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Las leyes fueron en una u otra forma, la expresión jurídica intereses de clases dominantes a quienes el
Estado representaba; y entre tales intereses tiene que haber algunos que sean principales y permanentes, de
ahí que toda legislación deba estar regida por principios que le confieren unidad interna.
La legislación indiana se formó con un caudal de Reales Cédulas que buscaban solución a problemas
muy concretos y hasta circunstanciales, pero las disposiciones ordenadas oportunamente en una recopilación,
integraron y ponen a la vista un cuerpo de Derecho bastante coherente.
El estudio de las fuentes coloniales guatemaltecas permite descubrir lineamientos de una política agraria
definida. Se puede señalar con precisión cinco principios que configuraron la política colonial, emanados de
intereses económicos que la documentación no oculta, esos principios hallaron expresión en las leyes
coloniales de tierras, se enumeran a continuación.
PRINCIPIO DE SEÑORÍO: se encuentra expresado en el señorío que ejercía la corona de España sobre
todas las tierras de las provincias conquistadas en su nombre. Era el derecho de conquista que fue un
proceso violento de apropiación que suprimió el derecho de propiedad de los nativos sobre sus tierras,
pero no se dio automáticamente a los conquistadores, pues conquistadores y conquistados, sólo podían
recibir tierras del nuevo y verdadero dueño, el rey, pues en su nombre, y únicamente bajo esa
condición, habían venido los primeros a arrebatarle sus dominios a los segundos. Consumada la
conquista, toda propiedad provenía, directa o indirectamente de una concesión real. El reparto de tierras que
hacían los capitanes de conquista entre sus soldados, lo hacían en nombre del monarca con poderes
especiales otorgados por él, y la plena propiedad de aquellas posesiones estaba sujeta a confirmación real.
El principio tiene dos vertientes: Una positiva: sólo el rey cede o vende tierra. Otra negativa: cualquier tierra
que el rey no haya vendido o cedido es tierra realenga le pertenece al rey y no puede ocuparse ni
usarse sin incurrir en delito de usurpación.
La corona cedió y vendió tierras a quien le convino, y esto fue factor de latifundismo, los primeros latifundios
guatemaltecos fueron las grandes concesiones de tierras hechas por el rey a favor de conquistadores y
primeros colonos; y al negarles tierras a los mestizos pobres, los lanzó como arrendatarios a las grandes
haciendas y creó con ello un motivo adicional para la expansión latifundista de dichas empresas.
PRINCIPIO DE LA TIERRA COMO ALICIENTE: España desarrolló este principio en Indias, pues no tenía
recursos para sufragar expediciones de conquista, entonces las estimuló como empresas privadas con el
aliciente de ofrecerles a los conquistadores ventajas económicas en las provincias que conquistasen. en la
región centroamericana, pobre en metales preciosos, la concesión de tierras y control sobre los indios, fueron
los principales alicientes empleados. La Real Cédula de Fernando el Católico, fechada en Valladolid el 18 de
junio de 1513 incorporada después a la Recopilación de Leyes de Indias “Porque nuestros vasallos se
alienten al descubrimiento y población de las Indias, y puedan vivir con la comodidad, y conveniencia,
que deseamos: Es nuestra voluntad, que se puedan repartir y repartan casas, solares, tierras,
cavallerías, y peonías a todos los que fueren a poblar tierras nuevas en los Pueblos y Lugares, que por
el Governador de la nueva población les fueren señalados, haciendo distinción entre escuderos, y
peones, y los que fueren de menos grado y merecimiento, y los aumenten y mejoren atenta la calidad
de sus servicios, para que cuiden de la labranza y crianza; y haviendo hecho en ellas su morada y
labor, y residido en aquellos Pueblos quatro años, les concedemos facultad, para que de allí adelante
los puedan vender, y hacer de ellos a su voluntad libremente, como cosa suya propia; y asimismo
conforme a su calidad, el Governador o quien tuviere nuestra facultad, les encomiende los Indios en el
repartimiento que hiciere, para que gocen de sus aprovechamientos y demoras, en conformidad a las
tasas, y de lo que está ordenado”. Hubiera sido desastroso para los intereses de la corona que se
propagara la noticia de que los conquistadores no estaban siendo debidamente premiados por su inversión, ni
los primeros pobladores por su decisión de trasladarse a las colonias recientes. El rey ofrecía y cedía una
riqueza que no había poseído nunca antes del momento de cederla. Los conquistadores salían a conquistar
unas tierras con autorización, en nombre y bajo el control de la monarquía; y la monarquía los premiaba
cediéndoles trozos de esas mismas tierras y sus habitantes. Les pagaba, pues, con lo que ellos le
arrebataban a los nativos y con los nativos mismos. Y como cedía algo que no le había pertenecido antes de
cederlo, podía cederlo en grandes cantidades.
Las actas del primer cabildo de la ciudad de Santiago de Guatemala, desde el día siguiente al asiento de la
ciudad, muestran un cuadro muy animado de los conquistadores repartiéndose las tierras entre sí, en grandes
extensiones, con base en la autorización que para ello tenía el jefe de la expedición, Alvarado, y las personas
en quienes delegó dicha facultad en sus ausencias. Este principio político determinado por la necesidad de
expandir y consolidar un imperio sin hacer gastos, a expensas de los conquistados, fue a su vez un punto de
partida del latifundismo. Las tierras cedidas a los conquistadores y primeros pobladores, solicitadas por ellos
en extensiones que la corona no podía valorar por desconocimiento de lo que cedía, fueron los primeros
latifundios coloniales, susceptibles de ser posteriormente ampliados.
En los siglos subsiguientes la posibilidad de adquirir tierra por merced real siguió siendo un incitante de la
inmigración española a Indias. Finalizando el siglo XVI, dos generaciones de colonizadores españoles habían
echado raíces en las colonias. Habían erigido ciudades, tenían tierras en abundancia, disponían del trabajo
forzado de los indios, muchos de ellos tenían encomiendas, habían fundado familias y tenían descendientes
criollos.
En 1591 fueron despachadas por Felipe II las dos Cédulas que definitivamente pusieron en vigencia el
principio de la composición de tierras en el reino de Guatemala —y parece que lo mismo ocurrió en todas las
colonias en ese año—. Es del mayor interés la lectura cuidadosa de unos fragmentos de dichas Cédulas, ya
que ilustran de manera inmejorable los criterios que presidieron el principio de composición de tierras desde
sus inicios. Las dos Reales Cédulas son de la misma fecha (1o. de Noviembre de 1591) y en la primera se
leen los siguientes conceptos: “El Rey. Mi Presidente de mi Audiencia Real de Guatemala. Por haber yo
sucedido enteramente en el Señorío que tuvieron en las Indias los Seriares que fueron de ellas (se
refiere a los nativos conquistados, S.M.), es de mi patrimonio y corona real el Señorío de los baldíos,
suelo y tierra de ellos que no estuviere concedido por los Señores Reyes mis predecesores o por mi o
en su nombre y en el mío con poderes especiales que hubiéremos dado para ello; y dunque yo he
tenido y tengo voluntad de hacer merced y repartir el suelo justamente (. . .) la confusión y exceso que
ha habido en esto por culpa u omisión de mis Virreyes, Audiencias y Gobernadores pasados, que han
consentido que unos con ocasión que tienen de la merced de algunas tierras se hayan entrado en
otras muchas sin título (...) (lo cual) es causa que se hayan ocupado la mejor y la mayor parte de toda
la tierra, sin que los concejos (se refiere a los municipios de los pueblos, S.M.) e indios tengan lo que
necesariamente han menester (. . .); habiéndose visto y considerado todo lo susodicho en mi Real
consejo de las Indias y consultándose conmigo, ha parecido que conviene que toda la tierra que se
posee sin justos y verdaderos títulos se me restituya, según y como me pertenece. . . “, y por ese tenor
continúa la Cédula ordenando que todas las tierras usurpadas le sean devueltas al rey. Parecería, a primera
vista, que la usurpación de tierras, su apropiación ilegal y subrepticia, sufría un rudo golpe con aquella
categórica disposición real. Pero estaba ocurriendo precisamente lo contrario: se estaban poniendo las bases
para que la usurpación se convirtiera en un procedimiento normal para apropiarse la tierra y una de las
principales modalidades de la formación de latifundios.
Lo anterior fue un fenómeno promovido hábilmente por la política económica de la monarquía. La Cédula
citada ordena recuperar para el rey todas las tierras ocupadas sin títulos. No ofrece ninguna posibilidad de
retenerlas con base en arreglos. Es una orden tajante. Pero en la segunda Cédula de esa misma fecha se le
dice al Presidente que, no obstante lo ordenado en la anterior, se puede entrar en arreglos con los
usurpadores si éstos se muestran dispuestos a pagar lo “justo y razonable”. Leamos sus renglones
medulares: “Por otra Cédula mía de la fecha de ésta os ordeno que me hagáis restituir todas las tierras
que cualesquiera personas tienen y poseen en esa Provincia sin justo y legítimo título” — dice el
monarca, pero seguidamente agrega que: —“... por algunas justas causas y consideraciones, y
principalmente por hacer merced a mis vasallos, he tenido y tengo por bien que sean admitidos a
alguna acomodada composición, para que sirviéndome con lo que fuere justo para fundar y poner en
la mar una gruesa armada para asegurar estos Reynos y esos, y las flotas que van y vienen de ellos
(… ) se les confirme las tierras y viñas que poseen, y por la presente, con acuerdo y parecer de mi
Consejo Real de las Indias, os doy poder, comisión y facultad para que, reservando ante todas cosas
lo que os pareciere necesario para plazas, ejidos, propios, pastos y baldíos de los lugares y concejos
(se refiere otra vez a los municipios de los pueblos, S.M.), así ( por lo que toca al estado presente
como al porvenir del aumento y crecimiento que puede tener cada uno, y a los indios lo que hubieren
menester para hacer sus sementeras, labores, y crianzas, todo lo demás lo podáis componer, y
sirviéndome los poseedores de las dichas tierras (. . .) que tienen y poseen sin justo y legítimo título,
se las podáis confirmar y darles de nuevo título de ellos (la expresión “de nuevo” no significaba en aquel
léxico “otra vez”, sino “por primera vez, como cosa que antes no había ocurrido”, SM.) (...) y en caso que
algunas personas rehusaren y no quisieren la dicha composición, procederéis contra los tales
conforme a derecho en virtud de la dicha mi real cédula.“ lo que la corona quería no era que le
devolvieran las tierras usurpadas, sino que no se las devolvieran; quería la composición, necesitaba el dinero.
La composición fue un importante renglón de la Real Hacienda en el reino de Guatemala hasta pocos años
antes de la Independencia. La usurpación de tierras se practicó desde el siglo XVI con base en la liberalidad
de las concesiones originales y en el descontrol de la primera etapa colonizadora.
En la última década de ese siglo fue instituido el sistema de composiciones, el cual no vino a frenar la
usurpación —porque no era su finalidad— sino a convertirla en un procedimiento normal para adquirir tierras y
ensanchar los latifundios. Las leyes sistematizaron la usurpación de tierras para todo el período colonial.
PRESERVACIÓN DE LAS TIERRAS COMUNALES DE INDIOS: El principio de la política agraria colonial fue
crear los pueblos de indios, distintos de los poblados prehispánicos (poblaciones indias antes de la conquista),
que fueron desmantelados para crear estas nuevas concentraciones. Todos los pueblos de indios fueron
dotados desde su creación con dos clases de tierras: las llamadas ejidos—también “de pastos y ejidos” o
“montes y pastos”—, y las llamadas tierras comunales, también “comunes de labranza”, “de sementera” o “de
labranza y sementera”. Los ejidos eran la tierra indispensable y de uso común en derredor del pueblo: tierra y
montes para recolectar madera y otros materiales de construcción, madera y hojas secas para combustible,
espacios para exponer al aire y al sol hilos y telas, y también para soltar algunos animales de propiedad
particular a fin de que pacieran en ellas.
Debe indicarse que hubo mucho descuido en la denominación de las tierras de indios, y que fue incluso
corriente llamar ejidos al conjunto de dichas tierras, englobando las ejidales y las comunales. Además de los
ejidos y tierras comunales, hubo tierras que pertenecieron a ciertos indios en forma particular. La estructura
colonial propició la existencia de pequeñas camarillas de indios no serviles en los pueblos; indios “nobles” que
no tributaban ni acudían al trabajo obligatorio (repartimiento) y que estaban incorporados al aparato de
autoridad y de explotación.
Dentro de esas facciones cabildescas hubo indios ricos que dispusieron de medios económicos para
componer tierras de su propiedad. También hubo en los pueblos minorías de mestizos que llegaron a
poseerlas propias en modesta cantidad. La mediana y pequeña propiedad rústica existió, pues, en el cuadro
agrario colonial, pero fue una realidad muy limitada. El panorama del agro durante la colonia estuvo
predominantemente formado por latifundios y tierras comunales.
BLOQUEO AGRARIO DE LOS MESTIZOS: Este era un principio que operaba al margen de la ley. Las Leyes
de Indias en lo tocante a tierras no hacen discriminación de la gente mestiza —las “castas”, los ladinos, etc.—,
ofrecían apoyo legal para que ellos también pudieran obtenerlas por los procedimientos usuales. Las Cédulas
especiales para Guatemala, así como las disposiciones elaboradas por la Audiencia, tampoco establecen
limitación para la adquisición de tierras por mestizos, aunque es de notarse que siempre se refieren a ellos
como particulares, facultándolos para adquirirlas por composición. Sin embargo, dado que los mestizos
formaban un contingente humano en crecimiento y de escasos recursos económicos, era de esperarse que el
gobierno colonial, a nivel peninsular o a nivel de provincia, dictara las providencias necesarias para dotarlos
de tierras, considerándolos como un grupo económicamente diferenciado y muy necesitado de aquel recurso
fundamental. Si los indios, como clase, vivían en sus pueblos, tenían tierras y gozaban de un fuero especial,
los mestizos, como grupo emergente en la sociedad colonial, no ubicada y carente de medios de producción,
debieron ser objeto de creación de centros especiales para ellos, dotados de tierras para trabajar. Esto, que
se hizo en otras colonias y que los mestizos del Reino de Guatemala solicitaron en diversas formas, fue
sistemáticamente rehuido por las autoridades de esta provincia. No podemos adentramos aquí en pormenores
acerca del mestizaje y el desarrollo de las capas medias en la sociedad colonial, pero es indispensable
señalar que los lineamientos fundamentales de aquel complicado proceso estuvieron determinados por lo que
indiscutiblemente fue uno de los principios de la política agraria colonial: el bloqueo agrario de aquellos
sectores emergentes.
La proliferación de ladinos configuró en aquella sociedad por lo menos dos capas medias urbana: una alta y
reducida, artesanal proveedora, y otra baja y numerosa, la “plebe” o gente pobre de los suburbios de las
ciudades coloniales. También configuro dos capas medias rurales: una alta y reducida, integrada por indios y
ladinos acomodados en pueblos de indios, y otra baja de grandes proporciones, constituida por la masa de
ladinos pobres dispersos en rancherías. Todas ellas fueron, por así decirlo, caminos que tomaron los mestizos
ante la imposibilidad de obtener tierras. Siempre de todas formas es interesante observar que la clase
latifundista pudo ampliarse, como lo hizo con la reforma cafetalera del siglo XIX, cuándo, eliminado él dominio
español sobre los indios, se pudo echar mano de éstos y disponer de ellos ampliamente. Se amplió, pues, la
plataforma de sustentación de la clase terrateniente a disponibilidad de indios y la clase pudo ampliarse
también.
RESUMIENDO.
Los principios de la política agraria colonial no hubieran llevado el latifundismo a los extremos que
llegó, si la estructura de la colonia y la esencia de la clase terrateniente criolla no hubieran obligado a
dicha clase a aprovecharse de aquellos principios para ampliar su dominio, cerrado y excluyente,
sobre la tierra. La tierra sin indios no significaba nada, porque la gran importancia de los indios como
creadores de valor, aconsejaba la adquisición de grandes extensiones de tierra. El grado de expansión
alcanzado por el latifundismo hacia el final de la colonia, aparece claramente manifiesto en observaciones
como la siguiente: “...En cuanto a los hacendados, unos poseen tierras de considerable número de
leguas sin trabajarlas, a reserva de alguna muy corta parte, resultando por consiguiente inútiles a ellos
y al común, que carece absolutamente de terreno propio para sembrar sus maíces u otro fruto…“.
A finales del Siglo 18, el Imperio español había caído en un atraso tanto tecnológico como económico e
ideológico.
En Francia, la revolución de 1789 termina con la monarquía y proclama la República. Estas nuevas ideas
asustan a las monarquías europeas, que forman coaliciones para invadir Francia y restaurar al Rey y la
monarquía. España se une a la coalición, junto a varios países europeos que incluían a los imperios Británico,
Austríaco, Otomano, Rusia, Prusia... Pero han subestimado el poder de Francia y la motivación de la joven
República. España no tiene los medios para resistir el avance francés y en 1808 es invadida por el ejército de
Napoleón Bonaparte, que corona como rey de España a su hermano mayor, José Bonaparte.
España se subleva. Lo que sigue son 4 años de caos, guerras de guerrillas, que exasperan al ejército francés
y agotan a los españoles. Los franceses se retiran en 1812 pero España ha perdido el poco poder e influencia
que le quedaban. Las ideas de la revolución francesa calan en las colonias españolas, y con la
metrópoli del imperio debilitada, suenan vientos de independencia en toda América Latina.
El Capitán-General José de Bustamante, gobierna el reino de Guatemala de 1811 a 1818 y reprime todos
los movimientos hacia la independencia, manteniendo la lealtad de la región a España. En 1814, el rey
Fernando VII es restaurado al trono de España e intenta reasumir el poder real absoluto. Sin embargo, en
1820, una revuelta restaura la constitución de 1812, motivando a su vez campañas de elecciones locales en
Centro América y abriendo un período de intensa rivalidad política entre las facciones emergentes de la élite
liberal y conservadora.
En marzo de 1821, el Brigadier Gabino Gainza llega a Guatemala procedente de Chile y asume
temporalmente el mando del país. Ese mismo año México se proclama como imperio independiente, liderado
por el General Agustín de Iturbide, implementando el Plan de Iguala de Independencia Septentrional por lo
que muchos temían una guerra civil.
Guatemala ganó su independencia de España sin sufrir las guerras que devastaron gran parte de América
Latina. El 14 de septiembre de 1821, el Brigadier Gainza convoca precipitadamente a una reunión. La
siguiente mañana, el 15 de septiembre de 1821, los representantes del gobierno, municipalidad, Iglesia
Católica, Universidad de San Carlos, el Concejo de Comercio, la junta legal y otros grupos fueron invitados a
reunirse a las 8h00 en el Palacio Nacional (ahora ubicado en el Parque Centenario de la zona 1). Aprobaron la
Declaración de Independencia con 23 votos a favor y 7 en contra. Quienes firmaron el Acta de Independencia
de Guatemala son llamados “Próceres de la Independencia”. María Dolores Bedoya fue la primera en gritar
“independencia!” luego de que se firmó la declaración.
En México se formó un gobierno que asumió la jurisdicción de todo el reino, manteniendo al Capitan-General
Gabino de Gainza como jefe ejecutivo, quien gobernaría hasta junio de 1822. Sin embargo, muchos
municipios de toda la región, desde Chiapas hasta Costa Rica, también asumieron el derecho de actuar por
cuenta propia, y muchos declararon su independencia no solo de España, sino también de México y
Guatemala. El nuevo gobierno, dominado por el abogado y profesor hondureño José Cecilio del Valle,
reaccionó rápidamente para incorporar el reino al Imperio Mexicano el 5 de enero de 1822.
En marzo de 1823 el gobierno de Iturbide en México colapsa y éste abdica. El 14 de junio se reúne el primer
Congreso y se anula la anexión a México, aprobándose la Declaración de Independencia absoluta de
Centro América el 1 de julio de 1823 y formándose las Provincias Unidas de Centro América, una federación
que incluía a Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica. El Dr. Pedro Molina se convierte en
Presidente de la Junta del Supremo Poder Ejecutivo.
La discordia plagaba a la federación. Los estados miembros resentían a la élite comercial y burocrática
guatemalteca, que habían ejercido el poder durante la época colonial. Además, la élite estaba dividida en
facciones liberales y conservadoras, que peleaban por el poder en el gobierno, políticas económicas y el rol
de la Iglesia Católica en la sociedad. El primer presidente federal, el salvadoreño Manuel José Arce, renunció
en 1827 luego de solo 2 años al frente, al estallar una guerra civil entre las facciones opositoras. Para 1827
los conservadores guatemaltecos habían tomado el control tanto del gobierno de Guatemala como del
gobierno federal, pero en 1829 las fuerzas liberales comandadas por el General hondureño Francisco
Morazán tomaron la ciudad de Guatemala. Bajo la presidencia de Morazán (1830 – 1840) la federación lanzó
reformas liberales y trasladó la capital federal desde la ciudad de Guatemala hacia San Salvador.
Morazán y otros liberales abogaban por el capitalismo y el gobierno republicano y querían limitar el poder del
clero, mientras que los conservadores apoyaban a una iglesia fuerte, a los terratenientes tradicionales y
estados altamente autónomos. Morazán instituyó políticas liberales que fueron empujadas hasta niveles
estatales por el gobernador de Guatemala, Mariano Gálvez. Estas medidas tomaron propiedades de la iglesia,
comunidades indígenas y rurales, y las cedieron a propietarios privados e inversores extranjeros para
desarrollar la agricultura comercial. Los oficiales liberales también realizaron cambios importantes en los
sistemas educativos, propiciaron la inmigración extranjera, e introdujeron los juicios con jurado y otras
innovaciones judiciales que reemplazaron las prácticas legales españolas tradicionales.
Carrera tenía puntos de vista conservadores muy arraigados, apoyaba a la iglesia y abogaba por el derecho
de los estados frente a la autoridad federal. Derrocó a Gálvez (gobernador de Guatemala) en 1838. Luego,
conforme la federación empezaba a desintegrarse, derrotó a Morazán en marzo de 1840, poniendo con ello fin
efectivo a las Provincias Unidas de Centroamérica. Desde entonces, Carrera dominó Guatemala casi como un
dictador hasta su muerte en 1865.
El poder militar de Carrera también influenció varios eventos en los estados cercanos. Carrera intervino varias
veces en la política interna de El Salvador y Honduras, y en 1857 tropas guatemaltecas jugaron un papel
importante en la expulsión del aventurero estadounidense William Walker, quien se había hecho con el poder
en Nicaragua.
LA LEGISLACION AGRARIA DEL PRIMER GOBIERNO LIBERAL
La revolución liberal de 1871 (Guatemala) fue un proceso revolucionario ocurrido en Guatemala, de carácter
liberal, que causó un cambio en la política de este país, y que derrocaría al presidente Vicente Cerna y Cerna.
Liderada principalmente por Miguel García Granados, y con importante participación de Justo Rufino Barrios,
se dio como resultado de la lucha entre conservadores y liberales, desarrollada en diferentes eventos desde la
Independencia Centroamericana. Los liberales esperaron a que falleciera el gobernante conservador Rafael
Carrera en 1865 para alzarse contra el gobierno conservador de los 30 años.
Si bien el Estado tiene su propia especificidad, el sentido y el límite histórico de sus acciones se encuentran
en las formas de poder que emanan de la sociedad misma. Hasta nuestros días, la finca constituye la
estructura de poder fundamental. En 1871 había por lo menos siete tipos de propiedad diferentes, de los
cuales sólo una fracción podía considerarse propiedad absoluta en el sentido moderno. Existían tierras
adquiridas “con título legítimo”; las tituladas “ad corpus”; terrenos poseídos por personas que
“carecían de títulos”; tierras de “ejidos” y “tierras comunales” de los pueblos indios; tierras de
“comunidades religiosas”, de “cofradías indígenas”, y de “fundaciones de las festividades religiosas”.
A mediados del siglo el 70% de las tierras estaban en manos de comunidades indígenas.
Para que la economía cafetalera se expandiera y consolidara como sistema dominante serían necesarias
profundas transformaciones de la estructura socioeconómica. A diferencia de la grana, la economía cafetalera
necesitaba de una libertad de expansión territorial y de apropiación privada del suelo. En aquellas
circunstancias ese objetivo solamente se podía lograr mediante un profundo cambio tanto en las formas de
tenencia de la tierra y las formas de organización social que les eran orgánicas. En otras palabras, la nueva
vinculación con el mercado mundial, el desarrollo de rasgos de una economía agro exportadora,
condicionaron el desarrollo de tendencias internas hacia una reforma de la economía que podía lograrse
mediante una transformación del Estado.
Con la toma del poder de los liberales en 1871, dio inicio una época de reformas que redefinieron el perfil de
Guatemala según pautas de un proyecto cafetalero de nación. La piedra de toque fue la reforma agraria
liberal. Esta quebró la columna vertebral del régimen tradicional de tenencia de la tierra, y estimuló un proceso
de acumulación privada del suelo a costa de la propiedad comunal indígena y del clero.
En diez años el país quedó convertido en un conjunto de plantaciones cafetaleras, el café se había convertido
casi en el único producto de exportación. En 1880, representó el 92% de las exportaciones; en 1881, el 98%,
y el 85% en 1892-1893. La expansión finquera, fomentada por el reparto agrario estatal, siguió la tendencia a
su consolidación como núcleo de la economía y las relaciones sociales en las siguientes décadas.
La época de privatización eufórica y reparto agrario de los gobiernos liberales llegó a su declive a partir de
1921.
Después de haber concluido el periodo liberal la concentración agraria en unas cuantas manos no se había
modificado: el 87% de la producción cafetalera se ubicaba en 1,722 fincas, siendo que el total de fincas
cafetaleras era de 31,000, cuestión que se prolonga hasta la actualidad sin modificaciones sustantivas. Ese
87% de la producción cafetalera se daba en fincas de 10 a más de 200 caballerías, este tipo de finca
representaba aproximadamente un 0.2% del total de fincas y concentraba más del 50% de la tierra. El
crecimiento de la forma valor de la producción nacional ligado al auge de la economía cafetalera no se tradujo
al mismo tiempo en un despliegue de la forma de organización típica del capitalismo: el trabajo asalariado. La
finca, el latifundio cafetalero, núcleo de la economía nacional durante el período posterior a la independencia y
más aún posterior a la revolución liberal, no era en sí una unidad capitalista sino precapitalista y semi-feudal
que utilizaba fuerza de trabajo servil para la producción de grandes volúmenes de mercancía exportable.
El reparto agrario liberal, como se ha visto, liberalizó el acceso a la tierra, en parte como patrimonio adquirido
políticamente, así como por la transformación del suelo en mercancía. Sin embargo, los capitales invertidos
inicialmente en el establecimiento de las fincas, lejos de llevar a transformar la tierra en parte del capital
productivo, fueron un factor que posibilitó la estabilización de la renta, es decir, de un poder basado más en el
control de la tierra que en el capital propiamente dicho.
Federación Centroamericana
Desde la independencia de Centroamérica, los conflictos fueron comunes y constantes, primeramente las
luchas entre quienes querían anexarse a México, y quienes querían establecer una nación aparte y segundo,
las luchas entre los conservadores, que querían mantener los parámetros de gobierno que hubo durante la
dominación española, y los liberales, que querían un cambio radical en ciertas políticas tras la independencia.
El político y militar salvadoreño Manuel José Arce llegó a la presidencia centroamericana en 1825,
gobernando hasta 1829, gobernando primero con el apoyo de los liberales, pero tiempo después con el de los
conservadores. Éste, tras ser depuesto por el general Francisco Morazán y huir a México, encabezaría
rebeliones frustradas en 1831 y 1833.
1. Quedaron obligados a trabajar en las fincas cuando los dueños de éstas los necesitaran y sin importar
en donde se encontraran.
2. Quedaron bajo la tutela de las autoridades locales, quienes se encargaban de velar porque los
contingentes de indígenas fueran enviados a las fincas.
3. Quedaron sujetos a la habilitación: paga forzada anticipada, endeudadora del trabajador y justificadora
de su envío a las fincas y de su retención en ellas.
4. Creación del libreto de jornaleros: documento probatorio de la solvencia del trabajador frente a su
patrono, y sin la cual el trabajador estaba sujeto al rigor de las autoridades y de los dueños de fincas.
Como resultado de este reglamento, hubo un notable aumento de las exportaciones, y se activó el intercambio
con los países capitalistas; tanto los antiguos conservadores aristócratas como los nuevos terratenientes
cafetaleros se vieron beneficiados con estas medidas. Ahora bien, hubo un terrateniente conservador que fue
atacado y despojado de los privilegios que había gozado durante el gobierno de los 30 años: el clero
regular de la Iglesia Católica; los liberales cafetaleros atacaron a la Iglesia Católica por los fuertes lazos que
ésta tenía con los miembros del Clan Aycinena que gobernó a Guatemala junto con el general Rafael Carrera.
Lo que logró la política económica impulsada por Barrios fue la creación del capitalismo en la agricultura del
país; muchos de los nuevos terratenientes alemanes eran capitalistas o gozaban de créditos en poderosos
bancos o casas comerciales de Hamburgo. Se calcula que para 1898 -año en que se inició el gobierno del
licenciado Manuel Estrada Cabrera-, los alemanes habían invertido en Guatemala más de ciento veinte
millones de dólares norteamericanos. Por otra lado, debido al alto nivel de corrupción existente en el gobierno
liberal, de entre sus filas surgieron muchos nuevos ricos, incluyendo a Justo Rufino Barrios, quien como
principal promotor de la reforma agraria liberal muy pronto se convirtió en el principal exportador de café del
país.
Política interna
Barrios persiguió enconadamente a la oposición, obligando a huir a muchos guatemaltecos al exilio de las
tierras guatemaltecas. Durante su exilio, el poeta cubano José Martí, llegó a Guatemala: venía de México
decepcionado del régimen del general Porfirio Díaz y con la esperanza de encontrar uno mejor en el de
Barrios. Durante su estancia en Guatemala en 1877 conoció a María García Granados y Saborío, hija
de Miguel García Granados a quien cortejó, pero estando ya comprometido, ya no pudo corresponder. Martí
se casó en 1878 y a los pocos meses murió María de una enfermedad pulmonar agravada por haber nadado
con unas amigas. Martí le dedicó en 1891 el Poema IX que es conocido como el famoso poema La Niña de
Guatemala. Devastado por la muerte de María, y decepcionado del gobierno de Barrios, Martí se fue de
Guatemala.
Constitución de 1879
Barrios convocó a una Asamblea Nacional Constituyente para emitir una nueva constitución. La constitución
finalmente fue emitida en 1879 y el documento final sirvió para satisfacer las necesidades del presidente Justo
Rufino Barrios, quien ya había sido presidente desde 1873 y a quien le correspondió el primer mandato
constitucional de seis años, que se iniciaron en marzo de 1879.
Entre las características de la constitución se encuentra que solamente se consideraban como ciudadanos
aquellos que supieran leer y escribir o que tuvieran profesión u oficio, y a los miembros del ejército, dejando
excluidos a la gran mayoría indígena del país, que era analfabeta. También garantizaba un trato digno y justo
para los presos, lo que fue violentado una y otra vez por todos los regímenes que gobernaron sobre la base
de ella, especialmente los del mismo Barrios, y los del licenciado Manuel Estrada Cabrera y del general Jorge
Ubico.
La Constitución fue decretada en 11 de diciembre de 1879 y el Poder Ejecutivo le puso el "Ejecútese" el 12 de
diciembre del mismo año.
Campaña de unificación centroamericana
En 1883, Barrios dejó la presidencia durante seis meses su cargo en una presidencia interina de José María
Orantes, con motivo de su viaje a Nueva York a firmar el tratado para fijar los límites con México, regresando
el 5 de enero de 1884 a la presidencia. Esta reunión pretendía tener el apoyo de México con su afan de que
este país apoyara la unión, pero a un precio alto, pues renunció por completo a la potestad sobre los territorios
de Chiapas y Tabasco. Su más grande anhelo sería la reunificación de Centroamérica, inspirado
probablemente en el liberal Francisco Morazán.
En 1885, con el apoyo de Honduras, emprendió una campaña militar para restablecer por la fuerza la unión
centroamericana y declaró que asumía el mando militar de Centroamérica. Barrios obtuvo el respaldo del
presidente de Honduras Luis Bográn, pero Costa Rica, El Salvador y Nicaragua se aliaron para oponerse a
sus pretensiones, y también las condenaron los Estados Unidos y México.
Para poner en práctica sus planes, Barrios invadió El Salvador en marzo de 1885, mientras tropas de Costa
Rica y Nicaragua se aprestaban a enfrentarse con las de Honduras. Sin embargo, los planes de la
reunificación centroamericana se vieron frustrados súbitamente, ya que el presidente guatemalteco murió en
la Batalla de Chalchuapa, poco después de que sus tropas invadieran El Salvador.