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ESCUELAS PROFESIONALES
SEMANA 2
Me cuenta usted que está por ingresar en una universidad y le interesa la Filosofía
de la Ciencia (epistemología) y me pregunta qué debiera hacer para convertirse
en una buena epistemóloga.
3. Estudie a fondo una ciencia o tecnología. Escoja una ciencia o tecnología que
haya alcanzado madurez teórica o esté en vías de alcanzarla. Esto la pondrá en
contacto con problemas filosóficos interesantes y difíciles, y la obligará a estudiar
Matemática, el lenguaje de toda ciencia madura. Pero, a menos que crea sentir una
vocación irresistible por la Física o la Química. No escoja ninguna de éstas, porque
hoy día se necesita una decena de años de arduos estudios universitarios para
llegar a la frontera de la Física o la Química. Escoja más bien una ciencia en
desarrollo, de frontera más cercana, tal como la Biología Molecular, la Biología
Matemática, la Bioingeniería, la Psicobiología, la Sociología Matemática, la
Investigación Operativa, o la Administración Científica de Empresas. Si lo hace
podrá usted llegar con relativa rapidez a la frontera y podrá abordar problemas
científicos y epistemológicos tan apasionantes como descuidados.
6. Estudie Filosofía por su cuenta al mismo tiempo que estudia ciencia o tecnología,
y ello aun con riesgo de que sus estudios científicos marchen con alguna lentitud.
Para esto tendrá que programar cuidadosamente su estudio independiente de la
Filosofía. (Si se dedica por entero a la Ciencia, dejando a la Filosofía para más
adelante, podrá perder su interés actual por la segunda. Y si se dedica desde el
comienzo exclusivamente a la Filosofía; acaso llegue demasiado tarde a la Ciencia.
Al que logra lo más difícil poco le cuesta lo menos.)
Dedique un par de años a los estudios históricos, pero trate de conservar toda la
vida el trato amistoso con los gigantes del pasado. Y dedique otro tanto al
estudio de la Lógica Matemática y de sus aplicaciones al análisis de las ideas
científicas y filosóficas. Este estudio de la lógica no le inspirará acaso ideas
originales pero le ahorrará más de una falacia, le acostumbrará a la claridad y el
rigor, y le ayudará a ordenar sus pensamientos. Una vez llena de las herramientas
históricas y lógicas mencionadas, destine un año a estudiar filosofía general de la
ciencia así como la filosofía de la ciencia de su especialidad. (En realidad, puesto
que el asunto le interesa ya ahora, usted habrá estado haciendo de contrabando
lecturas epistemológicas durante todo el periodo anterior. Tanto mejor. No hay como
una pizca de desorden añadida a una vida por demás ordenada para realzar su
interés.). Finalmente, dedique el último año a la Semántica, la Ontología y la Ética
de la Ciencia. Si completa usted este programa estará en condiciones de pasar al
nivel siguiente, que es el de la investigación original.
9. Busque y ejerza la crítica pero no se deje aplastar por ella ni la ejerza por mero
placer. Ejérzala con moderación y con ánimo de contribuir al avance de los
conocimientos más que para sobresalir o para vengarse. Recuerde que la crítica
destruye el error pero también puede matar la verdad. Recuerde que la mayoría
de las personas ven con desconfianza las ideas nuevas y recuerde que, sea o no
justificada, la crítica no sustituye a la creación.
Más adelante busque nuevos problemas. Comience por abordar un asunto bien
circunscrito, acaso ajeno, con el objetivo final de ir ampliándolo o de abordar
eventualmente problemas inéditos. Sin embargo, no se proponga alcanzar la
originalidad por sí misma: es demasiado fácil. En efecto, para ser novedoso en
Filosofía basta (aunque no es necesario, ni honesto), decir disparates en lenguaje
oscuro y poniendo cara seria- (Los argentinos llamamos macanear a esta actividad
siempre de moda en los países latinos. Los franceses podrían llamarla
charlatanismo). La finalidad de la investigación filosófica, al igual que la científica,
es la verdad general y profunda formulada de manera clara y exacta. En el caso
particular de la Epistemología, una idea es verdadera en este campo si y solamente
si corresponde fielmente a la realidad de la ciencia. Las ideas de este tipo no
abundan porque, para concebirlas, es preciso someterse a un largo aprendizaje,
que no todos están dispuestos a hacer.
Si usted posible futura colega, logra recorrer el largo camino que le recomiendo, se
convertirá gradualmente en una auténtica epistemóloga. Pero si no busca la
autenticidad, sino tan sólo hacerse pasar por epistemóloga para ganarse la vida, ya
sabe lo que no tiene que hacer. Como ve, la decisión que usted está a punto de
tomar es de orden moral, como lo es toda decisión que pueda afectar al prójimo.
En este punto no sirven consejos. Sin embargo, no resisto el impulso de dárselo:
Escoja el camino largo, no sólo porque es el único que lleva a donde usted quiere
llegar, y no sólo porque es el único honesto sino, también, porque es el único
interesante.
ACTIVIDADES.
01.- La finalidad de la investigación filosófica, al igual que la científica; para
Bunge, es:
A Una idea, si solamente si, corresponde a la realidad.
B Es decir disparates en lenguaje oscuro y poniendo cara seria.
C La verdad general, formada de manera clara y exacta.
D Abordar problemas modestos que apunten a problemas ambiciosos.
E Averiguar lo que piensa el filósofo X, sobre el problema Y.
02.- Según el autor recuerde que la crítica destruye y puede matar:
A Las ideas La creación.
B El error La verdad
C Las personas El placer
D Las aspiraciones El ánimo
E A y C.
03.- Para Bunge la decisión que debe tomar la futura epistemóloga es de
orden:
A Filosófico B Científico C Epistemológico D Moral E Todas menos D
04.- ¿Cuál de los siguientes términos: intenso, variado, intelectual,
continuado, prolongado, profundo, original; sirve para abordar un trabajo o un
problema, para el autor:
Respuesta: ______________________________________.
04.- Para Bunge que debe hacer, la aspirante a epistemóloga, al asistir a
buenas ESCUELAS:
05.- Completar, en los espacios en blanco, con los términos que den sentido
a las expresiones:
SEMANA 3
El conocimiento trascendental
Para Kant el conocimiento no se puede explicar, sólo por la interpretación del SER,
es necesario hacer una teoría trascendental del conocimiento y este conocimiento
será el puente entre el YO y las COSAS.
Si el conocimiento fuera trascendente, conocería cosas externas. Si fuese
inmanente, sólo conocería ideas, lo que hay en mí. Pero es trascendental; conoce
los fenómenos, es decir, las cosas en mí. Aquí surge la distinción kantiana entre el
fenómeno y la cosa en sí.
La razón pura
Los títulos de Kant pueden inducir a error. Kant titula uno de sus libros CRÍTICA DE
LA RAZÓN PURA y el otro CRÍTICA DE LA RAZÓN PRÁCTICA. Parece que
práctica se opone a pura, no es así. La razón práctica es también pura y se opone
a la razón pura especulativa (o teórica) y razón pura práctica. Pero como Kant
estudia en la primera Crítica las condiciones generales de la razón pura y en la
segunda la dimensión práctica de la misma razón, escribe abreviadamente los
títulos.
Los juicios
Los juicios analíticos son aquellos cuyo predicado está contenido en el concepto de
sujeto. Ej. La esfera es redonda.
Los juicios sintéticos son aquellos cuyo predicado no está incluido en el concepto
de sujeto, sino se añade a él. Ej. La mesa es de madera.
Los juicios analíticos explicitan el concepto del sujeto, los sintéticos lo amplían.
Estos, por tanto, aumentan mi saber y son los que tienen valor para la ciencia.
ACTIVIDADES.
1. ¿Mediante ejemplos señale, ¿cuál es la diferencia entre los juicios
analíticos y sintéticos?
2. ¿Según la lectura, qué caracteriza a la dialéctica trascendental?
3. Señale 2 diferencias entre los juicios a priori y los juicios a posteriori.
4. Elabore un vocabulario de 10 palabras y con ayuda de un diccionario
indique sus significados.
5. Haga un breve resumen de 10 renglones de la lectura.
SEMANA 4
SEMANA 5
A PROPÓSITO DE LA VERDAD
Posee, desde luego, unos métodos para conocer, que dan espléndidos
resultados, como jamás los hubo en ninguna época de la historia. La exuberancia
de la producción científica alcanza grados tales, que se tiene la impresión de que la
cantidad de descubrimientos científicos excede enormemente de las actuales
capacidades humanas para entenderlos.
Y es que sus saberes y sus métodos constituyen una técnica, pero no una
vida intelectual. Está a veces como dormido para la verdad, abandonado a la
eficacia de sus métodos.
Con esto entrevemos ya, por uno de sus lados, que la filosofía no es una
ciencia sino otra cosa, no sabemos aún si superior o inferior en la jerarquía de los
conocimientos.
ACTIVIDADES.
ISAAC ASIMOV
Todo esto, como digo, es una versión ideal del método científico. En la
práctica no es necesario que el científico pase por los distintos puntos como
si fuese una serie de ejercicios caligráficos, y normalmente no lo hace.
Desde los tiempos de Euclides, hace ya dos mil doscientos años, los
matemáticos han intentado partir de ciertos enunciados llamados “axiomas” y
deducir luego de ellos toda clase de conclusiones útiles.
En ciertos aspectos es casi como un juego, con dos reglas. En primer lugar,
los axiomas tienen que ser lo menos posible. En segundo lugar, los axiomas tienen
que ser consistentes. Tiene que ser imposible deducir dos conclusiones que se
contradigan mutuamente.
¿Es falso? Si es falso, entonces es falso que esté diciendo algo falso y tengo
que estar diciendo algo verdadero. Pero si estoy diciendo algo verdadero, entonces
es cierto que estoy diciendo algo falso y sería verdad que estoy diciendo algo falso.
Podría estar yendo de un lado para otro indefinidamente. Es posible demostrar que
lo que he dicho o es así o no es así.
¿Quiere decir esto que nunca podremos encontrar la “verdad”? ¡Ni hablar!
La cuestión de, ¿qué es esta sensación de duración?, de, ¿qué es lo que hace
que uno sea consciente de que algo ocurre?, “al cabo de un rato”, forma parte del
problema del mecanismo de la mente en general, problema que aún no está
resuelto.
Tarde o temprano, todos nos damos cuenta de que esa sensación de duración
varía con las circunstancias. Una jornada de trabajo parece mucho más larga que
un día con la persona amada; y una hora en una conferencia aburrida, mucho más
larga que una hora con los naipes. Lo cual podría significar que lo que llamamos un
“día” o una “hora” es más largo unas veces que otras. Pero cuidado con la trampa.
Un período que a uno le parece corto quizá se le antoje largo a otro, y ni
desmesuradamente corto ni largo a un tercero.
Para que este sentido de la duración resulte útil a un grupo de gente es preciso
encontrar un método para medir su longitud que sea universal y no personal, si un
grupo acuerda reunirse “dentro de seis semanas exactamente”, sería absurdo dejar
que cada cual se presentara en el lugar de la cita cuando, en algún rincón de su
interior, sienta que han pasado seis semanas. Mejor será que se pongan todos de
acuerdo en contar cuarenta y dos períodos de luz-oscuridad y presentarse
entonces, sin hacer caso de lo que diga el sentido de la duración.
Estas unidades menores de tiempo no podían medirse con exactitud sin utilizar
un movimiento periódico más rápido que la repetición del mediodía. El uso de la
oscilación regular de un péndulo o de un diapasón introdujo en el siglo XVII los
modernos relojes. Fue entonces cuando la medida el tiempo empezó a adquirir una
precisión aceptable. Hoy día se utilizan vibraciones de los átomos para una
precisión aún mayor.
Pero ¿quién nos asegura que estos fenómenos periódicos son realmente
“regulares”? ¿No serán tan poco de fiar como nuestro sentido de la duración?
Puede que sí, pero es que hay varios métodos independientes de medir el
tiempo y los podemos comparar entre sí. Si alguno o varios de ellos son
completamente irregulares, dicha comparación lo pondrá de manifiesto. Y aunque
todos ellos sean irregulares, es sumamente improbable que lo sean de la misma
forma. Si, por el contrario, todos los métodos de medir el tiempo coinciden con gran
aproximación, como de hecho ocurre, la única conclusión que cabe es que los
distintos fenómenos periódicos que usamos son todos ellos esencialmente
regulares (aunque no perfectamente regulares. La longitud del día, por ejemplo,
varía ligeramente).
Las medidas físicas miden el “tiempo físico”. Hay organismos, entre ellos el
hombre, que tienen métodos de engranarse (unirse, acoplarse, etc.), en fenómenos
periódicos (como despertarse y dormirse), aun sin referencia a cambios exteriores
(como el día y la noche). Pero este “tiempo biológico” no es, ni con mucho, tan
regular como el tiempo físico.
Supongamos que tienen una línea recta y que quieres marcar sobre ella un
punto fijo X, de manera que cualquier otra persona pueda encontrarlo con sólo leer
tu descripción. Para empezar, haces una señal en cualquier lugar de la línea y la
llamas “cero”. Mides luego y compruebas que X está exactamente a dos pulgadas
de la marca del cero. Si está a uno de los lados, convienes en llamar a esa distancia
+ 2; si está al otro, -2.
El punto queda así localizado con un solo número, siempre que los demás
acepten estas “convenciones”: dónde está la marca del cero, y qué lado es más y
cuál menos.
Como para localizar un punto sobre una línea sólo se necesita un número, la
línea, o cualquier trozo de ella, es “unidimensional” (“un solo número para medir
completamente”).
Pero supón que tienes una gran hoja de papel y que quieres localizar en ella
un punto fijo X. empiezas en la marca del cero y compruebas que está a cinco
pulgadas… ¿pero en qué dirección? Lo que puedes hacer es descomponer la
distancia en dos direcciones. Tres pulgadas al norte y cuatro al este. Si llamamos al
norte más y al sur menos, y al este más y al oeste menos, podrás localizar el punto
con dos números: +3, +4.
O también puedes decir que está a cinco pulgadas del cero y a un ángulo de
36,87° de la línea este-oeste. De nuevo dos números: 5 y 36,87°. Hagas lo que
hagas, siempre necesitarías dos números para localizar un punto fijo en un plano.
Un plano, o cualquier trozo de él, es bidimensional.
Lo mismo vale para todo cuanto hay en el universo. Tenemos el espacio, que
es tridimensional, y hay que añadir el tiempo para obtener un “espacio-tiempo”
cuadrimensional. Pero dándole un tratamiento diferente que a las tres
“dimensiones-espaciales”. En ciertas ecuaciones clave en las que los símbolos de
las tres dimensiones espaciales tienen signo positivo, el símbolo del tiempo lo lleva
negativo.
Según las leyes del movimiento establecidas por primera vez con detalle por
Isaac Newton hacia 1680-89, dos o más movimientos se suman de acuerdo con las
reglas de la aritmética elemental. Supongamos que un tren pasa a nuestro lado a
20 kilómetros por hora y que un niño tira desde el tren una pelota a 20 kilómetros
por hora en la dirección del movimiento del tren. Para el niño, que se mueve junto
con el tren, la pelota se mueve a 20 kilómetros por hora. Pero para nosotros, el
movimiento del tren y el de la pelo se suman, de modo que la pelota se moverá a la
velocidad de 40 kilómetro por hora.
Halló que los objetos tenían que acortarse en la dirección del movimiento, tanto
más cuanto mayor fuese su velocidad, hasta llegar finalmente a una longitud nula
en el límite de la velocidad de la luz; que la masa de los objetos en movimiento tenía
que aumentar con la velocidad, hasta hacerse infinita en el límite de la velocidad de
la luz; que el paso del tiempo en un objeto en movimiento era cada vez más lento a
medida que aumentaba la velocidad, hasta llegar a pararse en dicho límite; que la
masa era equivalente a una cierta cantidad de energía y viceversa.
Los cambios predichos por Einstein sólo son notables a grandes velocidades.
Tales velocidades han sido observadas entre las partículas subatómicas, viéndose
que los cambios predichos por Einstein se daban realmente, y con gran exactitud.
Es más, si la Teoría de la Relatividad de Einstein fuese incorrecta, los aceleradores
de partículas no podrían funcionar, las bombas atómicas no explotarían y habría
ciertas observaciones astronómicas imposibles de hacer.
Pero a las velocidades corrientes, los cambios predichos son tan pequeños
que pueden ignorarse. En estas circunstancias rige la aritmética elemental de las
leyes de Newton; y como estamos acostumbrados al funcionamiento de estas leyes,
nos parecen ya de “sentido común”, mientras que la ley de Einstein se nos antoja
“extraña”.
Cada vez es más usual agrupar las bacterias junto con otras criaturas
unicelulares, formando una clase de seres que no están considerados ni como
plantas ni como animales: constituyen un tercer reino de vida, los “protistos”. Hay
bacterias que son patógenas, es decir, que causan enfermedades. Pero la mayoría
de ellas no lo son, e incluso hay muchas que son muy beneficiosas. La fertilidad del
suelo, por ejemplo, depende de gran medida de la actividad de las bacterias
nitrogenantes.
La palabra “virus” viene del latín y significa “veneno”. Esta etimología viene
de los tiempos en que los biólogos no sabían exactamente qué eran los virus, pero
sí que ciertas preparaciones contenían algo que ocasionaba enfermedad.
Los virus difieren de las bacterias y de todos los demás organismos en que no
están compuestos de células. Son mucho más pequeños que las células y su
tamaño viene a ser el de una gran molécula. Están formados por un arrollamiento
de ácido nucleico, rodeado de un recubrimiento de proteína. En esto se parecen a
los cromosomas de una célula, de modo que cabría casi considerarlos como
“cromosomas sueltos”.
Los virus, a diferencia de las bacterias, no son capaces de llevar una vida
independiente. Sólo se pueden multiplicar dentro de las células. Todos ellos son
parásitos. El daño que ocasionan pasa a veces inadvertido, pero en otros casos
producen graves enfermedades.
Actividades
SEMANA 5
A PROPÓSITO DE LA VERDAD
SALVADOR FELIU CASTELLÓ
Posee, desde luego, unos métodos para conocer, que dan espléndidos
resultados, como jamás los hubo en ninguna época de la historia. La exuberancia
de la producción científica alcanza grados tales, que se tiene la impresión de que la
cantidad de descubrimientos científicos excede enormemente de las actuales
capacidades humanas para entenderlos.
Y es que sus saberes y sus métodos constituyen una técnica, pero no una
vida intelectual. Está a veces como dormido para la verdad, abandonado a la
eficacia de sus métodos.
ACTIVIDADES.
4.- ¿Estás de acuerdo con que la filosofía es un saber radical, según la lectura?
SEMANA 9
PANORAMA ACTUAL DE LA EPISTEMOLOGÍA
AUTOEVALUACIÓN
1. Según la física actual la luz es de naturaleza:
SEMANA 10
LA CIENCIA.
CIRO SOLÍS
La ciencia es algo que se hace dentro de la sociedad y, por eso, es una praxis e
indagación por las causas y relaciones de las cosas dentro de un sistema
HISTÓRICO-SOCIAL. Hecho que, por otra parte, tiene graves repercusiones
sociales porque ella desbroza y desmitifica creencias cuando abre caminos –como
decía Engels- , para un salto del reino de la necesidad hacia el reino de la libertad.
Las ciencias dependen en su desarrollo del entorno histórico-social y, también, de
su propia lógica de desenvolvimiento interior.
5.- Racionalidad:
Cuando las teorías o las hipótesis generales quedan confirmadas con la verificación,
entonces, se dice que son leyes. Las leyes son los núcleos de la ciencia que
explican las relaciones necesarias y no accidentales, que rigen a la naturaleza y a
las entidades formales.
Ya se ha visto que en este punto existen posiciones divergentes, que son el realismo
y el idealismo. Para el realismo de los griegos presocráticos y el materialismo
dialéctico de Marx, el mundo de las cosas es independiente del sujeto, existe en sí
y por sí. Igualmente los objetos formales son objetivos para los idealistas, es decir,
que no dependen de la conciencia del hombre sino que pertenecen a un mundo
trascendente y distinto de él. La actitud natural de los científicos es la del realismo
objetivo, aquella que cree y acepta, sin más, la objetividad del mundo. Pero, cuando
se ponen a filosofar, alguien puede ser realista crítico y afirmar que sólo sabe que
las cosas se dan en su conciencia, pero no asegurar que ellas están detrás de su
imagen; y otro idealista subjetivo berkeliano puede sostener que sólo existen
sensaciones y percepciones, pero no las cosas que están en DIOS.
ACTIVIDADES.
No es por azar que el término surge en un periodo que abarca el fin del siglo XIX y
comienzos del siglo XX, con la definición antes citada que lo diferencia de una teoría
general del conocimiento. El hecho tiene importantes implicaciones para la historia
de la filosofía porque expresa una de las mayores revoluciones en el campo del
pensamiento (sólo comparable a la revolución científica que culminó en el siglo
XVII), aunque en su momento haya pasado prácticamente inadvertida en los medios
académicos. Los grandes protagonistas de esa revolución fueron en primer término,
la LÓGICA y la MATEMÁTICA, en la segunda mitad del siglo XX con la
RELATIVIDAD y la MECÁNICA CUÁNTICA. Pero no se trató únicamente de una
revolución dentro del campo de esas disciplinas. Los conceptos básicos de todas
las ciencias, de todo nuestro conocimiento de eso que llamamos “el mundo exterior”,
“la naturaleza”, “la realidad”, tuvieron que ser reconsiderados.
Baste con citar los nombres de RUSSELL, POPPER o QUINE, como ejemplos
de filósofos que individualmente ejercieron una enorme influencia o mencionar a los
grupos conocidos como CÍRCULO DE VIENA y CÍRCULO DE BERLÍN, para tener
una idea de la magnitud y el nivel de los esfuerzos realizados por las corrientes
empiristas en la primera mitad del siglo XX. No es necesario ampliar la lista para
percibir que en ninguna otra época de la humanidad el análisis de los problemas del
conocimiento contó con tal convergencia de contribucuiones provenientes de los
más altos niveles del pensamiento científico y filosófico.
Mencionaré sólo tres de esos intentos, que considero los más significativos:
Ellos corresponden a tres de los grandes lógicos del siglo XX: RUDOLF CARNAP,
BERTRAND RUSSELL y W. V. QUINE. La idea central fue la misma: si la fuente del
conocimiento está en la experiencia sensorial (que Quine calificó más crudamente
como “irritación de nuestras terminaciones nerviosas”), habría que mostrar el
camino por el cual, a partir de tales datos sensoriales, se llega a las abstracciones
de las conceptualizaciones científicas, o aun a los conceptos que se manejan en el
“conocimiento natural” (no científico). Los resultados, de los que me atrevería a
calificar como los grandes experimentos epistemológicos de la historia fueron
negativos, y, Russell lo declara en su última obra filosófica, El conocimiento
humano, formulándolo con toda honestidad aunque con mucha suavidad: “El
empirismo como teoría del conocimiento ha mostrado ser inadecuado”.
Por su parte Quine, más melancólicamente, pero en forma más terminante, tuvo
que declarar: “hemos dejado de soñar(sic) con deducir la ciencia a partir de los datos
sensoriales”. Piaget pudo haber respondido a uno y a otro algo que dijo irónicamente
en otro contexto: “Yo he demostrado empíricamente que el empirismo no puede
dar cuenta de la construcción del conocimiento”.
No deja de ser motivo de asombro -por lo menos para quien esto escribe-, que
el empirismo continúe vigente y que sea todavía para un gran porcentaje de
científicos, en todos los niveles y en todas las altitudes, un credo indiscutible, no
obstante haber sido descalificado, tanto por la imposibilidad de cumplir con su
programa (como en los casos que hemos citado: Carnap, Russell, Quine), como por
la refutación de sus hipótesis de base contenida en la monumental obra de
investigación psicogenética e histórica realizada por la Escuela Piagetiana. La
conjunción de ambos tipos de resultados implicó la situación que considero
justificado declarar como el segundo gran derrumbe epistemológico del siglo XX. …
Pero entonces ¿cuáles son las bases de todo ese cúmulo de conocimientos
que han permitido ejercer tal dominio sobre la naturaleza y explicar tantos
fenómenos naturales? ¿En qué consiste explicar?
El uso que hace Piaget del adjetivo “genética” rescata, por consiguiente, el
sentido primigenio del término y su definición de la Epistemología Genética (que
será también su programa de trabajo), como “el estudio de los mecanismos del
desarrollo de los conocimientos”, constituye una síntesis del proceso que hemos
tratado de describir. Mantiene el sentido original del término epistemología, como
teoría del conocimiento científico, pero estudia su génesis llegando a las formas
más elementales en el nivel de la niñez y muestra que no hay discontinuidad en los
mecanismos contractivos.
ACTIVIDADES.
SEMANAS 12 y 13
Debo advertir que este ensayo sobre el pasado histórico del método científico,
reúne notas de preclaros exponentes del saber científico y que sin tener la
agudeza que me gustaría tener, voy a hacer un análisis crítico, imparcial y objetivo,
asimismo, debo señalar que me embarga la ambición de lograr el cometido que
me he propuesto, hacer un breve estudio de parte de la historia del método
científico.
a. Surgimiento de la idea.
b. Descubrimiento del problema
c. Enunciado del problema.
d. Planteamiento de la hipótesis.
e. Contrastación (demostración empírica), de la hipótesis.
f. Análisis de los resultados.
g. Informe.
4.- ¿El Método Científico, es universal?
AUTOEVALUACIÓN
A Renato Descartes
B Francis Bacon
C Bertrand Russell
D Galileo Galilei.
ACTIVIDADES
SEMANA 14
LOS PARADIGMAS.
Hay una comunidad científica internacional, regional, nacional, hasta local comunal.
LA CIENCIA NORMAL.
La ciencia normal es, pues la ciencia que practica usualmente una comunidad
científica. Aquella que crece y se desarrolla en ausencia de periodos de crisis. La
ciencia que para crecer se apoya firmemente se apoya en uno o varios logros del
pasado, cuya vigencia es reconocida por dicha comunidad científica como base
para ulteriores trabajos.
LOS ENIGMAS.
LAS ANOMALÍAS.
AUTOEVALUACIÓN.
B Arquetipo científico
C Realizaciones científicas
D Comunidad científica
B Anomalías
C Revoluciones científicas
D Ciencia normal
C Los enigmas
D Las anomalías
4. Según Kuhn un cambio de paradigma debe llamarse revolución,
haciendo un paralelo con las revoluciones:
A Políticas
B Sociales
C Económicas
D Sociopolíticas
ACTIVIDADES
SEMANA 15
A.- Introducción:
2.- El espacio-tiempo
3.- LA Individualidad
Es decir el carácter singular de los hechos. Cada uno de ellos tiene su propia
y singular existencia, la que no se confunde con la existencia del otro.
4.- El ser en sí
¿Existen otros entes, además de los entes reales? Algunos piensan que sí.
Entre ellos y en primera fila, PLATÓN, para quien existirían, con una existencia
incluso superior a los entes reales o concretos: las ideas. Las ideas, según Platón
existen objetivamente, en sí, independientemente del sujeto cognoscente. Frente a
la fugacidad de las cosas reales, Platón considera que detrás de ellas, por decirlo
así, existe lo permanente, lo eterno, lo que no cambia. Los sentidos nos presentan
a las cosas como carenciales, aproximadamente a algo distinto a ellas. Una hoja de
papel, por ejemplo, no llega a ser completamente blanca o plenamente rectangular.
En consecuencia, según Platón, tienen que existir lo plenamente blanco o lo
plenamente rectangular, vale decir la idea de lo blanco y la idea de lo rectangular.
Las cosas como que sugieren la existencia de lo ideal.
Existe pues, una clase distinta de entes, que Platón denomina ideas y que
expresan no sólo, la esencia de las cosas, sino su perfección, su acabamiento
pleno. Por eso, las cosas reales tienden hacia a las ideas, las que se constituyen en
sus modelos o arquetipos.
Hay, en la actualidad, los que admiten la existencia de los entes ideales y usan
la palabra ideal en un sentido distinto al uso platónico. Los entes ideales tienen
en común con las ideas platónicas la inespacialidad, la intemporalidad, la
permanencia, la generalidad y el ser en sí. Pero no se las entiende como
arquetipo de las cosas, no son lo perfecto frente a lo imperfecto. En esto los
entes ideales se distinguen de las ideas platónicas. En la actualidad a los entes
ideales se les llama “objetos abstractos”.
Autoevaluación.