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OBJETIVOS:
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Feyerabend, un terrorista de “El método” y un paladín de la ciencia. Por Lucía Murga Cerviño
UN PRIMER ACERCAMIENTO:
El sendero para el anarquismo puede no ser obvio ni previsible, pero ciertamente no fue
hostil. No es de extrañar que Feyerabend fuera el siguiente en la lista de revolucionarios
de la ciencia.
Feyerabend basa sus ideas en una detallada lectura de la historia de la ciencia (minando
sus libros con ejemplos históricos y populares). Para él no hay metodología que haya
brindado sólidos lineamientos a la práctica científica concreta, más aún, los grandes
desarrollos científicos van asociados a violaciones reiteradas a las axiologías
epistemológicas “oficiales”. En otras palabras, plantea la imposibilidad de cualquier
propuesta epistemológica que se fundamente en una perspectiva rígida, en brindar
criterios apropiados que orienten de manera lineal a los científicos, de hecho, todas las
metodologías tienen sus limitaciones. El único principio digno de ser defendido a la
hora de la investigación es su famoso: “todo vale” (también traducido “todo sirve”).
Parte de la idea de que no existe norma en la metodología científica que no haya sido
atacada en algún momento en el transcurso histórico de la ciencia y que no existe ni una
sola teoría que no tenga una dificultad u otra. Para el autor no existe metodología que
pueda brindar principios científicos, inalterables y absolutamente obligatorios. De
hecho, ante cualquier principio metodológico de carácter absoluto y amplia aceptación
es aconsejable no sólo ignorar esa regla sino, más aún, reemplazarla por su opuesta. No
está en contra de los métodos, sino en contra de aquellos absolutos.
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Con estos cimientos funda su teoría epistemológica llamada “Teoría anarquista del
conocimiento” y por la cual ha sido catalogado hasta de irracionalista.
El autor se pregunta (y así demarca su campo de estudio) en si resulta posible crear una
tradición que se sostenga por medio de reglas estrictas y que alcance, además, cierto
éxito. Aún más: ¿Es deseable apoyar tal tradición en la exclusión de cualquier otra
cosa? ¿Deberían transferirse a ella todos los derechos para que se ocupe del
conocimiento, de forma que cualquier resultado obtenido por otros métodos sea
inmediatamente excluido del concurso? Su respuesta fue un firme y rotundo: NO.
Y las razones son que el mundo que deseamos explorar es una entidad en gran medida
desconocida. Debemos mantener abiertas nuestras opciones y no
restringirlas de antemano.
Una educación científica tal y como viene dada no puede reconciliarse con una actitud
humanista y esto es porque está en conflicto con el cultivo de la individualidad que es
lo único que produce, o puede producir, seres humanos bien desarrollados; dicha
educación mutila por compresión, cada parte de la naturaleza humana que sobresalga y
que tienda a diferenciar a una persona del patrón de los ideales de racionalidad
establecidos por la ciencia o por la filosofía de la ciencia. Aumentar el descubrimiento
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de los secretos de la naturaleza y del hombre implica, por tanto, el rechazo de criterios
universales y de todas las tradiciones rígidas.
La ciencia iluminada por normas fijas y universales no es una idea realista, sino
perniciosa y perjudicial para la ciencia en sí. Su propuesta es, entonces, una
metodología anarquista. Una epistemología abierta que contenga una serie de
herramientas de investigación científica adaptables a cada contexto pero no instituidas
como leyes inamovibles. Es anarquista porque se revela ante la idea de
inexpugnabilidad y universalidad, y enraíza en su lugar al pluralismo metodológico.
Considera que la investigación histórica nos demuestra que la idea de un método que
contenga principios firmes, inalterables y absolutamente obligatorios tropieza con
dificultades considerables. Pues no hay una sola regla, por plausible que sea, y por
firmemente basada que esté en la epistemología, que no sea infringida en una ocasión u
otra. Resulta evidente que esas infracciones no son sucesos accidentales. Por el
contrario, son necesarias para el progreso. Toma como ejemplo de esto a la Revolución
Copernicana. Lo mismo podría decirse del paso de Newton a Einstein. Para
Feyerabend este progreso sólo pudo y puede tener lugar porque algunos pensadores
decidieron no someterse a ciertas reglas obvias o porque, simplemente, las violaron
involuntariamente. Porque dada cualquier regla por muy fundamental o necesaria que
sea para la ciencia, siempre existen circunstancias en las que resulta aconsejable no sólo
ignorarla, sino adoptar su opuesta o es aconsejable introducir, elaborar y defender
hipótesis ad hoc, o hipótesis que contradicen resultados experimentales bien
establecidos y generalmente aceptados.
A la pregunta de por qué alguien se restringiría por dogmas, Feyerabend responde que
es muy difícil distinguir entre la fuerza lógica y el efecto material de un argumento. Y
compara al científico con un perro amaestrado. Un racionalista amaestrado será
obediente a la imagen mental de su amo, se conformará a los criterios de argumentación
que ha aprendido, se adherirá a criterios sin importar la confusión en la que se
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encuentre, y será incapaz de darse cuenta de que aquello que él considera como la 'voz
de la razón' no es sino un post-efecto causal del entrenamiento que ha recibido, no es
otra cosa que una maniobra política. He ahí el peligro que el autor encuentra en la falta
de cuestionamientos a lo establecido, que en vez de creer que hemos sido iluminados
por un descubrimiento masivo, somos opacados y cooptados por el discurso detrás del
descubrimiento. El intelecto pierde su libertad y la mente sus rasgos únicos de
creatividad e irreverencia.
Define al anarquista como aquel para quien no hay opinión alguna, por "absurda" o
"inmoral" que parezca, que no tome en consideración y no tenga en cuenta a la hora de
actuar, ni ningún método que considere imprescindible. Lo único que el anarquista
rechaza son las normas generales, las leyes universales, las concepciones absolutas y las
conductas que estas actitudes conllevan, aunque no niega que a menudo es una buena
táctica el comportarse como si hubiera tales leyes y uno creyera en ellas. Detrás de todos
estos desafueros se esconde la convicción de que el hombre dejará de ser esclavo y
alcanzará al fin una dignidad que sea algo más que un prudente conformismo, cuando
sea capaz de abandonar sus convicciones más fundamentales, incluso aquellas que
presuntamente hacen de él un hombre.
Sugiere que sólo hay un principio que puede defenderse bajo cualquier circunstancia y
en todas las etapas del desarrollo humano y para toda metodología: el principio del
TODO VALE. Así, con esta ironía propugna un principio universal para denostar a
todos los “universalismos”.
LAS CONTRA-REGLAS:
Sin quedarse en la mera crítica formula las reglas que un científico debería seguir o, más
precisamente, las que no debería seguir, formulando sus célebres contra-reglas:
1- Condición de Consistencia:
Implica que las nuevas hipótesis concuerden con teorías aceptadas, es decir, que una
tesis no sólo debe ser descartada porque no se corresponde con el material empírico que
la pone a prueba sino que debe ser eliminada porque no concuerda con otra teoría con
la que comparte ejemplos confirmatorios.
Cita como ejemplo a la teoría de Newton, inconsistente con la ley de la caída libre de
Galileo y con las leyes de Kepler, a la óptica ondulatoria inconsistente con la óptica
geométrica, etc. Empero, cuando destaca la inconsistencia lógica no refiere a la
inconsistencia entre la teoría de Newton y la ley de Galileo, sino la inconsistencia entre
algunas consecuencias de la teoría de Newton en el dominio de validez de la ley de
Galileo, pequeñas diferencias en las predicciones de unas y otras que son nimias. La ley
de Galileo afirma que la aceleración de la caída libre es una constante, mientras que la
aplicación de la teoría de Newton a la superficie de la tierra da una aceleración que no
es constante sino que decrece con la distancia al centro de la tierra.
Pero Feyerabend establece un coto al decir que las teorías no deberían cambiarse a
menos que existan razones de peso. Y la única razón de peso para cambiar una teoría es
su desacuerdo con los hechos, y la discusión sobre hechos incompatibles conduce al
progreso. La discusión sobre hipótesis incompatibles no. Por lo tanto, aumentar el
número de hechos relevantes es un procedimiento seguro. Aumentar el número de
alternativas factualmente adecuadas, pero incompatibles, no es un procedimiento
seguro.
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2- Contrainducción
La regla que afirma que la experiencia, o los hechos o los resultados experimentales son
los que miden el éxito de nuestras teorías, que el acuerdo entre una teoría y los datos la
favorecen, mientras que el desacuerdo la perjudica y, tal vez, incluso nos obliga a
eliminarla. Es decir, la regla de la confirmación y de la corroboración, esencia del
empirismo, es enfrentada por la contra-regla que sugiere introducir y elaborar hipótesis
que sean inconsistentes no ya sólo con teorías bien establecidas sino con hechos bien
establecidos. Aconseja proceder contrainductivamente, es la regla de la
Contrainducción, esto es, la necesidad de manejarnos y desarrollar teorías que sabemos
de antemano presentan una gran cantidad de falsaciones.
3- Principio de la autonomía.
Sin embargo, los hechos y las teorías están relacionados mucho más íntimamente de lo
que reconoce el principio de autonomía. Todo hecho particular no sólo es dependiente
de alguna teoría, sino que además existen hechos que no pueden descubrirse si no es
con la ayuda de alternativas a la teoría que ha de contrastarse, y que dejan de estar
disponibles tan pronto como se excluyen tales alternativas. La consecuencia es que la
unidad metodológica a la que hay que referirse cuando se discutan cuestiones de
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El autor advierte que no podemos dejarnos engañar por las apariencias de éxito, el éxito
en sí no puede tomarse como un signo de verdad y correspondencia con la naturaleza.
Al contrario, debería hacer surgir la sospecha de que la ausencia de grandes dificultades
para determinadas teorías es el resultado de la disminución en contenido empírico
provocado por la eliminación de alternativas y de los hechos que pueden descubrirse
con su ayuda.
El falaz éxito se debe al hecho de que la teoría, al extenderse más allá de su punto de
partida, se ha convertido en una rígida ideología. Esta ideología no debe su triunfo a
concordar con los hechos; sino porque no se ha especificado hecho alguno que pudiera
constituir una contrastación y porque se han eliminado aquellos que podrían
desempeñar esa función. Su 'éxito' es artificial. Se tomó la decisión de adherirse a ciertas
ideas y el resultado fue la supervivencia de éstas. Así es como puede crearse 'evidencia'
empírica a través de un proceso que aduce como justificación propia la mismísima
evidencia que dicho proceso ha provocado.
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sus métodos que, a su vez, llevaron a un mayor fortalecimiento del mito. Estos métodos,
propios de varias escuelas filosóficas antiguas y modernas, poseen una cosa en común:
tienden a conservar el status quo de la vida intelectual.
LA EVIDENCIA:
El autor recomienda crear una medida de crítica, algo con lo que esos conceptos puedan
compararse, una vara de medir. Por ello, el primer paso va a consistir en salirse del
círculo, ya sea inventando un nuevo sistema conceptual (una nueva teoría), que entre en
conflicto con los resultados observacionales y lleve la confusión hasta los principios
teóricos más plausibles. Se necesita de un criterio externo de crítica, construir un
conjunto de supuestos alternativos, hasta un mundo alternativo completo, un mundo
soñado para descubrir los rasgos del mundo real en el que creemos habitar.
Las teorías son contrastadas y posiblemente refutadas por los hechos. Los hechos, como
se ha dicho, contienen componentes ideológicos, son altamente sospechosos por su
edad y por su oscuro origen, no se sabe por qué ni cómo fueron introducidos por
primera vez y, en segundo lugar, porque su propia naturaleza los protege de un
examen crítico.
Si hubiera contradicción entre una teoría nueva e interesante y una colección de hechos
firmemente establecidos, el mejor procedimiento sería no abandonar la teoría sino
utilizarla para el descubrimiento de aquellos principios ocultos que son los responsables
de la contradicción. La contradicción constituye una parte esencial del proceso de
descubrimiento, ergo, ningún investigador debería sentirse intimidado o desalentado
de toparse con ella.
OBJETIVIDAD
Va de suyo que todo lo dicho lo hace alzarse contra la presunta objetividad de los
hechos como criterio evaluador de las teorías científicas o la objetividad del científico
mismo. Lo que erige otro de sus postulados polémicos y es la imposibilidad de carecer
de enunciados observacionales liberados de contenido ideológico alguno.
La ciencia no conoce hechos desnudos sino que está llena de interpretaciones de estos
hechos lo que los vuelve esencialmente teóricos. Para él la historia de la ciencia es tan
compleja, caótica y llena de errores como las ideas que contiene, sin embargo ha sido
reconstruida bajo la forma de un relato "objetivo" compuesto por reglas estrictas y
perennes.
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HIPÓTESIS AD HOC:
Ninguna teoría sería nunca consistente con todos los hechos relevantes. Por ejemplo, la
teoría de la gravitación de Newton ha tenido desde el principio dificultades de
desviaciones cuantitativas con los hechos observados. Esto no ha hecho mella en su
popularidad durante siglos y que se la considere un modelo de teoría científica. En
lugar de desechar la teoría por su desacuerdo con los hechos se recurre a una
aproximación o bien se inventa una hipótesis ad hoc que cubra la inconsistencia. La
actitud habitual en filosofía de la ciencia es despreciar este tipo de hipótesis por ir
contra el método racionalista. Sin embargo, según Feyerabend, ellas son abundantes.
INCONMENSURABILIDAD:
Es otro de los filósofos que pregona esta idea y refiere a que los núcleos fundamentales
de dos teorías presentan una alteridad tal que resulta imposible siquiera cualquier
intento de traducir los términos y conceptos de una a las formulaciones de la otra. Si no
comparten ningún enunciado observacional, resultan inevitablemente
inconmensurables. Esto es, la ausencia de criterios que orientan la ponderación objetiva
en la elección de teorías. A la sazón, abre una perspectiva subjetiva y libertaria.
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Afirma que los científicos no pueden sentirse superiores por estar desarrollando una
empresa superior: la ciencia. No es superior a otros conocimientos. Al decir esto no
descarta, empero, los beneficios que ha traído la ciencia a la comprensión del mundo y a
la utilidad de sus manifestaciones tecnológicas. Sólo que ello no es producto del
método, sino que obedece a una multiplicidad de factores entre los cuales se encuentran
el monopolio de los mecanismos de publicidad que la ciencia monta en su favor. Ello
implica que no debemos sorprendernos si el día de mañana lo que creíamos que no era
ciencia resulta, con el tiempo, serlo.
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Utilizo este término como sinónimo de dogal y con el ánimo de recordar la comparación que el autor hace de los
científicos (que no han logrado la liberación que propugna) con perros amaestrados.
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PRETENSIONES:
Un científico que desee maximizar el contenido empírico de los puntos de vista que
sustenta, tiene que introducir otros puntos de vista; debe adoptar una metodología
pluralista, comparar sus ideas con otras ideas más que con la experiencia, y debe
intentar mejorar, en lugar de excluir, los puntos de vista que hayan sucumbido en esta
competición. Defiende la necesidad de una metodología pluralista tanto para el avance
del conocimiento como para el desarrollo de nuestra individualidad.
Se aleja de Popper al decir que el método correcto no debe contener reglas que nos
obliguen a elegir entre teorías sobre la base de la falsación. Por el contrario, las reglas de
dicho método deben hacer posible elegir entre teorías que ya fueron contrastadas y
resultaron falsadas. Porque el material del que dispone un científico: sus leyes, sus
resultados experimentales, sus técnicas matemáticas, sus prejuicios epistemológicos, su
actitud hacia las consecuencias observadas de las teorías que él acepta, es
indeterminado y ambiguo y nunca está completamente separado de la base histórica.
Este material está contaminado por principios que el científico no conoce y que, en caso
de conocerlos, serían muy difíciles de contrastar.
Fomenta desterrar la unanimidad de opinión que ubica mejor en una iglesia, para las
asustadas y ansiosas víctimas de algún mito o para los débiles y fanáticos seguidores de
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Advierte y pretende demostrar cuán fácil resulta dominar a la gente de una forma
racional. Y describe al papel del anarquista como el de un espía que entra en el juego de
la Razón para socavar la autoridad de la Razón.
CONCLUSIONES:
Si bien para algunas posturas extremistas el autor no está más que negando la existencia
de una epistemología a través de su anarquismo. En mi humilde entender esto es
exagerado, simplemente advierte de la pluralidad de métodos y conceptos que podrían
encuadrarse dentro de aquélla y que no hay una sola cosmovisión del mundo sino que
hay muchas y pueden ser contemporáneas, pese a su mayor o menor éxito. La ciencia es
una empresa esencialmente anarquista; el anarquismo teórico es más humanista y más
adecuado para estimular el progreso que sus alternativas basadas en la ley y en el
orden. Esta frase extraída del “Tratado contra el método” no hace más que descubrir la
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idea del filósofo que, aún en su enraizada crítica, no olvida que persigue el progreso o
no lo desestima como fin útil.
Posturas más moderadas, afirman que la actitud de Feyerabend es útil para evitar
dogmatismos en Metodología pero su radicalidad lo lleva a olvidar la existencia de
patrones de descubrimiento que son eficaces, sus consideraciones son relevantes, en
consecuencia, en la investigación en nuevos campos de estudio, pero no pueden
aplicarse a la práctica científica en campos de estudio ya conocidos, donde la rutina en
el uso de reglas es posible. Desde mi punto de vista esta separación no es del todo
necesaria ya que, es posible, que teorías de larga data y muy afirmados métodos
puedan, eventualmente, encontrar contradicciones con otras teorías e incluso hechos, o
descubrimientos en campos nuevos que influyen en los más viejos. Nada las mantiene
indemne e inexpugnables, sea el campo que sea y sino téngase en cuenta la teoría de las
cuerdas, o teoría final, cuyas predicciones a escalas subatómicas cuestionan al mismo
Einstein.
Claramente expresa que su intención no es abolir las reglas ni demostrar que no tienen
valor, sino ampliar el inventario de reglas y proponer un uso distinto de las mismas.
Cada teoría se servirá de unas u otras o bien, descartará unas u otras.
Si la ciencia se encuentra mucho más cerca de las artes y de las humanidades, como
afirma el filósofo, qué gran puntapié a los científicos de las ciencias sociales para no
darse por vencidos en este juego del progreso. Qué mejor incentivo para quienes nos
hemos sentido y educados más hacia el discurso (palabrerío) que la investigación, de no
dejarnos atrapar por las auto-restricciones y animarnos a hacer ciencia o, lo que no es
menos importante, a entenderla y poder, de ser necesario, cuestionar lo que se presente
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MATERIAL CONSULTADO:
* http://www.eumed.net/cursecon/libreria/rgl-evol/2.4.7.htm
* http://www.personal.able.es/cm.perez/einstein.htm
* http://www.liccom.edu.uy/bedelia/cursos/epistemologia/feyerabend.pdf
* http://marxists.org/reference/subject/philosophy/works/ge/feyerabe.htm
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