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INFORME DE LECTURA “SER Y TIEMPO” §§19-24

Rodrigo Barra Valenzuela


§19

El tema de §19, §20 y §21 surge a modo de analizar cómo la interpretación de mundo
tradicional ha tornado hacia el análisis de los entes intramundanos y no en dirección de captar
el fenómeno del mundo que Heidegger presenta en el capítulo tercero de Ser y Tiempo, para
así entender el estar-en-el-mundo desde su momento estructural “mundo”. Heidegger
analizará las ideas de Descartes respecto al ego cogito y su distinción como res cogitans y
res corpórea, pensando en abarcar la visión que se ha extendido desde la filosofía griega hasta
Husserl, la cual, según Heidegger, no advierte la diferencia entre mundo y entes
intramundanos llevando a la imposibilidad de una problemática originaria del Dasein,
confrontando así su enfoque existencial con el planteo cartesiano del mundo.

En §19 Heidegger caracteriza la concepción del “mundo” en Descartes como “res extensa”
viendo, en primer lugar, la noción de substantia que configura la ontología general cartesiana.
A modo de cuestionamiento, Heidegger presenta la idea de sustancia previamente
preguntando: ¿Desde qué comprensión del ser ha determinado Descartes el ser de estos entes?
(pg.118/90). Por un lado, aplicando las nociones básicas (ser, ente) a la noción cartesiana, y
por otro haciendo la pregunta que, posteriormente presentado, será ella misma una de las
problemáticas esenciales de la comprensión de mundo de Descartes. La noción de substantia
alberga tanto al ente mismo (sustancia) como al ser del ente (sustancialidad), y ella remite
al antiguo concepto de ousia. Es en esta “doble interpretación” de la noción de substantia es
donde Heidegger se centrará en su crítica.

El argumento es así: la noción de res corpórea requiere de la explicación misma de


substantia. Según Descartes, las sustancias se “revelan” como tales (en sí) en ciertos
“atributos” que las constituyen y que cumplen con la “regla” de “estar siempre ahí” o de
“constante permanencia”. En el caso de la sustancia corpórea, la extensión es este atributo o
el modo de ser que está siempre ahí y es “lo que se puede alterar en cualquier modo de
divisibilidad, configuración y movimiento”, determinaciones que son modos de la extensión
(esto ya que son propiedades que, pese a su alteración, no realizan cambio en la sustancia
misma).
Concluye Heidegger el parágrafo señalando que ha quedado caracterizada la sustancialidad
de la sustancia. Teniendo la definición de sustancia, Heidegger pasará en el siguiente
parágrafo a cuestionar la concepción no clara óntico-ontológica de la sustancia (la doble
interpretación de la sustancia), y con ello al problema del ser.

§20

En este parágrafo, Heidegger analizará cuales son los fundamentos de la sustancia misma, o
de la determinación ontológica del “mundo”.

Por definición, entendemos sustancia como “un ente que es de tal manera que para ser no
tiene necesidad de otro ente” (pg.120/92). Entonces la sustancialidad de la sustancia se
constituye por su “no-necesidad”. Esta “no-necesidad” no puede ser sino entendida como la
de un ens perfectissimum, quien posibilita la constitución de la sustancialidad.

Heidegger pasa de inmediato a relacionar la no-necesidad o necesidad con aquella de la


producción y conservación y con ello a relacionar la concepción misma del ser. Todo ser
creado requiere de la producción y conservación de un ens perfectissimum (Dios), más en el
ente ya creado no, esto es de la res cogitans y res extensa.

Dado que la noción de sustancia depende de otras nociones (la infinita, la res cogitans y
extensa) y estas nociones así también dependen de la noción de sustancia, Heidegger da
cuenta de un problema que sería fundamental en Descartes: la aclaración del significado de
ser o sustancia. Si se usa el ser para denominar lo que “Dios es” y para denominar lo que “el
mundo es” y existe entre ambos entes una “diferencia infinita”, entonces es necesaria una
aclaración de qué se entiende por ser. Heidegger señala que Descartes eludió este problema,
y con ello se transfiguró toda la teoría que sigue el ego cogitans considerando el sentido de
ser como algo “obvio”. Sumado a esto, Descartes habría anulado la pregunta misma, al
considerar la sustancia como inaccesible en tanto ella no nos afecta.

La problemática óntico-ontológica surge, entonces, cuando la inaccesibilidad al ser (como


ente) provoca su expresión por medio de determinaciones entitativas de los correspondientes
entes, por medio de atributos. Entonces, la definición de ser se usa tanto bajo una concepción
óntica como ontológica del mismo.
Según Heidegger, este problema remite directamente a “la impotencia frente al problema de
fondo, al problema del ser” (95/123).

§21

En §21 Heidegger discutirá la interpretación de la ontología sobre el mundo en Descartes en


contraste a la explicación del fenómeno del mundo dicha en parágrafos anteriores. Lo que se
encargará de realizar, desde distintas aristas, es una crítica a la interpretación de Descartes
del ser como permanente “estar-ahí”. Heidegger a lo largo de la discusión con Descartes
plantea continuamente preguntas que podrían dar algún acierto a Descartes, para así, desde
ellas, refutarlas y finalmente negarlas como concepción ontológica con posibilidad de acceso
al Dasein. En este parágrafo, Heidegger cuestiona la ontología de “mundo” de Descartes con
las siguientes preguntas: ¿busca en realidad el fenómeno del mundo? ¿Determina al menos
un ente intramundano de tal forma que en él se haga visible su mundicidad? Luego, señala
que ambas preguntas deben responderse de manera negativa (pg.123/95).

En §14 Heidegger aclaró que para adentrarse al fenómeno del mundo es importante establecer
el modo de acceso apropiado a tal ente. Según Descartes, el acceso apropiado de acceso al
ente cuyo ser es la extensión sería el conocimiento, en específico el físico-matemático. Esto
se debe a que el conocimiento matemático aprehendería de manera satisfactoria al ser debido
a que representa por sí misma el permanente estar-ahí, por tanto, es capaz de captar la
sustancia entendida como extensio cuya principal característica es su permanencia. “Lo que
determina su ontología del mundo no es primariamente el recurso a una ciencia
eventualmente apreciada en forma especial, las matemáticas, sino la fundamental orientación
ontológica hacia el ser como permanente estar ahí, cuya aprehensión se lleva a cabo en forma
eminentemente satisfactoria por el conocimiento matemático” (124/96).

Respecto al acceso al ente intramundano, Heidegger señala que, desde un predominio


incuestionado de la ontología tradicional, Descartes asume la sensación como el modo de
aprehensión del ente. Llevando a Descartes a evitar interrogarse respecto una adecuada
apertura al ente intramundano. Más los sentidos no conocen al ente en su ser, si no solo su
carácter movible y con posibilidad de cambiar, permaneciendo la cosa como una sustancia
en un permanente estar-ahí. Esto lleva a Descartes a una comprensión equiparable a la de las
matemáticas, cayendo así el análisis bajo el dominio de una idea de ser de una determinada
región de este ente.

La interpretación del ser como permanente estar-ahí es interpretada del mismo modo a como
Heidegger interpreta el ser del Dasein (estar-en-el-mundo), la interpretación cartesiana
obstaculiza cualquier vía de comprensión del ser como estar-en-el-mundo.

Pero habría una posibilidad, nuevamente, de mantener en cierto modo la ontología cartesiana
desde un fundamento para el ente intramundano. Esta sería una estratificación del ente, que
tiene como base la naturaleza material. A partir de ella se fundan las determinaciones de los
modos de la propia extenso (como el movimiento o la figura) y luego se fundan las cualidades
específicas relacionadas a las virtudes de la cosa. Con esto, la cosa material queda nombrada
como un bien, llegando así al mismo ente que anteriormente se caracterizó como el útil a la
mano. Ante esto, Heidegger plantea la duda de sí estas atribuciones predicativas de valor no
están señalando atribuciones ónticas en vez de ontológicas. Responde señalando tres
cuestiones: 1. Los valores son determinaciones que están-ahí en una cosa, más la experiencia
prefenomenológica demuestra que el ente presuntamente cósico (el útil a la mano) no es
comprensible mediante la coseidad. 2. Debe explicarse la inherencia de los valores en las
cosas en su sentido ontológico. 3. El plan de reconstrucción se construye sobre una estructura
de ser que no está adecuadamente explicitada, suponiendo así la estructura ontológica
valórica.

En conclusión, Heidegger señala que Descartes “consolidó la opinión de que el conocimiento


óntico presuntamente más riguroso de un ente sería también la vía de acceso al ser primario
del ente descubierto en ese conocimiento” (pg.127,100), determinando así toda la ontología
que seguiría la tradición en adelante.

Finalmente, para dar paso a la sección C. y poder continuar con la explicación negativa de la
idea de la mundaneidad del mundo, Heidegger señala que parte constitutiva del ente
intramundano es la espacialidad, dada por la idea de extensio, por tanto, aún sería posible una
salvación a la teoría cartesiana sobre el ente intramundano. Aun así, de inmediato Heidegger
aclara que tanto un análisis de la espacialidad del mundo, la espacialidad del ente que
comparece en el mundo y del Dasein y el espacio son irrealizables desde la idea de la extensio
como determinación fundamental del “mundo”.
§22.

Al caracterizar al Dasein en contraste al“estar dentro”, Heidegger ve ahí una apertura para
entender la espacialidad esencial al Dasein. Por otro lado, el ente intramundano también se
encuentra en el espacio por tanto también tendrá una conexión ontológica al mundo. Así, lo
que C. va a determinar es “en qué sentido el espacio es un constitutivo del mundo, de ese
mundo que, por su parte, fue caracterizado como un momento estructural del estar-en-el-
mundo. En forma especial deberá mostrarse que lo circundante del mundo circundante, esto
es, la especifica espacialidad del ente que comparece en el mundo circundante, se funda en
la mundaneidad del mundo, en vez de ser el mundo el que está ahí en el espacio” (129/101).

El primer tema a tratar será el análisis de lo a la mano dentro del mundo en el espacio.
Heidegger señala: “Si el espacio entra en la constitución del mundo en un sentido todavía por
determinar, no debe extrañarnos que ya en la caracterización ontológica hecha anteriormente
del ser de lo intramundano, se nos haya tenido que presentar este como intraespacial”
(pg.129/102). La primera característica que dará Heidegger sobre el ente a la mano es su
carácter de “cercanía”. Aquella cercanía expresada por el mismo nombre de “lo a la mano”
está dada por “el manejo y el uso en un “calculo” circunspectivo”. Esta circunspección es la
que determinará la distancia que existe del útil a la mano más también dependerá de su
dirección. Caracterizar al ente dado por circunspección se contrapone a una idea de un puro
estar ahí. Esta circunspección hace que el útil “está por esencia colocado, instalado,
emplazado, puesto” (pg.130/102). El útil tiene su lugar propio. Este lugar propio está también
determinado por un conjunto de lugares propios los cuales tienen una “pertinencia” que
dependerá de la utilidad misma que tiene la cosa útil. A su vez, el lugar propio que está dado
por la pertinencia, dependerá también de un “adonde” como condición de posibilidad general,
el cual será denominado por Heidegger como la zona. La zona, dada por una dirección y por
un alrededor de, constituye la totalidad de lugares donde los entes que están-ahí pueden
pertenecer.

Heidegger destaca el hecho de que “el donde de su estar-a-la-mano es tomado en cuenta en


la ocupación y se orienta hacia los demás entes a la mano” (pg.131/103). La cosa que está
ahí no está sin motivo alguno, como un puro estar-ahí, si no que su posición se determina,
como vimos anteriormente, por una referencia a un conjunto de cosas que están determinadas
por su quehacer cotidiano.

Las zonas están ahí a la mano en sus correspondientes lugares propios y ellos son asignados
a los entes a la mano por la circunspección del ocuparse. Heidegger describe este estar-ahí a
la mano de las zonas como lo que está a la mano de manera variable pero regular (como el
sol) y desde ahí este ente significa como “indicadores” de las zonas que hay en ellos. Así
mismo, estos indicadores determinar la posición de las zonas según la ocupación cotidiana
que respecte a ella. Por otra parte, el Dasein en su ocupación “descubre previamente las zonas
con las cuales el tiene una relación decisiva” (131/104) el cual está determinado por el todo
respeccional donde el Dasein mismo se mueve en su cotidianidad. Heidegger agrega una
nueva característica de la zona, y es que ésta al estar previamente a la mano posee el carácter
de lo familiar que no llama la atención. Esta característica ya había señalada para lo útil. Así,
solamente se hace visible en sí mismo cuando aquello llama la atención, sea por su
deficiencia.

Con ello, la espacialidad de lo a la mano queda caracterizada: “El espacio que en el estar-en-
el-mundo circunspectivo es descubierto como espacialidad del todo de útiles, pertenece
siempre al ente mismo como siendo el lugar propio de este. El espacio puro está todavía
encubierto. El espacio está fragmentado en los lugares propios. Pero esta espacialidad tiene,
en virtud de la totalidad respeccional mundica de lo espacialmente a la mano, su unidad
propia” (131, 104). Finalmente, Heidegger destaca que el mundo no está inmerso en un
espacio, si no que la mundaneidad específica de cada mundo articula el contexto respeccional
de los lugares propios (el espacio). Más, todo esto no es sino posible porque el Dasein mismo
es espacial en su estar-en-el-mundo, de lo contrario, sería onticamente imposible.

§23

En §23 Heidegger se encargará de caracterizar la espacialidad del Dasein, que no puede ser
sino comprendida como en su modo de ser de este ente (en el espacio) que es su estar-en-el-
mundo. Con ello, se entiende que no es ni un puro estar-ahí a la mano como tampoco un estar
en cualquier parte del “espacio cósmico”.
La espacialidad del Dasein está determinada por dos características principales: la
desalejación y la direccionalidad. Heidegger comienza tratando la desalejación,
caracterizándola como un existencial mismo del Dasein en tanto “hace que el ente
comparezca viniendo a la cercanía (acercamiento circunspectivo)”. Desalejación significa un
hacer desaparecer la lejanía con la cosa, en ese sentido, es acercamiento. Más este
acercamiento no debe entenderse como respecto a una lejanía o distancia métrica, si no más
bien en sentido activo y transitivo. Al ser el desalejamiento un existencial propio del Dasein,
este desalejar es siempre según el Dasein, por tanto, cualquier intento de medición “encubre
la espacialidad originaria del estar-en”. Cuando se presenta una distancia medida no puede
ser sino entendida como un proceso posterior a la desalejación del Dasein y su circunspección
cotidiana. En este desalejar que el Dasein realiza constantemente con las cosas que están a la
mano, ellas “salen al encuentro de la cotidianidad circunspectiva ocupada del Dasein”. La
cercanía o lejanía de un objeto estará determinada por la ocupación que el Dasein realiza en
ese espacio circunspectivo y no por una medición objetiva de unas cosas con otras. Para
explicarlo, Heidegger ocupa el ejemplo de la calle: cuando camino por la vía publica, mis
pies caminan sobre la calle y mi cuerpo se desplaza sobre ella, más es posible que a pesar de
tener a la calle tan cerca como mis pies la están usando, un transeúnte que se encuentre a
cierta distancia mia me parezca más cercano que la calle misma. Pero con esto no quiere
decirse, como tradicionalmente ha sido, que en esto hay una apreciación subjetiva de las
cosas, como una opinión o que el acercamiento este dado en referencia a un yo corporal, si
no más bien que esta cercanía ejemplificada está dada por el modo de ser del Dasein que es
su estar-en-el-mundo y que tiene esencialmente suyo la circunspección del espacio, es lo que
entendido como estar-en-el-mundo comparece inmediatamente. Por esto, “el desalejar
circunspectivo descubre el ser-en-sí del verdadero mundo”, pues si el desalejar es un
existencia que hace al ente comparecer, ello significa una comprensión verdadera del mundo.

Finalmente, Heidegger señala que al ser la desalejación algo constitutivo del Dasein, éste no
puede jamás “cruzar” la desalejación (como pensando en cruzar un espacio ya dado) pues la
trae consigo en todo momento. Solo es posible cruzar una distancia entendiéndola
métricamente.
En segundo lugar, Heidegger trata la direccionalidad, señalando que todo ocupar
circunspectivo es la vez un desalejar direccionado pues “tanto la direccionalidad como la
des-ajelación, en cuanto modos del estar-en-el-mundo, están previamente dirigidas por la
circunspección del ocuparse”. Heidegger señala que en el ocuparse cotidiano del Dasein, se
requieren signos que indiquen las direcciones dadas por la previa circunspección, el signo
“mantiene explícitamente abiertas las zonas de las que la circunspección hace uso, el adonde
de la pertinencia, del ir-hacia, del llevar o traer” (pg.136,108). Además, Heidegger señala
que la espacialidad de la “corporalidad” está también dirigida por la direccionalidad, usando
como ejemplo el de un guante que según la mano que le corresponda tiene una cierta forma,
no así con un instrumento manual.

Heidegger destaca que la dirección de la desalejación está también determinada por el estar-
en-el-mundo, la orientación se da respecto a un mundo que ya está ahí a la mano en su
ocupación y no por una “sensación subjetiva” de cual es, por ejemplo, la derecha y la
izquierda de las cosas. Para ejemplificarlo, Heidegger toma un ejemplo de Kant sobre una
pieza oscura: una pieza de la cual ya conozco la posición de sus cosas, si esta es cambiada de
lugar entre lo que estaba a la derecha y la izquierda, y entro con la luz apagada, yo no sabré
la posición de las cosas pues no existe un direccionamiento a través de una “sensación” que
me haga entender donde están las cosas, solo se de ellas en la ocupación cotidiana, en el estar
siendo en medio de lo ya conocido. Finalmente, Heidegger señala que aquello que Kant
denomina como “en la memoria” (que es razón por la cual se donde están posicionadas y
orientadas las cosas) es una referencia “a la constitución existencial del estar-en-el-mundo.
Como Kant no ve esta estructura, desconoce también el contexto cabal que hace posible la
orientación. La orientación hacia la derecha y la izquierda se funda en la esencial
direccionalidad del Dasein en general, y esta por su parte, esta esencialmente codeterminada
por el estar-en-el-mundo” (pg.137, 109/110).

§24

Heidegger comienza el parágrafo reconociendo un paralelo entre el análisis de la


mundaneidad y el de la espacialidad: el Dasein como estar-en-el-mundo al descubrir un
mundo, ha dejado en libertad al ente en función de una totalidad respeccional. Este dejar en
libertad o “dejar ser” se realiza en función de un remitir circunspectivo que se funda en la
significatividad. Ahora, en los últimos parágrafos Heidegger dio cuenta que la
circunspección del estar-en-el-mundo es también espacial. Al ser ella desalejante y con
dirección, la espacialidad de lo a la mano comparece en el mundo circundante (tal como se
aclarará posteriormente, que el espacio está “en” el mundo). Así también, en la
significatividad se da la esencial apertura del espacio. Más en esta apertura, el espacio sigue
oculto como puro “donde”. El espacio queda previamente descubierto gracias al fenómeno
de la zona, siendo ella el horizonte de posibles pertenencias de aquello que se encuentra a la
mano. A su vez, la pertenencia es determinada desde la significatividad cotidiana del mundo,
articulando el acá y allá del posible adonde. Este adonde se focaliza según el todo remisional,
guiado en un por-mor-de del ocuparse.

Lo que comparece a la mano tiene condición respectiva con su zona. A la totalidad respectiva,
que es el ser de lo a la mano circundante, le pertenece también una condición respectiva
espacial. Dado esto, lo a la mano puede encontrarse y determinarse en su forma y dirección.

Ahora, Heidegger señala: “Dejar que el ente intramundano comparezca, lo que es constitutivo
del estar-en-el-mundo, es un abrir espacio” (pg.138/111) o “ordenación espaciante”, cuya
función es dejar en libertad lo a la mano mirando en su espacialidad. Esto posibilita la
orientación fáctica. Este ordenar cosas significa que el Dasein, en cuanto ocupación
circunspectiva, solo puede cambiar o quitar cosas de su lugar. Además, la espacialidad se
presenta en sí para la circunspección en la no-llamatividad de lo a la mano. Dado esto,
Heidegger ha trazado ciertas características que permitirían una comprensión del espacio
mismo.

A continuación, Heidegger señala: “El espacio no está en el sujeto, ni el mundo está en el


espacio. El espacio está, más bien, “en” el mundo, en la medida en que el estar-en-el-mundo,
constitutivo del Dasein, ha abierto el espacio” (pg.138/111). Con esto, se entiende que el
Dasein es espacial en un sentido originario. No hay espacio si no es a través de un mundo
concebido desde un estar-en-el-mundo. Así, Heidegger señala que el espacio se presenta
como “a priori” en el sentido de “prioridad del comparecer del espacio (en tanto que zona)
en el correspondiente comparecer de lo a la mano en el mundo circundante” (pg.139/111).

Luego de esto, Heidegger no profundiza más en el tratamiento del espacio como puro puesto
que, tal como señala en el texto “al ámbito de los problemas de esta investigación pertenecia
solo establecer ontológicamente la base fenoménica para el descubrimiento temático y la
elaboración del espacio puro” (pg.139/112). Con esto, Heidegger cierra el tratamiento del
espacio y señala que, para una mayor profundización, sería necesario realizar una
desmundanización de la mundicidad de lo a la mano tal que las cosas queden como puro
estar-ahí aptas para una mirada contemplativa.

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