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de lo macro social, considero que la mirada micro de la historia
permite escribir el tiempo breve que hace que los momentos grandes
se plasmen en la memoria colectiva.
Para plantear el desarrollo histórico que siguió el nuevo
movimiento feminista, me valgo del libro de Ana Lau Jaiven, La nueva
ola del feminismo en México, así como de la entrevista que Marta
Lamas le hizo a Marta Acevedo, en la revista Debate Feminista,
número 12. En el primero, en la entrevista con Ana Lau, Marta
Acevedo narra cómo fue el proceso preliminar y posterior a la
publicación del artículo de la revista Siempre!
"Cuando me dije yo quiero ira San Francisco, busqué la manera
de que alguien me pidiera un reportaje. Hablé con Fernando Benitez,
quien me respondió; "Si el articulo es bueno, se lo publicamos, pero
no le podemos pagar el viaje". /...! Me fui a San Francisco, escribí el
reportaje y fue publicado!
Entonces, a través de Siempre! dos lectoras se tomaron la
molestia de preguntar en la revista mis datos, me llamaron y se dio
un encuentro muy cálido entre mujeres desconocidas y muy dispares.
Posteriormente hice una reunión con gente cercana y también de la
Unión de Mujeres para ver qué tantas adhesiones podría concitar
un acto alrededor del día de la madre. El artículo les pareció
interesante, pero de ahí a organizar lo que pretendíamos y a trabajar
con el pequeño grupo, había un gran trecho, les parecía que eso no
era politico" (Lau, 1987:7).
A pesar de ser muy pocas, estas mujeres se animaron a
organizar el mitin del 9 de mayo de 1971, para protestar por la
manipulación tramposa que del Día de la Madre hacían los medios
de comunicación, los organismos estatales y los empresarios y
comerciantes privados. Las críticas que hacían las feministas tenían
como base una investigación histórica que la propia Marta Acevedo
había recopilado respecto ala celebración del 10 de Mayo'.
El lugar que se escogió para tal protesta fue el Monumento a la
Madre, y a pesar de que la Delegación les negó el permiso de realizar
el evento argumentando incongruencias burocráticas, decidieron ir
al Monumento. Si bien no para realizar todo lo que tenían planeado,
si para repartir volantes que hacían un llamado a protestar contra la
falsa trampa de la maternidad y para ref lexionar sobre lo dicho en el
folleto. Dice MartaAcevedo en la entrevista: "es impresionante (ver)
cómo si abres la posibilidad de pensar en otros términos las personas
responden. No necesitas sino darle cauce a lo detenido como por
un dique por siglos. Una de las características de esa primera etapa
del feminismo fue el inmenso caudal emotivo de las mujeres, cómo
se desbordaron una cantidad tal de cosas que no habíamos dejado
que saliera (p.11).
' Marta Acevedo, 10 de Mayo, Manuel Casillas/SEP, 1982.
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El caso es que cuando estas mujeres estaban distribuyendo y
repartiendo sus volantes llegó un convoy de autobuses del cual
bajaron las misses de Miss Universo, y junto con ellas las cámaras
de Televisa, quien en su acostumbrado tono pintoresco enfocó al
pequeño grupo de feministas y otra vez, el azar o los astros
intervinieron para que este acto minúsculo dejara huella en otras
mujeres, al informarse por este medio aunque fuera de manera
ridiculizada, que más que consagrar un día al ser que te dio la vida,
es más importante consagrar los esfuerzos en la posibilidad de
construir otro tipo de relaciones al interior de las familias, en donde
el trabajo doméstico no recaiga exclusivamente sobre los hombros
de las mujeres, ni polarice los géneros binariamente; es decir, la
posibilidad de decir ¡Bastal.
Esta voz que gritó ¡basta!, encontró eco entre un nutrido grupo
disperso de jóvenes universitarias y mujeres trabajadoras, que en
sus vidas cotidianas estaban rompiendo con los esquemas
tradicionales que se esperaban de una "buena" mujer. Algunas de
ellas, no todas, hablan sido o eran activas participantes de las
organizaciones sociales y de los partidos politicos. Sin embargo,
estaban decepcionadas de estas experiencias y coincidían en señalar
que estaban hartas de los cargos de segunda y de los pocos espacios
democráticos que existían en esas organizaciones para las mujeres.
De ahi surgió la inquietud de buscar otras opciones de participación
y organización, como las reuniones de autorreflexión en los
"pequeños grupos". Evitando así neutralizar su posición en la vía de
pasos ascendentes que proponía la izquierda organizada, o del sujeto
trascendental "neutro" y homogéneo. Las demandas de las mujeres
para la izquierda, podían esperar. Primero era necesario luchar contra
la burguesía y el estado en una lucha estratégica, que prometía que
una vez alcanzado o conquistado el poder se estarla en condiciones
de construir la nueva sociedad, donde surgiría el "hombre nuevo".
Muchas de estas mujeres eligieron continuar al interior de estas
organizaciones desarrollando una "doble militancia", otras por el
contrario, se autonomizaron de las mismas y llevaron a cabo una
lucha independiente. Pero todas compartieron el ser artífices de
nuevas identidades femeninas, lejos de la sofocante imagen
doméstica y la sacralidad del mito materno.
La reacción en contra del modelo de la familia fue virulenta
entre los movimientos juveniles. Estos movimientos exigían a gritos
una liberación sexual, que se vio potenciada por el acceso
generalizado a los métodos anticonceptivos; pero sobre todo, por el
soporte del discurso libertario de la época.
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Estos movimientos libertarios reivindicaban los encuentros pre-
matrimoniales, al mismo tiempo que tiraban al arcón de la historia
oficial la decimonónica virginidad, los anillos de compromiso y el
incómodo uso del prefijo señora""de"... para dar nominación a su
nuevo propietario.
El feminismo convocó a que las mujeres exigieran el derecho a
disponer de sus cuerpos libremente, tanto para el goce y el placer,
como para poder interrumpir los embarazos si estos fueran no
deseados. No como práctica anticonceptiva, ciertamente, sino como
derecho inalienable de tener control sobre el propio cuerpo, derecho
que simbólica y realmente, continúa negado a las mujeres, a
excepción de los casos legislados —hoy en disputa en el Congreso,
dado el ascenso de la derecha panista (Partido de Acción Nacional)
a los cargos de poder politico—. También las exhortaba a denunciar,
si fuera el caso, de la violencia genérica ejercida contra ellas.
La famosa consigna dueñas de nuestros cuerpos, dueñas de
nuestras vidas, animaba a que las mujeres si así lo deseaban, se
casaran, si querían ser madres pero permanecer solteras también
se valía, al igual que no tenían porque ser obligatoriamente
heterosexuales ("bugas"), u obligatoriamente monogámicas, viviendo
bajo un doble patrón moral, que las castigaba a ellas como "putas" y a
sus maridos los premiaba como "machos viriles exitosos" o "normales".
Los y las jóvenes de los setenta respiraron la atmósfera de un
espíritu de cambia y libertad que se vivía en muchas partes del mundo
y cuyas analogías son increíbles. En México, a pesar de la violencia
y el terror causado por el 68 y por el Jueves de Corpus, estas voces
no se acallaban, al contrario "cantaban" a los corazones "comprometidos"
y utópicos, previniendo a unos del machismo vergonzoso y a otras de que
"la vida empieza donde todos somos iguales..."
Me refiero al canto de Amparo Ochoa en la canción Mujer, de
Gloria Martín, que dice...
"Mujer, si te han crecido las ideas de ti van a decir cosas muy
feas, que no eres buena, que si tal cosa, que cuando callas te
ves mucho más hermosa.
Mujer espiga abierta entre pañales, cadena de eslabones
ancestrales. Ovario fuerte, di lo que vales, la vida empieza
donde todos somos iguales.
Mujer... (se repite) ...Cuando no quieras ser incubadora, dirán
no sirven estas mujeres de ahora."
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mejores condiciones de vida para todos: en el campo de la salud,
del trabajo, de la política, del conocimiento, de los medios masivos
de comunicación, de las expresiones artísticas, etcétera. No obstante,
me interesa destacar aquí un proceso de cambio en la constitución
misma de la identidad femenina, que Gilles Lipovestky identifica como
la emergencia de una nueva forma de feminidad, que él denomina
como"La tercera mujer. Dice así:
"El día después de la mujer de su casa designa el ciclo histórico
que coincide con el reconocimiento social del trabajo de las mujeres
y su acceso a las actividades y formaciones otrora coto vedado de
los hombres. Sin embargo, tales cambios forman parte de un conjunto
más amplio, en el que subyacen tres fenómenos de tondo: el poder
femenino sobre la procreación, la "desinstitucionalización" de la
familia, y la promoción del referente igualitario en la pareja (1999:213).
Hasta el momento presente, la existencia femenina siempre se
ordenó en función de las vías social y "naturalmente" pretrazadas:
casarse, tener hijos, ejercer las tareas subalternas definidas por la
comunidad social. Esta época concluye ante nuestros ojos, el destino
femenino entra por primera vez en una era de imprevisibilidad y de
apertura estructural ¿qué estudios realizar? ¿casarse o vivir en
concubinato? ¿qué número de hijos y en qué momento? ¿Cómo
conciliar la vida profesional y la vida maternal? Todo, en la existencia
femenina, es ahora objeto de elección, de interrogación y de arbitraje
(1999:219)."
La elección del tipo de vida se ha convertido en una realidad,
que hace que las mujeres contemporáneas puedan interrogarse
sobre aspectos fundantes de su identidad, como es si desean o no
ser madres. 2 Esta atmósfera cultural que encierra la idea de elección
está profundamente arraigada en el ethos liberal de las sociedades
capitalistas, pero con el sistema económico neoliberal se ha
profundizado de una manera asombrosa. Este proceso ha sido
ampliamente documentado, por analistas sociales tan reconocidos
como Gilles Lipovetsky, Alain Touraine, Manuel Castells y Anthony
Giddens, entre otros. Pero quisiera en este espacio, dar crédito a la
palabra atenta de una mujer que ha plasmado en su relato el pulso
de lo que acontece en nuestras sociedades urbanas
latinoamericanas, al menos en los ambientes universitarios de la
UNAM, aunque puede hacerse extensivo a otros espacios sociales y
culturales del México moderno. Su testimonio:
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En sentido estricto, hablando desde el campo disciplinario del psicoanálisis, el deseo
de una mujer por tener un hijo, es un deseo único e individual, que pasa entre otras
cosas, por "la posición a la que se llega después de una larga y compleja historia, en
la que el papel fundamental corresponde a las relaciones que la mujer ha establecido
en su infancia con sus padres, tanto en el plano de la triangulación edípica como en
el de la identificación especular con la madre" (Tubert, 1996:10).
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"Yo no soy así totalmente pesimista, creo que por primera vez
en la vida de la humanidad, sí existe la opción real para las mujeres
de decir no quiero tener un hijo. Que esa posibilidad está
restringidísima a una cultura, completamente elitista, a un grupo social
chiquitito, pero de que existe, existe. Creo que esto es inédito. Tiene
que ver con técnicas reales, como que hay anticonceptivos, cien por
ciento eficaces, hay aborto como realidad, como práctica inmediata
que tú puedes decidir y tomar la decisión ahorita si te falla el
anticonceptivo. Es decir, anticonceptivos creo que ha habido a lo
largo de toda la historia de la humanidad y el aborto también, e
inclusive soluciones más drásticas como el infanticidio y esas cosas.
O sea, cuando alguien decidía que no quería ser madre, no lo era y
punto. Pero ahora la posibilidad de que eso no solamente sea como
una situación específica de un momento dado, sino como un proyecto,
como un deseo real, creo que es la primera vez que fructifica. Es la
primera vez que una mujer puede decir:""yo no quiero ser mamá, yo
lo que quiero ser es ingeniera, aviadora, lo que sea, bailarina y que
esto sea real". Yo lo veo en mis alumnas y les empiezo a creer cuando
dicen: ¿yo?... ¿un marido? ¿cuidarlo? ¿un hijo? ¡Guácatelasl
Creo que es la primera vez en la historia de la humanidad en
que realmente hay una poquitas opciones abiertas para las
mujeres, y que las mujeres las están tomando con alguna
libertad...''
Virginia, 49 años, filósofa
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las debidas precauciones, está lejos de cumplirse para la inmensa
mayoría de mujeres en nuestro país. Me refiero no a los impedimentos
legales que obstaculizan esta decisión (como el caso de la
penalización del aborto), sino a los diques culturales que "dificultan"
que este derecho se ejerza libremente. Analícese por ejemplo, el
poder de influencia de los discursos de los expertos (médicos y
psicólogos) que diagnostican que las mujeres que no tienen hijos,
padecerán tarde o temprano, síntomas de desorden físico y mental,
como tumores, angustia, depresión, frustración y arrepentimiento.
Judith Butler, una de las teóricas feministas norteamericanas
más destacadas en la actualidad, señala claramente la intención
política que juegan las palabras para mantener el orden establecido,
y añade que: "si la maternidad llega a ser una elección, ¿qué será
posible entonces?".
Esta alarma de pensar que las mujeres ejerzan el derecho a la
autodeterminación de sus cuerpos, es parte de la cruzada
emprendida por el Vaticano y los grupos políticos conservadores en
contra de las organizaciones feministas y de lesbianas, como se
manifestó en la Conferencia Internacional sobre la Población y el
Desarrollo (GIRD), realizada en El Cairo, en 1994, yen la iv Conferencia
Internacional de la Mujer, realizada en Beijing en 1995. En México
esta cruzada es encabezada por algunos funcionarios panistas, y
por grupos como el Opus Dei, Provida y la Asociación Nacional de
Padres de Familia, cuyas principales batallas se han centrado en
contra de la despenalización del aborto y del uso de los métodos
anticonceptivos, e incluso de la utilización de la categoría analítica
de género, como óptica de análisis de las relaciones sociales que se
establecen a raíz de las interpretaciones sobre la diferencia sexual.
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representativa de esa crítica y de esas crisis.
De la crisis de la pareja. Como que las mujeres de mi
generación, durante mucho tiempo se cuestionaban si la pareja
y el amor, las relaciones entre el hombre y la mujer. Todo se
estaba poniendo en cuestión, en el momento en que se
suponía, que yo tenia que estar teniendo hijos.'
Camila, 45 años, pintora.
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de manera familiar, ya sea social o culturalmente.
Yo creo que, en ese sentido, tuvimos una osadía muy
respetable, que deberíamos conservar. Y creo sinceramente
que con la maternidad debemos hacer lo mismo, "no pedir
permiso". Sencillamente vivirla conforme tengamos la osadía
de vivirla."
Cristina, 45 años, pedagoga.
Bibliografía
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