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EVOLUCION JURIDICA DE DLA FAMILIA EN COLOMBIA

Desde la promulgación del Código Civil, en la segunda mitad del siglo XIX, se han ido incorporando
diversas nociones de la familia, como una institución dentro de nuestro ordenamiento jurídico. En
aquel entonces, la normatividad giraba alrededor del fortalecimiento de la autoridad del patriarca
sobre el resto de la familia, estableciendo principios que venían del derecho romano según los
cuales tanto los hijos, como las mujeres casadas, dependían de la autoridad del padre de familia y
esposo, así como la mujer viuda dependía en la época de los césares de la autoridad del hijo mayor,
del padre o de su hermano.

Precisamente, desde el momento en el cual nuestro Código Civil recoge esa idea de autoridad
patriarcal en el ámbito familiar, empieza a plantearse la necesidad de evolucionar el concepto para
que la mujer tenga mayores niveles de autonomía, en el marco de la necesidad de darle cierta
cohesión a la familia, ante una eventual ausencia del patriarca. Recordemos que con el solo hecho
del matrimonio, la mujer dejaba de ser considerada como capaz, y sus destinos quedaban por entero
en manos de su marido.

La situación anterior, ante la posibilidad de la ausencia del patriarca o marido, generó la necesidad
a partir de 1922 de ajustar el ordenamiento jurídico, para darle precisamente esa autonomía en
casos puntuales a la mujer. La Ley 8 de 1922 le da cierta capacidad a la mujer, para ser testigo en
juicios y le da la facultad de impetrar la separación de bienes.

Con la llegada de la década de los años treinta, se genera un mayor impulso a esa autonomía de la
mujer e inicia con la Ley 70 de 1931, que establece un nuevo concepto al concebir la figura del
patrimonio de familia inembargable. Sin embargo, es con la Ley 28 de 1931 que se da el gran paso
al establecer la autonomía de la mujer casada para administrar su propio patrimonio.

Esta misma tendencia viene a ser ratificada por la Corte Suprema de Justicia que logra ambientar, a
través de diversos pronunciamientos jurisprudenciales, este cambio de mentalidad. Estos hitos
jurisprudenciales se caracterizaron, además por romper con el excesivo formalismo jurídico del siglo
XIX, por abrir para Colombia la modernidad jurídica, caracterizada por la inserción de nuevos
conceptos jurisprudenciales en la interpretación de las normas.

Dentro de las disposiciones que han surgido hasta la fecha para la protección de la familia, además
de las enunciadas, resulta importante destacar la Ley 45 de 1936, sobre filiación natural; la Ley 83
de 1946, orgánica de la defensa del niño; la Ley 75 de 1968, sobre filiación y mediante la cual se crea
el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar; el Decreto 2820 de 1976, por el cual se otorgan
iguales derechos y obligaciones a las mujeres y a los hombres; la Ley 5ª de 1975, sobre adopción;
las leyes 1ª de 1976 y 25 de 1992, sobre divorcio, separación de cuerpos y de bienes de matrimonio
civil y católico, y cesación de efectos civiles de matrimonio católico; el Decreto 2272 de 1989 que
organizó la jurisdicción de familia; el Decreto 2737 de 1989 o Código del Menor; la Ley 54 de 1990,
sobre unión marital de hecho; la Ley 82 de 1993, sobre protección a la mujer cabeza de familia; la
Ley 294 de 1996, sobre violencia intrafamiliar; y la Ley 1098 de 2006 o Código de la Infancia y la
Adolescencia4.
Con ocasión de la evolución del concepto de familia, además de la autonomía de la mujer,
encontramos una ampliación de las garantías para los hijos sin importar su procedencia. Si en el
siglo XIX existía una discriminación entre hijos naturales, adúlteros, incestuosos, legítimos y
legitimados, ya en la mayor parte del siglo XX esta discriminación se reduce a hijos naturales (o
ilegítimos) y legítimos.

En la Ley 29 de 1982 ambas clasificaciones quedan en el papel, al establecerse la igualdad de


derechos para ambos, por mandato legal; sin embargo, no es sino hasta la sentencia C-105 de 10 de
marzo de 1994, de la Honorable Corte Constitucional, con ponencia del Magistrado Jorge Arango
Mejía, que se suprime esa distinción, al declarase inexequibles las expresiones que la llevan explícita
en el Código Civil vigente.

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