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Máquinas situadas
Por lo general, las miradas feministas a la tecnología están marcadas por la
polarización. En un extremo del discurso, las posturas de tradición más tecnófoba
señalan la dimensión opresiva de las innovaciones técnicas, mostrándolas como
un instrumento histórico de dominación de las vidas, los cuerpos, la sexualidad y
las funciones reproductivas de las mujeres. Esta postura arrastra ciertas inercias
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el entorno natural -una idea típicamente patriarcal- pero es también la que se ha
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cuerpos y sobre la naturaleza; saberes informales y colectivos que hoy forman
parte de nuestra memoria común.
En el otro extremo se encuentran las interpretaciones entusiastas
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ciberfeminismo1, el movimiento artístico nacido en la década de los noventa que
declinó para el activismo de género las palabras-clave de la primera ola de la cultura
digital: comunicación de guerrilla, DIY, apropiacionismo, colectividad, conocimiento
libre, horizontalidad, creación de redes, etc. Como todas las corrientes vinculadas
con los new media, el ciberfeminismo fue marcadamente anglosajón y salvo
excepciones2 inspirado por un tecno-determinismo casi religioso. La tendencia
general fue celebrar la tecnología aislándola de su contexto, sin prestar atención
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Revista “Wired”, marzo de 2011.
“1 millón de trabajadores. 90 millones
de iPhones. 17 suicidios.
De aquí vienen tus gadgets.
¿Debería importarte?”
a cuestiones como las condiciones de producción del sector de la
electrónica de consumo o la correspondencia entre la revolución de las
comunicaciones digitales y el neoliberalismo global.
Hoy ambas posturas siguen pareciendo irreconciliables. Sin
embargo, el andamiaje conceptual que acampañó al ciberfeminismo
contenía ya una lectura de la tecnología que permitía quebrar esta
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Haraway sigue siendo posiblemente la contribución más visionaria y a
la vez transversal sobre la tecnología. Haraway re-sitúa la tecnología
en sus circunstancias para desenmascarla como proyecto político.
En concreto, su propuesta del “conocimiento situado”3 sugiere que el
sujeto que piensa nunca es un sujeto abstracto o a-histórico sino un
sujeto insertado en un contexto económico, cultural o social, y que
esta situación condiciona sus ámbitos de interés y sus observaciones.
Desde Haraway, el conocimiento situado se ha convertido en la postura
epistemológica característica del enfoque feminista de la ciencia que
nos recuerda, a cada paso, que el saber objetivo no existe, que siempre
se piensa con alguna intención y desde algún lugar.
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forma en que se organizan los factores productivos en dos sectores
muy concretos de la industria tecnológica: las redes sociales y las
tecnologías reproductivas. Ambos son campos muy innovadores,
no sólo en terminos técnicos sino también sociales pues contribuyen
considerablemente a la transformación de los estilos de vida. Pero lo
hacen apoyándose en un modelo de división del trabajo que perpetúa
la devaluación de las actividades reproductivas y la explotación de las
mujeres (o de los cuerpos-otros) en todas las fases de la cadena de
producción.
Maternidades distribuidas
Las tecnologías reproductivas están ampliando los límites de
OR SRVLEOH /D LQVHPLQDFLyQ DUWLÀFLDO OD IHFXQGDFLyQ in vitro, la
proliferación de los bancos de semen y óvulos, la posibilidad de
congelar embriones durante meses o años después de haber
sido fecundados... son avances que expanden los conceptos
de maternidad y paternidad y transforman los modelos de
familia. Pero también están abriendo un nuevo mercado, muy
rentable, que opera con el modelo de negocio característico de
la economía globalizada. Los siguientes datos provienen de la
web de Tammuz International Surrogacy, una empresa israelí
especializada en servicios integrales de maternidad subrogada,
un fenómeno más conocido bajo la expresión de “vientres de
alquiler”9.
Tammuz ofrece a su clientela, compuesta sobre todo
por parejas heterosexuales y parejas de hombres gays, un
seguimiento completo del proceso de subrogación, que incluye
la selección de donantes, el tratamiento de estimulación del
ciclo ovárico, la inseminación del embrión, la implantación en el
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Los clientes pueden elegir entre tres modalidades. En el
llamado “Plan-Este” todo el proceso se realiza en India, con
óvulos locales. Una vez fecundado, el embrión se implanta en
el útero de una mujer india que permanecerá durante nueve
meses en una “clínica especial” (en realidad, residencias
en la que las madres subrogadas se encierran durante el
embarazo para ocultarlo). El “Plan-Oeste” es idéntico pero en
los Estados Unidos: la donante de óvulos es norteamericana,
el vientre de alquiler también. La diferencia respecto al plan
anterior es que es cuesta aproximadamente el doble porque
tanto los óvulos como los úteros tienen un coste mayor en los
Estados Unidos que en países como la India. En concreto,
los óvulos de mujeres blancas tienen siempre un precio
más elevado porque son los más demandados, ya que la
mayoría de los clientes son de raza blanca y desean que su
descendencia también lo sea; como en cualquier negocio,
aquí también prima la ley de la oferta y la demada. El tercer
plan, el “Plan Oeste-Este” o “Sudáfrica-Este”, combina los
dos servicios más demandados de los otros planes: el bajo
coste del embarazo en India con el uso de óvulos de mujer
blanca. El embrión se fecunda en los Estados
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su gestación. El coste de esta tercera modalidad
también es intermedio.
Como en todas las industrias de
implantación global, aquí también los factores
productivos se deslocalizan a países en los que
las materias primas y la fuerza de trabajo son
más baratos, con la diferencia de que, en este
caso, las materias primas son óvulos, semen y
embriones, y la fuerza de trabajo proviene de las
mujeres que venden su capacidad reproductiva.
“Smart Mom” (1999-2009), proyecto del
colectivo ciberfeminista subRosa En la organización de estos recursos se combinan
varias tecnologías: tecnologías de comunicación para dirigir
el proceso a distancia; tecnologías de procesamiento de
información para la evaluación continua y la gestión de datos
personales y bases de bio-datos; y tecnologías biomédicas
para la estimulación del ciclo ovárico, la selección de óvulos,
ODFRQVHUYDFLyQHQIUtRGHÁXLGRVFRUSRUDOHVODLQVHPLQDFLyQ
in vitro y la implantación, así como técnicas básicas de
ginecología y obstetricia.
La maternidad subrogada es una implementación
tecnológica de la capacidad reproductiva, que desplaza el
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ÀJXUDFLRQHV cyborg de Donna Haraway. Cuando Haraway
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y concepto (...) es permeable; más aun, mito y herramienta se
constituyen mutuamente”10, lo hace precisamente para señalar
que lo natural no es aquello que queda fuera de la tecnología,
sino aquello que es naturalizado a través de ella11. La tecnología
de la maternidad subrogada es, desde este punto de vista,
una tecnología de naturalización. Pero a la vez, como todas
las tecnologías reproductivas, es también una tecnología de
cercamiento12 en el sentido de que incorpora
a la esfera del libre mercado recursos que
hasta ahora quedaban fuera de las relaciones
comerciales -como los óvulos, el semen, los
embriones o los úteros fecundables- y lo hace
replicando modelos de organización productiva
de marcado caracter sexista y colonial.
Conclusiones
El cruce entre feminismo y cibernética, como el
SODQWHDGRSRUODELyORJD\ÀOyVRIDGHODFLHQFLD
Donna Haraway, nos dice que nuestros cuerpos
son un compilado de códigos, una estructura
de datos que puede ser subvertida, intervenida,
hackeada. Pero siguiendo con esa misma lógica
se hace visible que esos mismos cuerpos, a su
vez, se conectan con una estructura de datos
mayor, de escala planetaria, por la que circulan
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primas y mercancías, distribuidos en todos los
puntos del sistema y monitorizados a distancia.
Esta estructura de datos, diseñada y gobernada
también como un organismo cibernético, es al
mismo tiempo un proyecto colonial y un proyecto
de género.
Imágenes del documental Los binomios cultura/naturaleza, máquina/
“Google_baby”
(Zippi Brand Frank, 2009) cuerpo, mecánico/orgánico, hombre/mujer no pueden ser
analizadas al márgen de otro binomio fundamental, directamente
conectado con la historia de la ciencia y con la historia del
capitalismo: el binomio humano/salvaje. Historicamente el
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HPSDUHQWDGRFRQHOGHPRQLRHWFSHURKD\XQVLJQLÀFDGRTXH
ha mantenido hasta hoy y que preside el modelo de desarrollo
económico nacido con la modernidad. Por encima de todo, ser
salvaje quiere decir ser un recurso disponible. Lo que une al
salvaje con la mujer y la naturaleza es que, en la organización
capitalista todos ellos se consideran recursos susceptibles
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de ser explotados. Su explotación indiscriminada, invisible y barata es
consustancial al funcionamiento de la máquina.
Esto es especialmente visible en los casos en los que, mediante
las innovaciones tecnológicas, se perpetúan bajo una apariencia nueva
modelos muy viejos de explotación de la fuerza de trabajo. Es lo que ocurre
en las redes sociales, donde los y las usuarias sienten que la actividad que
realizan de forma gratuita es consustancial a su condición de internauta, de
la misma manera que las tareas impagadas de la madre y el ama de casa
se han presentado tradicionalmente como consustanciales a la identidad
de mujer. Pero es aún más evidente en las tecnologías reproductivas,
donde la fuerza de trabajo y las materias primas con las que se comercia
están directamente incorporadas a los cuerpos; cuerpos cuya posición en
la estructura productiva no es en todos los casos la misma: la estudiante
europea que vende sus óvulos no es igual que la mujer india que alquila
su útero, ni esta es igual que la profesional norteamericana que adquiere
esperma congelado para hacerse inseminar.
(O IHPLQLVPR VH KD HVIRU]DGR SRU SRQHU GH PDQLÀHVWR OD
dimensión narrativa de la ciencia, por demostrar que “hacer ciencia”
es también poner en circulación ciertos mitos, relatos, cosmovisiones,
ideas sobre el mundo. En consecuencia, puesto que la tecnología es un
instrumento de producción de discurso, la estrategia feminista no puede
consistir solamente en resistir per se al avance de las innovaciones
técnicas, sino en analizar las transformaciones que se ponen en marcha
a través de ella. Transformaciones que, la mayoría de las veces, tienen al
mismo tiempo consecuencias emancipadoras y de dominación y necesitan
ser analizadas a la vez desde el paradigma tecnoqueer y desde las
reivindicaciones ecofeministas, desde la celebración del potencial liberador
de las tecnologías y desde la denuncia de los patrones ultra-capitalistas
y explotadores en que se asientan. Cada una de estas posturas, por su
lado, no puede dar respuesta a las complejidades del horizonte tecnológico
pero los caminos que comunican entre ellas no están trazados, hay que
inventarlos.
Notas:
1. Para un recorrido general sobre la historia del ciberfeminismo, con textos y
materiales de referencia, se pueden consultar los archivos de Mujeres en Red
(http://www.nodo50.org/mujeresred/cyberfeminismo.html) y e-Mujeres.net (http://e-
mujeres.net/ciberfeminismo).
2. Wilding, Faith y Critical Art Ensemble, “Notas sobre la condición política del
ciberfeminismo” publicado en Mujeres en Red: http://www.mujeresenred.net.
3. Haraway, Donna, “Ciencia, cyborgs y mujeres: la reinvención de la naturaleza”,
Cátedra, Madrid, 1995.
4. http://extremisimo.com/las-redes-sociales-superan-todo-en-internet-por-primera-vez/
Madres subrogadas en el periódico
“Indian Voice”, Melbourne, 2011
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ERREAKZIOA-REACCIÓN
Edición y coordinación editoral:
Erreakzioa-Reacción (Estibaliz Sádaba y Azucena Vieites)
Editora invitada: María José Belbel Bullejos
Diseño: Estibaliz Sádaba
Impresión: Imprenta Luna
Tirada: 500 ejemplares
Edición 1ª: junio 2012
Deposito Legal: BI-1036/2012
ISBN: 978-84-695-3746-6
El Copyright de los textos, las traducciones y las imágenes pertenece a las autoras y
el del texto de Eve Kosofsky Sedgwick a Duke University Press.
Agradecimientos: Agustín Pérez Rubio, Helena López Camacho, Gabriel Villota Toyos y
Lourdes Merino.