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KRINETZKI, O. S. B.

NOTAS INTRODUCTORIAS A LA EXÉGESIS DEL


CANTAR DE LOS CANTARES
Die Macht der Liebe. Eine ästhetisch-exegetische Untersuchung zu HI 8,6-7,
Münchener theologische Zeitschrift, 13 (1962) 256-279.

El Cantar de los cantares (Cant) constituye uno de los fragmentos más hermosos de la
poesía bíblica. Hasta ahora, sin embargo, nadie se ha dedicado a investigarlo
sistemáticamente según el método estético-poético de la moderna ciencia literaria. Pero
antes de iniciar un estudio pormenorizado del libro, conviene aclarar algunas cuestiones
introductorias.

Validez de la Interpretación literal

Desde el punto de vista crítico- literario es el Cant, en su sentido literal, una colección
de epitalamios y cantos de amor, la mayoría bastante cortos, acoplados uno tras otro en
el siglo III a. C. por un poeta que, con la máxima probabilidad, estaba cercano a los
maestros de la sabiduría y que ocasionalmente actuó también como coleccionista. En él
dominan los monólogos, con excepción de aquellos casos en que se trata de unidades
originariamente relacionadas entre sí. Los trabajos de D. Buzy y R.E. Murphy han
mostrado, sin embargo, que la materia total del Cant se divide en siete grandes cantares
secundarios o escenas, que varían en general sobre el mismo tema: el trasladode la
novia hasta la casa del novio, la mutua admiración y finalmente la unión de ambos
esposos.

La situación vital ("Sitz im Leben") propia de estos cantos se halla, como estudió
Wetzstein, en las fiestas de ocho días de duración con las que los campesinos de
Palestina celebraban la solemnidad de las bodas. En ellas el novio y la novia son
festejados por cantores y cantoras como "rey" y "reina", se cantan mutuamente su
hermosura, etc. Con todo, en cada caso particular debe probarse que aparece en el Cant
la circunstancia sugerida por Wetzstein al describir las costumbres sirias de su tiempo.
Por ejemplo, se puede observar que en el Cant sólo se señala al novio como "rey" y, por
el contrario, nunca se hace lo equivalente con la novia. Tampoco queda excluido que
algunos cantos concebidos inicialmente como cantos de amor fuesen empleados más
tarde como cantos de boda, y como tales incorporados a la colección.

En cualquiera de los casos, estos cánticos son originalmente meros cantos de amor, que
no tienen nada que ver más que con el amor entre el hombre y la mujer antes y en el
matrimonio. Y que, sin embargo, tienen también muy probablemente una finalidad
religiosa: el mantener alejados a los jóvenes del Israel postexílico del trato con
meretrices, del adulterio, del matrimonio mixto y del sincretismo, y, al mismo tiempo,
la preparación de Israel para su futuro mesiánico mediante la descripción de un ideal de
matrimonio espiritualizado. Esto resulta válido ya a partir del sentido literal del Cant.
KRINETZKI, O. S. B.

Crítica de la tendencia antológica

¿Se puede percibir, además, por encima del sentido literal un sentido pleno, típico? ¿0
tiene razón la tendencia antologizante de A. Robert y A. Feuillet, que por medio de un
método científico de comparación de textos, con ayuda de muchos paralelos
veterotestamentarios, intenta probar que tiene una validez ilimitada, hoy como antaño,
la tesis tradicional de que el Cant haya sido concebido por adelantado como una
alegoría y que el sentido alegórico sea aquí, como en las alegorías de los profetas, el
auténtico sentido escriturístico? Es mérito del dominico A. M. Dubarle, y en parte
también de su hermano en religión J. P. Audet, el haber reducido la fuerza de los
motivos aducidos por la escuela antologística, demostrando además que también como
mera colección de cantos amorosos pudo el Cant ser incluido en el canon de los libros
de la Sagrada Escritura, puesto que como tal tiene un sentido teológico.

Si el Cant fuera originariamente una alegoría matrimonial para ilustrar el amor de


Yahvé a Israel, resultaría inexplicable la falta del nombre de Yahvé. (Téngase en cuenta
que la expresión "llama de Yahvé" en 8,6 no es más que un superlativo y por lo tanto
carece de importancia teológica). Debería percibirse de una forma explícita, como
ocurre en los profetas, la equivalencia del novio con Yahvé, y de la novia con Israel, o
con Jerusalén, Samaría, etc. En el Cant, por el contrario, no aparece nunca esta
equiparación. Feuillet supone que las alusiones a las alegorías de tipo profético eran tan
claras para un lector del siglo III a. C., instruido "antológicamente", que el autor podía
renunciar a una prueba formal sin dejar por ello de ser comprendido. ¿Qué hay, pues, de
estos paralelos veterotestamentarios?

El método paralelístico

El intento de comprender la Biblia por sí misma en cuanto sea posible, remitiéndose a


los paralelos bíblicos de un determinado texto, es completamente legitimo. Pero es muy
importante que se trate de auténticos y objetivos paralelos, no sólo de fórmulas iguales
bajo las que se descubren sentidos muy diversos. Es decir, no es suficiente en nuestro
caso mostrar que ya los profetas habían utilizado el motivo del amor entre el hombre y
la mujer en un sentido alegórico para ilustrar las relaciones amorosas entre Yahvé y su
Pueblo, y de ello sacar la consecuencia de que un lector del Cant, muy familiarizado con
los correspondientes textos proféticos, podía únicamente comprenderlo en el sentido de
los profetas, a causa de la identidad de locuciones, fórmulas e imágenes que aparecen en
él. Antes bien debe probarse que estas fórmulas e imágenes tienen en el Cant el mismo
sentido que en las alegorías matrimoniales de los profetas, de tal manera que una
equiparación del Cant con estas alegorías pueda considerarse como intentada por el
mismo autor. Pero se prueba muy fácilmente que la forma en que los profetas y el Cant
utilizan las imágenes del noviazgo, del amor y del matrimonio, con sus temas
respectivos, es fundamentalmente distinta. Pues los profetas emplean expresiones que se
encuentran también dentro del dominio sexual (como "seducir", "conocer", "alcanzar",
etc.), pero evitan decididamente términos e imágenes que tienen un tono exclusivamente
erótico y sólo se aplican a los "amores ilícitos" de Israel con los dioses paganos, como
por ejemp lo en Ez 16,26. Mientras los profetas son en este punto muy precavidos, y de
la imagen del amor matrimonial toman únicamente los rasgos espirituales, para mostrar
con ello de una forma penetrante el amor de Yahvé, así como su fidelidad y sus celos
con respecto al Pueblo, tendríamos en el Cant precisamente todo lo contrario, es decir,
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un lenguaje bastante libre sobre los objetos de esta esfera, lo cual es comprensible en el
marco de las relaciones amorosas puramente humanas, pero en la esfera de las
relaciones humano-divinas es totalmente inaceptable, a causa del constante peligro de
una burda falta de comprensión del verdadero sentido. Apenas puede admitirse que un
autor inspirado sitúe a Yahvé en una cercanía tan peligrosa a los baales cananeos.

El mérito de Robert y Feuillet consiste en haber llamado la atención por principio sobre
la significación de los paralelos bíblicos. Aun cuando no se les pueda seguir, por las
razones aducidas, en la tesis que concibe el Cant como una alegoría en su sentido
original, con todo se podrán encontrar en sus escritos valiosas sugerencias para una
exégesis del Cant realmente tipológica, una vez se haya admitido el sentido típico del
libro. Esta exégesis tipológica se contentará con poner de relieve los temas proféticos
compilados acertadamente como tales por Feuillet, sin necesidad de forzar los
pormenores, como resulta casi inevitable en la exégesis alegórica.

Significación teológica del sentido literal

Pero, ante todo, el exegeta tiene que estudiar el sentido literal del Cant. Para ello
recurrirá también a paralelos de la Biblia, pero no a las alegorías matrimoniales de los
profetas, sino a textos como Gén 3,16 = Cant 7,11, Gén 34,2; Dt 23, 25-27 = Cant 1,7;
Eclo 36,16 = Cant 5, 15; Eclo 26,15 = Cant 8,7 etc. Estos paralelos que, como el Cant
entendido en su sentido literal, tratan del amor del hombre y la mujer, pueden hacernos
comprender mejor el sentido del libro, ya que son auténticos y objetivos paralelos. El
método paralelistico demuestra aquí, por cierto, lo contrario de lo que con su ayuda se
ha intentado probar, es decir, que el Cant no pudo ser redactado más que como lírica
amorosa. Por otra parte, con textos como Eclo 26,13-18, se comprueba que
precisamente los círculos de los maestros de la sabiduría, en los que se piensa que ha
surgido el Cant, tomaban ante lo erótico una actitud todavía rectamente natural, de
suerte que el Cant incluso entendido por ellos en su sentido literal, y precisamente a
causa de esta comprensión literal, habría podido ser incorporado al canon.

También así el Cant tenía y sigue teniendo una significación teológico-ética. Las fiestas
de la boda son un signo de que la benevolencia de Yahvé ha vuelto a su Pueblo, pues el
amor del noviazgo y del matrimonio aparece aquí como un regalo del favo r de Yahvé
que, como todos sus demás dones, es celebrado con regocijo y debe ser ensalzado.
Además, como sin duda el autor inspirado del Cant es un fiel yahvista, podemos esperar
que el libro refleje involuntariamente determinados puntos de vista israelíticos sobre el
amor entre el hombre y la mujer, sobre su esencia y sus peculiaridades, etc. Todo ello
debe ser explicado por el comentador para recoger los valores vitales que tiene el cantar
precisamente para nuestro tiempo, tan urgentemente necesitado de una moral
matrimonial y sexual que se apoye en la revelación. Pues el Cant tiene un lugar
importante en el avance de la revelación veterotestamentaria. Contribuyó en su tiempo,
aun sin intención de su autor, a señalar al hombre su lugar adecuado ante Dios y en la
naturaleza. La finalidad del matrimonio ya no sería en adelante exclusivamente la
generación, sino también y no en último lugar el amor que se profesan mutuamente dos
personalidades libres, fundado en la equiparación de los sexos y en la elección libre del
cónyuge, también por parte de la mujer. Con ello el Cant contribuyó también a la
transformación de la alianza del Sinaí, establecida básicamente con la colectividad del
Pueblo, en la nueva alianza, en la que se considera ante todo al individuo, su conversión
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interior y su dignidad ante Dios. Se debe decir que precisamente en su comprensión


literal es como tiene el Cant una función importante en la Historia de la Salvación,
puesto que en un sentido alegórico o típico se limita a repetir los pensamientos de los
profetas. ¿No justifica esto que el Cant fuera introducido el canon sobre todo por su
sentido literal?

Justificación del sentido típico

Por supuesto no se puede avanzar en esta cuestión de una manera exclusivista. Como
católicos no podemos rechazar toda forma de interpretación "espiritual" o, mejor dicho,
tipológica del Cant, pues responde también a la mentalidad de los maestros de la
sabiduría, y por otra parte la autoridad del Nuevo Testamento y de la tradición, que
siempre ha cultivado la interpretación "espiritual" (alegórica o, más raramente,
tipológica) del Cant, incluso prescindiendo totalmente del sentido literal, parece
garantizar que el Cant encierra, más allá del sentido literal intentado sin duda por el
autor humano, otro sentido más elevado, pretendido por el autor divino. De manera que
Dubarle no duda en escribir: "Nada impide ulteriormente que el cuadro de un amor
humano fiel y feliz sirva para sugerir aspectos correspondientes del amor divino. Este
será el sentido espiritual o típ ico, que supera las intenciones del autor humano. "

En concreto, un examen imparcial de Ap 12,1; 3,20 y 22,17 (compárense


respectivamente con Cant 66,10; 5,2 y 7,12), nos permite afirmar que el autor del
Apocalipsis conocía realmente la interpretación "espiritual" del Cant y la supone en
determinados lugares del libro, para aprovecharla cristológicamente. De este modo él
nos garantiza, a nosotros y a la tradición eclesiástica que siempre ha interpretado el Cant
de Yahvé e Israel o bien, sobre todo, de Cristo y la Iglesia, que en esta suerte de
interpretación no se trata de una mera acomodación, sino de la exposición de un
verdadero sentido escriturístico más elevado, que el autor divino ha introducido en el
Cant considerado como totalidad. Si no se puede aducir la dificultad de que en el V
Concilio ecuménico Teodoro de Mopsuestia haya sido condenado a causa de su
interpretación puramente natural, del Cant, pues los documentos hablan sólo de una
condenación de sus errores cristológicos, tampoco cabe ninguna duda de que, ante el
testimonio de la revelación neotestamentaria y de la unánime tradición, el exegeta
creyente debe someterse con humildad, ya que en este caso se dan todas las condiciones
que la hermenéutica católica establece para la comprobación de un "sentido espiritual"
objetivamente presente en el texto. Es decir, debe reconocer que la exposición profana
de toda la riqueza del libro no es capaz de agotar su contenido y, por tanto, debe
completar la elaboración del sentido literal del Cant con la exposición del "sentido
espiritual" que encierra realmente.

La exégesis que propugnamos se diferencia, por tanto, de la habitual exégesis literal-


tipológica predominante en el campo católico, esencialmente sólo en que el sentido
literal del Cant es considerado como sentido escrituristico válido por sí mismo con una
seriedad todavía mayor, y por tanto no es únicamente valorado como fundamento del
sentido típico, pues el exegeta puede y debe interpretar el Cant, en primer lugar,
prescindiendo de su aspecto tipológico que sobreviene sólo secundariamente, en el
sentido puramente humano-ético-sexual, para hacerlo fructuoso inmediatamente en este
plano, desde un punto de vista bíblico-teológico y práctico. La legitimidad de este modo
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de proceder se deduce ya de que sólo la exégesis literal es capaz de ser fiel a todas las
particularidades del libro y de sacarles provecho en la forma indicada.

El método poético-estilístico

Tal es en lo esencial la meta exegética que debemos proponernos. A esto es preciso


añadir, además, el método poético-estilístico, que en estas poesías toma tan en serio lo
lingüístico como su contenido significativo. Según los resultados de la ciencia literaria
moderna, en una poesía no se puede distinguir con exactitud entre "pensamiento" y
"vestidura verbal", pues ya la misma forma poética está llena de significado. De lo
contrario, sólo se llega a cristalizar la mitad del "contenido", ya que el "contenido"
consiste, en una obra de arte poética, no sólo en pensamientos abstractos sino también,
sobre todo en una poesía amorosa, en las disposiciones morales y sentimientos, que sólo
pueden comprenderse con ayuda de lo poético. Los exegetas tenemos que aprender de
nuevo a percibir la audición sensible de lo sensiblemente significado en la palabra de
Dios, la cual debe ser entendida totalmente y en sus valores vitales. Con el Cant gustado
de este modo nos quiere Dios entusiasmar por el legítimo amor sensible tanto como por
el amor divino, que ciertamente no carece de pasión. En este sentido no es casual que la
palabra de Dios haya recibido tan a menudo una forma poética. Si tomamos en serio el
hecho de la encarnación del Logos en la palabra de la Biblia, esta forma no nos puede
ser indiferente. Debería ser para nosotros, mutatis mulandis, algo tan serio como el
Cuerpo histórico de Cristo, que las manos de los apóstoles "han tocado" (1Jn 1,1). Con
esto se pone de manifiesto que el cuerpo verbal de la lengua poética de la Biblia es
también una parte de la auténtica revelación, que, si se toma en serio, con ayuda de la
filología, gramática y poética, debe ser palpado, como los apóstoles palparon el Cuerpo
histórico de Cristo. Despreciar los valores poéticos, ¿no sería una falta de respeto hacia
la ilimitada dignación de Dios, que ha querido dirigirse a nosotros como á hombres con
sentimiento y corazón? Y no basta determinar la estructura métrica y estrófica de los
diversos pasajes, sino que hay que poner en juego todos los recursos literarios para
llegar a comprender la obra de arte bíblica en su totalidad, según palabra y contenido.
Sólo así evitaremos la decepción de los lectores formados poéticamente, y abriremos un
acceso enteramente nuevo al Antiguo Testamento, posibilitando a hombres de
sensibilidad artística la captación de los tesoros y valores vitales contenidos en él.

Tradujo y extractó: JUAN RODRÍGUEZ HERRANZ.-JOSÉ M. COLLLEO

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