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El Cantar de los cantares (Cant) constituye uno de los fragmentos más hermosos de la
poesía bíblica. Hasta ahora, sin embargo, nadie se ha dedicado a investigarlo
sistemáticamente según el método estético-poético de la moderna ciencia literaria. Pero
antes de iniciar un estudio pormenorizado del libro, conviene aclarar algunas cuestiones
introductorias.
Desde el punto de vista crítico- literario es el Cant, en su sentido literal, una colección
de epitalamios y cantos de amor, la mayoría bastante cortos, acoplados uno tras otro en
el siglo III a. C. por un poeta que, con la máxima probabilidad, estaba cercano a los
maestros de la sabiduría y que ocasionalmente actuó también como coleccionista. En él
dominan los monólogos, con excepción de aquellos casos en que se trata de unidades
originariamente relacionadas entre sí. Los trabajos de D. Buzy y R.E. Murphy han
mostrado, sin embargo, que la materia total del Cant se divide en siete grandes cantares
secundarios o escenas, que varían en general sobre el mismo tema: el trasladode la
novia hasta la casa del novio, la mutua admiración y finalmente la unión de ambos
esposos.
La situación vital ("Sitz im Leben") propia de estos cantos se halla, como estudió
Wetzstein, en las fiestas de ocho días de duración con las que los campesinos de
Palestina celebraban la solemnidad de las bodas. En ellas el novio y la novia son
festejados por cantores y cantoras como "rey" y "reina", se cantan mutuamente su
hermosura, etc. Con todo, en cada caso particular debe probarse que aparece en el Cant
la circunstancia sugerida por Wetzstein al describir las costumbres sirias de su tiempo.
Por ejemplo, se puede observar que en el Cant sólo se señala al novio como "rey" y, por
el contrario, nunca se hace lo equivalente con la novia. Tampoco queda excluido que
algunos cantos concebidos inicialmente como cantos de amor fuesen empleados más
tarde como cantos de boda, y como tales incorporados a la colección.
En cualquiera de los casos, estos cánticos son originalmente meros cantos de amor, que
no tienen nada que ver más que con el amor entre el hombre y la mujer antes y en el
matrimonio. Y que, sin embargo, tienen también muy probablemente una finalidad
religiosa: el mantener alejados a los jóvenes del Israel postexílico del trato con
meretrices, del adulterio, del matrimonio mixto y del sincretismo, y, al mismo tiempo,
la preparación de Israel para su futuro mesiánico mediante la descripción de un ideal de
matrimonio espiritualizado. Esto resulta válido ya a partir del sentido literal del Cant.
KRINETZKI, O. S. B.
¿Se puede percibir, además, por encima del sentido literal un sentido pleno, típico? ¿0
tiene razón la tendencia antologizante de A. Robert y A. Feuillet, que por medio de un
método científico de comparación de textos, con ayuda de muchos paralelos
veterotestamentarios, intenta probar que tiene una validez ilimitada, hoy como antaño,
la tesis tradicional de que el Cant haya sido concebido por adelantado como una
alegoría y que el sentido alegórico sea aquí, como en las alegorías de los profetas, el
auténtico sentido escriturístico? Es mérito del dominico A. M. Dubarle, y en parte
también de su hermano en religión J. P. Audet, el haber reducido la fuerza de los
motivos aducidos por la escuela antologística, demostrando además que también como
mera colección de cantos amorosos pudo el Cant ser incluido en el canon de los libros
de la Sagrada Escritura, puesto que como tal tiene un sentido teológico.
El método paralelístico
un lenguaje bastante libre sobre los objetos de esta esfera, lo cual es comprensible en el
marco de las relaciones amorosas puramente humanas, pero en la esfera de las
relaciones humano-divinas es totalmente inaceptable, a causa del constante peligro de
una burda falta de comprensión del verdadero sentido. Apenas puede admitirse que un
autor inspirado sitúe a Yahvé en una cercanía tan peligrosa a los baales cananeos.
El mérito de Robert y Feuillet consiste en haber llamado la atención por principio sobre
la significación de los paralelos bíblicos. Aun cuando no se les pueda seguir, por las
razones aducidas, en la tesis que concibe el Cant como una alegoría en su sentido
original, con todo se podrán encontrar en sus escritos valiosas sugerencias para una
exégesis del Cant realmente tipológica, una vez se haya admitido el sentido típico del
libro. Esta exégesis tipológica se contentará con poner de relieve los temas proféticos
compilados acertadamente como tales por Feuillet, sin necesidad de forzar los
pormenores, como resulta casi inevitable en la exégesis alegórica.
Pero, ante todo, el exegeta tiene que estudiar el sentido literal del Cant. Para ello
recurrirá también a paralelos de la Biblia, pero no a las alegorías matrimoniales de los
profetas, sino a textos como Gén 3,16 = Cant 7,11, Gén 34,2; Dt 23, 25-27 = Cant 1,7;
Eclo 36,16 = Cant 5, 15; Eclo 26,15 = Cant 8,7 etc. Estos paralelos que, como el Cant
entendido en su sentido literal, tratan del amor del hombre y la mujer, pueden hacernos
comprender mejor el sentido del libro, ya que son auténticos y objetivos paralelos. El
método paralelistico demuestra aquí, por cierto, lo contrario de lo que con su ayuda se
ha intentado probar, es decir, que el Cant no pudo ser redactado más que como lírica
amorosa. Por otra parte, con textos como Eclo 26,13-18, se comprueba que
precisamente los círculos de los maestros de la sabiduría, en los que se piensa que ha
surgido el Cant, tomaban ante lo erótico una actitud todavía rectamente natural, de
suerte que el Cant incluso entendido por ellos en su sentido literal, y precisamente a
causa de esta comprensión literal, habría podido ser incorporado al canon.
También así el Cant tenía y sigue teniendo una significación teológico-ética. Las fiestas
de la boda son un signo de que la benevolencia de Yahvé ha vuelto a su Pueblo, pues el
amor del noviazgo y del matrimonio aparece aquí como un regalo del favo r de Yahvé
que, como todos sus demás dones, es celebrado con regocijo y debe ser ensalzado.
Además, como sin duda el autor inspirado del Cant es un fiel yahvista, podemos esperar
que el libro refleje involuntariamente determinados puntos de vista israelíticos sobre el
amor entre el hombre y la mujer, sobre su esencia y sus peculiaridades, etc. Todo ello
debe ser explicado por el comentador para recoger los valores vitales que tiene el cantar
precisamente para nuestro tiempo, tan urgentemente necesitado de una moral
matrimonial y sexual que se apoye en la revelación. Pues el Cant tiene un lugar
importante en el avance de la revelación veterotestamentaria. Contribuyó en su tiempo,
aun sin intención de su autor, a señalar al hombre su lugar adecuado ante Dios y en la
naturaleza. La finalidad del matrimonio ya no sería en adelante exclusivamente la
generación, sino también y no en último lugar el amor que se profesan mutuamente dos
personalidades libres, fundado en la equiparación de los sexos y en la elección libre del
cónyuge, también por parte de la mujer. Con ello el Cant contribuyó también a la
transformación de la alianza del Sinaí, establecida básicamente con la colectividad del
Pueblo, en la nueva alianza, en la que se considera ante todo al individuo, su conversión
KRINETZKI, O. S. B.
Por supuesto no se puede avanzar en esta cuestión de una manera exclusivista. Como
católicos no podemos rechazar toda forma de interpretación "espiritual" o, mejor dicho,
tipológica del Cant, pues responde también a la mentalidad de los maestros de la
sabiduría, y por otra parte la autoridad del Nuevo Testamento y de la tradición, que
siempre ha cultivado la interpretación "espiritual" (alegórica o, más raramente,
tipológica) del Cant, incluso prescindiendo totalmente del sentido literal, parece
garantizar que el Cant encierra, más allá del sentido literal intentado sin duda por el
autor humano, otro sentido más elevado, pretendido por el autor divino. De manera que
Dubarle no duda en escribir: "Nada impide ulteriormente que el cuadro de un amor
humano fiel y feliz sirva para sugerir aspectos correspondientes del amor divino. Este
será el sentido espiritual o típ ico, que supera las intenciones del autor humano. "
de proceder se deduce ya de que sólo la exégesis literal es capaz de ser fiel a todas las
particularidades del libro y de sacarles provecho en la forma indicada.
El método poético-estilístico