecerse rápidamente y sufrir
la influencia de innumerables fuerzas.

Centrarse en el placer. Otro centro común estrechamente asociado con las


posesiones es el de la diversión y el placer. En nuestro mundo, la gratificación
instantánea es algo muy publicitado y que está a nuestro alcance. La
televisión y el cine son influencias importantes que acrecientan las
expectativas de la gente; presentan de modo gráfico lo que otras personas
tienen y pueden hacer mientras viven una vida fácil y «divertida».

Centrarse en amigos o enemigos. En particular los jóvenes, pero no sólo ellos,


tienden a centrarse en los amigos. La aceptación y la pertenencia a un grupo
de iguales pueden tener una importancia casi suprema. El espejo social,
distorsionado y cambiante, pasa a ser la fuente de los cuatro factores que
sustentan la vida, creándose entonces un alto grado de dependencia
respecto de los fluctuantes estados de ánimo, sentimientos, actitudes y
conductas de los otros.

Centrarse en la Iglesia. Creo que toda persona seriamente prometida con una
Iglesia reconocerá que la asistencia a las reuniones no es sinónimo de
espiritualidad personal. Hay quienes se obsesionan tanto con el culto y los
proyectos de la Iglesia que pierden sensibilidad ante las apremiantes
necesidades humanas que los rodean, con lo cual contradicen los preceptos
mismos que creen profesar profundamente. Otros acuden a la iglesia con
menos frecuencia, o no van en absoluto, pero sus actitudes y conducta
reflejan una concentración más genuina en los principios básicos de la ética
judeo-cristiana.

Centrarse en uno mismo. Tal vez el centro más común en nuestros días sea
la propia persona. La forma más obvia es el egoísmo, aunque viola los valores
declarados de la mayoría de nosotros. Pero si consideramos estrechamente
muchos de los enfoques populares del desarrollo y la autorrealización, a
menudo encontramos en su núcleo la concentración en uno mismo.

Conclusión
El liderazgo personal surge cuando tengo un propósito, o un objetivo en
mente por cumplir, y es lo que hace que mi vida tenga una razón de ser, lo
que hace que ideas, pensamientos, acciones y decisiones estén encaminadas
a encontrarle un sentido a mi vida, ver el por qué yo existo, y saber cuál es
mi misión en esta vida. Esto abarca el hecho de empezar a establecer mi
proyecto de vida, proyectarme en un futuro y comenzar a trazar ese rumbo
o camino que voy a tomar en mi vida.

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